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Psycho

1

Y entonces, llegó…

Tan arrollador y abrumador como el más poderoso de los huracanes. Tan poderoso como el primer amor. Tan demoledor como el último.

El Ángel vino en forma de bestia y vino a salvarme.

Quizás… Solo quizás, vino a acabar conmigo.

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Corro hasta más no poder, mis piernas flaquean, siento el miedo calando por cada parte de mis huesos, las calles están vacías.  Me desvió  a un callejón sin salida con la esperanza de que él no me encuentre.

Sé que volvió. El monstruo de mis pesadillas está nuevamente de regreso y no me dejará hasta lograr su cometido.

Respiro pesadamente, todo me duele, siento la sangre escurriendo por mi boca y nariz, tengo miedo, quiero gritar pero también sé que nadie vendrá a mi rescate, quiero darme por vencida, mi cuerpo no reacciona debido al cansancio y los golpes que él dejó en mi cuerpo.

Respiro profundo dispuesta a salir de mi escondite, veo una sombra aproximándose hasta mi lugar. Me detengo en seco, está cerca, me ha encontrado y esta vez no podré escapar, entro aún más al callejón, tratando de esconderme entre la basura y las cajas a mi lado.

-Por favor, alguien, solo ayúdeme- ruego para mis adentros, contengo la respiración cuando escucho sus pasos entrando al callejón, los nervios y el miedo me invaden con cada paso que él da.

No importa qué tan lejos vaya, o qué tanto quiera escapar, él siempre me encontrará.

Está cada vez más cerca, lo veo, está frente a mí con una sonrisa cínica en sus labios, se pone de cuclillas frente a mí. Soy presa del miedo, no hago nada más que respirar.

-Te encontré, pequeña butterffly- dice mientras acaricia mi cabello, sus manos pasan por mi mejilla hasta llegar a mis labios, limpiando el rastro de sangre.

-Solo mátame de una vez- digo, aunque sé que mis plegarias no serán escuchadas.

-Shh, eso sería demasiado fácil para ti pequeña, todavía hay mucho que hacer- niego, me atrae junto a él y trato de zafarme de su agarre pero es inútil. Ya no tengo fuerzas para luchar.

Quiero rendirme, pero si lo hago entonces él habrá ganado. Lo empujo tan fuerte como puedo y me pongo de pie, lanzo mi primer golpe, pero ágilmente agarra mi puño en el aire,  me da una fuerte cachetada desestabilizándome y caigo al suelo, trato de levantarme, impacta su pie contra mi estómago, intento arrastrarme hasta la salida, tratando de huir, pero es inútil, una de sus manos toma mi cabello halándolo con  fuerza.

-Te dije, que si te portabas bien, no tendría que hacer esto, pero mira qué resistente me has salido- susurra en mi oído, trato de zafarme una y otra vez, sin resultado alguno.

Quiero que esto acabe, quiero ir a casa.  

Se pone de rodillas quedando a la par mía.

 -Esto es divertido. Me gusta jugar este juego, del gato y el ratón, no importa qué tanto trates de escapar pequeña, ambos sabemos cómo terminará.

Escupo en su cara y parece divertirle, suelta mi cabello y esta vez estampa su puño contra mi mandíbula haciendo que escupa sangre, alza mi cara y mis ojos conectan con los suyos, color café claro, algo adictivo como la cafeína,  pensé,  sé que si me doblego y ruego por su perdón me dejará ir, pero ese nunca ha sido mi fuerte y él lo sabe, sus ojos cada vez más oscuros me examinan por unos segundos que parecen eternos, sé lo que hará, así que solo me queda dejarme abrazar por la oscuridad y caer en los brazos de Morfeo.

En cuestión de segundos estampa mi cabeza contra el suelo una y otra vez, siento la sangre escurriendo por mi frente, mi cráneo palpita de dolor, mi garganta está seca, solo salen quejidos de ella, pronto perderé la consciencia.

Sabía que no debía volver, pero aquí estoy, pensé que podría enfrentar a mis demonios, pero me equivoqué, ellos volverán a ganar como siempre.

Todo se está volviendo negro, mis párpados se sienten pesados, de repente no hay más golpes, solo el dolor punzante en mi cabeza, siento cómo me alza y me envuelve en sus brazos susurrándome  al oído.

-No duermas, pequeña. Esto aún no termina, apenas es el comienzo. Bienvenida a casa.-

2

Londres

Despierto sobresaltada con el sudor en la frente, miro la hora en el reloj de mi mesa de noche, veo que marca las 5 de la madrugada, suelto un suspiro entre cortado.

Me levanto y camino hacia el baño, me desprendo de mi pijama y entro en la ducha, el agua fría cae sobre mi cuerpo, termino de asearme.

 me detengo en el espejo de mi habitación, hecho una vista rápida a mi reflejo.

-Dios, soy un desastre-, visualizo las pequeñas bolsas debajo de mis ojos por las horas extras del trabajo y mi actual insomnio debido a las pesadillas.

Me alisto para salir rumbo al trabajo, voy más temprano de lo usual, recojo mis cosas para irme. Enciendo mi auto y salgo de casa. Manejo alrededor de 40 minutos y estaciono en mi lugar habitual.

-Buenos días, señorita keattlyn- saluda el recepcionista de la empresa.

-Buenos días, Jacob-, le devuelvo el saludo cordialmente, camino hacia el ascensor revisando los manuscritos que debería entregar esta tarde.

Mientras espero, percibo un aroma familiar.

-La reunión se pospondrá hasta las 3 de la tarde,  avísale a Meredith que reajuste la agenda nuevamente.

Levanto la vista de golpe y trato de buscar al dueño de la voz.

-No puede ser él- pienso, mi vista choca con un hombre alto de cabello rubio, mi corazón comienza a latir frenéticamente, avanzo varios pasos para alcanzarlo, pero desaparece de mi campo visual.

Me regaño mentalmente y camino nuevamente hacia el ascensor. Una vez dentro mis nervios siguen a flor de piel.

Entro a mi oficina para darle el último vistazo al manuscrito de Helen y doy los últimos retoques.

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Entro a la librería y me dirijo a la sección de Fantasía, esta semana salió a la venta “Una Corte de rosas y espinas”, desde hace meses estoy a la espera de esa saga. Miro la cola que se forma en la caja para cancelar.

Me tomo el tiempo de pasear por las demás secciones, mientras espero mi turno y poder llevar mi libro a casa.

Entonces lo veo. Alto, cabello rubio, piel blanca, barba pulcra, lo miro sin descaro alguno, sostiene en sus manos una novela policíaca “Huesos en el jardín”, sigo observándolo, hasta que levanta la mirada y sus ojos conectan con los míos, son color café claro, quedé idiotizada por un momento.

Me da una sonrisa ladina y debo decir que es hermoso, pasa por mi lado y su perfume inunda mis fosas nasales, huele bien.

-¿Te interesa? Puedo dártelo si deseas- dice extendiendo el libro en mi dirección.

De cerca puedo detallarlo más, la diferencia de altura no es mucha. Sus labios son carnosos, pestañas largas y pobladas, parece sacado de una revista.

-No, está bien. Solo pasaba- trato de sonar lo más segura que puedo, su mirada es cálida pero tiene algo intimidante en ella.

Me giro sobre mis talones y avanzo hasta la fila. Puedo percibir que está detrás de mí.

-Fila larga, ¿no?- dice, su voz es gruesa pero aterciopelada.

Asiento a modo de respuesta.

-Vienes muy seguido, ¿no? , te he visto varias veces- pregunto casualmente.

La verdad es que sabía que estaría aquí, desde hace 1 mes lo he admirado desde lejos, siempre está los martes a las 3 p.m. en la librería.

Genial, ahora parezco una acosadora.

-Sí, aunque no mucho, la universidad no te da mucho tiempo libre- dice mientras me da una sonrisa deslumbrante.

La conversación se da por terminada cuando es mi turno de pagar, me acerco a la caja y cancelo el monto del libro que tengo en mis manos.

Él ocupa mi lugar y hace lo mismo, una vez fuera camino hacia la cafetería más cercana.

El chico llega trotando hacia mi lado y vuelve a sonreír.

-Deseas que te acompañe, puedo invitarte un café si quieres- me propone mientras sigue caminando a mi par.

- Cla-Claro ¿por qué no?-, tartamudeo en un intento fallido de no sonar emocionada.

- Me llamo Dean-dice, ofreciéndome su mano.

-keattlyn-. respondo al momento que estrecha su mano con la mía.

¿Quién pensaría que detrás de aquella sonrisa dulce se escondería un monstruo?

Aquella tarde fue el inicio de todo, en esa cafetería sellé mi destino con el suyo, pero para lo que no estaba preparada, era para los eventos desastrosos que sucederían después.

Por qué esa mirada cálida y hambrienta está viendo a su nueva presa, y supe que no me dejaría ir fácilmente porque esta presa era justo lo que buscaba, alguien rota, corrompida y manchada por la peor oscuridad de este mundo.

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Salí de mi trance cuando escuché dos golpecitos en la puerta, era mi asistente con un café en la mano.

-Adelante- digo mientras acomodo los papeles.

-Un café bien cargado llegando-Dice con una sonrisa.

-Gracias Sofi, no sé qué haría sin ti.

Acepto el café que me ofrece y bebo un sorbo mientras sigo corrigiendo algunos libros que me encargaron.

-No has estado durmiendo bien últimamente, ¿cierto?, tienes una ojeras horribles- dice mientras agarra el manuscrito ya terminado.

-La verdad es que no, últimamente he tenido muchas pesadillas, pero ya se me pasará- doy mi mejor sonrisa y veo como se relaja.

-Deberías tomar unas vacaciones, no es bueno someterse mucho al trabajo.

-Tal vez, lo pensaré después, tráeme el formulario de la tarde, quiero revisarlo y reescribirlo nuevamente por favor.

-Claro, ah cierto, un escritor solicitó una reunión contigo a las 3 p.m., quiere que le ayudes con un libro.

-Acepta y cambia mis reuniones de la tarde para mañana,  dile que lo estaré esperando en la sala de conferencias, puntual.

-De acuerdo y Keattlyn, lo digo en serio deberías tomar un descanso.

Sin más sale de mi oficina y suelto un suspiro cansado. Hace 4 meses me promovieron a Editora en jefa, llevo trabajando casi 3 años para una de las mejores Editoriales de todo Londres, amo lo que hago, y gracias a él también llegue a donde estoy.

La mañana pasa rápido como de costumbre y me preparo para atender la reunión, faltan 15 minutos todavía, soy la primera en llegar.

Acomodo mi laptop en la mesa y termino de reajustar ciertas cosas, cuando escucho la misma voz familiar de esta mañana, alzo mi vista y me encuentro con esa sonrisa cálida y esos ojos dorados que tanto amé.

Contengo la respiración cuando se acerca, mi pulso se descontrola, no logro emitir ningún sonido, solo me quedo fija mirándolo.

-Hola pequeña, es bueno verte de nuevo- dice mientras sonríe abiertamente y tiende su mano hacia mí.

Esas misma manos que un día sostuvieron las mías, curando mis heridas, esas mismas manos manchadas de sangre aquel día.

-Dean- digo en un susurro.

Su sonrisa se ensancha más, me levanto de mi asiento lista para marcharme. Bloquea mi camino rápido impidiendo mi huida. Su mano rodea mi cintura y me atrae junto a él.

-Bienvenida a casa, Butterfly- susurra en mi oído.

Mi pesadilla se ha vuelto realidad.

El Ángel vino en forma de bestia y vino a salvarme.

Quizás… Solo quizás vino a acabar conmigo. A terminar lo que empezó desde aquel día.

3

<>

-¿Ya elegiste la película que quieres ver?- pregunta Dean abrazándome por la espalda.

Llevamos 2 meses saliendo, es la segunda vez que estoy en su casa, vive solo desde hace tiempo, quisimos pasar el rato viendo una película.

-Aún no me decido, estoy entre “El silencio de los inocentes” y “El perfume”, ¿Cuál prefieres?

- Hannibal, es interesante, la manera en que mata a sus víctimas, los estudia, y su estado mental, son magníficos- explica acariciando mi cara.

Por un momento, un escalofrío recorre mi columna, no sé si es la manera que lo dijo o cómo me miró, pero me sentí insegura por un leve momento.

-Es magnífico observar sus rostros llenos de miedo y confusión, el mejor placer es la primera función al ver sus caras llenas de pánico, la segunda es cómo se retuercen de dolor y la tercera observar sus ojos y ver cómo la vida se les va y pasan a ser cadáveres sin sentido- añadió después de un momento- Matar debe sentirse muy bien para Dios, ya que lo hace todo el tiempo, ¿acaso no estamos hechos a su imagen y semejanza?

-Te refieres a la película, ¿cierto?- pregunté sintiéndome intimidada por su mirada.

-Claro Butterfly, de hecho lo último es una frase digna de Hannibal- Dice con un tono de admiración.

-Debe gustarte mucho, es tu película favorita, ¿no?

-Sí, de hecho es mi inspiración.

No tenía idea de la gravedad de sus palabras en ese entonces, así que lo deje pasar, creí que su gusto por ello solo se debía a la trama de dicha cinta.

Debí darme cuenta, cuando sus ojos adquirieron ese brillo vivo, cuando explicaba sin perderse un solo detalle como una vida dejaba de existir, que sus palabras no eran sólo palabras, sino que venían con advertencia y malicia sin duda alguna.

La película transcurrió tranquila luego de eso, nadie dijo ni opinó más nada.

-Te pareces a Clarice, en personalidad- dijo a mitad de la película.

- ¿Ah sí? - pregunté cohibida por la respuesta que daría. Sin embargo sólo recibí un asentamiento de cabeza como respuesta de su parte.

- La valiente Keattlyn, me avisarás cuando esos corderos dejen de gritar, ¿verdad?- dice susurrando en mi oído, el diálogo de la cinta, mientras que una de sus manos desciende hasta mi cuello.

 

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-Estás más hermosa que antes- comenta sentado frente a mí.

-¿Qué es lo quieres?

-Me tomó tiempo encontrarte y cuando lo hago, ¿así es cómo me recibes?- chasquea la lengua y vuelve a mirarme fijamente- no recuerdo haberte enseñado ese tipo de modales pequeña, tendremos que empezar de nuevo, ¿no crees?, recordar esos momentos dulces.

-No deberías estar aquí Dean, y no me interesa si me has estado buscando, es más que obvio que no quería que me encontraras, así que por favor, vete- me pongo de pie dispuesta a salir, pero se me adelanta tomándome fuertemente del brazo.

-No me das miedo imbécil, ya no, solo eres un enfermo, ESTÁS ENFERMO.- no termino de decir la oración, su mano ya está alrededor de mi cuello presionando con fuerza. Trato de soltarme pero su fuerza es mucho mayor que la mía.

-Mi pequeña keattlyn. Has olvidado todo lo que te enseñé- su voz se oye más ronca de lo normal, con su otra mano libre, acaricia  mi cintura, sube a mis pechos y se detiene en una cicatriz no muy visible en la parte de la clavícula.

-Es hermoso, ¿no? Como algo tan insignificante puede tener una historia tan encantadora- deposita un beso en aquella zona.

Me cuesta trabajo respirar y él lo sabe, solo me está enseñando una lección. afloja su agarre un poco mientras su mano sigue recorriendo cuerpo.

-Vendré a verte otro día pequeña, tengo una reunión que atender- se va sin esperar respuesta alguna.

Minutos después salgo de la sala y voy directo al baño, una vez dentro rompo en llanto, soy consciente que estoy hecha un lío, miro al espejo para comprobar lo que ya sabía.

Mi cuello está rojo debido al agarre de su mano, mis ojos rojos y llorosos, ni hablar de mi cabello, soy un desastre en este momento.

Saco mi celular dispuesta a llamar a Sofi, pero no contesta.

El número al que se desea comunicar se encuentra fuera de servicio, inten…

Caigo en cuenta que son pasadas las 5 p.m., ella había pedido su día para salir antes, dejo un mensaje en su buzón de voz, mientras bajo por mi auto.

Conduzco lo más rápido hacia mi hogar. El único lugar donde me siento a salvo, al entrar me dirijo hacia el mini bar que tengo, saco una botella de vino y me sirvo una copa, la tomo sin dejar rastro , enciendo un cigarrillo para tratar de calmar los nervios que me embargan.

No puedo volver a caer de nuevo en ese círculo que me destrozó por completo,  y no, no me refiero a la forma física. Todos los recuerdos que llegan, golpean fuerte mi cabeza.

Los llantos, la desesperación, los ojos sin vida, mis manos llenas de sangre, cuerpos desmembrados, los trofeos que se guardaban después de cada cacería, cuerpos disueltos en ácido sulfúrico, cuerpos colgando de los tobillos, abiertos de canal y vacío en viseras. Mujeres y hombres, no había un patrón para las víctimas, su sed de sangre no tenía límite alguno, y ahí estaba yo, siendo su cómplice en cada acto de maldad, su aprendiz en cada cacería.

Me volví dependiente de él a tal punto de ayudarlo a escoger a cada víctima, me enseñó cómo identificar a los débiles por su forma de andar, cada persona tiene una debilidad y él sabía cómo exponerla fácilmente.

Y lo admito, me enamoré de esa vida, porque de cierta forma me sentía liberada.

Friedrich  Nietzsche dijo: Quien con monstruos lucha, cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, también éste mira dentro de ti.

Cuanta verdad hay en sus palabras.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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