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LA MUJER EN EL ESPEJO

Prólogo

Prólogo.

La mesa estaba servida, toda la decoración armonizaba con el ambiente romántico que ella quería para esa noche especial, no solo celebraría su aniversario de bodas número cinco, planeaba darle el mejor regalo, una noticia que los dos habían estado esperado por más de dos años. Las horas pasaban lentamente, la desesperación y decepción se apoderaron de ella, nuevamente estaba sola, la mesa parecía enorme, se sentía tan pequeña en esa gran y vacía casa.

Su padre siempre le decía: ‘Si lo quieres, solo tienes que desearlo con todas tus fuerzas’, esa expresión implicaba mucho más, lo que él en realidad intentaba decir era que, si en verdad quería algo, debía esforzarse por conseguirlo. Lo único que deseaba con todas sus fuerzas era convertirse en madre y justo en ese momento ella se sentía completa, tenía el amor de su familia, la incondicional compañía de su mejor amiga, y un esposo ejemplar y considerado, podía decir que lo tenía todo.

Pero nunca esperó que en una sola noche llegaría a perderlo todo, la venda que cubría sus ojos se cayó mostrándole una dura verdad. Bastó un sofá y dos personas dispuestas para llevar la miseria a su vida, la alegre y dulce chica se llenó de frustración y amargura, era una sombra de la mujer que una vez fue; la escena se repetía constantemente en su mente, recordaba la promesa que él hizo frente al altar y se odiaba por haber sido tan ingenua y descuidada. ‘A veces el amor dura y otras veces en cambio, duele mucho’, lo descubrió de la forma más cruel.

Pero el tiempo y su voluntad la hicieron ponerse de pie, necesitaba alejarse de todo, recobrar sus ganas de vivir, demostrarse a sí misma que no todo había terminado para ella. En su viaje, encontró a un hombre no muy dispuesto a amar, sus propios temores lo hacían evitar los compromisos serios. Isabell no esperaba enamorarse de él, completamente opuesto a su exesposo en muchas cosas, pero coincidían en algo, la lastimaría sin dudarlo con tal de satisfacer sus propios deseos, con tal de alejarla de él, haría lo que fuera, pero nunca pensó que cuando ella se alejara, el se arrepentiría de haber logrado su propósito.

Isabell regresaría con la frente en alto, fuerte, imponente, lista para mostrarse ante todos, no siempre sería fácil, pero, aunque en el camino se tropezara nuevamente, se volvería a poner de pie y muy probablemente, se daría una oportunidad en el amor.

Capítulo 1. La mujer que mantiene ocupado a su esposo.

Capítulo 1. La mujer que mantiene ocupado a su esposo.

Sacudía violentamente sus piernas, impaciente, mientras el suave ronroneo de la música en su oído perturbaba la poca tranquilidad que le quedaba. No se siente para nada bien, pasan de las diez de la noche y su esposo aún no ha llegado. Justo antes de sentarse en el comedor, se complació de ver lo bien que le había quedado. Sujetó con fuerza el mantel de la mesa enterrando sus uñas en él, se puso de pie, apagó las velas y tomó las llaves de su camioneta.

El cielo lucía despejado por la noche, la temperatura era perfecta para explorar la ciudad a la luz de la luna, disfrutar de la vida nocturna en Downtown, el barrio de la música y el sabor en Nashville, Tennessee. Pero una noche tan perfecta también se prestaba al placer y a la pasión desenfrenada.

El ocupado director de la empresa Multinational Bank DNN, solo estaba aprovechando lo que la perfecta noche le ofrecía a su voluntad y lo que su instinto sexual le exigía. Beatrice se presentó probablemente en el peor momento, en el día y hora menos oportuno, pero eso no impidió que él cediera a los caprichos del cuerpo, sabía dónde debía estar, era consciente de que su esposa lo esperaba en casa, pero poco le importó, necesitaba satisfacer su deseo por la hermosa y joven chica que se ofrecía a voluntad a él.

Un sofá de estilo vintage color negro fue suficiente para que la apasionada pareja se complementara en uno solo, sus cuerpos sudados a causa del rítmico vaivén de movimientos, su respiración agitada produciendo los sonidos más excitantes entre dos personas que se hacen el amor. Él se pierde en el placer que le produce la mujer que está en sus brazos, su juventud y poca experiencia son suficientes motivos que lo incitan a querer aún más, a entregarse por completo al momento sin pensar en nada más, explora con anhelo cada parte de su cuerpo, su tersa y delicada piel que se siente tan bien al tacto.

Era su aniversario de boda número cinco, Isabell sabía que, como el director de la empresa, su esposo tenía muchas responsabilidades. Esperó pacientemente, pero, después de casi dos horas y de varios intentos de llamadas fallidas, salió de su casa y condujo su Mercedes Benz ML550 por las tranquilas calles de la ciudad. Ha visto un par de ambulancias pasar a su lado, sujeta con fuerza el volante intentando alejar todo mal pensamiento que la invade y a la vez la aterra. Llega a las oficinas principales de Multinational Bank DNN, una empresa bancaria y de servicios financieros con sede en Nashville.

- Buenas noches. – Saluda al guardia\, él permanece sentado en su silla con las piernas sobre el escritorio y las manos cruzadas sobre su pecho\, luce adormilado. – Subiré a la oficina de mi esposo. – Dijo avanzando de prisa sin darle oportunidad de responder.

Mira alrededor, no hay absolutamente nadie, entra al elevador pensando que algo importante pudo haberlo ocupado como para olvidar su aniversario. Llega al último piso del edificio, el escritorio de Rachel, la asistente de su esposo está vacío, en todo el pasillo solo hay una tenue luz que le permite ver por dónde camina, se acerca a la puerta de su oficina, antes de poder sujetar la manija, escucha una voz femenina sonreír, Joseph no está solo, cierra los ojos con una expresión de dolor y sujeta con fuerza su pecho cuando los sonidos en el interior se hacen más fuertes, todo le provoca nauseas, es evidente lo que está ocurriendo ahí adentro.

Aunque teme que lo que está a punto de ver le destrozará el corazón, no puede contener su curiosidad por saber quién es la mujer que mantiene ocupado a su esposo. Sujeta de nuevo la manija haciéndola girar con sumo cuidado para no hacer ruido alguno, aprieta los puños con ira cuando reconoce la voz de esa mujer, se detiene en el pasillo con los ojos llenos de lágrimas mientras observa la escena. Joseph está sentado en el sofá, con la camisa abierta dejando al descubierto su pecho, la mujer sentada sobre él, está completamente desnuda, puede escuchar el sonido de su respiración agitada mientras sube y baja sobre él.

Las palabras no pueden salir de su garganta, no puede gesticular ni un solo sonido, las lágrimas salen sin parar, se da la vuelta y camina hasta la salida azotando la puerta tras ella. Joseph sale de prisa y la ve alejarse, ella está a punto de subir al ascensor cuando lo escucha llamarla.

- Bell\, ¿qué… qué estás haciendo aquí? – Dice terminando de subir el cierre de su pantalón. – Cariño – dijo acercándose a ella\, pero Isabell se aleja mirando con asco la mano que intenta tocarle el rostro. – Esto… tú… - Las palabras se quedan estancadas en su garganta\, sabe\, por la expresión de dolor en el rostro de su esposa\, que ha visto todo.

- Isabell llora descontroladamente. – No hay nada que puedas decir para excusarte\, ¿cierto? – Pregunta con apenas un hilo de voz\, se bufa de ella misma\, ¿qué podría decir para aclarar lo que ella misma acaba de ver? Se niega a aceptar lo que acaba de ver.

- No deberías estar aquí. – Dice con expresión fría\, Isabell simplemente sonríe con los labios apretados por el cinismo de sus palabras\, baja la cabeza ocultando su tristeza al escucharlo y se derrumba a sus pies.

Él ha cambiado, desconoce al hombre que está de pie frente a ella, del amoroso y considerado hombre que antes fue, no queda ni la sombra, seis meses atrás empezó a notarlo diferente, distante y frío, se consoló a sí misma pensando que el exceso de trabajo estaba afectando su buen humor. Quizás fue descuidada o simplemente su mente se negaba a ver lo que realmente estaba pasando, tuvo que darse cuenta de la forma más cruel, que su esposo le era infiel.

- Es cierto\, debería de estar festejando mi aniversario de bodas con mi esposo\, en cambio he tenido que venir hasta aquí para enterarme de la manera más cruel qué es lo que te ha impedido llegar a casa conmigo. – Cuando levanta la mirada\, ve a Beatrice acercándose a ellos mientras acomoda su vestido.

Joseph la observa por encima del hombro, frunce el ceño molesto por verla parada frente a quien es su esposa, no le complace verla sufrir, odia el descaro que muestra Beatrice, su tierno rostro se ha contorsionado en una sonrisa burlona.

- Regresa a tu departamento. – Le dijo Joseph con brusquedad.

- Beatrice sujeta su bolso y se niega a irse. – Cariño\, ¿has visto la hora? – Se queja. – Es demasiado tarde para tomar un taxi\, por favor\, lleva a tú esposa a casa y luego puedes pasar a dejarme. Recuerda que en mi estado…

Joseph la interrumpe de golpe, se gira y sujeta bruscamente su brazo haciéndola guardar silencio y llevándola de regreso a su oficina, mientras ellos se pierden tras la puerta, Isabell aprovecha a ponerse de pie, se siente humillada, se desprecia a sí misma por haberles permitido ver su estado más vulnerable. Toma su bolso del piso y se aleja rápidamente de ahí, no espera el ascensor, prefiere tomar las escaleras bajando de prisa, haciendo sonar escandalosamente sus tacones por cada escalón, lo único que quiere es alejarse de ahí y borrar de su memoria la imagen que se ha clavado en su mente.

El guardia la ve salir, sus ojos lucen desencajados, pero evita concentrarse demasiado en la esposa del director para evitarse problemas. A los pocos minutos, lo ve salir a él corriendo para darle alcance a su esposa, tras él, Beatrice camina lo más rápido posible para seguirle los pasos, no piensa alejarse de Joseph.

Isabell siente un fuerte dolor en su vientre, no se detiene hasta que llega a su camioneta, tan pronto sujeta la manija para abrir la puerta, se contrae a causa del dolor, lo atribuye al esfuerzo que hizo por bajar las escaleras en tacones, inhala y exhala tratando de recuperar el aliento, intentando calmar el dolor, ese tiempo lo aprovecha Joseph para alcanzarla.

- Isabell – grita su nombre en el estacionamiento\, pero ella no le presta atención\, continúa inclinada sujetando su vientre con fuerza\, la expresión en su rostro le indica a Joseph que algo anda mal con ella\, pero cuando se acerca y la toma del brazo\, ella lo empuja para zafarse de su agarre. - ¿Qué pasa? ¿Te sientes mal? – Pregunta preocupado.

Isabell lo ignora, aprieta con fuerza la mandíbula para aguantar el dolor, saca las llaves de su camioneta y desactiva la alarma, abre la puerta y se sube lentamente, Joseph abre los ojos preocupado al ver la mancha que se ha concentrado en la parte trasera de su pantalón. Pero antes de que pueda acercarse a ella, Isabell pisa con fuerza el acelerador y sale de prisa del estacionamiento. Las llantas traseras de la camioneta derrapan violentamente al salir del estacionamiento, frena de golpe y se toma un tiempo para respirar y tranquilizar sus nervios, su problema de ansiedad le está jugando una mala pasada, golpea con los puños el volante. Le tomará más tiempo poder recuperarse, pero se obliga a ahogar el dolor que siente y conduce por las calles desencajada, no sabe qué hacer ni a dónde ir, lo más lógico es que vaya de urgencia al hospital, pero su mente está en blanco.

Conduce sin precaución por las calles, los ojos están cubiertos de lágrimas impidiéndole tener una mejor visión de su camino, en un cruzamiento, cuando intenta frenar de golpe a causa del semáforo, pierde el control de su camioneta y se estampa contra un autobús de transporte público.

Joseph la iba siguiendo de cerca, ha visto todo lo que ha pasado, está inmóvil, con las manos sujetando firmemente el volante, Beatrice lo hace reaccionar, ahora todo en ella le resulta molesto, lo que unos minutos antes se complacía en disfrutar, su dulce voz gritando su nombre y sus manos acariciándolo, ahora no lo soporta. Baja del auto y lo rodea, ella lo observa con miedo, sus ojos se han tornado rojos, la ira lo está consumiendo, abre la puerta del copiloto, sujeta su brazo bruscamente y la baja del auto a jalones, no le importan sus gritos y mucho menos que lo estén observando muchos de los curiosos que se han detenido a presenciar la escena.

- Toma un taxi y lárgate de aquí. Aléjate lo más rápido que te sea posible\, no te vuelvas aparecer frente a mí.

Joseph no se detuvo a observarla, rápidamente corrió hasta donde estaba su esposa, ya hay algunas personas tratando de auxiliarla a ella y al chofer del autobús, afortunadamente, por el horario no había ni un pasajero, el chofer iba a guardar la unidad al estacionamiento de la empresa transportista.

- Isabell… cariño. – Joseph se acerca a ella\, toma su mano asegurándose de sentir su pulso\, escucha a uno de los transeúntes que están cerca hablar a la ambulancia y eso lo tranquiliza.

Pasaron diez minutos hasta que se escucharon las sirenas de la ambulancia y algunas patrullas que aseguraron la zona, alejaron a muchas personas que invadían el perímetro, tomaron algunas declaraciones de quienes habían presenciado el accidente mientras los paramédicos atendían a los involucrados. El chofer del autobús sufrió hematomas brazos y piernas, algunas laceraciones en el rostro y se quejaba de dolor en la caja torácica.

- ¿Cómo está mi esposa? – Preguntó al paramédico que la atendía.

- El hombre lo observó brevemente. – Está inconsciente\, necesitamos llevarla de urgencia al hospital para que un especialista la examine. – Respondió.

- La atenderán en la Clínica Familiar de Nashville\, ya me he contactado con el doctor familiar\, me encargaré de los gastos. – Dijo Joseph y el paramédico asintió.

En la Clínica Familiar de Nashville, el doctor Guillermo Prado estaba al tanto de la situación, era muy amigo de la familia Janssen, por lo que él mismo se aseguró de avisarle a los padres de Isabell. Mientras la chica era atendida en el área de urgencias, los padres y hermanos de Isabell llegaron a la clínica.

- ¿Qué pasó? – Preguntó el señor Bruce a Joseph.

Antes de que pudiera responder, Joseph vio llegar a sus padres acompañados de su hermana menor Louise y de Beatrice, frunció el ceño tan pronto vio a esta última. Unos minutos después, vieron al doctor Guillermo acercarse a ellos en la sala de espera.

- ¿Cómo está mi hija? – Preguntó la señora Elizabeth.

- Le hemos hecho una radiografía completa\, el impacto con la bolsa de aire causó fuertes golpes en su rostro\, se ha dislocado el hombro derecho\, tiene hematomas en brazos y piernas y… - el doctor Guillermo guardó silencio brevemente\, observó fijamente a los padres de Isabell y a Joseph. – Isabell estaba embarazada.  – Todos abrieron los ojos con asombro\, Joseph aún más.

-  ¿Por qué dice que estaba…? – Murmuró Joseph.

- Lo siento. – Fue lo único que pudo responderles. – La llevaremos a la sala de intervenciones\, los veo más tarde.

Joseph bajó la cabeza maldiciéndose en su mente, la señora Elizabeth se refugió en los brazos de su esposo, mientras que el resto se mantenía en silencio.

- Me vas a decir qué carajos pasó. – Dijo el señor Bruce tomando del cuello de la camisa a Joseph\, él no se defendió\, fue su padre\, el señor Robert Danner quien intervino.

- Bruce\, tranquilo\, por favor. Entiendo cómo te sientes\, pero arreglaremos esto después\, ahora lo importante es Isabell. – Sujetó su brazo intentando calmarlo.

Cuarenta y cinco minutos después, el doctor Guillermo sale de la sala de intervenciones con la mirada pensativa, todos se acercan a él para obtener noticias de ella.

- ¿Cómo está Bell? – Pregunta el señor Bruce en tono preocupado.

- Hablemos en mi consultorio. – Joseph y los padres de Isabell lo siguen.

Unos minutos después, los tres salen del consultorio del doctor Guillermo consternados, la señora Elizabeth ignora a todos, el color en su rostro está pálido, camina ensimismada en sus pensamientos hacia la habitación donde se encuentra Isabell descansando. Brian, Khloe y Elaine se acercan a ella preocupados, pero ella extiende la mano pidiéndoles que la dejen sola con Isabell.

- Nos quedaremos esta noche con Isabell\, los demás pueden irse. – Dice el señor Bruce.

Joseph lo observa fijamente, se niega a dejar la clínica, no sólo porque teme lo que pueda pasar cuando Isabell despierte y les diga la verdad, está preocupado por ella, sabe que es el mayor responsable de que su esposa esté en tal situación.

- Solo iré a tomar una ducha y regreso enseguida. – Dijo Joseph retirándose sin esperar la respuesta de los padres de Isabell.

Capítulo 2. Feliz aniversario cariño.

Capítulo 2. Feliz aniversario cariño.

Es media noche, Joseph conduce su auto por las avenidas de la ciudad hasta llegar a su casa, el poco tráfico le facilita llegar sin contratiempos, estaciona su auto en la acera, tan pronto entra a su casa percibe un ligero olor a humo, todo está completamente oscuro, la tenue luz que entra del exterior le permite dar unos cuantos pasos hasta el interruptor. Se detiene en la cocina, ensimismado en sus propios pensamientos al contemplar lo que Isabell había preparado para esa noche.

Afloja el nudo de su corbata mientras avanza a paso lento hasta acercarse al comedor, está adornado con un lindo mantel rojo, cristalería elegante y un candelabro, se acerca a la mesa, hay una pequeña nota bajo un estuche aterciopelado color negro. ‘Feliz aniversario cariño’, arruga el entrecejo, abre el estuche y se sorprende al ver la hoja membretada del Centro de Fertilidad y Cuidado para la mujer en Nashville, donde se realizó la prueba de embarazo junto a un fino reloj.

Las lágrimas escapan de sus ojos sin previo aviso, los cierra con pesar mientras sujeta con fuerza entre sus manos la hoja. Isabell le había preparado el mejor regalo de aniversario.

Se sienta perezosamente sobre el sofá, con un vaso de whisky en la mano y la hoja en la otra, reposa la cabeza sobre el respaldo, mantiene los ojos cerrados pensando en todo lo que ha sucedido, su teléfono móvil comienza a sonar dentro del bolsillo de su pantalón. Asiente sobre la mesa de centro el vaso para sacar su celular, cuando ve el nombre en la pantalla frunce el ceño y responde de mala gana.

- Te dije que no te volvieras a aparecer frente a mí\, y todavía tuviste el descaro de ir a la clínica donde está mi esposa. – Grita furioso al teléfono.

- Sé que estás molesto y con todo lo que ha pasado… yo también me siento culpable Joseph\, pero cariño\, yo te amo. No me pidas que me aleje de ti. – Lloriquea Beatrice.

- Lo siento\, pero amo a Isabell\, lo que pasó entre nosotros nunca debió ser.

Joseph cuelga la llamada sin darle oportunidad de replicar, lo escucha sonar un par de veces más, Beatrice intenta comunicarse con él desesperadamente, pero él simplemente ignora el sonido de su celular. Se pone de pie y avanza hacia su habitación, aún se percibe el dulce perfume de Isabell en el interior de ésta, se acerca al tocador, acariciando con la yemas de los dedos el borde del mueble. Sostiene en sus manos el cepillo que peina la larga cabellera castaña de su esposa, lo acerca a su nariz para impregnar sus fosas nasales con su aroma, todo en ese lugar le recuerda a ella, se maldice en su mente porque es consciente de que esto puede separarlos.

Isabell solo tenía dieciocho años cuando se conocieron, Joseph era uno de los mejores amigos de Brian, cada que llegaba de visita, se ocultaba tras la ventana de su habitación, mientras lo observaba divertirse con el resto de los chicos en el jardín de su casa. Era un chico despreocupado y divertido, pero cuando se convirtió en el director de Multinational Bank DNN, la carga de trabajo y las nuevas responsabilidad lo convirtieron en un hombre complejo, al menos esa era la impresión que muchos tenían de él, pero con Isabell era diferente.

Sus padres nunca estuvieron de acuerdo con su relación, su hija era demasiado joven para un compromiso tan serio como lo es el matrimonio, no creyeron que durarían mucho tiempo y querían evitarle la decepción amorosa. Después de un año de novios, decidieron casarse a escondidas, ella parecía feliz y fue lo único que tranquilizó a sus padres, Joseph era un hombre considerado y amoroso, no podía ocultar su amor por ella, siempre creyó ridículo lo que esa hermosa mujer lograba en él.

Con lágrimas en los ojos observa la cama, ahora está vacía y un sentimiento extraño lo invade, es la primera vez desde que se casaron, que ella no pasa la noche en casa. Deja escapar un fuerte suspiro, termina de quitarse la corbata y el resto de su ropa la deja caer en el cesto que está en el baño, toma una ducha, se mantiene inmóvil bajo el chorro de agua tibia, recuerda el rostro de Isabell, cierra los ojos con ira, se imagina lo que pudo haber sentido al verlo haciéndole el amor a otra mujer.

Después de ducharse sale del baño y se viste con ropa casual para ir a la clínica, antes de hacerlo, toma una pequeña maleta del vestidor y empaca algo de ropa para Isabell junto con sus accesorios de uso personal. Media hora después, se encuentra a su suegro en la sala de espera tomando un café, luce desaliñado y cansado, Joseph deja escapar un suspiro sabiendo que el señor Bruce no perderá oportunidad para reclamarle, sin más remedio se acerca a él.

- ¿Ha despertado? – Pregunta ansioso.

- Lo hizo hace un momento\, abrió los ojos perezosamente\, cuando reconoció el lugar se agitó\, tuvieron que darle un calmante. Se ha dormido nuevamente. – Explica su suegro. – Una vez que Isabell esté bien\, tú y yo nos sentaremos a hablar. – Advierte antes de ponerse de pie\, se aleja dejándolo solo en la sala de espera.

Mientras espera, su teléfono continúa sonando sin parar, lo saca de su bolsillo solo para confirmar que es Beatrice quien no ha dejado de mandarle mensajes desde la última vez que hablaron.

A la mañana siguiente, Isabell comienza a abrir los ojos pesadamente, se siente débil y el dolor en todo el cuerpo le recuerda el accidente que sufrió la noche anterior. La mirada se le nubla rápidamente, cada recuerdo se hace vivido, pasa una y otra vez en su mente. Comienza a ponerse ansiosa, pone las manos sobre su vientre, hay un sentimiento extraño en su interior, presiente que algo está mal, se inquieta rápidamente, necesita ver a su doctor, asegurarse de que su bebé está bien, ahora es lo único que le importa. Con la mirada nublada observa alrededor de la habitación, no está sola, pero quien ahora está frente a ella, es a quien menos espera ver tan pronto despierta.

- ¿Qué haces aquí? – Isabell intenta mantenerse calmada\, pero no soporta la presencia de Beatrice\, quien se encuentra de pie junto a la puerta.

Beatrice entró a la habitación de Isabell aprovechando que sus padres habían ido por un café a la cafetería de la clínica y Joseph se había quedado dormido en la sala de espera.

- Me enamoré de él hace mucho tiempo\, cuando Louise nos presentó\, me propuse conquistarlo. No me importaba que estuviera casado\, pero… él se resistió durante todos estos años hasta que por fin logré llamar su atención. Después de lo de anoche se ha negado a verme y a responder mis llamadas\, temo que me aleje de él\, en mi estado… yo no podría soportarlo.

- ¿De qué hablas? – Cuestionó ansiosa\, era la segunda vez que la había escuchado decir eso.

- Isabell\, no sé cómo decirte esto. – Dijo pretendiendo estar preocupada por ella.

- Si estás aquí\, es obvio que ansías decírmelo. Habla de una vez por todas y sal de aquí. – Dijo impaciente y molesta.

- Beatrice frunció el entrecejo irritada por las palabras de Isabell. – Estoy embarazada – Isabell abrió los ojos incrédula. – Ahora que tú has perdido a su bebé\, creo que podrías alejarte de él. – Las duras palabras de Beatrice la dejaron sin habla.

Isabell puso de nuevo las manos sobre su vientre, ese sentimiento extraño que tuvo hace tan solo unos segundos, era el vacío que se había apoderado nuevamente de su interior. Tenía mucho dolor en todo su cuerpo, pero la presión que ahora sentía en su pecho minimizó todo lo demás. Comenzó a llorar histéricamente, arrancó bruscamente el catéter que tenía en el dorso de su mano, cerró los puños con fuerza enterrando las uñas en la sábana que cubría la cama. Tiró al piso todo lo que estaba a su alcance, mientras ella lloraba, Beatrice la observaba desde donde estaba parada, con cierto regocijo en su mirada.

- Vete – gritó Isabell – Lárgate de aquí. – gritaba.

Los gritos se escuchaban afuera de la habitación, pronto entraron un par de enfermeras y atrás de ellas, Joseph y los padres de Isabell. Las enfermeras se acercaron a ella, sujetaron sus manos para impedir que se hiciera daño.

- Haz que se vayan papá\, no quiero volver a verlos. – Gritó entre llanto.

Joseph observaba furioso a Beatrice, no pensó que se atreviera a tanto. El señor Bruce sujetó a Joseph de la camisa, Beatrice intentó ayudarlo, pero la mirada de la señora Elizabeth la hizo mantenerse inmóvil en su lugar.

- ¿Qué está pasando aquí? – Dijo el doctor Guillermo cuando entró al cuarto. – Bruce\, será mejor que te comportes.

El doctor Guillermo ordenó a una de las enfermeras que le suministrara una pequeña dosis de calmante a Isabell, a los pocos minutos de que el calmante hiciera su efecto, el doctor sacó a todos de la habitación.

- No sé qué problemas tengan\, pero Isabell necesita estar tranquila. – Dijo el doctor Guillermo\, el señor Bruce asintió. – Se supone que la daría de alta al medio día\, pero debido a su condición será mejor que se quede en la clínica\, al menos por hoy.

Sus padres estuvieron presentes cuando el doctor Guillermo le habló sobre la intervención que tuvieron que hacerle de emergencia, ella se mantuvo en silencio, con la mirada perdida en sus propios pensamientos, lo único que les confirmaba que ella estaba escuchando era ver la expresión de dolor en su rostro bañado en lágrimas. El señor Bruce y la señora Elizabeth permanecieron a su lado hasta que se quedó dormida, tras eso, Brian y Khloe cubrieron guardia en lo que ellos regresaban a casa a tomar una ducha y descansar.

Joseph se había mantenido en la sala de espera, en dos ocasiones intentó colarse a su habitación, estaba desesperado por hablar con su esposa, por saber qué le había dicho Beatrice e intentar aclarar la situación, pero Brian se lo había impedido. En cuanto vio a la mejor amiga de su esposa llegar a la clínica frunció el ceño actuando con nerviosismo.

- La puerta de la habitación se abrió. - ¡Hola! ¿Puedo pasar? – Dijo Elaine Wheeler\, la mejor amiga de Isabell.

- Claro – respondió Brian – Aunque ahora está dormida.

- Ya no lo estoy. – Dijo Isabell con voz ronca. – Puedes decirles que dejen de sedarme\, no soporto cuando pasa el efecto\, me siento débil y aún más deprimida. – Isabell extendió débilmente sus brazos hacia su amiga. Elaine se acercó de inmediato\, se sentó a su lado y la abrazó tiernamente.

- Las dejaremos solas por un momento. – Dijo Khloe acariciando la cabeza de su hermana menor\, ella asintió con la cabeza y sonrió con los labios apretados.

Las dos esperaron a que Brian y Khloe salieran de la habitación, fue hasta entonces que Isabell pudo echarse a llorar descontroladamente, Elaine le permitía desahogarse mientras acariciaba su cabello.

- Lamento no haber estado aquí antes. – Dijo Elaine. – Fui a visitar a mamá e insistió en que me quedara a dormir\, fue hasta hoy que vi los mensajes de Khloe en mi celular. – Elaine la separó un poco\, y fijó su mirada en ella. – Dime qué pasó Bell. – Dijo suplicante.

- ¿Recuerdas que el viernes era mi aniversario? – Elaine asintió\, cómo olvidarlo\, Isabell no paraba de hablar de ello y de la sorpresa que había preparado para Joseph. – Esperé por dos horas a que él llegara\, estaba impaciente\, así es que tomé las llaves de mi camioneta y fui en busca de él. No sé porqué razón se me ocurrió que aún podría estar en su oficina\, cuando llegué ahí… - Isabell se echa a llorar cubriendo su rostro. – Lo encontré teniendo sexo con Beatrice\, la mejor amiga de su hermana.

- Elaine abrió los ojos con sorpresa\, jamás esperó escuchar lo que su amiga acababa de decir. – ¿Tus padres saben sobre esto? – Isabell negó con un movimiento de su cabeza. – Qué descaro el de esos dos. – Resopló furiosa\, Elaine y Joseph nunca se habían llevado bien\, ninguno de los dos podía ocultar su desprecio.

- Beatrice se coló a la habitación esta mañana y… me dijo que está embarazada. – Elaine cubrió su boca con su mano izquierda\, enseguida la estrechó en sus brazos tratando de consolarla. – He perdido a mi bebé\, por segunda vez he sido incapaz de poder conservarlo en mi vientre y ahora\, ella le dará un hijo. – Dijo entre llanto.

Lo que ninguna de las dos sabía, era que Brian se había mantenido cerca de la puerta, no sabía por qué su hermana estaba en tal situación y por qué razón su padre le había pedido mantener alejado a Joseph, su curiosidad había sido tan grande que no pudo evitar escucharlas. Joseph lo observa a lo lejos, se da cuenta de que su expresión ha sido reemplazada por un gesto de enojo, sus ojos rojos son capaces de consumirlo por completo desde tal distancia.

Cuando Brian lo observó, caminó con largas zancadas apresurando su paso hacia él, pero antes de poder llegar, su padre lo detuvo. Tras ellos estaban los padres de Joseph quienes no tenían idea de lo que estaba pasando, Khloe se había distraído mientras atendía una llamada, por lo que tampoco se enteró de nada.

- ¿Qué te pasa? – Cuestionó el señor Bruce mientras lo sujetaba del brazo y hablaba con él por encima de su hombro.

- ¡Este maldito! - Gritó Brian furioso.

- Tranquilo – dijo su padre intentando calmarlo – no es el lugar ni el momento correcto\, todo a su tiempo hijo. – Le aseguró.

- Bruce\, ¿puedes decirme qué está pasando? – Preguntó curioso el señor Robert\, padre de Joseph.

- Lo siento Robert\, he venido a la clínica a ver a mi hija\, es la única que me importa. Por ahora\, el único que puede aclarar todas tus inquietudes\, es tu hijo. – Dijo el señor Bruce observando fríamente a Joseph.

Mientras los padres de Joseph se acercaban a él en busca de respuestas, los padres de Isabell y sus hermanos, entraron a la habitación, donde pudieron ver a Isabell durmiendo en los brazos de su mejor amiga.

- Se acaba de dormir de nuevo\, el sedante aún no terminaba su efecto. – Dijo Elaine poniéndose de pie mientras asentaba despacio la cabeza de Isabell sobre la almohada.

- Gracias por venir hija. – Dijo la señora Elizabeth sujetando cálidamente su brazo\, Elaine asintió con la cabeza.

- Está ansiosa por dejar la clínica. – Dijo Elaine intentando sonreír. – Si no les importa\, me gustaría quedarme esta noche con ella; ustedes necesitan descansar y\, ya que mañana la darán de alta\, pueden venir por ella.

- La señora Elizabeth se mostraba renuente\, confiaba en Elaine\, simplemente no quería alejarse de su hija menor. – Ella estará bien mamá\, además\, Elaine tiene razón\, ustedes se han quedado la noche anterior\, necesitan descansar. – Intervino Khloe.

- Está bien\, pero por favor\, llámanos de inmediato si surge algo. – Dijo la señora Elizabeth.

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