"Empezar de nuevo."
Esa frase parece que es la que reina en mi vida desde que tengo memoria, y no la empecé yo, no...fue mi mamá la que me lo dijo cuando dejamos nuestro lugar, nuestro país para "empezar de nuevo".
Alba se llamaba mi mamá, vivíamos en Ushuaia, el famoso "fin del mundo", y lo dejamos para dejar una vida de sufrimiento y dolor; al menos, ella sufría. El que se suponía que debía cuidar de mi y proveer de todo lo que necesitaba en mi crecimiento tanto físico como emocional se había borrado del mapa...no se preocupó siquiera en ponerme un nombre antes de irse, solo se fue, asi sin más.
Mamá se esforzaba mucho por mi: ella velaba mis noches de miedo, curaba mis heridas, limpiaba mis lágrimas y, aparte de educarme, siempre me repetía una y otra vez "todo va a estar bien".
Y yo le creía, siempre le creí porque siempre estuvo a mi lado.
Asi fue como, a mis siete años de edad, volamos a Estados Unidos, nos acomodamos en un departamento en la ciudad de Seattle y fue cuando empezamos de nuevo. Para mi fue difícil empezar: tuve que aprender inglés aunque en la escuela se hablaba español, tuve que hacer nuevos amigos, y tuve que aprender a vivir lejos de mi ciudad, la que tanto extrañaba.
Mamá trabajaba en la cafetería del hospital, fue lo que encontró y lo que nos ayudó a salir adelante en un país que no es el nuestro, donde no conocíamos a nadie.
Asi fue mi infancia, crecí, terminé la escuela primaria para empezar la prepa, y mamá conoció muchísima gente gracias a su trabajo, pero hizo gran amistad con la Dra. Emma.
Emma era médica clínica en aquel tiempo, y siempre almorzaba en la cafetería donde conoció a mí mamá. Siempre hablaban de sus hijos, de cosas varias como por ejemplo los sueños que ellas tenían para nosotros.
Yo quería seguir estudiando y llegar a recibirme de pediatra, amaba a los niños y me encantaba la idea de poder ayudarlos en el área de la salud, sobre todo a los de bajos recursos. Emma tiene un hijo, en aquel tiempo, Jamie tenía 18 años, estudiante de finanzas en la universidad, él quería fundar una empresa conectada a la ecología autosustentable. En fin, yo no lo conocía, pero a Emma si por que cada vez que salía de la prepa iba a visitar A mamá a su trabajo y encontraba a Emma allí.
Me encantaba escucharla hablar de su trabajo, y ella me alentaba a estudiar, a no dejar por nada del mundo el estudio hasta llegar al final.
—"Para el que cree todo es posible"
Me decía siempre que me veía.
Creí con todo mí corazón que aquella vez que mamá me dijo que empezaríamos de nuevo, lo haríamos y que nos iría muy bien. Hasta ese momento todo marchaba perfecto en nuestra vida, yo ya tenía 14 años, era una jovencita aplicada al estudio, no tenía muchos amigos solo a Grace que era mí compañera y amiga desde primer grado. Ambas compartíamos ese sueño de ser doctoras pediatras y ayudar a niños con nuestra profesión.
Con Grace pasaba tardes en casa o en la suya, sus padres eran muy amorosos y a veces me invitaban a cenar con ellos.
Pasamos junto a mí madre días maravillosos junto a ellos, navidades y años nuevos, y no había nada más para nosotros que pudiéramos pedir... hasta que la enfermedad llegó a golpear nuestra puerta, y lo peor era que no sabíamos de su existencia.
Recuerdo el día que mí mamá comenzó a sentirse mal, fue un día normal de trabajo, pero se sentía más cansada. Lo tomamos como algo normal, pero pasaba el tiempo y ella no estaba mejor, era como que tenía nuevos síntomas.
Estaba pálida, había días que no dormía, otros que dormía más de la cuenta, comenzó a tener ojeras... Pasó de ser una mujer hermosa de piel blanca y ojos hermosos color miel a ser una mujer delgada de piel blanca tirando a amarilla, ojeras que opacaban sus hermosos ojos, parecía un fantasma. Le insistí muchas veces que fuera a pedir una cita a Emma, pero ella insistía en que estaba bien. Hasta que una noche no aguante más y mientras ella vomitaba y dejaba su alma en el inodoro, yo la esperaba de brazos cruzados en la puerta. Al salir, la increpé muy enojada
—¿Hasta cuándo vas a estar así? No entiendo porqué no te pides una cita con Emma
—Estoy bien Lucia, es solo un mal estar...
—¡No estás bien mamá! ¿Acaso no piensas en mí?— le grité desde la puerta del baño
—¡Claro que pienso en ti! ¡Lo hago todo el tiempo, Lucia! Solo no quiero ni pensar en que estoy enferma...¿Y si no tiene cura?
—¿Y si no es nada grave, mamá? No lo sabremos si no te ve un médico...
Tomé sus manos entre las mías, estaban frías.
—Por favor, ma... Pídele a Emma que te dé una cita... No quiero que te enfermes más de lo que ya estás...
Ella me miró a los ojos, Y me sonrió
—Está bien, hablaré con Emma.
Si me pongo a pensar, no sé cómo sucedió ni porqué, solo se que mamá enfermó. De una sencilla visita a la dra. Emma pasó a unos análisis en laboratorio, del laboratorio pasó a hacerse una tomografía...y de una tomografía pasó a ser paciente de oncología.
Si.
Mí mamá tenía cáncer.
Cuando nos lo dijo el doctor, ambas quedamos en silencio en el consultorio. No sé que pensaba mí madre en ese momento, yo pensaba en que no quería quedarme sola, no me imaginaba mí vida sin mí mamá, sin sus abrazos, sin escuchar su voz por las mañanas o al darme un consejo...no lo quería imaginar.
Emma estuvo a nuestro lado todo ese tiempo largo, desde la primer cita hasta el día que lo supimos.
Mamá iba a empezar la parte más difícil para mí, la de la quimioterapia. Aunque su cáncer ya estaba avanzado, y los pronósticos no eran buenos, ella iba igual a someterse a la quimioterapia. Pero le preocupaba con quién iba a quedar su pequeña hija, o sea yo. Y fue así que empezó mí historia una vez más... Con miles de cambios que no me iban a gustar en su mayoría, pero me iban a ayudar a crecer y a aprender a ver la vida de otra manera.
En fin, ahí va Lucia una vez más.
Me preguntarán qué pasó de ahí en adelante...bueno, pasó que al mamá estar internada, yo no podía quedar sola en casa. Emma ya había hablado de esto con mí mamá, por eso decidieron que, por el momento, fuera a vivir con Emma a su casa. Solo sería un tiempo, hasta que mamá se recuperara y volviera a nuestra casa; y fue así como lo hicimos. Armé una pequeña valija con mí ropa, mí mochila con mis cuadernos y libros de la escuela, y una caja con algunos libros y CD's de música para llevarme. Emma me llevó hasta casa por mis cosas y me trajo a la suya, y siempre en todo el camino fue positiva.
Por mí parte, estaba nerviosa. No conocía muy bien a Emma, ni tampoco a su hijo pero le había prometido a mí madre que me portaría bien y eso es lo que haría.
Al llegar a casa de Emma, ella me hizo sentir bien, su casa era realmente grande para mí: al entrar había un pequeño armario donde dejábamos nuestros abrigos y bolsos, luego estaba la sala bien grande, por las paredes había dos bibliotecas llenas de libros, fotografías y adornos; había una escalera y al lado de esta se encontraba la cocina que se conectaba con el lavadero y un baño. En la cocina había una puerta que nos llevaba a un pequeño jardín trasero; arriba estaban las habitaciones y un baño más.
Nos sentamos en la sala, Emma me contaba como sería la quimio de mamá, que debía ser paciente y también debía ser fuerte, estar preparada para todo, porque no sabíamos que es lo que pasaría. Mientras hablábamos de mis horarios en la prepa, y los de ella en el hospital, escuchamos la puerta de la entrada cerrarse.
Al principio me asusté pensando que la habíamos dejado abierta, pero no fue así.
Giré a mirar que era y me encontré con un par de ojos azules que me miraban desde la entrada. Jamás en mí vida me pasó de quedarme flechada así con alguien, pero esta vez fue así.
Jamie era alto, quizás tenia 1,70 cm, su cuerpo de un joven deportista, pelo castaño, y esos ojos azules que me atrapaban. Emma hablaba sin parar, pero no lograba escuchar lo que decía, mí atención estaba en él, y él tampoco apartaba su mirada de la mía.
—Jamie, te estoy hablando, hijo
Ambos miramos a Emma, que trataba de disimular una sonrisa.
—¿Qué pasa ma?— logra decir Jamie cuando yo aparto mí mirada
—Ella es Lucía, es la hija de Alba. ¿Recuerdas lo que hablamos?
—Si, lo recuerdo. Hola, soy Jamie.
Se acercó a mí saludandome, y yo también lo hice, pero me puse en puntitas de pie y dejé un beso en su mejilla.
—Soy Lucía— sentí que me ponía toda colorada, y bajé mí mirada al suelo.
—Jamie va a pasar a buscarte todos los días por la prepa así no vienes sola. También pasará contigo la mayor parte del tiempo, así que espero que se lleven bien.
Emma nos sonrío a ambos y yo asentí con la cabeza.
—Si ma, no veo por qué deberíamos llevarnos mal. Iré a mí habitación, nos vemos.
Me guiñó un ojo y lo vi subir la escalera. Me volví a sentar en el sillón y Emma me contaba algunas cosas más que no logro recordar, para luego llevarme hasta la que iba a ser mí habitación. Todo estaba ambientado para que yo me sintiera a gusto, incluso Emma había mandado a pintar la habitación de mí color favorito, lila, para que me gustara. Me dejó sola para acomodar mis cosas, y , luego de hablar con Grace por mí teléfono, bajé a cenar.
Los días pasaban y la verdad era que extrañaba un poco mí hogar, todo aquí era diferente. Siempre estuve acostumbrada a volver a casa y estar sola, preparar la cena para mi mamá y para mí, hacer mis tareas y leer en soledad... Aquí siempre había alguien en la casa, Jamie me iba a buscar cada día a la prepa, hablabamos muy poco, él preparaba el almuerzo y la cena, y dos veces por semana Emma me llevaba a ver a mamá.
Recuerdo el día que me di cuenta que todo cambiaba en mí vida, cuando descubrí que me gustaba Jamie. Ese día el pasó por mí como de costumbre, y de camino a casa era tanto el silencio que ya no lo soportabamos. Yo jugaba con mí teléfono a su lado cuando en un semáforo me pidió que pusiera música... Dudé porque mis gustos musicales eran muy de adolescente romántica pero igual lo hice. Él escuchaba atento, no decía nada, yo cerré mis ojos y escuchaba la música de Noel Schajris que tanto me gustaba. El auto se detuvo y yo creí que estábamos en un semáforo y no me di cuenta que no volvió a arrancar hasta que terminó la canción y abrí mis ojos. Lo encontré mirándome, y me ruborice al notarlo. Bajé mis ojos a mis manos en mis piernas, el corrió un mechón de pelo de mí rostro y suspiró.
-¿Me pasarias esa canción a mí teléfono? Me gustó, no creí que tuvieras esos gustos.
Lo miré, y asentí. Ya habíamos llegado a casa, pero no salíamos del auto, él quería saber más de mí. Me preguntaba cosas, yo respondía y empecé a animarme a verlo a los ojos sin miedo a perderme en ellos, me encantaba cuando me sonreía, cuando me contaba cosas de él, de sus sueños... Él tenia 18 años, yo 14.
-¿Eres una romántica empedernida?
-No lo creo...¿que puedo saber yo del amor?
-Esa letra es muy profunda...aparte ¿porqué dices eso?
-No me eh enamorado aún...
-Eso no tiene nada que ver...puedes sentir amor sin necesidad de enamorarte. Un ejemplo,yo amo a mí madre. ¿amas a tu madre?
-Mas que a nadie, ella lo es todo para mí.
-¿Ves? eso es amor.
Para mí él era un imposible, pero me encantaba.
Jamás había visto a un joven de esa manera, él tenia toda mí atención, era tanto que cuando bajamos del auto busqué entre mis cosas el CD que más me gustaba y se lo regalé. Él me sonrió y me abrazó, yo deseaba poder derretirme entre sus brazos para quedar pegada a él por siempre...
Y así eran mis días de adolescente enamorada. Jamie convivía conmigo todos los días, éramos la mayoría del tiempo nosotros y su amigo Dave que era bastante cargoso, Dave se la pasaba de fiesta en fiesta y quería arrastrarnos a nosotros con él. Íbamos a alguna que otra, pero yo nunca fui de fiestas, prefería la tranquilidad de la casa, una buena película, a mí amiga Grace o en su defecto a Jamie, y eso era todo.
Luego de vivir en casa de Emma dos meses, de visitar a mamá en el hospital, uno de esos días de visita el doctor me dijo que las quimio no estaban dando resultado, el cáncer estaba muy avanzado.
Entre a verla, estaba delgada, pálida... Sus ojos no tenían el brillo que solían tener, estaban apagándose.
-Mi pequeña, ¿Cómo has estado?
- Bien mamá, te extraño demasiado ...
-Debes ser fuerte, debes estudiar, recibirte y amar. Prométeme que lo harás, Lu...no te dejarás ganar por la tristeza...
Mamá me miraba, yo acariciaba sus manos.
-¿Quieres contarme?- me preguntó levantando mí rostro por mí barbilla.
No pude decirle que no, ella sería siempre la que mejor me entendería.
-Creo que me enamoré...
Mí madre sonrió. Yo no entendía porqué, para mí el universo del amor era bastante complicado...más cuando no sabía que hacer.
-Mi pequeña se ah enamorado... ¿Quien es el afortunado?
-Jamie ...- la miré con temor. Mí mamá se sonrió aún más, era como que eso le daba felicidad.
- Es un buen muchacho... ¿Él ya lo sabe?
-No... Ma, él es mayor. Y yo no sé que siento, nunca sentí esto que me pasa cuando estoy cerca suyo. Aparte es tan atento, siempre está pendiente de mí, me ayuda con mis tareas, va por mí al colegio... Quizás solo me ve como una hermana, no sé.
- Quizás solo necesita tiempo para saber que es lo que sientes tú... Hija yo solo quiero tu felicidad. A mí nada me haría más feliz que saber que te enamoraste de alguien que siente lo mismo que tú, que te ama sin condiciones ...creo que es tiempo de esta charla.
Mamá se acomodo en la cama, yo me senté a su lado y repose mí cabeza en su regazo, mientras ella acariciaba mí cabello.
-No se que va a pasar, pero debes saber que toda tu vida dependerá siempre de tus decisiones. Por eso debes pensar más de una vez lo que vas a hacer, siempre... Y solo hazlo cuando estés segura. Te enamoraste de un joven un poco mayor, date tiempo a madurar. No quiere decir que él no te vaya a querer por qué eres más chica, no. Solo que cada cosa tiene su tiempo. Y cuando entregues tu corazón, hazlo a alguien que también te entregué el suyo. Cuídate hasta saber que es lo que quieren los dos. Ama sin condiciones, porque de eso se trata el amor, no quieras cambiarlo. Se fuerte, hija... Prométeme que serás fuerte, que perseguiras tus sueños, que no te abandonarás si algo me sucede... Tienes que ser fuerte. Emma velará por ti cuando yo ya no esté. No estarás sola...
-Ma, no me digas eso ...¿Qué haría yo sin ti? - de mis ojos salían lágrimas sin que yo me diera cuenta, la abrace y me metí entre sus brazos buscando guardar en mí mente su aroma.
- Seguirás tu vida, amor. Vas a graduarte, vas a ser esa pediatra que tanto deseas, vas a ayudar a todos los niños que puedas, vas a amar y serás feliz...se que podrás. Dolerá un tiempo pero podrás seguir hija... ¿Lo prometes?
-Lo prometo...
Esa tarde disfruté estar con mamá, me quedé más de la cuenta en el hospital, y de alguna manera sentí que se estaba despidiendo. Al volver a casa de Emma, me encerré en mí habitación hasta la noche, hasta que sentí dos golpecitos en la puerta.
-¿Puedo pasar? - preguntó Jamie con una bandeja en sus manos
- Si, puedes.
Lo ayudé a poner la bandeja sobre mí escritorio, y cuando la dejó allí me abrazó fuerte, estuvimos abrazados unos minutos, él acariciaba mí espalda y yo solo dejaba que mis lágrimas salieran, por qué no podía retenerlas más.
-¿Estás mejor?- me preguntó limpiando mí rostro con sus manos
-Un poco ... ¿Vienes a cenar conmigo? -le dije mirando la bandeja
-Si ... Supuse que no bajarías a cenar, podemos hacerlo aquí.
Nos sentamos en mí cama y cenamos los dos en silencio, él me miraba y no decía nada, respetaba mí silencio y la verdad es que agradecí eso...no estaba de ánimos para hablar. Cuando terminamos, él levantó la bandeja, y se dirigía hacía la puerta. Lo ayudé a abrir, y antes de irse, volteó a mirarme.
-Hey...
-¿Dime?
-Todo va a estar bien...
Bajó y yo dejé la puerta abierta. Me recosté sobre mí cama y de a poco fui cerrando mis ojos, aunque no podía conciliar el sueño. Luego de unos minutos, siento que entra a mí habitación pero no abrí mis ojos para nada, se sentó a mí lado y comenzó a acariciar mí cabello.
- Si supieras lo importante que eres para mí, preciosa... Quisiera ser yo el que sufre para que tú no tengas que pasar por esto...
Susurró esas palabras, y luego beso mí frente, me arropó, y salió de nuevo cerrando la puerta.
Recordé las palabras que mamá me había dicho:
"Quizás solo necesita tiempo para saber que es lo que sientes tú"
Si... quizás había alguna oportunidad, un poquito de esperanza de que se fijara en mí... Sonreí al pensar en esas Cosas y me dormí.
Una semana más tarde, llamaron del hospital para darnos la peor de las noticias... mamá se había ido, no pudo ganar la batalla y me había dejado sola. Ese día lloré en la habitación del hospital, me dejaron despedirme de ella aunque no quisiera, pero ella ya no estaba allí...Jamie tuvo que sacarme en brazos de la habitación, mis piernas no respondían, mí mente estaba nublada. El velorio fue terrible para mí, y fue lo más corto posible, porque si yo seguía viéndola más tiempo en ese ataúd, seguramente me tiraría junto a ella en el pozo del cementerio.
Cuando mamá falleció, mí vida se fue con ella.
Mí corazón se partió en dos, una parte se hizo añicos, y ya no había manera de armarlo otra vez.
Falté a la escuela una semana, Grace venía cada día a verme, Emma estaba conmigo durante la noche, y Jamie estaba todo el día junto a mí...pero no había forma que pudiera ser fuerte.
¿Cómo lo haría? Con solo 14 años, me quedé sola, no tenía padre, ahora me quedaba sin mí madre, era todo muy difícil y duro para mí.
Cuando volví a la escuela, al salir me iba al cementerio y estaba en la tumba de mamá horas, solo estaba ahí, no hacia otra cosa mas que llorar en silencio. Me había olvidado completamente de que Jamie me esperaba fuera, hasta que un día él me siguió y empezó a acompañarme cada día luego de la escuela. Él estaba a mí lado, no decía nada, solo me abrazaba y limpiaba mis lágrimas.
Un día me dijo que debía ser fuerte, que la mejor manera de honrar a mamá era estudiando y recibiéndome de pediatra, siguiendo mí vida... y él me ayudó, fue mí pilar. No me dejo sola nunca, pasaba tiempo conmigo, me ayudó a ponerme al día con mis tareas, estudiaba a mí lado... cada día me demostraba de mil formas que le importaba, y quería que esté bien.
Los años pasaron, y yo me di cuenta que lo que sentía por Jamie era más que cariño... era eso que te hace pensar cada momento en la otra persona, era esperar con ansias que terminaran las clases para volver a verlo, escuchar horas sus historias, cocinar con él, comer con él, ver películas juntos hasta quedarnos dormidos... él era la otra parte de mí corazón que aún estaba entera, pero me daba miedo que ese sentimiento no fuera correspondido.
Era mas chica, yo no me veía suficiente para él, solo tenía 16 años cuando descubrí que lo amaba. Su presencia me hacía sentir segura, me perdía en sus ojos, me volvía loca su sonrisa, quería besarlo, que él fuera el que me diera mí primer beso y que él fuera mí primera vez en todo. Me encantaba como me cuidaba, cómo me aconsejaba, cómo alejaba de mí a mis compañeros que me veían a ver a casa, me encantaba ver su cara de enojado, su ceño fruncido cuando los echaba...era mí príncipe azul.
Si.... lo que tanto había evitado, estaba pasando. Me había enamorado de Jamie
Estaba en el último año de la prepa, y era mí cumpleaños...ese día fue especial para mí. Jamie había organizado una noche de películas y pizza en casa con Dave y Grace. Grace no pudo quedarse hasta tarde, y Dave estuvo hasta medianoche, cuando su abuela lo llamó porque ya era tarde. Mirábamos una película acostados en el sillón de la sala, Emma estaba de guardia, y con Jamie teníamos costumbre de quedarnos hasta tarde. Cuando la película terminó, yo me estaba por ir a dormir cuando él me detuvo.
-Espera...tengo que darte tu regalo
-¿Tienes un regalo para mí? ¡Que emoción!- le dije sonriendo
-Cierra los ojos y espera
-Okey.
Estaba ansiosa, quería saber que me daría, y no podía esperar. Sentí que él se movía a mí lado en el sillón, y no pude aguantar más para abrir mis ojos. Cuando los abrí, estaba a mí lado, frente a mí, mirándome y sonriendo.
-No los podías abrir aun- me dijo susurrándome.
No sabia porqué, pero sentía que mí cuerpo levantaba temperatura, lo miraba a los ojos y miraba sus labios, estábamos tan cerca el uno del otro, que podía sentir su respiración en mí rostro.
Lentamente se acercó y cerré mis ojos, me besó...y fue un beso dulce, sus labios buscaban los míos hasta que pude comenzar a moverlos yo también, pase mis manos por su cuello con temor y él me tomó por la cintura. Nos besamos al principio suave, pero luego fuimos cambiando el ritmo, nuestra respiración se aceleraba, y tenía la necesidad de seguir besándolo, no quería que acabara.
A mis 17 años, Jamie fue el dueño de mí primer beso.
El soltó mis labios, y puso su frente sobre la mía
-Feliz cumpleaños, pequeña
Solo sonreí, me recosté sobre su pecho y ahí me dormí...con esa sensación de estar en mí hogar, después de haber estado mucho tiempo lejos de el.
Los días que pasaron fueron los mejores, si bien no volvimos a besarnos, él era más atento que de costumbre, compartíamos todo juntos, hasta que un día, fuimos al lago y me dijo algo que marcó mí vida para siempre.
Mirábamos el agua, la tranquilidad del lago nos daba paz, cuando íbamos nos sentábamos y permaneciamos en silencio, él se recostaba en mis piernas y yo jugaba con su cabello, o a veces hablábamos de cosas que nos pasaban, o que pensábamos. Ese día caminamos hasta el muelle, y nos apoyamos en las barandas, contemplabamos la quietud del agua, hasta que él giró y quedó frente a mí.
- Lu, lo que tengo que decirte es importante, por eso necesito que prestes atención y seas sincera conmigo.
-Dime, te escucho.
- Lu, estoy enamorado de ti. Se que quizás seas más chica, y parezca que es demasiada la diferencia de edad, pero lo que siento por ti no lo sentí nunca por nadie. No sabia cómo decírtelo, busque la manera y el lugar....ese día de tu cumpleaños quise decírtelo pero luego de ese beso no pude decir más nada. Te amo tanto que no quiero verte sufrir, eres en lo único que pienso todo el día... te amo tanto que se que esto que siento es verdadero, sé que es para siempre. Me gustaría saber que sientes tú...
-Jamie, yo.... no sé que decirte... si, pienso en la diferencia de edad, pero no sé si estoy enamorada de ti...
-Vamos, Lu. ¿acaso no te das cuenta lo que pasa cuando estamos juntos? ¿no sientes como se detiene el tiempo, no sientes que solo estamos nosotros y nadie más? ¿Me vas a decir que no te pierdes en mis ojos como yo lo hago en los tuyos? Yo no puedo mentirte...me perdería la vida entera en ti.
-Jamie, no quiero herirte pero...no puedo... te amo, si...pero no creo ser lo suficiente para ti...
-Eres más de lo que quiero y necesito, Lu...por favor, dame la oportunidad de demostrarte que podemos ser felices, que te puedo amar sin importar la edad ni nada...
-Jamie, lo siento....pero no puedo...
El silencio que se hizo ese día entre nosotros fue terrible... él me estaba diciendo que me amaba, y yo como una estúpida lo rechacé, cuando yo también me moría de amor por él...era tanto mí miedo a que no resultara que terminé rechazandolo.
-Está bien, solo quiero que sepas que te amo...y lo haré por siempre.
Luego de aquel día nada volvió a ser igual. El seguía llendo a buscarme a la prepa, pero ya no teníamos charlas interminables; ya no hubo noches de películas ni tampoco tardes de lago.
Pasaron dos semanas de sentirme la peor, hasta que un día Emma me dijo que él ya no iría a buscarme, por lo que empecé a volver sola, y al cabo de unos días más, él se había marchado a vivir en la residencia de la universidad.
Se fue, y con su partida se terminó de romper la mitad que quedaba de mí corazón. Ya no había nada que pudiera hacer que se volviera a unir, no había más corazón en mí pecho, con él se fue toda mí esperanza, y la poca felicidad que me quedaba.
Antes de irse, le dejó a Emma una caja para mí, y un sobre. En la caja había un vestido precioso, color azul noche; y en el sobre estaba su despedida:
..."Me hubiese gustado dártelo en persona, y poder haberme despedido como debía ser. Simplemente no pude, porque es más fuerte el dolor que siento en mí corazón. Quería darte este vestido el día del baile de graduación, se que te verás hermosa con él, me hubiese gustado ser yo el que te llevara al baile ese día...Ojalá pueda volver a ver esos hermosos ojos almendra que tanto me gustan, y pueda volver a besar esos labios que me vuelven loco... te amo Lucia, siempre lo voy a hacer porque lo que me haces sentir, nadie lo hizo jamás. Este amor es único. Sé feliz, cumple tus sueños, estudia mucho y conviértete en eso que tanto sueñas... Te amo....
Mis ojos estaban llenos de lágrimas, mí corazón me dolía... fui una tonta al dejarlo ir.
Si tengo que describir lo que sentí en mí aquel día, no hay descripción alguna. Con Jamie se fue la Lucía que reía, la que soñaba con una familia, la que tenía vida...todo cambió cuando él ya no estuvo conmigo. Era una jovencita de 17 años, a punto de terminar la prepa, que ya no tenía sueños...
Grace permanecía a mí lado y fue quien me empujó a seguir, ella era mí diario íntimo, con ella no tenía que fingir ni esconder mí dolor por que todo sabía. Pasó muchas noches a mí lado, tratando de que olvidara lo que había pasado, pero para mí era imposible, me había pegado tanto a Jamie, me había acostumbrado tanto a estar con él, a escuchar su voz, a sentir su aroma que se me hacía imposible olvidar.
Por otro lado estaba Dave que sabía todo lo que Jamie sentía por mí.
-"aún no entiendo porqué lo rechazaste"
Me lo decía una y otra vez, hasta que un día me dijo que le gustaba. No era amor, de eso estaba seguro, pero le gustaba y yo comprendí que él era el chico de las fiestas, al que le gusta estar con las chicas solo un momento...y para eso, él me quería.
No me importó que fuera así, ya no me importaba nada de mí misma. Él me invitó al baile de graduación, y yo acepté. Esa noche me puse el vestido azul, y Emma me tomaba fotos, muy orgullosa de mí, Dave me fue a buscar y juntos fuimos al baile.
Mientras bailabamos lentos, yo estaba algo perdida en mí mente, hasta que él pasó sus manos por mí espalda descubierta y me dijo al oído que le gustaba, mucho.
No sé en que pensé, era una jovencita bastante tonta pero esa noche, le dí a Dave lo que con tanto celo guardaba y que creí que se lo iba a dar a Jamie. Dave fue el dueño de mí primera vez; no nos queríamos, no podíamos ser cínicos, era solo sexo.
Y fue así siempre, no me entregué a otro hombre que no fuera Dave, siempre recordé que mí madre decía que debía ser de un solo hombre... mí corazón le pertenecía a Jamie, pero mí cuerpo era de Dave.
Crecí, estudié mucho, me sacrifiqué mucho para alcanzar mí título. Trabajé medio tiempo y estudiaba el resto de mí día, no salía, y solo veía a Dave los fines de semana para tener sexo y así seguir la semana, era una rutina que no cambiaba nunca. Emma estaba contenta con mis notas, ella decía que mamá debía estar orgullosa de mí... mamá me hacía falta.
No volví a saber de Jamie, él no volvió a su casa, al menos yo nunca lo vi. Sabía que a veces llamaba por teléfono y hablaba horas con Emma, y también supe que un año nuevo que yo pasé con Grace y Dave en su casa, Jamie vino a pasar con su madre; me daba la sensación que él me estaba evitando, que no quería verme. Y yo tampoco tendría agallas para mirarlo a los ojos después de lo que hice...
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