El viento soplaba con fuerza aquella tarde de invierno, el pronóstico anunciaba que llovería y habría una fuerte tormenta eléctrica. El frío era demasiado intenso y estar dentro de casa era lo que cualquier persona querría excepto ella.
Lisa sabía que su vida estaba condenada desde antes de nacer pero jamás imagino que una vida tan cruel le esperara. No conocía a su padre, él se había ido aún antes de su nacimiento dejando a su madre aún adolescente cargando con toda la responsabilidad. Por suerte o desgracia era parecida a aquel hombre y su madre la odiaba por ello.
Lisa sufrió maltratos a manos de su madre, aveces físicos la mayoría de las veces verbales. Además pasaba necesidades y si quería tener la oportunidad de comer o usar un shampoo debía trabajar y ganar su propio dinero. Su madre trabajaba en una empresa como asistente y ganaba un buen salario que gastaba sólo en ella y los servicios de la casa que compartían.
Lisa trabajaba como camarera hacía tres años en un pequeño restaurant del centro, no podían pagarle un buen salario pero si darle al menos una comida caliente y aveces un sándwich que se convertía en su única cena. Las propinas de los clientes la ayudaban a comprarse toallas sanitarias y productos de higiene personal que debía cuidar para que duraran el mayor tiempo posible.
Aquel día salió de trabajar cansada, había estado desde la mañana en el restaurant y de eso hacia ya doce horas. Le habían podido pagar porque quién limpiaba estaba enferma y ella tomó su lugar. Llegó a su casa para hacer los quehaceres, su obligación primero era limpiar la habitación de su madre. Estaba ordenando y encontró una bolsa que contenía algo que sobresalía, lo sacó y sintió que su mundo se derrumbaba, una pequeña libreta descansaba debajo de aquella tela y su contenido era macabro.
Sintió que se asfixiaba, que la habitación se encogía, tenía un dolor en el pecho producto de aquello y sólo corrió de allí. Tarde o temprano debería volver pero prefería morir a tener que hacerlo.
Corrió sin dirección aún con el viento en contra y el frío calando profundo en sus huesos. Cuando estuvo lo suficientemente cansada se detuvo y se sentó en un banco de un parque y lloró intentando desahogarse hasta que ya no tuvo más lágrimas. El cielo se iluminaba producto de una gran tormenta pero ella estaba sumida en su dolor. Comenzó a llover y no hizo nada por resguardarse, sus ropas no eran de abrigo y se adherían a su piel, aún el viento soplaba y ella sentía un frío intenso pero aún más en su corazón.
Aquella noche murió su esperanza, los pocos sueños que tenían y toda clase de sentimientos, no volvería a llorar nunca y no volvería a sentir para que así nadie pudiera volver a lastimarla. Ya no había gente, solo unos pocos autos pasaban por las calles debido al clima. No tenía miedo, ya nada peor podría sucederle y si muriera quizás en otra vida podría ser feliz.
Con mucho dolor recordó todo lo ocurrido los últimos meses y pudo comprender cómo fue que planearon burlarse de ella. Sus dientes chocaban por el frío pero no se comparaba al que se había instalado en su corazón. Levantó su mirada por un momento y vio aquella empresa donde su madre y los demás trabajaban y sintió aún más dolor y volvió a mirar en otra dirección. Sus ojos derramaron algunas lágrimas que la lluvia se ocurrió de lavar.
Todo aquel tiempo alguien en silencio la observó desde la distancia sin que lo notara. Las luces fueron apagándose en la empresa, ya nadie quedaba ahí a excepción del guardia de seguridad y el jefe quien se alistaba para salir.
-Adios señor Blent
-Adios José- se despidió de su guardia
Máximo Blent subió a su coche donde su chófer lo esperaba para llevarlo a casa. Dentro del coche en el asiento trasero revisaba sus mails, pasaron diez minutos y no hubo movimientos, Andrés no había comenzado a conducir. Miró en la dirección donde el veía y se extrañó de ver una joven delgada completamente empapada sentada en un banco sin intención de irse de aquel parque.
-¿Hace mucho que está ahí?
-Si señor, llegó corriendo y estuvo ahí sentada desde mucho antes que comenzara a llover, podría jurar que estaba llorando
Máximo sintió gran pena y se bajó del coche aún con su chófer pidiéndole que entrara. Le hizo señas para que permaneciera en su lugar y fue en dirección a aquella joven. Sus zapatos italianos pisaban los charcos y el agua había manchado el pantalón de su traje confeccionado a medida pero no le importó. Mientras más se acercaba, más la observaba.
Aquella joven de cabello largo y negro como la noche tenía su mirada perdida. Vestía ropa sencilla y económica que había tenido días mejores. Él se sentó en aquel banco a su lado pero ella no lo notó y eso lo desconcertó. Carraspeó para ganar su atención pero ella no lo escuchó, ¿Sería sorda?
Tocó su hombro y Lisa lo miró por un momento sin expresión en su rostro ni ningún interés. Él quedo sin aliento ante su belleza pero más aún por la fría mirada que aquella joven tenía en sus ojos rojos por el llanto de momentos atrás.
-¿Necesitas algo?
-Estar sola
La voz de ella era dulce pero demostraba un profundo dolor
-¿Necesitas ir a algún sitio? Puedo llevarte
Ella comenzó a caminar y se alejó de allí. Estaba atónito, jamás nadie lo había mirado así. Volvió a su coche y se fue finalmente, no quiso hablar y su chófer no hizo preguntas.
Lisa llego a su hogar donde su madre estaba furiosa porque no había comida esperándola, porque sí, su hija debía cocinar para ella aunque no tuviera permitido comer más que sus sobras.
La recibió con una fuerte bofetada
-¿Dónde estabas? Mira nada más como has llegado, espero que limpies todo esto- la miró con desprecio, algo a lo que ya estaba acostumbrada y señaló las manchas que dejó al pasar por el barro y el agua que escurría de su ropa
-Te hablé, ¿No vas a responder?- la jaló del brazo impidiendo que vaya a su habitación y volvió a golpearla
Su madre pegaba fuerte pero el dolor que sentía no era comparado al de su corazón
-¿Por qué mamá? ¿Por qué lo hiciste?- preguntó Lisa con dolor
-No se de qué hablas, ¿Crees que soy adivina estúpida?
Se dirigió al cuarto de su madre y tomó aquella bolsa con dolor y a la vez un profundo odio
-Ahhh ¿Ésto? ja ja ja gracias a ti gané dinero, al menos serviste de algo
-¿De ti fue la idea?
-Claro, ¿Quien se fijaría en ti? Eres fea, ridícula y sin gracia, deberías hacerme un favor
-Yo no te pedí nacer, jamás creí que podrías caer más bajo pero felicidades, lo has logrado
Otra bofetada no demoró en llegar, su madre volvió a reír y Lisa fue a su cuarto, se dió una ducha y se acostó a dormir
Tres meses atrás...
Alexis un compañero de trabajo de su madre fue a su casa, algo normal que ocurría muchas veces. Cada fin de semana su madre salía a bailar o tomar con varios de sus compañeros...
Él no era muy atractivo pero la hacía reír y solía decirle cosas lindas que nadie jamás le había dicho. Ella estaba por cumplir los 20 años y aún era muy inocente, jamás había tenido un novio ni tiempo para pensar en ello.
Alexis era alto comparado con ella que apenas media un metro sesenta, al menos media quince centímetros más y tenía algunos kilos extra pero ella estaba encantada con él y su forma de ser. Un buen día la besó, su primer beso. No sintió las mariposas en el estómago que leyó en los libros ni tampoco una corriente eléctrica ni nada. Un mes después luego de varios besos ya compartidos y algunas caricias él se molestaba con frecuencia porque ella no le permitía avanzar más allá que eso.
Siempre le decía que era un hombre con necesidades y que si no se las cumplía no le volvería a hablar, le dió un plazo para aquello. Ella no estaba lista, jamás su madre le había hablado de sexo ni de amor ni la había aconsejado tampoco, finalmente aceptó. Él la había llevado a su casa, la besó y la tocó, ella solo temblaba de miedo y mordía sus labios. El le quitó solo su pantalón y ropa interior, ella ni siquiera estaba mojada, escupió su mano, mojó su entrada, se puso un condón y entró en ella. En solo unas pocas embestidas él terminó.
Ella temblaba, se sentía adolorida y humillada. Vió el pequeño miembro de Alexis y las manchas de sangre que tenía y solo se sintió peor. Él le pidió que se fuera a su casa sin siquiera acompañarla porque estaba cansado y quería dormir.
Luego de eso no volvió a verlo por los siguientes veinte días donde la buscó para repetir pero ella se había negado y ante eso la insultó y le pegó un puñetazo que la dobló de dolor. La dejó tirada en el piso y se marchó sin mirar atrás.
En la actualidad
Ella encontró aquella sábana y una libreta de apuestas, su madre había ideado todo. Se sintió gravemente traicionada y más humillada que nunca.
A su madre ella jamás le importó, pero aún así no la creía capaz de algo así.
Mientras ella recordaba todo lo ocurrido Máximo no dejaba de pensar en aquella joven triste y su mirada. Dió muchas vueltas en la cama y finalmente se quedó dormido.
Al día siguiente su chófer lo fue a llevar al trabajo y él le pidió un favor especial
-Necesito que hagas algo por mi, te triplicare el sueldo por el próximo trimestre
-Digame que necesita señor
-Quiero que investigues a la muchacha y que me digas todo lo que encuentres de ella
-No será fácil porque por el viento y la lluvia las cámaras de muchos lugares no funcionaron, ya sabe los cortes de luz que hubo
-Lo sé y tienes dos semanas para esa tarea
-Bien, lo tendré lo antes posible
Él se fue a trabajar y se olvidó del asunto, sabía que su chófer cumplía cada tarea que le encomendara y que ésta no sería la excepción.
Máximo
Pasa una semana, una maldita semana donde mi vida parece irse a la mierda, mi abuelo quien es dueño de ésta empresa fallece y su maldito abogado viene a leerme el testamento y si creía que todo estaría en orden resulta que no es así.
-Maximo que alegría verte más allá de las circunstancias, lamento tu perdida- habla con falsedad. Cuando mi abuelo estaba al mando él le cobraba unos honorarios demasiado importantes por unas causas sencillas pero al yo tomar la presidencia todo cambió y sus servicios no fueron requeridos. En pocas palabras se le acabó la gallina de los huevos de oro
-Dejate de habladurías y ve al grano que no tengo todo el tiempo del mundo como tú- me fulmina con la mirada
-Este es el testamento, tu abuelo decía que debías casarte- asiento, siempre que lo veía nuestras conversaciones acababan así- por lo que si quieres conservar la empresa y su presidencia debes casarte antes de cumplir los veintiséis años
-¡¿QUÉ?!
-Muy claro aquí lo dice, si lo deseas puedes mirarlo por ti mismo, personalmente le dije que era una locura hacer algo así pero ya sabes cómo era
-Cumplire veintiséis en un puto mes, ¿Que se supone que haga?- camino con frustración de un lado a otro
-Buscar una esposa como sea. No depende de mí
-Te daré un millón si anulas esto- negó- dos millones- negó- diez millones maldita sea pero arreglalo
-Así me ofrecieras cien millones no podría hacer nada, tu abuelo planeó demasiado bien todo y aunque quisiera no puedo anular esto. Me retiro, si necesitas algo o tienes alguna duda Máximo me avisas
-Gracias
Le di un puñetazo a mi escritorio, bebí un vaso de whisky y me senté a pensar como salir de esto. ¿Casarme con veinticinco años? Soy demasiado joven aún y buscar una esposa, cualquier mujer querría estar conmigo y enriquecerse pero luego pedirían amor y más cosas que no podría dar, justamente por eso es que estoy sólo
Le pedí a mí secretaria que cancelara todas mis citas de ese día y las programe para la otra semana. Llamo a mí chófer para que aliste el auto. Dos minutos después salgo y efectivamente ya está listo
-¿Señor?
-A casa y puedes tomarte el resto del día libre
-¿Pasó algo?
-Si, que el abogado de mí abuelo me leyó el testamento y tengo que casarme para heredar. Trabaje más duro que nadie para hacer crecer la empresa y te ganado millones
-¿Que hará?
-Casarme pero ni sé con quién y tengo menos de un mes
-Señor tengo lo que me encargó- me entregó una carpeta con información
-Muchas gracias, siempre eres muy eficiente. La revisaré ahora mismo
-Señor disculpe que me entrometa donde no me corresponde pero ¿Ha considerado que esa señorita pueda ser su esposa?
-Ya te lo diré más tarde
Fui a mi estudio para revisar aquella información, Lisa Ramos 20 años, hija de Débora Ramos, nunca tuvo padre, trabaja demasiado, sin estudios universitarios y fue la mejor de su curso al terminar secundaria. Solo tuvo un novio que casualmente trabaja en mi empresa al igual que su madre y eso fue todo. Se sospecha que la madre la maltrata porque la han visto con moretones y además con su rostro con marcas.
Cierro la carpeta muy enojado, ¿Cómo una chica tan frágil debe soportar tanto y ni siquiera estudiar? Los empleados de mi empresa no tienen problemas económicos y se les ayuda cuando tienen hijos universitarios en caso de ser necesario. Quizás pueda ofrecerle un contrato a Lisa, es hermosa, además inteligente y se nota que necesita salir de donde está con desesperación
Duermo y hasta en mis sueños aparece Lisa pero lo hace llorando y golpeada. Me despierto sobresaltado y voy al gimnasio que tengo en casa a descargar mi furia con un saco de boxeo. La convertiré en mi esposa, está decidido, la protegeré.
Desayuno y mi chófer me lleva a la empresa, trabajo un poco y como no tengo reuniones debido a que cancelé todo llamo a mi chófer nuevamente para que me lleve dónde Lisa se encuentra
-Esta en el pequeño restaurant dónde trabaja, ¿Desea ir allí? Se su hora de salida, también puede encontrarla allí
-Vamos a su trabajo
Me dirigí allí y escogí una mesa apartada, no había mucha gente para mí ventaja. Ella personalmente se acercó a mi aunque me miró desinteresadamente
-Hola soy Lisa y lo atenderé éste día ¿Que desea ordenar?
-Hola, un café con leche con un tostado de jamón y queso
-Enseguida se lo traigo
Ella no me reconoció, no se sonrojó al mirarme ni mucho menos al hablarme. Su voz sonaba fría y controlada, se veía profundamente triste o deprimida y cansada. Su ropa está tan gastada, descolorida y no le favorece nada. Ya veo que su madre no le da ni lo que necesita. Sentí mucha lástima por ella
Me trajo lo que pedí, dejó todo en la mesa y se fue sin siquiera mirarme, al menos no es sorda ni tampoco muda. La única mujer a quien no soy capaz de impresionar es quien quiero para ser mi esposa, debo estar loco.
Pido la cuenta, ella me la trae, pago y le doy 100 dólares como propina. Se sorprende demasiado
-Señor es mucho dinero, no puedo aceptarlo
-Aceptalo de todos modos, gracias
-Muchas gracias señor
Sus ojos se llenaron de lágrimas por aquel billete que para mí no significa nada, eso revela lo necesitada que está. Esperaré a que salga de trabajar para que podamos hablar
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