Las agujas del reloj señalan las 12:00 de la madrugada indicando el día 01 de enero. El Temple Bar, conocido por ser el Pub más popular en toda Irlanda, el local está repleto de personas con cervezas en mano mientras la música comienza a fluir por todo el lugar.
El tamboreo surge llamando la atención de las personas, la luz se vuelve tenue alumbrando el escenario, luego el sonido de la guitarra se une al compas del tamboreo, siendo seguido por el acordeón. El foco alumbra a 4 chicas situadas sobre un tablero con sus zapatos de tacón y vestimenta de falda a juego. El sonido se vuelve más movido cuando la voz de un hombre interpreta la canción “Drink the night way".
Las chicas comienzan a mover sus pies al mismo compas, creando sonidos con sus pies, los cuerpos de los habitantes se balancean de un lado a otro, las palmas hacen eco en la estructura del local y los victoreos siendo los últimos en agregarse al terminarse la primera canción.
La melodía de “Arthur MC Bride" se percibe desde afuera del lugar, donde los transeúntes se arremolinan desde afuera, solo por ver las ágiles bailarinas. Las chicas se extrapolan de un lado a otro, tomando la atención de la emocionante multitud. Sus pies se sincronizan formando un solo sonido agudo, las palmadas dándole un toque especial hasta que dieron las 2: 49 y el espectáculo culminó, solo dejando a personas inconscientes por la ebriedad.
-¡Oh Dios mío! Me duelen los pies hasta más no poder ¿Saben el por qué sigo trabajando aquí? – Hannah Walsh se queja como siempre
-¿Porque necesitas el dinero igual que todas? ¿Acaso no te has fijado en el tipo de ropa que nos obligan a usar? Es una maldita tortura usar estas minifaldas para bailar delante de todos estos hombres. ¡Dios! – dijo tratando de bajar la falda con frustración
– Juro que si no estuviera en la posición en la que estoy jamás me atrevería a trabajar en un burdel- Cloe Griffin habla con evidente molestia.
Hannah resoplo y comenzó a quitarse sus zapatos de tacón.
-Siempre es lo mismo contigo, Cloe, quejas y quejas sobre lo obligada que te sientes al trabajar en este local, que la ropa, que como los hombres te miran, pero mira el lado bueno al menos estas ganando dinero. – le reprocha Hannah
-No se supone que me consolarías –
-Por Dios! -sonríe con sorna Lamai– ¿Amiga? Ella siempre ha tenido aire de superioridad, queriendo dársela en actriz. No ves que todas las actrices son unas …
-Y aquí vamos de nuevo – expresó con disgusto Niran.
-Pero termina de decir lo que ibas a decir ¿He?, dímelo aquí en la cara …
-¡Ya basta!, perdón por tanto quejarme de este trabajo, pero saben lo difícil que es para mi hacer este tipo de trabajo, pero les recuerdo que somos un equipo y, además de serlo, somos amigas. Al igual que ella todas estamos aquí para ganar dinero y alcanzar nuestro sueño ¿Cierto? Yo, por ejemplo, le agradezco a nuestro superior al darnos esta oportunidad, porque sino fuera por él, las deudas que ha hecho mi padre yo no podría pagarlas con un solo trabajo de sueldo promedio, además, nosotras 3 queremos entrar al grupo de Céilí ¿Qué hay de malo en que nuestra amiga quiera ser actriz?
-Es muy cierto Cloe, es que a veces Hannah me exaspera con sus lamentos y quejas. Solo trabajamos los días festivos y la paga es mucho mejor que nuestros otros trabajos – dio por sentado mientras se dirigía hacia el perchero
Hannah tarareando con disgusto por el comentario de su compañera de trabajo dijo con resentimiento.
-Cuando yo logre ser una actriz famosa te veré la cara y te diré “lo logre" porque dudo mucho que ustedes entren a ese grupo de danza – dijo con desprecio marchándose enojada del lugar.
-Pero Ha… - su voz fue silenciada por el sonido del portazo.
-Y así dices que es tu mejor amiga – bufo Lamai
-Ella es muy altanera, yo en realidad no sé como la so… -
-Ya basta, ella es mi mejor amiga y la conozco desde la infancia y no voy a aceptar que ustedes la critiquen delante de mi. Por ustedes tendré que irme sola a mi casa a esta hora de la madrugada – expresó un poco molesta
Cloe tomó un abrigo de lana y antes de irse fue a buscar la paga del día pensando que su amiga estaría en el despacho del jefe, pero no fue así. Tomó el sobre que contiene el dinero y salió del lugar apresurada tratando de encontrar a su amiga, pero las calles estaban muy concurridas en la capital y por más que intentaba buscar a su amiga entre el tumulto no la localizó.
Con sus manos dentro de los bolsillos, un gorro de lana y bostezando se encuentra Cloe, quien tiene la nariz roja del frío y aunque quiera agilizar el paso su cuerpo se encuentra muy cansado. Dobló por una esquina solitaria mientras arrastraba sus pies. Una de sus zapatillas salieron de sus pies, por lo que, ella tuvo que encorvarse para acomodarlas, mostrando a su vez a plenitud todo su ropa de encajes por el conjunto minimalista que lleva puesto, pero no le prestó mucha atención en la forma tan descarada y expuesta en la que se encontraba hasta que se dio cuenta que no estaba sola en aquel lugar.
-Pero mira que regalo nos trajo Papá Noel. Nos ha premiado con una prostituta y preparada con ropa de encaje para la ocasión.– Cloe levantó la cabeza de repente, pero no pudo contener un bostezo al hacer la acción.
-Que boca más hermosa, grande, rosada y estoy seguro que mi **** se vería muy lindo dentro
de ella – Ella comenzó a buscar el rostro de las voces, pero no podía distinguir nada por la
oscuridad.
Comenzó a agilizar los pasos sintiendo miedo ¿Cuándo entró a esa calle? Ella nunca había
estado en ese lugar, tal parece que al estar agotada y soñolienta no se fijó en donde se
adentraba. Comenzó a escuchar pasos acercándose a ella y se hecho a correr, pero de
momento fue sostenida por la cintura y dejo salir un chirrido por el miedo.
-¡Déjame, déjame! - Comenzó a patalear y a dar puñetazos por el aire hasta que los dos
cayeron directamente al pavimento.
No se preocupó por el golpe y mucho menos por los rasguños que surgieron de la caída, se
levantó y comenzó a correr.
-Vamos muñeca, regresa aquí-
-¡Oh Dios! Sentí su cuerpo y es tan suave, tiene una cintura y su nalga ¡OMG! Sus nalgas son tan redondas que quiero volver a sentirlas contra mi ******-
La cara de Cloe se distorsiono al escuchar aquellas palabras y comenzó a correr más de prisa, abrazándose así misma y asegurando la paga de los días que trabajo. Al principio pensó que le quitarían todo pero esto era peor, querían profanar su cuerpo.
Dobló por otra calle más iluminada y miro hacía atrás, dándose cuenta de lo cerca que los 5 tipos se encontraban de ella. Tal parecía que aquellos gorilas no estaban en sus cabales.
-Pero es aún más hermosa iluminada por la luz de los faros-
-Ya quiero sumergirme dentro de sus piernas – mencionó otro
-Yo seré el primero en probar su boca contra mi eje – se río con lascivia
-Yo quiere penetrarla por el asterisco y tomar sus pechos contra mis manos mientras estoy detrás de ella-
-Yo quiero que me cabalgue como la potra que es –
Sus voces cada vez eran más distorsionadas y a medida que se acercaban más repulsión sentía Cloe. Cuando pensaba que ellos no la dejarían escapar visualizo un auto negro parqueado en la orilla y rogo a Dios que este estuviera abierto y ella poder esconderse. Estando de frente a la puerta del auto tomó el cerrojo de la puerta y este abrió por lo que ella soltó un grito de júbilo -Está abierto-
Miró sobre sus hombros y ellos estaban a escasos pasos de ella por lo que se adentro rápidamente al auto -Oh fuck-
Grito al sentir un cuerpo ajeno en los asientos trasero, dio vuelta a su cara y quedo frente a frente a una persona; un hombre, quien le daba una mirada penetrante, lo cuál le produjo un escalofrío en todo su cuerpo y trago grueso.
Aquel hombre la miraba ferozmente dándole a indagar su descontento al ella estar ahí, sin decir ni una sola palabra se alargo hacia ella algo que la hizo sobresaltar por tenerlo tan cerca, pero al ver lo que estaba tratando de hacer reaccionó impulsivamente.
-Ni te atrevas- dijo ella dándole un palmada en la mano de él para luego darle un tirón hacia atrás, para que él no se ocurriera volver abrir la puerta del choque. Pego su cuerpo más hacia la puerta y tapo la cerradura con su cuerpo mientras lo miraba ferozmente.
Aquel hombre se miró el dorso de su mano donde ella lo hubiese golpeado y luego la miró fijamente mostrando su descontento por aquella acción, su expresión mostró la repulsión que sentía al ser tocado por ella. Cloe suavizo su mirada al darse cuenta de su acción, pero luego se sintió de lo más pequeña al ver las fracciones de aborrecimiento y lo colérico que se observaba.
La agarró por la muñeca y hablo con severidad:
-¿Quién te crees que eres para agredirme, osar de invadir mi espacio personal y atreverte a desafiarme? –
Pero Cloe no se atrevió a mover ni un músculo mientras sus miradas se sostenían, el ambiente del auto se volvió íntimo, el calor era abrazador e inconscientemente su boca se entreabrió, la mirada de él viajo hasta sus labios y su nuez se movió ligeramente. Su cuerpo tembló ligeramente en anticipación.
-¡Oh maldición!- se reprendió mentalmente al sentir el nuevo peligro en el que se había metido.
La postura del hombre se mantuvo rígida e imponente, su cuello ligeramente curvado, ya que, el espacio es demasiado reducido para su estatura, sus amplios hombros y ahí Cloe se dio cuenta que aquella figura masculina yacía con su torso desnudo. Se lamio los labios ante aquel descubrimiento y le dio un escudriñamiento descarado, sus ojos se posaron en su pectoral derecho donde por muy tenue que se percibía la luz en el auto, se pudo dar cuenta de su tattoo.
Alzo la mirada nuevamente hasta la cara del susodicho y lo encontró con su mandíbula apretada, su mirada se volvió más cruel que antes y ella sintió el verdadero terror. No sabía con exactitud cual de los dos escenarios era peor, ser perseguida por 5 hombres o estar encerrada con un hombre misterioso quien la mira con odio, pero algo si estaba clara, dependiendo de cual sería su final elegiría estar con el hombre misterioso.
Volvió a mirar hacía su pectoral y achico los ojos para descifrar el tatuaje pero al momento de intentarlo escucho las voces de aquellos hombres nuevamente.
-Muñequita sé que estás ahí adentro, sal y vamos a divertirnos – se escucho un fuerte golpe contra la ventanilla del auto haciéndola dar un brinco.
-Necesito probar esa hermosa boca, ricura- otro golpe se escucho en la capota del auto
-Necesito restregar mi cara contra tus pliegues, probar tus flujos, preciosa. ¡Ya me lo imagino, que rico!- se escucho un gemido grotesco de uno de los hombres.
Cloe estaba hiperventilando por la situación en la que se encontraba y los engranajes de su cabeza comenzaron a funcionar buscando una solución a su problema, aunque después de salir de los hombres quedó en problemas con el hombre desconocido.
-Quiero unirme en tu culo, pegarle hasta que se ponga rojo. Mujer sal de ahí- la voz se escuchaba enojada y ella apretó los dientes.
-Por favor- susurro por lo bajo para que los hombres de afuera no escucharan su plática. - Necesito su ayuda, solo requiere que me siga la corriente, por favor – un silencio se extendió por todo el carro
-Haremos lo siguiente – susurro mientras se acercaba más al hombre.
– Necesito que finjas ser mi novio o pareja. Yo abriré la ventanilla y le mostraremos que yo estoy con alguien y así ellos me dejarán ir, por favor, ayúdeme y le daré dinero si así lo desea. Hoy me han pagado una gran cantidad y puedo dársela sin ningún problema, pero solo ayúdeme a deshacerme de esos hombres – su voz tembló al ser observada tan intensamente, pero no recibió respuesta alguna.
-Es todo o nada- se dijo y comenzó a bajar la ventanilla despacio.
Mientras la ventanilla descendía los hombres se arremolinaron sobre la abertura, el olor puro de alcohol invadió el auto al igual que el olor a tabaco inundó sus fosas nasales.
-Pero mira a quién tenemos aquí- dijo uno adentrando su mano y pasándola por el hombro de Cloe. Ella apretó los dientes y cerró los ojos tratando de tomar toda la fuerza de voluntad para comenzar actuar y ejercer su papel como su mujer.
Se movió lejos de las garras de uno de los hombros y se pego más del hombro, enredo sus manos por su cintura y como una niña caprichosa dijo con voz melosa -Amor, estos hombres no han dejado de acosarme, tengo mucho miedo-
Acaricio su mejilla contra el dorso desnudo de él sin saber el detonante que eso produciría en aquel hombre quién llevaba horas aguantando los efectos de una droga, quien accidentalmente hubiese ingerido hace horas atrás y aquel rose lo excito sobre manera. Su piel suave comenzó hacer estragos en su cuerpo, pero ella estaba ajena a todo aquello.
Levantó la cabeza y sus labios rosaron su mandíbula haciendo que el cuerpo de él temblara debajo de ella. Por un instante ella se preocupo, pero al no escuchar las voces y reclamos de los hombres se dijo así misma que su plan estaba funcionando a la perfección.
-Amor- dijo fuerte para que los espectadores la escucharan y prosiguió a darle un beso al comienzo de los labios, pero su acción fue detenida cuando el tomó su hombro y con gentileza la apartó de él.
El agarre de él se mantuvo firme y fuerte, aunque él no pensó que no ejercía mucha fuerza el resultado fue todo lo contrarío. Cloe sentía el dolor en el hombro, pero no reclamo y mucho menos se lo hizo saber.
Ella intentó nuevamente su osadía posicionando la palma de su mano sobre el amplio pecho de él, pero el ejerció más presión en el agarre y ella se contuvo de quejarse. Lo miro a los ojos y lo que vio le hizo que sus ojos se humedecieran. Sus mirada eran como dagas, las alas de su nariz se agrandaron y su nariz se volvió más ruidosa, dando la sensación de que en cualquier momento explotaría.
-¡Fuera de aquí!-
La tensión del momento era palpable, su voz resonó como un trueno llamando la atención de todos, incluso la del chofer quien hasta ahora se hubiera mantenido al margen de la osadía de Cloe, pero se mantuvo en su asiento creyendo que así su jefe podía liberarse de los síntomas de la droga. Para él chofer aquella situación era la perfecta, aquella mujer ingreso al auto de la nada y para su sorpresa comenzó a seducir a su jefe. No se atrevió a serse notar hasta ese momento cuando su jefe habló, pero no sabía a quién realmente iba aquel mandato. Estaba consternado, entre la espada y la pared e indeciso al no saber que hacer.
Miro el rostro magullado de su jefe, la molestia, el enojó y la impaciencia siendo notorio en su rostro. El pobre chofer se encontraba en un dilema en aquella situación tan compleja.
El chofer al sentirse confundido tomó la iniciativa de salir del auto para realizar la orden que el jefe hubiese dictado, pues este pensó que su jefe quería que aquel grupo de matones despabilaran del lugar. Al ver que ninguno de ellos produjo ningún movimiento, el pobre chofer nuevamente recordó cuanta potestad y cuan enigmático podía llegar hacer aquella vez y al ver que aún no se movían dedujo que esa fue a causa del miedo.
Al salir del asiento del pasajero, visualizo detalladamente a los acosadores y no eran menos que unos jóvenes en pleno desarrollo, pero por su fachada, ropa desorganizada, mirada pérdida y cuerpos tambaleantes no se le fue difícil de llegar a la conclusión que ellos estaban muy alcoholizados para saber a ciencia cierta lo que estaban haciendo, por eso optó por darle una reprimenda.
-No escucharon, se les ha dicho que se vayan ¿Qué esperan? ¡Váyanse! Muevan el trasero y vayan a tomar una buena ducha y a dormir.
-Cállese, viejo inútil- escupió uno de ellos tambaleándose hacia el chofer, pero tanto como su dialecto y su forma de caminar no le permitieron causar la impresión de un matón.
-Sabe usted que somos más que usted ¿Verdad?- los otros 4 chicos asistieron ante la actitud arrogante del cual parecía ser la cabecilla del grupo.
-Yo si estoy consciente de lo que hago, ahora váyanse de aquí, o sino se la verán conmigo – su voz fue demandante.
-¿O qué?- cuestionó uno dándole una patada al carro, los demás siguieron la acción del jóven.
-¿No saben ustedes quién es el dueño de este auto?- cuestionó el chofer colérico por la acción descabellada del grupo
-Solo cállese, viejo..
-Jefe- se apresuró a decir uno de ellos, quién al parecer su estado de embriaguez no era tan profundo como los demás y se dio cuenta de algo. Jaló al que supuestamente era el feje por la camisa, la cual se arrugó más de la cuenta.
-Jefe, este auto es de … - dudo un momento y miro por el rabillo del ojo dentro del auto – ese hombre que está ahí adentro, este coche y esa mujer le pertenecen a Kavanagh- expresó con terror
-¿Pero que dices?- se burlo el jefe mientras arrastraba sus palabras -Kavanagh, el grandísimo e inigualable Hunter Kavanagh- bufo
-Ese hombre no puede estar en esta zona, no sabes tu que ese tipo se limpia con billetes – le dio una palmada en el pecho a su amigo -El poderoso, Hunter Kavanagh, queda tieso si llegase a estar en el mismo lugar que unos pobres como nosotros y mucho menos al estar en este barrio de pacotilla. ¿No has visto las revistas donde sale ese William Levy? ¿Acaso no has visto la mansión? Ese tipo es sinónimo de un Dios-
Su compañero estaba en un estado de ansiedad, su cuerpo comenzó a sudar mientras escuchaba las vacuencias de su jefe ¿Acaso él no podía percibir la presión? El ambiente se sentía más cargado y los nervios salieron a flote. Los demás amigos quienes estaban cerca del auto, también se detuvieron para escuchando aquella perorata, pero al igual que él, ya se hubiesen dado cuenta que aquel no era una falacia y todos corrían peligro si se quedaban más tiempo cerca del lugar.
-Jefe, Chris no miente – susurro uno de ellos, al parecer la embriaguez hubiese pasado a un segundo plano al escuchar la mención de Kavanagh.
-“Olvídenlo, esa es la mujer de Kavanagh “- exclamó para que los demás lo escucharan y comenzó a llevarse arrastró a la cabecilla para que los demás siguieran su acción. Los demás al darse cuenta inmediatamente del peso de la palabra de su amigo y de las posibles consecuencias decidieron huir del lugar.
Pero sus pasos fueron detenidos por las siguientes palabras - “Te he dicho que te vayas”-
Kavanagh estaba al límite de su autocontrol, aquellas caricias lo estimularon, despertando su libido al tope, las gotas de sudor se deslizaban por su piel perdiéndose entre su gruesas cejas al igual que por el bello de su barba.
El sabor salado se mezcló con su saliva y su cuerpo se estaba perdiendo en la idea de estar dentro de ella, sentir su piel, escuchar sus gemidos cerca de su oído, escuchar el chapoteo de sus partes íntimas. Poder tomar la cavidad de sus pechos contra el hueco de sus manos, lamer sus ******* y ascender por su cuello mientras dejaba besos húmedos.
Zarandeo la cabeza por lo lejos que se han ido sus pensamientos, con la última fuerza de voluntad que le quedaba volvió a exclamar enojado.
-¡Bájate!- su rostro quedó a sentimientos del de ella manteniéndola presa del pavor.
El grupo de jóvenes detuvieron su andar ante las nuevas palabras y se dieron cuenta que en ningún momento el poderoso Kavanagh se hubiese dirigido hacia ellos; no, aquella situación era todo lo contrario y les beneficiaría.
Todos se miraron y rieron por lo bajo como si hubiese pensado lo mismo, si ellos ayudaban a Kavanagh a deshacerse de esa mujer más adelante podrían pedir una recompensa, además, podrían llevarse el premio gordo con ellos “a la chica", siendo ésta la primera razón de la noche.
Caminaron nuevamente y hacia el auto y esta vez sacarían a esa mujer del auto y la llevarían con ellos. Su caminar eran más seguros y confiados, además sus caras mostraban la indignidad y la falta de pudor.
El chofer se mantuvo rígido sin poder creer que su jefe entregaría a la chica ante aquellos carnívoras y, peor aún, tener que soportar los efectos de la droga por si solo.
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