Me encuentro corriendo de la mano de aquel hombre. Es un callejón oscuro, creo que alguien nos persigue, aun así solo puedo reír, reír y correr, ¿hacia dónde?, no lo sé… Lo miro en medio de nuestra desaforada carrera, y al igual que yo, ríe, es el sonido más hermoso que jamás escuché. Empiezo a oír sirenas. Creo… Creo que es ¿la policía? ¡O por Dios! Sí, es la policía quien nos persigue. Eso aumenta el éxtasis del momento, mis carcajadas salen a flote. Lo observo abrir de forma ágil una puerta y me arrastra hacia el interior, cierra rápidamente sin generar ruido alguno, se posiciona tras de mí pegando su cuerpo al mío y cubriendo mi boca con su mano, debo decir que aquello me paraliza, es un contacto mágico y lo admito... excitante, muy excitante. Me giro sin despegar nuestros cuerpos, lo miro directo a los ojos y creo que está algo sorprendido, no sé de donde rayos me sale tanta osadía, pero llevo los dedos de mi mano derecha a sus labios, son suaves, gruesos y muy provocativos. Sin romper contacto visual muerdo mi labio inferior suavemente, para luego llevar los dedos que reposaban en sus labios a los míos, sonríe de manera seductora mientras niega con la cabeza. Su mano posada en mi cintura reafirma el agarre y puedo sentirlo aún más, compruebo que mi anatomía está causando en él, los mismos estragos que la suya causa en mí. Inclina su cabeza y deja sus labios a escasos centímetros de los míos, eso es claramente una invitación a que sea yo la que dé inicio al juego, sin pensarlo un segundo, me prendo de sus labios y… ¡Ay Dios!, creo que era lo único que esperaba para llevarme al cielo y, luego darme un tour por las llamas del infierno. Me lleva justo a una de las paredes del pequeño y oscuro lugar. Mi cuerpo es acorralado por sus fuertes brazos, el deseo vivo en su mirada hace corto circuito en mi vientre, no soy capaz de pronunciar palabra alguna y, la verdad es que tampoco me lo permite, sin ningún tipo de protocolo sus manos viajan a mis piernas desnudas a causa de lo corto de mi vestido, de repente gira mi cuerpo de forma nada delicada y me hace sentir lo duro que está, baja el cierre de mi vestido dejándolo caer, siento el escrutinio de su mirada sobre mi cuerpo, toca sin ningún tipo de pudor, se pega a mi cuerpo y dejo caer mi cabeza sobre su hombro gracias a la altura que aportan mis tacones, besa mi cuello erizando por completo mi piel, rápidamente me gira y puedo mirarlo nuevamente, mientras él se separa solo un poco para mirar mi pecho desnudo, ya que lo único que me cubre es el pequeño triángulo de mi braga negra.
— ¿La quitas o la rompo? — estoy tan anonadada que no logro procesar sus palabras, lo veo acercarse y llevar ambas manos a un extremo de mis bragas para luego tirar de ellas hasta romperla, desliza la otra parte a la altura de mi rodilla y esta cae, me mira y su mirada me dice lo que esta a punto de pasar. Se apodera de mis seno* con sus manos, mientras su boca hace estragos en la mía, introduce su lengua invadiendo cada espacio, la mía le responde y estas danzan demostrando la ansiedad que sienten nuestros cuerpos, muerde ligeramente mi labio inferior, eso hace que se escape de mis labios un pequeño gemido, se ríe de lado, su boca baja a mi cuello, da un pequeño mordisco y luego acaricia el mismo lugar con su lengua ¿es qué acaso este hombre quiere acabar con mi cordura?, sus manos se apoderan de mis pechos llevando uno de estos a su boca, lo saborea cuál manjar, un pequeño mordisco en uno de ellos me hace gemir fuerte, se separa por un momento, me mira directo a los ojos y con el dedo índice sobre sus labios me indica que haga silencio. Aprieto fuerte mi labio inferior y asiento. Sus besos descienden hasta mi ombligo, posa su lengua sobre el para luego continuar su recorrido en forma descendente...
Despierto sudorosa, otra vez él en mis sueños, el maldito desgraciado que se aprovechó de mi ebriedad y momento de éxtasis, para robarme aquello que tanto cuidaba "mi virginidad."
Ha transcurrido un mes, un mes y aún no sé quién demonios es. Bueno, eso es lo de menos, lo peor es que mi novio Matt, aún no tiene idea de lo que hice, y si antes, no había estado con él, porque quería guardarme hasta el matrimonio, ¿qué carajos le digo ahora? ¿Cómo lo miro a los ojos, cuando faltan un par de semanas para nuestra boda? Lo que se supone era mi mayor felicidad, ahora es un dolor de cabeza.
— Anna, te estamos esperando para cenar. — Dice mamá, mientras entra a mi habitación.
— No quiero mamá, tengo sueño.
-— Anna, eres realmente imposible, no entiendo como no estás lista aún. Matt y sus padres esperan por ti, y mírate ¿Cómo es posible que aún no estés lista?
— ¡Lo siento, lo siento, juro que lo siento, realmente lo olvidé! — Le digo mientras rápidamente me coloco un jeans y una playera.
— Últimamente, parece que olvidas que estás comprometida, solo mírate ¿realmente piensas usar eso para atender a tus suegros? — Me encojo de hombros mientras busco mis converse, son super cómodos — realmente eres imposible... Por lo menos peina tu cabello.
— Como ordene su señoría. — Respondo con poco entusiasmo.
— Me mira de manera despectiva y da media vuelta para posteriormente salir.
Me dejo caer nuevamente sobre la cama, realmente estoy agotada de esta situación, no puedo mirar a Matt a los ojos, y luego están mamá y papá presionando todo el tiempo, de hecho acepté casarme más por presión que por amor. Eso no quiere decir que no lo quiera, es solo que me gustaría vivir más, viajar, conocer, a duras penas me regalaron ese viaje a las vegas, ya que ellos alegan que aún soy muy joven y que no debo estar sola, y después de lo sucedido parece que el mundo me escupe a la cara, gritando que ellos tienen la razón.
Me levanto, cepillo un poco mi cabello, estoy lista para bajar y continuar con la comedia que es mi vida. Porque juraría que si lo viese de lejos, me reiría de la patética actuación que viene a continuación. Camino hacia la puerta y antes de salir hecho un último vistazo a mi habitación, suspiro al saber que cualquier chica creería que en una jaula de oro como la mía podría ser inmensamente feliz.
Bajo las amplias escaleras, me dirijo al jardín y luego de recorrer alrededor de 10 metros entre los rosales llego al comedor que se encuentra ubicado en el centro del jardín, parece un lugar de revistas y al ver a todos a mi alrededor siento que no encajo para nada. A pesar de haber crecido como muñeca de porcelana, parezco una de trapo.
Matt se acerca con una gran sonrisa dibujada en su rostro, se inclina un poco y me da un corto beso.
— Nos has hecho esperar, pensé...
— ¿Qué bajaría una princesa envuelta en un traje de seda? — lo interrumpo.
- No me malentiendas... Mejor solo olvídalo.
— Lo siento, últimamente me he sentido un poco ansiosa... Necesito hablar contigo.
— Hola, querida — se acerca Graciela, la mamá de Matt, ella posa sus delicadas manos sobre mis hombros y me da un beso en cada mejilla, luego se separa un poco y sus ojos dan un recorrido para nada discreto sobre mi vestimenta y con una falsa sonrisa se vuelve a dirigir a mí — Siempre tan tú. Bueno, creo que eso cambiará una vez que te cases — Justo cuando le iba a responder, Matt sujeta mi mano y la aprieta un poco, solamente lo suficiente para indicarme que lo pase por alto. Una vez más, la bruja gana.
Anna Brow
Por favor, vamos a la mesa. — Dice mi madre con una sonrisa amable en su rostro.
— Tienes razón querida, ya esperamos bastante por tu hermosa hija. Creo que empieza a hacerse un poco tarde. — Otra vez contraataca la bruja.
— No exageres mamá, no es para tanto. — Interviene Matt.
— Disculpen a mi hija, llegó algo cansada de la universidad.
— De hecho, querida suegra, hoy tuve más horas libres que de estudio, lamento haberme quedado dormida una vez estuve aquí. — Mi madre me reprocha con la mirada, mientras mi suegra me mira con ese gesto de desaprobación y a la vez un deje de superioridad, se da la vuelta y camina rumbo a la mesa donde se encuentran los demás. Mi madre la sigue y unos pasos más atras Matt y yo.
— No debiste decir eso. Es mi mamá y merece respeto. — ¿En serio?
— ¿y es qué yo no? — Replico.
— No he dicho eso.
— Pero tampoco hay alguna objeción de tu parte cada vez que me agrede.
Llegamos a la mesa, Matt y yo nos sentamos uno al lado del otro. Mientras nuestros padres se ponen de acuerdo en la sociedad que crearan una vez Matt y yo estemos casados. Nuestras madres, hablan de los detalles de la boda, en realidad entiendo que quieran que todo sea perfecto y que deseen hacerse cargo ¿pero al grado de elegir mi vestido de novia? y peor aún, sin tener en cuenta mi opinión.
— Anna, me ha llamado la diseñadora para pedir que mañana te acerques a medirte el vestido, ya que al parecer está listo. — Dice mi madre.
— lo ves querida, no me equivoqué al elegirla a ella, es la mejor y va a lograr milagros contigo. — Es la voz de mi suegra sacándome de mis pensamientos. Siempre con la doble intención en cada una de sus palabras.
— Seguramente ya los ha hecho con usted, ¿cierto?
— ¡Creo que es hora del postre! — Exclama mi madre, para distensionar el ambiente.
Como por si fuera poco, Matt empieza a acariciar mi pierna por debajo de la mesa, poco a poco se acerca a mi zona íntima y es algo muy incómodo, detengo disimuladamente su trayectoria.
— ¡Anna! — Es la voz de mi padre un poco elevada, pero no tanto para considerarla un grito. — ¿Se habrá percatado de las manos inquietas de Matt? Espero que no.
— Dime papá. — Contesto un poco aturdida.
— No estás contestando a las preguntas de tu suegra. — Estaba tan concentrada en controlar a Matt, que me desconecte de lo que sucedía a mi alrededor.
— Lo siento, me encuentro algo indispuesta, ¿puedo retirarme? — Y automáticamente, aparece la mirada con desdén de mi suegra ¿Quién diría que una mujer tan culta podría ser una completa arpía?
— Si me lo permiten, yo puedo acompañarla a su recámara — dice Matt, y yo cruzo los dedos para que mi papá se oponga. Desde aquella noche me siento una traidora cada vez que se acerca o quiere entrar en contacto conmigo.
— Adelante hijo, por favor asegúrate de que descanse un rato. — Le responde mi padre y yo me pregunto, ¿desde cuándo dejo de ser sobre protector? Creo que mi plan de huida no se desarrolla como lo esperaba.
Matt, me acompaña a mi habitación. Una vez dentro, me besa apasionadamente, trato de seguirlo, pero siento que no estamos conectados.
Se separa un poco.
— Que buena idea de aparentar sentirte mal para estar a solas. — Dice con voz ronca e intenta retomar el beso.
— ¡Espera, espera! En realidad no me siento bien — trato de interponer mis manos empujando un poco su pecho.
— ¿Es en serio? — Se rasca la cabeza evidentemente frustrado. — Me estoy cansando del juego de la niña virginal, soy un hombre y tengo necesidades. Y si tú no puedes suplirlas me veré obligado a...
— ¿A qué? — lo interrumpí — ¿A buscar a otra? Adelante, solamente ten claro que no soy la mujer sumisa que tus padres creen estar negociando para su hijo. Si me caso contigo es porque te quiero, pero si eso me va a consumir como persona, mejor pongamos un alto a esto.
— No es lo que quise decir.
— Pero fue lo que diste a entender.
— Anna, mírame. Te amo y sé que quieres conservar tu pureza para mí, pero mírame, antes o después del matrimonio soy yo, y el hecho de que te entregues a mí va a ser el más hermoso regalo, sin importar el tiempo ni la circunstancia. No me tortures más, quiero hacerte mía.
— No lo entiendes, es que ya no... — la puerta se abrió repentinamente, era mi madre.
— Matt, tus padres se disponen a marcharse y preguntan si te quedarás.
— Gracias, pero creo que es mejor que me marche en este momento, Anna aún está indispuesta y creo que lo mejor es dejarla descansar.
— ¿Lo ves hija?, es el hombre perfecto, siempre tan atento y considerado.
Matt se acerca y deposita un casto beso en mis labios.
— Amor, descansa y por favor, piensa lo que hablamos. — Le da un beso en la mejilla a mi madre y posteriormente se dirige a la salida.
— Espera querido, te acompaño — Dice mi madre quien camina tras él.
— Cierro la puerta con seguro, me desnudo, entro al baño y dejo que el agua corra sobre mí. Todo esto está acabando conmigo, al parecer perdí el norte de mi vida. Necesito solucionarlo pronto.
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Un nuevo día en la universidad. Ha transcurrido una semana desde la cena, el maestro de historia habla y habla, por más que intento concentrarme no logro entender una sola palabra, mi rendimiento cada vez es más bajo, espero poder pasar el semestre, sería lo único que me falta, pasar de ser la mejor en la carrera a tener que repetir el último semestre. Todo por culpa de ese idiota que se cruzó en mi camino, si algún día lo vuelvo a ver, lo mato con mis propias manos.
— Señorita Brown, es la tercera vez que le pido que por favor, repita a sus compañeros en que consiste la presentación que deberán presentar en pareja para la próxima clase — El maestro, realmente estaba molesto, su expresión era evidencia de que había colmado su paciencia.
— Lo... Lo siento maestro, no lo sé.
— Evidentemente, usted ocupa su mente en cosas más productivas que prestar atención a mi clase, así que le voy a pedir que se retire y que tenga en cuenta que la presentación que para sus compañeros es en pareja, para usted será individual
— Lo lamento, con permiso — Tomo mis pertenencias y me dirijo a la salida. Es mejor no añadir una sola palabra más, solo lograría empeorar la situación.
Me quedo fuera esperando a Matt, ya que quedó de recogerme.
— Ey, Anna, ¿qué fue eso de hace un momento? — Es Elena, mi mejor amiga y la única que sabe todo. — No puedes seguir así. Habla con Matt y si todo va a acabar, pues que acabe, pero tarde o temprano lo tendrás que enfrentar y es mejor témpano, ya sabes, al mal paso darle prisa.
— Lo he intentado, pero siempre ocurre algo y luego no soy capaz.
— Deja de intentarlo y simplemente hazlo. Hablando de hacer, escríbeme y te paso mis apuntes de hoy, los vas a necesitar.
— Gracias, por eso es que te amo.
— Lo sé, lo sé.
Oh, mira allí viene tu novio. Te dejo; no olvides salir de esto.
— De acuerdo, lo haré — Me da un beso en la mejilla y se aleja.
Matt, aparca su deportivo frente a mí y hace una seña para que suba, lo hago y le doy un beso corto.
— ¿Qué tal tu día? — Me pregunta.
— Prefiero no hablar de eso.
— Está bien. Entonces, déjame darte una sorpresa — Dijo con la emoción reflejada en sus ojos.
— Antes, creo que tenemos que hablar. Hay algo importante que debes saber.
— Lo que quieras lo hablaremos después de la sorpresa.
— ¿Prometes escucharme sin interrupciones?
— Es una promesa. — Contesta sonriente.
— Está bien.
Pone el vehículo en marcha. Me siento agotada, tanto que no sé en qué momento me duermo, al despertar nos encontramos en un parqueadero interno, no sé exactamente en qué lugar.
— Déjame colocarte esto — Me dice Matt mostrándome una venda roja de seda que tiene en sus manos.
— Matt ¿de qué se trata?
— Ya te dije, es una sorpresa. — Procede a colocarme la venda. — Suspiro resignada, ojalá no sea lo que imagino.
Matt me guía cuidando de que no tropiece, subimos a un ascensor.
Siento que se abren las puertas. Me guía al parecer por un corredor y luego abre una puerta.
— Llegamos. — Son las primeras palabras que dice desde que me colocó la venda. Siento sus manos al desatarla.
Mis ojos no tardan mucho en adaptarse pues la iluminación consiste en velas, muchas velas, y rosas blancas, una pequeña mesa puesta para dos, realmente la decoración es exquisita, este lugar es maravilloso, pero más que una cena romántica decorada con velas y rosas, lo siento como un funeral, mi vista se detiene en la gran cama vestida con sábanas de seda blanca.
— Matt, lo siento, tenemos que hablar.
— Ya te dije que lo haremos después, dice con una sonrisa coqueta en su rostro.
— No, debe ser justo ahora.
— De acuerdo, pero te advierto, nada arruinará esta noche. Ven siéntate. — Abre una silla para mí, me siento y veo por el gran ventanal que hay cerca a la mesa, considero que debemos estar en el piso veinticinco o treinta por la gran vista que se obtiene desde este sitio.
— Dime, ¿qué es eso que no puede esperar?
— Matt, yo no puedo...
— Espera, dame un segundo. — Me interrumpe. Toma el teléfono fijo del sitio, al parecer se comunica a servicio, pues da la orden de que traigan la cena. Posteriormente, cuelga y vuelve a su sitio, destapa una botella de champán y empieza a servir dos copas.
— Matt, para.
— Solo quiero que brindemos por tu primera vez, prometo que va a ser especial. — Me da una copa en la mano y luego con la suya choca la mía, la levanta y toma un primer trago.
— Matt, ya no soy virgen — Se atraganta con el trago, tanto que lo escupe, tose durante unos segundos y yo no sé si ayudarlo, lo único que hago es quedarme estática.
— Dime que es una broma — Son sus palabras al recobrar el aliento. — ¡Tiene que ser una maldita broma! Y déjame decirte que de muy mal gusto.
— No lo es.
— Ja ja ja ja ya, amor, ya fue suficiente...
— ¡MATT! No, soy, virgen.
Llaman a la puerta, Matt se levanta de mala gana y abre.
— Señor, servicio a la habitación.
— Ahora no — responde con un tono de voz cortante.
— Disculpe señor, es que...
— ¿Es sorda o qué? ¡Ya le dije que no!— cierra de un golpe la puerta y se dirige a mí con paso firme, no puedo negar que al ver la rabia en sus ojos siento miedo.
— ¡¿Por qué razón me dijiste que eres virgen si no es así?! — Se detiene justo frente a mí y yo me coloco de pie.
— No te mentí... lo era. — Su mirada pasó a estar llena de confusión.
— Espera, ¿me estás diciendo que me adornaste la frente? — Deja ver una falsa sonrisa.
— Yo no quería, estaba... Estaba ebria.
— ¿Con quién?
— No lo sé... Fue en...
— Pregunté ¡¿CON QUIÉN?! — Grita haciéndome dar un pequeño respingo.
— No lo sé, no lo sé, fue en las vegas, no recuerdo bien como sucedió.
— Eres una maldita pe...
— NO, no voy a permitir que me insultes, me equivoqué y voy a asumir las consecuencias.
— ¡Ah sí! ¡¿Y cómo?! A ver, iluminame.
— Puedes romper el compromiso. — Lágrimas rodaron de mis ojos — Yo asumiré la responsabilidad.
— ¡Realmente eres estúpida! Por una zorra como tú no voy a romper un negocio que involucra tanto dinero para mí. La estúpida boda sigue en pie. Y no te preocupes cariño, no eres la única infiel, solo quería hacerte la vida agradable haciéndote pensar que alguien como yo, podía enamorarse de alguien tan insípida como tú. Razón tenía mi madre al decir que no eres más que una... — Levanto mi mano y la dejo caer sobre su rostro. El que yo me hubiese equivocado no le da el derecho a degradarme como persona.
Me toma fuerte por la barbilla y me obliga a mirarlo.
— Escúchame bien, la boda es más que un hecho, eso no lo dudes, y nunca más vuelvas a levantar una mano en contra mía, o me vas a conocer.
Me lanza sobre la cama y saca su celular, lo pone en altavoz al tiempo que se sienta.
— Hola corazón. — Le responde una mujer.
— Hola muñeca, quiero follarte.
— Que malo eres ¿no te basta con lo de anoche?
— De ti jamás tengo suficiente. — Le dice a la mujer al otro lado de la línea mientras me mira fijo a los ojos.
Me levanto, tomo mi maletín, afortunadamente lo tuve todo el tiempo conmigo y salgo de la habitación.
— Estoy en el hotel Rollal, suite matrimonial piso... — es lo último que le escucho decir antes de seguir con la cabeza en alto.
Salgo a la calle y tomo el primer auto disponible, una vez dentro, dejo caer mis lágrimas, no sé cómo pude sentir algo por un patán como ese, reflexiono y por primera vez me siento agradecida de lo que sucedió en Las Vegas, de no ser así, seguiría engañada creyendo en las patrañas de ese Imbécil. Me dedico a observar durante el trayecto a casa el hermoso paisaje. Pido al conductor bajar los vidrios para de esta manera poder sentir el viento en mi rostro, me siento aliviada, tomo aire pesadamente al darme cuenta de que hemos llegado... Aún falta lo peor, informar a mis padres que no va a haber boda.
...***...
— ¡No seas tonta! — Es la vos histérica de mi madre.
— No me estás escuchando. Matt no me ama. Solo ve este matrimonio como un negocio. Me, es, infiel.
— ¡Es, hombre, así son todos! ¿Qué esperabas?
— ¡Yo también le fui infiel! no puedo seguir con esto.
— ¿Y él lo sabe? — Pregunta mi madre ensanchando la órbita de sus ojos.
— Se lo confesé hoy.
— ¡¿Qué hiciste qué?! Realmente eres estúpida. — Me dice mientras niega con la cabeza. Luego mira a mi padre — y tú ¿no vas a decir nada?
— ¿Matt, rompió el compromiso? — Pregunta él.
— No, él lo ve como un negocio muy lucrativo. — Mis lágrimas volvieron a caer.
— Entonces no hay nada que hablar. Continúen los preparativos — Dicho esto, se levanta y sube las escaleras, dejándome sola con mi madre. Ella me mira despectivamente y al igual que mi padre, sube.
¿En qué maldita familia de víboras vine a nacer?
...***...
El día del funeral ha llegado ¿o debo decir boda? Todas aquellas personas consideradas de la alta sociedad se encuentran reunidas a espera de la novia del año, las chicas de mi edad me miran con una gran sonrisa, creyendo que los sueños pueden hacerse realidad. Solamente unos pocos reporteros tienen acceso a cubrir magno evento, camino al altar con mi vestido blanco de princesa, un velo que cubre mi rostro y que es clara señal de pureza. La catedral es enorme y la decoración que para muchos es magnífica, para mi gusto es algo extravagante, pero como nunca tuve el derecho a opinar. Trato de caminar lo más lento posible, en el trayecto veo la cara de mi amiga que solo refleja lástima, y no es para menos, a este punto hasta yo me compadezco de mi misma, pero más les va a doler a ellos por obligarme a hacer algo que no quiero, porque si lo que quieren es un show mediático a gran escala, yo les voy a dar un rascacielos, ya verán que no soy la niña estúpida y sumisa que todos creen poder manejar a su antojo. Miro a mi izquierda y en primera fila está la amiguita de Matt, ruedo ojos. Lo observo y me mira con tanta devoción que hasta yo pienso por un momento que me ama. Mi padre, quien hizo el recorrido a mi lado, le cede mi mano a Matt.
— Matt, mi hija es una princesa y está acostumbrada a ser tratada como tal, hoy te la entrego y te pido que la protejas y la ames como lo que es, un tesoro invaluable.
— Descuide, lo haré.
En fin, la hipocresía. Cuanto daría porque las palabras de mi padre sean ciertas y no simplemente la actuación del año.
Mi padre se acerca y me abraza.
— Amado Padre, mereces un novel a mejor actor. — Susurro en su oído — Rápidamente se separa y vuelve a su lugar junto a mi madre, quien me mira con una radiante sonrisa.
...***...
— Señor Matt Ortega ¿Acepta a la señorita Anna Brown, Como su legítima esposa?
— Sí, acepto.
Llego la hora del Show, a ver que cara ponen al escuchar un contundente y rotundo "No"
— Señorita Anna Brown, ¿acepta usted como su legítimo esposo al señor, Matt Ortega?
— ¡NO!
No, puede ser, ¿quién tuvo la osadía de robar mi momento y responder por mí?
Al igual que yo, todos se giraron a ver al intruso ladrón de espectáculos.
Oh, por Dios, solo pude llevar ambas manos a mi cabeza.
Nicolás Thompson.
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