Me llamo Brianna y ésta es la loca historia de mi vida. Siempre fui irresponsable, alocada, una pequeña Chucky que disfrutaba hacerle travesuras a quienes me rodeaban, la pequeña con quién mi santa madre no sabía cómo lidiar y quién le dió mil problemas, muy opuesta a mi hermano Dylan.
Él es perfecto, siempre fue estudioso, centrado, maduro pero yo no podía estarme quieta ni tampoco seguir las reglas impuestas por nadie.
Todo eso fui de pequeña y mi adolescencia fue peor con mis ganas de experimentar cosas nuevas, encontrar el amor de mi alocada vida y también con una alta dosis de rebeldía corriendo por mis venas.
Todo eso fui hasta que encontré una pequeña e inofensiva obsesión por encontrar el hombre perfecto que me hiciera feliz y trajera control a mi vida.
Ahora tengo 24 años y me convertí en una mujer que dejó atrás su adolescencia y encerró su vieja personalidad en algún lugar.
Encontré el hombre perfecto, pero ¿Lo será para mí?
Acompáñame a descubrirlo!!
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Me crié en un pequeño pueblo donde no existían muchos lugares para divertirnos, a diferencia de las grandes ciudades dónde las actividades son tan diversas.
Crecí con un hermano mayor aburrido que era el prototipo de hijo y alumno soñado, mientras que yo... era la oveja descarrilada de la familia y la pesadilla de todo profesor. Claro que mi hermano tiene la paz de mi madre mientras que yo poseo la energía de mi padre
No éramos muchos niños en mi calle y mi hermano al ser mayor y tan aburrido no salía de casa así que yo también estaba encerrada a menos que mi mamá nos llevara al parque cuando ya no me aguantaba en casa.
Un niño se mudó a nuestra calle y se adhirió a mi. Siempre estaba encima de mi y decía que de mayores se casaría conmigo. Para alguien que soñaba con ser una heroína en vez de vestirme de blanco con solo eso se ganó mi desprecio.
Él era poco mayor que yo, Ian su nombre. Le hice tantas travesuras que su enamoramiento se convirtió en odio y nos convertimos en enemigos. No lo juzgo, yo era insoportable, demasiada paciencia tenía.
A fin de cuentas él creció y se convirtió en un chico malo mientras que yo tenía mi versión de salvajismo que comenzó a ser atractiva ante el sexo opuesto.
Ian sabía perfectamente como provocarme y sacarme de mis casillas, tanto que era su pasatiempo, sabía mis puntos débiles tanto o más que yo. Sentía como si accionara un interrumptor de odio y venganza para dejar todo lo que yo estaba haciendo y correrlo para golpearlo con lo que tenía más a mi alcance.
Ian en la actualidad
Con el transcurso de los años creé una lista en base a lo que consideraba el chico de mis sueños, basada en lo que debía tener él y también como tratarme. La hice un día cuando a los once años veía una película y los protagonistas se besaban con excesiva pasión. A mí me pareció un intercambio de babas asqueroso. Ian miraba la tele desde atrás mío sin que me diera cuenta y me dijo
-Así te besaré yo
-Puaj que asco, no quiero tus babas. Eres un tonto yo nunca dejare que alguien me babee así
Luego pasó lo normal, olvidamos el tema de discusión y procedimos a insultarnos, yo empecé a perseguirlo y acabé casticaga por sujetarlo del cabello y hundir su cara en el barro repetidas ocasiones.
En mi castigo estaba tan aburrida que comencé a imaginar mi perfecto príncipe azul. Él primer punto fue que me dé lindos besos (no asquerosos como los de la película)
Un segundo punto fue añadido a la lista: que me trate bien y no me enojar jamás
Con el tiempo fui perfeccionando mis gustos y agregando puntos adicionales...
Éste capítulo es más bien una introducción de que trata la historia, espero les guste. En breve les regalaré un maratón 🤗 y conocerán al protagonista que nos falta aún
La guerra con el vecino era algo de cada día, tan normal como respirar. Claro que nadie comprendía cómo ese niño tan bueno con los demás se convertía en un demonio para enloquecerme.
Yo creo que siempre fue el diablo pero que engañaba a los demás fácilmente y dada mi reputación siempre acababa perdiendo.
Me escapé de casa porque mi amiga tenía su primera cita y creía que daría su primer beso pero Ian me acusó y tal como salí de casa fui castigada. Agregué un nuevo punto: que jamás me delate
En el pueblo nuestra relación de odio era la diversión de varios, tanto que teníamos gente apoyándonos en nuestras locuras, a espaldas de mis padres y de su abuela y madre.
Convencí a papá de darme dinero por semana para mis gastos y él era más flexible conmigo, contrario a mamá que la tenía harta y ya no podía comprarla haciéndole caras lastimosas.
Luego de que Ian destrozara el maquillaje que una amiga me vendió prácticamente regalado y lo usara para escribir completamente el espejo de mi cuarto y el del cuarto de baño que también adornó con dibujos míos haciendo del dos fue que anoté otro punto más: que sepa dibujar
Cuando comencé a convertir mi cuerpo en el de una señorita se dedicó a torturarme aún más. Le puso mi sostén preferido a su perro en la cabeza y me quitó algunas bragas para ponerselas encima del pantalón y correr diciendo: tengo calzones como Superman. Ese día un nuevo punto agregué luego de llorar de rabia: que jamás me avergüence
Cuando en la escuela unos estudiantes de un grado superior quisieron sacarme mi almuerzo, el se los arrebato de las manos pero lejos de dármelo a mi, se lo comió. Como si fuera poco se fue con los matones dejándome furiosa y hambrienta, mala combinación. El nuevo punto de mi lista fue: que siempre me defienda
De más está decir que tome represalias contra él porque quemé todos sus calzoncillos y con el dinero que mis abuelos me regalaron para mi cumpleaños le compré calzones de Hello Kitty y de las Chicas Superpoderosas.
Él por vergüenza no podía decir nada porque no le darían más dinero pero cuando nuestras madres fueron a la peluquería y nos dejaron en el parque cercano creyendo que nos portariamos, le bajé los pantalones delante de todos. Nunca lo ví más rojo ni sentí más satisfacción en mi vida. Lamentablemente aquello fue noticia y vivir en un pueblo donde no ocurre nada interesante hace que cualquier suceso se difunda de manera veloz. Lo gracioso de esto es que me castigaron un mes y la única persona que podía visitarme mientras mi castigo duraba era él. Yo era salvaje pero mi madre no escarmentaba.
Nuestra tarea de odiarnos seguía en el primer lugar de nuestra vida pero nos divertíamos.
Mi cumpleaños número doce no lo olvidaré jamás porque mientras todos disfrutábamos de la fiesta Satanás, como suelo decirlo cuando me ha superado dejó en mi cuarto más de una docena de cucarachas. Cuando la fiesta acabó y fui con mis amigas para hacer un pijama party nos encontramos con eso. De más está decir que salieron corriendo y gritando, de tal manera que los vecinos llamaron a la policía. Lo peor fue que además de eso su regalo era una cajita que supuse contenía un reloj pero una gran araña salió de ella. Otro punto se añadió a la lista: Que sepa que regalarme pero odie los bichos
Acabé por desarrollar una fobia a los insectos y ese día histérica como nunca antes. Podía sentir ese bicho caminandome y la sensación no se iba con el paso de los minutos. No dejaba de rascarme. Para completar mis padres no estaban por acompañar a mis amigas a sus casas y Dylan tampoco. Satanás entro por la puerta tal como si fuera su habitación y agarró a la araña devolviéndola a la caja
-Gritando así asustaras a Andrea- lo mire confundida- ella se llama Andrea
-Largo de aquí tu y tu novia
-Es una mascota, creí que te gustaría
-Es igual de asquerosa que tú, vete
Lloré aquel día porque nada me salía bien, lo más irónico fue que quien ocasionó que mi día se arruinara fue quien me consoló. Dejé que me abrazara hasta que me calmé y comprendí que todo lo que ocurría era su culpa. Un punto adicional se sumó: que nunca me haga llorar
Cada día que pasaba las venganzas se hacían más crueles e imaginativas pero mi desprecio hacia Ian seguía creciendo.
Cuando debía estudiar, lo cual me costaba mucho porque me desconcentraba con facilidad y mis calificaciones no eran buenas, él ponía música a todo volumen. Eso me desconcentraba y aunque amaba la música él se encargaba de poner lo más absurdo posible para que todos podamos escucharlo.
Solía poner canciones de películas de Disney, algo que odiaba pero aprendió otra debilidad para enfurecerme, la canción de la tortuga Manuelita.
Claro que en la materia que peor me iba era historia y por varios motivos. No era buena para recordar fechas y menos si no me importaban en lo absoluto. Incluso me gané un buen castigo por discutir con la profesora que era una vieja idiota que llevaba su cara de asco cada día. Nos enseñaba cosas de cuando no habíamos nacido, con más de 100 años de antigüedad, no era mi culpa no aprender. Reclamarle se volvió peor porque el salón estalló en risas y me fui a detención de inmediato.
Mis padres para evitar la vergüenza de asistir semanalmente para hablar con el director se turnaban e iban una semana cada uno, lo cual derivaba en castigos a tiempo completo en casa.
En detención hacia lo menos posible, es decir que buscaba las tareas más fáciles y demoraba el mayor tiempo con eso para que los demás desafortunados hicieran lo más difícil. Limpiar el comedor era lo más normal para todos ya que nos daba asco y era un arduo trabajo porque éramos cerdos y descuidados. Yo siempre me ponía a limpiar mesas mientras los demás estaban con los pisos.
Varios castigos los compartí con Ian porque peleabamos constantemente. En uno de esos nos tocó el comedor a los dos juntos así que nos esperaban horas de trabajo. Limpie las mesas mientras el se ocupaba del piso pero al pasar por su lado para pegarle con el trapo mojado me resbalé y caí de la manera menos femenina posible. Él no pudo levantarme y cayó encima de mi. Lo aparte de un empujón y me levanté rápidamente. Le tendí mi mano y lo levanté con facilidad dedicándole una mirada burlona. Al llegar a casa ese día anote en mi lista Debe ser fuerte (no como el idiota del vecino)
Varias chicas a los trece años habían tenido alguna cita excepto yo porque no estaba interesada. Con el prospecto que vivía en mi calle pensaba que los hombres solían ser estúpidos. Con el tiempo mis ideales fueron cambiando y mi curiosidad por las cosas nuevas creciendo más y más. Quise también saber que se sentía el primer beso pero no lo conseguí hasta años más tarde, gracias al vecino.
Mi madre decía que Ian estaba celoso así que el nuevo punto a agregar fue que no sea celoso como el vecino
Mi lista hablaba de él en cada punto, porque era un defecto con piernas a mi manera de ver, así que el príncipe azul ideal con ser lo opuesto a él sería perfecto.
Tenía tanto rechazo al vecino que así mismo el no me molestara yo tenía que hacerle alguna maldad solo para no perder la costumbre.
Planee mi venganza y pedí ayuda a mi amiga a quien pocas cosas le daban asco por lo que atrapó un sapo y lo dejó en un balde para mí. Me vesti muy femenina, tal como las chicas de mi edad y sabía que Ian aveces me miraba así como miraba a todas las demás.
Lo llamé y fue a casa. Subió a mi cuarto y era mi momento de actuar
-Ian, quería pedirte un favor muy importante
-¿Por qué yo tendría que ayudarte?
-Porque eres guapo y quería pedirte esto a ti porque no hay nadie más guapo que tú qué conozca
Él muy idiota sonrió creyendo lo que decía y esperó que siga hablando
-Quiero saber que se siente el primer beso, ¿Me darías uno?
-¿De verdad?
-Si, ¿Lo harás o no? Pero tienes que cerrar los ojos porque me da vergüenza
-Esta bien
Mi amiga que estaba escondida me dió un par de guantes que me puse rápidamente y tomé el sapo. Lo acerque a su boca que estaba estirada esperando para besarme y cuando sus labios tocaron a mi verde amigo abrió sus ojos mientras yo soltaba el sapo y salía corriendo llorando de risa.
-Me las pagarás Brianna, ya verás
Esa vez no hubo venganza sino que pareció desilusionado pero un mes después aún cuando lo veia reía
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