Después de una ruptura, el mundo parece detenerse. La ilusión de una vida juntos se desvanece, y nos quedamos con el dolor y la confusión. Dejamos atrás muchos recuerdos, sentimientos y momentos que nunca volverán a ser los mismos. La aceptación no es fácil, especialmente cuando el amor sigue vivo, latiendo en nuestro corazón como un recordatorio constante de lo que hemos perdido.
Pero en mi caso, la ruptura fue diferente. La infidelidad de mi prometido me liberó de una relación que no era para mí. Me di cuenta de que había estado viviendo una mentira, una ilusión de felicidad que se desvaneció en un instante. La dolorosa verdad me golpeó como un rayo, dejándome sin aliento.
Pasé por las etapas de duelo, pero no de la manera tradicional. No hubo negación, ira, negociación, depresión ni aceptación. Simplemente, seguí adelante con mi vida. Me sumergí en el trabajo, intentando llenar el vacío que había dejado la ruptura. Pero no fue suficiente. Necesitaba algo más, algo que me hiciera sentir viva de nuevo.
Así que decidí viajar a Las Vegas con mis compañeros de trabajo. La ciudad del pecado me pareció el lugar perfecto para olvidar mis penas y divertirme. La música, la luz, el alcohol... todo parecía conspirar para hacerme olvidar mi dolor y dejar de lado esas malditas pesadillas que nunca parecían abandonarme .
Después de muchos tragos y bailes me acerque a la barra donde me encontré con David, un compañero de trabajo que siempre me había parecido un amargado y normalmente en la Oficina suelo esquivarlo mucho . Pero esta noche, algo cambió. Me acerqué a él, muy borracha y eufórica y le confesé mi secreto: mi prometido me había sido infiel.
David me escuchó con atención, su mirada intensa y compasiva. Me sorprendió con su reacción.
–Alexandra, eres una mujer increíble, eres fuerte, inteligente, hermosa, la mujer que cualquier hombre desearía tener. No mereces que te traicionen, mereces que te amen con todo el corazón.
Me dijo que no me pondría los cuernos, que era una mujer grandiosa y que la persona que me tuviera en su vida sería muy afortunada.
Me sentí conmovida por sus palabras. Alguien que me veía de esa manera, alguien que me valoraba de verdad. Me di cuenta de que había estado viviendo en una burbuja, una burbuja de ilusiones y mentiras. Pero en ese momento, con David a mi lado, me sentí libre.
Y entonces, sin pensarlo dos veces, le propuse:
– ¿Qué tal si nos casamos? – David se quedó en silencio, su mirada fija en la mía. Me pareció que el tiempo se había detenido. Pero luego, una sonrisa se dibujó en su rostro.
–¿Estás segura?– me preguntó.
Le sonreí, sintiendo una emoción que no había sentido en mucho tiempo
–Sí,Estoy segura.
Y así, en una noche loca en Las Vegas, me casé con David. No sabía qué iba a pasar después, pero en ese momento, no me importaba. Me sentí viva, me sentí libre. Y eso era todo lo que necesitaba
TRES SEMANAS ATRÁS:
Salgo temprano del Bufete, con una mezcla de emociones encontradas. Hoy es el día en que me reuniré con la Wedding Planner para empezar con los preparativos de mi boda. Llevo tiempo aplazando esto, y la verdad es que no estoy muy emocionada. No me siento preparada para dar este gran paso.
Cuando Jeff me propuso frente a su familia, no pude negarme. Siempre que trató de tocar este tema, me esquiva . Pero ahora, con la boda cada vez más cerca, no puedo evitar sentir una sensación de inquietud.
Enciendo el motor de mi Audi y tomó la ruta que va hacia mi apartamento. Todavía tengo tiempo de pasar a darme una ducha antes de reunirme con la organizadora y empezar con los preparativos.
— Hola, Julio —saludo al portero cuando llego a mi apartamento.
—Hola, señorita Alexandra. ¿Cómo le va? —me responde con una sonrisa
—Muy bien, Julio. Pero que hablamos de las formalidades ,me puedes decir Alexa —le digo con una sonrisa.
—Muy bien, Alexa —me corrige. —Le quería informar que hace un rato llegó el señor Jeff con su amiga Rebecca.
Frunzo el ceño. ¿Qué tiene que hacer Rebecca aquí? Si sabe que trabajo, y aunque Jeff tiene una llave de repuesto del apartamento, sabe que yo salgo más tarde.
Le agradezco a Julio y entró al ascensor. Llegó a mi piso, sacó la llave de mi bolso y entró. La imagen que me recibe me deja fría y sorprendida.
Mi querido prometido, el hombre que juró amarme, está follando en mi sofá con mi supuesta amiga Rebecca. Y yo, como estúpida, jurando que este par se odiaban . Bien dicen que del odio al amor solo hay un paso.
Salgo de mi estupor cuando todo esto se está descontrolando.
—¡Vaya! Desde cuando pedí un show porno en vivo que no me había enterado —les hago saber de mi presencia con fingida alegría.
Rebecca se separa de Jeff de un salto, abriendo sus ojos horrorizada. — Esto no es lo que parece, amor —me dice Jeff, cambiándose rápidamente.
— ¡Oh! No me digas que sin querer tropezaste y terminaste fusionado saliva con Rebecca — digo, fingiendo horror. —No seas tan cínico, te vi, me estabas siendo infiel. No seas tan maldito, tanto era el amor que sentías por mí.
— Déjame explicarte —intenta tocarme, pero me alejo rápidamente.— Las cosas no son así, nos vamos a casar, esto solo fue un incidente.
Suelto una risita sarcástica. No puedo creer que sea tan idiota, creyendo que voy a seguir con esta absurda boda. De por sí ya tenía mis dudas, y ahora acaba de darme el impulso que necesitaba para acabar esta farsa.
— ¡No seas tan maldito! Se acabó esta farsa, se acabó esta relación — me quitó el anillo y se lo dejó en la palma de su mano. —Se acabó este compromiso. Yo no puedo estar con una persona que dice amarme pero me pone los cuernos. ¿Qué me espera si me caso contigo? —le pregunto, enarcando una ceja.
— Cariño, arreglamos esto. Rebecca solo fue un deliz. Ella no es importante. Tú sí.
— ¡No seas tan hijo de puta! Claro que ella tiene culpa, pero mi relación es contigo. Tú eres el que me debes fidelidad, no Rebecca. ¡Así que asume tus actos, cabrón! —no puedo creer que sea tan cínico. —Y como puedes tratar a tu amante asi, que falta de respeto mi amor
Respiro profundo, tratando de calmarme. Acudo a todo tipo de relajación, pero nada funciona. Es que no siento ira porque me pusieron los cuernos. Es la humillación a la que me sometió, y justo con Rebecca, mi supuesta "amiga".
Pero no les voy a dar el placer de verme sufrir y revolcarme en la miseria. No se lo merecen. Doy la vuelta y los miró fijamente:
—Dejemos esta relación así. Se acabó. No puedo estar con una persona en la que no puedo confiar. Mejor agarra tus cosas y vete —le digo a Jeff, pasando la mirada en Rebecca, que desde que llegué no ha dicho ninguna palabra.
—Y tú, Rebecca, caíste tan bajo. ¿En serio? Con mi pareja, que gran amiga me saliste. Así que tú, al igual que Jeff, váyanse de mi apartamento y de paso de mi vida —les advierto — Y no vuelvan a aparecer porque a la próxima no reaccionaré de la misma manera.
Los veo agarrar sus cosas. El primero en desaparecer es Jeff. Antes de que Rebecca salga, la llamó:
— No sé qué te llevó a acostarte con Jeff, pero trata de alejarte de los hombres que solo te van a usar. Esos hombres no aman a nadie. Mira a Jeff y hazte una idea. Tómalo como un consejo —le digo.
Ella solo asiente y sale de mi apartamento. Me derrumbo. Lágrimas corren por mi rostro, pero las dejo pasar. Puede que no quisiera a Jeff como antes,pero a un así mi lealtad estaba con el , así que no lloro porque nuestra relación terminó. Si no es la impotencia que tengo frente a tal humillación.
Dejo que las lágrimas salgan hoy, sabiendo que mañana es un nuevo día. Después me encargaré de reorganizar mi vida, pero por hoy solo dejo salir todo.
PRESENTE
Mi vómito tiene un olor desagradable y deja un camino ardiente cada vez que me inclino sobre el inodoro para limpiar mi estómago. Me duele todo, desde el cuerpo hasta el alma. Siento que quiero morir.
No sé qué demonios hice anoche. Recuerdo que me embriagué hasta que todo pareció dejar de tener sentido. Ahora lamento terriblemente esa decisión, y mucho más al recordar que en unas horas debo abordar un avión para volver al trabajo.
Solo era un pequeño viaje de negocios relámpago a la ciudad del pecado. Supe que iba a embriagarme, pero creí que podía controlarme. Resulta que no es tan sencillo, y mucho menos cuando sales y estás despechada.
Dios, creo que voy a vomitar de nuevo. En ese preciso instante, suena la puerta de mi habitación. Cuando abro, me encuentro con Naya y Emma, amigas del trabajo desde que empecé a ejercer como abogada.
— ¿Cómo te sientes? — me pregunta Naya.
Le frunzo el ceño y tomo mi cepillo de dientes para intentar quitarme el aliento a muerto. ¿Cómo me permití comer y beber tanto? Tendré el estómago adolorido por días.
— Terrible — digo finalmente —. Me duele muchísimo la cabeza y siento el estómago revuelto.
— Normal, bebiste muchísimo anoche — dice Emma.
— Eso explica mucho — digo, intentando sonreír.
— ¿Y bien? — pregunta Emma —. ¿Qué pasó anoche?
— ¿Qué pasó de qué ? — pregunto confundida.
— ¡Tú y David! — dicen las chicas al mismo tiempo.
— ¿Qué pasa con David ? — Estoy muy confundida.
— Pues que ahora estás casada — me dice Naya como si fuera lo más normal.
Me siento como si hubiera recibido un golpe en el estómago. ¿Qué? ¿Estoy casada?
— ¿¡Qué!? ¡Chicas, se les olvida que ya terminé con Jeff, así que no ,ya no me voy a casar! — digo, intentando reír.
Pero Naya y Emma me muestran las fotos en su celular. Estoy casada. Estoy casada con David.
— ¿¡Qué!? ¡Chicas, por qué permitieron que sucediera esto! — digo, intentando contener mi ira, pero no contra ellas, si no conmigo misma, como puedo cometer tal estupidez.
— Honestamente, yo me enteré esta mañana cuando estaba revisando redes sociales y vi las fotos que posteaste en Instagram — dice Emma.
Me siento como si estuviera viviendo una pesadilla. ¿Cómo pude hacer algo tan estúpido?
— Mejor date un baño y hablamos con los chicos aprovechando que nos vamos a reunir a desayunar antes de que debamos tomar el vuelo — me sugiere Naya —. Así nos enteramos qué fue lo que sucedió.
Bajo a desayunar y me encuentro con todos mis compañeros, incluyendo a David. Me siento como si estuviera en una película de terror.
— Buenos días, señores Morozova — dice el mesero —. De parte del hotel, les traemos un desayuno del paquete de Luna de Miel.
Me siento como si hubiera recibido otro golpe en el estómago. ¿Luna de Miel? ¿Con David?
— No, no, no — digo, intentando contener mi ira —. Esto no me puede estar pasando a mí. ¿Cómo pasó esto, David?
David me sonríe y me dice:
— Mira el lado bueno, Alexa. Al menos te casaste conmigo.
Me siento como si estuviera a punto de explotar.
— ¡Cállate! No puedes decir eso. No podemos estar casados... — ni siquiera puedo terminar la frase.
Justo en ese momento me llegan pequeños fragmentos de mi noche y uno en específico donde le pido a un David borracho que nos casemos.
¡Oh, dioses, esto fue mi idea !
— ¿Sabes una cosa? He tenido suficiente de este matrimonio. Llamaré a un colega para que nos ayude con la anulación — dice David levantándose de la mesa.
— ¿De verdad, cielito lindo? Es una pena. Tenía tantas esperanzas en este matrimonio — le digo, derrochando sarcasmo en cada palabra.
David me mira con una mezcla de sorpresa y decepción. Me doy cuenta de que no esperaba que reaccionara de esta manera.
— Llámame cuando tengas todo listo para firmar esa anulación — le digo, levantándome también de la mesa.Subo a mi habitación, dejándome caer en la cama.
Me siento como si estuviera en un sueño del que no puedo despertar. ¿Cómo pude casarme con David? ¿Qué pasó anoche?
Pasó el resto del día en una niebla de confusión y ansiedad. Revisó mis redes sociales observando el vídeo donde un Elvis nos esta casando y más fotos de David y yo besandonos ,david poniendo un anillo en mi dedo,david y yo actuando como si de verdad estuviéramos enamorados,No puedo creer que esté casada. No puedo creer que haya cometido un error tan grave.
Dejó mi celular de lado cuando no deja sonar con las notificaciones de amigos y famililiares felicitandome y preguntando en que momento sucedió esto . De verdad que Esto es un maldito desastre.
Finalmente, después de lo que parece ser una eternidad, David llama a la puerta de mi habitación.
— Alexa, antes de que tomes una decisión me gustaría que cuando lleguemos a Londres,hablemos ,no me puedo divorciar — me dice, su voz suena seria.
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