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Más Allá De Tus Miedos.

UNO:

  - Vamos Gynn llegaremos tarde a clases.

La voz de Sandra suena a mis espaldas pero no logro atender al llamado, algo más a captado mi atención... mejor dicho alguien. Me quedo ahí, pasmada de asombro a ver a ese chico que nunca antes había visto. Es como una aparición, aunque no se si divina o infernal. Si, es tan hermoso que podría calificarse como un Ángel, pero hay algo en su mirada, esos intensos ojos color café que me dice que algo no está bien en él, una oscuridad inexpugnable, un brillo tan fascinante y macabro a la vez que me deja fuera de si y un aspecto sombrío a la par de cautivador.

   Lo miro por poco tiempo aunque para mi parece que ha sido una eternidad, hasta que ya sea por sentir el peso de mi mirada o por un simple acto reflejo, giró la cabeza en mi dirección y nuestras miradas coincidieron, provocandome un fuerte escalofrío que me recorrió de pies a cabeza.

Sandra me tira del brazo llevándome dentro del edificio y no pronuncio una sola palabra hasta que termina la clase.

    Aunque intento estar atenta, la verdad es que solo escucho las palabras del profesor por encima y no logran entrar en mi cabeza. Sandra se pasa la clase parloteando como es costumbre pero a ella tampoco siento deseos de prestarle mucha atención. Solo una cosa ronda en mi cabeza desde que llegué aquí esta tarde y por más esfuerzo que hago no logro expulsar la duda de mi mente 《¿Quien es ese chico y de donde ha salido?, ¿Por qué antes del día de hoy no lo había visto jamás ?》. Llegué a pensar que se había tratado de una aparición( ya que mi entrometida amiga no había mencionado el tema en toda la tarde), hasta que escuché que Britney y Sasha comentaban sobre lo mismo que invadía mi mente desde el momento en que le vi.

   - ¿Viste lo guapo que es Bry? - ella asintió mientras se mordía el labio inferior con malicia, gesto que me produjo arcadas.

  - Si, aunque yo ya le conocía. - mi asombro y el de Sasha se asemejaron mucho, aunque la diferencia estaba en que yo no hacía parte en la conversación.  - su padre está haciendo algunos tratos con el mío y por esa razón han tenido que mudarse y él ha sido transferido a esta escuela.

 

    - ¿Crees que podrías presentármelo amiga? - Britney ladeó la cabeza y luego añadió con una sonrisa.

  - ¡Claro, pero debo advertirte que ya lo he reservado para mi!... así que solo debes conformarte con admirarle, a él y a la asombrosa pareja que haremos en cuanto se me presente la oportunidad. 

 

   Yo escuchaba su conversación atenta a los detalles, y aunque me sentía culpable de la manera en la que lo hacía, sentía mucha curiosidad por saber que había venido a hacer acá,  cuando era obvio que no tenía nada que ver con este tipo de ambiente. Sandra chasqueó los dedos frente a mí nariz para volverme a la realidad y volteé rápidamente en su dirección. Me miraba curiosa y divertida.

  

   - ¿Acaso te has pillado del chico nuevo? - hice una mueca ante su comentario. - ¡Ni lo sueñes amiga!. A ese chico no hay que observarle mucho para darse cuenta de que sería una completa estupidez acercarse a él.

   - ¿Bromeas?. - Sandra enarcó una ceja en espera de la contestación-. Solo sentí curiosidad. No tiene nada que ver conmigo, además... mira, hay viene Carl.

   Apresuré el paso para escapar del interrogatorio de mi amiga y corrí al encuentro de mi apuesto chico que venía junto a sus amigos de su práctica de natación.

   Carl Matthews, sin duda el chico más apuesto y popular de la escuela. Tres años consecutivos ganador en las Inter colegiales y futuro nadador profesional.

Ser la novia de un chico tan prometedor aumenta las espectativas. Nos conocemos desde hace mucho y la mayor parte del tiempo (cuando no aflora su macho interno), nos la llevamos bastante bien, pero desde que se unió al equipo de natación su personalidad dio un giro de 380°. Ahora solo sale con sus amigos y nos hemos visto envueltos en varios problemas con chicas. Sé que ha sido mi error el seguir con él después de eso, pero a mis 18 años no soy incapaz de defraudar a mis padres quienes "sueñan" con vernos partir juntos a la universidad y posteriormente formando una familia. Estoy poniendo mi felicidad en juego, pero soy una patética y una cobarde que no sabe como enfrentarse a nada.

   Carl me ve acercarme y se separa del grupo para venir a mi encuentro. Me da un simple beso en la mejilla y voltea para hacer una seña a sus amigos de que pronto se une a ellos.

   - Haremos una fiesta en casa de Luke... ¿Vienes? - lo miro fijamente,  con una mezcla de confusión y amargura, aunque rápidamente me repongo y finjo una cálida sonrisa.

  - Pensé que me acompañarías a mi prueba de hoy. Te había dicho desde la semana pasada y...

   - ¿Era hoy? . - me interrumpe. Asiento pacientemente aunque paciencia era lo que menos me quedaba para con él- Pensé que ya habías ido, como no lo volviste a mencionar. - agrega con la voz más dulce que le sale.

Sé que le vale poco la importancia que tenia este día para mi, jamás le ha interesado mi música pero pensé que al menos hoy, haría una excepción.

  -  Si, seguro fue eso... Una equivocación mía. - mis mejillas ardían por el rubor, pero el parecía no notarlo. Oí como le llamaban de vuelta el equipo y exhale frustrada, puse mis manos en sus hombros y lo miré con una falsa sonrisa.

   -... ¿Sabes qué? , ¡Olvídalo! ... ¡Nos vemos mañana!

  - Gracias nena... ¡Te juro que te lo compensaré! - Besó rápidamente mis labios y sin más, se fue.

  

    Lo vi alejarse con sus amigos y una pequeña lágrima se escurrió por mi mejilla. Siendo honesta, esperaba otra respuesta de su parte, aunque inútilmente, puesto que Carl no es de los que cambian sus planes por complacer a otros, y muchísimo menos a su novia, a la que se lo había prometido semanas atrás. Sandra, que había estado escuchando desde su lugar, se acercó y puso una mano consoladora sobre mi hombro, la cual rechacé y después de disculparme, salí del edificio lo más rápido que pude.

   

DOS:

El camino a casa está un poco alejado pero necesito despejar mi mente, así que decido regresar caminando.

En el trayecto, me pongo a pensar en lo rápido que ha pasado todo. Un día estoy en casa, con absoluto control de todo, y al siguiente, el chico de mis sueños me pide que salga con él. Era tan perfecto, tan tierno, atento, amable, que no pude negarme, me dejé llevar y a la semana siguiente ya era la novia del chico más popular de la escuela. Pasé de ser invisible a ser de "la realeza" por así decirlo, y aunque nunca me he sentido muy cómoda estando con ellos, estaba dispuesta a aceptarlo solo por estar cerca de él... No me di cuenta en qué momento se volvió todo en mi contra. Mis padres lo aman, y hasta hace poco eso fue suficiente pero...

   - No deberías andar por estas calles sola. - escuché una voz, seguida del ruido de un motor deteniéndose. 

Mis músculos se tensaron por el miedo y un escalofrío me recorrió por todo el cuerpo, hay estaba yo, en plena noche, varada en una calle sola y oscura con un desconocido que quien sabe que intenciones tenia.

Sé que debí haber continuado mi camino, correr hasta perderle de vista, pero la curiosidad me hizo volverme a ver de quien se trataba. ¡Valla sorpresa la mía al ver al chico de esta mañana!.

    - ¿Eso importa? . No creo que mi día pueda ir peor. - me mira confundido y nuevamente quedo bajo el hechizo producido por esos inquietantes ojos. 

   - ¿Así que esa es la manera en que las niñitas de papi se distraen de un mal día? ... ¡Que aburrido!. - le reproché con la mirada -... Y si. Existen cosas peores que las que te podrían haber pasado hoy.

   Me ofendió la etiqueta de "niñita de papi" y aunque traté de ocultarlo mi ceño fruncido me delató, lo que pareció causarle gracia porque una leve sonrisa se dibujó en sus labios.

   - ¡No estoy de humor para bromitas de mal gusto!... así que adiós.  - iba a retomar mi camino pero me detuvo.

  - Yo podría llevarte. - añadió seriamente. Ahora fui yo la que sonrió.

   - ¿En eso? - añadí señalando su motocicleta. Hizo un gesto de incredulidad y se encogió de hombros. Parecia ofendido, así que añadí rápidamente para aclarar :- ¡Mi madre me mataría si me viera llegar a casa a estas horas y en una motocicleta!.

   Su gesto se suavizó y enarcó una ceja con socarroneria .

   - No me equivoqué... Si eres esa clase de chica.

   El comentario me dejó atónita y por un momento no supe que decir, en cuanto me repuse repliqué:

  - ¿Que es esto?, ¿Un experimento social?, ¿A qué clase de chica te refieres?.

   El chico sonrió divertido y al ver cómo los colores se subían a mi rostro, se quitó el casco y me miró, con la misma sonrisa petulante.

   - Las que le temen a todo. Esas que están tan preocupadas en no defraudar al mundo que viven reprimidas por su propia perfección.

Lo miró perpleja. ¿A qué ha venido eso?, no me conoce, no tiene derecho de decir nada sobre mi... Mucho menos a criticarme. Lo fulminó con la mirada y el pone los ojos en blanco.

   - Estas equivocado. Yo no soy ninguna de esas cosas que has dicho. Solo que... - en este punto ya no sabia que responder. Me aclaré la garganta nerviosa y las manos me sudaban.

   - Tienes miedo de mi. - su gesto se volvió algo oscuro, y la bella sonrisa que había dejado ver minutos atrás desapareció.

   - No te conozco.

   - Te puedo asegurar que no soy ningún depravado o algo parecido. Pero entiendo el escándalo que resultaría para la princesa que la pillen con alguien como yo.

    Sentí la culpa abrazándo mis entrañas. Él por su parte, miraba hacia el frente inexpresivo, aunque pude notar como apretaba los dientes, me apresuré a decir algo, pero no había articulado palabra cuando ya había encendido el motor y desaparecido a toda velocidad.

   Lo pude ver desapareciendo al final de la calle. Tal vez no debí ser tan grosera, pero la forma en la que habló él tampoco había sido la más amable, así que me consolé pensando en ello. Al cabo de una hora ya estaba frente a casa. Mi madre, me esperaba escandalizada por la hora en la que había regresado y sin muchas ganas de comenzar una discusión, me disculpé por la tardanza y subí a mi habitación a prepararme para la prueba. 

    Me di una ducha y me coloqué un vestido verde agua y unos tenis, recogí mi cabello en un moño, y bajé al encuentro del profesor Simons.

   - ¡Más vale que te hayas preparado!- susurró amenazante mi perfeccionista madre.- esta es la única oportunidad que tienes de entrar a esa escuela... ¡ No lo arruines!.

    Sus palabras me infundieron más temor que seguridad y para cuando me senté frente al piano, mis manos temblaban tanto que no estaba segura si podrían entonar alguna nota bien.

He intentado por todos los medios ingresar a esa prestigiosa academia de música, pero todos mis intentos han sido en vano. No importa cuánto dinero tengas, si tu talento no se ajusta a sus estándares... ¡olvídalo!. Este es mi tercer intento, y el último. si no pasó la prueba de hoy, estoy jodida.

Después de saludar al profesor con una reverencia, me senté frente al instrumento y me dispuse a tocar algo que convenciera a todos de que yo merecía esa oportunidad.  Las miradas de mi padre, Simons y mi madre estaban encima de mí, por lo que al comienzo de la canción, desentoné un par de notas. Me detuve. Necesitaba hacer esto, había practicado demasiado para este día, y no podía dejar que una mala tarde definiera el resto de mi vida.

Busqué en mi memoria un momento agradable, o al menos divertido que me hiciese sentir mejor y me fijé una diapositiva mental.  Cerré los ojos y comencé a tocar, mientras en mi mente se reproducían las imágenes infundiendome seguridad. Ahí estábamos, Sandra y yo cantando alocadamente en mi habitación, Kev sonriendo ampliamente en su fiesta de cumpleaños sorpresa, los almuerzos con mis amigos, Carl saliendo victorioso en una competición... y luego apareció él.  Por alguna extraña razón, aquel chico misterioso de hoy se alzaba en mi mente y su intensa mirada me daba seguridad.

Apreté los ojos nerviosa, como si tuviese miedo de que alguien descubriera lo que pensaba y luego de un momento me relajé.  Tuve la misma sensación curiosa y fascinante que había absorbido mi cabeza durante toda la tarde, y una mezcla de tranquilidad, seguridad y miedo se apoderaron de mi. Apreté mis manos al instrumento, y sin pensar en nada más que eso, dominada por un espíritu de libertad, culminó mi concierto.

   Abro los ojos nerviosa y un público perplejo se levanta ante mi. Mi madre,  con lágrimas en los ojos aplaude, mientras que mi padre y Simons que me miran no se si asombrados o atemorizados,  lo siguen estando luego de un momento.

Yo me quedo ahí; Detrás del instrumento sin saber que hacer hasta que el Profesor Simons se acerca a mi.

  - ¿ Y... Qué tal estuvo?. - pregunto inquisitiva y observo como su seria expresión se va transformando hasta convertirse en una afable sonrisa.

   - Fue... ¡Maravilloso!. - abro los ojos por la sorpresa y mi madre se acerca y me toma de la mano. - En todos mis años como instructor jamás había tenido una estudiante tan brillante,  tan versátil, eso de hoy fue... ¡No tengo palabras para expresarlo!.

   - ¿Eso quiere decir que estoy dentro?.

   - Si de mi dependiese por completo no debería caber duda, pero hay que esperar la decisión de toda la junta directiva. - mis hombros se bajaron un poco por la decepción-... Solo muéstrale a la junta algo como lo de hoy y no dudarán en aceptarte.

   - ¡Se lo aseguro!. No los defraudaré. 

   Simons asintió repetidas veces y luego acompañó a papá al estudio y mamá se quedó conmigo en el salón. Cuando estuvimos solas al fin pude preguntar:

   - ¿Que he tocado? - mi madre me miró confundida y luego cogió su móvil de la mesilla para mostrarme.

   Me quedé pasmada al ver lo que me mostraba.  No pronuncié ninguna palabra hasta que se paró la reproducción y volteé a ver a mi madre.

  - ¡Esa no era yo!... ¡Yo no toco tan bien!.

   - Lo haces Gyna, y si continúas así, te espera un futuro brillante.

  - Pero yo...

   Iba a decirle que quizás la música no sea lo único a lo que quisiera dedicarme toda una vida. Pero al ver la ilusión que hacia que sus grandes ojos azules brillarán tan profundamente, desistí de mi idea.

  - ¿Tú qué cielo? - me ahogué cuando intenté hablar y comencé a toser. Ella pasó su mano suavemente acariciando mi espalda, hasta que la tos comenzó a  ceder - ... Decías cielito?

   - Nada. Solo quería preguntarte si Simons se molestaría si regreso ya a mi habitación... Es que no me siento muy bien.

   - ¿Te sientes enferma ? ... si es así puedo llamar al doctor para que...

   - ¡Tranquila mamá ! - la calmé para que no hiciese un escandalo- Solo que ha sido un largo día... estoy un poco cansada. -

   Me miró con ternura y luego de acariciar mi cabello añadió:

   - Ve a descansar. Yo te disculpo con Simons. ¡Sin duda podrá disculpar a su prodigio!.

 

   

TRES:

     ¡MIERDA, MIERDA, MIERDA! .

  Tiro la puerta con fuerza al llegar a mi apartamento, ¿Como puedo ser tan estúpido?... ¿Que coño tenia yo que ir al rescate de nadie?. ..

Pero es que no pude evitarlo. Desde que la vi esta tarde algo en mi interior se encendió. Y hablo literalmente, fue como si todos mis músculos reaccionaran al encuentro con esa mirada... que te hace  perderte en la miel de sus ojos.

 

Sonrió para mí mismo ante la bobada que acabo de decir y un poco de mi anterior enojo desaparece. Y es que si lo pienso con detenimiento,  toda la culpa fue mía, ¿Que me hizo pensar que una chica como ella podría ser mi amiga?.

    Es que solo hay que mirarla una vez para darse cuenta de que somos totalmente incompatibles. Y no es que se encuentren muchas personas afines a mi, y menos en este pequeño y aburrido pueblito, pero no se... vi algo en ella que me invitó a acercarme. Una chispa, por así decirlo, una chispa que no había visto jamás  y me causó curiosidad.

   No estoy muy acostumbrado a que ninguna chica se me niegue. Siempre ha sido así, llego a cualquier lugar, las chicas se vuelven locas por el "nuevo chico misterioso", y en menos de lo que puedo darme cuenta ya las tengo a todas detrás de mí en busca de atención. Luego ya solo tengo que elegir con cual me apetece pasar el rato... ¡No me esperaba que esta me mandase a paseo!.

  Espere a que saliera para verla una vez más.  Después de nuestro inexpresivo intercambio de miradas, quedé con ganas de más. Quería verla, saber que había sido eso que me había producido, ese corrientazo que me recorrió en cuanto su mirada se clavó en la mía. La vi salir enojada del edificio, caminaba apresuradamente así que supuse que debía vivir cerca, la seguí en silencio, procurando no ser visto.

   Solo quería asegurarme de que llegase con bien, me sorprendió que pasaba el rato y nada que llegaba, supuse que estaría cansada de tanto caminar así que me llené de valor y me acerqué a ella. Pude ver como sus músculos se tensaron al escuchar mi voz y por un segundo dudé de si había hecho lo correcto.  Hasta que se volteó para verme.

   Su mirada nuevamente se posó en la mía y sentí un leve escalofrío recorriendo todo mi ser.

- ¿Eso importa? . No creo que mi día pueda ir peor. - las palabras salen de su boca y acompañadas por su decaído semblante, confirmando que yo estaba en lo correcto y algo le ha pasado.

No se que carajo debería decirle, nunca he sido bueno dando palabras de aliento, pero algo dentro de mi dice que debo hacerlo, decirle algo, lo que sea, sino me arrepentiré toda la vida.

 

- ¿Así que esa es la manera en que las niñitas de papi se distraen de un mal día? ... ¡Que aburrido!. - hice mi mejor esfuerzo, pero en cuanto las palabras salieron de mi boca supe que la había cagado... como dije, esto no es lo mío-... Y si. Existen cosas peores que las que te podrían haber pasado hoy.

  - ¡No estoy de humor para bromitas de mal gusto!... así que adiós.

   Claramente estaba enojada, tenia el ceño fruncido y sus dedos se movían incesantemente contra su pierna, daba la intención de que tocaba un instrumento.  Se da la vuelta para irse, no quiere tener que seguir escuchándome, pero la detengo. Me ofrezco a llevarla a casa, la verdad era que no quería dejarla ir sola pero sorpresivamente su rostro se suaviza y comienza a reír.

  - ¿En eso? - suelta sin pensar y yo la miro confundido y me encojo de hombros. ¿qué habrá querido decir?.

   Parece darse cuenta de mi incomodidad porque se excusa diciendo que la matarían si la vieran en una motocicleta, pero yo se que lo que en realidad quiere decir es que seria un escándalo si su perfecta madre la viese llegar a su perfecta casa en una moto con alguien como yo. Estoy enojado, ofendido más que todo y no me pienso quedar con esta. Esa niñita consentida y sus prejuicios estúpidos no iban a arruinarme el día.

- No me equivoqué... Si eres esa clase de chica. 

   Quería ofenderla, decirle algo que la hiciese sentir como ella lo había hecho conmigo pero en cuanto me preguntó a qué me refería lo único que pude hacer fue pincharla diciéndole cobarde. Mi comentario surtió efecto, pues se apresuró a disculparse, pero ya era muy tarde. Yo estaba demasiado cabreado como para escuchar su excusa, así que encendí el motor y me alejé lo más rápido que pude. No supe si había llegado a casa, no supe que quería decirme, ya no importaba... no valía la pena.

Llegué a casa destrozando todo lo que me encontraba a mi paso y luego de que mi ira había sido descargada de algun modo me quedé dormido sobre el sillón. 

   Me levanté agotado y adolorido por la mala noche. Me di una ducha rápido y salí de casa. Al llegar caminé entre miradas curiosas hasta el salón donde tenia mi primera clase y no estaba ella. Me senté en la primera silla que vi y me puse a revisar mi móvil. A mi lado, un chica rubia hermosa me llamaba la atención. Después de que ya no encontré nada que me distrajera en mi móvil me volteó en su dirección y me guiña un ojo coqueta y yo le sonrió para variar.

  - ¡Tu debes de ser Chistiam!. - asiento y ella sonríe ampliamente. - estaba esperando el poder conocerte. ¡Soy Britney!.

Asiento y ella no para de sonreír... ¿No se cansará la mandíbula?.

   - Bueno, ya sabes mi nombre, no tengo que decirlo. 

   Continuamos hablando un rato,  me preguntó cosas sobre mi, las cuales a la mayoría no respondi, no me interesa contarle sobre mi vida privada a nadie, me preguntó sobre mi apartamento y era obvio que se me estaba insinuando, no me molestaba la idea porque ¡Joder, está buenísima!, pero no pensé que acá las chicas fueran tan fáciles.

  - ¿Como sabes que vivo solo? - yo no le he dicho a nadie, ¿a quién se lo diría?. Ella enarcó una ceja y sonrió orgullosa.

   - Mi padre. El y el tuyo están haciendo negocios y en cuanto te vi, le pedí que averiguara un poco...

   Y puffs.  Todo el posible interés que pudiese haberme despertado desapareció al instante.  Me puse serio. No me gustó que quisiera ahondar en mi vida de esa manera, ¿Que soy, un puto trofeo?.

  Saqué nuevamente mi móvil y al voltear me quedé mudo. Ahí estaba ella.

   Venia totalmente desaliñada, y me causó un poco de gracia la forma en la que miraba a todos lados preocupada por cómo la miraban los demás. Se sentó a mi lado sin siquiera notar mi presencia y sacó sus apuntes.

   

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