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Mi Segunda Oportunidad

El adiós

Se vislumbra en el horizonte un pequeño resplandor que me indica que el sol ha comenzado a aparecer en el horizonte, así me doy cuenta que está amaneciendo, he estado toda la noche sentada a la interperie, aún no puedo creer que Esteban haya muerto.

Me case con él al cumplir los 18 años, ahora con 40 años cumplidos ya teníamos veintidós años de casados y durante todo este tiempo hemos sido felices, es cierto él era mucho mayor que yo, él tenía 35 años cuando nos casamos y nuestro matrimonio fué un acuerdo de negocios pero yo me enamoré de mi marido, él supo hacer crecer en mi sentimientos de amor y respeto, admiración y devoción, fuimos una familia amorosa, y ahora mi marido, el único hombre de mi vida había muerto y yo no sabía que hacer porque él hacía todo para mí, nunca me preocupé por nada, no había necesidad, siempre me decía.

Me llamo Lya, soy una mujer de cuarenta años, como dije anteriormente y casada desde los dieciocho años con un hombre mayor que yo a instancias de mi papá, eran socios y así yo lo había conocido un año antes, para ese entonces yo estaba comenzando la carrera de Artes en la universidad después de salir del bachillerato en un colegio privado, no tenía muchas amigas, solo Mercedes, quién al igual que yo provenía de una familia muy estricta de principios morales y religiosos muy fuertes, es decir, siempre estábamos protegidas, por lo que fuimos al matrimonio vírgenes, Mercedes no tuvo suerte y después de cinco años se divorció y terminó una carrera en Administración de Empresas y después estudió Derecho por lo que ahora era una exitosa empresaria, madre soltera y felizmente libre, como ella misma dice, pero yo no, yo fuí muy afortunada de conocer el amor con mi esposo y único marido, Esteban.

-Madre, que haces aquí? - mi dice mi hija Esly, -no me digas que estuviste toda la noche en vela?, Pasé por tu cuarto y ví la cama intacta, pensé que estabas preparando el desayuno, acuérdate que hay que ir temprano la funeraria está abierta a partir de las siete.

Volteo a ver a mi hija, mi niña adorada, mi pequeña que ya tiene veintiún años de edad y era la niña mimada de Esteban, al igual que yo se nota que estuvo llorando durante la noche, ningún maquillaje puede ocultar los ojos rojos y el rostro hinchado.

-No podía dormir en esa cama aún, -le respondo, -tranquila, ya me voy a alistar, aún es temprano, y tú hermano?, Aún no se levanta?

Me levanto y voy directamente a la cocina para hacer un café, es todo lo que necesito, desde ayer no he comido nada pero se muy bien que no podría pasar bocado, en cuanto está listo sirvo una taza para mí y otra para mi hija que está allí recostada del marco de la puerta mirándome sin decir nada.

Con mi taza de café en la mano subo al dormitorio y al entrar todavía puedo sentir el olor de su perfume en el ambiente, sobretodo cuando al abrir las puertas del vestidor que compartíamos y volteo a ver a mano derecha donde están ordenados sus trajes de oficina, todos iguales con camisas blancas y corbatas rojas, era muy meticuloso a éste respecto, era como si llevará uniforme, nunca usaba otra cosa para trabajar, ni siquiera cuando se iba de viaje de trabajo, siempre llevaba lo mismo. Busco entre mis cosas y me decido por un traje pantalón negro y una franela negra también, zapatos y bolso del mismo color, saco todo del armario, lo pongo sobre la cama y paso al baño para bañarme y arreglarme, para ir a la funeraria, en la tarde será el entierro de mi amado esposo, y yo hago todo de manera automática, me peino con una coleta y decido no ponerme maquillaje, para qué, no siento ganas de hacer nada, solo quiero estar sola y llorar tranquila pero se muy bien que éso no es una opción y queda descartado en estos momentos.

Cuando bajo las escaleras me doy cuenta que mi hijo Santiago ya está allí, listo para salir, a pesar que él es menor que su hermana, tiene diecinueve años, es más alto que ella y entre todos decidimos ir en el carro de él, ni Esly ni yo nos sentimos muy bien para manejar y Santi tomó la responsabilidad de llevarnos a todos a la funeraria.

Llegamos y apenas estaban abriendo las puertas para recibir a los familiares de los difuntos que estaban velando allí, pude observar que también estaban esperando para entrar una joven muy hermosa, toda vestida de negro la cual tenía agarrada de la mano una hermosa niña de aproximadamente seis o siete años, deduje que era familiar del otro difunto que estaban velando allí, porque nosotros no la conocíamos, pero después que entramos al recinto no seguí prestando atención, me desconecté de la realidad y solo acertaba a murmurar un gracias a quien se acercara a darme sus condolencias, del resto no prestaba atención a lo que ocurría a mi alrededor, se hicieron oraciones, el sacerdote acudió a dar el sacramento de extrema unción y luego salimos al cementerio, no preste atención a nadie ni a los rumores que pululaban a mi alrededor, me limité a poner un pie delante del otro y así fuí al cementerio para ver por última vez al que hasta el día de ayer había sido mi amado esposo.

Al bajarme del carro levanté la vista y casualmente ví a la misma mujer que había visto en la funeraria, ahora acompañada de una señora y ambas estaban muy llorosas, se veían alteradas pero se pararon a una distancia prudente, por lo que no les di mayor importancia y supuse que estaban esperando al otro difunto, mis hijos se acercaron a mi y los tres fuimos de la mano a sentarnos en las sillas dispuestas cerca del sitio donde enterrarían a mi amado Esteban.

Nos sentamos en primera fila tomados de la mano y en ese momento ya no pude contener el llanto, las lágrimas corrieron por mi rostro libremente, mi hijo sacó un pañuelo de tela de su bolsillo, hasta en éso se parecía a su padre, siempre un pañuelo listo y a mano, y limpió mi rostro pasando un brazo por mis hombros y mi hija tomó mis manos, llorando también, sentada del otro lado.

No tenía nada que decir, ya no había nada que hacer, Esteban estaba muerto y yo sentía que moría con él también porque no sabía que hacer con mi vida a partir de éste momento, no habían palabras que pudiesen mitigar el intenso dolor que sentía en mi corazón y la inmensa soledad que estaba invadiendo mi alma.

Todo terminó y las personas que nos acompañaban fueron retirándose poco a poco, mi hijo se levantó para abrazar a sus abuelos que se encontraban allí también, no obstante yo no me moví de la silla ni apartaba la mirada del sitio donde ahora unos obreros se ufanaban en cubrir con cemento, sólo me moví cuando sentí el abrazo de mi querida amiga Meche, la cual me sacó de allí encaminándome

a su carro y diciéndole a mi hijo que ella me llevaría a la casa; es así como abandone el cementerio dejando allí a mi amado esposo para su eterno descanso.

El testamento

Han pasado cinco días desde el entierro de Esteban, durante ese tiempo he permanecido en el limbo, me desconecté de todos, parezco una zombie, me encerré en mi misma al punto que aunque esté rodeada de personas no escucho a nadie, ni veo a nadie, mis padres llegaron del extranjero apenas ayer y mientras mami se ocupa de conducir la casa mi papá comienza a hacerse cargo de los negocios de Esteban, todo ello considerando que los padres de mi esposo son ya ancianos y los negocios deben continuar para que no decaiga mi patrimonio y el de mis hijos, considerando que somos sus herederos.

Estoy hecha un ovillo en mi cama y mi mamá entra en esos momentos

-Lya el abogado de Esteban está abajo y solicita tu presencia.

-Dile que hable con mi papá, es quien está llevando todo el papeleo y los asuntos de Esteban

-No, el abogado necesita hablar contigo y sólo tratará conmigo lo referente al testamento.

Eso es algo que me intriga porque Esteban me conocía muy bien y sabe que jamás he tomado parte en sus negocios ni se manejar nada de eso, aunque lo achaco a lo repentino de su muerte, jamás se hubiera esperado que un infarto fulminante lo llevara rápidamente a la muerte, en todo caso esperaba que Santiago se fuera haciendo cargo de todo con tiempo, era su esperanza.

Bajo rápidamente al salón y encuentro a mi padre sentado con un señor ya mayor que se identifica rápidamente como el abogado de los asuntos testamentarios de mi difunto esposo.

-Soy Alberto Simone, el presidente del despacho que lleva el testamento que dejó su esposo y debo informarle que dentro de diez días debemos hacer la lectura formal del mismo, puede ser aquí en su casa o en nuestras oficinas, le sugiero que sea mejor allá, porque tenemos a nuestra disposición los medios audiovisuales necesarios y aquí habría que habilitarlo, todo está cubierto y estipulado según las indicaciones que dejó su esposo, unos días enviaremos las invitaciones indicando la dirección que usted prefiera.

-Hija, -intervino mi papá, -te sugiero que sea en el escritorio jurídico del doctor, será todo más rápido, sin complicaciones y solo un trámite más para continuar con el trabajo y los negocios de Esteban.

-Bueno en ese caso no hay problema, respondí, -que sea en su despacho doctor Simone.

-Perfecto, en el transcurso de la semana le haremos llegar la invitación de hora, fecha y lugar para cumplir con todos los requisitos de la ley, hasta pronto, -se despidió el abogado.

.....

Diez días después, acompañada de mis hijos y de mi papá, me dirigí al bufete del Doctor Simone, me puse un vestido negro de rayas blancas que me llegaba a las rodillas ajustado al cuerpo, aún no he dicho que soy una mujer de piel blanca, de constitución delgada, a pesar de haber tenido dos hijos conservo un buen cuerpo, siempre he acudido al gimnasio y a pesar de mis cuarenta años cumplidos aparento tener por lo menos diez menos, tal vez por mis costumbre sanas de alimentación y que no consumo bebidas alcohólicas ni trasnocho, mi pelo oscuro y sin ninguna cana aún enmarca mi rostro ovalado, mis ojos son de color verdes con motas doradas que a veces los hacen ver ámbar a veces solo verdes, mis labios son ligeramente carnosos, no podría decir que son prominentes pero tampoco son delgados; entramos al edificio y en la recepción nos indicaron que la oficina del doctor quedaba en el último piso, fuimos hasta el ascensor y subimos, el Doctor Simone ya nos esperaba y nos hizo pasar, al entrar a la oficina nos encontramos con la misma mujer que yo había visto en la funeraria y después en el cementerio, estaba sentada obviamente esperándonos, me pareció extraño.

-Buenas tardes Doctor Simone, ya estamos aquí mis hijos y yo para la lectura del testamento de mi difunto esposo, también nos acompaña mi padre, -dije, -como usted sabrá el ha estado haciéndose cargo de la empresa, sólo queremos terminar con este trámite, usted terminará pronto con la señora, nosotros podemos esperar afuera mientras tanto?

-No, -respondió el Doctor, -la señora debe estar durante la lectura del testamento, así está estipulado.

Todos ocupamos asientos y extrañados nos miramos las caras y la mirábamos de reojo, el Doctor se sentó enfrente de nosotros y tomó un sobre en su mano.

-Estamos reunidos para ejecutar la voluntad del difunto Esteban Palacios, -inició el Doctor, tomando un sobre en la mano mostró su sello y lo abrió, -como pueden ver está debidamente sellado siguiendo las estipulaciones de ley, dentro del sobre había un disco compacto y un legajo de hojas escritas por ambos lados, el Doctor toma en sus manos el CD y lo introduce en un aparato reproductor -a partir de este momento verán un mensaje grabado por el extinto Esteban Palacios, después de escucharlo procederé a leer todo lo relacionado a su testamento, -encendió el aparato y apareció en pantalla el rostro de Esteban

-"Mi querida Lya, amada esposa cuando estés escuchando estas palabras ya no estaré presente y es para mí una agonía lo que debo expresar porque sé que también estarán reunidos mis queridos hijos contigo, solo espero que puedan perdonar mis faltas aunque no me merezca su consideración porque todo el amor que me han dado durante los años de matrimonio vividos no fueron un obstáculo para faltar a mi palabra de esposo fiel y padre ejemplar, hace ya diez años mantengo una relación extramatrimonial con la mujer que seguramente está presente aquí al igual que ustedes de la cual nació una niña llamada Estrella y dos gemelos de nombre Edgar y Edmundo, ahora recién nacidos, a todos los reconozco como mis hijos porque se que lo son, Miranda apareció en mi vida de forma inesperada y al igual que tú en su momento me cautivó su juventud y así como contigo me deslumbré, solo que ya estaba casado contigo y eras la esposa más fiel, dedicada y abnegada que hombre alguno pudiese aspirar, pero no pude poner freno a mis instintos y la enamoré hasta conseguir hacerla mi amante, durante todos estos años he robado parte de mi tiempo contigo y nuestra familia para dedicárselo a ellos y muchas veces me he sentido culpable, pero no me arrepiento de haber compartido mi tiempo con ellos, no sé si se puede amar a dos mujeres a la vez tal vez no de la misma manera pero yo sí lo he hecho, porque el amor que despertó Miranda en mí es diferente pero no menos intenso que el que profeso por tí mi Lya adorada, también amo a mis hijos todos en igualdad de condiciones Santiago y Esly son mi orgullo y Estrella, Edgar y Edmundo son mis pequeños, solo pido perdón por las mentiras que dije, y espero que algún día puedas perdonar todo el agravio causado, te amo y te amaré siempre"

No podía creer lo que estaba escuchando, solo ví la mujer sentada al otro lado del salón llorando silenciosamente y todo lo que hice fue salir corriendo de allí, abrí la puerta de la oficina y me dispuse a correr por el pasillo sorprendiendo a todos, hasta que tropecé con un hombre que salía de manera imprevista de una oficina y en la carrera no pude esquivarlo, al alzar la vista y mirar a sus ojos sentí que todo se nublaba a mi alrededor y me desvanecí completamente.

Amor a primera vista

Soy Leonell Zambrano, empresario en la rama inmobiliaria, de treinta años de edad y voy saliendo de la oficina de mi mejor amigo y abogado que representa los intereses de mi compañía en la compra y venta de activos, al salir al pasillo mientras me despedía de mi amigo veo venir corriendo hacia mí una hermosa mujer que tiene dibujada en su cara un rictus de angustia y corre con los ojos cerrados, me detuve sin saber que hacer y ella tropezó conmigo abriendo sus ojos y mirándome por primera vez con gesto suplicante, estiró sus brazos para evitar el contacto directo pero cuando quise detener su carrera sentí que se desvanecía y solo atiné a detener su caída, porque se desmayó en mis brazos cerrando los ojos más hermosos que he tenido el placer de ver en mi vida.

Mi amigo salió al pasillo inmediatamente al ver lo que ocurrió y al momento aparecieron corriendo dos adolescentes, un señor mayor y el Doctor Simone, uno de los socios principales del bufete, quienes se sorprendieron al verme cargando a la hermosa mujer, y sin dilación trataron de quitármela, no obstante no lo permití y con mi preciada carga entré nuevamente al despacho de mi amigo para depositarla con cuidado en un sillón y tratar de reanimarla.

-Armando por favor, -le dije a mi amigo, -no tienes algo para reanimarla, como alcohol o un perfume?.

-No tengo alcohol a menos que sirva el de tomar, tengo una botella de tequila aquí, servirá?, -respondió.

-Si, dámela. -Y tomándola la destapé y la acerqué a su nariz.

Mientras tanto los dos adolescentes, el señor y el Doctor estaban expectantes, al principio los chicos trataron de acercársele, pero yo no lo permití y el Doctor Simone los tranquilizó asintiendo con la cabeza y pidiéndoles calma mientras ella se recuperaba.

Al tener cerca la botella destapada el fuerte olor hizo que la mujer volviera en sí abriendo poco a poco sus hermosos ojos enmarcados por unas pestañas largas y oscuras que deben ser el sueño de cualquier mujer porque desde mi perspectiva eran naturales y estaban en un rostro de facciones perfectas y delicadas, inmediatamente de esos espectaculares ojos comenzaron a brotar lágrimas y ella se incorporó sollozando y llevando sus manos hasta el rostro se lo cubrió, inmediatamente los jóvenes se abalanzaron sobre ella dejándome de lado y para mi gran sorpresa la llamaron mamá, abrazándola.

-Hija, estás bien o necesitas ir a un médico?, -preguntó el señor.

-No necesito ir a un médico padre, pero creo que ya no estaré bien en lo que me queda de vida, -contestó la bella mujer.

-En ese caso debemos regresar a la oficina para terminar con todos los trámites señora Palacios, -les dijo el abogado, -puede tomarse un momento para calmarse en la sala de mi oficina, pero debemos salir de aquí ya que estamos interrumpiendo el trabajo del colega que labora en este despacho.

-No se preocupe, -contestó mi amigo, -puede tomarse un tiempo aquí hasta reponerse, ya nosotros habíamos terminado nuestra reunión.

-Está bien, -contestó ella, -terminemos rápido todo, solo quiero salir de aquí e irme a casa, -y se levantó de la silla poniéndose de pie con ayuda de sus hijos encaminándose a la salida de la oficina, al dar dos pasos se detuvo y volviéndose a mí, me dijo, -gracias por todo, disculpen las molestias causadas.

Todos salieron de la oficina dejándonos a Rogelio y a mi viéndonos la cara.

-Sabes quien es ella? -pregunté a Rogelio.

-No, pero imagino que su asunto pendiente tiene que ver con herencia, Simone es el especialista en Derecho testamentario del bufete, solo ese tipo de asuntos trata porque las comisiones de esos casos son altas, nadie hace testamento sino tiene nada que legar, aquí lo apodamos el enterrador pero sin que él se entere claro.

Me despido de Rogelio en ese momento y salí nuevamente al pasillo cerrando la puerta de la oficina de mi amigo, pero no fuí hasta el ascensor, sino que dirijo mis pasos hacia el mostrador donde se sienta la asistente del Doctor Simone y poniendo mi más entusiasta sonrisa le pregunté

-Hola, me quedé sorprendido, cuando escuché el apellido Palacios asociado a la lectura de un testamento, me podría dar el nombre del difunto, es muy posible que sea conocido mío.

-Déjame ver, Esteban Palacios, es todo lo que puedo decirle, -me contestó la mujer.

-Gracias, es todo lo que quería saber, afortunadamente no es mi amigo, -respondí y salí.

Mientras me dirigía a mí oficina pensaba en la hermosa mujer que había visto, en el dolor que reflejaban sus ojos, me había dejado intrigado y quería conocerla, saber de ella.

Entré a mi oficina y mi asistente fué inmediatamente detrás de mí con unas carpetas en la mano para informarme sobre las novedades.

-Buenas tardes señor, le llamó el señor Belutini para confirmar... -En ese momento la interrumpí levantando mi mano y haciéndola callar con un ademán.

-Por favor señorita Salazar necesito hablar con el señor Pedro García

-El detective?

-Si es muy importante que hable con él a la brevedad, deje las carpetas sobre el escritorio y los pormenores de su conversación con el señor Belutini me lo informa luego, antes que nada me pasa la llamada del señor García.

Mirna, así se llama mi asistente, salió de mi oficina cerrando la puerta tras de sí y mientras esperaba la llamada me recosté en el sillón y cerré los ojos, vinieron a mí las imágenes de lo acontecido, recordando nitidamente el hermoso rostro de la mujer que sostuve en mis brazos, su olor, su piel blanca, en ese momento sonó el teléfono.

-Su llamada señor, -me dijo Mirna al levantar el auricular.

-Bien, -se hizo una pausa del otro lado del teléfono mientras me comunican la llamada, -buenas tardes señor García, -dije al oír la voz contestando al otro lado del auricular.

-Buenas tardes señor Zambrano, es un placer hablar con usted, en qué puedo servirle?

-Necesito de sus servicios para tener información sobre una persona que falleció recientemente, específicamente necesito información sobre los que lo sobrevivieron.

-Me puede indicar los datos que tiene?

-El fallecido es Esteban Palacios, es todo lo que sé, quiero saber todo sobre su familia y herederos.

-Tendré su información lo más pronto posible, algo más?

-No, eso es todo, hasta luego.

-Hasta luego señor Zambrano.

Al colgar me levanté del escritorio y voy hasta la ventana, mirando hacia afuera me quedo intrigado, por qué me afectó tanto esa mujer? Nadie me había impactado tanto en mi vida, y yo no he sido un monje, todo lo contrario, la prensa me tilda de mujeriego y Playboy, yo no diría que tanto, pero es verdad que disfruto mucho los favores del sexo opuesto y trato de ser generoso siempre, solamente que procuro distanciarme cuando veo que la dama en cuestión se está encariñando mucho conmigo, pero nunca he perseguido a ninguna mujer, sin embargo ella me dejó cautivado, siento que necesito volver a mirar esos ojos y oler ese aroma a manzanas y tentación que se me impregnó en mis sentidos. Tocan la puerta y allí está Mirna dispuesta para trabajar.

-Señor, terminamos con los pendientes o necesita algo más antes de seguir?

-No Mirna, traiga un café y revisemos todos los pendientes, gracias, -respondió sentándome nuevamente en mi sillón y tomando una de las carpetas en mis manos para disponerme a trabajar.

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