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Una Segunda Oportunidad

Mala suerte, mi nombre de pila

‼️‼️ **Aviso importante ‼️‼️

...Ésta ha sido mi primer novela, la cual he finalizado hace ya algún tiempo....

...Hago ésta aclaración por muchos comentarios, de nuevas lectoras, que he recibido....

...Puede que los primeros capítulos sean fuertes, e incluso lean muchas situaciones violentas, pero no dejen de leerla, denle una oportunidad y se llevarán una sorpresa!...

...Sin más que agregar, las dejo empezar con su lectura! 🤗**...

Nunca entendí el por qué de que me fuera a buscar, por qué si mi sola presencia le molestaba tanto.

He estado viviendo aquí hace ya unos 6 años, aún recuerdo el día en que llegue. Desde mis 3 años de vida he estado en un orfanato, por lo que sé mi madre murió, ella me tuvo muy joven, no sé nada de su familia (no se si la tendría o no) solo sé que al morir termine en aquel lugar. A mis 10 años, un hombre apareció en el orfanato para reclamarme, era mi padre. No sabía de su existencia, jamás supe nada de él, como después de tantos años supo de mi, por qué me buscaba, si sabría algo de mi mamá, todas esas y más preguntas llenaron mi cabeza aquella tarde, ninguna tuvo respuesta.

Me subí a su auto llena de esperanzas, bien disfrazadas bajo mi timidez e incertidumbre. Él todo el tiempo en silencio, apenas y me miró.

Subí al auto con mis únicas pertenecías en una bolsa de papel, una muda de ropa, nada más se iba conmigo aquel día.

Él iba manejando y yo sentada al lado, en el lugar del copiloto, el auto se veía de esos de último modelo, de los que salen en las revistas.

No quería mirarlo directamente a los ojos, así que solo trataba de mirar con el rabillo del ojo. Pude notar que tenia ojos azules, casi grises, era alto, vestía bien y olía a cigarrillo.

En todo momento jamás me habló, ni me miró, hasta que yo pronuncie las primeras palabras y diablos, si que me arrepentiría.

- Usted es mi padre?- el miedo me invadió, el silencio y luego paf, un revéz con la mano que me hice dar vuelta la cara y dar la cabeza contra el vidrio de la puerta del auto, así de fuerte fue. Me lleve la mano a mi mejilla, que estaba caliente y ardía, podía sentir sus dedos marcados, podía sentirlos. Me quedé quieta y en silencio, asustada es decir poco.

En ese momento se dió vuelta, me miró con odio y asco.

- Que te quede algo claro, nunca más te dirijas a mí con esa palabra, que ni se te ocurra volver a decirme de esa forma, porque te aseguro pedazo de mierda que la pasarás muy mal.

Me quedé helada, y en ese mismo momento supe que no iba a un lugar mejor, y que nada bueno iba a salir de esto.

Él solo siguió manejando en silencio, tardamos bastante en llegar, era un lugar alejado, casi como si fuera el campo, al final se veía una casa enorme y preciosa, no diría que tenía el aspecto de una mansión moderna, pero sin duda era una casa preciosa con su encanto.

Se baja y me dice que vaya por el fondo del camino, hacía la parte trasera de la casa y que lo espere junto a la puerta de servicio, que él iría a presentarme y arreglar todo.

Me bajo y un hombre se acerca a hablar con él, sigo mi camino en la dirección que me dijo y me quedo en la puerta esperando, mientras llegaba pude ver que realmente el lugar era enorme, imponente, mucha tierra, mucho verde, árboles, y mucha vegetación sin fin, realmente no se veía donde terminaba la propiedad.

En eso se acerca el hombre, pasa y abre la puerta que da a una despensa, abarrotada de alimentos y utensilios, se sigue por un pasillo que da a otro almacén y del otro lado una cámara de frío, supongo que algo así como una heladera gigante, sigue su paso hasta llegar a una cocina enorme. En este lugar está una señora mayor de unos 50 años quizás, por lo que escuche es la ama de llaves, en ningún momento le dice que soy su hija, solo que desde hoy estaré trabajando aquí, que me den un uniforme, me ubiquen una cama en cualquier lugar y que nadie me dirija la palabra, tenían prohibido socializar conmigo más de lo permitido. La señora escucho y asintió a todo.

Él se fue, no se dirigió a mí, ni siquiera me miró.

La señora me llevo a la lavandería y me entrego un uniforme, y a partir de ahí me dió todo un recorrido por el área de la cocina, las despensas, lavandería, el baño de servicio y al final mi habitación. Era un lugar pequeño, sin mucho ánimo de ser más que eso, a la par de todo lo que me había mostrado, realmente era una tristeza y no creo que allá tenido tiempos mejores, no tenía ventanas, pero si tenía una puerta que daba directamente afuera, a un patio trasero que a su vez tenía una pileta y más al fondo una línea larga de cordeles para tender ropa, supongo que en otros tiempos quizás fue una lavandería u otra despensa.

Me conforme, a como había empezado todo no estaba para quejarme.

La habitación era una cama, una mesita de luz y una silla, ni siquiera contaba con un ropero, pero dado que todo mi equipaje era una bolsa de papel con una muda de ropa, no ví un problema en eso.

Dejé "mi equipaje" y me puse el uniforme para empezar con mis tareas, ya que al parecer aquí sería sirvienta o quizás mucama, aún no lo sabía.

capitulo 2

Cómo te llamas niña?- me preguntó la señora.

- Ofelia, señora- respondí tímidamente sin querer hacer mucho contacto visual.

- Pues bienvenida Ofelia, soy Mary, la ama de llaves. Manejo todo lo que tiene que ver con el funcionamiento de la casa y el personal. Este es tu uniforme, ya has visto la casa, te diré cuáles son tus tareas asignadas y manos a la obra.

El uniforme me quedaba gigante, dado que era para una persona grande y yo solo tenía 10 años en aquel momento, a los dos días Mary me consiguió uno a medida para mí, y realmente por los siguientes 6 años, esa fue la única ropa que tuve.

Mis tareas asignadas en ese entonces fueron sencillas: recoger la vasija que quedaba dando vueltas en la casa por la noche, acomodar los alimentos en la despensa, ayudar en el huerto, limpiar la lavandería luego de que se terminara el horario de su uso, tender toda la ropa que iba en la fila de cordeles en el jardín detrás de mi habitación.

Con el correr del tiempo que fui creciendo y aprendiendo, empecé a hacer otras cosas, como cocinar o incluso hacer la comida casera desde cero. Muchas veces se almorzaron los domingos pastas hechas por mí y nadie más.

Aún recuerdo la primer noche en esa casa, estaba juntando toda la vajilla que quedó dando vueltas, mayormente vasos y tazas de te o café, era un lugar bastante concurrido, siempre había mucha gente ya sea por visita o reuniones de negocios, entonces no era una tarea menor, ya que se recogía realmente mucha vajilla. Esa noche estaba por el pasillo, venía de la biblioteca, pasaba por el despacho del señor de la casa, mi padre, tome dos pocillos con sus respectivos platos que había sobre el escritorio y salí, al cerrar la puerta un puño cerrado me dio derecho en el lado izquierdo de la cara, lo que me hizo caer al piso y golpear contra un mueble que estaba ahí en el lugar. Al dirigir mi vista hacia arriba veo que estaba el señor allí mismo, mirándome con odio.

- Que demonios hacías es mi despacho? Por qué entraste? Que estabas haciendo allí? responde pedazo de mierda.

- Solo fui a recoger la vajilla señor, se lo juro, solo eso.- respondí con miedo y al mínimo movimiento de él me tape la cara, para notar en ese movimiento que me sangraba la nariz.

Él ni se inmutó y simplemente se dirigió a su despacho a revisar que no haya tomado nada, al salir me tomo del pelo y me dijo que tenía prohibido el ingreso a no ser que él me llamara o diera permiso, y así como apareció se fue, y yo me dirigí a la cocina con la cara roja y chorreando sangre, esperando que todos estén durmiendo, me daba vergüenza que alguien me vea así.

Ese solo fue uno de los tantos golpes que recibí luego. Con el correr del tiempo fui recabando información, como se llamaba, a qué se dedicaba. Su nombre era Vicenzo Leggio, claramente era italiano, por lo que escuche se dedicaba a la venta de caballos y algún negocio con autos, o algo así. Para mi sorpresa él tenía hijos y una esposa. Su esposa era muy linda, era de una piel muy blanca y unos lindos ojos azul cielo, de pelo negro. Jamás me dirigió la palabra más que para hacerme saber lo mucho que mi presencia la irritaba. Sus hijos eran dos, un niño y una niña, eran más chicos que yo, ella tenía 3 y él 5. No es que fuera el padre del año, pero no los trataba mal, así que claramente el problema de paternidad era solo conmigo.

Con el pasar de los años, y siendo que mi presencia era casi invisible, empecé a ser yo la encargada de llevar el café a sus reuniones, es allí donde me termine de dar cuenta que él no solo se dedicaba a los negocios que pensé, sino que también estaba asociado o formaba parte de la mafia. Aún seguía sin entender por qué me había buscado, ya que mi presencia claramente lo molestaba.

El maltrato y el abuso físico, se hicieron mis compañeros el resto de los 6 años. Nadie me hablaba más de lo necesario, no es que fueran malos conmigo, solo no querían problemas y lo entendía.

La casa era enorme, así que siempre intentaba estar en los lugares más alejados a él o a su señora, ella no me había pegado jamás, pero tampoco quería aventurarme a que quiera empezar a hacerlo. Él sin embargo aprovechaba cada oportunidad, y no es que pegaba despacio, realmente pegaba con odio y furia, me pegaba como si estuviera golpeando a alguien de su mismo tamaño, más de una vez me desmaye por los golpes, tuve contusiones, quebraduras, quemaduras, moretones.

No es que simplemente me quedé de brazos cruzados recibiendo los golpes, una vez quise irme, intenté escapar y fue la peor idea que tuve.

Él me siguió, yo corría por el campo sin saber exacto a qué dirección, solo quería alejarme de la casa y luego vería. El ruido del pasto y las ramas rompiéndose detrás mío, fue lo que me avisó que me seguían, para mi gran susto era él. Me grito que me detenga, no lo hice, y luego sentí el disparo, me disparó en la pierna. No era una bala, era un perdigón, sin embargo logro lastimarme, y caí. Él se acercó y me tomo de los pelos arrastrándome al tronco de un árbol que estaba ahí tirado, y cuando estuve cerca puso una de mis manos encima y me golpeó con la culata de la escopeta. El dolor fue insoportable, me destrozó la mano, podía ver el hueso salir, no conforme con eso siguió golpeándome, me propinó varios golpes en la cara a la vez que me insultaba y amenazaba por haber intentado escapar. Lo que recuerdo después fue haber estado encerrada en lo que parecía un sótano, o cuarto o no sé, solo sé que era oscuro, no había ventana, no sabía cuando era de día y cuando de noche, y él solo venía cada dos o tres días a dejarme un plato de comida y un poco de agua, la pase tan mal que luego de eso la idea de abandonar ese lugar simplemente se borró.

Capitulo 3

Aquel día estaba ayudando en el huerto, estaba encargándome de sacar los tomates maduros, y sacar los que estaban feos por los caracoles.

A lo lejos ví llegar 2 autos, de esos deportivos, de los que usas cuando quieres que sepan que tienes dinero. Todo aquel que llegaba a esta casa tenía autos de ese estilo, por eso no era para sorprenderse mucho tampoco.

Seguí en mis cosas sin prestar demasiada atención, hasta que Mary me llamo, necesitaban café en el despacho.

Era la encargada de llevarlo, porque el señor Leggio, mi padre, sabía muy bien que no diría nada de lo que escuchará ahí dentro, no al saber lo que me esperaba si llegara a abrir la boca, y vaya que yo ya lo sabía. Por eso era mi tarea ese despacho, tanto para su limpieza también.

Entre llevado la bandeja con lo que habían pedido, 2 cafés y un whisky. Los dejé en la mesa de forma ordenada, con azúcar y todo lo que necesitaban para servirse. Había dos señores, no me detuve a mirarlos, quería estar lo menos posible ahí dentro, me quedé a un costado esperando que me dieran la orden de marcharme. En eso que estaba por darme la orden, el señor Leggio se enojo porque había olvidado su hielo, juro que no lo había pedido, jamás me olvidaría nada de él y menos a propósito, de todas formas no podía objetar solo pedir disculpas. Así lo hice, a pesar de eso él estaba muy enojado y me insulto.

- Donde está mi hielo?

- Lo olvidé señor, lo siento, puedo traerlo ya mismo.

- Eres tan incompetente, debería darte una lección aquí mismo.

Uno de los hombres intercede - Ya Leggio, solo es un poco de hielo hombre, no tortures a la joven.

-Lo siento señor, ya se lo traigo.

Me retiro y no me dan los pies para ir en busca de ese bendito hielo. Lo llevo enseguida, lo dejo y espero otra vez la orden para retirarme, el señor Leggio solo me da una mirada de esas que se lo que me va a esperar luego, me retiro y ya voy pensando en mi martirio luego.

La noche llego y con ella una de mis tareas de siempre, recoger la vajilla. Siempre dejo para lo último el despacho, porque mientras hago todo el resto voy viendo de que el señor Leggio no esté cerca, de ese modo intento evitarlo lo más posible, sobre todo hoy, luego del problema del hielo. Para mi mala suerte una vez dentro del despacho y cuando subía todo en la bandeja, sentí la puerta cerrarse, y detrás de eso pasos, no quería ni mirar porque sabía lo que vendría. Él me tomo del pelo, me sacudió y me dio un golpe de puño en la cara, lo que enseguida me cortó el labio y me hizo sangrar, me empujó con fuerza y caí al suelo, una vez allí me pateo la cabeza, lo que me hizo sangrar la nariz, y una vez que me tape la cara, me dio una patada bien fuerte en el estómago que me dejó sin aire.

- No puedes dejar de ser tan estúpida, no puedo creer que después de tanto tiempo no aprendas, eres aborrecible.

y así como llego se fue.

No fue todo por el hielo, él simplemente me odiaba, me detestaba, aún no sabía muy bien el por qué.

Lo poco que sabía es que mi madre fue una joven gitana rumana, ella me tuvo joven quizás antes de los 20 o menos aún, murió de una sobredosis, no tengo muchos recuerdos con ella, y si bien no fue la madre del año jamás me maltrato, no a este nivel. Por lo poco que sé, por una de las trabajadoras sociales del orfanato, ella estaba en una comunidad gitana, no sé en qué momento conoció a este señor, mi padre, ni como él se enteró de mi existencia, no se si tuvieron una relación o solo fue algo de una vez y aquí estoy yo. No sé cómo ella terminó en Italia, si es de aquí, si tiene familia, no se nada sobre ella, y no había más información que la que pudieron compartirme.

Él me odia, porque claramente le debo recordar algo que quiere olvidar, y quizás mi solo existencia es la prueba de que eso paso, existió.

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