Barum
...Un espectador...
Es una época fría, pero acogedora. Somos reconocidos en todo el país como una ciudad extremadamente tranquila pero también como la única ciudad que tiene miedo, ya que está poblado casi en su totalidad por mujeres que buscan proteger a sus hijas del peligro externo y por mantenernos sometidos a un tipo de gobierno casi absolutista, de tal manera que las mujeres sin importar que tan buenas o mejores seamos en algo, siempre nos pondrán por debajo de un hombre, hasta recibir una educación es muy controversial y muchas se rinden ante esto, peor es el caso cuando su color de piel es más oscuro, sin embargo esto no quiere decir que todo esté en contra nuestra, es más, se toma en cuenta lo siguiente:
Una mujer es delicada, femenina, educada. Jamás causará desorden ni muchos problemas. Casen a sus hijas con un hombre trabajador y respetuoso, que cómo es sabido, debe ser fuerte, brusco, principal causante del desorden y de la mayoría de problemas. Pero que amará a su esposa y la protegerá de los peligros del mundo.
A pesar de ya haber evolucionado en tecnología e incluso en razón estos pensamientos nos acompañarán hasta el fin del mundo. Son asimilados.
No somos capaces de levantarnos y pelear por un mejor futuro, nadie de esta pequeña ciudad se atreve. Ni siquiera yo. No quiero salir perjudicada por hacer algo así, sé muy bien que saldría perdiendo. Aún con esto, me es difícil creer que hayan otras ciudades luchando en vano por una mejor vida. Si tan solo siguieran nuestro ejemplo y se dejaran someter, tal vez no tendrían porqué estar sufriendo. El problema es suyo.
Somos una ciudad tranquila pero uno no tiene idea de qué es lo que sucede en cada uno de los hogares, esos ya son asuntos privados que no tienen por qué importarte a ti ni a mí.
Solo soy un espectador nada más, no sabría decir que conozco esta ciudad como la palma de mi mano, porque no la he explorado totalmente, si lo intentara, probablemente tendría denuncias en mi contra por invadir propiedad privada, así que paso.
Barum (tiempo después)
...Un espectador...
Simplemente no puedo creer que la insistencia de aquellos revolucionarios haya dado frutos, muchas personas murieron y perdieron a sus seres queridos, pero no se rindieron, consiguieron los mismos derechos y oportunidades en los hombres y mujeres sin importar su posición económica o color de piel. Aún así… los estereotipos continúan entre varones y mujeres, no importa que los derechos humanos estén vigentes, hay ciertas cosas que siguen igual y no muestran señales de desaparecer.
Esta ciudad está un tanto excluida de los mapas, cuenta mi abuela que su madre le decía que la ciudad de Barum no fué partícipe en lo más mínimo de la lucha por los derechos, dice que ella jamás tuvo alguna esperanza de que la sociedad cambiaría, pero veo que no tenía razón, la ciudad continuó poblada solo por mujeres. Todos los varones se fueron y los que tienen hijas aquí simplemente se van a vivir a otro sitio.
¿Qué más da? A mi familia se la caracterizaba por ser completamente ignorante a todo, por ser espectadores, nada más. No sé por qué nos califican de esa manera hasta el día de hoy.
A los lejos desde mi baranda, se ve una figura caminando apresuradamente, refunfuñando, da la sensación de que golpeará a cualquiera que se cruce en su camino, ya la he visto varias veces con esa cara de pocos amigos, entrando bruscamente por la puerta de su casa.
—me pregunto si tendrá problemas, ¿serán serios?¿Alguien podría salir lastimado?... Bueno, eso no me incumbe. —Se dice así misma al tiempo que lleva su taza de café a los labios.
...****************...
Laurent entró de forma precipitada, dando un gran portazo detrás de ella.
—¡Eres un niño inútil! —Escupió al ver a su hermano pequeño viendo la televisión.
—¿Sucede algo hermanita? —Paul siempre usaba ese tono asustadizo y cariñoso para calmar las iras.
—¡No trates de darme pena con esa carita!
¡Es la tercera vez! ¡Es la tercera vez que tú maestra me llama la atención frente a todos porque armaste otro de tus escándalos!
—¡Tienes que creerme! Yo no fuí el que empezó. —Paul de diez años odiaba a su hermana, y le temía.
—¿Ah, sí? Eso me dijiste la última vez que rompiste la vitrina del salón de cuartos.
—¡Esa vez también me inculparon! Y todo por ser el único varón de la escuela y de la ciudad. Ellas se aprovechan de ser mujeres ¡y el que paga sus consecuencias soy yo!
—¡Oh, no!, ¿ahora me vas a decir que las niñas son traviesas, problemáticas?
—¡Eso es justo lo que sucede! —Dijo Paul con seguridad—. Me-me crees ¿verdad?
—Uy sí... —Dijo irónicamente—. Por supuesto que no te creo. Mañana llegarás temprano a la escuela justo antes de formar, y pedirás disculpas en frente de todos. Dirás: "Soy Paúl Belmonte del quinto grado. Quiero pedir disculpas a los profesores y compañeras por ser problemático. También pedir disculpas, aunque no esté presente, a mi hermana Laurent por causarle tanto estrés".
—¡Pero yo no hice nada!
—Si sigues insistiendo así yo...
—¡¡Que no fui yo maldita estúpida de mier...!! —Protestó Paúl sin poder contenerse más. Pensó que si tuviera el mismo tamaño que su hermana ya se habría abalanzado sobre ella para maltratarla. Aceptaría que es su culpa solo por verla suplicar.
La paliza de Laurent no dejó terminar su oración al muchacho, quien cayó al suelo.
—Claro que fuiste culpable, los varones siempre son problemáticos.
Se fue dejando al niño lleno de impotencia en su interior, pero como solo tiene 10 años de edad, no tiene idea de lo que siente, solo puede expresarlo con lágrimas.
—Eres débil.
—No fuí yo —dice con voz rota hacia el vacío. Pero Laurent ya se ha ido a su habitación.
Eran como las 11:27 de la noche, la experiencia de la mañana en la que tenía que pedir disculpas por algo que no hice no me dejaba dormir, me llenaba de rencor hacia mí hermana. No podía hacer nada.
Salí de puntillas con la intención de huir de casa. Mamá reñiría muy fuerte a Laurent.
Una vez afuera, me dirigí a orillas del lago más cercano, no sé qué tenía este lugar de especial que me daba demasiada tranquilidad, a tal punto de casi dormirme en ocasiones anteriores, ¿cuánto tendría que esperar hasta que me dieran por perdido? Esa noche sí que dormí profundamente durante más de dos horas. Al despertar me encontré con un panorama aterrador, un hombre que tenía aspecto de 20 a 25 años de edad, me estaba observando con esos ojos verdes que parecían los de un gato. Estaba con medio cuerpo sumergido en el lago, fue demasiado repentino. Noté lo húmeda que estaba mi frente y el resto de mi cuerpo por el sudor, pero aún así, me levanté con mucha tranquilidad, él a su vez me mostró una sonrisa gigantesca de oreja a oreja.
—Hola niño, ¿cómo te llamas?
—yo… soy Paul.
—Tan pequeño e indefenso. —Al tritón le divertía asustar a la gente. Ver a un niño como yo, solo, era muy extraño para él. Decidió engañarlo y hacerle temer:— ¿Sabes? Si tuviera hambre, serías un delicioso bocadillo, pero estoy hastiado de humanos, ahora solo me gustan los salmones.
—¿Ah? ¿Usted no es humano?
—¡Claro que lo soy!, en un cincuenta por ciento.
—¿No siente frío? Digo, el agua está fría y usted está dentro de ella.
—La verdad es que sí, pero uno se acostumbra, aunque no es mala idea sentir un poco de calor. ¿Me ayudarías?
Estaba temblando, quería irme a casa.
—¡Yo tengo una linda frazada! Te dará calor, ¡ya la traigo! Esperarme. —Intenté sonar lo más calmado posible.
—Eres muy amable.
—Ya vuelvo —dije con un tono demasiado nervioso, algo que maldije por dentro. Mientras daba grandes pasos apresurados, escuché su voz una vez más:
—Volverás, volverás, tienes que volver, no me hagas tener que buscarte.
Mientras me alejaba cada vez más del lago, sentí sus ojos posados en mí, eso solo me motivó a correr sin importar la trayectoria.
"No me hagas tener que buscarte",
"tienes que volver"
"volverás"
"Volverás a mi pequeñito"
Desperté de un salto.
—Ese sueño otra vez, —me dije— ese hombre no vendrá por mí, ya han pasado más de 20 días, ni siquiera sabe dónde vivo.
Era domingo, era el día en que mamá vendría, la única persona en el mundo que me escuchaba. Solo podía visitarme cada fin de semana, debido a que papá necesitaba de su ayuda con el trabajo. Su mirada siempre era amable y tenía un don natural para agradarle a cualquier persona con quien se cruzara. Simplemente mamá era la mejor persona del mundo, no necesitaba nada para verse bien, bueno… al menos lo único que necesitaba era alejarse de aquel hombre inmundo que no hacía más que arruinarle la vida tomándome a mí y a mi hermana como rehenes, en lo único que piensa es en dinero, dinero, ¡dinero!
—¡Paul! Laurent dice que causaste muchos problemas en la escuela y que estuviste a punto de insultarla bien feo, ¿qué es todo esto? ¿En dónde aprendiste a decir semejantes palabrotas?
—Laurent siempre las usa cuando me insulta y cuando trae a sus amigos aquí a casa — enfrenté con dignidad.
—¿Lo ves mamá? Ahora ya está aprendiendo a mentir— Laurent sonando ofendida.
—¡Pero es la verdad! —Protesté.
—¡No es cierto! mocoso insolente! —Replicó mi hermana a la defensiva.
—¡Silencio! —Vociferó mamá— Miren, estoy cansada de sus disputas, vamos a hacer una cosa, no sé por qué no se me había ocurrido antes pero aquí va: Laurent, tendrás tu propio apartamento en la capital y estudiarás allí mismo .
—¿En serio mamá? —Laurent comenzó a saltar de alegría.
—Y tú Paul —prosiguió—. Te quedarás al cuidado de la vecina de al frente.
—……
— No me mires de esa manera hijo, sabes que no te puedo creer todo lo que digas, ¿o sí?
—No mamá.
—Bien, siendo así, vámonos de paseo familiar. Bueno, vámonos de paseo casi familiar porque papá no está presente.
—Claro mamá —respondí, jamás había escuchado su nombre, pero cualquier lugar en el que mamá esté me haría sentir felíz.
El recorrido lo hicimos a pie, tuvimos tiempo de conversar un poco, al llegar, sentí un poco de miedo, era el mismo lugar en el que me encontré con ese hombre. Cada minuto que pasaba, suplicaba porque no se apareciese, estuvimos allí hasta que anocheció, al llegar a casa sentí un alivio total.
Al abrir la puerta de la sala, mamá dió un pequeño grito de terror, y mi hermana se cubrió con ambas manos la boca de lo horrorizada que estaba, y yo, simplemente no pude evitar maldecir a ese hombre que 20 días atrás me sonreía de manera asquerosa y hacía lo mismo, justo ahora.
Laurent
Era un hombre fornido y apuesto, de ojos verdes y estatura fuera del promedio. Creo que en ese momento sentí mucho calor, o será el hecho de tanto ver pura figura femenina, ya que en Barum los hombres eran inexistentes, a excepción de mi hermano menor. Me conformaba con ver las revistas masculinas en secreto. Verlo a él se sentía como un espejismo.
Me cubrí la boca de la impresión. Estaba desnudo. Mi primera vez viendo a un hombre, y estaba desnudo.
—¿Quién es usted? —Preguntó enfadada y con alerta mi mamá—. Voy a llamar a la policía.
—No, ¡no! en serio lo siento, hace poco fuí amedrentado, me doparon. Al despertar ¡ya se habían llevado hasta mi ropa interior!
—¿Cómo es posible? Está mintiendo. Esta es una ciudad de mujeres, las mujeres nunca cometen violencias. ¿¡Pero es que usted no tiene vergüenza verdad!? —Continuó mamá— ¡Al menos cúbrase con algo! ¿No ve que hay menores de edad?
Al verificar que el extraño estaba desarmado y era inofensivo. Mamá entró en casa y le aventó una toalla.
—Bueno —se cubrió la espalda con una manta.
—¿Acaso está usted bromeando? Cúbrase ahí abajo.
—Lo siento tanto, es que lo único que recuerdo es el asalto y el idioma, ¿hay algo que esté haciendo de indebido?
—Deje de jugar con nosotros.
Mamá no podía creerlo, y yo mucho menos. Después de tantas insistencias e indicaciones al fin se cubrió como debía.
—A ver, cuénteme, ¿recuerda cómo se llama? —Preguntó la doctora. A su alrededor yacían paradas cinco oficiales de policía verificando lo sucedido.
—No, no recuerdo nada, solo el asalto. —Respondió el joven de ojos verdes.
—Es demasiado extraño. No tiene signos vitales normales. Bien necesitará un lugar en donde pasar la noche —Dijo dirigiéndose a mi mamá—. Hasta que no sepamos nada de su familia o algún conocido suyo, necesitará un lugar donde pasar la noche, de seguro su familia lo está buscando, la policía hará las investigaciones correspondientes.
—No va a quedarse en mi casa. —Concluyó mamá inmediatamente.
—En el refugio de la comisaría.
—Muchas gracias doctora, y sí, consultaré más tarde con los agentes.
—Realmente les agradezco su paciencia —dijo aquel hombre apuesto— espero no causarles más incomodidades.
—Todo estará bien, de seguro tu familia te encontrará pronto— dije.
—Espero así sea, dijo sonriente, por ahora ustedes serán mi familia —Le devolví la sonrisa.
—Por cierto… ¿ya que no recuerdas, puedo llamarte Ghoter?_ pregunté nerviosa. Me sorprendió mi habilidad para hablarle de forma tan libertina y atrevida.
—Claro —rió.
—Bueno, llamaré a Lila, nuestra vecina de al lado —dijo mamá dirigiéndose a mí.
Me llevó consigo hasta la cocina con el fin de darme el número de dicha persona, pero también me susurró al oído :
—Si ocurre algún problema, no dudes en llamar a la policía o a mi número, en caso de que no puedas, simplemente aplasta la alarma de la casa, está enviará un mensaje directo a mi número.
—Entiendo mamá.
—Cuídense mucho.
Salimos de la cocina, nos despedimos, Paul la abrazó fuertemente pero esta vez no protestó porque se quedase como las veces anteriores.
A las 6:26 de la tarde, alguien tocó la puerta de nuestra casa. Era Ghoter. Decía que los oficiales lo enviaron a nuestra casa, pasar la noche. No dudé un instante y le abrí la puerta embobada.
Cómo a las 10 u 11 de la noche, me despertó un movimiento leve en mi cama, sentí una pequeña brisa cálida en mi rostro. Abrí los ojos.
—Te amo Laurent— dijo el chico de ojos verdes que se hacían notar desde la oscuridad.
Vociferaba para mis adentros:
¿Esto verdaderamente está pasando? acaso se trata de un sueño? No entiendo nada.
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