La habitación estaba oscura quizás por el invierno o por las cortinas negras que cubría la ventana, Ana había desactivado su alarma después de todo no todos los días se cumplen 40 años, cuando de repente se rompe el silencio con el " Ring - Ring " de su teléfono, Ana hace una mueca de disgusto cubriéndose la cabeza con la almohada pero el teléfono no paraba de sonar, estira su mano hasta la mesa que estaba junto a ella toma su celular para ver en su pantalla "Número Desconocido" sin pensarlo simplemente desliza hacia el botón rojo y decide volver a dormir pero nuevamente "Ring Ring" entra una llamada insistente.
–¿Es en serio? –.
Dice en voz alta con cierto tono de molestia.
– Ahora lo que falta es que sea número equivocado –.
Pensó Ana y decide contestar.
– ¿Hola? –.
Responde sin mostrar ninguna emoción, mientras que del otro lado se oye una voz masculina gruesa.
– ¡Feliz Cumpleaños! –.
Esa voz hizo que inmediatamente el sueño se disipara, Ana sostenía el teléfono con su mano temblorosa
– Gracias –.
Fue lo único que ella pudo decir en ese momento mientras queda totalmente paralizada escuchando el "tu - tu - tu" que indicaba claramente que la llamada había terminado, pasó mucho tiempo allí acostada mirando hacia ningún lugar y con la mente en blanco, sacudió su cabeza y se dirige hacía el baño para tomar su ducha caliente; rápidamente el vapor cubrió toda la habitación, la cabina del baño era de espejos, Ana dibuja con su dedo una "S" que rápidamente es borrada con las gotas de la regadera cuando de repente suena nuevamente su celular, cierra rápidamente la regadera y temblando mira en su pantalla un nombre conocido.
– Hola Carlos –.
Sin dudar responde Ana.
– ¿Cómo está la cumpleañera más bella del mundo? Hoy sin duda te espera un día de muchas sorpresas –.
Dice Carlos de forma cariñosa.
– Pero cuéntame ¿Dónde estás? Fui a buscarte a tu oficina en la clínica y no estabas.
– ¡No me lo creerías! –.
Responde Ana con mucha picardía.
– Lo único que no podría creerte es que estás aún en tu casa.
– ¡Exacto! –.
Suelta la risa como si fuese una niña a quien acaban de descubrir en su picardía.
– ¡Ana! Tenemos la cirugía de las siameses a la 2 y la junta con los inversionistas en 2 horas.
En ese momento Ana mira la pantalla de su teléfono y ve con asombro el mismo número que la despertó.
– ¡Descuida Carlos llegó en una hora debo colgar–.
Sin dudar responde la llamada entrante y con voz temblorosa dice:
–¿Sebastián eres tú? –.
Pero el silencio era quien respondía su pregunta solo se podía escuchar la respiración del otro lado de la línea, como si solo quisiera escuchar la voz de Ana.
– ¿Hola? ¿Estás ahí? ¿Me escuchas? ¿En verdad eres tú? –.
Ana no paraba de hacer preguntas mientras una risa se oye al decir.
– Mi niña vas a recibir tu regalo número 1 en este momento disfrútalo –.
– Sebas…–.
Antes de que pudiese Ana terminar de pronunciar su nombre la llamada había terminado, realmente estaba desconcertada.
–¿Estaré soñando? –.
Pensó por un momento cuando de repente el sonido del timbre de su apartamento la sacó de sus pensamientos, sonaba como mucha insistencia
–¿Será? —.
Pensó Ana y recordó lo que acababa de escuchar en la llamada, su dormitorio estaba en el segundo piso del Penthouse así que bajó rápidamente las escaleras mientras el timbre no paraba de sonar, la puerta parecía pesar una tonelada o quizás era que Ana no dejaba de temblar, así que respira profundo y abre la puerta, para solo ver una rosa roja en el tapete sale y comienza a mirar hacía los lados como buscando alguna respuesta o a alguien es especial.
– ¡Qué lindo atuendo vecina! –.
Dice Ricardo sin poderle quitar la mirada de encima, en verdad desde hace 5 años que estaba enamorado de ella pero nunca se había atrevido a decirle nada.
– ¡Te puedes resfriar doc! –.
Insiste Ricardo al ver qué Ana no le presta atención.
–¿Te pasa Algo? –.
Toca el hombro de Ana y se da cuenta que está helada y es hasta ese momento que ella se da cuenta que no está ahí sola.
– Hola Ricardo disculpa no te había visto.
– ¡Descuida! Se te cayó tu rosa –.
Sin pensarlo Ricardo recoge la rosa sin darse cuenta que Ana hacía lo mismo en el mismo momento y así por primera vez quedaron tan cerca y de frente que se podía sentir la respiración del otro.
– ¿Tienes los ojos azules? –.
Le preguntó Ana.
– ¡Así es! –.
Le respondió Ricardo quien en realidad ni prestó atención a lo que le decía en ese momento estaba esforzándose por no robarle un beso a Ana nunca la había tenido ¡Tan cerca!
– ¡Son lindos! Con razón tienes a todas en el edificio locas detrás de ti–.
Toma la flor de sus manos y se levanta. El rostro de Ricardo cambia de forma inmediata y muestra una seriedad que poco era común en él mientras se coloca de pie.
– ¡Eso dicen! –.
Respondió fríamente.
– ¿Pero no tantos como tú? que ¡hasta rosas te traen a casa! –.
En ese momento Ana recordó todo lo que había pasado en la mañana, la llamada que la despertó y la voz que se parecía tanto a la de S… y solo entonces se dio cuenta que estaba con su toalla roja y se sintió apenada frente a Ricardo.
--Disculpa debo entrar.
– ¡Claro! Solo venía a desearte un ¡feliz Cumpleaños! De haber sabido que te gustaban las rosas te hubiese traído más de una sin dudar pero te traje este obsequio si quieres espero acá afuera mientras te cambias para poder dártelo.
– ¡Pasa! Yo bajo en seguida.
Ana sube a cambiarse, y Ricardo se sienta en el sofá y abre la caja de su regalo
– ¿Le gustará? ¿Pensará que es muy exagerado? –.
Se repetía Ricardo en voz baja mientras observaba la dedicatoria labrada en oro al fino reloj que estaba en una caja de terciopelo azul.
– ¡Rick en la nevera hay jugo de naranja y tengo una rebanada de ese pastel de fresas que tanto te gusta! si quieres puedes servirte ya estoy terminando de secar mí cabello –.
Le dice Ana desde el segundo piso a lo que Ricardo sonríe y recuerda el día que se conocieron. Ana entraba a la joyería de su familia estaba vestida con un vestido negro que realzaba su bella figura y una chaqueta blanca su cabello negro perfectamente recogido y en sus manos un pastel de fresas envuelto como un regalo, al verla entrar se apresuró atenderla le hizo una seña a la ejecutiva del mostrador quien se extraño al ver qué el Sr.Kresh en persona atendería a una cliente esa mañana, Ana estaba distraída viendo los relojes cuando una voz dulce le dice:
– ¿Sabías que un reloj no solo nos dice la hora? –.
Ana con curiosidad y su risa particular le dice al vendedor.
– ¿Qué más le puede decir?
- ¡Uff! Casi todo, es algo así como una bola de cristal.
– Y entonces yo ¿en vez de una joyería entre a un circo? –.
Y continúa con su risa, Ricardo realmente estaba enamorándose de esa risa.
– ¿No me crees? Te enseño; si escoges este de la correa negra me diría que eres una persona tímida que no le gusta llamar la atención pero si escoges el de perlas–.
Le interrumpe Ana sin poder aguantar la risa.
– Te diría que no tengo con que pagar un reloj así –.
Mientras los dos entran en risas todas las ejecutivas se quedan viendo a ese par, pero poco le importaba a Ricardo eso.
– ¿Cuál te gusta?
– ¿Dígame usted sr mago?
– Creo que el más adecuado para ti es este –.
Mientras sacaba de la vitrina un reloj de plata con correa labrada y en su interior se podía ver claramente los números y la mecánica del reloj. ¡Realmente era una joya hermosa! Pero Ana en ese momento no pudo llevárselo, se disculpó con el vendedor y salió inmediatamente. Ricardo en ese momento no entendía qué sucedía pero corrió detrás de ella.
– ¡Señorita disculpe dejó su pastel! –.
Sin embargo Ana no pudo oírlo porque ya había tomado un taxi, para su sorpresa en la caja estaba su nombre, teléfono y dirección con una dedicatoria "para mí mejor amiga" en su cumpleaños por lo que tomó su carro y fue a llevárselo tocó el timbre y la encontró llorando, Ana se asustó al ver el vendedor en la puerta de su casa, ese día lo invitó a entrar y fue la única persona con quién compartió su cumpleaños 35 desde entonces Ricardo amaba el pastel de fresas.
– ¡Rick se me hizo tarde! ¿Me puedes llevar al hospital? Mí carro sigue en el taller en una hora tengo una junta importante–.
La voz de Ana hizo que Ricardo dejara de navegar en sus recuerdos, sonríe y le dice.
– Antes toma, ¡feliz cumpleaños! –
Ricardo y Ana eran mejores amigos él sabía muy bien los justos de ella y en especial el amor por los relojes, cuando Ana vio la caja le dice en forma de sarcasmo.
– ¿Por fin te decidiste a pedirme matrimonio? –.
Ambos se ríen y así Ricardo disimula lo rojo que se puso.
– ¡Rick no es demasiado! ¿Este era el reloj de tu mamá? Estuve en la fiesta cuando tu abuela le dijo que era una reliquia familiar ¿Estás loco?
– ¡Ella ya no está! lo sabes, y sé cuánto te gustó además mamá no hubiese querido que nadie más lo tuviese sino tú y lo sabes bien ¡ven déjame y te lo pongo!
El reloj se abría y era como un relicario.
– Actualice la foto –.
En un lado estaba Ana con la mamá de Ricardo y en la otra ellos dos. Ana lo abraza fuerte y le dice al oído.
– ¡Gracias, Es el mejor regalo de todos! Sabes cuánto llegue a querer a tu mamá–.
Estaban abrazados y tan cerca que Ricardo podía oler la fragancia de sus cabellos.
– Ella ¡Te amaba! Siempre me dijo que eras como una hija.
– Si me decía que éramos unos buenos hermanitos –.
Nuevamente Ricardo se enoja sin que Ana se diese cuenta, ella se quita su reloj para usar su regalo; Ricardo sonríe al verla comportarse como una niña, y le ayuda. Ana ve la hora y comienza apresurarse sin darse cuenta que el reloj tenía una dedicatoria. Toma de la mano a su amigo y bajan en el ascensor privado Ricardo lleva a Ana hasta su trabajo y se despiden.
– Rick, la fiesta es a las 8 ¿Vienes verdad?
– ¡No me la perdería!
– Milena estará feliz de verte me tiene loca preguntándome por ti, ¡Deberías prestarle más atención!
– ¡Voy por ti a la fiesta! no lo olvides.
– Rick –.
"Ring, Ring" nuevamente el teléfono de Ana suena, otra vez en su pantalla decía "Número Desconocido"
– ¡Tengo que irme! –.
Sale del auto y responde la llamada.
– hola, hola, ¡Hola! –.
En ese momento se abre el ascensor frente Ana
– Hola –.
Responde desde adentro y ella cae desmayada.
Ricardo estaba viendo desde lejos y corre desesperado al ver a Ana caída en los brazos de un desconocido y en la puerta del ascensor pero antes de que pudiese llegar dónde estaban ellos el desconocido tomó Ana en sus brazos y subió de nuevo al ascensor .
Ricardo solo llego a ver el piso en que se detuvo el ascensor por lo que decidió subir corriendo por las escaleras de emergencias, no podía quitarse de su mente la imagen de un extraño cargando a la mujer que amaba y que además era su mejor amiga, sin darse cuenta en un momento llegó al tercer piso para darse cuenta que era el área de cirugía, muchas veces había estado en ese piso de hecho allí quedaba la oficina de Ana pero no entendía porque este extraño la había llevado ahí, de repente ve a Carlos dirigirse hacía un cuarto por lo que lo intercepta.
– ¿Has visto a Ana?
– Buen día, yo muy bien gracias por preguntar–.
Respondió Carlos irónicamente, Ricardo toma por la bata a Carlos y le vuelve hacer la misma pregunta.
– ¡Cálmate mí viejo! ¿Qué pasa?
Pregunta Carlos desconcertado por la actitud de su amigo.
– ¡Dime qué sabes dónde está Ana!
- Aun no llega pero ¿Que pasa? –
Pregunta Carlos un poco molesto.
– La dejé en el estacionamiento y cuando iba a entrar en el ascensor se desmayó, un tipo la cogió en sus brazos y la subió acá, no pude detenerlos–.
Carlos se puso pálido al escuchar a Ricardo, ven la oficina de Ana abierta y ambos corren hacía ella para encontrarla en el sofá acostada aún inconsciente, parecía simplemente que estaba dormida, su cabello perfectamente arreglado, su maquillaje intacto ni siquiera su ropa estaba algo arrugada. Ricardo es el primero en llegar a ella.
– Ana por favor despierta ¿Qué pasa? ¿ por qué no responde? –.
Carlos se abre paso y chequea sus signos vitales.
– Está inconsciente ¡debemos llevarla a urgencias! –.
La tomaron entre los dos y la acostaron en una camilla del pasillo mientras bajaban en el ascensor Ricardo pregunta.
– ¿Crees que esté drogada?
-¡No! –.
Responde fríamente Carlos.
– ¿Por qué estabas tú con ella en el estacionamiento?
– Su auto sigue en el taller–.
Respondió Ricardo sin quitarle la vista a Ana.
– ¿Cómo era el hombre que la tomó?
– ¡No sé! creo que un poco más alto que tu, de cabello negro creo ¿Porque?
En ese momento se abre la puerta del ascensor y Carlos grita.
-¡Rita! ven rápido–.
Aparece una mujer de unos 56 años, alta de piel morena.
– Es la encargada de urgencias–.
Le explica Carlos a Ricardo mientras Rita ve a su amiga inconsciente, toma signos vitales y la conecta a un monitor, Ricardo desde lejos solo ve pasar a médicos y enfermeras de un lado a otro y mira a Ana quién tiene ya puesta una máscara de oxígeno.
– ¡Está bien!, solo hay que esperar a que despierte–.
Le toca el hombro a Ricardo.
– Te aviso cualquier cosa, ¡gracias por venir!
– ¿Me puedo quedar? –.
Pregunta Ricardo con tono persistente.
–¡No! –.
Responde Carlos.
– Mí viejo está área es restringida; solo personal de salud puede estar, tranquilo sabes que ¡nadie la cuidara mejor que yo!
– ¡Avísame cuando apenas despierte! –.
Le dijo en forma suplicante a Carlos mientras esté le daba la espalda para entrar en el cubículo de Ana, a Ricardo no le quedó otra opción que sentarse afuera de la sala de urgencias esperando noticias, habían pasado como 30 minutos cuando un par de enfermeras salen comentando.
– ¿Viste a la doctora Ana? le mandaron hacer todos los exámenes y nada que despierta, solo falta la prueba de embarazo.
– ¡A su edad! ¿Crees que es cierto lo que dicen de ella y el doctor Carlos?
– ¡Creo que hoy sabremos! acompáñame al laboratorio por los resultados
– ¡Qué emoción, hacen una linda pareja!
– Dicen que hoy en su fiesta de cumpleaños, le pedirá su mano –.
Ricardo solo miraba por la ventana hacia el cubículo de Ana, mientras escucho irremediablemente la conversación entre las enfermeras, respiro profundo y se dio la vuelta para salir del hospital, más que por lo que había escuchado por lo que acababa de ver por la ventana, vio claramente cuando Carlos le retira la mascarilla de oxígeno a Ana y le da un beso en sus labios así que decide simplemente marcharse.
– Todo saldrá bien –.
Dijo en voz alta y se fue. Mientras que en el cubículo Carlos observa el reloj que lleva puesto Ana.
– Mi princesa así que empezaste a recibir tus regalos desde temprano, el mío te encantará, lo tuyo es solo estrés descansa yo haré la reunión por ti, sueña conmigo –.
Carlos se retira a la reunión de los inversionistas de la clínica, no sin antes pedirle a Rita que le avisara de cualquier cambio en el cuadro clínico de Ana. Ella comienza a abrir los ojos y nadie se da cuenta; estaba desorientada y con un fuerte dolor de cabeza decide intentar levantarse pero se tambalea un poco se retira la vía endovenosa por los que hace una pequeña mueca de dolor y se dirige hacía la puerta, cuando Rita la ve corre hacía ella.
– Ana ¿qué crees que haces? llevas inconsciente más de 30 minutos no puedes levantarte como si nada.
– ¿Qué pasó?
– No se, Carlos y otro joven te trajeron en una camilla–.
De repente Ana se queda mirando el cubículo 2 de la sala de urgencias.
– ¿Rita, quién es el médico que está allá?
– ¿Quién? no veo a nadie ¿por qué?
– Solo me pareció ver a alguien, no me hagas caso amiga.
– ¿Y a dónde crees que vas? –.
Preguntó Rita al ver qué Ana se iba.
– ¡Tengo junta!
– ¡No te preocupes Carlos se fue a hacer tu presentación!
– ¡Eso no pasará! –.
Acto seguido se ajustó su ropa y cabello y se dirigió hacía el ascensor recordando lo que había sucedido hace menos de una hora.
– ¿Habrán vuelto las alucinaciones? –.
Se pregunta Ana mientras se dirige a su oficina toma su bolso y revisa el celular sin ver llamadas perdidas, lo deja en la gaveta de su escritorio coge unas carpetas y se dirige a la sala de juntas pero justo antes de salir de su oficina mira que en la ventana hay otra rosa roja pero esta vez con una nota que decía " Nos vemos en la fiesta" al salir de la oficina le dice a su secretaria
– Agéndame una cita lo más pronto que puedas con mí terapeuta por favor, si alguien pregunta estaré en la sala de juntas, Mariana tú ¿apenas estás llegando cierto?
Le pregunta Ana a su secretaria.
– Dra. ¿Recuerdas que me dijo que hoy podría llegar después de medio día por la cita en la escuela de mí hijo?
– Si claro, es verdad, pero ¡apenas son las 11 de la mañana!
– La cancelaron cuando estábamos allá por eso me vine de inmediato.
– ¡Gracias Mariana! te encargo lo de la cita porfa–.
Al despedirse de su secretaria se dirige hacía la sala de Junta pero antes de abrir la puerta se repite a sí misma.
– ¡Ana ya son 10 años! 6 de ellos sin alucinaciones ¡no vamos a recaer justo ahora en el mejor momento de nuestra vida! así que Lest'go–.
Abre la puerta de la sala de juntas pidiendo disculpa por la tardanza, Carlos se levanta sorprendido y se dirige hacía Ana.
– ¿Qué haces? ¡Hace un momento que estabas dándonos un gran susto!
– ¿Empezaron? –.
Preguntó Ana.
– ¡No! –.
Respondió Carlos con una sonrisa en sus labios, sin duda alguna lo que siempre le había encantado de Ana era ese espíritu indomable y luchador en especial ante los momentos difíciles.
– ¡No te preocupes, en verdad me siento bien, después te cuento! ¡Ahora vamos por lo que tanto hemos luchado! –.
Así se sentó Ana a la cabecera de la mesa iniciando la reunión, los socios estaban más complacidos que asombrados pues la noticia de que que hace unos minutos estaba hospitalizada en urgencias ya era de conocimiento general en el hospital, pero bien conocían a la doctora Robinson quien se caracterizaba por ser una mujer talentosa y que siempre cumplía sus planes al pie de la letra. Tomó la palabra el representante principal de los socios, después de Ana y Carlos era quien más acciones en la clínica tenía,
– Dra. Robinson realmente nos complace verla bien como siempre, quería presentarle a quien a partir de hoy será nuestro representante universal yo me tengo que ausentar por un año por razones personales, pero mí amigo me llamó hace un momento que se le presento un inconveniente y que se demora en llegar–.
Justo en ese momento tocan la puerta y entra a la sala de Juntas Mariana dirigiéndose al Sr. Mackintosh.
– Acaba de llegar a quien estaban esperando adelante Dr. Patrickson –.
Ana al escuchar ese apellido queda congelada no podía alzar la vista de los documentos que estaba leyendo hace un momento, Carlos en su lugar toma la mano por debajo de la mesa de Ana y la aprieta fuerte.
– Buenos días para todos disculpen mí tardanza–.
Sentándose justo en frente de Ana.
– Dra. Robinson este es mí amigo del que le comentaba el Dr. Sebastián Patrickson trabajará con ustedes a partir de hoy, sin duda harán los tres un gran equipo.
– Dra Robinsón un placer verla–.
Dijo el Dr Patrickson mientras extendía su mano y miraba los ojos de Ana que estaban temblando de un lado hacia el otro a punto de salir una lágrima, justo ahí es interceptado por Carlos.
– ¡Como en los viejos tiempos! –.
Y con un fuerte apretón le deja claro que no tocará a Ana. Ella por su parte se diré al Sr. Mackintosh.
– Sin duda alguna podremos llegar a un buen acuerdo, ¡Queremos mostrarle la renovación del área de Pediatría y maternidad!
– ¡Claro que sí! Recorrer este hospital y de la mano de esta belleza siempre es un placer –.
A lo que Ana sonríe por cortesía y comienzan el recorrido, detrás de ella venían Carlos y Dr. Patrickson finalizada las negociaciones se despiden en la puerta principal.
–¿Estás bien? –.
Le pregunta Carlos a Ana, él la conocía muy bien eran amigos desde el jardín de infancias incluso habían estudiado medicina juntos y la especialidad.
– ¡Vamos a mi oficina por favor! –.
Caminan hacia ella con la mayor de la naturalidad en ocasiones incluso le contaba algún chiste que le hacía reír, pero Carlos sabía que todo aquello era una pantalla una vez en la oficina Ana toma su celular y mira 25 llamadas perdidas de Ricardo por lo que decide devolver la llamada.
– Rick ¿Todo bien? –.
Pregunta Ana al contestar Ricardo del otro lado.
– ¡Gracias a Dios estás bien! necesitaba saber de ti ¿Sigues en urgencias? ¿Puedo ir a verte?
– ¿Cómo sabes que estuve en urgencias?
Respondió Ana con gran curiosidad, mientras Carlos le hace un gesto de que al colgar le explica.
– ¿Puedo? –.
Vuelve a preguntar Ricardo es como si escucharla no fuera suficiente.
– ¡Descuida, estoy bien tanto que en un momento entro a una cirugía muy importante! nos vemos en la noche en mi fiesta ¿cuento contigo?
– ¡Siempre! –.
Ana colgó el teléfono esperando que Carlos comenzará a contarle mientras saca de su bolso una pastilla para la migraña, Carlos le cuenta todo lo que había ocurrido desde que se desmayó, Ana por su lado dirige la vista a su computador y busca la grabación de las cámaras de seguridad en su oficina y ve claramente lo que Carlos le contaba se detiene en un momento y le dice a su amigo.
– ¡Está mañana era él quien estaba en el ascensor! pensé que las alusiones habían regresado y creo que por eso me desmayé–.
Comienza a llorar cuál niña asustada, a Carlos le rompía el corazón verla así no soportaba que después de 10 años ella aún fuera vulnerable a todo el tema relacionado con Sebastián... Carlos solo la abraza por detrás y le susurra al oído.
– ¡No dejes que esto te dañe el día! Hoy es tu cumpleaños, acabas de firmar un contrato millonario para ayudar a los pacientes con cáncer en el hospital y nos esperan las siamesas–.
Ana se seca las lágrimas y sonríe.
– Tu si que me conoces bien, y ¡sabes cómo levantarme el ánimo! ¡Vamos por esa cirugía! –.
Se gira lentamente, se recoge el cabello y le da un beso en la mejilla a Carlos.
– En esta ciudad nadie sabe nada de Sebastián ni siquiera a Rick le he contado ¿podría seguir siendo un secreto? –.
– ¡Así será! –.
Le respondió Carlos. La cirugía sin duda fue todo un éxito y el resto del día transcurrió con normalidad, cercana a las 4 de la tarde Ana se dirige al consultorio de Carlos.
–Te invito a Almorzar ¿vamos?
– ¡De ninguna manera! eres tú la cumpleañera soy yo el que invita –.
Dijo Carlos mientras guardaba todo, Ana se ríe y dice.
– Pero fue mía la idea –.
Salen juntos como de costumbre, ella tomada del brazo y él sintiéndose el hombre más afortunado del mundo, llegan al restaurante favorito de Ana y mientras esperan que lleguen sus lasañas Ana le envía un texto a Ricardo.
– Estoy en Porto's con Carlos ¿vienes? –.
En ese momento Carlos recibe una llamada Ana solo podía escuchar lo que Carlos decía.
– Hola, si yo sé pero hoy estoy complicado, acabo de salir de una cirugía y apenas estoy almorzando nos vemos mañana, No, estoy en Porto's con Ana, ok está bien ¡llega y vamos! –.
Cuelga la llamada sin poder disimular su disgusto.
– ¿Era Isabel cierto? –.
Pregunta Ana.
– Si –.
Aún estaba serio por la interrupción.
– No entiendo porque te empeñas en una relación que claramente no te importa, nadie sabe de ustedes ¡Es todo tan raro!
– ¡Ana! –.
Le dice en tono molesto por los que ella toma sus manos y les dice.
– No te molestes conmigo sabes que te quiero muchísimo, eres la persona más especial en mi vida, solo quiero que seas feliz y ¡claramente con Isabel no lo eres!
– ¡Eso acabará hoy! –.
Le dijo Carlos cariñosamente a Ana.
– ¡Lastima que yo no te guste, sería perfecto! –.
Susurro Ana.
– ¿Qué acabas de decir? –.
Preguntó Carlos como si no hubiese escuchado lo que claramente oyó, sus ojos brillaron como nunca su pulso se acelera tanto que tuvo que silenciar su reloj que estaba contando sus pulsaciones.
– ¡Nada no me hagas caso! –.
Responde Ana sonrojada porque hasta ese momento se había dado cuenta que lo dijo en voz alta.
– Te conozco mejor que nadie, dime ¿qué tramas? –.
El rostro de Ana se puso triste y serio a la vez.
–Lo quiera o no, él volvió a mi vida –.
Respondió Ana refiriéndose a Sebastián y con los ojos llorosos.
– ¡De ninguna manera permitiré que él crea que sigo sola esperándolo a él! ¡Le pediré a Rick que sea mi novio!
-¡Qué rayos estás diciendo Ana! –.
Le dió un fuerte golpe a la mesa y por primera vez la veía con irá, Ana se sorprendió porque jamás había visto a Carlos con esa actitud y menos con ella.
– ¡Cálmate estamos en público! ¿Estás loco? –.
Carlos se sintió avergonzado, después de todo acaba de gritarle a Ana.
– ¡Perdón! no sé qué me pasó, sabes que no soy así, pero no entiendo ¡porque vas hacer lo que dices! –.
Carlos no podía disimular la rabia que sentía cuando Ana toma sus manos y le dice.
– La verdad la primera persona que pensé fuiste tú, ¡sería perfecto! porque ni siquiera tendría que ser real y en el hospital todo el mundo cree que tú y yo estamos juntos hace mucho pero estás en una relación y yo no te voy a complicar la existencia.
– ¡Termino con Isa hoy! y ¡seremos novios! cómo tú dijiste nadie sabe de nuestra relación y... –.
Antes de que él pudiese terminar de explicarle su plan maestro Ana lo interrumpe y le toma las manos nuevamente.
– Carlos ¿por qué eres tan bello? no puedo dejar que hagas eso, Te mereces ser feliz, Isa te quiere y es la novia con la que más has durado ya tienen 2 años juntos, ¿Cómo crees que quedaría ella si se entera que rompiste con ella por mi?
– Ana yo te a.. –.
En ese momento llegó Isabel al restaurante.
– Amiga feliz cumpleaños, espero que la estés pasando super bien, disculpa pero vengo a robarte a mi bello novio –.
En ese momento saluda a Carlos y se sienta en la mesa.
– Hoy es el aniversario de mis padres y Carlos me acompañara a comprar su regalo ¡este hombre es perfecto verdad!
– ¡Lo es! –.
Responde mirando a Carlos con una sonrisa.
– Aún no he comido, si quieres te adelantas y te alcanzo en el centro comercial –.
Le dice Carlos fríamente a Isabel. En ese momento le llega un mensaje a Ana de Ricardo.
– Yo también estoy en Porto's estoy terminando una negociación en la sala VIP ¿en qué mesa estás para hacer que lleven mi pedido?
– Mesa 20 –.
Responde el mensaje Ana, en ese momento llegan las lasañas y comienzan a comer en 15 minutos llega una langosta, por lo que Carlos mira de forma extraña al mesonero y le dice.
– Disculpe amigo nosotros no pedimos este plato.
– Carlos, Rick está acá cerrando un negocio y me dijo que comerá con nosotros debe ser de él, ¡está bien puede dejarlo acá! –.
Le dijo Ana al mesonero.
– Amor come tranquilo yo te espero –.
Le dice Isabel a Carlos –.
– Además me alegra que venga ese amigo tuyo Ana, así no me sentiré mal de dejarte sola acá –.
En ese momento llega Ricardo quien abraza a Ana fuertemente, aún tenía en su mente la imagen de un hombre llevándola cargada en un ascensor.
– Si que me extrañaste –.
Dice Ana en forma de juego, por su parte Carlos no podía dejar de verlo hasta hace un par de horas era un buen amigo ahora era la segunda persona que más detestaba en la tierra. Carlos se coloca de pie y le dice a Isabel
– ¡Espérame en el carro, nos vamos!
– ¡Carlos no has comido nada! –.
Le dice Ana con preocupación.
– ¡Se me quitó el apetito! e Isabel me necesita ¿Ana me regalas un minuto a solas? –.
– Ricardo estaba entretenido con el celular así que Ana se levanta y se acerca a Carlos.
– ¿No me digas que no vendrás a la fiesta? –.
Le pregunta Ana con ojos de cachorro.
– ¡Jamás faltaría! ¡prométeme que no harás lo que me dijiste!
– Carlos..
– ¡Prométeme que no lo harás! vamos a hablarlo con calma y encontraremos una solución ¡Promételo Ana!
– Te prometo que hoy no haré nada, pero sabes que es algo que no le puedo dar muchas largas y es Ricardo o cualquiera. Nos vemos en la noche –.
Le da un beso en la mejilla, le limpia una pequeña mancha de su labial y le dice
– ¡Te quiero Carlos! ¡No sabes cuánto! ¡Esta vez no dejaré que dañes tus planes por mi! a partir de ahora me cuidaré sola ¡Recuerda cumplo 40! aunque parezca de 20 –.
Carlos la ve alejarse para sentarse con Ricardo, por lo que cierra su puño fuertemente, se da la vuelta y se marcha.
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