Dicen que en la vida el primer amor nunca se olvida, y más aún, cuando ese amor, te enciende y te quema la piel como una enorme llama, que te invade el alma, y nunca deja de doler.
Era una mañana fresca, en las montañas verdes colombianas, luzeth Catalina Villareal, una hermosa morena de cabello negro como la noche, de hermosas curvas, caderas anchas y ojos color miel, con tan solo 15 años, paseaba hacia un riachuelo, pensando en bañarse en sus aguas para refrescar el intenso calor, distraída mirando el paisaje, y escuchando el ruido del agua y el canto de las aves.
Llegó al hermoso lugar, lleno de musgo en sus piedras, y con un colorido monte, se apresuró a quitarse el vestido de flores que llevaba, soltó sus sandalias, quedando en un pequeño bañador y una blusa de tiras, metió un pie la agua probando la temperatura, soltando un leve gemido por la sensación fría, y sintiéndose feliz de disfrutar estos pequeños placeres que la vida le ofrecía.
No muy lejos de allí, un apuesto joven, observaba con curiosidad a la chica, a lo lejos veía como la adolescente disfrutaba del agua, sentándose en una piedra, y con una melodiosa voz cantaba una tonada triste, que a los oídos de Julio Mario Esteban, cantaban los mismísimos ángeles.
Bajo de su caballo, lo ató a un árbol, y se escondió de la mirada de la chica, quien no se percató de la presencia del intruso.
Ella estaba feliz, agradecida con la vida, a pesar de ser joven, era la hija menor de una de las mejores familias de la región cafetera, ella amaba estas tierras, y siempre en sus vacaciones, aprovechaba cada minuto para disfrutar de estos paisajes, alejada de la gran ciudad, ya que pronto, terminaría la secundaria y se iría al extranjero a estudiar.
Julio Mario era hijo de una familia de clase media, trabajaba como entrenador de caballos, era el mejor jinete de la región, el mayor de 3 hermanos, y a sus 17 años, poeta, atlético y lleno de sueños.
Miraba como luzeth disfrutaba el agua, totalmente anonadado, poseído por esa majestuosa imagen de la hermosa jovencita que tenía frente a sus ojos, y sin darse cuenta, piso en falso y se cayó al piso, haciendo ruido y alertando a luzeth de su presencia
Quien anda ahí? Muestre su cara pervertido!!
Julio Mario asustado, no sabía cómo responder, tomo valor y le hablo
Tranquila señorita, no soy ningún pervertido, solo pasaba por aquí, y quería darle de beber a mi caballo.
Si no es un pervertido,por qué se esconde? Acaso me estaba espiando?
No, nada de eso, quien quisiera espiar a una niña insipida, se nota que es una malcriada niña rica!
Esto enfureció a luzeth, quien echaba chispas por las palabras del entrometido, mientras julio Mario pensaba en cómo salir de esta situación
El malcriado aquí es usted, además es un majadero! Váyase inmediatamente de aquí! O lo voy a acusar de mirón!!
Julio Mario tomo su caballo, se subio en el, y salió corriendo de allí, pensaba en lo extraño de la situación, la curiosidad de ver a la hermosa jovencita, y el calor que sintió al ver su cuerpo mojado en el rio.
Luzeth por su parte, sintio sonrojarse,le daba vergüenza sentirse observada, y ese apuesto joven que la espió mientras se bañaba en el río, quiso saber más de el, y penso en averiguar, de quien se trataba, total, era un pueblo chico, y fácilmente sabría la identidad de aquel mirón.
cabalgando hacia su casa, Julio Mario recordó el rostro y el cuerpo de Luzeth, e inmediatamente sacude su cabeza en señal de negación, aquella hermosa niña era sin lugar a dudas, el sueño de cualquier hombre, y por el momento, se convertiría en su anhelo.
Luzeth caminaba hacia su hacienda, recordaba la mirada de aquel muchacho, sus ojos claros y su cuerpo bien formado, seguramente, su nana tendría idea de quién se trataba, pues ella, de alguna manera quería encontrarlo y jugarle una mala pasada...
CAP 2
Conociendo tu mirada
El día transcurrió en una inquietud muy grande para Julio Mario, pensaba en aquella chica que le robo más de un suspiro, tanto así, que cometió muchas torpezas en su trabajo, provocando varios incidentes, que lo hicieron enojar, y plantearse de nuevo en buscar a la joven dama.
Mientras tanto, Luceth llegaba a su casa, pensativa y ansiosa por averiguar, quizás las personas que trabajaban en la hacienda le ayudarían, iría a la iglesia y a la plaza principal, invitaría a su nana ya que ella conocía muy bien a las personas del pueblo, y aprovecharía este tiempo para pasear y relajarse.
- Hola nana Martina, ya regresé! Dijo Luceth, dándole un beso en la mejilla a la tierna señora de avanzada edad
- Que bueno verte mi niña, te ? Mira que estuviste mucho tiempo fuera de casa.
- Hay nana, no fue mucho, pero si sucedió algo, mientras me bañaba en el riachuelo, un joven se escondió a espiarme, hizo ruido y lo sorprendí mirándome!!!
- Hay mi niña!! Y quien se atrevió a tanto!!!
- No lo sé nana, lo corri de allí, y salió corriendo en su caballo, pensaba pedirte que me dijeras si lo conoces, era alto, joven, como de unos 17 años, cabello castaño y ojos claros.
-Ummm, déjame pensar… y dices que iba en un caballo?
- si nana, uno muy bonito, debe ser fino por qué se notaba el cuidado.
- y dices que está por los 17 años?
- si nana, además es de ojos claros, la verdad es la primera vez que lo veo, aunque cuando vengo a la hacienda, casi nunca salgo, a excepción de cuando salgo contigo y al pueblo nada más!
- ummmm déjame ver, yo recuerdo...
- jajjaa nana quien te viera...
- ha ya se, debe ser el hijo mayor de los Esteban, ellos son los encargados de adiestrar los caballos, los cuidadores de las pesebreras de la familia Rico, recuerdas los padres de Miguel y Santiago
-Oh sí nana, el pesado de Santiago, nunca lo había visto, y no te niego nana que está de muy buen ver jejeje
- Hay mi niña que cosas dices, recuerda que tus padres son muy celosos de con quién compartes amistad, no le busques problemas a ese muchacho, ellos son buenas personas, no son pobres, pero no están en tu lista de amigos por su estatus.
- No nana, no le quiero buscar problemas, solo quiero conocerlo, además me debe una disculpa por andar de mirón!!
- Hay mi niña, te conozco, y sé que algo trama esa loca cabezota, anda con cuidado, y recuerda que tus padres llegan el fin de semana, así que mucho cuidado de andar escapándose de la casa
- Claro nana, por eso te amo! Luzeth le da un beso a su nana, y se va a su habitación, tarareando una canción y disfrutando de un durazno delicioso.
Por otra parte, Julio Mario no paraba de dar vueltas en la sala de su casa, se tomaba la cabeza con firmeza y tirandose el cabello, pensando en muchas cosas, pero en especial, en volver a ver a la chica. Saco una libreta de su bolsillo, y se sentó a escribir unas palabras con mucho anhelo de entregárselas a la joven
- Si, eres bella, eres muy bella, como una rosa, como una estrella, inalcanzable, e inolvidable, mujer virtuosa, que con su mirada, llena, el enorme vacío que habitaba en mi…
Fue amor a primera vista, inocente y dulce, que sería para Julio Mario, el inicio de una vida llena de dolores…
Eran las 5 de la tarde, y en la plaza del pueblo, una joven comía un algodón de dulce, embelesada por la vista maravillosa, y sentada en la banca del parque principal, Luzeth sintió que era observada, y no se equivocó, pies Julio Mario la vio de lejos, y se dispuso a acercarse para hablar con ella.
con pasos cortos y algo torpe, Julio Mario sentía que su corazón saldría de su pecho, era como un potro desbocado que cabalgaba con mucha velocidad
Al llegar, sus miradas se encontraron, aquellos ojos miel, y esos ojos claros, una mezcla entre verde y amarillo, hechizados y perdidos el uno en el otro, se quedaron así, por lo que parecía mucho tiempo…
CAP 3
Quizás…
Julio Mario, miraba fijamente a Luzeth, ella por su parte, con su cara sonrojada,abrió la boca para reclamarle, y él se adelanto
Perdón! No quise espiarla, solo vengo a ofrecer mil disculpas, y no piense mal de mi porfavor, solo quería darle agua a mi caballo, y la escuché cantando, su voz es muy hermosa, perdone por ocultarme de usted.
El rostro de Julio Mario era poesía pura, estaba sonrojado, y nervioso
Vaya, que bueno que tiene modales, acepto su disculpa, aunque no le será nada fácil, que tal si a cambio me enseña a montar a caballo, siempre les tuve miedo, pero ahora quiero aprender!
Ohhh eso sí que no me lo esperaba, verá, no es que no le quiera enseñar, solo que usted es la señorita Villareal, y si sus papás no autorizan, me temo que no podré enseñarle.
Por mis padres no se preocupe, yo hablo con ellos, además, tú trabajas para Miguel y Santiago, ellos son muy amigos míos, así que no hay problema.
Julio Mario quedó mudo, no sabía cómo negarse ante Luzeth, y mucho menos sabía cómo comportarse ante tal pedido
Bueno, si usted lo desea, por mí está bien, acepto enseñarle, mañana después de las 10 am la espero cerca a la entrada de su casa, le parece?
Esta bien, allí nos vemos ...
Julio Mario movía sus manos con nerviosismo, pensaba decir algo más, sin embargo sólo le dijo:
- No siendo más, me disculpo, permiso.
Bien pueda siga, nos vemos mañana!
Julio Mario, con una serie de sentimientos encontrados, tuvo que calmar su espíritu, su respirar, y hasta su estómago!! Pues en el, había un cosquilleo, un vacío y una sensación que jamás había sentido.
Por otra parte Luzeth entraba por la puerta de casa, aquella hacienda, era la mejor de la región, cada vez que venía de vacaciones quería quedarse un poco más, le encantaba aquel lugar que la hacía tan feliz, sonreía y pensaba que fuese de mañana, de alguna manera la emoción de un nuevo día, para aprender a montar, y para ver de nuevo a Julio Mario.
La noche transcurrió lenta para ambos jóvenes, quienes por el cansancio y la noche, cerraron los ojos pensando uno en el otro.
La mañana llego, y con ella, la ilusión de ver a la joven chica, Julio Mario desarrollaba con destreza y rapidez sus obligaciones, para quedar libre lo más pronto posible, y así llegar a tiempo a su cita, por así decirlo, mientras tanto Luzeth despertaba de su cansado sueño, no pudo dormir mucho, y necesitaba ver de nuevo a Julio Mario, la atracción que sienten el uno por el otro, siempre les traería muchos problemas.
Al llegar a los límites de la casa, un Vigilante de entrada, le informo que la joven Luzeth que alguien había ido por ella, salió corriendo, en busca de julio Mario, quien la esperaba con un caballo extra para enseñarle a montar.
Buenos días señorita, aquí estoy para enseñarle a montar, traje la yegua más dócil que tenemos, para que pueda montar con confianza.
Luzeth lo miraba nerviosa, y le dijo:
Bueno gracias, pero primero, mucho gusto, me llamo Luzeth.
El gusto es mío, mi nombre es Julio Mario.
El le ofreció su mano, para ayudarla a subirse a la yegua, en ese momento, una corriente atravesó el cuerpo de ambos jóvenes, sellando así el destino de ambos, pero nunca se imaginaria que aquella aventura les traería un amargo dolor.
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