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Dependencia Morbosa (The Secrets Of One Life)

Prologo - Introducción

La historia narra la vida sexual y amorosa de una misma persona que fue

una niña, adolescente, mujer y adulta; que por circunstancias de la vida se

ha forjado a sí misma y en cierto modo ha tenido que adoptar una doble

personalidad.

Tiene la necesidad compulsiva de experimentar nuevas sensaciones; es

bondadosa y sociable, con capacidad de adaptarse a cualquier situación y

por otro lado tiene reacciones que quizás algunas personas la calificaría

de moralmente insanas por ser un ser extrovertido y promiscuo.

Clara un personaje que ha crecido en un entorno estricto y religioso,

llena de dudas e inseguridades, que no ha sido capaz de distinguir

entre el abuso y la dominación, que su entusiasmo por las cosas

desvanece en cuanto se siente agobiada y no sabe cómo explicarlo, se

teme a sí misma porque no sabe hasta dónde puede llegar su conducta

y siente confusión en sus sentimientos.

No es fácil tener que recordar todo por lo que ha tenido que pasar, siento

tan solo una niña …una niña de siete años, que a raíz de ese traumático

suceso haya quedado atormentada, teniendo que vivir toda su vida con

ese amargo recuerdo de su niñez. Que, a pesar de querer ser diferente, se

convertiría en una persona con una personalidad forjada a base de

sucesos tan comunes como insólitos de la vida misma.

Quizás no haya sido justa, pero a medida que ella se hacía adulta cobraba

mayor constancia aquello que era un secreto y más consciente era de las

secuelas que la había ocasionado pero que con el tiempo las aceptaría.

DEPENDENCIA MORBOSA

Una novela basada en lo frágil y perturbable que puede ser la mente humana.

Cuanta gente habrá en este mundo, que no sepa cómo afrontar los pecados cometidos

durante su vida pasada o actual.

Siendo incapaces de reconocer el daño que han hecho o están actualmente

cometiendo .Es desesperante…aunque pienses que tu ni nadie se lo merece, terminas creyendo, que si nos ocurren cosas es porque lo buscamos y aunque quieras

cambiarlo esta “ahí” rondando tu cabecita dejando que el diablillo domine tu

existencia…que todo lo bueno que hayas conseguido se pueda desvanecer por un

sentimiento que no quieres mostrar por temor al rechazo. Aun cuando crees que tú

eres la víctima pero también el verdugo de tu vida. Te conviertes en una persona

desesperante y a veces al borde de la locura.

La verdad no siempre es la respuesta.

Quizás el contenido de este relato afecte a más de alguna persona… porque puede

haber coincidencias que hagan sentirse identificados en primera persona.

NO ES ACONSEJABLE PARA QUIENES PUEDAN HERIR SU SENSIBILIDAD.

Introducción

Clara, nuestra protagonista, es una mujer de mediana edad. Morena y de pelo canoso. Trabajadora

y ama de casa. De agradable semblante, con algunas arrugas en la piel y una

mirada amistosa.

Está felizmente casada con un hombre maravilloso. Un pilar importante en su vida,

que le da apoyo incondicional.

 Juntos criaron a dos hijos, que son su mejor logro y ahora disfrutan de sus nietos, que son una bendición.

También, de vez en cuando, le gusta desligarse de sus ocupaciones familiares y laborales

para estar sola.

Uno de esos días, observando a los transeúntes se preguntó: - ¿Qué relatos, historias o secretos esconderán cada uno de ellos?…¿estarán llenos de misterios, intrigas, dramas y secretos como los que tenía ella?  Y pensó:

 - ¿Y si relatara mi vida? ¿Sería capaz de

contar con lujo de detalles todo lo vivido? ¡aunque no sabría por dónde empezar!

o ¿quizás sí?

Dudo un instante…se fue para casa y al terminar sus tareas del hogar, fue a su escritorio, conecto el portátil y observando las teclas …lo volvió a cerrar.

Se recostó en el sillón. Suspiro profundamente; cerró los ojos y busco en el fondo de su

memoria sus recuerdos ocultos.

Maltrato Infantil

Clara nació en Francia, siendo la menor de dos hermanos e

hija de padres emigrantes. Su concepción había sido el resultado inesperado de

una reconciliación. Sus padres al enterarse del embarazo tenían la intención de

interrumpir la gestación, porque apenas su otra hija había cumplido el año, y

la situación era difícil, pero al final y después de meditarlo a conciencia su

madre no fue capaz.

Estando su madre de ocho meses, llevaba a su otra hija en los

brazos cuando tropezó y se cayó contra unas piedras golpeándose el lateral del

vientre.

Al nacer Clara, esta nació de color morado debido al golpe.

Era una bebe larguirucha, con mucho pelo negro en la cabeza y unos ojos tan

negros como sus pupilas.

A su padre le pareció la bebe más fea del planeta y tardaron

quince días en presentársela a la familia. Clara era una bebe muy buena. Apenas

lloraba y crecía rápido y con los meses su aspecto era el de una linda muñeca.

 A los nueve meses

comenzó a caminar y al año ya no usaba pañales y a los dos añitos su

vocabulario era casi perfecto. Conjugaba frases y hablaba muy rápido. Cantaba

canciones y cuando ella quería contar un cuento, siempre lo hacía en versión

resumida. “Había una vez caperucita, que fue a casa de la abuelita y era el

lobo disfrazado. ¿Qué ojos más grandes tienes?, para verte mejor, ¿Qué orejas

más grandes tienes? para oírte mejor, ¿Qué boca más grande tienes? para comerte

mejor aaaaargggg y vino el cazador, lo mato, le abrió la barriga y salió la

abuelita Y colorín colorado este cuento se ha acabado.” Era su cuento

preferido.

Sus padres la calificaban como una niña extrovertida, alegre,

revoltosa, traviesa, muy parlanchina, gentil, siempre dispuesta a querer ayudar

a todo el mundo y un poco cabezota; todo lo contrario, a su hermana mayor que

era más introvertida, muy inteligente y tranquila.

Con el tiempo sus padres tomarían una difícil decisión, para

poder trabajar los dos, ya que querían comprarse una casa y no querían pedir

una hipoteca.

Cuando Clara cumplió los tres añitos, ella y su hermana mayor

regresaron a Italia y fueron dejadas a cargo de sus abuelos maternos. Vivian en

la ciudad y Clara empezó a ir al jardín de infancia. Recuerda estar con más

niños pequeños como ella. Había dibujos colgados de un cordel que atravesaba

toda la aula, muchos colores y juguetes.  Solo acudió ese verano porque en breves comenzaría parvulario.

Cuando comenzaron las clases, sus tíos que tenían once años,

la llevaban al colegio. Iban por atajos, atravesando fincas y terrenos para

llegar más rápido y no ir todo por la carretera ya que era más lejos y tambien

más peligroso.

Su primer día de parvulario fue un día que nunca olvidaría;

ya que, aunque fue algo para ella de lo más normal, pudo haber tenido

consecuencias fatales.

 Estaba en clase con

los demás niños, pintando con ceras sobre unos folios. La profesora quería que

dibujasen su casa y a sus familiares con los que convivían.

Clara fue rápida en hacer el dibujo. Y de color rojo hizo el

esquema de una casita con dos ventanas, una puerta, una tejado en pico y una

chimenea por la que salía humo. Luego al lado con marrón y verde pinto un árbol

y con el rojo le hizo manzanas.

Delante de la casa dibujo a su papá con bigote y a su mamá

con vestido azul y pelo largo de color amarillo. A su hermana no la dibujo por

que como se peleaban mucho estaba enfadada con ella.

Cuando entrego el folio la profesora le dijo que estaba muy

bien hecho y muy bonito; y pudo comprobar que había escrito su nombre en

mayúsculas. Le pregunto quién la enseño a hacer las letras y ella le dijo, que

había sido su mamá.

Al rato sonó el timbre para salir al recreo y Clara salió con

los demás niños, pero creyó que era la hora de marcharse, ya que nadie le había

explicado que significaba “salir al recreo”.

Ella con toda la naturalidad del mundo al ver que sus tíos,

ni su hermana estaban afuera, creyó que se habían ido sin esperarla. Entonces se

fue del colegio haciendo el recorrido que había hecho al ir. Clara tenía buena

orientación ya que se fue sobre sus pasos. Se había fijado en detalles, como

los colores de las casas, caminos estrechos con hierbas altas, caminar al lado

de un riachuelo. Iba dando saltitos y cantando sin miedo ninguno, hasta que se

encontró con una cabra atada por una pata en medio de su camino. Y ella tenía

que pasar por allí sí o sí. Era el único camino posible. Pero la cabra tenía

cuernitos y la miraba fijamente como si quisiera darle un golpe para tirarla al

rio. Ella la tanteo. Camino hacia la derecha y la cabra le bloqueaba el paso,

luego caminaba hacia la izquierda y la cabra tambien la bloqueaba. Ella le

hablaba a cabra y le decía. ¡Yo solo quiero pasar! ¿porque no me dejas? Y la

cabra le responde con un balido. ¡BEHH BEEEH!

Como la cabra no la estaba dejando pasar, agarro un piedra

mediana y se la lanzo y en ese momento que se apartó, ella paso corriendo por

el lado izquierdo y viendo de reojo como la cabrita volvía tras de ella. Pero

no la alcanzo por la cuerda que tenía atada a la pata.

¡Vaya Aventura! Se sintió satisfecha, aunque paso mucho

miedo.

Cuando llego a casa, vio que el portal estaba cerrado y

timbro, pero nadie le abría la puerta. Pensó que su abuela habría ido a comprar

y espero un ratito sentada delante del portal de casa. Hacia calor y ella tenía

sed; recordó que cerca de donde vivían había una fuente y se acercó hasta el

lugar.

Cuando volvió todo seguía igual y como nadie llegaba a casa

decidió ir al lugar de trabajo de su abuelo, ya que tambien estaba muy cerca de

allí y sabia del lugar porque se lo habían dicho cuando paseaban por la zona.

Y sin pensárselo mucho, y como estaba aburrida de estar sola,

fue a buscar a su abuelo a la fábrica donde él trabajaba.

Entro por la cancilla de atrás y camino por el recinto, como

pepito por su casa.

 Un señor mayor que la

vio, fue corriendo a donde estaba ella y le pregunto qué hacia allí. Ella muy

decidía y con sus bochechas coloradas le dijo que iba en busca de su abuelo que

se llamaba Eusebio Ríos. El señor la agarro de la mano y la llevo a donde

estaba su abuelo.

Ella cuando lo vio, este se encontraba de espaldas. Que

estaba soldando una pieza. Clara podía ver las chispas que saltaban a su

alrededor.

¡Abuelo, abuelo!… le decía alegre. Su abuelo se giró

confundido y el señor que iba con Clara le dice: ¡alguien pregunta por ti! Su

abuelo deja de hacer lo que está haciendo y la aúpa en sus brazos.

Cuando le preguntó sorprendido que hacia allí. Ella le

comento todo. Que saliera del cole y que no había nadie y que creyó que se

habían ido dejándola sola y se habían marchado sin ella. Y cuando llego a casa

su abuela tampoco estaba.

Ese día su abuelo ya no pudo seguir trabajando y se la llevo

a casa, hasta que llegara su abuela.

Cuando hicieron el recuento de niños para volver a clase se

enteraron de su escapada del colegio y estos estaban como locos buscándola por

todo el recinto. No sabían dónde podría estar y en qué momento se había ido.

Esto fue una señal para que a partir de entonces estuviera

más vigilada. Aunque ya sabía lo que significaba el recreo, pues su abuela le

diera unas nalgadas para que no lo volviera hacer. Porque le habían dado un

susto de muerte.

Después de unos meses su abuela sufrió un grave accidente que

la mantendría por meses ingresada, por lo que Clara y su hermana tendrían que

ser acogidas por sus otros abuelos paternos y era en un pueblito en la profunda

Italia. Donde aún no había cuarto de baño en casa, ni luz.

***

Sus abuelos no le prestaban mucha atención, tenían que

trabajar en el campo y eran un estorbo. Se habían quedado con ellas, porque llegaron

a un acuerdo con sus padres y les pagarían una manutención y con eso podrían

pagar tambien sus deudas.

Como aún estaban a mitad de curso comenzó a ir a la escuela

del pueblo. En esa aula había pocos niños y de todas las edades. Desde

parvulario a sexto de primaria.  La

profesora era una señora ya bastante mayor que aplicaba la ley de la barita

para enseñar.

Ella descubrió que Clara escribía con la izquierda y eso era

algo malo según su criterio. Decía que todos los que nacían zurdos eran

retorcidos y cabezotas. Por lo que la ponía delante de la pizarra para que

escribiera las vocales con la derecha y cuando agarraba la tiza con la

izquierda, le daba con la barita en la mano para que la cambiase. Llego a un

punto que como no podía estar todo el rato pendiente de ella, quito un lazo

rojo de su cajón del escritorio, le ato una esquina en su pequeña muñeca

izquierda, le echo el brazo por detrás de la cintura y se lo anudo. Así tendría

que escribir con la derecha, hasta que le salieran bien las letras.

Sus abuelos no decían nada al respeto, ya que compartían la

misma opinión.

Otra de tantas anécdotas era que algunas veces, tanto Clara

como su hermana llegaban ebrias al colegio. Ya que en ese colegio había horario

partido e iban a comer a casa.

Estas bebían vino a la comida y tambien tomaban café negro.

Su abuelo decía que era sano y que fortalecía la sangre. Y lo que para él era

bueno, para sus nietas también lo era.

Sin embargo, la profesora después de un par de incidentes en

el aula, les tuvo que enviar una nota, diciéndoles que no les dieran vino a las

niñas, porque luego llegaban borrachitas, vomitaban y se quedaban dormidas en

su pupitre.

***

La primera vez que Clara fue consciente de una fuerte

tormenta de rayos y truenos, fue cuando otra niña de unos doce años le había hecho

creer que era dios que se había enfadado y era el fin del mundo. No sabe porque

asocio aquello tan mal, pero se aterro. Empezó a correr bajo la lluvia, se caía

en los charcos, se levantaba sin verse las heridas. Seguía corriendo por

aquellos caminos de piedras y barro. Cada vez que veía un relámpago seguido de

un trueno gritaba desesperada. Su hermana no era capaz de alcanzarla, quería

decirle que era solo una broma.

Corrió como un kilómetro y medio sin parar, hasta llegar a

casa de su abuela. Estaba tan aterrada que no era capaz de articular palabra.

Tan histérica estaba que su abuela le tuvo que dar una cachetada para que

reaccionara. Una vez que consiguió entre sollozos relajarse por miedo a ser

golpeada de nuevo, se lo contó. Y su abuela la llamo tonta. Luego su hermana se

reía de ella por crédula.

          ***

Al año siguiente llego otro profesor ya que la profesora

actual se había jubilado.

Este era un hombre de unos treinta años, alto, de pelo negro

y mal encarado. Clara y todos los demás le tenían miedo, ya que su ley era enseñar

a golpes.

 Ella aún no había

cumplido los seis años y comenzaba en primer curso.

Y así como a todos los demás, Clara no era la excepción y

ella tambien estaba marcada por el profesor.

 Tenía pequeños

chichones en la cabeza provocados por los golpes dados con la esquina de un

mechero o con los nudillos de sus dedos; tenía moratones en el cuello, de

fuertes pellizcos. Le dolían las patillas de los tirones que le daban. Un día

de la cachetada que le dio con la mano del revés le reventó los labios.

Y luego como sangraba mucho la acompaño a la fuente para

lavárselo y hacer presión con un pañuelo sobre ellos.

Esos castigos eran por todo. Si llevaban los deberes mal

hechos, si escribían con muchos tachones, algo que Clara no podía evitar, ya

que escribía muy mal con la derecha y hacia una letra muy fea.

Tambien los golpeaba si no se sabían la lección al pie de la

letra, o si suspendían en un examen. Siempre les golpeaba y los insultaba a

todos y por todo.

Tambien presencio cuando a otra niña de nueve años, le pego

con la regla de la pizarra y se la rompió en la cara, dejándole una fea marca.

Y a otro niño de siete años lo levanto por las orejas hasta

que le reventaron los tímpanos.

 En otra ocasión

tambien abofeteo a  su hermana por

saberse la lección, pero la que no era, y la castigo de rodillas con los brazos

en cruz con un libro en cada palma de la mano; y para que fuese más humillante

hizo salir a Clara al patio, para que cogiera un  puñado de gravilla en cada mano y se las

pusiera debajo de las rodillas de su hermana para que doliera más y la obligo a

que  estuviese pendiente de que si bajaba

algún brazo, que le tenía que dar una patada en el trasero y si no lo hacía, él

mismo se lo daría, pero a Clara.

 Era un maltrato

constante. Todos sin excepción tenían miedo en decir algo en casa por temor a

ser tambien castigados, porque por la década de los setenta algunos adultos

decían que era necesario aprender a base de golpes. ¡La letra con la sangre

entra! Ese era el lema.

Como tenían mucho miedo del profesor y de lo que pudiera

pasar en casa, muchas veces se quedaban jugando por el camino o se iban a un

monte a pasar ese tiempo. Hasta que las vieron unos vecinos y se lo comunicaron

a sus abuelos. Estos las castigaron sin jugar. Pero ahí tambien se enteraron de

todos los moretones y heridas en sus cuerpos.

Cuando su abuela fue a hablar con el profesor, ya era la décima

persona que había ido a reclamarle. Solo estuvo una semana más y lo expulsaron.

Luego llego otra profesora joven, que era más tranquila y

todos se empezaron a relajar. Aunque Clara seguía teniéndole mucho miedo a los

profesores. Le decían que el miedo hace que aprendas a obedecer y a respetar a

tus mayores.

Pasaron dos años más y aunque los nuevos docentes que pasaban

por allí no eran tan malos como aquel profesor, Clara no quería ir a la

escuela. No le gustaba tener que estudiar ni hacer los deberes. Solo quería

dibujar, cantar, bailar y jugar.

***

Sus padres esas navidades pasaron sus vacaciones con ellas

allí en el pueblo. Hacía tres años que no los veía y estaba muy feliz. Ella

tambien tenía papas como los demás niños, que se burlaban de ella cuando veían

a su abuela y le decían que su mamá era un vieja. Ese año cumplió los siete

años y esa noche al dormirse tuvo una pesadilla.

Soñó que su querida y hermosa mamá se había muerto y estaba

en una caja. Se despertó sollozando a moco tendido creyendo que era real y en

silencio fue a la habitación donde dormían sus padres y desde el marco de la

puerta comprobó que estaba dormida y respirando al lado de su papá.

Se sintió aliviada. Al amanecer se metió en cama de su mama y

se lo conto. Tambien le comentaron tanto ella como su hermana el maltrato

recibido por aquel profesor. Ellos no sabían nada, ya que sus abuelo no se lo

habían dicho, por no preocuparlos. Además, les dijeron que eran unas

exageradas, que no fuera para tanto.  Y

no las creyeron.

 Ellos al terminar las

fiestas navideñas volvieron a irse para Francia. Clara sentía una tristeza

tremenda, les decía que por favor se las llevaran con ellos que no querían

estar allí.

Pero no podía ser. Les faltaba ya muy poco para conseguir el

dinero que necesitaban y ya podrían comprar una casa.

Una tarde que su hermana se quedó en casa porque tenía

fiebre, Clara acudido sola al colegio.

No llevaba ni hora y media y la clase fue interrumpida por su

abuelo materno que la venía a buscar ¡YA! Que tenía un poder notarial en las

manos que le daban el derecho de llevársela del pueblo. Él profesor, aunque

puso un poco de resistencia al comprobar la carta que llevaba en las manos la

dejo irse.

Al salir de allí fueron hasta la casita de sus otros abuelos

para llevarse a su hermana tambien. Aunque su abuela le pedía que las dejaran,

que esperara al día siguiente, su abuelo se negó. Tenía una orden directa de

sus padres de llevárselas para la ciudad en aquel momento. Y así sin llevarse

casi nada de sus pertenencias, su abuelo cargo a su hermana, la recostó en el

asiento del copiloto y Clara fue en el asiento de atrás.

Habían sido literalmente secuestradas de casa de sus abuelos

paternos.  Aunque sus abuelos paternos nunca

las trataron mal, tampoco había afecto ni mucho cariño. Parecía que siempre

estaban molestos con ellas.

El principal motivo por el que fueron llevadas de esa manera,

fue por una carta.

Sus padres habían invertido todos sus ahorros en la nueva

casa y les quedaba lo justo para el alquiler y poder comer ellos en ese mes. Y

como justo ese mes no les hicieron el giro para la manutención, pues estes se

lo reclamaron diciendo que primero era la manutención y no comprar una casa.

Los padres de Clara se lo tomaron muy mal, ya que ellos

estaban tambien sacrificándose sin poder tener a sus hijas con ellos y por un

mes que no les pudieron pasar nada de dinero, se sintieron ofendidos. Y como la

abuela materna de Clara ya se había recuperado del accidente, pudieron

llevárselas de nuevo con ellos. Fue todo un poco exagerado, pero así ocurrió.

Clara se sentía feliz. Por fin saldría de allí y estaba en la

ciudad.

Pero nada sería, como a ella se lo podría haber imaginado.

Inocencia Robada

Solo tenía siete años…

Recordó estar con Él a solas en la casa nueva de sus padres.

Como niña que era, estaba saltando y correteando por todas las habitaciones. Sus

padres por aquella época aun seguían en Francia, por eso sus abuelos maternos

eran los que la cuidaban.

Tenía el alma tan limpia. Era tan inocente y vulnerable a lo

que iba a suceder en aquel momento; confiada lo siguió al dormitorio pequeño…

Aquella niña con su carita redonda, sus coletas rizadas, sus

ojitos negros brillantes como faroles y mirada coqueta, que acaramelaba quien

estuviera con ella. Era un ser tan inocente y tan alegre.

ÉL era un hombre alto, de constitución fuerte de unos 47 años,

con el pelo rubio, ojos grises y con rasgos muy marcados en su rostro. De

carácter dominante y posesivo.

 Clara confiaba en él,

pues ella lo quería y no había nada que temer.

Entraron en la habitación y le pidió que se sentara en la cama.

Ella obedeció; creyendo que irían a jugar. Luego se sentó a su lado y la

recostó hacia atrás.

Le acaricio el pelo y le susurró al oído:

- “vamos a tener un secreto\, pero no se lo puedes decir a

nadie, porque será solo nuestro secreto”

Clara no sabía a lo que se refería y por más que le

preguntaba que le estaba haciendo.

EL se arrodillo en el suelo y solo susurraba:

-” pssss, pssss, tranquila, no te voy hacer daño, será

nuestro secreto”.

Con una mano acariciaba sus partes íntimas por encima del pantalón

y a la vez con la otra mano, se tocaba así mismo por encima de su ropa.

Su infantil vida había cambiado por completo y no sabía por

qué. Aún era muy pequeña para entender lo que estaba sucediendo.

En aquel momento estaba incomoda, era como si supiera que “eso”

no estaba bien, pero se quedó en silencio. Ya que como era un secreto y los

secretos no se cuentan, pues solían traer problemas. Fue como una orden. No

podía llevarle la contraria y tendría que aceptarlo, sin pasársele por la

cabeza que pronto volvería a ocurrir.

En un principio todo seguía como siempre. Acudía al colegio;

jugaba con sus amigos; socializaba con todo el mundo con normalidad, todo

estaba bien. Era como si nunca hubiese ocurrido nada.

Un día que él estaba acostado en el sofá, le hizo una seña

para que se sentara a su lado; ella con algo de duda lo observo. Había más

gente en el salón ¿Qué podría pasar? y se sentó sin protestar.

Al cabo de unos minutos, sintió como disimuladamente dejaba

caer su mano por debajo de sus piernas, como quien quiere coger algo del suelo.

Muy despacio sintió como una mano se iba deslizando por

debajo de su falda hasta llegar a sus braguitas de algodón, sin que nadie se percatara.

Ella lo vio con cara de susto y él, le susurro un “pssss”

casi inadvertido. Bajo avergonzada la mirada al suelo, pero repentinamente

levantó la vista y busco desesperada la mirada de los que estaban también en la

sala, pero ninguno hacia contacto visual con ella. Parecía como si ella fuese

invisible para todos ellos al no darse cuenta de lo que le estaba pasando.

La estaba tocando, y esta vez sintió algo frio en su vagina. Eran

sus dedos que la estaban presionando.

Impulsada por la incomodidad que sentía en aquel momento, se levantó

tan deprisa que se marchó hacia otro lado de la casa sin mirar a atrás.

En ese momento supo que eso no estaba bien. Pero no dijo

nada, temía que “EL” la buscaría otra vez y ella tendría que obedecer.

No recordaba el tiempo que paso desde la última vez que la

toco, pudieron ser días o semanas, pero no tardo en buscarla de nuevo.

Esta vez, estaban nuevamente solos en casa y el aprovecho la

ocasión para arrinconarla en la camita donde ella dormía para volver a tocarla.

Introduciéndole los dedos por debajo de las bragas con corazones rosas,

mientras nuevamente él se acariciaba sus partes.

Aquella vez le decía:

-” Pórtate bien, sabes que es un secreto. Se buena niña y te

compro un regalo". Ella no dijo nada.

Unos días después recibió su regalo. Era un anillo de plata. Su

primer anillo de niña. Era tan bonito que no paraba de mirarlo. Entonces ahí

pensó que era mejor seguir callada, ya que le iba a seguir regalando cositas.

Quizás no sabía cómo encajar aquello, porque su pequeño

cerebro no entendía nada de lo que le estaba pasando.

Ya había llegado el verano y la niña tenía unas ganas locas

de ir a la playa. Sus tíos que eran unos adolescentes, pasaban olímpicamente de

ella y no se la querían llevar con ellos porque decían que no querían estar

pendiente de una mocosa.

Entonces no le quedó más remedio que convencerlo a ÉL para

que la llevase.

Una vez llegado a la playa, ella quería meterse en el agua,

pero no sabía nadar y tenía miedo que las olas la cubrieran y la arrastrasen

mar adentro.

Entonces “Él” la acompaño, se metieron en el agua y la fue llevando

de la mano hasta donde sus pies ya no tocaban fondo. La niña tenía miedo y a

muy pesar de ella se abrazó al cuello de este.

Ahí, ese Ser, aprovechó la situación para volver a meter su

mano por dentro del biquini rojo que llevaba puesto.

Esta vez Clara no se quedó quieta. Como un relámpago empezó a

revolverse para que la soltara pidiéndole a gritos que quería salir del agua,

que tenía miedo y que parara de tocarla.

 - ¡cálmate! Si te

estás quieta y calladita te compro un helado. -dijo él. Ella dejo de

patalear y consintió que la tocara. Luego salieron del agua.

Cuando llegaron a las toallas, ella le pidió que le comprara

el helado que le había prometido. Entonces él le dijo:

- ¡Tienes que venir\, sola aquí no puedes quedarte y así de

paso escoges el helado que quieras!

Clara no desconfió y se fue con el ¡Le iba a comprar un

helado!

De camino a la heladería se desvió de la ruta diciendo que

tenían que ir al coche, porque se había dejado la cartera con el dinero.

De repente sintió que él tenía otra intención, lo intuía y

ella tendría que obedecer porque él mandaba.

 La hizo subir con él,

a la parte trasera del coche. La sentó sobre sus piernas, mirando hacia él y

recostándola hacia atrás entre los dos asientos delanteros. Nuevamente comenzó

a tocarle sus partes.

De aquel encuentro solo recuerda ver como al cabo de un rato

se limpiaba su mano derecha bajo el asiento donde estaba sentado. Luego fueron

al quiosco y le compro un helado de cucurucho.

Aquel día la marco más que ningún otro. Ya que, durante

muchos años, no quiso volver a ir a la playa.

Desde aquel día en la playa pasaron meses sin que el la

buscara nuevamente. Hasta que..

Ella estaba en el taller donde su abuelo solía hacer sus

inventos.

A ella le fascinaban todas aquellas herramientas y quería

ayudar y la verdad que estaba de pesadita por el medio entorpeciéndole.

Él, le decía que se fuera, que tenía que trabajar, pero Clara

estaba insistiendo en querer ayudarlo.

A raíz de su insistencia este se enfadó y la empujo contra un

baúl de madera donde solía guardar todas sus herramientas.

Se abalanzo sobre ella, le levanto la falda, le aparto la

braguita hacia un lado y al mismo tiempo que lo hacía se sacaba su miembro de

entre la funda gris que llevaba puesta y empezó a rozarlo contra los labios

vaginales de ella, jadeando. Ese momento la impacto y se quedó como en shock.

Cuando reacciono vio como su abuelo se giraba en una media

vuelta, para que no pudiera vérselo, pero a pesar de ese gesto la pequeña no

pudo evitar ver como caían unas gotas blanquecinas al suelo, que el rápidamente

piso con sus botas de goma.

Ella quiso salir de allí corriendo, pero ÉL la agarró del

brazo y le dijo:

- vamos a la cocina\, que te tengo que limpiar.

La levanto por debajo de los hombros y la sentó encima de la

mesa. En silencio, agarro un trapo y lo humedeció con un poco de agua para

limpiarle la falda.

Ella con su voz de niña le decía:

-”no quiero seguir con este secreto, no me gusta, déjeme

marchar”.

 En ese momento fueron

interrumpidos por su tía que había entrado por sorpresa y al ver aquella situación,

pregunto qué había pasado. Clara aprovechó para escurrírsele y echar a correr,

pero escucho como él le decía, que la estaba limpiando porque se había manchado

de grasa.

No sabe exactamente cuándo ocurrió, pero Clara tenía decidido

que nunca más la volvería a tocar.

Un día que el intento agarrarla, ella consiguió soltarse de

sus manos y fue corriendo a contárselo todo a su abuela.

 La pobre niña cuando

le contaba todo a ELLA, esta solo meneaba la cabeza y le decía que no dijera

esas cosas tan feas. Pero Clara insistía en que era verdad, que no estaba mintiendo.

La respuesta que obtuvo de su confesión no se la podía creer.

Según su abuela, Clara con sus ocho años recién cumplidos era la responsable de

lo que había pasado. Supuestamente ella lo había estado provocando con su

coquetería. Después de aguantar un año de tocamientos ella no la creyó. No se

lo podía creer. Se sintió hasta culpable por haber dicho la verdad.

Luego amablemente y con tranquilidad, ella le pidió que le

dijera a su abuelo:

-Cuando salgas dile que venga a la habitación que quiero

hablar con él.

Y ella con miedo asintió.  No sabía que castigo le darían por haber dicho

esas cosas tan feas.

Se sintió aliviada al ver que desde aquel día nunca más se quedó

a solas con ÉL.  Aunque tampoco era una

niña feliz.

Quería huir de

es hogar, que para ella se había convertido en un infierno.

Su idea era

escapar por la ventana de su habitación en la noche, cuando todos ya estuvieran

dormidos. Saltaría al tejado y bajaría por un árbol que había pegado contra la

casa.

Pero su

intento de huida fue frustrado cuando su abuela la descubrió escribiendo la

carta de despedida.

***

Seguía siendo

maltratada con castigos cuando se portaba mal o desobedecía y la encerraban en

el cuarto oscuro unos minutos, donde había ratones, aunque parecieran horas. De

tantas veces que quedo allí encerrada, se adaptó a ese castigo y era mejor eso

a que la tocara.

Durante mucho tiempo Clara se ha sentido, incomprendida, sola,

sucia y fea. Muchas noches lloraba en silencio. Solo deseaba que sus padres

vinieran a por ella y se la llevaran de allí.

 Y sin ser aun consciente

de ello; a raíz de eses sucesos vividos, crearía una dependencia que no eligió

y que ocultaría durante décadas, para que nadie la juzgara.

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