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Lorelain

Respirar

Lorelain

Un amor verdadero…

...Epígrafe...

^^^Con el tiempo se entiende que hay amores que nos dañan, y otros que nos brindan la mejor compañía hasta el final de nuestros días. ^^^

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...Dedicatoria...

^^^A mis padres a quienes me hubiera gustado mostrarles cada uno de mis escritos. A mi hija, para quien habitualmente van mis dedicatorias, y a mi familia en general, sin ellos nada sería posible. ^^^

^^^DMVM^^^

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...Prólogo...

Lorelain había cometido el mayor de sus errores al creer que Antón era un escape a tanto maltrato psicológico sufrido al lado de sus padres. Aquella madrugada de besos y promesas ella aceptó la petición de aquel hombre guapo, quizás aquel torbellino de emociones ocasionado por las hormonas de la adolescencia fueron las culpables de aquel fatal error. En ese momento ella pensó que al escaparse con él dejaría atrás tanto dolor, pero lo que ella no sabía era que nada se arreglaría por cambiar de hogar.

A veces pensamos que lo sabemos todo y luchamos por conseguir aquello que creemos es lo justo para nuestro subsistir. Era esa la manera de pensar de la protagonista, quien ha vivido una vida complicada prácticamente desde que nació.

Desde el inicio de la historia notarás como ella va cambiando su manera de pensar, quizás porque su vida va tomando otro rumbo luego de tomar algunas decisiones que incluso le pueden costar la vida.

Esta historia está cargada de dramas constantes, pero también de reflexiones y decisiones tomadas por ella, quizás sea un poco tarde, pero aun válidas para darle un giro completo a su vida. Es por eso que debemos de recordar que nunca será tarde para reaccionar, tal vez Lorelain, está a tiempo de encontrar esa paz que da vivir en libertad.

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Nota de la autora...

¡Hola! Antes de que inicies la lectura de mi novela quiero comentarte algunas cosas.

Después de mucho tiempo sin escribir por problemas personales, decidí terminar la edición completa de la historia, esto no quiere decir que no contenga ningún error, por eso les pido disculpas si se me ha escapado alguno.

1- Esta historia trata de la vida de una joven que tomo malas decisiones en su adolescencia y aunque ya están en el pasado, estas le traerán problemas a su presente ¿Será que al final logrará realmente ser feliz? Hoy yo te invito a averiguarlo mientras lees mi novela…

2- Su contenido va cargado de amor, desamor y un final inesperado.

3- Hay bastante tensión durante toda la trama, donde se tocan temas como el secuestro, el maltrato tanto físico como psicológico y la superación personal.

4- Tiene contenido sexual, pero nada fuera de lo normal.

5- Esta historia fue escrita en pandemia. Espero que te guste la trama y que me apoyes con los likes y los comentarios.

Inicio del primer capítulo: abril de 2022

Inicio de la primera edición y corrección: 25 de julio de 2023

Gracias de antemano por regalarme unos minutos de tu tiempo para leerla, está escrita con mucho cariño para quien la lee.

Contemos algo antes de iniciar esta historia…

Lorelain estaba tan herida que solo deseaba algo en la vida: «Su libertad» Ella conocía la soledad hasta la raíz de la misma palabra, quizás fue por tanto sufrimiento que ella decidió quedarse sola, de la misma manera en la que había vivido durante tanto tiempo. Aquellos años al lado de su pareja fueron los más tristes y solitarios, realmente nunca se sintió acompañada. Ella aprendió a disfrutar de esa soledad hasta que la hizo su única compañía. Aprendió el arte de dibujar y pintar, y de esa manera se convirtió en la mejor pintora de sus propias líneas, esas que se forman a lo largo del camino de la vida.

De repente…

Una mañana de junio, Lorelain despertó temprano como de costumbre y al levantarse miró a su compañero de vida, quien dormía plácidamente a su lado. Mientras ella estaba sentada en la cama, se preguntó: —¿Qué hago aquí? ¿Qué sentido tiene mi vida junto a ti? ¿Que eres para mí? ¿Qué es lo que quiero en realidad? —. Luego de responderse una a una aquellas interrogantes se levantó, y recogió sus cosas que durante tantos años estuvieron junto a las de él, además se dio cuenta de que no lloraba mientras lo hacía, realmente sentía paz, aunque muy en el fondo había un poco de miedo a su reacción, pero ya no le dolía pensarse sin él. Lorelain escribió una nota donde decía: —“vive tu vida, esa que tanto te apasiona y deseas que yo viviré esta que tanto me diste, llamada soledad, pero lejos de ti y en libertad”

Un rato después…

Ella sale por aquella puerta sin ningún tipo de despedida más que el último beso, aquel que ya ni recuerda cuando fue. Era tanta la apatía en la que se había convertido su relación que le daba lo mismo si había besos o no. Siempre pensó que el día que dejara a Antón lloraría, pero se sorprendió al ver que eso no le pasó cuando salió por aquella puerta, además se dio cuenta de que sintió alivio en vez de dolor. Aquel lugar se había convertido en una cárcel, no solo de cuerpo, sino también de mente y corazón. Al mirar al cielo que aún estaba lleno de los colores del amanecer, ella pensó: «Antón se ama tanto que solo piensa en él». Realmente era triste para ella pensar que su único compañero de vida durante tanto tiempo, solo se quería a él mismo.

Ella sabía que…

Hacía mucho tiempo había pasado por la etapa de duelo que deja una separación, y lo más extraño para ella fue darse cuenta de que la vivió aun estando con él. Esta mañana por fin tomo la decisión de dejarlo, quizás porque no estaba dispuesta a pasar ni un minuto más bajo su sombra. Y es de esta manera que ella inicia una travesía que quizás le pueda costar la vida, esto es algo que ella tiene claro, tal vez porque sabe con quién se casó.

Antón...

Unas cuantas horas después de que ella se marchó, Antón se despertó. Ya era casi mediodía, aunque esa era una hora normal para él despertarse luego de haber llegado en la madrugada pasado de tragos. Realmente él hacía esto cada vez que salía con sus amigos y Lorelain no podía decirle o reclamarle nada.

Al levantarse lo primero que hizo fue llamarla y al ver que no venía salió de la habitación y la buscó por toda la casa. Estaba desnudo como siempre, pero no porque ellos hubieran hecho el amor, sino porque a él le gustaba dormir así. Ellos hacía mucho tiempo que ni se tocaban. Lorelain era como su prisionera o un adorno de la casa. Ella se decía así cada vez que se miraba al espejo.

Antón revisó por todas partes, pero no la vio, entonces llamó a la Sra. que hacía la limpieza y le preguntó por Lorelain. Ella le respondió: «cuando llegué la Srta. no estaba». Antón marco a su móvil, pero para su sorpresa sonaba dentro de la casa, con rabia lo buscó y fue justo en ese momento que vio la nota, la cual tomó para leerla y al hacerlo se molestó, su rabia era tanta que la arrugó y la tiró contra la pared junto con el móvil de Lorelain.

Entonces…

¿Qué era lo que quería Antón de Lorelain? Se le notaba lo molesto que estaba porque ella se había marchado, pero él se había olvidado de ella desde el primer año que empezaron a vivir juntos, a tal punto que ya ni la miraba, tampoco la tocaba, realmente no le decía nada, y ni siquiera la quería. Ella era un objeto más de esa casa. Durante más de nueve años fue así. La realidad es que él la tuvo y nunca le importó, entonces ¿por qué ahora se molestaba? Si ella simplemente era una mancha en la pared para él…

Ahora si acompáñame a leer esta historia…

...Capítulo 1...

...Respirar...

Era una mañana de junio, aparentemente el día más hermoso en la vida de Lorelain quien miraba todo con asombro camino a la estación del tren, como si fuera la primera vez que estaba en aquella ciudad, cuando realmente había vivido en Londres por más de nueve años.

—Srta. ¿Es usted nueva en esta ciudad? —le ha preguntado el chofer del taxi.

—¡Prácticamente sí! —le ha respondido una Lorelain alegre y angustiada a la vez, quizás porque deseaba que aquel coche llegara pronto a la estación.

Las calles estaban abarrotadas de personas que corrían de un lado al otro para no llegar tarde a sus puestos de trabajo, y no era para menos, era lunes, inicio de semana, un día que todos odian y pocos aman. Aunque a ella le daba igual porque nunca había sufrido de ese mal llamado trabajo.

Al llegar a su destino se ha bajado del coche sosteniendo su sombrero color crema que hacía juego a la perfección, con su ropa de verano; justo en ese momento ha mirado hacia atrás, quizás porque le es imposible no pensar en él.

—¡Seguramente ya sabe que me he marchado! —pensó en voz alta.

—¿Ha dicho usted algo? Srta. —le ha preguntado el chofer creyendo que era con él, que ella hablaba—. Aquí tiene su cambio Srta. —aquel Sr. La observaba de una manera extraña mientras le entregaba el dinero que le había sobrado.

—No, disculpe, se me ha escapado un pensamiento. ¡Muchas Gracias! —le ha respondido al enderezar su cuerpo para dirigirse a la estación.

Muy en el fondo ella sabía que debía agradecerle a Dios, por haber tomado esta decisión, incluso por hacer todo temprano esta madrugada, porque de otra manera él no la habría dejado salir de aquella casa donde era prácticamente una prisionera. Seguramente intentaría retenerla y sería una más de las tantas peleas que tenían a diario.

Con cada mirada perdida en la nada había un pensamiento en todo lo que dejaba y lo que estaba por venir en su vida, ella era consciente de cada cosa que le pasaría luego de entrar por la puerta de la estación, pero aun así estaba dispuesta a intentarlo todo por conseguir su libertad.

Era la primera vez que Lorelain entraría a ese lugar. Aunque ella aún no tenía muy claro todo lo que debía hacer, eso no la frenaba. ¡Ella realmente no temía! Tal vez porque sus ganas de marcharse eran mayores que aquella angustia que le generaba el cambio. Con esa misma fuerza ha respirado profundamente mirando en dirección a aquella edificación tan grande que había frente a ella, quizás quería darse seguridad antes de caminar en dirección a la entrada.

Ella estaba tan emocionada cuando atravesó las puertas de la estación King´s Cross, que sin querer se ha tropezado con una de las bancas que se encuentran en aquel lugar. Eso le ha generado un dolor conocido, haciéndola inclinarse un poco para revisar si se había golpeado tan fuerte como para que le saliera otro morado. De repente se ha tocado por instinto en el último que tenía en la pierna izquierda, aunque realmente todo su cuerpo estaba lleno no solo de morados, sino que también tenía unas cuantas cicatrices generadas por cada golpe, patada, o lanzada de objetos que él le había ocasionado cuando llegaba pasado de tragos.

Al enderezar su cuerpo, una lágrima se le había escapado, la cual ha limpiado rápidamente. Ella sabía que no le sería fácil olvidar todo lo vivido al lado de su expareja, porque no solo fueron aquellas marcas dejadas en su piel, sino que también está todo el daño psicológico, el cual la había convertido en nada, haciéndola pensar que no valía como mujer, incluso que no servía. Además de todo eso estaba el hecho de que para él ella siempre tenía la culpa de todo, hasta de sus dolores de cabeza.

Aquel lugar era todo un reto para ella, aunque sus inseguridades empezaban a aparecer, haciéndola dudar por unos segundos de aquella decisión que había tomado. Ella sentía que Antón estaba en su oreja diciéndole mil cosas para invalidar cada paso que daba. Cuando realmente era el miedo que le tenía a él, lo que la hacía sentirse así. De repente tomo aire mientras agarraba fuertemente su maleta, para continuar caminando hasta llegar al puesto de información. Luego de hablar con la joven, por fin sabía a donde debía de ir, y que era lo que tenía que hacer para poder abordar el tren, aunque aquel viaje no había sido algo de último momento, temía cometer un error.

Lorelain tenía meses preparándose mentalmente para este viaje. Ella sabía a qué país debía huir, y todo lo que tenía que hacer al llegar al mismo, pero lo que no sabía era que vendría después y ese era su gran temor, uno que unido al resto de sus emociones la tenían nerviosa, quizás porque estaba experimentando las mismas que había sentido cuando se fue de la casa de sus padres hace años. Aquella aventura le había costado su paz mental. Aunque ahora había una diferencia, la cual ella tenía bien clara, y era que Antón no era como sus padres, porque ellos jamás la buscaron, él, en cambio, la matará en lo que la encuentre. Porque nadie deja a Antón, él las deja a todas.

Con ese último pensamiento, y ticket en mano, se dirige al andén \# 6 de la estación para abordar su tren, uno que la llevará a su nueva vida. Aquel país es un lugar que odia, pero ella muy en el fondo sabe que fue su mejor decisión, quizás porque piensa que él jamás la ira a buscar en Escocia.

Maravillada ha mirado toda la estación, en un giro de casi 360 grados, y no era para menos, quizás porque en aquel lugar había muchas personas subiendo y bajando de los trenes, quienes seguramente tenían diferentes destinos. Irónicamente al verse en medio de ese torbellino de gente se sentía en libertad.

Aquella Joven de cabellos rubios, ojos marrones, tez trigueña, estatura medianamente normal, y quien además tenía un corazón tan puro como su alma, deseaba gritar a todo pulmón dentro de aquel lugar por las emociones tan intensas que sentía, pero sabía que no podía porque a su alrededor había mucha gente y no debía llamar la atención.

Luego de caminar y mirar todo en aquella estación, abordo el vagón, el cual también observó maravillada antes de sentarse en su asiento cerca de la ventana. Su sonrisa aumento luego de sentarse, quizás porque ya respiraba aires de tranquilidad. Ella sentía tantas emociones juntas en ese momento que le era imposible saber cuál era cuál. Lorelain no salía de Londres desde que llegó por primera vez de la mano de Antón, una mano que la invitó a vivir una vida maravillosa, una que además prometía mucho y realmente le dio poco, pero hoy ella estaba segura de algo y era que este día jamás lo olvidará.

Lorelain estaba tan sumergida en aquel momento que llegó a pensar que estaría sola durante el viaje. El cual duraba un poco más de cuatro horas, aunque realmente le gustaría estarlo, eso no fue posible, ya que junto a ella se había sentado alguien más. A quien no miró quizás por miedo o tal vez porque estaba sumergida en sus pensamientos, unos que llevaban emoción a montones, era mucho lo que tenía que procesar en su mente.

El tren ha salido de la estación justo a las 8:00 de la mañana, con destino al pueblo de Dundee, en Escocia, país que la acogerá por algún tiempo o quizás la vida entera, uno que ella había decidido odiar hace más de 20 años atrás luego de ver una película realizada en aquel lugar.

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Su compañero de viaje dormía prácticamente desde que subió al tren, mientras ella estaba despierta observando los paisajes con emoción, unos que se iban asomando ante sus ojos al pasar por cada trayecto. Realmente cada uno era más hermoso que el otro. Habían transcurrido dos horas de viaje, y Lorelain deseaba con ansias ir al baño, pero le daba pena despertar al pasajero misterioso que cubría su rostro con una gorra de los Yankees de Nueva York, eso le dejaba claro que él era fanático de ese equipo. Luego de mirarlo para cerciorarse que dormía, se ha levantado y con mucho cuidado paso dándole la espalda a aquel hombre, quien justo en ese instante decidió moverse para acomodar sus pies, provocando con eso que ella cayera sobre él.

Una Lorelain apenada se levantó rápidamente y sin decir ni una sola palabra salió corriendo al baño. Su pulso se aceleró tanto que le era imposible no escucharlo. Al llegar al baño ha cerrado la puerta y se apoyó en ella. Mirando hacia arriba sonreía al imaginar aquel momento vivido. Cuando por fin sus pulsaciones se tranquilizaron miró todo su entorno con curiosidad. Realmente en aquel lugar había mucho modernismo para ella, quien aún usaba un móvil que solo mandaba mensajes de texto, y no uno moderno con WhatsApp. Cuando ya había utilizado el baño, revisó cada una de sus partes, pero su mente estaba pensando en lo que haría para evitar sentarse nuevamente junto a aquel hombre. Ella no deseaba estar a su lado luego de haberse sentado sin querer en sus piernas.

Ese momento fue tan incómodo para ella que deseaba que la tierra se la tragara antes que volver a sentarse junto a él. Luego de analizar la situación entre sus posibilidades estaba la de quedarse en el baño mientras pasaban las próximas dos horas, algo que era imposible porque había alguien justo en ese momento tocando a la puerta. La otra seria pedir cambio de asiento, pero no sabía si eso era posible.

Ella sabía que debía de salir porque no tenía otra opción. Entonces mirándose al espejo, ella se ha dicho: «Si te has escapado de Antón, también puedes enfrentar esta situación» Ha respirado profundo para luego acomodarse su vestido de color crema y flores rosas antes de salir para afrontar aquel momento.

Mientras caminaba miraba a todos lados en busca de un escape, pero sabía que no tenía otra alternativa más que pedir disculpas y sentarse nuevamente junto a la ventana, al lado del hombre que la miraba de arriba a abajo mientras ella caminaba por el pasillo de aquel vagón. Su pecho subía y bajaba porque su respiración no era normal. En ese momento por su mente pasaron mil cosas entre ellas que su ropa no cuadraba con la época, estaba muy consciente que no compraba desde hacía años algo acorde para esta estación, realmente estaba desactualizada hasta en la manera de expresarse, pero jamás se le ocurrió pensar que él la estaba admirando en vez de mirarla feo por su vestido.

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Lorelain estaba más nerviosa que antes al pararse frente a él, luego de que él la mirara de aquella manera, aunque ella se había imaginado durante el camino lo que le diría, las palabras no le salían. Ella realmente estaba dispuesta a hablar, pero no contaba con que sería aquel hombre quien le hablaría primero.

—¡Disculpe! Acaso ¿Nos hemos visto antes? Tal vez solo estoy confundido o usted se me parece a alguien más. —le ha dicho con una sonrisa de oreja a oreja y sin dejar de mirarla.

Ella se sentía incómoda, quizás por el momento e incluso por su manera de verla.

—¡Qué pena con usted! Sr., le pido disculpas por lo que ha sucedido hace un momento, realmente no recuerdo que lo conozca de algún lugar. —le ha dicho Lorelain a un hombre que la miraba sin cesar.

—¡Tranquila! No se preocupe, es algo que también me pudo pasar a mí, ahora soy yo quien debe pedirle disculpas por confundirla con alguien más, aunque viéndola bien, es usted una mujer muy hermosa como para parecerse a otras. —la miraba serenamente mientras le hablaba.

Aquel hombre se veía una persona bastante amable. Pensaba ella, aunque eso no era algo que debía impresionarla, quizás porque hace mucho tiempo conoció a un ser que fingió serlo, y quien luego le demostró muy bien cuál tipo de amabilidad sabia dar.

—¡Con su permiso! Pero debo volver a sentarme. —con toda la pena del mundo, pasó nuevamente a su asiento, fijando su mirada en la ventana mientras su mente pensaba en lo que le acababa de decir aquel hombre: “¡Cómo era posible que me conociera!”, pensó. Y con toda razón por que ella vivía encerrada en aquella casa, y solo conocía a los guardias de su expareja Antón.

Había pasado un rato largo, y aún ella seguía mirando por la ventana mientras él volvió a colocarse la gorra en su rostro para dormir. El viaje transcurrió sin más novedades; dos horas después, por fin, el tren había llegado a su destino, con una Lorelain llena de sueños y miedos, pero dispuesta a vivir en este país que odia hasta la última letra de su nombre, el cual debe aprender a amar.

Desde su ventana todo se ve tan llamativo como se veía en la estación de Londres, tal vez la diferencia sea la ropa de la gente o quizás nada, realmente eso no era importante en este momento porque ella había llegado a un lugar donde se percibía libre, y lejos de él. Su mirada iba de la ventana a aquel hombre sentado a su lado, mientras que su mente estaba entre el andén de la estación y el pasillo del tren.

Aquella Lorelain de hace unas horas se sentía diferente justo en ese momento. Era como si de la adolescencia hasta antes de abordar el tren, ella aún tuviera catorce años, cuando en realidad tenía veintitrés. Por fin el tren se dispone a desembarcar a los pasajeros como de costumbre luego de que llegan a la parada de cada andén. Ella está apresurada por bajar, pero debe esperar a que aquel hombre tan guapo se baje primero, puesto que no desea volver a tropezar con él.

Impacientemente ha observado como aquel hombre con toda la calma del mundo se arregla antes de levantarse de su asiento, para luego proceder a sacar su maletín del compartimiento superior mientras ella lo mira perplejamente. Ella no tenía tiempo para perder y menos paciencia, su mirada y el movimiento de sus manos sobre sus piernas la delataban. Deseaba bajar del tren rápidamente para dirigirse a su hotel lo más pronto posible, pero al parecer a aquel hombre le sobraba el tiempo que a ella no. Mientras sacaba su maletín la miraba haciendo que ella se sonrojara.

En aquel hombre misterioso había algo que a ella le intrigaba de sobre manera. Y era aquella sonrisa que él siempre tenía en su rostro. Un rostro tan hermoso como el de un ángel caído del cielo. Él la observaba y ella lo miraba de reojo, con pena se ha dado cuenta de cada detalle de su aspecto físico, uno que podría describirse de la siguiente manera: era de tez blanca, en su rostro había una leve barba, el cabello era castaño oscuro, en aquella mirada se reflejaba la pasividad, tal vez demasiado, su cuerpo se veía algo musculoso, lo normal para un hombre de su edad, y una sonrisa que la hacía suspirar y sonrojar a la vez.

Cuando por fin aquel hombre se movió de la entrada de los asientos, ella se levantó para salir. Debía sacar su pequeño bolso de mano de aquel compartimiento, donde hacía unas horas atrás lo había colocado con algo de esfuerzo. Este momento era incómodo, uno que odiaba porque él la miraba.

—Srta. ¿Necesita usted ayuda? —le ha preguntado un hombre sonriente que la miraba insistentemente.

—No, ¡Gracias! Pero yo puedo sola. —le ha respondido ella sin siquiera mirarlo, y colocando sus ojos en blanco ante aquella pregunta.

Lorelain estaba en puntillas para poder llegar hasta donde estaba el bolso que parecía no querer salir de ahí. Mientras lo intentaba agarrar él se paró a un costado de ella colocándose la mano en su barbilla, en ese momento la ha mirado y un suspiro se le ha escapado. Ella lo ha mirado también, y se sentía frustrada porque le era imposible alcanzar el bolso de mano. Su error fue que al colocarlo lo había lanzado dentro de aquel compartimiento en vez de dejarlo cerca. Sin decir nada, aquel hombre lo tomó con una sola mano. Ella estaba aún en puntillas cuando ha girado nuevamente su rostro para verlo, mientras él le ha dado aquel bolso a su dueña, una que moría en aquellos ojos marrones, y no era de pena.

—¡Gracias! Aunque no era necesario, realmente ya casi lo alcanzaba. —le ha respondido una Lorelain, perdida en la mirada de su compañero de viaje.

—Nada que agradecer, ¡Que tenga usted un hermoso día! Srta. —ambos se han mirado por unos segundos. El asombrado ante la belleza de ella, y ella en la alegría que él reflejaba en todo su rostro. Aquella despedida fue incómoda para ambos, Aunque ella solo lo miró, él le acababa de desear un hermoso día, algo que ella necesitaba de por vida.

Al bajar de aquel tren, cada quien se dirigió a un lado diferente, sin mirarse una al otro. Este había sido un encuentro extraño y que tal vez marcaba el inicio de un nuevo camino para ellos, quizás jamás se vuelvan a ver, aunque eso es algo que solo el tiempo lo dirá.

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Lo primero que ella debía hacer era buscar un taxi para que la llevara al hotel donde se hospedaría. Un lugar que había escogido en una revista porque no podía dejar ningún tipo de pistas. Además, no sabía utilizar la portátil que tenía Antón, y temía cometer un error que pudiera delatarla. Aquella revista aún la cargaba con ella.

Al salir hasta donde están los taxis se ha dado cuenta de que es un sitio bonito, y que realmente no era tan feo como se lo había imaginado. Unos minutos después se ha montado en un taxi y le ha dado la dirección al chofer. Mientras va en el coche se pone a pensar en lo que había sucedido en aquel tren, aunque eso ya no tenía importancia, estaba consciente de que fue un momento vergonzoso que de seguro jamás olvidará.

Han pasado unos cuantos minutos desde que salieron de la estación cuando llega al Sleeperz Hotel Dundee. Ella se siente bastante tranquila al bajar de aquel taxi. Quizás porque sabe que esta noche sería muy diferente para ella, además de ser la primera sin Antón, aunque ya había dormido sola muchas veces porque él nunca estaba en casa. Ella sabía que esta vez era distinto porque podía dormir sin sentir miedo, pánico, angustia o ese vacío que sentía todo el tiempo.

Estaba parada frente a las puertas de aquel gran hotel, y justo en ese momento se ha dado cuenta de que ya es oficial. Ahora si era libre y eso la hacía sentirse bien. Aún no ha entrado porque quería sentir ese instante de libertad antes de ir a registrarse en el hotel.

Maravillada admiro un poco el lugar dándose cuenta de que aquel hotel era hermoso, entonces pensó: —“¡Si así es por fuera, como será por dentro! Aunque eso a veces engaña. Es mejor feo afuera, y bonito por dentro, jajaja, Antón es guapo por fuera y horrible por dentro”—. aquel pensamiento la hizo reír tanto que le dolía el estómago. Luego de aquella risa ha entrado al hotel.

—Buenas tardes, Srta. ¿En qué la podemos ayudar? —le ha dicho la chica de la recepción.

—Buenas tardes, deseo reservar una habitación, ¡Gracias! —le ha respondido Lorelain, aunque estaba nerviosa porque no salía desde hacía tanto tiempo que temía no saber cómo relacionarse.

—Ya le realizo el check-in, Srta. —le ha respondido la chica mientras ingresaba algunos datos en la computadora.

Lorelain estaba perdida en el lobby de aquel hotel, sin contar con lo perdida que ya estaba al hablar. Luego de unos minutos se ha registrado y ahora si podía ir a la habitación, aunque no sabía si quería quedarse admirando el lugar o subir de una vez, estaba fascinada con el diseño y la forma que tiene todo el lugar. Al entrar a la habitación se ha quedado encantada.

Ella parecía estar en un cuento de hadas. No salía de su asombro con cada cosa que veía, y se había dado cuenta de que estaba atrasada en el tiempo. Aquella era una Suite bastante chic, pero a ella le parecía un paraíso.

Luego de dejar las maletas en su sitio se ha dirigido al baño porque lo primero que deseaba hacer, era probar aquella bañera, en su mente solo había una palabra: «relajarse». Durante su baño de sales había conseguido lo que deseaba relajarse, y lo había hecho tanto que no quería salir de aquella bañera. La ambientación del lugar junto a la sensación fue algo mágico para ella.

Media hora después, se comienza a arreglar para bajar al restaurante, quizás porque no piensa almorzar en la habitación. Ya tenía suficiente con todos los años de hacerlo en aquella casa sola y sin nadie que le hiciera compañía. Ella había decidido que cada cosa que hiciera de ahora en adelante no se parecería ni un poco a su vida anterior, una que estaba llena de malos recuerdos.

No será fácil vivir así, ¡Huyendo! Y ella lo sabe, había pensado en ello mil veces, además está clara que Antón de un momento a otro puede aparecer, pero mientras lo hace quiere tratar de vivir al máximo, aunque se deba mudar un millón de veces para conseguirlo.

╰┈➤ Nota de la Autora:

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Hola, actualmente me encuentro editando la novela, subiré un capítulo editado dos veces por semana, si puedo más se darán cuenta, pero no quiero prometer nada. La novela está narrada en 3.ª persona y con diálogos editados. Espero contar con su apoyo y comprensión, disfruten de esta nueva versión de Lorelain, la cual mantiene la trama original, solo estará más desarrollada.

Se Busca

...Capítulo 2...

...Se Busca...

Mientras Lorelain se disponía a bajar al restaurante, Antón había ordenado buscarla por cielo, tierra y mar, incluso tenía la intención de publicar fotos de ella para que cuando la vieran le avisaran. Esa era una de las ventajas de ser una figura pública.

Antón caminaba de un lugar a otro en su habitación mientras hacía mil llamadas, y se repetía estas palabras: «Nadie deja a Antón, soy yo quien las deja a todas». «¡Eres una infeliz! Pero deja que te tenga en mis manos». «No tendré clemencia por ti y tú me suplicarás mientras yo lo disfrutaré». No había duda de que este ser era malvado, tal vez Lorelain no tenía ni idea de todo lo que le esperaba.

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Lorelain estaba almorzando tranquilamente en el restaurante del hotel, aunque se sentía un poco rara, quizás porque hacía mucho tiempo que ella no salía. Estaba sentada en aquella mesa sola, pero realmente se sentía más acompañada que nunca, porque en aquel lugar había muchas personas almorzando a su alrededor, las cuales miraba con una sonrisa genuina en su rostro, uno que se iluminaba con cada cosa que vivía. Aquel almuerzo era especial, por ser el primero luego de haber dejado a Antón, entonces ha decidido pedirse lo más costoso que hay en aquel menú.

Luego de almorzar quiso caminar un poco por los alrededores del hotel, era bastante grande, además necesitaba hacer la digestión y nada mejor que recrear la vista con los paisajes que había frente a ella.

Con cada paso que daba, una sonrisa se reflejaba en su rostro. Se ha parado justo enfrente del río Tay, que está al cruzar la calle, junto a una estructura gigante que al parecer es un museo en construcción, aunque no está segura de eso porque fue algo que escuchó en el restaurante hace un instante.

Más temprano, cuando Lorelain se registró, la recepcionista le preguntó si quería una habitación con vista a este lugar y ella inmediatamente aceptó. Aunque se ve mejor desde aquí afuera que desde la ventana de su habitación. Un lugar que estaba admirando de lejos, hasta que decidió cruzar la doble vía que la separaba de verlo de cerca. En las aceras del lugar había muchas personas caminando, eran un poco más de las 16 horas y la vista qué había era espectacular, digna de una fotografía con una cámara que no tenía.

Lorelain sentía fascinación por los paisajes y Escocia se prestaba para eso, solo que ella le tenía resentimiento a aquel país y no veía más allá de lo que conocía vagamente de él, pero desde que puso un pie en la estación se dio cuenta de que era un sitio en el cual podía vivir.

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Ha regresado a la habitación luego de pasar casi dos horas caminando a lo largo de la avenida donde estaba el río. Uno que es extenso porque viene desde Reino Unido y atraviesa dos ciudades de Escocia.

Lorelain estaba tan cansada que se ha tirado en la cama al entrar, y mientras estaba ahí sin hacer nada se puso a mirar los colores de la habitación. De repente pensó que necesitaba salir a comprar: ropa, accesorios y un móvil nuevo. Se ha dado cuenta hoy que la gente tiene unos móviles más grandes, y que además tomaban fotografías, algo que sabe que necesitará si desea salir a hacer turismo por la ciudad.

Suspirando se ha levantado casi que arrastrando sus pies hasta llegar a la ventana, donde tenía una vista un poco más completa de la parte alta de la ciudad. Mientras observaba, ha tomado la decisión de buscar un sitio donde vivir. Uno pequeño para que no fuera tan costoso.

Esos pensamientos la hacían sentirse feliz, tan feliz que sonreía mirando el paisaje que tenía frente a ella.

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Había almorzado tanto que no le apetecía comer nada más, y ha decidido solo bajar por un batido al restaurante, ya que el hotel no contaba con servicio de habitación. Estaba tan cansada que solo deseaba dormir plácidamente esta noche, entonces al regresar se ha dado una ducha rápida porque hacía calor.

Pasado unos minutos encendió la televisión y mientras miraba una serie ha recordado a Antón, pero lo hizo con rabia. Él nunca la dejó ver nada, incluso le decía: “¡Entre menos diversión tengas! Más feliz seré yo”. Y le arrebataba el control de las manos bruscamente. Aquel recuerdo la ha hecho apagar de golpe aquel aparato.

Una Lorelain triste y llena de recuerdos difíciles de olvidar, se va a dormir sollozando esta noche luego de un día agotador, pero lleno de vivencias nuevas. Aunque ella muy en el fondo sabe que ha sido un día realmente diferente, pese a todos esos momentos malos que reaparecen en cada paso que da. Quizás lo mejor de todo sea lo lejos que está de él. Eso evita que sienta miedo al acostarse y esto es un cambio importante que le da paz. Acostada de lado abrazando la almohada en aquella cama tan grande se ha quedado dormida.

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Antón estaba desesperado, como si le faltara algo, pero realmente no le faltaba nada. Era su hombría la que estaba herida en este preciso momento, junto a su poder de dominio. Ese que ejercía sobre una Lorelain sumisa.

Ante los ojos de las personas que trabajaban para él, se mostraba como un hombre abatido por el dolor. Pero a sus espaldas decía injurias contra ella. Él nunca le dio el lugar que ella se merecía. Nunca la trató bien, y tampoco fue capaz de demostrarle que ella era importante en su vida.

Un Antón lleno de rabia y destrozando todo a su paso, decía: “¡Lorelain! Te voy a encontrar y cuando lo haga ¡No volverás a salir de esta casa! ¡Eso te lo juró!” —no solo los adornos quedaron esparcidos por el suelo, también los libros de aquella biblioteca—. ¿Por qué será que no quieres entender? —gritaba—. ¡Que tú eres solo mía! Además, ¡Tú me perteneces! Y nadie sobre la tierra puede tocarte, mirarte, o desearte.

—Lorelain, Lorelain… —movía su cabeza en señal de desaprobación—. ¡Has tomado la peor decisión de tu vida! Realmente ¡La peor! Aquellas palabras salieron con un ligero olor a alcohol de su boca.

Antón estaba completamente loco. Él no amaba a Lorelain, y eso era notable a kilómetros. Solo quería estar seguro de que ella era suya, y que nadie más la tendría. Pero ¿por qué actuaba así? Acaso Antón bajó esa apariencia qué mantenía ante todos sus compañeros de trabajo, y amigos, ¿Guardaba algún secreto? O ¿Quizás padecía de alguna enfermedad? Lo cierto era que nunca dejó salir a Lorelain. Ella permanecía en casa todo el día. Solo salió el primer año después de haber empezado a vivir juntos, pero lo hacía solo con él.

Durante 8 años consecutivos ella se quedó en casa. Al principio lo aceptó sin decir nada, quizás porque estaba enamorada de él, pero cuando ella empezó a notar algunos cambios se asustó. De la noche a la mañana, luego de su cumpleaños número 16, la dejó sin comunicación, quitando la línea fija de la casa, además comenzó a revisarle el móvil para cerciorarse que ella no había mandado mensajes de texto o llamado a alguien, durante las horas que él no estaba. Con el tiempo, entre gritos y maltratos, Lorelain empezó a entender que era su prisionera en vez de su compañera.

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Lorelain había dormido como nunca. Esta mañana se había despertado con el ánimo por las nubes, esas que se veían desde su ventana mientras ella aún estaba en la cama. Su mente trabajaba a millón, porque sabía que debía hacer muchas cosas hoy, entre ellas pintarse el cabello, además de hacer un cambio drástico en su apariencia y comprar un móvil. También debía llamar a la única persona que no la había juzgado por aquella locura que cometió nueve años atrás.

Se levanta de la cama muy feliz. Se estira con algo de flojera mientras se dirige al baño, al pasar por el closet ha tomado todas sus cosas de aseo personal para darse una ducha. Aquella bañera la invitaba a relajarse como ayer, pero eso lo dejará para otro momento, o quizás para cuando regrese de hacer las mil cosas que tiene en mente para hoy. Porque desde ahora cada segundo contaba para ella y no piensa perder tiempo hasta no tener todo listo.

Le había preguntado a la recepcionista la dirección del centro comercial más cercano. Como le ha dicho que quedaba cerca, decidió irse caminando para disfrutar del paisaje. Al salir por la puerta del hotel ha mirado en ambas direcciones. Estaba emocionada, tanto que deseaba saludar a la gente que había en la calle, a la vida, sobre todo ¡A la vida! Era su segundo día en este pías y se sentía más viva que nunca.

Unos minutos después ha llegado al Overgate Shopping centre, donde esperaba conseguir en los alrededores una cabina telefónica. Algo que le fue imposible, quizás porque ella aún piensa que vive en el pasado. Al entrar se ha dado cuenta de que aquel lugar era pintoresco como el resto del pueblo de Dundee, o por lo menos lo que había visto ayer en el trayecto de la estación al hotel.

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Luego de recorrer todo el centro comercial, y sentirse como una adolescente al emocionarse con cada cosa que veía. Ha encontrado una tienda donde vendían móviles. Cuando la chica de la tienda le mostró los móviles más básicos que tenían disponibles, inmediatamente Lorelain pensó que sería buena idea comprar uno para utilizarlo cuando hiciera aquella llamada a su amiga en Alemania.

—Srta. ¡Voy a querer uno de estos! Además del otro que me mostró anteriormente. —también había escogido el Xiaomi Redmi 3 s.— ¡Gracias! —le ha dicho Lorelain a la vendedora.

—¡Perfecto! Necesitaré sus datos para ponerlos a su nombre, y debe permitirme su documento de identidad. —le ha dicho la vendedora mientras la miraba.

Lorelain estaba en problemas porque no debía comprar una línea telefónica a su nombre. Eso la delataría rápidamente si Antón llegaba a hacer uso de sus influencias.

—¡Disculpe! Srta. Pero no cargo conmigo mi identificación. Acaso es realmente, ¿necesaria? O podemos hacer algo para solucionarlo de otra manera. —que aquella chica aceptase hacer las cosas de esta manera era lo único que podía salvarla—. ¡Por favor! —le imploro con sus manos y con aquella mirada de angustia.

Aquel por favor debió ser convincente, o tal vez el dinero que le dio demás a la vendedora. En este momento realmente no importaba el motivo por el cual ella la ayudo, lo que realmente importaba era que tenía ambos móviles a su nombre. Lorelain realmente estaba feliz, quizás porque a partir de hoy tendrá un móvil moderno, y no ese que tiene justo ahora en su cartera.

Al salir de aquella tienda se dirigió al salón de belleza, donde se ha tardado poco más de una hora. Aquel tiempo en ese lugar ha sido valioso porque ella se sentía diferente después de ver su rostro, y todo lo que le hicieron. Al llegar la estilista que la atendió le había ofrecido varios servicios, entre ellos estaban: la manicura, el depilado de cejas, y el maquillaje, pero lo mejor de todo ha sido el cambio total en su cabello, uno del que aún no salía de su asombro al verse.

Eran casi las once de la mañana y ella aún no había desayunado, su estómago le había dado señales, entonces ella puso su mano sobre el abdomen mientras sonrió con pena, y miro a su alrededor, pero no había nadie cerca como para que hubieran escuchado aquel crujir de su estómago vacío, así que se dirigió a la feria de comida de aquel centro comercial donde se ha pedido un capuchino junto a un Eclairs. No había mejor desayuno que ese, quizás porque no lo comía desde hacía siglos.

Mientras estaba sentada en aquel lugar, se puso a pensar nuevamente en Antón, y uno de esos pensamientos se ha hecho externo: —“¡Conociendo al personaje! Ya debe estar pegando afiches míos en todo Londres, aunque este cambio de look me ha venido bien porque no me parezco para nada a la Lorelain de ayer"—. Una Sra. Que ha pasado junto a ella se le ha quedado viendo al darse cuenta de que ella hablaba sola mientras se miraba al espejo de su polvo compacto. Uno que además había comprado en aquel salón de belleza.

Cuando terminó de desayunar se puso a recorrer varias veces el centro comercial, porque aún no había decidido a cuál tienda de ropa entraría para hacer sus compras. Hasta que por fin decidió que ingresaría a tres de las tantas que había visto mientras caminaba por el lugar.

No tenía mucho dinero ahorrado y aún tenía unas cuantas cosas por hacer antes de conseguir un empleo en esta ciudad escocesa, pero aquella ropa era necesaria porque no debía usar la que ella tenía, además era poca y fácil de reconocer para Antón y sus guardaespaldas.

En la primera tienda que había entrado compró dos vestidos, eso es algo que ama y colocárselos la hace sentir libre, además compró una falda junto a unas sandalias que le hacían juego. Al salir de aquella tienda iba feliz tarareando una canción.

Al entrar en la segunda compró tres jeans de diferentes colores, junto a unos tops y dos chaquetas cortas que les hacían juego a los jeans. Cuando canceló le han obsequiado por la compra unas gafas oscuras, las cuales se ha colocado inmediatamente.

Y en la tercera y última de las tiendas de ropa ha comprado dos pantalones de vestir, uno crema y el otro negro. También ha comprado dos blusas que combinará con los pantalones, y por último un conjunto de short azul marino con algunas flores en el estampado.

Cuando ya creía estar lista, se ha acordado de los zapatos deportivos, y los compró luego de haber cancelado todo lo anterior en la última tienda donde vendían los que le habían gustado. —«Esto será suficiente por ahora»—. pensó Lorelain al verse las manos llenas de paquetes.

Estaba feliz y agotada, además tenía hambre, esa era una combinación un tanto extraña, pero normal para todo lo vivido hoy. Mirando nuevamente sus manos que aún estaban llenas de paquetes y maltratadas por él peso de las mismas ha decidido almorzar en el centro comercial.

Nuevamente ha vuelto a la feria de comida porque quería almorzar algo rápido. De repente ha visto la hora en la pantalla de un televisor, donde decía que eran casi las 16 horas, entonces debía apresurarse porque quería llegar a probarse toda la ropa antes de dormir. —¡Es la hora de una pizza! —exclamó Lorelain mentalmente—. realmente ella moría por comer una desde hacía bastante tiempo, entonces se ha pedido una con doble queso y mucho pepperoni junto a una Coca-Cola. —«Es la combinación ¡Perfecta!»— pensó al mirar lo que se había pedido.

Mientras se devoraba aquella pizza se ha dado cuenta de que en una de las mesas de la feria estaba sentado el hombre guapo del tren. Su pulso se ha acelerado, y ella no entendía por qué, incluso, no sabía si era de miedo o emoción. Entonces ha terminado rápidamente de comer porque no deseaba que él la viera. Se limpió los labios con la servilleta antes de tomar sus paquetes; luego de levantarse ha pasado, por un lado, de él sin mirarlo ni una sola vez.

Al parecer, él no la había reconocido. Emocionada ha salido de esa área con un pensamiento en mente: —"Mi plan de cambio de look ha dado resultados. ¡Creó!"—. aunque aquella coincidencia lo comprobaba, porque él nunca la miró.

Sus manos estaban llenas de paquetes, pero antes de salir de aquel centro comercial compró algo que le faltaba; una cartera nueva, y se había dado cuenta de que era una compradora compulsiva porque se compró tres en vez de una.

Luego de llegar al hotel ha entrado a la habitación, al mirar su nuevo móvil eran las 18 horas. Ha dejado en el suelo los paquetes y se ha quitado todo para quedarse en su ropa interior, ¡Una que se le había olvidado comprar! De eso se acordó al verse al espejo y tirarse a la cama mientras se reía de eso.

Acostada y mirando al techo de aquel lugar se le ha escapado un pensamiento más: “Es muy extraño coincidir con el hombre del tren. ¡Quizás esto sea culpa del destino, o tal vez casualidad!”. Ante ese pensamiento sonríe. A Lorelain no le era indiferente aquel hombre, aunque muy en el fondo sabía que no debía y tampoco quería sentir nada por nadie nunca más.

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En Londres las cosas estaban más tensas. Antón había mandado a su guardaespaldas, quien además es su mano derecha, a hacerse cargo directamente de la búsqueda de Lorelain. Desde ayer al mediodía le había dado instrucciones de lo que debía hacer. Y aquel hombre había empezado a trabajar inmediatamente.

Estaba tan sumergido en su rabia que le era imposible pensar, y no había querido ir a trabajar, ni ayer ni hoy, aunque él realmente no necesitaba aceptar muchos contratos, tenía uno que cumplir. Pero la idea de descuidar aquella búsqueda le impedía su buen desempeño en el set de grabación. Antón es actor hace más de 20 años.

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Mientras estaba sentado en su biblioteca bebiendo un vaso de whisky, ha llegado Patrick, su hombre de confianza; quien supuestamente le traía noticias de Lorelain.

—¡Dime! ¿Qué sabes de ella? Espero que hoy sí me tengas noticias. No puede ser posible que me digas que se la tragó la tierra. —ha dicho un Antón molesto y dándole un golpe al escritorio antes de ponerse de pie frente a Patrick.

—Sr. Antón, la Srta. Lorelain, ¡No está en Londres! —exclamó el guardaespaldas a su jefe, quien se ha girado sobre sus talones para buscar otro trago de whisky—. ¡La Srta. abordo un vuelo con destino al caribe!

Patrick estaba serio, entonces se cruzó de brazos esperando una reacción por lo que le acababa de decir a su jefe.

Antón acababa de estrellar el vaso contra la pared de la biblioteca. La única que estaba sin cuadros y que ahora estaba llena de aquel licor tan costoso.

—¡De qué demonios! ¿Hablas? —ha gritado girándose nuevamente—. ¡Ella no pudo irse tan lejos! Y menos ¡Sin mí! Además, ¿Con qué dinero? ¿De dónde lo sacó? —piensa y se da un golpe en la cabeza—. ¡Claro! ¡Qué estúpido fui! Ella siempre me pedía dinero, pero yo no sabía para qué era. ¡Con razón lo hacía cuando estaba ebrio! Ella sabía que en ese momento no analizaría la situación. ¿Tú entiendes eso? —ha gritado nuevamente.

—Sr. Yo N-no... —le ha dicho un Patrick aturdido por todo lo que le ha dicho su jefe.

—¡Me usó Patrick! ¡Ella realmente me utilizó! —repetía aquellas palabras con rabia—. Lo hizo para largarse y dejarme. ¡Ella no salía! ¿Cómo fue que jamás me di cuenta? Que durante tanto tiempo ella había planeado este momento. ¿Sabes que es lo peor? ¡Que aquel dinero lo utilizó para dejarme! La muy estúpida, ¡Qué idiota fui! —mientras hablaba apoyó las manos sobre el escritorio con fuerza—. ¿Cómo no me di cuenta de su plan? —Antón estaba más furioso que hace media hora atrás, se acaba de dar cuenta de que su Lorelain lo había timado, y en sus propias narices.

—Sr. No sé qué decirle con respecto a eso, solo sé que ya tengo personal buscándola en el caribe. —le ha dicho un Patrick serio y con cara de preocupación. Entendía lo molesto que estaba su jefe y también sabía de lo que él era capaz si las cosas no se hacían como él quería.

—¡Todos son unos ineptos! —ha gritado nuevamente mientras tomaba por el cuello de la chaqueta a Patrick—. ¡Ella nunca debió salir de esta casa! Y lo hizo porque ninguno de ustedes ¡Se lo impidió! Cómo podrían haberlo hecho si nadie se dio cuenta cuando ¡Se largó! —estaba tan lleno de rabia que tenía no solo la cara roja, sino que también se le marcaban las venas de la cien. Realmente su molestia era demasiada.

—Sr. Le juro que no descansaremos hasta encontrarla. —le ha dicho Patrick mientras se acomodaba el cuello de su chaqueta luego de que él lo soltara.

—¡La quiero aquí mañana! No te daré ni un día más. ¿Te quedo claro? —ha sido su respuesta mientras buscaba otro vaso para servirse nuevamente whisky.

—¡Con su permiso! Debo retirarme Sr. —ha dicho Patrick antes de salir de la biblioteca, estaba molesto por todo lo que había acabado de pasar.

Aquella casa era una cárcel para ella, una que estaba llena de guardias vigilándola constantemente, pero Lorelain se había ganado la confianza y el afecto de ellos, quienes jamás se imaginaron que ese día a primera hora de la mañana, ¡Ella huiría! Ahora deberían pagar de alguna manera por aquel error.

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Amaneció, y Lorelain jamás se dio su baño relajante. Tampoco se puso pijama porque se quedó dormida sin hacer nada de lo que tenía pensado. Ni siquiera llamó a su amiga a quien debía llamar desde ayer. Había mil cosas que hoy debía hacer, y que no podía postergar ni un día más. ¡Ella lo sabía! Entonces suspiro profundo antes de ponerse manos a la obra. Lo primero era aprender a usar aquel móvil, uno que le serviría para buscar un lugar donde mudarse, y deseaba poder conseguir uno con una sola habitación. Mirando aquel aparato hizo clic en el logo del navegador. Ella sabía que debía colocar algo en el buscador porque una vez vio a Antón hacerlo.

Casi una hora después, pudo acceder a las páginas de los lugares donde debía buscar alojamiento temporal, y para su asombro había cientos de ellas, unos eran más bonitos que otros. Luego de tanto revisar le llamaron la atención tres departamentos. De los cuales ha copiado los datos para llamar a cada uno y saber cuál era el mejor para ella.

Luego de revisar todo detalladamente por la web, se levantó de la cama, se duchó, y se vistió, para proceder a hacer las llamadas que tenía que hacer.

Cuando había llamado a dos de los tres números que tenía anotados ha suspirado profundamente. Aquellos arrendadores le pedían muchos documentos que ella no tenía. Al dejar el móvil a un lado de la mesa empezó a sentirse triste y a dudar que podría hacer las cosas fácilmente. Se imaginó todo un escenario dentro de ella. Entonces decidió parar, y mirando la hora bajo a desayunar, eso la ayudaría a despejar un poco la mente.

Al estar en el restaurante observó a una pareja que tenía justo sentada enfrente, se veían recién casados o quizás aún eran novios. La realidad era que ella no había vivido un romance como el de aquellos enamorados que se comían a besos justos ahora y delante de ella. Terminó de desayunar y subió de nuevo a la habitación, prefería regresar y quedarse dentro de ella que observar a esa pareja.

Cuando regresó tomó nuevamente el móvil para llamar a su última alternativa por ahora, mientras hablaba con aquel Sr. el rostro de Lorelain se iluminaba y cambiaba con cada palabra que escuchaba a través de aquel móvil. Ella le hizo una propuesta al arrendador y este accedió sin ningún problema. Le dará dinero a cambio de ahorrarse el papeleo. Aunque tenía miedo de lo que acababa de hacer. Ella estaba decidida y haría lo que fuera por mudarse ¡Ya! Entonces anoto bien la dirección de aquel lugar que queda en Broughty Ferry, y el nombre del propietario. ¡Esto realmente era todo un hecho! Uno que la hizo tirarse a la cama a soñar, porque mañana a las 8:00 de la mañana tendría una cita con aquella persona que le rentaría su departamento.

Ha llegado la hora de almorzar, y aún no había llamado a su amiga, aunque ella sabía que debía hacerlo porque necesitaba ayuda con algo importante, pero le daba miedo, ¡Quizás era por eso que no la llamaba!

Hoy estaba agotada mentalmente porque había pasado todo el día usando el móvil. Se descargó tantas aplicaciones que aquel pobre aparato estallaría, y no era para menos. Pero de todas las redes la que más le gustó fue Facebook, donde se ha creado una cuenta con nombre falso, y sin foto de perfil. Quizás temía que la encontraran, aunque no tenían como hacerlo, ¡Por ahora tal vez era así! Ella sabía que estaba mal esa actitud, pero el miedo a Antón era el que la hacía esconderse de esa manera.

Eran un poco más de las 20 horas cuando bajo por algo para cenar. Lorelain estuvo con el móvil todo el tiempo en la mano. Antes de regresar a la habitación salió por las puertas del lobby para tomar una foto al río Tay, con su móvil. Al subir por el ascensor miró mil veces aquella captura tan hermosa. Estaba realmente feliz de poder vivir cada cosa que hacía. Cuando entró a su habitación ha decidido acostarse porque mañana tendría un día movido desde temprano.

Pasada media hora no había podido quedarse dormida porque desde que se acostó no ha hecho otra cosa que dar vueltas en aquella cama, por estar pensando en Antón. Su mente la traicionaba recordándole que era su tercera noche sin dormir junto a él o por lo menos en casa. ¿Acaso ella lo extraña?

Ha pasado una hora y por fin logró dormirse, aunque lo ha hecho llorando. Se ha despertado de golpe a los pocos minutos. ¡Estaba agitada! Mientras tomaba un poco de agua ha recordado que se ha soñado con él. En aquel sueño la llamaba a lo lejos, entre las tinieblas de la noche. Al escucharlo, ella sintió la necesidad de ir tras él y cuando se acercó él la atrapó con una soga, justo en ese momento ella despertó.

Ella lo había amado durante mucho tiempo, o por lo menos es lo que ella creía, pero ahora siente miedo, rabia y dolor, por todo el daño que le trajo a su corazón.

La madrugada pasa lento para Lorelain, quien no pudo volver a dormir. Se sentía terrible a las 6:00 a.m. de la mañana y no tenía algo caliente para beber. Entonces se duchó, y acomodo su outfit de hoy que era un jean negro, una blusa blanca, y los zapatos deportivos. se vistió, se maquilló, se colocó unas gafas de sol, tomó su cartera y bajo por un té antes de irse a su cita con aquel señor.

Mientras iba en el taxi, ha tomado unas cuantas fotografías de aquellos paisajes hermosos que se encuentran a lo largo del camino, al llegar a aquella edificación se le agrandó su sonrisa, quizás porque el lugar era bastante bonito por fuera.

—Srta. ¡Hemos llegado! —le dice el chofer del taxi a una Lorelain feliz. Algo que se le notaba a kilómetros en su rostro.

—¡Muchas Gracias! Sr. —le ha dicho ella entregándole el dinero en pago por su servicio.

Se ha bajado de aquel coche lentamente. Estaba distraída admirando todo el paisaje. Desde el cual puede verse el mar, aquel lugar está en la costa de Dundee. Al mirar la fachada del edificio se da cuenta de que es de piedra, y que además está bastante cuidada para ser una edificación tan antigua. El departamento queda en la planta baja. Decía en la publicación que salía por internet. Realmente es muy fácil enamorarte solo con ver todo lo que hay antes de llegar a esta calle sin salida.

Suspirando de la emoción caminó hasta la entrada, donde a cada lado hay unas jardineras con unos materos con plantas pequeñas del lado derecho y del otro había arbustos más grandes. En la puerta la esperaba el propietario. Es un Sr. Mayor, quien le ha sonreído al verla.

—Buenos días, Srta. ¡Mucho gusto! Mi nombre es Arnold. ¡Por favor acompáñeme! Que le mostraré el lugar. —le ha dicho el Sr. Antes de abrir la puerta para que entraran al departamento.

—Buenos días, Sr. Arnold, ¡Mucho gusto! Mi nombre es Eleonor. —le ha dicho una Lorelain segura de lo que acababa de hacer. Ahora más que nunca estaba convencida de que debía llamar a su amiga. Necesitaba aquel favor ¡Urgentemente!

Al entrar por la puerta se ha dado cuenta de cada detalle de aquel lugar. El cual admiraba con una sonrisa en su rostro, nada de lo que le estaba pasando justo ahora se lo había imaginado antes.

Mientras pasaba sus manos por la pared, estaba visualizando todo a su alrededor. Aquel blanco con beige de las paredes combinaba a la perfección con los muebles coloridos, realmente a ella le ha gustado todo lo que hay dentro de aquel departamento.

Unos minutos después procede a cerrar el trato con el Sr. Quien le hará la entrega de las llaves con una condición. Debe entregarle los documentos. Luego de llegar a un acuerdo entre ambas partes. Lorelain sabe que deberá resolver lo de los documentos antes de que terminen los tres meses siguientes, o de lo contrario deberá desalojar el lugar.

Lorelain ahora Eleonor para los demás, se ha marchado llena de esperanzas y con la emoción de realizar su mudanza mañana a primera hora. Mientras va en el taxi de regreso al hotel, ha mirado la hora y le dice al conductor que mejor la deje en el centro de la ciudad. Eran las 11:00 a.m. de la mañana, aún estaba a tiempo de caminar un poco, y almorzar algo antes de regresar al hotel, además era mejor hacer aquella llamada a su mejor amiga desde el centro.

Lorelain recorrió los alrededores en menos de una hora, realmente es un sitio pequeño, y tampoco entró a ninguna de sus atracciones culturales, eso deseaba dejarlo para después. Con cada hora que pasaba en aquel lugar, ella se enamoraba más de su gente y de la ciudad.

Unos minutos más tarde se sentó en un café, e hizo el intento de llamar a su amiga, pero no le respondieron en aquel teléfono fijo. Le tocaría llamar en otro momento, tal vez no había nadie en casa o ya no vivían ahí. Se ha terminado su café, se levantó y salió a caminar un poco más hasta llegar a un restaurante que estaba cerca, quería probar algo de comida escocesa y en el centro había restaurantes por doquier.

Apenas entró al restaurante, sus ojos se han centrado en aquel hombre que estaba sentado junto a una dama muy hermosa, e inmediatamente ella se imaginó que era su novia. Ha dudado por unos segundos si se quedaba o se marchaba de aquel sitio, pero respirando profundo se sentó en una mesa cerca de la puerta.

No pasó desapercibida ante la mirada de él, ella lo pudo notar, pero se sentó sin darle importancia y haciendo como si no fuera con ella. Estaba diferente y ella lo sabía, era imposible que él la reconociera. Mientras esperaba que la atendieran, recordó su pensamiento de ayer y sonríe. Dándose cuenta de que ya no era casualidad, ni coincidencia, tal vez era el destino.

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En Londres las cosas estaban peor. La desesperación de Antón era mayor al ver que pasaban los días y ella aún no aparecía. Patrick acababa de regresar y al parecer traía noticias de Lorelain, pero debía esperar un momento porque su jefe estaba reunido con su manager.

—¡Tengo información de la Srta. Lorelain! —ha respondido Patrick.

—Dime de una vez ¿Qué es lo que sabes? —Antón estaba desesperado por sacarle aquella información a su guardaespaldas.

—¡La Srta. Lorelain está en Escocia! —Patrick estaba serio al decirlo—. ¡Esta misma noche tomaré el tren nocturno con destino a Dundee! —ha exclamado Patrick.

El rostro de Antón, era de confusión, ¿Quién jugaba con sus emociones? Hasta hace unas horas, ella se había marchado al caribe, ahora estaba en ¿Escocia? ¿Cómo era posible? Antón se ha sentado en el sofá junto a la chimenea mientras Patrick estaba de pie cerca de la entrada. Él era la mano derecha de Antón. Su hombre de confianza, uno que haría lo que fuera por su jefe, incluso delatarla a ella.

*El hotel solo cuenta con ducha, no tiene bañera. Además, fue construido dos años después de la fecha de mi historia, no existía en el 2016, incluso debo acotar que la estación en la actualidad se encuentra sobre el mismo hotel Sleeperz. (Tanto la estación del tren como el hotel fueron inauguradas en el mismo año) (2018)

╰┈➤ Nota de la Autora:

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Hola, actualmente me encuentro editando la novela, subiré un capítulo editado a la semana, si puedo más se darán cuenta, pero no quiero prometer nada. La novela está narrada en 3.ª persona y con diálogos editados. Espero contar con su apoyo y comprensión, disfruten de esta nueva versión de Lorelain, la cual mantiene la trama original, solo estará más desarrollada.

Esta novela es de mi autoría, Derechos Reservados.

Capítulo 3 ¡Una casualidad Bonita!

Narrador: Amanece, Lorelain despierta feliz, ese día se mudará a su nuevo departamento, luego de firmar el contrato y que le entreguen las llaves, ella decide llevarse de una vez sus maletas, se quedará de una vez, luego poco a poco comprará lo que le haga falta.

─Lorelain: Buenos días, Srta. Sería tan amable de darme la cuanta de la habitación 12 gracias.

Recepcionista: Un momento por favor, Eleonor es su nombre ¿verdad?

─Lorelain: ¡Si!

Recepcionista: Aquí esta su cuenta, muchas gracias por preferirnos.

─Lorelain: Gracias a ustedes, aquí tiene.

Narrador: Lorelain se había registrado con otro nombre, tuvo una cómplice, para ello su amiga de la infancia habría conseguido, para ella una identificación falsa, ella sabia lo intenso que podía ser Antón y no dudo ni un segundo en hacer todo esto antes de huir de casa, ella tenía un año preparándose para ese día, no quería dejar ningún cabo suelto, ahora Ella para todo el mundo seria Eleonor, pero para ella seguiría siendo Lorelain, toma un taxi y le pide que la lleve a la dirección que le había dado, el Arrendador ayer.

─Lorelain: Gracias, quédese con el cambio.

─Arrendador: Buenos Días Srta. Eleonor.

─Lorelain: Buenos Días, dígame donde debo firmar, realmente deseo, poder dejar estas maletas y guardar mis cosas en el clóset.

─Arrendador: Aquí y aquí, muchas gracias, ¡el dinero está completo! espero que no tengamos ningún problema.

─Lorelain: No lo tendrá se lo aseguro, muchas gracias.

─Arrendador: Aquí tiene las llaves, con su permiso.

─Lorelain: Bueno Lorelain o Eleonor, estás en tu nuevo hogar, ahora si a disfrutar del momento.

Narrador: Lorelain se instala, en su departamento, decide salir por algo de comida, para llenar su despensa, son las 2 de la tarde en el pintoresco pueblo de Dundee Escocia, Lorelain camina unas cuantas calles, siguiendo las indicaciones del GPS de su nuevo celular, logra llegar al supermercado Tesco Extra, entra a la tienda.

─Lorelain: Listo carrito, hora vamos a llenarte, de todo lo que no me dejaban comer, porque iba a engordar.

Narrador: Lorelain llena el carrito, la gente la miraba, ella sonreía, estaba feliz, por todo lo que había comprado, llega a la caja y en la fila de al lado esta el hombre del tren, ella trata de que él, no la vea y lo logra, él pasó primero estaba en la fila de la caja rápida.

─Lorelain: No me vió, debe vivir, cerca o le gusta este lugar, es mucha casualidad conseguirlo en todas partes.

Narrador: Lorelain paga y consigue un taxi que la lleve a su edificio, le paga algo extra al Sr. del Taxi, para que la ayude a subir todo, una vez adentró, se tira en el sofá, esta cansada, pero feliz, se queda unos segundos ahí y luego comienza a ordenar el mercado, pasan unos días y Lorelain logra una entrevista en la Universidad de Dundee en Escocia.

─Antón: No creo qué esté en Escocia, sé que me dijiste hace días eso, pero luego de pensarlo llegué a la conclusión que allá no está -Habla con el jefe de los guardaespaldas, sobre Lorelain- sigan buscando en el caribe incluso aquí en Inglaterra.

─Patrick: Esta bien Sr. con su permiso.

─Antón: ¡Lorelain! ¿Dónde estás?

Narrador: lunes de la semana siguiente, Lorelain ya lleva 10 Días en Escocia de los cuales se a encontrado 4 veces al hombre del tren.

─Lorelain: Bueno Lorelain hoy es el gran día, tu entrevista para dar clases de artes plásticas -entra a la Universidad- Buenos días vengo por la vacante para artes plásticas.

Narrador: Son las 7 de la mañana en la Universidad de Dundee, Lorelain espera sentada afuera de la oficina administrativa, cuando levanta su mirada, sus ojos se consiguen con un rostro conocido, el hombre del tren, él la mira y sonríe, ella se queda pensando ¡otra vez!

─Hombre del Tren: Buenos Días, sigo insistiendo que nos conocemos de algún lugar, pero si no es asi me disculpó de nuevo, con permiso.

─Lorelain: Buenos Días, no te parece extraño que sea la 5ta vez que nos veamos.

─Hombre del tren: Una casualidad Bonita, asi lo llamó, tú eres eso, mi casualidad Bonita, con permiso.

Narrador: Lorelain se queda pensando, en lo que el hombre del tren le acaba de decir, se sonroja, pero a la vez dice.

─Lorelain:  Lo siento hombre del tren, pero no estoy disponible para ti.

Narrador: Lorelain pasa su entrevista y es contratada para dar clases de Artes Plásticas 3 veces por semana, empezaría el miércoles a trabajar, ella no podía creer todo lo que le estaba pasando, estaba tan feliz, salió de la Universidad y fue a caminar un rato por los alrededores, hasta que con el GPS llega a su departamento, se tardó 1 hora y 40 minutos, caminando.

─Lorelain: Esta rutina la puedo hacer de regreso al departamento, luego de salir de clases, ahora vamos a comer, para descansar y darme un baño, mañana practicare mi clase, para el miércoles, que feliz me siento, tanto miedo que tenia de hacer todo esto y ahora, "¡guao!" todo me está saliendo demasiado bien.

Narrador: Lorelain almuerza, luego se va a descansar un rato, pero se queda dormida y tiene un sueño extraño, era como otra época, ella tenia un vestido como del año 1800 y estaba en una fiesta de máscaras, donde había un caballero, pero desde que ella llego al lugar, él sólo la observaba, hasta que se le acercó , era un sueño muy real, aquel hombre le robo un beso y ella lo abofeteo, en ese momento ella se despierta.

─Lorelain: “¡Guao!” que acabo de soñar, que fue todo esto - toca sus labios- ese hombre del sueño me beso, siento que lo conozco de algún lugar.

Narrador: Lorelain estaba confundida, llega el miércoles su primer día como profesora, se viste y se mira al espejo, se había comprado ropa nueva, para ir a la Universidad, tomó el metro que la dejaría cerca de la Universidad, llega, entra a la sala de profesores, para su sorpresa, ahí estaba el hombre del tren.

─Hombre del Tren: Hola, bienvenida Bonita.

─Profesor Harris: Hola buenos días, debes ser la profesora nueva de Artes Plásticas, un placer mi Nombre es Harris soy profesor de inglés y él es…

─Bruce: Mucho gusto mi nombre es Bruce soy profesor de Filosofía y Sociología, estoy a tu órden.

─Lorelain: Buenos Días mi nombre es Eleonor, gracias por la bienvenida, con permiso voy a buscar mi salón.

─Bruce: Te acompaño, estás al lado del mío, por lo menos hoy será asi -le guiña el ojo- vamos, adiós Harris, te quedas aquí y yo me voy con la Casualidad más Bonita de la Universidad.

─Harris: Tiene que llamarte mucho la atención, Bruce tú nunca te habías interesado en nadie después de, bueno tú sabes.

Narrador: La cara de Bruce cambio y Lorelain se da cuenta.

─Lorelain: El solo, me acompañara, tampoco es que vamos a una cita.

─Bruce: Tranquila nunca le hago caso, vamos es por aquí, vez aquella puerta, bueno ese es mi salón, el tuyo está antes.

─Lorelain: Gracias Bruce.

─Bruce: De nada Bonita, que tengas una excelente mañana, espero nos veamos más tarde.

Narrador: Lorelain sentía, miedo y nervios, junto a un sentimiento de te conozco de algún lugar, eso era lo mismo que él le decía desde el primer día que se vieron en el tren.

─Antón: Vamos a buscar a Lorelain en Escocia Patrick.

─Patrick: Pero Sr. Mande a todo el personal que contrate a el Caribe y los demás están aquí en Londres.

─Antón: Pues, no me importa contrata más, entre más días pase más la pierdo, entiendes eso Patrick.

Narrador: Antón, esta muy molesto porque pasan los días y Lorelain no aparece, es tanta su desesperación, que no ha grabado estos días, se ha reportado como enfermo, no hace si no beber y pensar.

─Bruce: Hola Bonita, como te fue en tu primera hora, de clases.

─Harris: Bruce déjala entrar, disculpa a mi amigo, tiene más de 2 años sin ver a una mujer bonita como tú.

─Lorelain: Es mentira el otro día estaba en un restaurante con una ¿Verdad?

─Bruce: Entonces ¿también me mirabas? ella es mi hermana Lineth, eso no contaría, como que vi a otra mujer Bonita.

─Lorelain: Para empezar, era usted el que me miraba y era tanto que hizo que yo deseara mirar a otro lugar, con permiso voy a desayunar, para ir a mi siguiente Clase.

─Bruce: Te acompaño.

─Lorelain: No gracias, no se preocupe, con permiso.

Narrador: Lorelain, logra crear una intriga y un deseo mayor en Bruce, aunque ella esta clara que no piensa volver a tener nada con ningún hombre, él causaba en ella una sensación extraña.

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