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LA SALVAJE

Aires De Violencia.

Papá hoy te acompañaré a recoger lo que nos quedó faltando ayer de la cosecha de arroz, y por la tarde iremos al pueblo a venderlo.

está bien hija, pero me gustaría que en vez de estar aquí conmigo estés aprendiendo en el colegio, por favor padre ya hemos hablado mucho de este tema y no me harás cambiar de opinión.

con los conocimientos que tengo para mí son más que suficientes, con saber leer, escribir y manejar un poco mi celular , aquí al lado de ustedes lo tengo todo.

hija pero los estudios son importantes, te ayudarán para toda tu vida, a poco padre que aprender un oficio no significa nada, replicó la hija, en los campos está la vida, así que esta pequeña parcela que hemos heredados de nuestros abuelos la sacaremos adelante y la haremos más productiva, aunque tengo 19 años no pienso cambiar mi estilo de vida aquí nací y crecí y me siento libre.

hay hija la vida del campo es muy tranquila y muy buena, pero entre más conocimientos tengas lo puedes aplicar aquí, estudia algo que te guste enfocado al campo, a la producción, a los cultivos, y así yo me sentiré mejor, aprovecha esta oportunidad mientras tenga fuerzas para poder ayudarte .

este diálogo entre padre e hija se desarrolló en sus parcelas, en el campo mientras terminaban de recoger la cosecha.

cuando terminaron la empacaron bien y fueron al pueblo a dónde siempre la llevaban para venderla de regreso compraban unos productos que necesitaban y lo llevaban a su casa.

cuando llegaban a su modesto y acogedor hogar en medio del campo, doña Catalina los esperaba con una buena comida , don Fulgencio sacaba el dinero de la cosecha de los sacos y se lo entregaba a su esposa, el tenía la certeza que su Catalina lo administraba muy bien, ellas no eran mujeres vanidosas, todo lo contrario muy sencillas y amables nacieron y fueron criadas en el campo, en esa hermosa tierra bendecida por Dios que les proveía los alimentos todo el año, eran tierras muy prósperas, ya que durante el año nunca tenían tiempo muerto, debido al hermoso clima que había en esos lugares y la fertilidad de las tierras que les facilitaba sembrar cualquier cosa y esos los hacía muy feliz, también tenían su corral de vacas, chivos, gallinas, etec.

la verdad lo tenían todo y más que todo tranquilidad, levantarse temprano con una deliciosa tasa de café en las manos y observar el hermoso paisaje, y respirar un aire puro de verdad no tiene precio.

pero como todo cambia, las cosas en la región se fueron tornando un poco oscuras, habían un grupo de personas inescrupulosas que querían esas tierra a como de lugar.

no importa el precio que tuvieran que pagar para ellos, pero nunca pretendieron acercarse a los dueños de las parcelas para hacerles una propuesta de negocios para comprarlas por un precio justo sus tierras, aunque en honor a la verdad, don Fulgencio y doña Catalina, nunca hubiesen aceptado vender sus tierras.

ellos pretendía utilizar medios violentos para obtenerlas, así que el pueblo que quedaba a minutos de las parcelas después de ser tranquilo, se comenzó a perturbar la paz de sus habitantes de forma inesperada, las puertas de sus casas comenzaron a llenarse de hojas de papel las cuales anunciaba la llegada de un grupo delincuencial en la zona, aunque todos sabían nadie se atrevía a tocar el tema por miedo, así que las puertas que permanecían abiertas hasta altas horas de la noche ya comenzaban a cerrarse temprano.

luego comenzaron a pedirle una cuota mensual o quincenal a los dueños de los negocios locales, y el que se negaba a pagar el dinero, podía pagar un precio muy alto, debido a que un familiar o la integridad de esa persona podía salir bastante lastimado.

parecía por lo que pasaba que la ley y la justicia del estado había abandonado por completo esas regiones del pais , aunque habían pocas autoridades parecían ajenas a lo que estaba sucediendo, la situación se ponía cada vez más insoportable , así que algunas familias comenzaban abandonar aquellos lugares que algún día fue un pequeño paraíso de paz sobre la tierra.

otros continuaron viviendo en el pueblo pero con mucho temor y otros simplemente se unieron al grupo delincuencial, pues para ellos era cuestión de supervivencia.

Catalina, don Fulgencio y la bella Ana no eran ajenos a todos estos acontecimientos, sabían lo que estaba sucediendo a su alrededor, hasta que uno de los vecinos de don Fulgencio se acerca a su casa, y le cuenta que el día de ayer en la tarde lo habían amenazado a él y su familia y le dieron un plazo de quince días para abandonar sus tierras.

se presentó al parecer una camioneta blanca y de ella habían descendido un grupo de hombres fuertemente armados.

que su esposa estaba muy mal de los nervios y su hijo aunque quería enfrentarse a ellos no lo pudo hacer porque sabía que ponía en peligro la vida de sus padres también, que ya estaban recogiendo sus cosas para salir pronto de sus tierras, que solo quería avisarles para que estuvieran prevenidos, y bueno despedirse se ellos sus buenos vecinos de toda su vida.

la pobre e infeliz familia lo escucho bastante sorprendidos ya que de una u otra forma sabían que pronto le llegarán el turno a ellos también, cuando se fue el vecino de su modesta vivienda.

doña Catalina comenzó a llorar un poco desconsolada pero sabía en el fondo de su corazón que la vida de su familia estaba por encima de cualquier cosa.

en la pequeña y vieja televisión que tenían, se anunciaba en el noticiero el gran éxodo que se estaba viviendo en el país, por cuenta de grupos armados al margen de la ley que estaban desplazando a Miles de personas, obligados a abandonar sus tierras.

en el corazón de Ana solo había un sentimiento que albergaba y eso era Rabia, una rabia tan grande, que la hacía empuñar sus manos y dar puños al aire, don Fulgencio fue al lado de su esposa la abrazo para tranquilizarla un poco.

pero tambien llamo a su hija a su lado y le dijo que debían trabajar muy duro para hacer un pequeño capital y guardar muy bien sus ahorros que doña Catalina tenía enterrado en el patio de su casa en un frasco de vidrio, cubierto por una maceta.

Desplazados

Los días pasaron sin penas ni glorias, con una aparente calma, como la superficie de un lago sin ondas, pero quién sabe realmente todo el torbellino de cosas que sentían cada uno de los miembros de la familia, a los días vieron como el vecino con su familia salía de su parcela ,y a lo lejos le levantaba sus manos en señal de despedida, eso a doña Catalina le partía el alma, y no pudo evitar llorar en medio de sus cultivos de maíz, don Fulgencio, sentía un ligero dolor en su corazón, pero Ana solo sentía una rabia profunda y solo cuestionaba en su interior quién era esa gente que apuntas de armas, amedrentan a las personas para quitarle sus bienes, planeaba un sin fin de cosas en su cabeza, pero ella sabía que eran solo pensamientos que en realidad no podía buscar una solución real al problema que se estaba viviendo y más cuando decían que esos grupos contaban con el respaldo del mismo gobierno.

pronto llegaban noticias a sus oídos que algunas personas del pueblo y sus alrededores que quisieron enfrentar a esos grupos ilegales , se los habían llevado a la fuerza , que lo habían sacado de sus casas frente a su familia encontrá de su voluntad, y se lo habían llevado en sus camionetas y hasta el día de hoy nadie sabe de ellos, pero si se rumora o especulas muchas cosas pero nada de esto que se dice son noticias agradables para su familia.

ya para estás alturas todos en la familia habían perdido el sueño, trataban de dormir y fingían hacerlo pero al siguiente día se levantaban más cansados que de costumbre.

cuando llegaban a sus cultivos en los límites de su parcela con el vecino que habían desplazados veían como descendía de un carro desconocido los nuevos propietarios con las personas que se quedarían a cargo de ellas, con indicaciones claras de, hacer nuevos sembrados más lucrativos para ellos, y así ellos veían como esas tierras eran utilizadas para sembrar platas malditas que le llevaban al mundo solo destrucción y guerra.

ellos siguieron con sus actividades, y con el objetivo de ahorrar todo lo que pudieran porque sabían que tarde o temprano tocaría también su puerta está innegable tragedia.

una mañana de verano dónde el sol sale con una abrumadora intensidad, estaban todos los miembros de la familia sentados en la mesa degustando su infaltable cafecito con sus arepitas.

cuando de repente alguien toca su puerta, don Fulgencio sabía en su corazón que tenía que ir a aquella cita que era inevitable aplazar, solo le pidió a su familia que se quedará sentada en la mesa y que esa situación la enfrentaría él como cabeza de la casa.

se paró de rapidez y sintió que el cuerpo le pesaba un poco igual que sus pies también, cuando llegó a la puerta quitó un poco lento la tranca que estaba en la parte de atrás, apenas abrió la puerta vio a unas personas allí de pie, y solo le dijeron una pocas palabras pero fueron más que suficiente para comprender lo que tenían que hacer, el no les dió repuesta alguna, gesto que se malinterpreto por sus interlocutores, los cuales una vez más le preguntaron si entendía el mensaje, este solo movió su cabeza hacia delante y hacía atrás, ellos solo le dijeron que así les gustaba que fueran obediente.

el viejo un poco ya cansado y resignado, volvió con su familia para darle la noticia, ellos solo le dijeron al señor que mientras tengan vida podían resolver cualquier situación que se les presentará, ese mismo día comenzaron a empacar sus cositas en unas cajas, y otras tantas más las vendieron pues no podían llevarlas con ellos, y así también ahorrar un buen dinerito.

cuando el día llegó, salieron con sus cajitas al pueblo para ir a la única terminal de esos parajes para tomar el bus que los llevaría a la capital del país.

dejando atrás un mundo una vida, su propia vida, nunca habían salido de sus tierras a ninguna otra parte.

don Fulgencio pensó que eso era mucho para el, pero que si aún estaba de pie era porque su familia lo necesitaba, aunque le faltaban sus fuerzas tenía que estar allí para ellos y protegerlos de los nuevos peligros que están a punto de enfrentar.

cuando compraron sus boletos, estaban allí sentados como alumno obediente esperando que le tocará el turno a su bus de partir, cuando llegó el momento, doña Catalina y Ana sintieron que un líquido cálido y espeso recorría gran parte de su cara.

indudablemente partían a un mundo tal vez mucho más salvaje y desconocido.

al llegar a la fría y lúgubre ciudad, no tenían ni la más mínima idea para donde ir, no tenían familiares que los acogieran en un cálido hogar.

doña Catalina se acerca a una mujer de mediana edad que vende en uno de los tantos puestos de comida que se encuentran en la terminal de transporte de la capital , la saluda con una sonrisa fingida porque dentro de su corazón había dolor y en su rostro llanto por la tragedia que estaban viviendo.

buenas tardes sumercé le dijo, me podría usted recomendar un lugar por acá cercano donde pueda yo pasar la noche con mi familia.

la señora levanta su mirada para ver a una mujer que le hablaba de una forma suave.

y le pregunta si es nueva por esos lugares a los que ella les responde que si, y que si tenía el suficiente dinero para pagar una pieza así sea pequeña? , ella le responde que si, de lo contrario no se hubiese tomado el atrevimiento de preguntar, contesta doña Catalina, ella al ver la respuesta firme de la mujer de inmediato llama a José su hijo mayor que la acompaña todos los día en su pequeño negocio, para que lleve a la señora y su familia al Hostal de doña Cuquita.

la pobre Catalina le agradece como si le hubiera salvado la vida a ella y a su familia esa señora, José calza su zapatos y se apresura a indicarle el camino a ella y su familia.

Catalina se acerca a su esposo y a su hija que la ve llegar con ese joven y ella se apresura a explicarle la situación, ellos toman sus cajas y simplemente siguen al joven que los conduce a un hostal que queda cerca de allí, al llegar , el muchacho toca un timbre que se siente que retumba por toda la casa, y después de unos minutos abre la puerta una anciana, vestida de una apariencia juvenil, al verlos y ver el guía de inmediato entiende la situación y les permite entrar a su hogar, luego llama a el muchacho aparte y le envía a su mamá una comisión por los nuevos inquilinos que les había recomendado.

La nueva vida

Las tres personas estaban de pie frente a una gran mesa de madera, en una pequeña sala, que bien se podía llamar una pequeña recepción, con sus cosas puesta en el piso, esperando ser atendido ya que la señora que los había recibido salió de su vista a despedir al joven que los había guiado hasta el hostal.

al cabo de un momento llegó donde ellos, saco una libreta en la cual llevaba un registro diario de las personas que llegaban allí, le tomaba sus nombres completo con su número de cédula y también su tipo de sangre, en ellas les hacía un pequeño ingreso, les tomaba la fecha y hora .

ellos les dieron su documento de identidad cuando les fue solicitado, y también les pregunto que clase de habitación querían, aunque ella les había indicado cuales tenían disponibles, ellos con tal de ahorrar un poco pidieron una habitación bastante sencilla donde podían acomodar sus cosas, también le manifestaron que se iban a quedar por lo menos un mes mientras trataban de ubicarse un poco en la ciudad.

todo eso quedó consignado en el registro, luego le cobro la pieza por adelantado, doña Catalina saco una pequeña cartera y canceló el monto sin problemas, doña Cuquita le devuelve un recibo de caja, donde queda consignado el recibo del dinero.

luego con una paciencia casi inmutables guía a sus inquilinos a su habitación no sin antes advertirle que después de acomodar sus cosas ella los esperaba para tener un pequeño diálogo sobre las reglas que debían seguir, y darles un pequeño recorrido por el hostal para que supieran dónde quedaban cada cosa.

les entrega las llaves de la habitación, ellos abren la gran puerta e ingresan en ella, se podía decir que era algo modesta, solo tenía una cama sencilla doble un pequeño sofá y un escaparate un poco deteriorado donde podían guardar la mayoría de sus cosas.

cabe resaltar que se veía muy limpia y ordenada, cosa que les agrado mucho, así que organizaron sus cosas de la mejor manera posible, y bastante rápido para no hacer esperar por mucho tiempo a la dueña del lugar, había en el centro del hostal una terraza en la cual habían varias mesas rodeada de silla tipo restaurante, donde ellos podían tomar sus alimentos sin ningún problema, en la pared había una televisión plana con una buena imágen la dueña del hostal le gusta ver telenovelas en algunas horas del día, también había unas mecedoras un poco viejas pero aún prestaban algo de utilidad.

en el fondo del pasillo estaba una cocina enchapada a la antigua, pero bastante amplias y muy limpia, y también contaba con dos baños amplios embaldosados con retazos de cerámica en un estilo que pasó de modas ya hacía varios años, pero lo que más le gustó a don Fulgencio fue el patio, tenía un patio donde había algunos árboles frutales, con algo de vegetación y muchas matas de diferentes variedades, especialmente de flores y de hojas raras, un jardín que doña Cuquita arreglaba todos los días y se sentía muy orgullosa de ello, de hecho lo presento como el pequeño pulmón de la ciudad, dónde se podía respirar aún aire puro en esta gran urbe contaminada.

las comidas tenían un horario estipulado, igual los turnos a los baños, solo contaban con dos, de lo demás podían disfrutar de los espacio del hostal sin problemas, y lo más importante no interferir en la vida de los demás inquilinos, en ara de la paz y la armonía del lugar.

cuando terminaron la pequeña charla ellos se despidieron y entraron a su habitación, por el momento don Fulgencio esperaba afuera y aprovecho para ir al baño, mientras su esposa e hija cambiaban sus vestidos en busca de algo mas cómodo para dormir, luego él entro a su habitación cuando le fue permitido para sacar su ropa e ir a baño hacer lo mismo, él no veía conveniente hacerlo delante de su esposa y su hija.

la esposa y la hija ocuparon la cama, y don Fulgencio se acostó en el sofá, solo lo acompañó una vieja manta gruesa y desteñida que trajeron de su tierra como uno de sus tesoros más preciados, y que le fue útil para el frío capitalino de la ciudad.

todo lo que estaban viviendo era tan doloroso para ellos, que les fue imposible conciliar el sueño por horas, así que hablaron de poner en marcha su plan de buscar trabajó lo antes posible, sus ahorros no eran lo suficiente como para sostenerse todo un año como holgazanes.

el tenía pensado y se lo manifestó a su familia buscar trabajo como jardinero, su experiencia en el campo era más que suficiente para estar calificado en estás labores, mientras que Catalina y Ana, lo iban a intentar como domésticas en una casa, pero se enfrentaban con un gran problemas aunque eran personas de bien, nadie los conocía quien le daría trabajo , si no gozaban de una buena recomendación.

eso los desanimaba un poco mientras que Ana pensó en ganarse la confianza de la dueña del hostal ella debía conocer mucha gente,.por su negocio y podía recomendarlos en algún trabajo, ellos estuvieron de acuerdo con la idea de Ana, tampoco había muchas opciones de donde escoger.

la noche transcurre y tal vez vencido por el cansancio pronto cayeron en un sueño, pero lejos de ser agradable, cada uno luchaba con su propia pesadilla en la cual se veían claramente reflejados sus temores.

pronto llegó la mañana y por primera vez en su vida no sabían que hacer, se levantaron arreglaron su cama con esmeró como si alguien, les fuera a revisar pronto, y así salió de uno en uno en turno al baño para darse una ducha y luego salir al salón donde estaban dispuestas las mesas para recibir su desayuno.

vieron en el momento unas series que estaban transmitiendo y cuando terminaron llevaron sus platos a la cocina y ellos mismo lo lavaron, aunque doña Cuquita tenía un par de muchachas que se encargaban de la limpieza y la cocina.

al terminar salio don Fulgencio y Ana a su habitación, pero doña Catalina se había quedado sentada en una de las mecedoras que también estaban por Allí, la mayoría de las personas, ya habían salido para sus respectivas labores aunque no eran mucho los inquilinos que habían por él momento, en el pobre y deprimente hostal, pero cada uno trataba de llevar su vida lo más cómoda en las medidas de sus posibilidades.

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