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Ojitos De Plata

Día Domingo

Puedo observar a lo lejos, dentro de la penumbra, una silueta masculina. Era alto de brazos fuertes y figura esbelta. Dirige su mirada hacia mi, su rostro se ve borroso, está muy lejos, todo está oscuro, el ambiente es pesado, solo la luz de la luna se posa sobra aquella figura desconicida.

Sin darme cuenta, en fracción de segundos, puedo sentir sus manos rozando suavemente mis hombros, bajando lento por mis brazos, dirigiéndose a mi cintura, levanto mi mirada solo para que se cruzara con unos exquisitos ojos café avellana tan cálidos y ardientes como el sol expresando un misterioso deseo carnal, su rostro era de facciones finas y piel tan blanca y limpia como la porcelana -No conozco a esta persona- retumban estas palabras en mi mente generando desconfianza, pero a su vez, el sentir su piel tan suave y su mirada devorándose cada parte de mi, no podía oponer resistencia, me siento húmeda, exitada, con ganas de embullirme con él, en el mar de lo prohibido, el corazón se acelera y el mundo en el que me encontraba se desvanece.

-¡Todo fue un sueño!- Piensa Nelida, al abrir sus ojos color plata que brillaban con la luz de la mañana que entraba por la ventana. Siente la humedad en las sábanas blancas que cubrían su cama, aún acostada observa el techo que la cubre dónde se encuentra un gran espejo instalado, que refleja su completa desnudes, su piel bronceada, de figura tan delicada y fina como una rosa recién florecida, pues su belleza es implacable y su melena, sus cabellos largos y rizados color azabache que en combinación con los primeros rayos del sol dejaban ver algunos reflejos azules.

-¿Quien sería, ese chico tan apuesto?- Se pregunta, mientras toca la humedad de su sexo, dando inicio a otro raund de placer mientras piensa en ese hombre misterioso que no pudo devorar en su sueño, pues está es la única forma de aceptar que alguien se acerque a ella sin sentirse atormentada por el pasado, solo en su mundo de sueños.

Era Domingo, día libre, solo podía estar en su pequeño apartamento, lugar que solo contaba con lo básico, pues no es una chica de exuberantes recursos económicos, pasa su día leyendo, descansado y encontradose con sigo misma dandose el amor que no puede encontrar en ningún lado. A pesar de su resaltante belleza, Nelida es una chica tímida, de temperamento inseguro, fragil y sensible. Disfruta mucho de estar sola.

-Creo que saldré a caminar un rato, necesito despejar la mente- dice mientras se levanta del pequeño sofá, dejando a la mitad el libro que leía. Se dirige a su habitación, para colocarse algo de ropa, pues en su soledad, era ella misma a toda plenitud, le encantaba estar desnuda y sentir el frío que despedía la mañana en todo su cuerpo. Al entrar a la habitación, recuerda lo que pensaba hacer la noche anterior - Si que soy idiota, no puedo creer que de verdad lo iba a hacer- Resuenan estas palabras en toda la habitación, con paso acelerado toma una hojilla de la mesita de noche que estaba destinada a ser el arma ejecutora de un acto fatal. La tomo con furia para luego tirarla por el retrete y jalar la cadena, viendo cómo se iba su momento de quiebre por el desagüe.

- Nelida eres una chica fuerte, podrás seguir adelante - Repite en reiteradas ocasiones, mientras se vestía colocando un jeans negro sobre su piel al descubierto, y un suéter manga larga de algodón que acostumbraba a colocarse en sus días libres al salir a caminar, pues se sentía cómoda y escondía muy bien sus senos redondos y firmes que cómodamente llevaba sin sostén los días que se encontraba fuera del trabajo. Una vez lista y a punto de salir asoma sus dos relucientes ojos que a lo lejos se an de ver cómo dos monedas de plata recién forjadas. Su apartamento se ubica en un pequeño edificio de cinco pisos, que muestra en su frente un jardín de tulipanes amarillos y blancos que le otorgan vida al lugar, al cruzar la calle se encuentra un parque pequeño y bien arreglado con muchos árboles y flores, con bancas para sentarse a disfrutar de la sombra y además de esto destaca en él una fuente colocada estratégicamente en el centro echa toda de piedra y con una altura de dos metros donde el agua se desliza pintando una silueta transparente hasta llegar a los pies de ésta creando un pequeño pozo limitado por un muro de ladrillos, dónde niños, adolescentes y algunos adultos acostumbraban a lanzar monedas y pedir deseos.

Nelida siempre que podía, observaba el parque desde su ventana que se encontraba en el segundo piso del edificio, pues le gustaba ver a las personas disfrutando de un momento tranquilo, niños corrían de un lado a otro, parejitas acarameladas caminaban tomadas de la mano, el escenario era bastante relajado provocando mucha paz en ella.

Antes de retirarse de la ventana para salir, observa una camioneta grande de 4 puertas completamente negra con vidrios ahumados tan oscuros que impedían ver cualquier rastro de vida adentro del vehículo. Se bajan tres sujetos, que jamás había visto por el lugar, todos vestian de forma casual pero a su vez elegante, se dirigen a la entrada del edificio, el último en bajar levanta el rostro en dirección a la ventana de Nelida lanzando una mirada rápida, causando en ella una sensación de sorpresa que inmediatamente la hace reaccionar con un pequeño salto hacia atrás para lograr esconderse de aquellos ojos fugaces que la vieron.

Tres Gigantes

Nelida se dirige a la puerta pensando aún en aquellos hombres que vio a través de la ventana, sobre todo en aquel que cruzo su mirada con la de ella.

Bajó las escaleras cautelosa, tenía curiosidad, quería verlos más de cerca. Al llegar a la planta baja del edificio, se topa con dos de los caballeros que había visto, estaban hablando discretamente con el portero junto a la única puerta de salida que poseía la estructura, sus actitudes eran muy sospechosas, inmediatamente sus alarmas mentales se encendieron y un pequeño escalo frío atravesó su columna al recordar que eran tres las personas que bajaron del auto, ¿Dónde está el otro chico?- se pregunto Nelida, cuando sintió que la veían, giró su cabeza disimuladamente al recibidor que estaba compuesto por tres sillones viejos de piel blanca ya gastada por los años y una mesita circular dónde posaba un pequeño jarrón con tulipanes amarillos y blancos que daban la bienvenida con sus llamativos colores a cualquiera que quisiera sentarse en esa área.

Ahí estaba el tercer hombre aquel que la había sorprendido, mirándola fijamente, sentando con una pierna casi cruzada sobre la otra y con los brazos abiertos de par en par colocandolos en el espaldar del sillón, era sumamente atractivo, máximos 32 años, de piel palida, cabellos negros que estaban peinados firmemente hacia atrás, vestía un jeans negro, zapatos de vestir negros y una camisa manga larga de vestir en un tono azul palido que escondía sutilmente la maravillosa silueta de sus músculos, más allá de todo esto había algo que destacaba en el y era su mirada fría que emanaba cierta oscuridad.

- ¿Necesitas algo niña? - Dijo el hombre que no paraba de ver a la chica. Estás palabras retumbaron en los oídos de Nelida, pues la voz del misterioso hombre era intimidante, en tono grave y sumamente varonil.

Seis ojos más se posaron sobre Nelida, luego de esta pregunta que hizo eco en el espacio casi vacío, haciendo muy notoria su presencia, pues los tres hombres que estaban parados junto a la puerta se giraron viendo directamente a la chica, el portero con una expresión de preocupación y los otros dos hombres con cara de pocos amigos.

El portero también dueño del edificio era un señor de tercera edad que mostraba en su rostro arrugas bien marcadas por la experiencia de la vida, cabello como plata y de estatura baja que en comparación a las dos figuras que estaban de pie junto a él, su presencia se mostraba bastante insignificante.

- Nelida, ¿vaz a salir? - pregunta el señor mayor, con cierta ansiedad, señalando la puerta.

- Si, voy a estirar las piernas un rato - Contesta Nelida, notando el nerviosismo del portero en su gestual

- Con permiso porfavor - Dice la chica mientras camina hacia la puerta. Ya a punto de salir, una imponente figura se atraviesa en su camino

- ¿A dónde vaz preciosa? una chica tan linda como tú no puede salir sola a la calle, hay mucha gente mala allá fuera - Dice uno de los hombres junto a la puerta, era sumamente alto, de contextura gruesa pero a su vez elegante, que aparentaba unos 35 años de edad, en sus manos resaltaban diversas prendas de oro que añadían un toque extravagante a su apariencia.

Nelida alza el rostro lo más que puede pues sus 1,62 centímetros de estatura eran nada al lado de aquel tipo, mira al hombre directo al rostro con sus ojos relucientes y desafiantes.

- ¡ Señor permítame el paso ! - Dice Nelida en voz altanera

- Porque tendría que hacerlo niña, de aquí no saldrás hasta que yo me cansé de mirarte y creo que no pasará pues eres increíblemente hermosa, a lo mejor si te coloco en cuatro tu apariencia mejoraría aún más- Una sonrisa sarcástica se alza en el regordete rostro y una mirada de desprecio atravesaba todo el cuerpo de Nelida.

- ¡ Señoorr déjeme...... ! -

- ¡ Basta, creo que ya en suficiente de juegos! - Nelida es interrumpida, por una voz fuerte que provenía del recibidor, una dominante figura se pone de pie y camina con paso suave en dirección a la puerta, su estatura resaltaba mucho. - ¿ De dónde salieron estos gigantes ? - Se pregunto Nelida mentalmente, aquel hombre tan atractivo salió del edificio sin decir más, ignorando a todos los que se encontraban presentes, los dos tipos que le acompañaban se limitaron a seguirle lanzando una mirada amenazadora al portero, siendo está respondida con un simple movimiento de cabeza del anciano.

- Vaya pero que gente, son unos abusivos ¿Que se han creido? - Expresa Nelida con la voz un poco alterada, su corazón temblaba de nervios y el escalo frío en su espalda no se detenía.

- No prestes atención Nelida, son cosas que suceden - Contesta el portero con mucha seriedad, evitando verle la cara a la chica.

- Bueno creo que ya podré salir, ya se fueron ese trío de locos - Dice Nelida ya un poco más tranquila. Camina hacia la calle, el día era espléndido, cruza hacia el parque y empieza a caminar.

- Ahora debo meditar ¿ Que haré ? Después de lo sucedido en mi trabajo no puedo volver - Piensa la dulce chica mientras camina en dirección a la fuente, deteniéndose ante ésta.

Último día de trabajo

DIA SABADO

- ¡Nelidaaa! vamos chica, date prisa, hay clientes esperando a ser atendidos, la mesa 1 y 2 quedaron libres, vé a limpiarlas - Dice en voz demandante la supervisora de personal, es un día complicado en el restaurante, es hora pico y hay mucha gente esperando mesa para almorzar y la fila para pagar es interminable.

- ¡Si señora Carol, voy enseguida ! - Contesta Nelida completamente atareada mientras lleva ambas manos ocupadas con platillos destinados a la mesa 5.

- ¡ Nelida, ya terminaste de limpiar, apúrate que el tiempo apremia ! - Grita la jefa, mientras daba pequeños golpes a su muñeca adornada con un reloj de plata.

Nelida solo tenía 4 Meses trabajando en el restaurante como mesera, empleo que le había costado mucho conseguir pues solo tiene 18 años y su pasado es bastante agrio para una chica de su edad, con mucho esfuerzo logro sacar la secundaria, pero solo eso. No cuenta con grandes experiencias laborales ni con nadie que la apoye, está completamente sola.

Estos 4 meses fueron fuertes y su jefa se ha encargado de eso, desde que ingresó, le ha echo la vida de cuadritos, siempre haciéndola menos y colocándole exceso de trabajo.

El restaurante es un lugar pequeño en colores blanco y violeta, con ventanas grandes de cristal adornadas con cortinas blancas que se encuentran amarradas con listones lilas en forma de lazo, posee un total de 10 mesas de madera en tono palido que sostienen un florero blanco con ortencias que brindan una sensación de serenidad, al fondo está una barra donde un simpático chico toma los pedidos y hace las facturas y detrás de él está la señora Carol o "La bruja" como la apoda Nelida de vez en cuando, pues la supervisora tiene los ojos puestos en todo, al fondo a la derecha se ubica una puerta que es la entrada a la cocina dónde a cada momento entran y salen las únicas 3 meseras del restaurante y a la derecha se esconde una pequeña oficina donde "La bruja" pasa largos ratos con el dueño del restaurante cada vez que éste se aparece por el lugar.

Nelida se dirigía a la mesa 4 con un plato de comida en una mano y bebidas en la otra. De frente a ella viene una compañera de trabajo también mesera y además mano derecha de "La bruja" que le lanza una mirada de desprecio y maldad, para luego pasar a su lado interponiendo su pie sutil y disimuladamente para que Nelida cayera al piso botando y rompiendo todo lo que llevaba.

Las risas alrededor no se dejaron esperar , el chico que esperaba la comida en la mesa 4 se levantó como un rayo de su silla, para ir en auxilio de la pobre chica que aún estaba colocándose de rodillas para proceder a limpiar el desastre.

- Tranquila déjame ayudarte - Dice el muchacho que mientras ayudaba a recoger los pedazos de cristal no paraba de ver las facciones tan delicadas de la mujer que estaba frente a el.

- Gracias amigo, no te preocupes yo puedo continuar ya casi está listo, puedes tomar asiento nuevamente, con gusto te atenderé lo más pronto posible- Dice Nelida muy apenada, pues el muchacho tenía un buen tiempo esperando su comida - Por lo menos no me corté - piensa Nelida mientras escucha la voz preocupada del chico.

- ¿Te cortaste? lamentaria mucho que tus lindas manos se dañaran solo por llevar mi comida, me sentiría muy culpable y además también me sentiría en la obligación de invitarte a comer un helado, pero como no te pasó nada gracias al cielo, te quiero invitar igual el helado para celebrar que saliste hilesa del accidente ¿ Que me dices ?

Nelida que aún no veía al chico al rostro, levanta sus plateados ojos, mostrando también lo sonrojada que estaba por la propuesta del muchacho. El chico tenía unos 20 años, de piel canela, que le brindaba a Nelida una sonrisa que parecía estar compuesta de perlas relucientes y sus ojos negros intensos que emanaban dulzura y atracción por la chica que tenía en frente.

- Me da pena, ¿como crees?, no te molestes - Dice Nelida nerviosa, pues los hombres no le causaban ningún tipo de confianza, prefería estar alejada de ellos.

- Como te llamas bella dama - pregunta el chico ignorando la respuesta de la chica a su propuesta.

- Nelida, ¿ y tú ?- Pregunta con curiosidad, queriendo saber el nombre del apuesto chico que se había molestado en ayudarla.

- Carlos, para servirte y dime a qué ¿hora sales hoy? para pasar buscándote y llevarte a comer un helado o tomar un café lo que tú desees, me gustaría conocerte -

Nelida escucha una voz temblorosa de mujer a su lado, era una abuela que estaba con su nieta en la mesa 3, observando toda la escena que se estaba dando - Parece un buen muchacho niña, dile que si - mientras esboza una tierna sonrisa que genera confianza en la dulce chica.

Nelida observa a la señora con timidez y responde al comentario con una sonrisa tímida, para luego ver al chico que esperaba nervioso la respuesta, sus ojos negros brillaban, parecía deslumbrado por tanta belleza frente a el.

- Está bien, Salgo a las 2:00 pm - Contesta Nelida rápidamente, ignorando todos sus miedos y recuerdos negativos.

- Genial, yo paso por ti a esa hora, espérame - Responde Carlos soltando una risita de emoción y un suspiro para calmar los nervios.

El momento agradable termina, cuando Nelida nota que el muchacho pierde completamente su sonrisa mientras mira hacia atrás de ella. - Tu jefa se aproxima, levántate rápido - Dice Carlos en voz baja dándole la mano para ayudarla ponerse de pie.

- Nelidaaa vaya que eres una torpe, porque te gusta perder tanto el tiempo, muévete mujer, que no se te paga para que te le ofrezcas a los clientes- Dice la bruja mientras chasquiava los dedos presionando a la chica para que acelerara el paso. -A las 2:00pm te quiero en mi oficina- grita mientras todo el lugar se quedaba en silencio.

- Señora esa no es manera de tratar a sus empleados, además Nelida se cayó, porque esa mujer hizo que tropesara- Refuta Carlos molesto por la actitud de la supervisora mientras señalaba a la verdadera culpable, la mesera que había provocado todo.

- Lo siento amigo, disculpe las molestias ocasionadas, en un momento será atendido - Dice la encargada, ignorando por completo el reclamo del joven.

- ¡No! ya me voy de aquí, no quiero estar en un lugar con gente como usted, con tanta falta de ética- responde Carlos dando media vuelta y saliendo del lugar.

El tiempo pasó rápido, de un momento a otro ya eran las dos de la tarde, el restaurante estaba cerrado y los trabajadores se preparaban para retirarse.

- Nelida espera en mi oficina- Dice la encargada.

La chica se dirige a la oficina, pensando en lo mucho que le había costado conseguir este trabajo y lo iba a perder por culpa de alguien más, estaba molesta, triste, deseccionada de la vida. - Otra vez a la calle - Piensa Nelida mientras suspiraba esperando a que la bruja viniera para darle el toque de gracia.

Pasó un buen rato, el reloj en la pared de la oficina contó 40 minutos desde que Nelida entro y se sentó en una silla frente al escritorio que estaba en medio del pequeño espacio. Escucho a lo lejos pasos que se acercaban taconeando cada vez más fuerte, ya todos se habían ido, solo quedaron Nelida y La encargada en el lugar.

La supervisora, era una mujer algo regordeta, de unos 40 años, más alta de lo habitual pues nunca dejaba los tacones de lado y siempre bien arreglada, cabello recogido que dejaba ver algunas canas, y vestida como toda una ejecutiva.

Se escucha el rechinar de la puerta al abrirse - Nelida, Nelida - exclama en tono burlón la supervisora mientras entra a la oficina y se recuesta al escritorio quedando al frente de la chica, que la veía con ojos angustiados.

- ¿Que pasó hoy Nelida?, hoy fue un muy mal día para ti ¿verdad?, no sé qué decirte, estás más lenta, no rindes lo suficiente y ahora para complementar todo, rompes los vasos y los platos tomando en cuenta también que hoy te le estabas ofreciendo al muchacho ese-

- ¡ No señora !, todo fue un acci... -

- ¡No hables más! - interrumpe la mujer con voz altanera, mientras se quita el saco, dejando ver sus grandes atributos a través de la camisa blanca que se encontraba algo desabotonada.

Nelida la observa, jamás la había visto así, estaba sorprendida.

- Yo puedo ayudarte Nelida, si tú quieres claro, pero sabes que tengo mucho trabajo acumulado y necesito a alguien que me ayude con eso - Dice la mujer mientras se dirige a la puerta para recostarse en esta, mientras observa a la chica desde atrás que aún se encontraba sentada.

- Lo que usted me diga señora Carol, necesito el trabajo - Dice Nelida nerviosa, creyendo en esa pequeña luz de esperanza.

- Okey, necesito que te pongas de pie, frente a ti junto al escritorio hay una caja con unos papeles, levantala y colócala sobre la mesa, saca los papeles que están dentro, acomodalos por color y fecha, y ya no me hables, límitate a lo que tienes que hacer- Dice la mujer atenta a cada moviento de la chica, Nelida se levanta rápidamente y recoje la caja.

La mujer aún está a sus espaldas, mirando de arriba a abajo el cuerpo espectacular que tiene frente a ella, no para de verle los prominentes glúteos que al inclinarse se ven mucho más pronunciados destacando aún más la ropa interior, sus ganas de tocarla son increíbles, en lugar de eso, desabotona su camisa aún mas con cautela para que Nelida no se percate de lo que está sucediendo atrás de ella, queda completamente descubierta, los grandes senos de la mujer saltan fuera del sostén ajustado mientras los acaricia con éxtasis logrando una erección en sus pezones, su mirada no se desvía del cuerpo de la chica, siente la humedad en su intimidad y despierta un gran deseo de tocarse hasta satisfacerse, abre su pantalón holgado y lo deja a caer con cuidado mientras dirige su mano hacia la humedad de sus labios.

Nelida está inmersa en los papeles, solo piensa que tiene que recuperar su empleo. De un momento a otro, siente en su cuello una leve caricia casi como un suspiro, y un apretón por la cintura, que la voltea bruscamente y la tira sobre el escritorio, trata de gritar, pero la mujer le tapa la boca con fuerza mientras que de manera tosca satisface sus manos con la piel de la hermosa chica tratando de levantarle la camisa. La mujer está completamente desnuda sobre ella - Vamos niña colabora, o es que quieres perder tu trabajo - Dice la mujer en un estallido de irá. La chica como pudo le dió un fuerte golpe en el estómago dejándola sin aliento aprovechando la oportunidad para abrir la puerta con rapidez y alejarse despavorida, sintiendo nuevamente como su mundo se venía abajo.

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