...juego a las escondidas con el psicópata de mí hermano....
Si vas a usar este libro como manual para enfrentar a tu hermano psicópata, te aconsejo que dejes de leer, las cosas nunca suelen salir igual al manual. Lo sé por experiencia, claro.
Mejor, cree que todo esto es una fantasía, una simple y absurda historia inventada por mí. Si sos un mortal, será mejor que te lo creas y no busques pruebas sobre nuestra sociedad. Te lo estoy avisando, si por alguna razón llegara a contraer problemas con la Federación Mágica Argentina, porque tú descubriste nuestro secreto, no te sorprendas si aparezco, te saco los ojos y te los hago comer en una sopa.
Para empezar a relatar está historia comenzaré por cierta noche a finales de julio. Yo estaba acostado, acariciando el pecho de mi amante, Lucio, luego de una velada de fuego y pasión.
Lucio y yo nos habíamos conocido hace poco menos de un año y ya estaba enamorado de él. Dirán que me enamoro rápido, es cierto, no lo niego. Me das cariño y soy tan inofensivo como un gato... Mejor borremos lo de inofensivo, soy de todo menos eso...la cuestión es, que luego de semanas de vernos, por fin habíamos comenzado a ser algo.
— ¿crees que podrás venir mañana?- le pregunté frotando mi nariz en su pecho.
— ¡no sé, Álvaro!, tengo que trabajar- me contestó corriéndome de su viril pecho y levantándose de la cama.
— ¿ya te vas?- Lucio tenía una manera muy fría de demostrar amor. A veces me gustaba eso ya que me consideraban el rey de la frialdad. Pero en los últimos tiempos había nacido en mí la necesidad de sentir algo de cariño- ¡es tarde y hace frío!. ¡Quédate a dormir!.- le rogué.
— ¡no puedo!, mañana tengo que levantarme temprano,¡ yo no soy como vos!, yo tengo que ganarme el pan- se colocó con prisa los pantalones sin mirarme.
Me levanté de la cama totalmente desnudo y me serví una copa de whisky con la botella que tenía sobre la mesita de noche.
— ¡eres cruel conmigo!- lo acusé mientras hacia un puchero. Lucio me ignoró totalmente.
— te llamaré cuando tenga tiempo- me prometió abotonado su camisa.
— o cuando tengas ganas- contesté enojado, tirándole su abrigo.
— ¡ésto es lo que puedo darte!, ¡lo sabes muy bien!- negué con la cabeza intentado crear un drama- ¡sos muy caprichoso para entenderlo!.
— ya no soy un niño- me quejé. Era de todo menos un niño caprichoso. Para empezar los niños caprichosos tienen padres.
— ¡eres un niño rico!- me gritó- ¡lo tienes todo!, Vives en un hotel de cinco estrellas- observó- sales siempre de fiesta y estás siempre a la moda.
—¡ todo lo que tengo me lo gané yo mismo!- afirmé muy digno- no tengo la culpa de ser tan talentoso. Pensé que no eras envidioso, la verdad. No es mi culpa que tengas trabajar, yo no te hice pobre, vos naciste así.
—¡ no me mal entiendas!, no te tengo envida, ¡solo digo que a veces no podes ver la vida del otro!.
— egoísta, eso me querés decir, ¡que soy un egoísta!.
—¡ no!, Mirá Álvaro, me tengo que ir- se acercó y me dio un beso rápido en los labios- te llamo ¿si?.
— ¡vete al diablo, imbécil!- contesté como despedida. Él solo me dio una última mirada y salió de la habitación.
Me quedé solo, lancé el vaso contra la pared ( lo sé, soy muy dramático), y comencé a beber como loco de la botella. Hacía frío y comenzaba a sentirlo, pese a la calefacción. Me tiré, desnudo, a un costado del suelo y bebí todo lo que quedaba de la noche.
Sinceramente no lo entendía. Lucio parecía ser aquél ángel de mi vida. Pensé que venía a salvarme de tanta locura. Resultó ser igual a los otros, no veían más que mi máscara, no sé atrevían a mirarme a mí.
Las máscaras siempre son difíciles de llevar, son pesadas. Una vez que uno se las coloca, solo el amor de otra persona puede sacarla.
Era mi culpa, estaba claro, no sé que hacía yo, un brujo, saliendo con un sexy, muuuy sexy, mortal.
Me dormí en el suelo frío y desperté a la mañana siguiente con el molesto sol en la cara. Tenía un dolor de cabeza terrible, aún así me preparé lo mejor que pude y bajé en busca de un café para desayunar. Cómo no podía usar ni un poco de magia, ya que estaba en un hotel mortal, tuve que bajar, con dolor, las escaleras.
Cuando al fin logré salir por la puerta del maldito hotel, me lleve puesto a un par de personas. Debía ser tarde, el centro de Córdoba estaba lleno, la gente iba y venía apurada. No notaban a un pobre chico flaco, moreno de hermosos cabellos violetas, desparramados en todas las direcciones; exquisitamente vestido, que quería caminar en paz.
Logré llegar a un centro de comida rápida, o como los mortales lo llamen y ordené un café con medias lunas. El maldito mesero me miró mal, como si estuviera loco. Miré la hora y eran las doce del mediodía.
— que sea un lomito con papas- le dije al chico que me atendía- y rápido o no habrá propina.
Debió captar mi amenaza o simplemente el servicio sí era rápido, porque en menos de quince minutos, ya estaba comiendo tranquilamente. No obstante, la comida no fue tranquila, de hecho fue el lomito más agrio que comí en mi vida.
No más comencé a masticar, los problemas vinieron a mí, solitos. Siempre vienen a mi vida solitos.
Una mujer entró en el local llamando la atención de todos los presentes. Incluso los meseros murmuraban " y está loca de dónde salió", "hay que tener coraje para vestirse así". Un viejito comentó a su esposa " que modas raras llevan los chicos de hoy en día, parece salida del cementerio". Ante tantas críticas, levanté mi vista y me di de frente con la mujer. Vestía un vestido totalmente negro, que acompañaba con unos guantes de seda de tonalidad más oscura que el vestido y un velo, totalmente oscuro le cubría todo el rostro.
Estaba frente a mi mesa, inmóvil.
— ¡oh!- me quejé lo suficientemente despacio para que los demás no me escucharán- ¿eres un fantasma o qué?, ¿Una banshee?, Acá no hay banshees- observé con sarcasmo.
La mujer me miró a través del velo y murmuró. Su voz parecía venir de debajo de la tierra.
— vengo de parte de su hermano- un sudor frío recorrió mi espalda. La frase me dejó helado. ¿Mi hermano?, ¿El psicópata que casi me mata por no seguirle el juego?.
— ¡no me interesa!- contesté lo más calmado posible. Deseaba salir corriendo de allí, de esconderme de nuevo y jamás volver a salir- ¡ y no tengo hermanos!, ¡soy huérfano!.
La mujer sacó de los pliegues de su vestido un sobre sucio y arrugado. Me lo arrojó en la mesa.
—¿ qué es esto?- pregunté torciendo la nariz.
— solo debía entregar el sobre, no sé nada más- y dicho esto desapareció. Ante los gritos de asombro de los presentes. Debió lanzar un hechizo antes de irse porque al rato lo olvidaron de todo y siguieron con sus cosas.
Tomé el sobre con el más minucioso cuidado, se trataba de mi hermano, podría estar envenenado. Lo abrí con las manos temblorosas y luego de tres intentos fallidos, logré reunir la valentía para leerlo.
La carta decía así:
Querido hermanito.
Te hago llegar este presente a través de una de mis fieles servidoras. Espero no lo tomes a mal, estoy tratando de salvarte del infante pecado que estás cometiendo. Realmente deseo que con esto comprendas tu lugar en el orden natural de las cosas, si es así, eres bienvenido a mis filas. Estoy listo para liberar al mundo, hermano mío. Está vez nadie me detendrá.
PD: Lamento intentar matarte la última vez que te vi. Espero que hoy entiendas que trataba de salvarte a ti y al mundo del salvajismo que nos gobierna.
Con afecto, Charles, tu amado hermano.
Dentro del sobre estaba el saco que anoche usaba Lucio. Se lo había llevado, en mis narices. Luego de tanto huir, él me había encontrado.
Miré hacía la calle con la mirada perdida. Llevaba años, tres largos años, de un lugar a otro, temiendo que me encontrara. No me quedaba ni dos días en un mismo lugar. Sabía que estaba obsesionado conmigo, que me incluiría en sus macabros planes.
¡Cómo pude ser tan idiota!. ¡Cómo se me ocurrió creer que ya se había olvidado de mí!. Estaba tan claro en su mente como la muerte de nuestra hermana en la mía.
No debí quedarme, no debí ceder a los encantos y la seguridad que Lucio me daba.Fui un ignorante.
¡Pobre Lucio!.¡ Idiota!, ¡¿Cómo se le ocurrió aceptarme en su vida?!, ¡ser esa puta razón para quedarme!. No me quiero imaginar el final que tendrá si yo no hago nada para evitarlo.
Me reí a carcajadas mientras miraba los autos pasar, de tanto jugar a las escondidas con el psicópata de mi hermano, él me había encontrado.
nota del autor:
Aquí estoy de nuevo, ¡con una nueva historia para ustedes!. ¡Espero les guste!
Besitos cariñositos 😘😘😘
^^^Luciano Zifolo^^^
Luego de leer la carta tomé todas mis cosas y me fui de la ciudad. Si había sido capaz de encontrarme en medio de tantos mortales, era inútil seguir huyendo. Debía hacer algo. Resolver el problema al estilo Álvaro, el invencible.
Decidí ir a misiones, allí tenía a Lucas, un viejo amigo. Estaba seguro que me ayudaría a encontrar una solución. Bueno, más bien iba, para que me ayudara a desistir de una loca idea que andaba por mi cabeza. Algo en mí me pedía a gritos salvar a Lucio. Ir en su busca y enfrentar a mi hermano bastón con bastón, a ver quién era el mejor brujo.
Claramente era una locura, Charles contaba con todo un séquito y era mayor que yo. Además era el mejor brujo que había pasado por el templo de Patagones, así lo había dicho la directora Alfonsina Campos y Campos. Yo sí bien gané el premio de honor del Colegio cuando me egresé, había sido todo gracias a su ayuda. Simplemente no podía vencerlo.
Luego de nuestro desencuentro, se había ido a la tierra que más amaba, Inglaterra. Allí debió aprender a usar el método global del uso de la magia, y yo lo enfrentaría con el método argentino de Magia, que no está mal pero es algo difícil de manejar.
Claramente necesitaba de mi amigo. Si bien es un Runa Uturuncu ( un hombre yaguareté), Lucas conocía de magia y me sería útil un poco de fuerza bruta.
Para ir a misiones solo me bastó prenderme fuego y aparecer allí. Aquí las cosas no funcionan como en el resto del mundo, acá no hay trenes ni escobas mágicas. Nosotros tenemos el método criollo de transporte, que se basa simplemente en hacer una hoguera y dejar que está te guíe al destino que deseas. También existe la transmutación, pero solo se usa en distancias cortas.
Así que en un suspiro viajé desde Córdoba Capital a Posadas. Una vez llegué fui en busca de mi amigo.
Llegué casi de noche, el barrio donde vivía Lucas estaba casi desierto, no se oía nada, ni siquiera el ladrido lejano de un perro. Cubrí mi rostro con la capucha de mi túnica de seda y busqué entre las penumbras la casa de mi amigo. Me detuve ante un pequeño cerco de palos, que delimitaba un cuidado jardín lleno de flores doradas. Entré en silencio por el improvisado sendero hacía la rústica puerta de la casa.
Golpeé un vez, un gruñido nació del interior de la casa, sonaba como un "ya voy mierda", seguido de un par pasos hasta que abrió. Cuando lo vi apoyado en la puerta, con cara de pocos amigos y, vestido con un pijama de Bob Esponja, no logré contener la risas. Mis carcajadas se atoraron en mi garganta, haciéndome llorar de risa. Una vez calmado lo saludé.
Eso tenía Lucas, podía hacer desaparecer las tormentas, con solo su presencia.
- me imaginaba tu visita- dijo en modo de saludo- pero no me la esperaba tan pronto. Pasa- se hizo a un lado y entré a un pequeño Hall, decorado con una mesa y tres sillas.
- veo que todo sigue en su lugar- comenté sin saber que decir. Lucas me gruñó- no has cambiado en nada, sigues igual de grandote- lo miré de arriba hacia abajo.
- y tu igual de esquelético- cogió un silla y se sentó. Lo imité.
- ¡necesito tu ayuda!- fui directo. Soltó una fuerte carcajada.
- ¡lo sé!, siempre traes problemas cuándo vienes, nunca vienes a traer soluciones.
- la otra vez ayude a rescatar a cinco Runa Uturuncu del mercado de esclavos- conteste muy ofendido. Los pobres chicos estuvieron a punto de terminar en un circo en Australia si yo no intervenía.
- y los chicos estarán eternamente agradecidos, pero Álvaro, seamos sinceros, no viniste de visita, algo traes entre manos.
- quizás esté siendo perseguido- contesté mordiendo una de las manos.
- ¿La federación?, ¡Ocultamos bien los cuerpos!, ¿de cuál delito te acusan?- Lucas se puso tenso, temió por su libertad.
-¡oh!, Los bastoneros sospechan de mí, pero no tienen pistas- dije restándole importancia a ese tema- lo que me trae es mucho peor que pasar quince años en Las Cuevas.
- ¡valla fama te ganaste!- recordó Lucas- casi todo el mundo habla del mago que cometió los cinco crímenes del siglo.
- sí, ojalá eso me salvara de lo tengo detrás- me quejé recordando a la mujer y el sobre.
-¡ tú hermano!- adivinó.
- ¡volvió!- temblé de solo pensarlo. Lucas al oír mi respuesta afirmativa desvío la mirada hacia el suelo, tenía miedo.
- y supongo que necesitamos huir otra vez- miró a su alrededor como si las paredes estuviesen a punto de caerse.
- no, está vez lo enfrentaremos- sentencié- y el aprenderá a no jugar con nosotros.
-¡ te volviste loco!- casi lloró cuando lo dijo- ¡¿no ves las noticias?!- preguntó con desesperación- ¡¿no leíste El Embrujado?!. ¡Tú hermano es el jefe supremo de la organización internacional de magos!.
- ¡¿qué?!- su información me sorprendió y me aterró a la vez, Charles con poder era el fin del mundo de una manera más elegante.
- logró lo que siempre quiso, el mundo está a sus pies.
- huir dejó de ser una opción- reí ante mi tonto chiste. No hacía falta sumar dos más dos, si Charles controlaba a los internacionales, no faltaba mucho que intentara algo contra su país de origen. Odiaba nuestra cultura, la quería borrar de la faz de la tierra.
-¿ como le haremos?- preguntó- para vencerlo, ¡es obvio que vendrá por nosotros!.
- ¡debemos cobrar los favores que nos deben!. ¡Cuando sepamos a que nos enfrentamos vemos que hacer!.- tenía algo en mente, mis planes de dejar mi idea loca ya se había caído. Teníamos que actuar.
- ¡como en los viejos tiempos!- celebró sin ánimo mi amigo- ¡el brujo y su secuaz vuelven a las aventuras!.- añadió con vos de caricatura.
- lo que dijiste suena como si fuéramos viejos- me quejé- apenas tengo 22.
-¿ y de psicópata?, ¿Cuántos?- se burló.
- ¡mejor cállate!.
Extrañaba el humor de Lucas, pero no lo iba a reconocer ni muerto. Estar a su lado me hizo sentir en casa, en familia. Me preguntó cómo reaccionará cuando le cuente sobre Lucio y mi loco plan de rescatarlo.
Comenzamos nuestras pesquisas inmediatamente. A la mañana siguiente, Lucas y yo, hicimos una "visita de cortesía" a todos nuestros viejos conocidos. Básicamente visitamos a todo aquél que tuviera un vínculo con el crimen organizado dentro de la comunidad mágica. No encontramos nada.
- ¡lo juro!, ¡no sé nada!- gimió Lazzu, el famoso mago oscuro de Corrientes- ¡por favor Maledón!, ¡no me hagas nada!, ¡Te lo estoy suplicando!.
- ¿oíste eso, Lucas?- jugué al policía bueno y al malo- ¡nos está suplicando!
-¡ yo no oí nada!- contestó Lucas, convirtiendo una de sus manos en garras- creo que me hace falta una oreja nueva- rio.
-¡aquí hay dos!- acaricié las orejas de Lazzu- ¿no es así como tomabas vidas hace años Lazzu?- pregunté hiriente- ¡Te encantaba arrancar orejas y probar pociones en tus víctimas!.
- ¡y fui el más poderoso del continente!, ¡hasta que llegó el señor oscuro, el Dios cruel!- recordó con vehemencia.
-¿ y dónde está tú Dios?- preguntó Lucas clavando sus uñas en las piernas.
- ¡no lo sé!...¡ahhh!. ¡No lo sé!- lloró.
- ¿no lo sabes?, Perfecto- sonreí y lo apunté con mi bastón- por los crímenes cometidos a la sociedad mágica Argentina te sentenció a la ¡Muerte!.
-¡ noo!, ¡por favor Maledón!, ¡No me mates!- suplicó lastimero- ¡te diré lo que sé!.
- ¡está bien!- acepté- si me dices lo que sabes te dejaré vivir.
-¡ él está tramando algo!, una especie de ejército, lo llama sociedad. Está reuniendo seguidores para atacar la federación.
- dime más, ¿qué es esa sociedad?
- ¡no sé más!.
- está bien, te creo- le creía, pero no lo iba a dejar vivo. Cerré los ojos y con un chasquido de dedos, nació de los pies de Lazzu, gigantescas llamaradas que lo devoraron con ferocidad. Rato más tarde, veíamos como un pequeño rancho se consumía por las llamas, en medio de la selva.
- hay algo raro en todo esto- comentó Lucas mirando las llamadas alzarse hacia el cielo- todas las brujas y magos oscuros no saben nada de Charles, pero Lazzu nos dijo que está reuniendo gente.
-¡ concuerdo, es raro!. Toda la gente que tiene problemas con la federación no están siendo reclutadas. O Charles es tonto o es demasiado inteligente.
- me pregunto si la federación sabrá algo.
- ese es nuestro siguiente paso, averiguar qué sabe La Federación. Pero antes visitaremos a nuestra vieja amiga, La Tuerta- Lucas sonrió con malicia.
- ¡me vendrá bien otro ojo para mí colección!- dijo sobándose las manos.
Viajamos a capital federal como si fuéramos mortales cualquiera. Si Charles nos seguía, no debía sospechar que nosotros íbamos a vigilar La Federación. Se daría cuenta que tramamos algo. Al llegar a la ciudad corrimos por un taxi hacia la calle campana 3220, Villa del Parque.
- ¿crees que sea buena idea pasearnos por la entrada de la federación?- pregunté dudoso. Lucas y yo éramos buscados por los bastoneros para "aclarar" una serie de incidentes sobre un circo- ¡esta es lo peor estupidez que has pensado!. ¡No sé porque te hice caso!.
- Rosita es la secretaria de un cargo jerárquico dentro de La Federación- respondió Lucas- ¡es una dulce bruja!.
Antes que contestara, el taxista, molesto por no poder meter pata en la conversación comentó algo sobre la política local.
- ¿No vendrán a una marcha no?- preguntó al oírnos hablar de La Federación- yo no tengo nada en contra de los manifestantes, soy un humilde trabajador, ¡pero déjate de joder!, todos los días una marcha nueva. Este país es un quilombo, ¡no sé para qué votamos, nada funciona!. Mi papá me decía... Antes estábamos bien. Antes se trabajaba. ¡Había cultura del trabajo!, ¡No había tantos mantenidos como ahora!.
- si- lo interrumpí- me importa tan poco lo que decía su papá. ¿Cuánto falta?.
El taxista me miró sorprendido y siguió conduciendo en silencio. Al llegar, Lucas se ofreció a pagar pero me negué. Al bajarnos le di al taxista tres monedas de cincuenta centavos, me miró como si estuviera loco, entonces lo hechicé con la mirada.
- ahora toma las moneditas y me agradeces, ¡es el precio justo por hablar demasiado!, te vas a un baño público y me bebes toda el agüita que hay en el inodoro- sonreí al ver que asentía medio dormido y salía a toda velocidad rumbo al baño público más cercano.
Luego de bajar del taxi, nos dirigimos a un café cercano. Luego de un trecho llegamos al café " Dolce alba", dónde Lucas vislumbró a su apreciada Rosita. El reencuentro fue más que patético.
- ¿Rosita?, ¿eres tú?- se hizo el sorprendido el estúpido de mi amigo. Una chica regordeta y bajita se dio la vuelta torpemente al oír su nombre. ¡Por Dios! ¡Tenía unos dientes inmensos!.
- ¡oh Lucas!- se colgó de su cuello-¡ te extrañe mucho!. ¿Que haces por aquí?.
- vine a la cuidad por unos asuntos. Te presento a mi mejor amigo- dijo señalando me-¡ él es Álvaro!- nos presentó.
- ¡un gusto, Rosita!- dije con falsa cortesía, la verdad, me moría de risa. Rosita hacia honor a su nombre: iba vestida con un apretado vestido rosa de secretaria.
- ¡cómo vas con tus asuntos!- se interesó Lucas- ¿te trata bien ese detective?.
- sí, ¡el señor Quiroga es todo un caballero!- Lucas hizo un puchero- ¡no te pongas celosito!, ¡Soy solo tuya!- okey esto ya superó el asco. ¡Por favor, mantenme!.
-¿Estás disponible para tomar algo?- pregunto Lucas, ella dijo que si y la invitó a tomar un café. Luego nos vimos los tres sentados en una mesa que da a la calle. Lucas y Rosita pegados y muy acaramelados, y yo, viendo con gran interés los vehículos de los mortales, calculando si serían suficientes para matarme.
- las cosas no van nada bien- comentó Rosita- hay una ola considerable de desapariciones de mortales que sacude La Federación. Mi jefe está detrás de todo esto, confío en su capacidad, pero no creo que resuelva nada. No, con la molesta de su novia encima de él. ¡No lo deja ni un segundo!, ¡Entorpece todo!, ¡Me trata a mí como si fuera la esclava de ella!- se quejó, muy indignada Rosita- lo que más me jode es, que nadie le puede decir nada, es la magistrada por Santa Fe, puede lograr que echen a cualquiera dentro de la federación. La vez pasada hizo echar a Lucrecia, la pobrecita solo le tiró un poco de Café encima. Sufrió más ella que la señora Sofía.
Ya harto de escuchar a la parlanchina de la novia de mi amigo, miré hacia la calle. Un hombre llamó mi atención, era increíblemente apuesto. Ojos café, cabello castaño y cuerpo atlético. Era sin dudas la persona más bella que jamás había visto. Me devolvió la mirada y me sonrío, algo en mi pecho dio un ligero tirón. Luego escuché a Rosita señalarlo como el señor Quiroga, su jefe.
Así que ese era el famoso detective Quiroga. Era increíblemente apuesto. Si tenía alguna oportunidad con él, no lo dejaría ir.
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Maledón es todo lo que está bien ... ¡Ay lo amo!
¡Por favor voten y comenten!
^^^Besote grandote 😘😘^^^
^^^Luciano Zifolo^^^
¿qué opinas de Rosita?- preguntó Lucas algo tímido.
- ¡que las media lunas ejercen una poderosa atracción sobre ella!- comenté con pocas ganas.
-¡no tenemos nada!. Solo lo que sale en los diarios- se quejó mi amigo- aunque me hizo feliz volver a verla- puse los ojos en blanco.
- ¿dónde de conocieron?- pregunte sin interés.
- en la fiesta de la Salamanca, en Jujuy.
- ¡oh!- reí- veo que te has enamorado- lo piqué- ¡cosa rara en ti!.
- ¡no soy tan cruel como tú!- contestó seco- ¿ahora que hacemos?.
- ¡nos vamos de vacaciones!- festejé.
Me miró como si estuviera loco. Luego de un breve silencio agregó:
- ¿estás loco?
- Villa Epecuén es muy lindo esta época del año.
- ¿y que hay ahí?- me miró impaciente. Me reí por mis adentros, amo torturar a la gente. Sobre todo si es con la duda o la indiferencia.
- ¡el mar !- suspiré- ¡y un encantador pueblo fantasma!
- ¿no querrás ocultarte ahí?... Sería un suicidio. ¡Quedarnos en un lugar abandonado es hacerle el trabajo fácil a Charles!.
- dije pueblo de fantasmas- aclaré. Mi amigo, después de tantos años juntos, no podía entender mis sutilezas.
- no, dijiste "pueblo fantasma"- se excusó
- es lo mismo- rodé los ojos.
- ¡no lo es!.
-¡que mierda!- terminé la inútil discusión- allí vive una Anima que nos ayudará.
- ¿ Las Animas no habitaban casas abandonadas?- miró de reojo a la calle.
- sí, pero se cansan, sabes. Necesitan salir de vez en cuando. Villa Epecuén ofrece eso. Pueden moverse dentro de los límites de la cuidad a su antojo, parecida a la vida que llevaban antes. Es la cuidad favorita de todos los fantasmas, nacionales y extranjeros.
-¡ valla, no sabía que eras experto en turismo fantasmal!- se rio solo de su propio chiste- ¿dónde queda?.
- a un par de kilómetros, no está lejos pero tampoco cerca.
- ¿y como iremos?- miró con interés un vehículo mortal. Lo miré como si fuera un estúpido.
-¡ es para pasar desapercibido!- se defendió.
- ¡tardaremos horas en eso!- expliqué- iremos a mi estilo, con glamour y magia.
- ¿y dónde harás el puto truco?- me riñó.
-¡ tú solo sígueme!.
Caminamos un largo trecho, Lucas diría un par de kilómetros, pero él es muy quejoso. Llegamos a una vieja casona colonial que tenía una larga galería, entramos en una pequeña puerta y salíamos a un mugroso barrio. La casona no era más que una fachada, ocultaba con sus ruinas un inmenso boulevard de calles adoquinadas con piedras de diversos colores, dónde los magos solían ir a convivir entre ellos sin la molesta presencia de los mortales.
Cogimos un angosto callejón, al final de éste, había una puerta con un intento de cartel hecho de madera, que decía en letras desiguales: viajes rápidos aquí.
- el submundo de Buenos Aires, es muy complejo- observó Lucas- cada vez hay más sitios libres de mortales. En la selva todo es más simple.
- el gobierno de la cuidad se encarga de eso, el intendente odia a los mortales más que a nadie.
- exactamente qué tipo de servicio ofrece este lugar- señaló con desconfianza la puerta- ¿hay un subte ahí?.
- nop- contesté- aquí se usa el ancestral método guaraní de viaje.
-¿ fuego?- su voz tembló. Me reí de eso.
- sí, ¡las llamas te llevan a dónde quieras!.
-¿ el agua no es mejor?.
- eres mitad gato, odias el agua- observé con cara de obviedad.
-tampoco soy amigo del fuego- balbuceó- que hay, de mis pelos chamuscados.
- ¡no seas llorón!- entré al lugar con fastidio y me acerqué a un mostrador de piedra, dónde había una bruja delgada.
-¿ dónde puedo encender el fuego?- pregunté.
- ¡fogón siete!, son tres patacones y tres centavos- habló con voz monótona.
Pagué y me dirigí a las esquinas de la inmensa habitación, cada fogón que rodeaba la habitación, llevaba el número dibujado en la mismas piedras que lo componían.
- bueno- dije acomodando la leña y echando sobre ella, licuado de baba de rana, una pizca de sal de esqueleto y tres escamas a la salazón de dragón pampeano mediano- ¡está todo listo!- anuncié mientras acercaba mi mano y encendía el fuego.
- ¿para llegar a destino no debe haber fuego encendido en el otro lugar?- preguntó lleno de miedo mi valiente amigo. Hacia preguntas muy tontas a veces.
- ese es el camino de la vela- aclaré- si tienes miedo toma mi mano, yo visualizaré el lugar.
Tomó mi mano entre insultos y nos adentramos al fuego. Las llamas nos consumieron en un instante. Mientras sentíamos un leve cosquilleo en todo el cuerpo, el lugar fue cambiando. Las paredes se transformaron en árboles y de pronto reinó el silencio.
- ¡bienvenido!- le dije con voz ceremonial- ¡a Villa Epecuén!, ¡el lugar de los fantasmas!- Lucas me regaló una mirada fulminante, mientras intentaba sacarse un poco de tina de la ropa.
- ¡este lugar apesta!- escupió mirando a su alrededor. Los ignore y comencé a buscar la plaza del pueblo- ¡es deprimente!- declaró mientras miraba como los fantasmas atravesaban las casas en ruinas.
- ¡es poético!- murmuré al llegar a la plaza, buscando el asiento en el cual mi ama sabía sentarse. No estaba, parecía que justo hoy no saldría a sentarse. Decidí buscarla en su casa.
Caminamos un trecho más para ver si aparecía.
Tres datos antes de que la conozcan, el primero: es una de las brujas más viejas del mundo. Perteneció a la primera tribu de brujas de Latinoamérica, ósea en la época de los pueblos autóctonos. Segundo es la última Utueuzika que aún existe. Ellas basaban su vida al culto del Dios Inti. Y tercero, es la mujer que me enseñó a dominar magia ancestral y prácticamente me crió cuando no tenía a nadie.
Luego de ver que no venía fuimos a buscarla a su casa. Vivía al final de una calle angosta, En la segunda casa.
La encontré como siempre, sentada en la cocina mirando por la ventana hacia el patio. Recordando su milenaria infancia, dónde era una niña y no un fantasma.
- ¿ella es lo que estamos buscando?- preguntó con falsa inocencia Lucas. Estaba claro que se reía del aspecto senil de Atati y su vestimenta aborigen.
ella no se comunica con palabras- le expliqué al Idiota- así que sobras en la conversación.
- sé lenguaje de señas- me contestó como boludo.
- se comunica con magia, una lengua tan antigua como el mundo, pocos saben utilizarla.
Miré a Atati y canalice mi energía, un hormigueo en mi cuerpo me dio la respuesta que necesitaba.
Verán, este tipo de comunicación es como el instinto, son sensaciones que transmiten mensajes como, "usa eso" o "por ahí no". La pequeña deferencia es que una persona se lo puede implantar a otra.
La conversación resultó más o menos así:
- Atati, amá, necesito tu ayuda- saludé.
- sé lo que buscas, soy vieja y sabía, mi pequeño Maledón- me contestó- conozco tú destino, me lo ha dicho las estrellas desde que te encontré. Mi propósito fue prepararte para este día. Tú padre, mi señor, me lo encomendó desde que era una niña. Desde que mi carne era carne y no éter. Has venido en el momento justo, en el fin de mis tiempos.
- ¿debo enfrentarlo?, ¿Podré vencerlo?.
- ¡no te atormentes con eso!. Hay cosas más grandes en juego. ¡Estas tú en juego!, debes decidirte a ser quien realmente eres y no quién te han dicho ser. Deber dejar las máscaras y mostrar tus diferencias, las cosas que te convierten en el legítimo.
¡eso me lo has dicho siempre!, ¿dónde está?. Necesito frenarlo de una vez.
- sigue los pasos de aquella persona que despertó en ti sentimientos que creías muertos. Una parte de tu camino está entrelazado con el tuyo.
Al terminar de hablar, la anciana dejó de mirar la nada y posó su mirada en mí, luego desaparecido.
- no es muy amistosa parece...¿ O se despidió?- adivinó Luca. Tenía razón, la misión, fuera cual fuera, de Atati ya estaba cumplida. Había cruzado el umbral entre la vida y la muerte. Me sentí un poco triste, Atati había sido una gran inspiración para mí. Se había ido en el momento más crucial de mi vida.
-¡ sé los pasos a seguir!- contesté para no matarlo. Atati se había ido y este idiota bromeaba sobre ella.
-¡ necesitamos que Rosita nos diga dónde podemos encontrarnos accidentalmente con su jefe!.
- ¿que tiene que ver el detective en esto?- no iba a decirlo, había captado la frase de Atati al toque. Sabía que ese hombre me había hecho sentir cosas que, jure jamás sentir. Me preguntó cómo lo hizo- me mencionó que el caso que él investiga nos llevará a Charles- mentí con descaro. Lucas se lo creyó, sonrió como un tonto al conseguir otra oportunidad de volver a ver a su chica.
- ¿estás seguro de ir vestido así?- me preguntó por enésima vez mi amigo.
- obvio- como no iba a estarlo, vestía lo mejor de lo mejor. Un mono de seda negro, que simulaba un cielo de verano, con estrellas brillando como si fueran reales. Detrás, dónde el mono dejaba una u al descubierto en mi espalda, prendía una capa púrpura que llegaba hasta el suelo- ¡estoy divino!- ese siempre fue mi toque, entre femenino y elegante.
¡pareces el payaso de la corte de idiotas del bajo Palermo!- murmuró entre dientes.
- no es a ti, a quien quiero deslumbrar con la alta costura- le recordé.
- ¿no ibas por Lucio?- me recordó cruelmente- ¡ahora estás caliente con el detective ese!. Te recuerdo que es un bastonero, te pondrá entre rejas si sabe quién eres en realidad.
-¡ no lo hará!. Si sabe lo que le conviene- intenté acomodar mi cadenita del pecho disimuladamente. Hay cosas que Lucas no debería saber. Fracasé terriblemente. Soy pésimo intentado pasar desapercibido.
-¿ eso es lo que creo?- me miró fijo. Estaba claro que me exigía una respuesta.
- ¡no es tu problema!- intenté salir de la situación con indiferencia. Eso lo enfureció y violentamente tomó la cadenita de mi pecho para examinarla
-¡ es una piedra de Ronjaijo!- aulló- ¡¿cuándo pensabas decírmelo?!.
- ¿nunca?- solté tímido. Sí yo, tímido. Mi empoderamiento termina cuando un Runa Uturunco se enoja. Los felinos no son de fiar cuando se enojan más de la cuenta.
-¡soy tu amigo!- afirmó dolido-¡ tengo derecho a saberlo!.
-¡ lo tengo bajo control!- mentí, no tenía nada bajo control. Mi sombra hacia conmigo lo que quería.
-¡una piedra de Ronjaijo no es algo que se tenga bajo el control!- afirmó como si fuera conocedor de magia, en vez de un gato maldito.
¡lo sé!- reconocí a duras penas- si no poseo el amor suficiente para retener mi sombra, ella se hará con mi cuerpo- recite de memoria.
-¡está opaca!- se horrorizo- hay poco amor que te protege. ¡Eso es grave!, ¿cuando lo hiciste?
- ¿recuerdas cuando liberamos esa manada del circo, en medio de la selva misionera?, Estaba tan enojado por su crueldad que casi mate a un niño... ¡Estuve a punto de cometer el peor de mis crímenes!. Decidí separar esa parte oscura de mí, la encerré en está piedra.
- ¡ser un kalku es lo peor que te puede pasar!, ¡ser gobernado por la oscuridad absoluta y no poder escapar!. Álvaro, ¡necesitamos encontrar a Lucio antes que la piedra se vuelva negra por completo!.
- ¡lo sé. Maldita sea Lucas!, ¡no es fácil!- reprimí unas lágrimas. No me daría el lujo de llorar.
-¡lo vamos a lograr!. ¡Al Charles ese que se lo coja un caballo!- me alentó. Sonreí tímidamente.
-¡ ya!- cerré el asunto-¡ tenemos que ir a seducir, digo, manipular a ese bastonero!.
- ¿estás seguro de querer romper una velada romántica por un asunto así?- no lo reconocía la verdad, antes odiaba el amor, ahora es todo risas y corazones. Rosita debe tener un don de volver psicópatas en idiotas.
- sí- sonreí como un niño- porque me gusta arruinar velas ajenas.
Entramos como reyes al restó más famoso de Buenos Aires, "el cuento de hadas," ubicado en San Telmo. A menudo, El Cuento de Hadas reunía a grandes brujas y brujos de alto nivel económico. Los señores del palacio de los bichos no eran la excepción.
Lucas había insistido en invitar a Rosita para que todo quedase más casual. No pude negarme, después del colgante no tenía las agallas, ni las ganas, de decirle que no. Así que pasamos a buscarla en un carruaje tirado por dos dragones patagónicos o Nahuelitos como comúnmente se los llama.
Una vez todos a bordo nos dirigimos, a través del aire porteño, al famoso restaurante.
- nunca había ido a algo tan caro, Lucas, ¡esto es maravilloso!- murmuró Rosita, dando saltitos de alegría, mientras entrabamos. La verdad yo nunca lo había visitado, el salón era encantador. Una gran habitación estilo victoriano, rodeado de velas negras, que flotaban de cada mesa, dándole un toque de intimidad y misterio. Al medio había un espacio para bailar tango, no era un espacio cualquiera, podías bailar sobre los mosaicos del suelo o suspendido en el aire. Juré probarlo luego- ¡todos están tan elegantes!- continuó la chica, sin parar ni un segundo de hablar- ¡mira ese vestido!, ¡Está encantado para que salgan mariposas cada vez que cambia de color!.
Lucas gruñó algo así cómo que era muy osado y demasiado extravagante. Los gatos no entienden nada de moda, no son como nosotros, los brujos, tan extravagantes y únicos. Solo bombachas o poncho. Nosotros tenemos estilos, nuestras ropas siempre cambian de color o son la versión retro de algún traje de Lady Gaga. Mi querido amigo era el único en el lugar que llegaba boina, bombachas de gaucho y camisa. No hace falta decirles lo ridículo que se veía.
Al entrar llamamos, todo lo posible, la atención. Bueno yo entré llamando la atención, mis compañeros se habían ocultado detrás mío cuando todos voltearon a vernos. El acomodador nos pidió la reserva.
- Álvaro- contesté, pareció no entenderme.
su apellido señor, para saber cuál es su mesa- me pidió educadamente.
-¡ dije Álvaro!- rodeé los ojos- reservé a nombre al A.L.V.A.R.O- aclaré con impaciencia.
-¡oh, disculpe!- murmuró el tipo de mala gana, no le había gustado mi mala conducta- ¡por aquí!- nos indicó. Hice seña a Lucas, el plan había comenzado.
La idea era que nuestra mesa fuera la continúa a la del detective Quiroga y su novia, así cuando pasáramos, Rosita viera a su jefe y se acercara. Un plan perfecto. Lastima que no resultó.
Mientras nos acercamos, yo ya había puesto mis ojos en el detective. Tanto que pude ver lo desagradable que era su novia. La chica, literalmente, lo estaba presionando para que sacará el anillo de casamiento y se lo propusiera. El bastonero no tenía muchas intenciones de hacerlo.
Ya cerca, empuje a Rosita sobre la mesa de los Quiroga, "sin querer".
- ¡Oh!, ¡Pero que torpe soy!- se disculpó- ¡pero si es usted don Valentino!- saludo al reconocerlo. Allí nosotros ya estábamos atrás de ella fingiendo preocupación por la torpe.
- ¡Rosita!, ¿Sucedió algo?- preguntó, rápido, el bastonero. En sus ojos le pedía a su secretaria ayuda para huir cuanto antes.
-¡ no, no!, ¡Solo tengo una cita!- contestó alegre la muchacha mirando a Lucas. La novia del detective hizo un gesto.
La pelinegra que estaba sentada al lado del detective Quiroga, la miró con una mueca de asco. Nos dedicó una mirada seca y luego intentó volver a presionar a su novio.
- ¿detective Quiroga?- dije viendo mi oportunidad de ayudarlo y molestar a su novia al mismo tiempo. Tan solo verla y ya me caía mal. Corrí a la novia de su silla y me senté frente a él.
- ¡¿disculpe?!- dijo con voz de malcriada- ¡esto es una cena íntima!.
-sí, me importa muy poco- le contesté- sé que está investigando desapariciones de mortales- fui al grano y encaré al detective. En sus ojos vi un brillo de diversión- creo que ambos estamos en la misma búsqueda.
-¡ ya veo lo que está pasando!- murmuró la estirada- ¡no podías verme feliz que contrataste a estos dos locos para arruinar mi propuesta de matrimonio!- atacó la malcriada a Rosita, está última se puso blanca como un papel.
- ¡señora Sofía, eso no es así!- quiso defenderse Rosita.
-¡ sé muy bien lo que es!, puedes ir recogiendo tus cosas y buscando trabajo.
¡mañana temprano te despido!.
-¡Por los Dioses!- me quejé molesto- ¡es que no sabes lo que es el silencio!- Sofía me miró mal. Iba a contestarme, cuando, de un chasquido de dedos la dejé muda. Literalmente le borre los labios de la cara.
-¡miré detective!- me dirigí al atónito hombre- ahora no puedo hablar demasiado, mis amigos me reclaman. Si desea encontrar más pistas- coquetee- ¡búsqueme en está dirección!- le entregué mi tarjeta y guiñe un ojo.
Todo salió bien, hasta que le devolví la voz a su novia.
¡ quien te crees para faltarme así el respeto!- aulló- ¡soy una magistrada!, ¡Irás a la cárcel por esto!.
-¡ soy Maledón!- contesté con una sonrisa. Aparecí mi bastón y me pare imponente- ¡el terror austral! - todos los presentes, al oír mi título y mi apodo, gritaron y miraron hacia nosotros- ¡así que respétame vos!, ¡porque soy de todo menos compasivo!.
- ¡Maledón!- reaccionó el detective. La verdad pensé que era mudo, no había dicho nada hasta ahora- ¡Maledón!- gritó.
Valentino hizo aparecer su bastón, en respuesta, Lucas se medio transformó. La tóxica saco una varita de su vestido, ¡una varita!, Que se cree esta, ¿europea?.
-¡ le aconsejo que no se resista!, ¡está bajo arresto!, tiene derecho a guardar silencio- recitó Valentino. Comencé a reírme a carcajadas.
- eso del silencio te la debo- desafíe- y sobre llevarme- hice una mueca dramática- ¡no lo creo!- conjure una inmensa honda de energía. Está chocó a todo, menos Rosita y Lucas, contra las paredes del establecimiento- ¡mira, cielo!, Solo un idiota intenta enfrentarme. Me apuntas de nuevo con ese bastón y conocerás el infierno en cinco minutos.
-¿ que quieres de nosotros?- preguntó, mientras se recomponía, la perra- ¿Buscas atacar la federación?. ¡No vas a lograrlo, no conmigo en medio!.
La imagen de Sofía como heroína fue lo más gracioso que nos podía pasar, incluso Rosita, que estaba en shock por descubrir que su novio era el sirviente de un brujo oscuro, se rio a carcajadas limpias.
- ¡el idiota que secuestra mortales, se llevó algo mío!- aclaré acalorado- ¡y no voy a descansar hasta que pague por ello!.
¿ y cómo sé yo, qué no eres tú?- Valentino intentó sonar amenazador. Sí, dije intentó, porque nadie puede ser amenazador con una mesa y spaghetti encima.
- si fuera yo, tendría un propósito- expliqué con la paciencia que no tenía-¡ y no secuestraria a nadie!, los mataría y colgaría sus cuerpos frente al Palacio De Los Bichos. Lucas- ordené- toma a Rosita y vamos.
Al salir, dirigí la última mirada la detective. Era guapo, lo admito, muy guapo, pero eso no le restaba lo idiota.
Sin embargo, algo en sus ojos me decía que vendría a verme mañana.
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¿Que les parece la historia?... ¡Sus opiniones me interesan!
Besitos 😘😘
Luciano Zifolo
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