Enero, día 18, año 2019. Hace tanto calor en este mes, de verdad odio sudar, solo me agrada si es porque estoy haciendo ejercicio o estoy corriendo, pero sudar nada más porque sí, es molesto. Era viernes, mis días favoritos, amo los viernes porque significa que ya acabaron las clases y que nos vemos el lunes, que importa, son dos días sin asistir a la escuela, dos días de levantarse tarde.
Salí de mi último módulo, estar adentro del salón con clima y luego salir y que te dé en la cara el maldito aire caliente es un fastidio, no obstante.
Gracias a Dios es ¡VIERNES!
Ya Lila, es solamente un día más.
Habló Melissa restándole importancia.
No, estás loca, no es solamente viernes, significa disfrutar el fin de semana.
Únicamente tú los disfrutas, porque nosotras tenemos que trabajar, dijo Kenia con cansancio.
Es verdad, lo siento chicas.
Dije calmándome, me emociona mucho, pero por ellas se quita esa felicidad.
Vamos a comer a mi casa el domingo, ¿qué les parece?
Dije eso para dejar atrás lo que antes había mencionado.
Eso me parece bien, sin embargo, tendrá que ser en la tarde porque me toca estar en la tienda en el turno de la mañana.
Miré a Melissa, para que me dijera si va a poder ir. Sin embargo, Melissa, no nos estaba prestando atención, ella se encontraba mirando hacia otra dirección, mejor dicho, miraba a Jessy.
Ya, Melissa, vas a gastar tu vista y te quedarás ciega.
Comentó Kenia con burla y yo comencé a carcajearme. A lo que Jessy y sus amigos voltearon en nuestra dirección, haciendo que Melissa, ahora sí nos prestara atención.
¿Qué?, dijo desconcertada la desgraciada.
Vaya, solo así reaccionas.
Hablé con molestia.
Lo siento chicas, pero es que él es tan lindo.
Decía Melissa con ese gesto de enamorada que odio.
Melissa, nada más tú crees eso.
Le dijo Kenia directamente y con seriedad.
No es verdad, la mayoría piensa que él es lindo, ¿verdad que sí Lila?
Me preguntó y negué con la cabeza.
Ves, ni Lila opina eso, además nosotras no entramos en esa mayoría.
Kenia ya estaba harta de las palabras de Melissa.
Bien ya vámonos.
Melissa tomó nuestros brazos y nos jaló para seguir caminando a la salida porque nos habíamos quedado paradas por culpa de ella.
Pude observar los nervios de Melissa, así que, por instinto volteé y ahí en nuestra dirección nos seguía mirando Jessy con sus amigos, supongo que hablaban de nosotras, algo dentro de mí me dice que están diciendo algo malo.
Llegamos a la salida y tomamos un taxi, siempre somos tres, Kenia de copiloto, y, Melissa y yo en la parte de atrás, cada quien toma una esquina para observar en la ventana, desde que subo al taxi me coloco los audífonos, amo escuchar música mientras observo el paisaje pues el trayecto es de media hora; cuando el taxi da la curva para irse en línea recta, en el retrovisor vi como Jessy, seguía mirando en nuestra dirección.
Qué se trae entre manos ese tipo.
Llegamos al centro de la ciudad y bajamos del taxi, caminamos hacia una bajada porque ahí está la parada del autobús. Al llegar nos quedamos paradas mientras esperamos el autobús, pasaron 15 minutos y ahí a lo lejos vimos que venía, hicimos una seña con la mano, frenó y nos subimos.
Frecuentemente, tomamos los asientos de en medio, ellas dos juntas y yo por mi lado, me agrada tener mi espacio. De viaje fueron 45 minutos, a veces me dormía y despertaba antes de mi parada, claro que no me podía dormir de largo, además, mis amigas casi nunca dormían porque iban platicando y riendo.
Llegamos a nuestro destino, vivimos en un pueblo que poco a poco se está poblando, algún día llegara a ser una ciudad, digo yo. En el parque solo bajamos Melissa y yo porque ahí nos queda cerca llegar a casa.
Nada más caminamos dos cuadras juntas y luego nos separamos para tomar diferentes direcciones; de Kenia su parada es más adelante, así que ella baja después.
Llego de noche, ya son las 8:50 pm cuando estoy en casa, me cambio de ropa, ceno y hago la tarea (sí es que es bastante) para después dormir. Pero los viernes no, los viernes no duermo porque llega mi familia a ver películas a mi casa, compramos dulces y sabritas, raras veces compramos palomitas o pizza. El maratón lo empezamos a partir de la 1 am porque antes cenamos juntos y más la plática que nos aventamos hace que empecemos tarde.
Por eso, amo los viernes, despertar tarde los sábados con toda mi familia es bonito, aunque luego nos quejamos porque si se nos ocurre dormirnos juntos, dormimos atravesados a excepción de mis padres y mi abuela; mi tío y mi tía, mis dos hermanas y yo dormimos terriblemente mal por eso cada quien tiene su cuarto.
Mis tíos no están casados, ellos pasan de los 30 años, aunque ellos se ven más jóvenes, mamá dice que es porque no están casados, Dios, entonces no me casaré jamás. Ellos son los únicos dos hijos de mi abuela que siguen solteros, ellos sí quieren casarse y formar su familia, pero aún no les llega el o la correcta. Aunque si no se ponen a buscar nunca llegará, eso pienso yo, por otro lado, agradezco que sigan así porque la verdad me la paso bien con ellos.
Es divertido pasar el tiempo con ellos, somos un relajo total, solo con ellos puedo ser tal como soy, nadie me conoce realmente, solo en la familia sabemos cómo somos, es como quitarse las máscaras y quedarte tú solo, tú yo original. Si a mis amigas le preguntas como soy, ellas dirán seria, callada, un poco malhumorada, a veces chocante, poco amistosa, sin embargo, con mi familia es todo lo contrario, hablo mucho, me rio demasiado, le encuentro gracia a todo, soy muy descarada, realista, pervertida, con la familia puedo sacar hasta mi lado oscuro.
Terminó el fin de semana y de regreso a la escuela. El maldito lunes de nuevo, mi turno era en la tarde, aun así, por vivir más lejos me toca levantarme temprano.
Tomé el autobús de las 12 pm lo cual significa que llegaré exactamente al horario de entrada. Subí con mis dos amigos, ya que no fui con las chicas, ellas tomaron un autobús antes, Owen y René se sentaron en el fondo y allá voy con ellos, estos juegan cartas mientras yo solo observo un rato y luego me coloco mis audífonos para escuchar música. Si íbamos a hablar evidentemente no escuchaba música, pero como ellos están jugando, me metí en mi mundo.
Al bajar caminamos un poco y ahí en la parada de taxis, tomamos uno, primero entro yo y luego Owen, René va en frente. Me encanta estar con ellos, platicar y hacer relajo es divertido, cuando llegamos, bajan los dos y Owen me abre la puerta como un caballero, ya me acostumbré que haga eso.
Pasamos la entrada y vamos caminando en el pasillo, luego nos separamos porque todos tenemos salones diferentes, René es mayor que nosotros, sin embargo, va en nuestro semestre porque reprobó, él está en electricidad y Owen es de mi edad, pero no está en la misma especialidad que yo, él estudia recursos humanos.
Llego al salón y el maestro aún no está, dejo mi sonrisa para tener una cara seria, entro al salón con la frente en alto, me pongo rígida siempre que entro al salón, esto porque no me agrada que me molesten, prefiero mantener distancia, aunque sí tengo amigos aparte de las chicas, pues ellas son mis compañeras, tengo amigos solo porque tuvimos que hacer equipo si no creo que jamás les hubiera hablado.
Enrique es mi agradable amigo, él es la persona que más aprecio pues habla mucho y me agrada que sea amigable, la primera impresión que me dio me hizo pensar que era gay, no obstante, cuando lo conocí mejor me di cuenta de que no era así. También está Matías, ese chico era mi amigo, antes lo consideraba mucho y él a mí, me encantaba que fuera tan atento conmigo, pero cuando me di cuenta de que no quería una amistad, todo se fue al carajo, odiaba sus celos, no éramos nada, pero él actuaba como si fuéramos una pareja. Me harte y le deje claro que no habría nada, pero como él no se apartaba tuve que hacerlo yo, después de eso, solamente hablábamos porque teníamos tarea de equipo, todo era sobre la tarea.
Cada que llego al salón puedo sentir las miradas de mis compañeros, me pregunto qué verán, sin embargo, me importa poco, de hecho, me encanta que no se metan conmigo, ellos pueden molestar a mis amigas, pero a mí no, además, no soy grosera, si ellos me preguntan algo de buena forma yo respondo, busco mantener la paz con mi grupo y lo bueno es que no he tenido problemas con ninguno.
Recuerdo cuando en segundo semestre, Melissa le pegó a mi compañero en la cara por estarla molestando, Kenia también había discutido con uno de mis compañeros, comenzaron hablando bien y luego terminaron gritándose groserías, lo bueno es que estábamos en el laboratorio y la maestra no estaba y el salón no dejaba que se escuchara tanto ruido. Mi grupo no aprecia a nadie, ahí todos se tratan mal pues cada quien tiene su grupo, no somos unidos.
Lila, tú siempre tarde.
Habló Melissa que ya estaba sentada, en frente de ella se encontraba Kenia, yo tenía mi asiento atrás de Melissa.
La puntualidad no se me da chicas.
Nunca se te dará si no te esfuerzas, Mencionó Kenia con seriedad.
Bien cambiemos de tema, dije para que ya no me molesten con eso.
Tenemos tarea para mañana.
Sí, ¿de qué?
De tres materias y hoy sabremos si tendremos más.
Dios, es lunes y ya tenemos tarea, dije recargando mi cabeza en el pupitre.
El maestro llegó y la clase transcurrió normal.
Cuando tenemos hora libre, nosotras y Enrique nos ponemos a ver K-dramas, Melissa descarga los capítulos y listo, lo vemos en su celular, ahí nos ves en una esquina todos apachurrados, lo bueno que está encendido el clima y así no da calor.
En el receso vamos a la cafetería por comida. Fuimos por nuestra orden y de regreso veo alguien especial.
Bebé.
Me acerco y le doy un beso en la mejilla.
Ella se limpia las manos y me mira con una sonrisa. Pensé que no vendrían.
Nosotras también pensamos eso, dijo Kenia.
Sí, la maestra se extendió un poco más, dije con aburrimiento.
Chale, pues no podemos hacer nada.
Comentó mi bebé encogiéndose de hombros.
Bien, las dejamos también, vamos a comer, provecho.
Les digo con una sonrisa y me retiro con mis amigas.
Hay una mesa que está disponible en el fondo y tomamos asiento.
Mi bebé se llama Mia, estaba con sus amigas comiendo, ellas siempre salen antes del receso porque su maestro les adelanta la materia, lo cual odio porque a nosotros no nos pasa eso. Por el contrario, la mayoría de veces nos sacan tarde.
Mira Melissa, ahí va tu amor, dijo Kenia con burla.
Sí, ahí va, dijo ella suspirando.
Ay amiga, no sé qué le viste, digo con aburrimiento, esto siempre pasa cuando lo vemos que ya me aburre la escena.
Le vi lo que todas le vieron, ella se expresa con una sonrisa.
Kenia y yo hacemos cara de desagrado, no comprendemos que le ven a Jessy. Es verdad que está guapo, pero no es para tanto, hay más chicos en esta escuela.
Nos ponemos a comer, pero odio que me miren cuando estoy comiendo, no almuerzo como cerdo, pero me incomoda, además de que es una falta de respeto. El maldito de Jessy está otra vez viendo hacia nuestra dirección.
Melissa supongo que ya conseguiste llamar su atención, digo seria.
No creo, él no se fijaría en mí, él tiene ojos para Celia.
Pues a mí se me hace que no es así.
Digo tranquila y golpeo con el codo a Kenia para que observe en donde estoy mirando. Ella levanta la vista y se da cuenta de lo mismo que yo, pero como no disimula, el tipo aparta la mirada y se pierde entre los demás alumnos.
No manches es verdad Meli, te estaba mirando. Habló Kenia, sorprendida y emocionada.
Meli se pone roja de la cara y se emociona, todos los módulos que restaron tuvo esa sonrisa de loca enamorada.
Melissa, ¿estás prestando atención a la clase?
Habló el maestro con tono fuerte, esa chica seguía idiotizada, miré mal a Kenia, por culpa de ella se encuentra así, debí haberme guardado lo que vi, pero ya era tarde, también era mi culpa.
Tuve que mover a Melissa del hombro para que reaccionara, neta, esa chica está en las nubes.
Wey reacciona, dijo Kenia por lo bajo.
Sí maestra, disculpe.
Dijo al instante porque la moví fuerte, lo que dijo me hizo darme un zape mental, el maestro la miró molesto, sin embargo, no dijo nada y continúo hablando.
Todo mi grupo negaba con la cabeza, que vergüenza.
La clase terminó, ¡gracias a Dios!, ya quería salir, metimos nuestras cosas en la mochila y salimos del salón. Esta vez nos fuimos en taxi con Enrique, ahora éramos cuatro. Él adelante y nosotras tres atrás.
Sabes que te amo Lila.
Meli está abrazándome, ella es tan empalagosa, odio eso de ella.
Bien, pero ya puedes soltarme, dije mientras la alejaba.
No seas mala, puso una cara triste.
No soy mala, pero sabes que no me gusta recibir tanto cariño.
Intentaba alejarla, sin embargo, esta, más se acerca a mí, parece chicle.
Cuando menos lo esperé me dio un beso en la mejilla y se alejó rápidamente, suspiré rendida, ella constantemente hacia eso, aun así, no terminaba de acostumbrarme. Kenia solo reía y yo la miré feo, para la otra me sentaré en una esquina, estar alejada de ella es mejor.
Regresé a casa ya cansada, mañana temprano haría la tarea.
Mamá ya llegué.
Avise como siempre que entro a la casa.
Mamá no está, dijo Yusma que estaba en la cocina haciendo su tarea.
¿Y a dónde fue?
No lo sé, ya sabes que aparece y desaparece.
Tiene razón, así es de misteriosa mi madre.
Okay, voy a mi cuarto.
Comencé a avanzar.
Si Quetzal pregunta por sus plumones dile que yo los tomé.
Me gritó porque no me detuve.
Está bien.
Igual grité para que me escuchara.
Llego a mi cuarto y está hecho un caos, parece que pasó un tornado por aquí.
¿Qué carajo pasó?
Lo siento hermanita, estoy buscando mis cosas.
Me tomó de la pierna y salió debajo de la cama.
Es mi cuarto, se supone que tus cosas están en el tuyo, ¿por qué estarían aquí?
Hablé molesta porque dejar todo acomodado para solo llegar y acostarme es lo que me hace feliz, pero con este desastre no podré descansar.
Se supone, aunque ya busqué y nada que aparece.
Su voz tierna es actuada, eso me molesta. Quiere que no me enoje, pero eso no pasará.
Estás buscando tus plumones, ¿no es verdad?
Mencioné más tranquila.
Sí, ¿dónde están?
Habló desesperada, como si esos plumones valieran tanto.
Yusma los tiene.
Esa hija de su madre, los toma sin permiso y por culpa de ella estoy buscando como loca creyendo que los he perdido.
Ahora está molesta.
Bien, entonces lárgate.
Sí, ya me voy.
Comenzó a caminar hacia la puerta, pero la cerré antes.
¿Qué?, habló ella como si no olvidara algo.
Como que, ¿qué?, se te está olvidando limpiar mi cuarto.
¿Por qué?, si no moví casi nada.
Colocó sus manos detrás de su espalda.
Casi nada, moviste todo Quetzal y no sales hasta que no lo dejes como estaba.
No, deja que lo haga al rato.
Al rato se te va a olvidar, lo siento hermanita, debes acomodar tu desastre.
Ella se quejó, a pesar de eso la ignoré, hizo un momento berrinche y luego se puso acomodar, me quedé parada observando que todo lo dejara en su lugar, cuando terminó me miró con odio, sé que es molesto, pero no le ordene que desacomodara mi cuarto.
Ya te puedes ir.
Abrí la puerta y cuando pasó por mi lado me dijo, bruja, le contesté, igualmente y salió.
Cerré la puerta y me cambié el uniforme por ropa holgada.
Terminé y encendí el ventilador, me acosté en mi cama.
Mamá llegó dos horas después. Sirvió la cena y nos llamó. Al salir me topé con mi padre.
Señor.
Señorita, dijo él con una sonrisa.
Apúrense que no tengo su tiempo.
Gritó mamá muy enojada y, papá y yo nos miramos y asentimos.
Córrele.
Dijimos al mismo tiempo. Avanzamos más rápido y en la sala nos topamos a mis hermanas.
¿No se supone que deberían estar ayudando a su madre?
Papá habló serio.
Se supone, pero nos cansamos de esperarla.
Habló Yusma con toda sinceridad.
Es verdad, dijo que solo iba por las tortillas, pero se tardó tanto que pensamos que hasta fue hacerlo.
Quetzal lo dijo con tono de burla, sin embargo, es cierto.
Que chistosas.
Papá lo dijo tranquilo porque sabe que es verdad que mamá es así.
Es la última que les hablo.
Grito más fuerte mamá y nos asustamos.
Ahora sí, ya valimos, apúrense.
Hablé para que avanzáramos porque nos quedamos como tontos ahí congelados.
Todos reaccionaron y caminamos para llegar a la cocina, entonces mamá estaba en medio de la puerta. Ahora sí creo que hay un problema.
Tiene una mirada que da miedo, parece asesina con esa mirada.
Papá, ¿no había una mujer más relajada?
Susurró Quet y una sonrisa se quería asomar en su rostro.
Cállate o te escuchará.
Hablamos en tono bajo Yusma y yo.
Se callan mocosas.
Mamá evidentemente está enojada y lo peor es que para calmarla es muy difícil.
Alguien debe sacrificarse.
Mencionó papá con voz muy baja.
Tú.
Dijimos las tres al unísono. Papá nos miró mal, pero qué espera de nosotras si sabe cómo somos.
Mamá carraspeó para llamar nuestra atención.
¿Quién pasa primero?, dijo en un tono serio que hasta escalofríos nos dio.
Miramos a papá y él volvió a mirarnos feo. De seguro está arrepentido de tener hijas tan crueles, pero si él es capaz de abandonarnos ¿por qué nosotras no?
Entonces en ese horrible momento, alguien toca la puerta principal y ella se dirige para abrir.
Todos dejamos salir el aire que estuvimos conteniendo frente a mamá.
Fuimos salvados, gracias a Dios, pensé. Eso era bueno hasta que nos dirigimos a la sala y vimos a cuatro pequeños demonios con esas sonrisas diabólicas.
Mierda, dijimos los cuatro en tono bajo.
Esta noche será muy larga, comenté sin ganas.
Voy a ponerle seguro a mi puerta, mencionó Yusma.
Yo voy a ponerle candado, dijo Quet.
Yo me voy con mis amigos, dijo papá y lo miramos feo. ¿Qué?
Como que, ¿qué?, es tu hermana, dijimos las tres.
¿Y eso qué?, contestó él sin darle importancia.
Y luego te quejas de que no nos amamos.
Dijimos y fuimos a saludar a nuestra tía y nuestros primitos.
Cenamos con ellos y luego nos dirigimos a nuestro cuarto, por suerte, ellos solo estuvieron de paso, si no creo que no hubiéramos dormido en paz.
Download MangaToon APP on App Store and Google Play