Dylan 18 años
Megan 20 años
Los hermanos Smith han crecido, Dylan siempre fue súper tímido pero ¿Qué pasará cuando el amor llegue a su vida? ¿Podrá dejar su timidez de lado y ser el hombre que Sarah necesita?
Megan es una chica salvaje, un poco atrevida, con una personalidad muy fuerte. Un carácter sarcástico, un imponente exterior pero un tierno corazón protegido para que nadie pueda entrar en él.
Dylan por su parte lleva años amándola en secreto y fotografiandola a escondidas por años. Tiene cada expresión de Megan en un álbum fotográfico y su transformación de niña a mujer. Lo único que puede hacer es amarla en secreto y verla a través de sus cientos de fotografías porque ella, no le da ni la hora.
Varios años atrás...
Melody llevaba sus niños al parque, era una madre muy dedicada y una esposa devota. Lo más preciado que tenía era su familia.
Ir al parque era una manera de que su pequeña demonio gastara un poco sus energías y de que Dylan saliera de casa, él tenía problemas para socializar con los demás, tenía una visión diferente y eso no le permitía encajar con los de su edad.
En los parques de diversiones el prefería observar sus alrededores mientras que su hermana se subía a toda atracción disponible. Él miraba la gente y sus expresiones de felicidad, asombro y sorpresa, los colores. En el parque le gustaba ver los paisajes y la alegría de las familias pero no jugar ni interactuar.
Los abuelos Monroe siempre los visitaban y en una de las navidades le dieron al pequeño una cámara fotográfica muy buena, no una profesional pero si una que no tenía nada que envidiarle a una.
Gracias a esa cámara el pequeño Dylan comenzó a salir más de casa con el propósito de fotografiar las maravillas que sólo el podía apreciar.
Ir al parque era una actividad normal para los pequeños Smith, Dylan llevaba su cámara como siempre y fue que entonces la vió, una niña preciosa de cabellos rojos jugando a la pelota con un grupo de niños. Ella era un poco más alta que él por lo que dedujo que era mayor. Se quedó fascinado con sus expresiones faciales al jugar, se notaba su pasión en cada movimiento y jugada. Cuando el juego acabó la fotografió cansada bebiendo una botella de agua que una mujer le había dado.
El sol se escondió ese día y le gente comenzó a irse rápidamente a sus hogares porque llovería pronto pero Dylan se había quedado mirando a esa niña de cabellos rojos con total admiración, ella parecía un hada ante sus ojos.
-Mamá mira que cabello tan bonito tiene esa niña de allá
-Si hijo es hermoso, son pocas las personas con ese color de cabello, ¿Conoces a esa niña?- el agachó su mirada
-No mamá, no sé ni cómo se llama- la miró con expresión triste
-Ella es la hija de esa señora que trabaja en la farmacia, seguro la verás seguido, vive cerca de aquí
Ellos volvieron a casa y el pequeño y dulce Dylan miró las fotografías de su cámara por mucho tiempo, le parecía preciosa, no podía encontrarle ni siquiera un sólo defecto
Álex, su padre, volvió de la carpintería cansado ese día y su hijo lo esperaba un poco nervioso
-Papá ¿Puedes llevarme a imprimir mis fotos y regalarme un álbum?
-¿Ahora? está lloviendo hijo, mañana si para de llover te llevaré cuando salga de trabajar
-Está bien papá muchas gracias
Sus padres hablaron ese día
-¿Por qué quiere ir a revelar sus fotografías?
-Le gustó una niña del parque
-¿Qué niña?
-Es mayor que el y tiene el cabello rojo, la hija de la farmacéutica
-No se quién será- dijo Álex pensativo a Melody
-Cuando revele sus fotografías la verás en muchas de ellas, ha estado más de una hora observando a esa niña
Queridos lectores espero les haya gustado el comienzo de la historia de Dylan Smith y Megan! Saludos desde Argentina 🥰
Álex llevó al pequeño Dylan a una casa de fotografía que era la única que existía en el pueblo, nunca había visto a su hijo tan emocionado.
Esperaron un tiempo a que las fotografías fueran reveladas y se las entregaron en un sobre al pequeño.
-Señora por favor ¿Sería tan amable de mostrarme álbumes en color rojo?- habló Dylan
-Claro pequeño caballero
-Quiero éste- señaló el que era de un color similar al cabello de aquella niña
-Muchas gracias señora, fue usted muy amable. Hasta pronto- con un saludo con su manito se despidió amablemente y salió del lugar junto a su padre
Llegaron a su casa y fue a su habitación para ordenar las fotografías de la niña. Se veía tan bonita a sus ojos que hubiese empapelado su habitación solo con su rostro
Su padre intrigado se dirigió a ver a su hijo y así poder ver las fotografías nuevas que había tomado. No eran demasiadas pero había alrededor de unas diez en aquel sobre.
-Campeón vine para ver tus nuevas fotos, ¿Me las muestras?
-Son perfectas papá tienes que verlas, mira, ella es tan linda
Su padre vió asombrado aquellas fotos, parecían profesionales, su niño tenía talento pero le llamó la atención lo que había capturado. Primero veía una niña vestida con jeans y camiseta, con su cabello sujetado por una gorra, luego la misma niña anotando un gol, después la niña tomando agua. Las últimas eran de la misma niña sonriendo a su mamá y una de ella sola con zoom sentada en un banco mientras estaba pensativa.
-Es muy linda hijo- revolvió su cabello
-¿Amor puedes venir?- gritó Melody a su esposo
-Bueno campeón te dejo que ordenes y voy a ver qué necesita tu mamá
Álex la veía y a sus ojos era una hermosa creación de Dios aunque a su padre le pareció una niña poco femenina y hasta varonil, pero ¿Quien era el para juzgar? Después de todo había seducido a una chica que deseaba entregarle su vida a Dios.
Aquel nuevo álbum del pequeño obtuvo un lugar especial en su escritorio, incluso lo puso dentro de una bolsa transparente para que no se ensucie con el polvillo que entraba por la ventana.
Melody siguió llevando sus hijos al parque, más que nada cuando la pequeña Brianna estaba insoportable. Dylan iba muy contento esperando encontrar a la niña de cabello rojizo.
Mientras Brianna jugaba y corría el caminaba tranquilamente observando todo a su alrededor. Cuando la vió se mantuvo a distancia para capturarla sin que ella lo notara. Ella seguía vistiendo muy desaliñada pero a él le parecía hermosa, hoy no llevaba su gorra ni jugaba al fútbol. Tenía una trenza en su cabello que empezó a desarmar para dejárselo suelto.
Él desde la distancia capturó cada momento. Ella bien peinada y luego sonriendo mientras sacudía su cabello al viento. Se quedó maravillado, parecía fuego el que salía de su cabeza y le parecía aún más preciosa así.
Ella estuvo poco tiempo allí y se fue con su madre, él volvió con la suya y se sentó a su lado a mirar como su hermana menor jugaba.
-¿No quieres jugar cariño?
-No mamá, estoy bien aquí
-¿Viste a la niña?
-Si y le tomé lindas fotos, mira
Le mostró lo que capturó desde la pantallita de su cámara
-Son muy lindas hijo
-¿Papá me llevará a revelarlas? La abuela me mandó dinero y lo tengo ahorrado, yo puedo pagarlas así no gastan su dinero
-No hijo, guarda tu dinero para comprar lo que necesites, nosotros las pagaremos
-Gracias mamá
-De nada cariño. ¡Brianna baja de ahí, te vas a lastimar!- gritó Melody y salió corriendo hacia su hija que colgaba del pasamanos con sus piernas
Ese día volvieron a casa y Dylan estaba muy contento. Pocos días después fue con su papá a revelar las fotografías y guardarlas en aquel álbum
El tiempo siguió pasando y vió a la niña preciosa a quién él en su mente nombraba "Cherry" sólo por darle un nombre ya que no se atrevía a preguntarle a nadie como se llamaba.
Cuándo fue el inicio de clases la vió en su escuela, ahí supo que ella iba dos años más avanzada que él. La observaba siempre a distancia aunque ella jamás lo habría notado de todos modos.
No podía tomarle fotos en la escuela dado que no llevaba su cámara pero allí se veía hermosa.
Un día la escuchó hablando y jamas había escuchado voz más suave que la de ella aunque alcanzó a oír que a ella le gustaba un tal Marco, alguien que sabía bien tenía un año más que ella. Se sintió triste, decepcionado y no supo bien el por qué.
Ese día llegó a casa bastante decaído, algo que no era muy normal en él porque cada vez saludaba a sus padres y sonreía
-¿Qué pasa hijo? ¿Alguien te molestó hoy?
-No mamá, nadie me molestó, iré a mí cuarto- sus ojitos estaban un poco llorosos
Nadie supo que le había ocurrido y él tampoco les diría algo al respecto.
Los siguientes meses supo que Cherry en realidad se llamaba Megan. La veía reír con sus amigos algunas veces, otras la escuchó hablando acerca de chicos y por supuesto él no estaba en esas conversaciones. Cada vez que eso ocurría volvía a casa triste y se quedaba en su cuarto dónde veía su álbum rojo.
Unos chicos mayores lo molestaron tiempo después y lo arrojaron al suelo, alguien los ahuyentó del lugar y lo ayudó a levantarse
-¿Estás bien? No volverán a molestarte, ¿Te hicieron daño?- aquella voz era la de Megan quien con una tierna sonrisa lo ayudaba
-Gra...gracias- le dijo y salió rápidamente del lugar
Ella le había hablado, por primera y única vez y hasta le había sonreído. Se sintió inmensamente feliz.
Luego de aquel día ella lo olvidó, no lo vió más aunque él siempre seguía observándola.
El tiempo transcurrió lento, él siempre que salía de casa llevaba su cámara por si la veía para poder capturar su imagen aunque tuvo pocas oportunidades.
La escuchó hablar con alguien de que se encontraría con Marco en el parque y esa persona le decía que probablemente le darían su primer beso.
Ese día fue al parque con su hermana y su madre, esperó y la vió con Marco y fue testigo del primer beso de Megan y de sus más hermosas sonrisas dedicadas a ese chico más grande que él. Volvió dónde su madre y hermana estaban y con tristeza dijo
-Mamá quiero ir a casa
-¿Por qué cariño? Es muy pronto aún, siempre nos vamos más tarde
-¿Puedo irme solo?
-Está bien hijo pero mira a los lados antes de cruzar la calle
-Si mamá, gracias
Volvió solo a casa y fue a su cuarto a llorar aunque no sabía bien por qué lo hacía, por qué esa chica lo ponía tan triste cuando estaba con alguien más.
Los años pasaron para todos, con catorce años Dylan era un chico muy inteligente que gracias a eso había adelantado un año en su escuela mientras que Megan había repetido uno. Serían compañeros de clase probablemente.
Dylan había crecido bastante, era más alto que muchos chicos de su edad y ya le sacaba varios centímetros de diferencia a Megan quien seguía sin notarlo.
Para éste momento ya habían tres álbumes rojos de ella en su repisa. No solía mirarlos siempre pero si muchas veces lo hacía cuando estaba solo y sonreía con nostalgia. Ella había crecido, con dieciséis años era preciosa, ya su cuerpo no era el de una niña y muchos chicos se sentían atraídos por ella, tanto menores como mayores.
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