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Sentimientos Entre Tinta Y Papel

PREFACIO

Escribir esta historia no fue nada fácil. Atravesé miles de situaciones para lograr sacar pensamientos de mi cabeza y ponerlos en papel.

Escribí durante horas en las que lo único que me mantenía despierto era la cafeína en mi sangre y los sueños en mi corazón.

En más de una ocasión escuché voces que me decían: «No lo lograrás; es imposible».

A pesar de todo seguí los latidos de mis sueños hasta el final. En la vida he aprendido que solo nosotros somos dueños de nuestro destino.

Transcurrieron horas en las que mis ojos fueron testigos de cómo la luz de la luna era deslustrada por la frialdad de los jóvenes rayos solares.

Atravesé momentos en los que las palabras se marchaban, los sentimientos se alejaban y nada quedaba. Solo bastaba con una mirada al pasado para lograr encontrar las palabras adecuadas y volver a sentir algo otra vez.

Esta historia es una pequeña obra que reconstruye memorias de toda una vida. Aquí no se narra una historia de la vida real, sino, una que quise vivir.

No recuerdo con claridad por qué decidí que quería crear vidas y mundos sobre el papel, supongo que este fue

mi sueño de niño. ¿Y sabes? Desde el primer instante ha sido un mágico viaje que recordaré toda la vida.

Recuerdo con un poco de melancolía aquella madrugada lluviosa en la que inicié este proyecto, pasaron muchas cosas, pero no me arrepiento de nada.

Espero que disfrutes tanto el leer esta obra, así como yo disfruté el escribirla. Sin más, me despido…

Agradecimientos.

A pesar de que en la elaboración de esta historia tuve el apoyo de familiares y amigos. En realidad, fueron las voces que contradecían mis sueños las que me dieron la fuerza para seguir creyendo que esto sería posible.

Esta historia no hubiese sido posible sin la ayuda de las siguientes personas:

Andrys Díaz Alfaro, Javier Díaz Alfaro, Candelario Díaz

Almendrales, Herlenis Alfaro Ibáñez, Priscila Valencia

Pérez, Eva Morales, Elkin Romero, y Melviz Pérez Ortiz.

A todos y cada uno de ellos.

¡Mil Gracias!

Ninguna persona merece tus lágrimas, y

Quien las merezca nunca te hará llorar…

Siempre habrá gente que te lastime, así

Que lo que tienes que hacer es seguir

Confiando y solo ser más cuidadoso en

Quien confías dos veces.

—Gabriel García Márquez.

La música parece mantenerlo todo unido.

Parece que a veces las cosas no son tan caóticas.

Parece que las cosas tienen más sentido a veces.

En este punto, no habrán salvado miles, ni cientos, sino millones.

Y yo, soy una de esas tantas luces.

Para.

Tyler Joseph y Josh Dun.

Music seems to hold it all together.

It seems like sometimes things aren't so chaotic.

It seems like things make more sense sometimes.

At this point, they will have saved not thousands, not hundreds,but millions.

And I am one of those millions of lights.

Dedicated to.

Tyler Joseph and Josh Dun.

***Esta obra fue producida en la pequeña ciudad de Plato, Magdalena.** *

Esta historia está parcialmente inspirada en algunos lugares de esa pequeña ciudad.

Esta obra fue terminada en noviembre de 2018.

PRIMERA PARTE: Latido anómalo.

Mi habitación y la soledad: ¡5inco paredes!

Calles completamente desoladas. En cualquier dirección en la que se mirase solo se podía ver asfalto; no había ningún alma en las calles de aquel vecindario.

Casas con frondosos árboles en sus jardines principales «muy bonitos», y a su vez un peligro inminente. Sorprendentemente en el jardín de un hogar había un gran árbol de caoba. Cada vez que el viento soplaba, las ramas de los árboles se estremecían de un lado a otro golpeando los tejados y las ventanas de cristal de las casas «algunos hogares aún tenían ventanas de madera, ya algo desgastadas por el paso del tiempo».

La noche ya había caído, pero la luna continuaba iluminando el firmamento. No por mucho. El viento soplaba y consigo traía cúmulos de nubes que a su vez deslustraban la luz de la luna. Se podía oler la humedad en el aire, una tormenta se aproximaba anunciando la llegada del invierno.

Desperté envuelto entre las cobijas de la cama, aún con el uniforme de la escuela puesto. Se podía escuchar un crujido en el tejado y otro más suave en la ventana de cristal de la habitación. No se podía ver nada, únicamente una inmensa oscuridad.

Me dispuse a levantarme de la cama. Después de un largo rato luchando por liberarme de las cobijas logré ponerme de pie. Empero, no podía ver absolutamente nada. Caminé en dirección adonde suponía estaba la ventana.

«He vivido toda mi vida en esta casa que podría caminar por cualquier lugar de ella con los ojos vendados».

Corrí la cortina de la ventana. De inmediato, la lúgubres de la habitación se escabulló en las sombras. Con los ojos entreabiertos y la mirada turbia, miré hacia lo profundo del firmamento. A causa de que la luna había convertido la noche en día, la luz de las estrellas distantes no podía ser divisada, las únicas visibles eran las más brillantes, entre ellas la constelación de Orión.

Clavé la mirada en las pocas estrellas de Orión buscando una mirada, solo logré evocar mi demonio del tiempo «El pasado».

Hace mucho tiempo la energía de la ciudad se interrumpió a causa de un apagón. Tras desaparecer la luz de la ciudad, la luminiscencia de las estrellas inundó el firmamento. Salí al jardín principal de la casa a ver las estrellas, me senté en el suelo y simplemente contemplé el manto celeste. Alguien se sentó a mi lado y preguntó:

«¿Cuentas las estrellas?», no permitió que respondiera la pregunta, ya que de inmediato dijo:

«No acabarás, porque son muchas, casi que infinitas».

Aunque en aquella noche yo no enumeraba las estrellas, quise intentarlo. Alcancé a contar miles, pero de ninguna forma Todas. Esa noche se podía ver la luz de las estrellas más distantes. Esa noche las estrellas eran infinitas. Sería algo absurdo enumerar algo infinito.

En esta noche con la luz de la luna iluminando el firmamento, la luz de las estrellas es opacada haciendo posible ver solo las más brillantes, ya que en esta noche las estrellas no son «infinitas» pueden ser enumeradas. Esta situación me mostró un claro ejemplo de la vida.

«La vida es como el firmamento y las estrellas, nosotros somos las estrellas y el firmamento es la vida. En el comienzo el cielo se torna oscuro, permitiendo que la luz de las estrellas brille sin ningún problema, pero un día la luna convierte la noche en día y solo las estrellas más brillantes logran brillar en medio de la luz».

En aquella noche distante esa personita me enseñó indirectamente una enseñanza de vida sin darse cuenta.

Para cuando volví la mirada del pasado al cielo, la luna y las pocas estrellas ya habían desaparecido detrás de la gran oscuridad que arropaba al cielo. El viento comenzó a soplar más y más fuerte. Una gota de agua cayó en el cristal de la ventana, se deslizó y luego la calle ya estaba inundada.

Cerré la cortina y volví a la cama, pero antes me quité el incómodo traje que traía puesto.

Hola, mi nombre es Breiner Dalf. Perdóname si esta página es algo confusa para ti. Quiero narrar toda mi historia esta mañana sin omitir ningún detalle. Hoy me voy al sur del país, en donde entraré a la universidad para estudiar arquitectura, como siempre quiso mi padre.

Yo vivo con mis padres y mi hermana mayor.

Nosotros vivimos en una pequeña ciudad al norte de Colombia, conocida como «Villa Concepción». Esta ciudad es conocida por una vieja leyenda de un hombre que se convirtió en caimán con la ayuda de un hechicero. Por esto es apodada; La tierra del hombre caimán. La ciudad Está ubicada en la orilla de un caudaloso río «El río Magdalena».

Nosotros Vivimos en una casa ubicada en el vecindario con las calles más solitarias de Villa Concepción. Es un vecindario en el que la mayor parte de los residentes son ancianos, está bastante alejado del río.

Nuestra casa (la casa de mis padres), es de espacios amplios, de dos plantas, techos elevados. En la parte de atrás hay un pequeño patio, en la parte de adelante hay un jardín lleno de plantas y un frondoso árbol de roble amarillo. Abajo está la sala, la cocina, el garaje, el comedor con su chimenea, la oficina de papá, en donde también está la biblioteca, y un pequeño taller de costura de mi madre. Los dormitorios están arriba. El de mis padres, la habitación de mi hermana (una habitación ambientada de color rosa), y mi habitación, por supuesto. Claro, también hay baños, uno por cada planta. Olvidé mencionar el sótano, ya que es un lugar al que no entro muy de costumbre, es un lugar lleno de cosas viejas e inservibles.

Mi hermana mayor «Maileth Dalf», ella únicamente viene en el verano y otras pocas veces en las fiestas de diciembre. Después de terminar sus estudios secundarios se marchó a la capital del país a estudiar medicina. Gracias a sus buenas calificaciones ganó una beca que otorgaba el estado. Ella siempre quiso estudiar Psicología, pero por decisión de mi padre tuvo que elegir una carrera de medicina.

Mi padre, él... él es doctor en un hospital aquí en la ciudad. Él sale muy temprano por la mañana y regresa muy tarde por la noche. No lo veo muy seguido en casa.

Mi madre, ella es ama de casa, tiene un pequeño cuarto destinado por ella como taller de costura. Pasa sus tiempos libres tejiendo en esa habitación.

Y por último yo…yo soy diferente a toda mi familia. Si me quieres llamar «raro» adelante, no eres ni el primero ni el último. A mí me apasiona la literatura, las ciencias, la tecnología, el arte y la música.

La música es mi pulmón, si no la tuviera ya habría perdido la cabeza, es la única compañía que tengo en mi mundo.

A pesar de que admiro a muchos personajes de la música, mis grandes ídolos son científicos. Personas que aportaron conocimiento y tecnologías a la humanidad, científicos como:

El profesor Albert Einstein, Stephen William Hawking, Nikola Tesla, Isaac Newton, entre otras personalidades.

Cuando yo era tan solo un niño, soñaba con tocar las estrellas, cambiar el mundo, dejar mi huella e inmortalizar mi nombre. Mientras crecí entendí cómo es el mundo. El mundo es un lugar hostil, no te dará ninguna oportunidad, siempre te pondrá obstáculos y tú decidirás si tienes la fuerza para levantarte.

«La vida es como una montaña empinada con muchos riscos y piedras sueltas. Para alcanzar la cima no hay que mirar atrás, todo lo que dejamos atrás ya no importa. No mirar a la izquierda, esas personas solo nos quieren ver resbalar por las piedras sueltas, No merecen nuestra atención. Y por más que queramos, no mirar a la derecha. A veces en quiénes más confiamos pueden arrojarnos por el risco. Únicamente tenemos que ajustar nuestro arnés, mirar al frente, eso nos hará más fuertes. Cuando lleguemos a la cima hay que seguir mirando arriba, aunque la montaña acabe allí, nosotros debemos seguir creyendo que llegaremos más alto».

Al darme cuenta cómo funciona el mundo, aprendí que únicamente nosotros somos dueños de nuestro destino.

Claro, mis sueños fueron cambiando, pero igualmente siguen siendo mis sueños. No permito que nadie los interrumpa, seguiré durmiendo hasta alcanzar la cima.

Cuando somos niños soñamos con muchas cosas, mientras crecemos todos esos sueños se disuelven y al final terminamos conformándonos con un trabajo que no nos gusta realizar. El profesor Albert Einstein dijo una vez:

«Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo».

Al parecer en nuestra sociedad todo lo que ocurrirá está definido por defecto a causa de que todos seguimos a los demás, eso que llamamos «El camino del éxito»

Nacemos, crecemos, pasamos gran parte de nuestras vidas estudiando, luego conseguimos un trabajo en el que vivimos de seis a doce horas diarias, para finalmente morir solos. Qué situación tan irónica, seguimos el camino del éxito, pero en realidad fracasamos.

¿Por qué cuando somos niños soñamos con grandes cosas y cuando crecemos nos conformamos con cualquier cosa?

Cuando somos niños vemos el mundo con otros ojos, tenemos nuestra propia visión del mundo, pero mientras crecemos la sociedad nos enseña a ser hombres o mujeres. Hombres y mujeres que temen al fracaso y a no encajar en la sociedad.

La frase más común de nuestra sociedad es:

«Nadie me entiende».

¿Pero cómo esperamos que alguien nos entienda, si no nos entendemos a nosotros mismos?, no sabemos ni lo que queremos, y si hay alguien allá afuera que logra comprenderte, déjame decirte que logramos clonar humanos.

¿Cómo esperamos que alguien nos entienda, si somos todos diferentes?

Pero en esta sociedad no se puede distinguir entre un individuo u otro, ya que todos salimos de la misma fábrica. Todos con un sistema operativo idéntico. Solo unos muy pocos logran convertirse en desarrolladores y alterar un poco su código de programación.

Somos seres humanos, nuestra naturaleza es crear conocimiento.

¡Dejemos nuestra huella en medio de toda esta arena!

«No nos conformemos con las migajas si podemos ir directo al grano».

No sé por qué te digo todo esto, seguro el título del libro captó tu atención y quisiste echar un vistazo a estas páginas. ¡No te vayas!

Ahora ya sabes lo suficiente de mí, entonces ya puedo contarte mi historia desde el inicio para que puedas entender todo con claridad, pero antes. Déjame hacerte solo una pregunta.

¿Recuerdas tu primer amor?

¿Qué fue lo primero que se plasmó en tu mente? De Seguro pensaste en un rostro que con el paso del tiempo aún no logras sacar de tu mente. Quizá crees que sí lo olvidaste, pero en el fondo sabes que sigue ahí. Es normal que aún tenga un espacio en tu corazón.

Antes de nuestro primer amor nuestro corazón se encontraba en un estado de pureza, sin cicatrices, no conocía lo que era el dolor ni mucho menos el amor. El primer amor no es únicamente el primero, también es el único y verdadero.

En aquel instante nuestro corazón se enamoró ciego, no conocía esos sentimientos. Aquella personita nos hizo sentir diferentes. Aprendimos a amar por vez primera, experimentamos sentimientos nunca antes sentidos.

¿Cómo olvidar aquellas tiernas miraditas que coincidían una y otra vez? No sabíamos qué hacer, pero nuestros labios sí sabían lo que querían «Nuestro primer beso». Un beso que quedó grabado en nuestros recuerdos y para siempre en nuestros labios.

Con el paso del tiempo continuamos conociendo nuevas personas en busca de olvidar y encontrar nuevas experiencias. Cada una de ellas deja una cicatriz incurable. Pese a que conozcamos muchas personas, ninguna logrará hacernos sentir lo que sentimos con aquel primer corazón que robamos.

En el momento que esa personita entró en nuestro corazón, la puerta se cerró y nunca más volvió a abrirse.

El primer amor; es un amor que perdura para toda la vida, aunque muchos de nosotros lo perdimos y probablemente no lo volvamos a ver jamás, siempre lo llevaremos en cada latido de nuestro corazón, en los mejores recuerdos de nuestras vidas, en nuestros labios, y en cada mirada hasta que llegue el día de nuestro ocaso.

¿Cómo conociste tu primer amor?

Lo sé, dije que únicamente te haría una pregunta, pero déjame preguntarte: ¿Qué lugar se pasó por tu mente?

De seguro recuerdas con claridad aquel mágico lugar donde conociste a la primera personita que tuvo las llaves de tu corazón.

Tal vez conociste a tu primer amor en un viaje de verano, quizá en tu escuela, o probablemente en tu vecindario. No sé dónde, ni cómo conociste a esa persona, pero sé que el lugar y todo lo que allí viviste se quedó grabado en tus memorias para la eternidad.

Si en tu caso conociste a esa personita en un viaje de verano. Cuando llegaste allí nunca pensaste que tu vida cambiaria. Así es el amor; el amor llega en el momento justo sin siquiera buscarlo, él siempre te encontrará cuando lo necesites.

Puede que conociste a tu primer amor en otras circunstancias, pero sé que tengo razón en decir que aún guardas la llave que te obsequió, en tus labios aún está la huella imborrable de sus labios.

A lo mejor algún día soñaste que volvías al lugar donde robaron tu corazón por vez primera y al despertar la añoranza se hizo presente en tu incompleta alma. Continuarás conociendo nuevas personas, pero solo te servirán para tratar de olvidar.

Ya te he hecho demasiadas preguntas, pero déjame preguntarte algo más: ¿Aún le amas? ¡No es necesario que respondas!

Ahora es mi turno de responder esas preguntas. Te contaré la historia de mi vida.

Un cosquilleo pintoresco

La historia que te voy a contar quizá ya la viviste o tal vez la escuchaste alguna vez, entonces sabes de lo que hablo.

Pero si aún no has experimentado las caricias de las alas de una joven mariposa revoloteando en tu panza, déjame decirte que te estás perdiendo de muchas cosas. El amor está allí afuera en algún lugar esperando por ti. ¿Qué estás esperando para buscarlo?

¡Pero ten cuidado! Aunque el amor sea algo bellísimo, también puede ser peligroso. Empero, si quieres hallar tu otra mitad debes estar dispuesto a navegar por los cinco océanos pese a que acontezcan fuertes tormentas, a caminar los cinco continentes aun cuando tus pies sangren y el suelo arda.

Una vez que inicies a recorrer el sendero del amor, no habrá vuelta atrás.

El camino no será nada fácil, cuando creas que has conseguido lo que buscas no tardarás mucho tiempo en percatarte de que el camino apenas comienza y cada vez será más difícil e impredecible.

Abrirte paso por ese camino puede lastimarte mucho, así que prepárate para lo peor.

Marcharás por el valle de las rosas, será imposible evitar que te persigan un par de mariposas.

Asegúrate de llevar zapatos, adelante está el desierto donde solo crece el cactus.

Camina con cuidado, el camino puede convertirse en un acantilado.

Si logras escalar la empinada colina no tendrás otra salida que saltar desde la cima, asegúrate de llevar un paracaídas, esperemos que salve tu vida.

Lleva lentes con visión nocturna, muchas veces caminarás a solas bajo la luna.

En esta loca travesía podrías deambular en círculos durante días, lleva una brújula que te enseñe la salida.

En la búsqueda de tu otra mitad el cielo se tornará gris, oscuro, y muy pocas veces color de rosas. Llegarás a pensar que es una búsqueda estúpida sin sentido alguno, pero por más que quieras alejarte del camino, siempre volverás a dejar tus huellas en la arena.

Contarte mi travesía no será nada fácil. Tan solo recordar cada una de las huellas que dejé en el camino y las que el camino dejó en mí, me causa melancolía y añoranza.

Ha transcurrido mucho tiempo, me será muy difícil evocar mi distante demonio del tiempo.

Te pido me disculpes si vez alguna página inundada bajo el océano.

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