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Pon A Prueba Mi Virginidad #1Imposibles

El suceso

"Por favor dime que aún eres virgen", hace una semana esta frase se ha vuelto la más usada el Blackburn, un pueblo chico regido por leyes y religión, por todos los padres de familia desesperados; el Mention College es el único colegio del lugar y asisten todos los jóvenes que viven aquí, hace una semana se descubrió que sus bellas estudiantes iban no solo a estudiar sino también a perderse en el baño con sus atractivos alumnos, un hecho lamentable ya que en la religión de nuestro pueblo una de las normas es llegar virgen hasta el matrimonio o te consideras una mujer impura y desgraciada, los hombres no pueden aceptar casarse con una mujer impura se considera un crimen, nosotras como mujeres sufrimos la muerte y el desprecio si no seguimos la ley.

Todas las familias han viajado a la ciudad con sus hijas para que se realicen la "prueba de virginidad" suena demasiado aterrador y ofensivo para una mujer, algunas de las familias no regresaron aún al pueblo mientras que otras volvieron con caras muy largas, es desolador haber asistido a 10 muertes en tan solo 7 días y es que la crueldad de la gente supera los límites.  No voy a mi mentir mi padre y mi madre viajarán conmigo en el próximo vuelo, no confían del todo en mí, no sé cómo sentirme por un lado quiero que ya se enteren de que digo la verdad y por otro me duele que no puedan creer en mi palabra.

Han pasado ya cuatro horas y el avión ya ha despegado...

- Cielo despierta, ya llegamos - La voz de mi papá me trae a la realidad, abro ligeramente los ojos y veo el rostro del viejito más hermoso de la tierra - Ya hemos llegado hija, levántate.

Me levanto del asiento y busco en el espacio para guardar las maletas un pequeño bolso rosado, es el único equipaje que traje solo me voy a quedar unos días en la ciudad.

Al llegar al hotel pude descansar con más tranquilidad, mañana iremos a hablar con el médico sobre el costo de la prueba y que me haga algunas preguntas solo espero acabar pronto con esto porque es bastante molesto.

Al día siguiente partimos de camino al hospital al llegar mi padre recibió una llamada de negocios y tuvo que irse dejándome sola con mi mamá.

- Camina, llegaremos tarde - Me dice mi madre con un tono demandante y me empuja con mucha fuerza haciendo que mi débil cuerpo caiga de cara al piso del frío lugar, el golpe lo amortiguan mis manos y rodillas, pero desafortunadamente no lo hacen a tiempo y mi cara choca contra el liso suelo, fue muy fuerte el golpe y no me puedo volver a poner de pie, suelto varios quejidos de dolor y siento caer de mi cara gotas y logró saborear algunas reconociéndolo como sangre, de la nada en mi campo de visión aparece un chico con bata blanca corriendo hacia mí que grita:

- Ayúdenla el golpe fue muy severo.

El chico finalmente llega a mí y me toma entre sus brazos, comienza a caminar casi corriendo y me mira.

- Vas a estar bien, sujétate de mi cuello para que no te caigas. - Lo obedezco y cruzó mis brazos alrededor de su cuello, puedo sentir su aroma, reposo mi cara sobre su pecho arde un poco por las heridas, pero me aguanto porque estar así me da mucha tranquilidad, cierro mis ojos lentamente siento que solo pasa un segundo - Siéntate, revisaré tus heridas - Me suelta dejándome sentada en un camilla y mi madre vuelve a aparecer en mi campo de visión.

- Ella se tropezó, ¿va estar bien? - Dice mi mamá, dirigiéndose al chico.

- Tranquila señora, ella va estar bien.

Él se acerca a mí y me mira con una sonrisa, su rostro es fascinante, sus facciones son perfectas, sus ojos son azules con pequeños destellos verdes y sus labios son carnosos con un color rojo natural pero muy potente.

- ¿Te duele mucho? - Me pregunta limpiando mi rodilla.

- No, solo arde un poco - Le digo y el vuelve a sonreír, ¡Dios que sonrisa tan perfecta!

- Eso es por el alcohol, es el mejor desinfectante que existe para limpiar las heridas.

Él sigue limpiando mis heridas rodillas, cuando termina toma mi mano y limpia mis rojas palmas.

- No fue tan duro el golpe en tus manos.

Termina de limpiar mis palmas y toma mi cara con mucha delicadeza, pasa una gasa con alcohol por las heridas y yo suelto un grito que dejó sordo a medio hospital.

- Disculpa no quise lastimarte, si arde mucho puedes morder - Me dice mostrándome su mano, yo la tomo ligeramente - ¿Lista? - Yo solo asiento con la cabeza, inmediatamente el pasa de nuevo la gasa por las heridas de mi rostro y yo muerdo con tanta fuerza su mano que queda morada, pero a él parece no dolerle, solo sigue limpiando y me da una sonrisa relajante, muerdo su mano repetidas veces.

- Terminamos - Me dice separándose de mí y acercándose a mi madre - Señora, ella está bien, afortunadamente es muy fuerte y tiene buena piel, dentro de 3 días no tendrá ningún rastro de herida. - Lo dice sonriéndole a mi madre, se voltea y se acerca de nuevo a mí - No te preocupes, pronto estarás mejor, no te rasques las heridas.

- Gracias - Le digo con una sonrisa de agradecimiento, él se da la vuelta y se va.

Mi madre se acerca a mí...

- Maldita niña, ¿por qué eres tan descuidada?, recuerda que si alguien te pregunta te tropezaste, no me metas en más líos - El tono de mi mamá es frío y arrogante.

- Si señora - Respondo de mala gana.

Me paro con cuidado de la camilla y salimos de la pequeña habitación volviendo así a la sala de espera del hospital.

Hola de nuevo

Finalmente nos habían llamado para que pasáramos al consultorio, estoy un poco ansiosa, quiero probar que no digo mentiras, pero sé que esta reunión es solo para ajustar el costo de la prueba y para hacerme algunas preguntas. Seguimos caminando en dirección al consultorio, al llegar me siento en una silla a esperar que llegue el doctor, según lo que nos dijeron el señor que me va a atender tiene unos 40 o 50 años; escucho unos pasos acercarse y empujan la puerta del consultorio y me giro para ver quien es…

El chico de hace un rato…

- Buenos días, el doctor Huertas no pudo venir se le presento un inconveniente y me mando a que atendiera el caso de la señorita – Dice él sin levantar la mirada, se está revisando cuidadosamente la mano, tiene mis pequeños dientes marcados, ¡qué vergüenza!

- Bue…buenos días – Él alza ligeramente su cabeza y me mira cuando se da cuenta de quién soy baja su mano y me regala una sonrisa.

- Es usted; mire mi hija y yo no tenemos tiempo de charlas, queremos saber si ella todavía es virgen, así que haga lo que tenga que hacer, pero hágalo rápido – Dice mi mamá con un tono demandante.

- Claro, el proceso de prueba de virginidad es muy sencillo se lo explicare más a fondo para que me entienda – Se sienta en la otra silla detrás de la mesa - Una prueba de virginidad es el procedimiento para determinar si una mujer es virgen, es decir, si nunca ha tenido relaciones sexuales. La prueba consta de una inspección del himen, dando por hecho que solo puede romperse como resultado de un coito. – Eso suena muy raro, pero él lo dice con tanta tranquilidad. - ¿Me entiende señora?

- La verdad es que no. – Contesta mi mamá un poco confundida.

- Tendríamos que hacer un procedimiento para saber si su hija aún tiene el himen intacto.

- Y, ¿Cuánto exactamente puede costar eso?

- Verá, en este país ese procedimiento está prohibido, se considera una falta de respeto hacia la moralidad e intimidad de una mujer, así que será imposible hacer la prueba.

- Eso no puede ser posible, unos conocidos hicieron la misma prueba con sus hijas y fue en este mismo país, es más en esta misma ciudad.

- Entonces sus conocidos se sometieron a procesos ilegales y si las jóvenes no estaban de acuerdo con la prueba los pueden demandar, ¿no le parece una pena ir a la cárcel por no creer en sus hijas?, porque me imagino que lo hicieron por que no creyeron en sus hijas o ¿me equivoco? – En ese momento la cara de mi madre se puso tan roja de la rabia que parecía que iba a explotar, yo sabía que si no la defendía más tarde estaría en problemas.

- Yo estoy totalmente de acuerdo con hacerme esta prueba, si ellas no lo estaban será problema de ellos – Se lo digo con una sonrisa y un tono amable –  y ¿no hay manera de hacer que lo aprueben o algo por el estilo?

- Puedes conseguir un permiso para que la prueba se haga con consentimiento del gobierno, pero eso tomaría mucho tiempo y la señora me dio a entender que era lo que menos tenían – Me dice devolviéndome la sonrisa, mi mamá cada vez se ponía más roja y en su mirada se veía que quería matar a alguien.

- Esperaremos, esta prueba es demasiado importante para mi futuro.

- Bueno entonces consigan el permiso y cuando lo tengan en este hospital podrá hacerse la prueba.

- Gracias.

Él se levanta de su asiento, se despide con la mano y se pierde en la entrada de ese frío consultorio.

- Mamá, ¿Estas bien?

- No me llames mamá sino hay nadie más con nosotras, cuántas veces tengo que recordártelo – Con tono muy arrogante.

- Sra. Morrison, le pido una disculpa, ¿se encuentra bien? – Digo rectificando mis palabras

- Si niña, estoy bien.

La Sra. Morrison es la esposa de mi papá desde que mi madre murió y se ha encargado de hacerme la vida miserable, por supuesto ante mi padre se comporta como un angelito ella sabe que él no dudará en mandarla con una patada al otro lado del mundo, yo soy lo más preciado para él.

Salimos del consultorio y me dirijo al baño, pero como tengo tanta mala suerte me pierdo en el inmenso hospital. Camino y camino, parece que en círculos porque siempre llego al mismo lugar, subo unas escaleras, por el pánico no me doy cuenta y me tropiezo con una persona.

- Auch – Exclamo tocando mi cabeza y cerrando mis ojos.

- Discúlpame no te vi – Me dice una voz varonil y muy amable.

Decido alzar la cabeza y abrir mis ojos… Ven a un hombre guapísimo ojos color miel, cabello rojo perfectamente peinado hacia atrás, nariz perfilada y buen rostro, aunque no tan bueno como el chico de hace un rato.

- Tranquilo, yo tampoco te vi.

- ¿Te lastimaste?, ¿Por qué tienes tantas heridas?

- No te preocupes, me tropecé eso es todo, ¿Me podrías hacer un favor?

- Claro!

- ¿Dónde queda el baño?

Me da algunas indicaciones le agradezco y emprendo mi camino al sanitario. Al llegar escucho a dos chicas murmurar…

- Es guapísimo, seguro que tiene novia – Comenta una de las chicas.

- A mí no me importaría arruinar su relación – Comenta la otra soltando algunas risitas.

Me lavo las manos y salgo de allí, mi cara arde al igual que mis rodillas y mis palmas que al hacer contacto con el agua solo arden más, es insoportable y dejo caer algunas lágrimas de dolor empañando mi vista tanto que vuelvo a tropezarme con alguien…

- Hola de nuevo – Puedo reconocer esa voz - ¿Por qué lloras? – Con sus dos manos agarra mi cara y sus pulgares limpian mis lágrimas, mis ojos se encuentran con los suyos, ¡que hermoso azul!, me dejo perder en ese espectacular mar con destellos verdes - ¿Te sigue doliendo? - Yo asiento con mi cabeza sin romper la charla entre nuestros ojos - ¿Quieres que te revise de nuevo? – Su voz empieza a ser un susurro y cada vez está más cerca de mí, mi corazón late con tanta fuerza que siento que se me va a salir por la boca – Si te duele mucho puedes morderme cuando quieras – Esas palabras hacen que toda la sangre suba a mi rostro, estoy más roja que un tomate – Yo… - Es interrumpido por una voz muy enojada

- ¿Qué está pasando aquí? – Es la Sra. Morrison, me separo de él lo más rápido posible.

- Nada mamá, es solo que…

- Cállate!!, nos vamos ya mismo Karla

- Sí, mamá.

Me voy con la Sra. Morrison y no me atrevo a mirar atrás; llegamos al hotel y subo a mi cuarto a descansar, reposo mi espalda sobre mi cama, cierro mis parpados, a mi mente vienen ese par de ojos azules y antes de darme cuenta me he quedado dormida.

El cuestionario

Alan.

- Haz un buen trabajo, demuéstrame que eres un verdadero doctor y entonces te felicitaré por tu esfuerzo – La voz de mi padre es imponente, pero sin ningún tipo de emoción.

- Es decir, ¿me vas a dejar a la paciente que ni siquiera es capaz de recordar si es virgen?

- Parece que entendiste, ahora vete y déjame trabajar.

Entro a mi habitación y un largo suspiro deja mis labios, después de un baño reposo tranquilamente en un sofá al lado de mi cama, miro por la ventana a la hermosa luna, me quedo así por unos minutos, ¡¡pap!! (abren de golpe la puerta)

- ¡Te odio!, Eres un ¡¡IDIOTA!! – Su voz se rompe, está llorando; coge un pequeño libro que hay en la mesita de noche y me lo lanza, afortunadamente tengo buenos reflejos así que logro tomar el libro en mis manos antes de que caiga directo en mi cara.

Karla.

Es otro día, volveré a ir al hospital a que me hagan las preguntas necesarias para empezar según eso con el procedimiento y mañana iré a averiguar lo del permiso.

- Hola cariño, ¿puedo pasar?

- Hola papá, pasa.

- Hija – Mi padre se acerca a mí y toma mi cara entre sus manos, me da un beso en la frente y me mira directo a los ojos, en su mirada hay destellos de dolor con una potente tristeza – Desde que tu madre murió nunca te he preguntado ¿cómo estás?, ¿a dónde vas?, ¿cómo te sientes?, ¿te agradan mis decisiones?, ¿quieres esta vida? – Cierra lentamente su parpados y suelta mi cara, se aleja un poco de mí – Yo sé que mis decisiones tal vez no son las mejores, pero trato de que seas feliz; tu madre era la luz de mi vida, cuando murió dejo un vacío que nunca se va a poder llenar, estaba hecho una depresión andante y no quería que tú me vieras así por eso me refugie en el trabajo, sé que te descuide mucho entonces me casé con Sandra para que tuvieras una amiga, alguien en quien confiar, con quien hablar, alguien que te devolviera la luz – Su voz se rompe y pequeñas lagrimas brotan por toda su cara – No me comporté como debía, pero no lo hice con mala intención, siempre serás lo más importante para mí, nadie nunca va a remplazar a tu madre, se nota que te incomoda mucho llamar mamá a Sandra, hija, llámala por su nombre – No puedo moverme me he quedado quieta todo este rato – Confío en ti, no tienes que hacerte esa prueba si no quieres, sé que respetas mucho tu religión; perdóname por todo el daño que te he hecho, déjame remediarlo.

- Papá no tienes que pedirme perdón, tu eres mi luz y no necesito a nadie más – Me acerco a él y le doy un fuerte abrazo – Me voy a hacer la prueba, quiero mostrar con argumentos y evidencias que soy virgen, los mentirosos huyen, los honestos argumentan. Te quiero papá.

- Yo también te quiero.

El abrazo termina y después de esta dolorosa conversación, nos dirigimos a desayunar en un pequeño restaurante del hotel, los meseros visten muy elegante, las mesas son negras dándole un toque de finura.

- Buenos días, este es el menú, yo tomaré su pedido – Es un mesero, muy guapo, ojos azabaches (negros con pequeños destellos claros), cabello negro con mechones azul oscuro, alto, piel trigueña; nos dice pasándonos el menú, lo tomo y reviso cuidadosamente la carta (Entradas y ensaladas:

Ensalada de amor del paraíso\= manzana, piña, papaya y mango; Ensalada sexy de siete colores\= lechuga, zanahoria, tomate, maíz, remolacha, aguacate y aceitunas; Ensalada griega\= tomate, queso de cabra, cebolla, pasas y orégano. Platos principales: Arroz con setas y algas\= arroz integral salteado con algas; Berenjena de la toscana\= berenjena rellena de pimiento rojo, crema de tofu y garbanzos; Buñuelos de calabacín\= tomate, queso de cabra, cebollas, pasas y orégano; Hamburguesa de tofu\= Hamburguesa de tofu con guarnición. Postres: Bizcocho vegetariano\= bizcocho relleno de yogur de soja, arándanos y castañas; Jugo de frutas del bosque: frambuesa, mora, arándanos y fresa; Jugo depurativo\= espinacas, pepino y limón; Jugo de fruta natural\= zanahoria, tomate, naranja y manzana).

- Yo quiero un jugo de fruta natural y una ensalada de amor del paraíso – Le digo mirando la carta.

- ¿Desean algo más?

- Yo solo quiero un jugo depurativo y nada más – Dice Sandra.

- Yo deseo un bizcocho vegetariano – Dice mi papá con una sonrisa en sus labios.

- Enseguida se los traigo – Dice el chico y se retira.

- Después de desayunar iremos al médico a que te hagan algunas preguntas, ¿estas lista, linda? – Dice Sandra acariciando mi cabello y dándome una sonrisa falsa por supuesto, no puedo creer lo bien que puede actuar en frente de mi padre.

- Si, Sandra, gracias por la preocupación – Le devuelvo la sonrisa y una expresión de confusión y enojo se torna en su cara.

- ¿Por qué me llamas así?

- Yo le dije que lo hiciera si se siente más cómoda – Dice mi papá entrando en la conversación.

- Oh!, claro solo que me sorprendió, pero si te sientes mejor así yo estaré bien – Dice Sandra con una sonrisa, pero se le nota que está enojada.

- Voy al baño ya regreso – Digo levantándome de la mesa, me giro doy un paso y ¡¡pap!! (vidrios rotos, jugo regado en la blusa de Karla, bandeja caída, comida en el piso y un poco en el pantalón de la chica, unos hermosos ojos azabaches apenados y dos rostros un poco cerca demasiado como para alarmar a Karla)- Lo siento mucho, señorita no la vi, por favor discúlpeme

- Jajajaaj – Río abiertamente – No te disculpes fue mi culpa, tranquilo, pagaré lo que se rompió, cálmate.

- Gracias señorita – Dice en voz baja agachando la cabeza – Iré por el pedido de nuevo, le aseguro que yo lo pagaré no se preocupe.

- Claro que no, no dejare que pagues por algo que no hiciste, esto es mi culpa, pero si no te importa debo ir al baño ahora – Salgo corriendo rápidamente del lugar ya no aguanto.

Al regresar a la mesa parece que ya han recogido y limpiado todo, han traído de nuevo el pedido veo una ensalada y un jugo en el mi lado de la mesa, me siento, tomo mi vaso y acabo con todo, tenía mucha hambre.

Una vez hemos terminado de comer salimos del hotel, tomamos un taxi, llegamos al hospital y en sala de espera esperamos a que me llamen.

- Hija, de verdad no tienes que hacerlo, si no te sientes cómoda con alguna pregunta no la respondas, ¿Está bien?

- Si papá tranquilo, pero quiero pedirte algo.

- Pídeme lo que quieras.

- Me gustaría pasar sola al consultorio.

- Claro hija, Sandra y yo te esperaremos acá.

- Gracias papá.

- Karla Morrison Herrera, sala 3 – Dice una la voz detrás del mostrador.

- En un rato regreso – Digo, me dirijo a la sala 3 que es lo mismo que un consultorio, empujo la puerta y mis ojos esperan ver a un señor de edad, mi corazón no desea pasar por esta vergonzosa situación en frente del guapo chico de ayer, pero mis expectativas se van al suelo cuando veo al hermoso hombre detrás del escritorio.

-Bienvenida de nuevo – Sus ojos se encuentran con los míos y dejo de respirar perdiéndome en ese maravilloso azul– Parece que tus heridas mejoraron – “Si te duele mucho puedes morderme cuando quieras” estas palabras retundan en mi cabeza y todo mi rostro se torna rojo - ¿No vas a pasar? – Me he quedado parada en la puerta como una estatua.

- Este… Si claro – Entro y me siento en una silla enfrente del escritorio.

- Bien empecemos, primero me quiero presentar no he tenido oportunidad de hacerlo, mi nombre es Alan Müller Martin, mi padre es alemán y mi madre es francesa por eso lo apellidos.

- Yo me llamo Karla Morrison Herrera, mi madre es vasca y mi padre es inglés.

- Lindo nombre.

- Gracias.

- Ahora si empecemos con la primera pregunta, no viene en el test, pero ¿ya tienes el permiso?

- No, mañana iré a pedir que me lo den.

- Bien, ¿Qué tal esta tu menstruación?

- Todo está en orden, me llego como de costumbre.

- ¿Estás de acuerdo con un examen de sangre, para verificar el sangrado de un himen roto?

- No tengo ningún inconveniente con eso.

- Esta pregunta es algo incoherente si vas a hacerte la prueba, pero dudo que no lo sepas, ¿eres virgen? – Su pregunta me toma totalmente por sorpresa, no digo ni una palabra – Si no estás cómoda no la contestes no hay necesidad.

- Claro que estoy cómoda es solo que me ha tomado por sorpresa, sí, soy virgen.

- Entonces ¿Por qué hacerte la prueba si estas tan segura?

- Asuntos personales, me parece que es algo que no te incumbe.

- Como doctor me interesa saber qué problema está afrontando el paciente.

- No estoy afrontando ningún problema, necesito el papel que diga que soy virgen para hacer un trámite personal, eso es todo, y como se está metiendo en asuntos tan irreverentes me imagino que ya acabamos.

- No, no hemos acabado. ¿A presenciado rastros de moretones, chupones, rasguños, mordiscos entre otras heridas ocasionadas manualmente?

- Si, pero son de mi madre cuando la hago enojar nada más – Tengo rasguños por todo mi pequeño cuerpo, Sandra me ha hecho mucho daño, cuando tenía 12 años ella me tiro por las escaleras de mi casa, al ver que no me había pasado nada se enojó y comenzó a arañarme, me jalo el pelo arrastrándome por el piso, fue una situación muy dolorosa y horrible cuando mi padre volvió del trabajo ella le dijo que unos estudiantes me lo habían hecho jugando en el colegio - ¿Alguna otra pregunta?

- ¿Has sentido ardor, como si algo se rompiera dentro de ti, en tu parte baja?

- No.

- ¿Cuántos años tienes?

- Tengo 17 años.

- ¿A qué edad comenzó tu menstruación?

- A mis 10 años.

- Ok Karla, hemos terminado, cuando tengas el permiso vuelve a agendar una cita.

- Esta bien.

- No olvides cuidar tus heridas, no te rasques, te recomendaré una crema buena para cicatrizar la piel y mañana todo estará olvidado vas a ver – Toma un esfero, un pequeño pedazo de hoja y escribe – Esta es la crema, si al salir del hospital giras a la derecha y caminas dos cuadras encontraras una farmacia, ahí la venden – Dice entregándome el papelito.

- Gracias – Me paro de la silla – Hasta luego.

Camino hacia la puerta tomo el gatillo me ganan y entra el hermoso chico de ojos miel y cabello rojo, sus ojos se encuentran con los míos, pero inmediatamente corto la conexión bajando la cabeza.

- Hola, que bueno verte de nuevo – Dice dirigiéndose a mí.

- Hola – Digo un poco apenada.

- Marco, ¿Conoces a esta chica? – Alan muestra un tono de confusión.

- Si, nos conocemos, digamos que fue un choque inusual – Dice Marco, no puedo evitar reír ante su comentario y levanto la cabeza, digamos que soy pésima guardándome la risa.

- Jajajaaj - Río abiertamente y el me ríe conmigo.

Los movimientos de Alan son rápidos y en un segundo está a mi lado enfrente de Marco.

- Ella ya se va, ¿necesitas algo? – Dice en un tono un poco molesto.

- No necesito que me eche doctor yo me voy solita – Paso por el lado de Marco y antes de salir por la puerta susurro – Un gusto Marco. – Él sonríe y salgo por la puerta abruptamente.

Alan.

- ¿Qué quieres?

- Oye quita esa cara no te he hecho nada – Dice Marco pasando a sentarse en frente del escritorio yo lo sigo y me siento detrás de este.

- ¿Qué necesitas? – Le digo en tono arrogante y cansado.

- Hay un paciente muy intenso, podrías darme una receta para su enfermedad.

- ¿Qué enfermedad es?

- Son celos, ¿Qué hacemos con eso?, el paciente está muy mal – Ríe.

- No tengo tiempo para tus bromas.

- Esta bien, escucha, mañana llevare a Dina al cumpleaños de mi hermana y se la voy a presentar espero que se llevan bien.

- Hasta que te atreviste, te deseo suerte con esas dos no vaya y sea que se agarren de los pelos – Río.

- Jaja (ríe sarcásticamente), te aseguro mi hermana dijo que ya lo había superado y no puedo romperme solo porque no funciono, ¿Entiendes?, y déjame en paz

y no molestes más con eso.

- Bueno, tranquilo, no quise causarte estragos en una relación que era imposible, lo siento.

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