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Hilo Rojo

Hilo rojo.

En algunas culturas asiáticas cuentan la leyenda del hilo rojo: las almas gemelas siempre estarán atadas con hilo rojo, ni importa el tiempo que les cueste encontrarse o notarse, pero están destinadas a estar juntas. Aquellas almas podrán enfrentarse a muchos retos, pruebas o dificultades. "El hilo podrá estirarse, contraerse pero nunca romperse". Pero ¿que pasa si una de aquellas dos almas por ambición corta el hilo? ¿en realidad estaban destinadas a estar juntas?

Si hubiera sabido que tomar la misión de mi vida era cortar mi hilo rojo, nunca hubiera aceptado. Hubiera preferido ser un don nadie y esperar lo necesario a mi alma gemela, a que tener el reconocimiento del mundo y no tener su amor.

Misión.

Creo que debemos empezar esta historia desde el principio. Me llamo James Park y vivo en Washington. Soy policía, y no es por presumir, pero, soy de los mejores. Mi especialidad es ser un camaleón, ser un infiltrado en casos especiales como el narcotráfico o el lavado de dinero. Pero, últimamente solo me asignan casos simples: robos, asaltos, cualquier cosa sin emoción. Siento que mi carrera se ha estancado como nunca lo había visto. Le he pedido a mis superiores que me asignen un caso complejo, pero simplemente me ignoran. Se les ha olvidado quien los ayudo a estar en las sillas en las que ahora están sentados.

En cuanto a mi vida personal pues, no puedo decir mucho, mis padres fallecieron hace tiempo. Me dolió sin duda alguna, pero ellos me prepararon para cuándo tuvieran que irse. En sus últimos años de vida nos dedicamos a estar lo más juntos y felices posibles, claro, sin descuidar mi trabajo. Incluso mi mamá me decía que tenía que despegarme de mi trabajo, que tenía que salir con más personas que no fueran delincuentes o asesinos, que tenía que conseguir una o varias novias, jaja, pero que tenía que al menos, estar en una relación, vivir la vida. Yo solo hice caso omiso, realmente no estaba interesado en esas cosas. Si tuve algunas...conocidas pero no pasó a más. Mi vida personal es simple.

Ahora me encuentro en el trabajo, me han asignado un cubículo ¡ja!, de pasar de infiltrado pasé a ser un simple policía que espera en una silla y ordena papeleo, suena patético y aburrido (realmente lo es). Y en el momento en el que estoy pensando en una escena ficticia en donde atrapó al mayor delincuente de la historia, mi superior me saca de mis pensamientos gritándome -¡Park! Park! ¡te estoy hablando!-. Si tan solo ese hombre fuera más joven lo golpearía hasta que aprendiera a respetarme. Pero, como no es así, solo me queda obedecer y hablar mal a sus espaldas.

-¿Que sucede?- contesto de mala gana.

-Ven, te tengo buenas noticias- eso espero.

Lo sigo hasta su oficina, entro primero y el después, cerrando la puerta con seguro. Sin embargo, no estábamos solos, habían más policías con caras de serios, eso me dió una leve esperanza de que por fin me dieran un caso decente, y no estaba equivocado.

- Bueno, la razón principal por la que estamos aquí es porque nos han otorgado un caso de tráfico de drogas y lavado de dinero- ¡si! pienso para mis adentros.- sin embargo es un caso de suma dificultad e importancia, ya que el jefe de toda esta organización es el hombre más rico y poderoso del país, Miguel Montessori. Tiene empresas y bancos a su merced y quitarlo de su trono no será nada sencillo.- todos estábamos atentos a la información que nos estaba dando el superior, pero aún no me quedaba claro que papel iba a jugar aquí. Algo estaba claro: todos nos íbamos a infiltrar en sus negocios; empresas, bancos e incluso en sus pandillas, solo para conseguir la información necesaria para quitarle la corona al rey y eliminar una rata de nuestras calles.

Todos tenían un papel, excepto yo. Me empezaba a frustrar y comenzaba a creer que solo me trajeron para ver y morirme de la envidia, hasta que todos salieron y me pidieron quedarme con algunas personas importantes.

-Park, sabemos sobre tu experiencia en este tipo de casos y por eso te hemos asignado un puesto especial- mi mente estaba eufórica por esas palabras, solo pensaba en que personaje iba a interpretar, con que papel me podía ganar el Oscar a mejor actor policía (claro, si existiera)- hemos decidido que tú serás el espía que se incorpore a la empresa principal de Montessori, serás aquel hombre que se haga su mano derecha, su hombre de confianza y su gran amigo.

Todo ahora era perfecto, no había nada que me quitará la emoción, la adrenalina que sentía en ese momento. Pero lo que no sabía era que si había alguien que me haría caer y tocar lo más profundo de mi alma, y tal vez, de mi corazón.

Miguel Montessori

Mantener a una familia es complicado. Cuando uno es padre, es capaz de quitarse el pan de la boca con tal de que nuestros hijos tengan algo que comer. Uno por sus hijos es capaz de trabajar sin dormir, de humillarse con tal de tener dinero y darle todo lo que ellos necesitan y quieren.

Mi nombre es Miguel Montessori. Me convertí en padre de una hermosa niña cuando tenía 25 años junto con el amor de mi vida, Lucía Green, hija de Robert Green, el hombre más rico del país...en ese entonces. Cuando quedamos embarazados ella tan solo tenía 19; su padre era muy sobreprotector con ella, desde el inicio de nuestra relación él interfería con nuestra felicidad, ya que decía que yo era un don nadie que no merecía a Lucía, además de la diferencia de edad. Sin embargo nada nos detuvo para estar juntos.

Al recibir tan semejante, hermosa, pero semejante noticia, Robert no dudó en separa de mi, mandándola a Alemania para que no me volviera a ver. Ante esa situación mi mente se volvió un lío, no iba a tolerar que me separaran de los dos grandes amores de mi vida.

Para ese entonces yo estaba involucrado en algunos negocios de bienes raíces para ganar dinero suficiente y demostrarle al señor Green que podía darle lo que quisiera a Lucía y a nuestra bebé. Pero en el camino a tener más dinero me ofrecieron participar en negocios turbios relacionado con narcomenudeo ya que vieron en la situación en la que estaba y creyeron que sería alguien fácil de pescar en su red. Sin embargo yo no acepte. No niego que era tentadora la oferta: dinero fácil y rápido; podría hacer una fortuna si es que hacía bien mi trabajo y demostrarle al viejo que era mejor que él, y tal vez, convertirme en alguien importante en el medio. Pero en mi decisión estaba Lucía y mi bebé de por medio. No las arriesgaría a estar en medio de un negocio tan peligroso y sucio.

Pero al enterarme por Lucía sobre su viaje, estaba con miedo, con enojo. No quería perderlas, y escuchar a Lucía llorando a través del teléfono hizo que mi sangre hirviera y provocó que aceptará una propuesta pasada.

Acepte ser parte del negocio de drogas, prometí obedecer todas las órdenes que me dieran sin objeción alguna, pero quería algo a cambio. Sabía que me estaba arriesgando demasiado al pedir cosas en el primer día en la organización, pero estaba desesperado por el hecho de que podían alejarme de mi vida entera. Pedí que asesinaran al viejo Green. Realmente no lo pensé demasiado pero no encontraba otra opción. Si salíamos del país Lucía y yo, el maldito nos iba a buscar hasta por debajo de las piedras con tal de encontrarnos. También temía por la vida de mi bebé, no sabía si el maldito obligaría a Lucía a abortar.

Por suerte el jefe aceptó y de inmediato mando a matar al señor Green. Obviamente no le dije nada a Lucía, si se lo decía todo hubiera sido en vano, se alejaría de mí, pensaría que soy un monstruo...tal vez si lo soy a partir de hoy, pero haría todo con tal de tenerlas a mi lado.

Al recibir la muerte de su padre Lucía estaba devastada, no sabía cuál era la razón por la cual lo asesinaron, pero estuve ahí para consolarla y darle todo el amor que necesitaba en ese momento. Me sentía mal por ella, a lo mejor el viejo era un maldito pero al final de día...era su padre. Pero a partir de ese día haría todo para que estuvieran bien y mi familia estuviera unida y a salvo...aunque con el negocio ya no lo estaban tanto.

Al ser su única hija, Lucía recibió toda la fortuna de su padre, sin embargo ella no sabía nada de los negocios de él, por lo que confío en mi y puso todo a mi nombre: propiedades, empresas... dinero. De un día a otro pase de ser un simple hombre a ser el hombre más rico del país.

Pero el negocio por el que ahora estoy con Lucía y mi bebé también pedía mi presencia. Gracias a los negocios del señor Green pude agrandar en mercado de drogas, y gracias a mi gran habilidad para crear planes pudimos extender el negocio a todo el país, inclusive llegamos a empezar a lavar dinero.

Al igual que con los negocios del señor Green, el liderazgo de la organización paso a mi mando, agrande todo, agrande la fortuna, agrande los negocios y agrande a mi familia. El tiempo pasó y Lucía había dado a luz a una hermosa niña, a mi otro gran amor de mi vida. Decidimos llamarla Rosé, Rosé Montessori. Cuando la ví, me enamoré a primera vista y me juré que haría todo para protegerlas.

Pasaron cinco años y todo iba de maravilla, las empresas habían crecido, el narcotráfico también, y por ende mi fortuna. Incluso mi familia estaba creciendo; Lucía y yo estábamos esperando otro bebé. Pero...siempre hay un pero; un día en el que estaba jugando con Rosé, por accidente tropezó y no pudo detener la caída. Algo que para ella parecía simple se convirtió en un sangrado.

Cuando llegó al hospital ya había perdido a nuestro bebé. Fue un golpe bajo para todos. Incluso Rosé lloraba y decía que era su culpa. Pobre de mí niña. Al igual que Lucía, ambas se culpaban por la perdida de nuestro bebé. Yo sabía que no era culpa de nadie, pero no pude evitar sentirme devastado.

Si yo estaba mal, Lucía estaba peor. Sufrió depresión grave, cada día su salud empeoraba y al cabo de unos meses falleció. Mi vida en lo laboral parecía ir en popa, pero en lo familiar...todo iba mal. Solo me quedaba mi pequeña Rosé...la sonrisa que me ayudaba y me inspiraba cada día que iba a vivir. Ambos tuvimos que superar la muerte de Lucía y seguir adelante.

20 años después

Con forme pasaron los años parecía ir todo bien. Mi pequeña Rosé se convirtió en toda una mujer trabajadora, estudiosa y fuerte. Estoy muy orgulloso de ella. Lo que me preocupa es que quiere involucrarse en el negocio familiar y puede que descubra lo que hay detrás de todo eso. Pero por lo pronto no tengo de que preocuparme puesto que sigue estudiando.

Estoy feliz con lo que he conseguido, tal vez hubiera querido que mi amada estuviera conmigo junto con el bebé que nunca llegó a conocernos, pero Rosé y yo hemos sido suficientes para seguir adelante, y cualquiera que intente derribar esa felicidad, pagará muy caro...con su vida.

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