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Seré La Reina.

Arrepentimientos.

Nunca pude haber imaginado que todo terminaría de esta manera.

El imperio Xartius era uno de los más ricos de la historia, su capital Halid tenía mucho que mejorar, pero la gente siempre había sido alegre y optimista, aún pese a los problemas económicos y sociales que eran desentendidos por la gente y el emperador.

La capital siempre se encontraba llena de actividad y rebosante de alegría. Las calles, repletas de puestos con vendedores de todo tipo; y los festivales en donde el imperio demostraba su grandeza a los extranjeros y miembros de la clase media-baja.

Usualmente era un deleite observar aquellas hermosas calles repletas de vida, color y alegría. Pero hoy no era el caso. Hoy, la hermosa capital que había visto durante mi infancia y que tanto amaba se convertía en el escenario que nunca pude imaginar, la gran plaza antes llena de puestos se encontraba repleta de gente deseosa por observar el macabro espectáculo frente a ellos.

Era un día donde la muerte se sentía en el aire.

Hoy era el día designado para dar fin a una familia noble del imperio. Este día, pasaría a la historia como el día en que se le dio muerte a la abandonada y destronada Reina Caterina por medio de la ejecución.

En la capital, Halid, una gran cantidad de personas acudieron desde la madrugada para encontrar un buen lugar entre la multitud que les permitiera presenciar el espectáculo. La capital, que siempre solía estar tranquila, ahora estaba muy bulliciosa y la atmósfera no era para nada buena. El atrio donde se llevaban a cabo las ejecuciones había sido montado. La gente se agolpaba en los terrenos solo para presenciar la ejecución.

En el centro estaba la vieja guillotina que relucía en todo su tétrico esplendor esperando ser usada nuevamente. Muchas vidas habían sido eliminadas por ella a lo largo de la historia.

Fue ese el momento que elegí para mirar al suelo bajo mis pies desnudos. Había estado en fila por más tiempo del que podía recordar, esperando finalmente el momento en el cual mi vida sería nada más que un trágico momento en la historia del imperio, donde el nombre de mi familia se vería reducido a la palabra “traidores” Y donde la trágica historia de mi hermana gemela seria recordada como la de una villana celosa.

Mi nombre es Elizabeth, esperaba tranquila mi turno para la muerte mientras lamentaba el destino que había sido elegido para nosotros, aquellos años dorados llenos de risas y dicha quedaba opacado bajo la realidad que vivía en estos momentos.

Con la boca firmemente cerrada y los ojos secos por tantas lágrimas derramadas desde que había comenzado aquella pesadilla, miré hacia el suelo hasta que; en un derroche de falsa valentía, levanté la cabeza observando a sus espaldas para ver a sus padres en la misma posición que me encontraba, esperando un castigo, un injusto castigo inmerecido por pecados que no nunca habíamos cometido. Las personas que más amaba, las personas que me habían dado la vida y quienes nos habían dado a su hermana y a mí, el amor incondicional que solo un padre puede dar, aquello sumado a la apariencia miserable de Elizabeth, eran suficientes para hacer que sus lágrimas cayeran nuevamente. Pero sabía mejor que nadie, que ahora todo era

inútil.

“Ya nada importa.”– Fue lo que pensé mientras regresaba la vista al

piso frente a mí

- Lizzie.

Volví la cabeza hacia la voz ronca y lastimera que la llamaba. Las ataduras eran incómodas, pero esa cantidad de movimiento era posible para mí. El que la llamó fue su padre.

- Lo siento.–Dijo con lágrimas en los ojos

-... ¿Porqué padre, por qué deberías sentirlo?

Sentía mucha curiosidad. ¿Por qué su padre se disculpaba con ella? Por este acontecimiento, nadie debería tener que disculparse, todos ellos habían sido víctimas. No había ningún perpetrador libre de culpa en este lugar. Así que yo... No podía culparlo.

Sin embargo, era imposible evitar que me mordiera los labios con fuerza debido a los sentimientos de tristeza e injusticia que sentía en este momento. Con la voz más tranquila que pude encontrar, respondí a mi padre.

-No te arrepientas papá, tú y mi madre han sido los mejores padres que pudimos haber pedido, el amor de mi familia, de ustedes. Siempre nos ha permitido seguir adelante, sin importar nada.

Él sonrió con dolor antes de responder.

- Pero no pude protegerlas como debía hacerlo.

- No tenías el poder para protegernos padre... Pero yo nunca podría culparte por eso.

No fueron palabras dichas con resentimiento, simplemente era la verdad.

No había nadie aquí que tuviera que disculparse. Todos fueron simplemente marionetas. No había por qué sentirse arrepentido cuando él había hecho lo mejor que podía para protegerlas.

Su padre, no pudo ocultar sus ojos tristes mientras continuaba hablando.

-Simplemente, permite que este padre tuyo se arrepienta, porque nunca desee ver a mis hijas enfrentando un final como este.

Mi madre lloraba en silencio detrás de él. Si tan solo pudiera volver a ese día, intentaría que no hubiera una tragedia como esta. Elizabeth finalmente soltó las lágrimas que se habían acumulado. Al mismo tiempo, los murmullos de la gente se hicieron más fuertes en los terrenos de ejecución.

Alguien había aparecido. Los guardias pasaron por nuestro lado, obligándonos a mirar a la persona que ahora hacía acto de presencia.

-Su majestad está llegando. Muestren sus modales.

El emperador.

Apareció en el campo de ejecución con la voz fuerte del sirviente. No estaba solo y quien lo acompañaba no era nadie más que su amante. Era bien sabido, que la amante del emperador siempre iba con él a todas partes.

La Marquesa Phayton.

El rostro de Elizabeth se distorsionó por la rabia cuando vio ese rostro maldito, pero pronto su expresión facial original regresó, como si nada hubiera pasado.

No servía de nada enfadarse o mostrar resentimiento cuando el destino ya había sido marcado.

El emperador, sentado con la Marquesa Phayton a su lado, tenía una expresión indiferente, como si lo que sucedía ante él no significara nada y no hubiera necesidad de prestarle atención. Debido a esa actitud, sentí que mis emociones se descontrolaban. Pero, desafortunadamente, no había nada que pudiera hacer con mis sentimientos en este momento.

Nada.

- Trae a la Reina destituida ante mí.

Justo después de que esa voz, inquietantemente y desprovista de emociones, hizo eco. Alguien apareció lentamente en el área de ejecución. Una mujer con el pelo suelto color miel y un vestido blanco andrajoso, entro con el apoyo de dos soldados.

Era mi hermana, Caterina.

Mi se contrajo una vez más en el momento en que se dio cuenta de que su rostro había empeorado más que la última vez que lo vio.

- Rina...

Con una voz llena de dolor, Elizabeth llamó en voz baja el apodo de su hermana mayor. Sin embargo, la ruidosa perturbación en el terreno de ejecución hizo desaparecer su voz, como si nunca hubiera dicho nada. Ella lloró de nuevo, desconsolada al pensar en una sílaba del nombre desapareciendo. Sus padres ya estaban llorando nuevamente en la parte de atrás.

- La Reina y emperatriz\, Caterina Laila Les Gaminor\, dejo de lado sus responsabilidades con el imperio\, cometió numerosos actos inmorales para dañar a sus ciudadanos\, trato de dañar a la mujer del emperador bajo numerosos abusos durante su cargo e incluso trató de dañar al sol del imperio. Entonces yo\, Livius Tristán Gabriel De Xartius...

La inquietante voz parecía estar determinando el final de su destino.

- Por mi nombre y mi gloria\, todos los miembros de la familia Gaminor serán decapitados por alta traición.

Después de aquel anuncio, todo fue una catástrofe. Una tragedia dirigida por el hombre que portaba el título de emperador. Elizabeth cerró los ojos con un rostro que no expresaba nada.

Se acabó, se acabó todo.

-Comienza con la ejecución de la Reina.

Levanté la vista y miré por última vez a mi hermana, quien parecía ser arrastrada al matadero. Caterina mantuvo un rostro que no expresaba nada, pero yo, que compartía un lazo más profundo que la sangre con ella desde el vientre de nuestra madre, podía percibir la línea de pensamientos de mi gemela. Mi hermana sentía Resignación, arrepentimiento y...

- Amor.

Su tonta hermana todavía estaba enamorada del emperador.

Estúpida hermana, ¿Qué deberíamos hacer contigo? Sigues mirando a esa persona aun en el momento de tu muerte.

Sollocé por primera vez, ya no me sentía invencible al indeleble dolor que pronto iniciaría.

- Ah\, hermana\, mi querida y tonta hermana.

Miré hasta el final la decapitación de mi hermana, tenía que verla partir. Habíamos pasado juntas cada momento desde nuestra concepción y verla irse fue sentir como arrancaban parte de mi misma, mi corazón partiéndose y mi alma desgarrándose por la pérdida de mi otra mitad, la certeza de que ya no podía sentir su calidez, el dulce eco que me hacía notar que ella era, de alguna forma, parte de mi misma. Ya no estaba, mi dulce, tonta e ingenua hermana.

- ¡Kyah!

- ¡Corta a tajos!

- ¡Muerte a los traidores!

La garganta de la Reina destronada fue cortada y una ráfaga de gritos de alegría salió de todos lados. Mordí fuertemente mi labio inferior conteniendo los gritos, haciendo que brotara sangre de ellos.

Todo ha terminado. Murió mi hermana y ahora mis padres y yo compartiremos la misma suerte que ella.

- Decapita a la familia de la Reina destronada.

Era increíble lo poco que parecía importarle el terminar con la vida de la mujer que él mismo había condenado a la destrucción. La esposa que lo amaba murió. Durante cuatro años, mi hermana había ostentado el título de Reina y nunca fue nombrada emperatriz hasta este momento, había estado atada, con el título de ser pareja del emperador y al final había muerto. Finalmente, habían logrado cortar su cuello. Sin embargo, estaban tan tranquilos... Miré mi pecho mientras la tristeza se precipitaba junto con la rabia.

No podía respirar.

- Decapítalos de una vez.

Finalmente, me reí de la terrible orden, no había razón para no reír o llorar en el momento en que todo estaba terminado. Pero si uno no se volvía loco en esta clase de situación, era más anormal. Sonreí más brillantemente que nadie en el mundo, mientras apoyaba el cuello en la guillotina. Me habían quitado la otra mitad de mi alma, habían cortado el cuello de su alma gemela, su mejor amiga, su otra mitad.

Finalmente, al mirar al emperador que ordeno su ejecución y que había sido mi cuñado, se arrepintió.

- Si yo hubiera sido tu Reina...

Yo no era la clase de mujer que arriesgaba todo por el amor de un hombre, y tampoco era lo suficientemente impulsiva como para actuar de manera precipitada contra el emperador o algún otro noble. Entonces, si yo hubiera aceptado acudir a la prueba para convertirme en candidata a Reina. Habría encontrado una manera de evitar el trágico destino de mi familia.

Incluso hubiera buscado una forma de salir para siempre del palacio imperial, habría aceptado tener un hijo si era lo que se requería para que el fuera nombrado emperador y pudiera tomar represarías en contra de la marquesa Phayton.

- En este momento\, lamento mucho\, no haberme convertido en la Reina.

Había sido un error que mi hermana fuera a la competencia, aquel día que Caterina había posado sus ojos sobre el entonces príncipe heredero, se había enamorado a primera vista de él. Había sido un error que no tomó en cuenta, pero ahora era demasiado tarde como para arrepentirse o lamentarse. Ya todo había ocurrido y lo único que quedaba era esperar el frío tacto de la cuchilla sobre mi cuello.

No preste atención al sonido de la cuchilla que cayó en un instante con el propósito de acabar con mi vida, tampoco los gritos de piedad de mis padres al presenciar la muerte de su segunda hija antes de que llegará su turno; lo único que podía mirar era al hombre que todos llamaban emperador piadoso, arrepintiéndose una última vez mientras su odio aumentaba.

- Si tan solo pudiera volver a esa época\, si existiera algún dios que escuchara mi lamento... Nunca permitiría que mi hermana se convirtiera en tú Reina\, si pudiera volver\, los haría pagar a ambos lo que hicieron con ella y mi familia.

Y con ese pesar, la fría cuchilla corto mi cuello... Como antes, el sonido de los gritos de la gente reverberó en la plaza.

Con las últimas lágrimas que mi cuerpo pudo soltar, Yo Elizabeth a los veintidós años.

Fui asesinada por el emperador.

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¡Un saludo grande a todos! 

No estoy segura de si todavía hay gente esperando la actualización. Para los que seguramente no les ha gustado la pausa tan larga con la historia, no ha sido por abandonar. Encontré un trabajo que tenía una muy buena paga y mucha oportunidad de independizarme y también estoy sacando adelante mi estudio de diseño gráfico. Lo cual no es fácil. No soy ninguna niñita que tiene tiempo libre y de sobra y tengo un hijo que depende de mí. 

Actualmente apenas estoy teniendo tiempo para regresar a la escritura sin descuidar ni mis obligaciones, ni mi trabajo y tambien estoy cuidando a mi mama que se ha visto mal por más de un año. 

no hablaré de mi porque a pesar de que no he estado muy bien de ánimo eso no parece importar demasiado cuando se trata de actualizaciones. 

También perdí la información que tenía en este disco duro y estoy tratando de ir poco a poco con cada capítulo para darles una historia de CALIDAD. Algo que NUNCA planeo hacer es escribir sin sentido para después terminar la historia con un final mediocre o que la misma historia tenga un contenido mediocre. 

Tengo un calendario de eventos y como todavía no llego a tener todo el contenido de esta novela guardado me tomara un rato. Casi no estoy durmiendo pero espero poder tener todos los capítulos en mi archivo para volver a actualizar cuatro veces por semana durante un tiempo, luego de eso buscare tener un horario regular y establecido para no sobrecargarme y que ustedes puedan saber cuando hay nuevo contenido. 

Voy a colocar una imagen de referencia en los capítulos que hayan sido modificados. Espero que puedan seguirme en mis redes sociales y brindarme su apoyo. Siempre que sea sano y no tóxico. Las relaciones tóxicas no llevan a nada bueno y no planeo hacer caso a ningún comentario ni negativo ni insultante. 

Me despido, les doy un abrazo, un beso y muchos saludos a los que me siguen, están siguiendo o apenas me encontraron. ¡Happy new year 2024!

Un sucedo increible.

- ¡Ahhh!

Elizabeth se despertó gritando a causa del recuerdo de la guillotina tocando su cuello. Sin embargo, todo lo que podía ver frente a ella, era un escritorio de caoba hermosamente decorado con varios libros encima, pergaminos con anotaciones y un tintero con una hermosa pluma de pavo real esperando a ser usada, y sentada en la silla… Se encontraba ella respirando de manera agitada y con una mirada asustadiza. Permaneció varios minutos sentada, con una expresión aturdida, intentando ordenar los pensamientos que invadían su mente. Hasta que se dio cuenta de lo que realmente sucedía.

 - Yo definitivamente…-Murmuro para sí misma sin darse cuenta.

 Había muerto. La sensación que se cernía todavía con firmeza sobre su cuerpo le recordaba que hacía poco ella había caído en los brazos de la muerte.

 - Yo morí…-Dijo un poco más firme.

 Todavía podía recordar el toque de la fría cuchilla tocando su carne. Era un recuerdo muy aterrador que no podía evitar reproducir en su mente una y otra vez, Aquello no dejaba de provocarle escalofríos. Lo que era aún más sorprendente era la palpable sensación de miedo que todavía recorría su cuerpo. Aquello era exclusivo de los vivos. Elizabeth, quien había sido testigo de la muerte de su preciada familia, no podía aceptar esta situación tan fácilmente. No, ella no lo aceptaría.

 ¿Quién aceptaría fácilmente haber regresado de su propia ejecución?

 - ¿Cómo? Cómo…

 El simple hecho de que esas palabras sin sentido pudiera escucharlas a través de sus propios oídos, fue sorprendente para ella. Los muertos no podían oír. ¿Eso significaba que estaba viva? Movió lentamente las manos y tomo uno de los libros en el escritorio, paso una a una las páginas del libro. Veía los números aumentar a medida que las páginas pasaban.

 Sin embargo, seguía sin poder creerlo. Así que, finalmente decidió realizar una prueba absoluta y certera. Levanto su delicada y pálida mano suavemente y se golpeó la mejilla tan fuerte como pudo sin dudarlo por un instante.

 - ¡Auch! – Exclamo con los ojos abiertos.

 Sintió el dolor con el áspero sonido de la fricción. Mientras envolvía su mano sobre su mejilla ahora enrojecida y comenzaba a aceptar la realidad que la rodeaba.

 - Duele…

 Estaba segura. Ella estaba viva, pero…

¿Qué demonios…? ¿Cómo es esto posible?

Mientras miraba su cuerpo con ojos confusos, alguien abrió la puerta de repente.

 - ¡Elizabeth!

 Esa voz, aquella voz alegre que la llamaba definitivamente era…

 - Rina…

 - ¡Lizzie, estabas estudiando otra vez!

Caterina se acercó a su hermana gemela menor, con una mirada que mostraba que sabía que no podía detenerla. El cuerpo de Elizabeth, comenzó a temblar como si hubiera visto un fantasma y pregunto con una voz llena de incredulidad y sin podérselo creer.

 - Rina, en serio… ¿Eres tú Rina?

 - ¿Lizzie?

 Solo entonces, Caterina se dio cuenta de que su hermana estaba actuando extraño. Inclino la cabeza hacia un lado y pregunto.

 - ¿Qué sucede Lizzie? ¿Pasó algo?

 - ¡Ah Rina!

 Elizabeth abrazó a su hermana, sin esperar respuesta

 Hermana, Santo cielo, mi querida Rina está realmente frente a mí, ¡Viva! - Pensó para sí misma.

 - Dios mío, cómo es que esto…

 - ¿Lizzie? ¿Por qué estás actuando así?

 Caterina se sorprendió al mostrar signos de rechazo, y Elizabeth dejo de abrazarla con una expresión llorosa.

 Estoy muy segura de estar viva, mi hermana vive y yo también. Pero ¿Cómo es que estoy aquí de nuevo? ¿Soñé todo? No, es imposible tener un sueño tan vivido.

 Elizabeth, que no podía entender la situación, pronto escucho un sonido que la alerto.

- No lo haré Lizzie. Definitivamente\, ¡No pienso convertirme en la Reina!

 Justo en ese momento, la realidad la golpeo.

 Elizabeth sintió momentáneamente que recibía un fuerte golpe en su cabeza y tomo los hombros de su hermana, confundida y temerosa.

 - ¿Has dicho Reina?

 - Si Lizzie, nuestro padre quiere que una de las dos decida ahora que hacer. Tenemos que decirle nuestra respuesta para mañana.

 - Es ridículo…

 - ¿Qué quieres decir con eso? Tú y yo hemos estado discutiendo esto desde ayer, pero padre sigue presionando por una respuesta.

 Caterina sonrió alegre y le dijo a Elizabeth.

 - Estuve pensando Lizzie, creo que como tu hermana mayor debemos ser justas ambas con esto, así que… ¿¡Qué tal si decidimos con un sorteo!?

 - …

 Sin embargo, incluso con la pregunta de su hermana. Elizabeth, no tuvo respuesta. Cuando vio que su hermana abría de nuevo la boca para hablar, en ese momento Elizabeth hablo.

 - Hermana.

 - ¿Te gusta la idea Lizzie?

Elizabeth, con los labios temblorosos, pregunto una última vez para asegurarse.

 - ¿Tenemos 18 años? ¿No es así?

 - Hermana mía. ¿Alguien tan inteligente olvido su edad tan repentinamente?

 Caterina desprecio la pregunta de su hermana, con un tono que mostraba lo absurdo de su pregunta.

 - Celebramos nuestro cumpleaños, no hace mucho. ¿Por qué estás así hoy? ¿Leíste demasiados libros y tu cerebro se ha secado?

 Elizabeth encontró la broma de su hermana incomprensible, porque su mente estaba en medio de un caos y conflicto interno. Su hermana fue elegida como la siguiente candidata a Reina, en aquella selección ella tenía 18 años. Y si eso era así, posiblemente ahora mismo…

 - Regrese a cuando teníamos 18 años…

 Caterina miro extrañada a su hermana, al escucharla murmurar algo.

 - ¿Qué?

 Caterina pregunto, no tenía idea de lo que estaba pasando, para ella su hermana estaba actuando diferente de lo normal, pero su hermana, sin darse cuenta, seguía murmurando para sí misma.

 - Regresión… ¿Es posible? ¿Acaso regresé al pasado?

 - ¡Lizzie, basta de tonterías!

 Caterina abrió mucho los ojos al ver a su hermana tan aturdida sin motivos.

 - Está verdaderamente rara el día de hoy ¿Todavía no te despiertas del todo?

 - Aja…

 Fue en ese momento cuando Elizabeth volvió a la realidad. No tenía sentido, pero no ganaba nada con negarlo. En este preciso momento tenía 18 años y había regresado al pasado.

 Era el momento que había anhelado mientras observaba el cuerpo falto de ganar de vivir de su hermana hincado frente a la guillotina, entregada por completo a la muerte.

 Era justo donde el emperador seleccionaría a su próxima candidata a Emperatriz.

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Nuevamente un arreglo. Si bien no son muy notorios poco a poco ayudara a la fluidez de la historia. Recuerden que a partir de ahora todas mis novelas y actualizaciones de capítulos tendrán un banner de diseño personalizado para cada novela. Donde podrán constatar que efectivamente ese capítulo ha sido editado y arreglado. Posiblemente me tarde un poco, apenas estoy editando el capítulo 5 y la verdad quiero llegar a tener 50 de los capítulos listos para editar en Word y 10 listos para poder tener un horario de actualización constante que pueda complacerlos. Son 80 capítulos por lo cual tengo mucho todavía que leer y mejorar para poder darles no solo la calidad, también el drama y romance que ustedes merecen.

Para los que vienen llegando y los que ya han pasado por aquí. No soy fan de dar finales felices a quienes cometen errores, el romanticismo a una persona que ha hecho daño no está en mi sangre. Cada persona comete errores y debe aprender a enfrentar las consecuencias. Tengan eso en mente a la hora de leer esta novela.

Sin más que agregar, los invito a seguirme en mis redes sociales. No estoy actualizando muy seguido debido a mi determinación de colocarme al día con esta novela. Por lo cual pido paciencia, reacciones y apoyo. Sobre todo, apoyo, encontraran que los lectores que elijan este camino encontraran mucha satisfacción a lo largo de mi trayectoria.

Si buscan leer algo para pasar el tiempo, los invito a leer Nigromante: El regreso del amante perdido. Una novela de fantasía que está llena de drama, acción y amor. Un amor que trasciende la misma muerte.

 

Charlas & Decisiones.

Aunque tuviera conocimiento de muchas cosas, gracias a los libros que leía constantemente. Nada de eso podía prepararle para el hecho de la ridícula situación en la cual se encontraba. Había regresado a cuando tenía 18 años y no podía negarlo, su hermana mayor estaba de pie frente a ella, mirándola con ojos preocupados.

En ese momento recordó uno de los últimos recuerdos de su vida pasada.

Mi Rina, mi preciosa hermana que se retorcía del dolor por querer ser amada, acabo miserablemente con su vida, todo por la avaricia de un hombre que nunca la amo y de una mujer que deseaba un puesto que no le correspondía.

Si Dios se apiadó de nosotras hermana, y nos dio esta última oportunidad… Entonces yo… -Pensó ella con anhelo.

- Hermana.

- ¿Sí? ¿Qué pasa\, Lizzie?

- No hay necesidad de hacer nada como eso.

Nunca dejaría que la tragedia por la cual acababa de pasar se repitiera.

- ¿Por qué?

Mientras miraba a su hermana preguntando de manera inocente, Elizabeth sonrió con amargura.

- Yo lo haré Rina.

No dejaré que vayas tú, esta vez sí una de las dos debe convertirse en Reina, seré yo.

Caterina, no podía entender realmente a su hermana menor. Claramente, el día de ayer e incluso un poco antes, había hecho una rabieta por no querer convertirse en candidata a Reina. Pero ahora estaba frente a ella, como una persona completamente diferente, afirmando de repente que ella se convertiría en la candidata a Reina de la familia. ¡Su opinión había cambiado radicalmente! Para ella, el cambio de su hermana era incomprensible. Pero, de todos modos, se alegraba de no tener que asistir como candidata. Sin embargo, no sabía cuándo su hermana podría cambiar de opinión, por lo cual decidió confirmar que estaba segura.

- ¿Estás segura Lizzie?

- Sí.

- ¿No vas a cambiar de opinión?

Elizabeth respondió sin ninguna duda y con un tono firme

- No pienso cambiar de opinión nunca Rina.

- ¡Oh! Está bien.

Caterina miro a su hermana, quien parecía mareada, pero tenía una mirada grave y determinada. Luego la vio sonreír mientras tomaba su brazo y le respondía.

- Vamos al estudio. Necesito decírselo a nuestro padre.

El marqués Gaminor cumpliría pronto 42 años, estaba profundamente preocupado por la competencia que se llevaría a cabo para el puesto de Reina y posible emperatriz, él no deseaba estar involucrado en los asuntos imperiales, pero ahora, gracias a la selección de la compañera del emperador, ahora una de sus hijas tenía que ser enviada ante el futuro rey y emperador del imperio. Su hija mayor, Caterina, no parecía una buena opción para llevar al palacio. Su personalidad no encajaría con la corte real y no le sentaba bien enviar a su hija menor. Era un padre preocupado por el futuro de sus hijas, si alguna llegaba a ganar aquella competencia eso lo haría vivir preocupado por la clase de vida que deberían afrontar si alguna era seleccionada.

Mientras seguía reflexionando en alguna solución sin llegar a nada, alguien llamo a la puerta de su estudio.

- ¿Quién es?

- Somos nosotras\, papá

- Oh\, pasen.

Saludo a sus dos hijas con cariño y afecto, dejando de lado sus preocupaciones. Tenía curiosidad por saber por qué habían venido a visitarlo a esta hora tan tarde. Pero en lugar de interrogarlas en ese instante, sirvió un poco de té.

Luego de dejar algo de té caliente de Rosas en la mesa, preguntó el motivo de su visita.

- Entonces niñas\, ya es muy tarde\, ¿Puedo saber por qué no están dormidas?

Elizabeth miró a su padre tomando un sorbo de su té

- Tenía algo que contarte\, padre.

El rostro de Elizabeth de alguna manera parecía emocionado, mientras tomaba un par de galletas para comer con su té. El marqués miró a sus hijas, inseguro de las circunstancias que las había llevado a ir a su oficina, así que intento adivinar.

- Seguramente algo bueno debe haber sucedido.

Sonrió ampliamente viendo a sus hijas tomar sorbos de su té.

-Padre, Lizzie quiere convertirse en candidata a Reina.

- … ¿Es eso cierto?

- Si\, padre.

Elizabeth respondió con una expresión tranquila mientras dejaba su taza de té en la mesa de cristal y respondió en voz baja.

- Hmm…

- Lo haré.

Es mejor así

Pensó el Marqués Gaminor. El carácter de Rina era, de hecho, inadecuado para el estricto palacio, ella era demasiado soñadora, demasiado impulsiva e incontrolable para la etiqueta imperial, por eso, se sintió aliviado al saber que Lizzie, su querida hija menor había decidido ir por su propia cuenta.

Sin embargo, eso no le permitía relajarse, cada una de las candidatas tenía la misma posibilidad de convertirse en Reina, nadie sabía a ciencia cierta qué pasaría al final de la selección y justamente por eso, se encontraba atado de manos.

No podía ir en contra de la orden imperial, pero tampoco deseaba que una de sus hijas fuera coronada como emperatriz.

Aun así, pese a sus inquietudes, respondió con voz tranquila.

- Entonces elegiste ser la voluntaria.

- Si\, padre.

Absorto en sus pensamientos, después de escuchar la respuesta calmada de su hija Elizabeth. Hablo con Caterina brevemente.

- Rina\, ya es tarde y debes ir a dormir. Necesito hablar a solas con tu hermana\, ve a descansar.

- Si papá\, buenas noches. Nos vemos mañana Lizzy.

Con una voz animada, Elizabeth les deseo buenas noches y salió del estudio dejando a ambos solos. El Marqués separó lentamente los labios mientras vaciaba la tetera, aún caliente sirviendo otra taza de té para ambos.

- Lizzie\, quiero que seas sincera conmigo. ¿Realmente quieres ir?

- Si\, padre.

- Estoy bastante desconcertado. Este padre tuyo recibió una clara negativa de ambas ante la noticia ¿Por qué de repente cambiaste de opinión?

El Marqués le preguntó aquello, mientras miraba profundamente a los ojos marrones de Elizabeth.

-¿Puedes decirme si hay una razón específica? – insistió.

Elizabeth suspiro.

- No es una elección\, es una orden del palacio imperial\, padre no tiene el poder para negarse a las órdenes del palacio. Solamente decidí\, que\, si una de las dos debía ser la candidata a Reina\, yo estaba más calificada para el puesto. Mi hermana no encaja con el palacio imperial\, de hecho\, ninguna encaja con la

etiqueta del palacio, pero puedo adaptarme más fácilmente que mi hermana.

En el imperio era obligatorio que solo una hija de cada familia, poseedora de los títulos de Conde o superior, y entre los 18 a 20 años asistiera a la competencia para convertirse en la Reina. No hacerlo sería desacato imperial.

Elizabeth preguntó.

- ¿Querías que fuera mi hermana?

Ella preguntó con su corazón latiendo nervioso, pero afortunadamente, la respuesta no fue la que ella más odiaba.

- No. De hecho\, esperaba que fueras tú\, confío más en tus capacidades.

- … Es eso así.

- No quiero enviar a ninguna de mis hijas a la prueba\, pero no puedo evitarlo. En esta difícil situación\, lamento no poder ahorrarles esté problema.

- Sé que padre prefiere que tengamos una vida tranquila\, por lo cual no debes disculparte.

No se dijo más nada. En su posición de Marqués, se sentiría más aliviado si tuviera a su hija más tranquila como la Reina. No se presentaron quejas ni recelos sobre este puesto. Elizabeth preguntó.

- ¿Tengo que ir al Palacio Real en una semana?

Las cinco elegidas a esposa del príncipe, tenían que reunirse en el palacio para la competencia en una semana. Y una de ellas se convertiría en la Reina. Su padre, asintió en silencio y pronto hablo con voz trémula.

- Pareces tranquila y despreocupada Lizzie. No sé por qué\, pero… Parece como si estuvieras acostumbrada.

Ella se rio sin decir ninguna palabra.

Fue el recuerdo doloroso de nuestra vida pasada, lo que me llevo a cambiar tanto. - Ella no podía decir aquello\, pero tampoco deseaba mentirle a su padre.

- Creo que tal vez me preparé en un sueño\, supongo.

- Es la respuesta más tonta que mi hija pudo darme. – Respondió con una sonrisa algo más relajada.

 Su padre rio y ella habló para informarle.

- Volveré después de ser descalificada\, padre. No tengo intenciones de ganar la competencia. No aspiro a convertirme en esposa del príncipe heredero.

 Las candidatas eliminadas, regresarían a sus vidas sin ningún cambio aparente, serian libres de casarse con quien ellas quisieran y llevar la vida que desearan. En su anterior vida, Elizabeth no deseaba una posición de alto rango, a ella nunca le intereso ser Reina o parte de la familia imperial. Pero ahora, era importante que ella fallara.

 Casarme con un hombre que en otra vida fue mi cuñado, eso no tiene ningún sentido para mí, es moralmente es incorrecto. Y casarme con el hombre que asesinó a mi familia y me dio muerte, es todavía peor que lo anterior.

 Para Elizabeth, era imposible mirar de una forma amistosa al hombre que en otra vida los había destruido.

 Ella sonrió mirando a su padre.

 - ¿No te gusta la idea?

 El hombre negó con una gran sonrisa en su rostro.

 - No, asegúrate de fallar y regresar a casa, eso hará a este padre tuyo infinitamente feliz.

 Su padre se acercó mientras besaba su mejilla y le respondía abrazándola.

 - No quiero enviar a mi princesa con ningún hombre todavía, permítele a este padre consentirte un poco más.

 - Entonces, haré lo mejor que pueda por fallar, padre.

 - Por favor hazlo. Permíteme disfrutar de tu compañía por muchos años más.

 Lizzie se despidió de su padre dándole un abrazo, un beso y regreso a su dormitorio. Al acostarse en la cama no pudo evitar pensar en voz alta.

 - Dos horas después de mi retorno y ya he cambiado el curso de los eventos pasados, originalmente Rina se habría ofrecido después de perder en algún juego de azar.

 Se mordió los labios con fuerza, sin darse cuenta.

 En el pasado, ninguna de las dos deseaba ser la Reina, ambas sabían de los peligros que involucraban esa posición y ninguna era tan ambiciosa como para desear entrar en el palacio imperial. Para ellas, que habían crecido en una familia llena de amor y afecto, lo más crucial era encontrar a alguien que pudiera amarlas tanto como sus padres se amaban el uno al otro.

 Y su hermana... Ella siempre había sido alguien que se dejaba influenciar a menudo por la vida de cuento de hadas. Rina siempre había soñado con tener una vida parecida a alguno de esos cuentos fantasiosos y esperaba a un príncipe en un blanco corcel. Para Lizzie, la posición de Reina era como un matrimonio arreglado y aquello no era lo que ella deseaba.

 - Incluso si tengo que ser candidata a Reina.  Eso no significa que deba esforzarme por convertirme en la ganadora.

 En el pasado, fue su hermana quien gano, pero las circunstancias no serían las mismas esta vez y las probabilidades de ganar eran tan reducidas como las de cualquier otra candidata… Y si ella no colocaba el esfuerzo necesario...

 No tenía por qué vivir en el palacio. Ella no quería tener que vivir en aquel lugar.

 - De todos modos, aun si milagrosamente gano y debo ser la Reina, está bien siempre que mi familia pueda ser feliz. Tendré que enfrentarme al Rey y buscar ganar cada pelea, este sacrificio significa que todos continuaran viviendo sin preocuparse. Es mejor eso que rehacer todo el caos del pasado.

 Todavía no han pasado cuatro años.

 El futuro se puede cambiar, ya lo he hecho y lo haré en el futuro pase lo que pase. Era imposible ver que sucedería con los cambios que ya se han hecho, pero sé qué hacer para evitar a toda costa la tragedia del pasado. Debo usar todas mis fuerzas para asegurarme de que no suceda. Esta vez puedes esperar un final feliz para ti hermana mayor.

 - Me aseguraré de ello esta vez.

Ella ya lo había decidido.

 A medida que pasó la semana, se revelaron los nombres de las cinco elegidas para Reina. Lady Mariella del Marqués Brindgeston, Lady Greya del Conde Ancaydo, Lady Camile del Marqués Divaru, Lady Titania del Duque Vasili y finalmente ella misma.

 Originalmente, la destinada a convertirse en Reina había sido Lady Titania, pero por alguna razón desconocida su hermana la había vencido y tomado el lugar de compañera del príncipe heredero. La ley del imperio decretaba que el príncipe sería considerado Rey y emperador hasta que tomara a una compañera que asumiera el cargo de Reina como candidata y luego la Reina debía ganarse el favor del pueblo para ser coronada como emperatriz.

 Elizabeth no estaba interesada en eso, ella solo deseaba fallar y regresar a casa lo antes posible, pero tampoco esperaba demasiado. Esto era debido a los acontecimientos del pasado.

 Debo estar preparada para el peor resultado.

 Finalmente, el día que Elizabeth debía ir al palacio había llegado. Caterina tomo la mano de su hermana, sin querer soltarla, con lágrimas en sus ojos.

 - Lizzie, no importa más nada, solo tienes que regresar sana y salva ¿De acuerdo?

 La mirada de Elizabeth se profundizó mientras recordaba el pasado que se superponía con el presente.

 Hace tres años en el pasado, yo le había dicho las mismas palabras a mi hermana. Me había aferrado con fuerza a su mano, mientras ella se preparaba para partir. Le dije que tuviera cuidado, al final, regreso convertida en Reina.

 Elizabeth se rio por aquel recuerdo amargo.

 - Te voy a extrañar Rina.

 - Yo también Lizzie. Nunca hemos estado separadas tanto tiempo…

Otros podían decir que no sería mucho problema, nada más sería una semana.

 Pero la voz de Caterina se apagó cuando dijo eso, desde el momento en que habían estado en el vientre de su madre y hasta este momento, nunca se había separado, habían estado juntas durante 18 años. Para estas dos hermanas, era la primera vez que pasaban tanto tiempo sin la presencia de la otra. Elizabeth sostuvo a Caterina en su abrazo, como si fuera un bebé, suplicando a su hermana en un susurro.

 - … No puedes venir al palacio, ¿De acuerdo?

 Dijo esas palabras preocupándose demasiado. Caterina había dicho que no quería convertirse en Reina y que se aseguraría de que la dejaran regresar, pero luego se había enamorado del príncipe heredero solo con verlo, e hizo todo tipo de esfuerzos para convertirse en su esposa.

 Por supuesto, ahora ella era la candidata a Reina, pero nunca se sabía. No había nada de malo en tener cuidado, Caterina se rio entre dientes ante su petición.

 - Seguro que eres tonta… ¿Parezco tan estúpida? No planeo arruinar a mi hermana menor y mi familia, así que no te preocupes.

 - … Okay.

 Finalmente, Elizabeth le dio una palmada en el hombro a su hermana y se despidió de sus padres.

 - Volveré pronto.

 - Sí Lizzie. Como dijo tu hermana, vuelve sana y salva.

 - Sé que todo saldrá bien, hija mía.

Las voces de sus padres estaban tan llenas de preocupación, y al oírlos, Elizabeth pensó que podría romper a llorar. Fue en ese momento cuando la llegada de los cocheros la salvó de tal vergüenza. Finalmente, ella, que había estado abrazada a sus padres. Abordó el carruaje hacia el palacio real.

 Ese era el comienzo para escribir un pasado diferente… Era el inicio de su nuevo futuro.

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