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Faernes

La niña abandonada

Nota del autor: Esta obra para mi lástima me obligaron a censurarla, por lo  que solo se subirá la primer saga. Si alguno gusta leer la segunda saga de faernes, los invito a wattpad, en donde empezará a subirme mensualmente a partir del 3 de enero del 2023.

Una vez más me disculpo, esta plataforma no me ayuda a subir la historia completa, a pesar de que muchas partes son super importantes.

Espero disfruten la historia, o bueno, lo que me dejaron subir jsjsjsjsjsj.

Si tienen dudas me pueden preguntar por facebook como: Luis Diego Salas Solano. Con gusto les voy a responder y mandar los caps sin censura ya que para mí, ustedes mis lectores son muy importantes y los únicos caps con censura fueron el 9 y el 12.

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El universo, tan grande y vasto, tan bello e incomparable, guardián de los misterios más grandes y las bellezas más inimaginables, inalcanzables, que están fuera de la mente y no han subido aún al pensamiento humano, ya que intentar resolverlas o comprenderlas podrían desquiciar a cualquiera. El misterioso, el magnífico, el que guarda las riquezas más incontables ya que son prácticamente infinitas.

––Tengo miedo, me duelen mis alas, están en llamas.

––Tranquila, yo estoy a tu lado, a mí también me duelen las mías.

En el universo existen dos tipos de seres, los Viltris, cuyo propósito es el de edificar todo lo que hay, desde planetas hasta los miles de millones de especies que hay en cada uno de ellos; las grandes estrellas que comparten su luz en la oscuridad del cosmos, hasta las constelaciones y estrellas fugases que se pasean por este mismo.

––Quiero permanecer a tu lado, me alegra haber vivido siempre en tu compañía.

––A mí también me agrada estar contigo, siempre te amaré.

También existen los Hilents, cuyo propósito es aniquilar todo lo que ya no sea necesario, usan cualquier método y tienen muchas estrategias bajo sus mangas, desde los agujeros negros hasta las inmensas explosiones.

––Sabes, ahora que estamos así… nada me importa, es como… como si el tiempo no existiera.

––Yo opino lo mismo, hubiera preferido estar condenado y sufriendo por toda la eternidad, a nunca haberte conocido.

La tierra de Faernes fue edificada por dos creadores, ellos brindaron dos energías que mantendrían el balance y la paz.

––Sabes, ahora que lo veo, el espacio no es tan frío y oscuro como siempre lo vi.

––Tranquila, no te preocupes ni te pongas triste, solo… sigamos bailando hasta ya no poder.

Dicho planeta tenía algo de distinción, ya que en el seno de su tierra pusieron la fuente de la energía de los dioses reducida para comprensión de seres más bajos de mente y pasó a llamarse Aura. Las hadas, los humanos y las mágicas y no mágicas criaturas vivían en completa paz.

Los creadores de la tierra la dejaron. Su luz pasó a ser parte del infinito universo, pasaron a ser parte de los miles de trillones de estrellas que adornan ese cosmos, pero… no todo se fue, ya que antes de abandonar su creación encargaron a tres espíritus, de cuidar y velar por la paz de la tierra de Faernes. Muchos siglos pasaron desde que los tres espíritus nacieron…

... ...

Los árboles extendían sobre el sol sus copas, ramificando sus verdes hojas sobre la luz que hacía de las suyas para pasar hasta la tierra, haciendo que aquel lugar dejara ver esos haces de luz que se entretejían por todo el silencioso lugar cual telas de araña en cuevas.

El silencio relajaba a Aurora, la tranquilidad de aquel lugar era abrumadora y para ella eso llegaba a caerle como anillo al dedo ya que disfrutaba de las sombras y el estar recostada en aquel árbol hacía despertar en ella un sentimiento pasivo que permanecía en su personalidad. Sus cabellos que cambiaban a tonos pastel alumbraban la sombra de aquel árbol y sus dos alas que cambiaban en los mismos colores cobijaban, haciendo que sus plumas cayeran al suelo.

Entre el silencio empezó a escuchar unos pasos que rompían y hacían crujir las ramas que eran arrastradas por el trinar del viento, el cual cantaba mientras arrastraba y arrebataba cual buitre las hojas más débiles. Aurora observó detenidamente y pudo ver a una mujer encapuchada, sus pechos se alzaban entre su vestimenta y andaba con confianza.

Venus retiró aquellas ropas y dejó que sus cuatro alas se alzaran y extendieran de forma majestuosa sus plumas blancas y negras, bañando con su sombra a algunas flores coral que nacían entre las raíces de los árboles.

––Y… ¿Cómo te fue? ––Cruzó sus piernas levemente y observó a Venus desde aquella sombra ubicada en las alturas de aquel árbol.

––Supongo que bien, tiene un hogar y estará bien cuidada.

––Me alegra, por lo menos logramos cumplir su última voluntad.

––Eso me conforta…––Observó a su hermana con más tranquilidad––. Venus.

––¿Sí? ––La tristeza se había mezclado entre su voz, era algo depresivo.

––Comprendo que estés triste, yo también, pero… … sabíamos las consecuencias y ella más que nadie.

Venus bajó su mirada hacia el pasto.

––¿Encontraste a Alba?

––No, busqué por todos lados, no está ni en los cielos ni en los mares, las sirenas no la han visto y menos las hadas, además… no creo que esté en las tierras de la luz.

––¿Te ayudo a buscarla? ––La ternura calaba entre aquellas palabras.

––No, no es necesario.

––Ella también está muy afectada, bastante, ya que era la más allegada.

Las palabras brotaron con un tono de tristeza que arrastraba propios pensamientos que… seguían en su memoria.

––Bueno, creo que nuestro trabajo terminó, debemos volver a nuestras labores.

––Venus.

––¿Qué sucede Aurora?

–– ¿Lograste resolver ese asunto?

Venus contempló en silencio los árboles y la pasividad de aquel lugar, algunas aves jugaban entre las ramas y sus plumajes resplandecían cuando pasaban por los haces de luz.

––Ella está mejor, aunque no era un asunto que me correspondía.

––Sé que tienes un gran corazón y sé que llegó sana y salva.

––Yo solo espero no haberme equivocado.

––Bueno, yo volveré a mis labores, tengo que darles color a los cielos… Venus… cuídate.

––Lo mismo digo Aurora… cuídate, nos volveremos a ver.

Mientras Venus se retiraba al mundo de los espíritus, en su mente se cruzó un pensamiento que fragmentó sus ideas con la misma facilidad en la que se fragmenta el vidrio con un despilaro, dejando que las esquirlas de sus dudas se esparcieran por los suelos.

––Más vale que funcione… de lo contrario; si ocurre lo de hace trecientos años no creo que esta tierra se salve, espero… … que todo salga bien, ya que si nosotras fallecemos… estas tierras estarán condenadas.

Aurora se retiró a patrullar los cielos que tenían por vestidura las esponjosas nubes que se manchaban de tonos anaranjados cuando el sol se despedía de las bellas tierras. Parecía que todo había terminado, la pesadilla en la que las tierras de Faernes se habían sumergido hace muchos años había llegado a su fin, las sombras que agobiaron en el pasado, pasaron a ser recuerdos pasajeros que se llevó el viento, los árboles ya no tenían un descontento y la nociva e inquietante imagen de los cientos de cadáveres que se esparcían por toda la tierra de Faernes, pasó a ser solo un recuerdo nublado del cual nadie quería volver a recordar.

Mientras Aurora se paseaba por los cielos montada sobre su nube, recordaba todos los bellos momentos que compartió con sus hermanas, recordaba el cómo les encantaba jugar al juego de reyes y pasarse horas haciendo estratagemas para lograr hacerse con el rey y ganar las partidas… lastimosamente… ella ya no estaba.

––Por lo menos puedo tener el consuelo de poder ver los cielos del cosmos, aunque no es justo–– Observaba los cielos mientras se acurrucaba en su nube—. ¿Por qué las magias son tan malas?

Conforme más ascendía, podía ver el cielo estrellado, pero para su desgracia, aquel nuevo cielo no podía ser explorado ya que su magia la mantenía ligada el planeta como si de una cadena se tratara. Observó las constelaciones y los colores del universo, su belleza era algo que siempre la mantenía enamorada y quería explorar y conocer todo lo que aquél misterioso lugar ocultaba para ella a plena vista.

Voló un poco y llegó a la isla flotante en la que ella solía vivir, le pasó de lejos y se dirigió rápidamente al templo en donde se encontraba aquella arma sagrada con la que había nacido. Al entrar, tocó la gigantesca puerta que tenía grabados celestiales, susurró en la lengua de los dioses y el grabado del dios abrió sus manos. La puerta se tambaleó y se abrió con fuerte estruendo, dejando pasar el sol que golpeó los suelos y rebotó por toda la sala central. Entró con suavidad a la cámara central, era enorme y esta tenía una gigantesca cúpula que hacía girar todo el mecanismo con el que funcionaba el templo, observó los inmensos engranajes y luego retuvo su mirada en la legión de querubines. El templo era tan enorme que la hacía lucir como una ratoncita recién nacida, pero también era muy majestuoso y estaba suspendido por los cielos para que ningún mortal pudiera alcanzarlo por

voluntad propia.

Se movilizó y se acercó a uno de los querubines. Este, al igual que los demás, estaba en uno de los engranajes de gravedad que lo mantenía atado y le imposibilitaba el volar. Pasó uno de sus dedos en la cara de aquella figura angelical.

––Creo que el no usarlos desde hace años los llenó de polvo, de no ser por la maquinaria, que mantiene en movimiento este lugar, sin lugar a dudas el templo sería un desastre, aunque debo mucho de ello al sol y las lunas.

Volteó nuevamente su mirada hacia el querubín que estaba completamente encadenado en el suelo. Los demás querubines se veían suspendidos en aquellas pequeñas plataformas de gravedad y la sala era gigantesca, fácilmente podían entrar ahí un ejército de doscientos mil soldados y faltarían aún más para poder llenarla por completo.

Aurora bajó hasta el suelo y se acercó al querubín, sus alas estaban encadenadas al igual que su cuello. Con su mano le acarició el rostro.

––Este lugar sin dudas es majestuoso, ustedes y su belleza son la joya de este templo, su poder de destrucción es increíble, pero, aun así, son inútiles para mí, no soy capaz de controlarlos a todos a la perfección, llevan guardados tanto tiempo. Los volvería a activar, pero, no son de mucha utilidad, quizá en un futuro lo vuelva a hacer, cuando necesite nuevamente de su ayuda, o cuando me canse de patrullar los cielos y me canse de

usar esta magia maldita.

Aurora salió de la enorme sala y se dispuso a entrar en la biblioteca, los libros de oro relucían entre los estantes, pero Aurora, después de meditar cerró la puerta. Continuó caminando y llegó a una gigantesca puerta con grabados del idioma de los espíritus.

––Lehirus trael.

Susurró y la joven, que era un dibujo de ella grabado en la puerta, comenzó a cantar.

––Iluintrae ed faer no extraustir dae mo.

El dibujo extendió sus manos y los grabados de la puerta se encendieron como lo hacía el carbón, provocando que la misma se abriera lentamente. Ahí, en esa sala, era donde Aurora guardaba todos los secretos que se le fueron negados a los hijos de la tierra, no por nada era la guardiana de los cielos.

––Creo que empezaré a acomodar todo… ––Exclamó mientras se rascaba la cabeza, luego soltó un bostezo y se acomodó en su nube nuevamente—. Otra vez.

Mientras ordenaba los pergaminos del cielo, Aurora se preguntaba cómo habrían de criar a la niña, sin duda, ese

pensamiento la había dejado con la miel en los labios.

Mientras ordenaba los pergaminos encontró uno muy curioso, uno en donde había grabados antiguos desde hacía muchos siglos. Abrió el pergamino y el papel dorado mostró para ella dibujos y escritos en la lengua muerta de los espíritus, en él habían varios dibujos: uno era de un sol, otro de una luna, otro de dos alas y el último de un árbol.

––Hacía siglos que no veía este pergamino… … Magia blanca del sol, de la luna, del cielo y de la tierra. Sin duda magias a las cuales su estudio fue buena inversión, me pregunto ¿qué tipo desarrollará esa enana? Aunque no sé si un humano pueda usar magia sin morir brutalmente, ninguno de su raza lo ha logrado.

Dio un largo bostezo y siguió con un poco de pereza ordenando los pergaminos. Ahí encontró todo tipo de cosas, hasta los canticos prohibidos de los cielos espirituales, aquellos que se ocupaban para poder ejecutar la Danza de las Hadas. Con delicadeza lo abrió y observó las letras y los grabados de las hadas mismas; ellas habían escrito eso mucho antes de que Aurora y sus hermanas nacieran.

––Un deseo…

Leyó la letra de la canción que estaba en Feérico antiguo. Cuando lo hizo, escuchó un susurro de una niña y el viento empezó a susurrar. Rápidamente cerró el pergamino, asustada, colocándolo en el estante más alto. Para su desgracia y estupidez propia, ella no lo había colocado de manera muy cuidadosa y este resbaló por estar mal colocado entre los demás.

Este le cayó en la cabeza y provocó un sonido hueco, rebotando y provocando que Aurora chocara con la estantería en donde tenía los demás pergaminos.

––¡Maldición!

Todo, al instante se tambaleó y se vino abajo como un castillo de cartas, los pergaminos se estrellaron contra el suelo y la dejaron enterrada, golpeándola en la cabeza más de diez veces, solo sobresalía su mechón el cuál se movía como una cola de perro.

Levantó temblorosa su brazo cuando el estante le cayó encima y golpeó la montaña de pergaminos, el sonido hueco de su cabeza era divertido, aunque el dolor que generaba solo produjo odio.

Salió para poder tomar aire y muchos pergaminos rodaron hasta el suelo, dejando solamente la cabeza de Aurora sobresaliendo entre todos ellos.

––¡No puede ser que deba empezar de cero! ––Su tono infantil resonó a manera de eco por todo el templo.

… …

En las tierras superiores, el anciano Celgris tenía un problema, ¿cómo demonios se suponía que él iba a mantener a una niña hiperactiva en un lugar como en el que vivía?

La habían abandonado, su madre no la quería y él desconocía los motivos, la pequeña se notaba saludable y parecía que no había nada malo en ella. La niña lo observaba con suma curiosidad y él, que nunca había sido padre, no sabía qué hacer, por lo que se puso a pensar. La tomó como si llevara toda la vida haciéndolo y se sentó con ella, la pequeña estaba en su regazo y seguía mirándolo con intensa curiosidad, dejando que sus ojos color armiño lo penetraran.

––¿Qué puedo hacer con esta niña sin nombre?

El anciano rascó su barba y se puso a pensar tratando de prever el futuro de la criatura.

––Bueno, creo que a tu edad ya manejas bien el idioma, por lo que creo saber que te puede ser de ayuda y quiénes te pueden criar bien, no es que yo no pueda pequeña, pero debes entender que soy alguien muy ocupado y no tengo el tiempo de andar arreglando los desastres que me puedas dar. También sé que no tienes la culpa. Tranquila, nos volveremos a ver y espero que me puedas recordar, si es que la amnesia infantil no te borra dichos momentos.

La niña tomó su barba y empezó a jugar con ella, tirando de la misma como si fuera un elástico.

El anciano se levantó y llevó la niña en brazos a donde sabía que la cuidarían bien.

––Recuerda esto niña… nadie nace sin una razón en este mundo.

Observó la marca que la pequeña poseía. Notó que el destino de ella ya estaba marcado. Su corazón se resintió y le dolió profundamente observaba que la inocencia de la niña le impedía enseñarle de dónde provenía el legado de su marca.

––Pero me duele mucho, me duele… ver lo que te depara el futuro.

La observó mejor.

—Pero antes creo que necesitas un nombre… ¿Cómo puedo llamarte? La mujer no me dijo siquiera cómo te llamabas.

Rascó su barba, caminó en círculos mientras trataba de ponerle un buen nombre.

—¿Qué te parece Calai?

La niña observó silenciosa mientras él esperaba una reacción.

—Es un nombre muy lindo y bastante elegante. Juega a tono con este país.

La pequeña solo parpadeó mientras reía al ver el aspecto desordenado del anciano.

Entre la tormenta de nieve había una chica de cabellos blancos con máscara de conejo que había observado la escena, sus alas en llamas blancas quemaban los copos blancos que intentaban tocarla. Ella, en lo más profundo de su alma se sintió aliviada, pero a la vez preocupada, ya que temía por la sanidad mental de la niña y de lo que le deparaba su futuro, esperaba que Celgris pudiera encontrar una manera de protegerla la mayor cantidad de tiempo posible. Además, ella sabía cómo fue la cordura de su mejor amiga antes de que sellara su alma y muriera entre aquellos abedules que le hicieron sombra hasta que su luz fue apagada.

––En algún momento se dará el espacio para que platiquemos, hasta entonces… no nos volveremos a ver. Celestia…

Vísperas del gran festival

Primavera, año 1000 después de la ascensión de lastierras.

En elpaís de Helster; como de costumbre, caía la nieve lentamente. El pueblo deHacrist estaba camuflado entre las montañas, cerca de la capital. Los vientosrugían y los copos danzaban entre los árboles que dejaban caer sus pétalosrojos en las aceras de piedra y los tranvías recorrían las vías con bastantefacilidad mientras que la calefacción hacía de las suyas en las casas de maderay piedra.

En lapequeña casa de Calai; apenas con dos cuartos y un baño, la calefacción laarropaba de todo el frío. Las cobijas se envolvían a ella y se aferraba confuerza a sus almohadas, el sol no se asomaba y las dos lunas eran las que aúndejaban ver el panorama, aunque su amante asomaba desde la lejanía por lasmontañas en donde la Aurora Boreal danzaba para ellos.

Eldespertador sonó y vibró de un lado a otro con fuerza, el sonido erapersistente y molesto haciendo que Calai se molestara, ya que en sus sueñosestaba disfrutando y no quería dejar aquellos lugares. Abrió sus ojos y el sueño seguía llamándola, las cobijas se tornaron traicioneras y del susurrabanpara que se quedara con ellas.

Decidió levantarse, su cuerpo estaba soñoliento aligual que su mente y se tambaleó hasta que llegó al espejo. Se contemplómientras se rascaba de forma torpe su ojo. Podían ser quizá las siete, aunquepor las lunas el sol no llegaba a asomarse hasta pasadas las ocho, quizá nuevede la mañana.

––Estoy hecha un desastre.

Estaba decepcionada mientras observaba sus cabellos blancos desalineados y sus ojos color armiño que cargaban esas enormes ojeras. El levantarse de la cama no era una de sus virtudes, pero aun con todas se dio un baño. Como de costumbre, contempló su cuerpo en el espejo y ojeo sobre su pecho izquierdo, ese símbolo que era semejante a una flor de loto encapuchada había acompañado a Calai prácticamente desde que tenía memoria. Anteriormente había tratado de quitárselo con jabón, pero parecía estar ligado eternamente a su piel y las personas que la habían cuidado nunca pudieron quitarle aquello.

El agua resbaló suavemente por su cuerpo y el jabón se impregnó en su carne, el vapor se elevaba por lo alto del pequeño cuarto y ella soltaba burbujas mientras sumergía su rostro en el agua cálida.

—Si pudiera recordar cuando era más pequeña. ¿Por qué las personas olvidan? ¿Y si me olvido de más cosas cuando crezca? No quiero ser adulta.

Su cuerpo empezó a arrugarse y esa fue la señal, tomó el paño y salió de la bañera para poder secar su cuerpo.

Salió del baño y se puso a limpiar su casa. Empezó por el piso, el polvo se llegaba a acumular con cierta sencillez y no le gustaba estar tosiendo cada dos por tres. Observó el calendario que tenía en una de las paredes mientras pensaba.

––Ahora

que lo pienso, ya casi llega el Festival de los Espíritus Amorosos. Quizá

podría pasarme por ahí, después de todo es el número mil y pese a que no me

agrada estar entre muchas personas, quizá y solo quizá, podría divertirme.

Calai, podrías ir y bailar, además que esas crepas se ven muy

tentadoras––Meditó por unos instantes aquellos pensamientos––. Sí, está

decidido. Aunque ocuparé un buen vestido para salir. Creo que tengo uno en mi

closet.

Luego

de barrer tuvo una guerra civil con su cabello, no cooperaba con su cepillo de manera

satisfactoria y era bastante rebelde. Enredando sus hebras y maltratando su

cabeza con cada pasada de cepillo. Tras aquella lucha se colocó la flor azul

marino que tanto gustaba de usar y salió de su casa como a las ocho de la

mañana. Caía la nieve lentamente…

… …

Entre tanto, Aurora, patrullaba los cielos en su nube, se arremolinaba de manera juguetona sus cabellos que cambiaban a bellos tonos pastel y observaba a las personas de las tierras superiores llevar su día a día con aquellos ojos color celestre que llevaban grabadas las estrellas del firmamento. Estaba aburrida y ese día parecía que ni su pasatiempo favorito podría calmarla. Su nube voló velozmente hacia las tierras de Edén en donde estaba la princesa Alma.

––Me pregunto ¿Qué se les ocurrirá para este festival?

Desde la vista de Aurora, los enormes edificios se divisaban cortos y las pantallas holográficas eran apenas visibles, pero ella confiaba en ver un espectáculo a la altura debido a su importancia y en las noches tenía la intensión de bailar, ya que incluso sus pasos celaban a las lunas y las estrellas la observaban enamorada.

––No puedo creer que ya hayan transcurrido mil años desde la ascensión de estas tierras. Mil años desde la primera masacre.

En el castillo, la princesa estaba revisando que todo fuera de acorde al plan, bajó a la planta principal y se sentó en el trono de oro y cristal. Diligitis, su mayordomo, la siguió lentamente, siempre posicionado a su lado derecho. Observó que una cortina del fondo estaba en posición incorrecta y la colocó debidamente, dejando nuevamente el emblema de la familia real en perfecto estado.

––Nadie puede bajar a las plantas bajas del castillo–– Pensó lentamente mientras cubría la historia con la cortina.

––¿Todo está listo?

Se volteó hacia la princesa.

––Desde luego mi señora.

Diligitis era alto, elegante y llevaba una mirada encantadora pero desafiante que, con un cabello negro corto rebelde, le hacían lucir a un mejor. Usaba un sombrero que tapaba sus orejas ya que no le gustaba que las vieran, lo consideraba poco elegante.

––¿Revisaron la entrada?

––Sí, ningún hada podrá subir, aunque no creo que lo hagan, no lo han hecho desde hace trecientos años. También, en la noche, la Aurora Boreal danzará para nosotros y las cartas hacia las demás princesas y los duques ya han sido enviadas y respondidas, ellas llegarán para el día del festival, aunque los Lord de cada casa no van a asistir, Lord Cid va a ayudarnos con la transmisión de todas las actividades para todas las personas de las tierras superiores que no puedan asistir.

––Perfecto, además la ciudad luce genial.

Ella miró los engranajes por los cuales subían las muñecas de trapo con olor a vainilla, los enormes cristales reflejaban sus sombras que danzaban por las paredes y el suelo, las melodías de la caja musical sonaban por todo el palacio, se colaban por la primera planta y llegaban hasta la cúpula.

Vanitas llegó poco después, él era el encargado de ayudar a la princesa en lo que a vanidad se refería y estaba orgulloso de su profesión. Era robusto y tenía un gran mostacho, también tenía un collar con una joya verde y gustaba de usar guantes blancos, su cola de mapache se sacudía con cierta elegancia.

––Mi señora, hoy se ve espectacular, le dije que ese azul celeste combinaría con sus ojos esmeralda y lo claro de su piel, además que el color gris de su cabello combina con cualquier color y sus orejas se ven elegantes––La cola de gato de la princesa se sacudía con cierta elegancia e hipnotismo.

––Gracias Vanitas.

Por fuera del castillo, Aurora se acostó en el techo de la cúpula, observaba más allá del cielo azul y contemplaba expectante el cosmos ya que a diferencia de los humanos sobrevivientes y todas las demás criaturas ella era la única que podía ver claramente el universo, sus bellos colores la habían maravillado de niña y siempre creía que algún día, podría desvelar todo ese halo de misticismo que en él moraba.

––Como siempre estás en la luna Aurora.

Observó de reojo a su derecha.

––Venus, no me molestes.

––Tranquila––Dio una leve risa para sí misma.

––¿Por qué estás aquí? ¿No estabas ocupada?

––Lo estoy, pero Gladio me convenció de que viniera a tomar un poco de aire y de casualidad te vi y decidí seguirte.

Aurora suspiró y re acomodó en su nube.

—Mil años… ya han pasado mil años.

—Si, me trae cierta nostalgia. Hace mil años todo era diferente.

Venus se sentó al lado de la nube de Aurora.

—¿Recuerdas cuando fuimos a la ciudad del Sol?

—Te caíste en arenas movedizas y estabas llorando, aunque podías salir.

—¿Dónde estará Verum? —Venus observó a Aurora, estaba mordiendo un poco de su cabello mientras que las nubes jugaban en el cielo.

—Ha estado trabajando, aunque no se en qué, no quería invadir su privacidad. A diferencia de todos los que han nacido y nacerán ella es la única que puede vernos.

—¿Qué tipo de trabajos ha hecho?

—Estuvo con Ferneris muchos años ¿qué piensas que ha estado haciendo?

Las alas de Venus se extendían y sus plumas caían por el techo.

—Me parece curioso, aunque creo que era lo mejor.

—Solo espero que no haga nada estúpido.

—No creo que lo haga, los siete príncipes lograron que ella cambiara y aprendiera del pasado, no creo que todo se vuelva a tornar como hace mil años.

Aurora se volteó y observó a las personas, los autobuses iban llenos de trabajadores y trabajadoras, los niños y niñas iban a las escuelas, los adolescentes a los colegios y los universitarios a la universidad.

—No toleraría ver a niños y niñas ser mandados a la guerra otra vez.

—No va a pasar— Se levantó y contempló el suelo—. Me tengo que ir, ya tomé el aire que necesitaba.

—Cuídate Venus.

––Eso haré.

––Un día tanto trabajo te va a matar, tienes que relajarte un poco más.

––Lo intentare, pero lo veo difícil, los demonios siempre están causando problemas.

Soltó una sonrisa perdida y siguió contemplando las nubes y los cielos con cierto enamoramiento en aquella mirada perdida mientras que su hermana se perdía entre la multitud.

… …

Las personas concurrían la capital de Havila y ella hacía de las suyas para avanzar, las personas la observaban extrañadas, aunque quizá tenían un poco de compasión y se corrían para que ella pudiera pasar entre la muchedumbre. Pese a su aspecto, su juventud destacaba por encima de todo ya que no cargaba arrugas ni nada parecido, su piel era lisa y hermosa. Llevaba una capucha que solo le dejaba al descubierto su bella nariz; perfecta y pequeña, su boca de suaves labios y su mentón ya que llevaba una venda en sus ojos color crema. También cubría lo que parecía ser una joroba, ella tenía una apariencia un poco

delicada y se paseaba con rumbo a Edén. Destilaba un aura oscura y pese a lo bello de su nacimiento no pudo evitar su destino. Las personas la observaban con cierto desdén y curiosidad. Pasó por una de las calles principales y luego dobló para meterse en unos callejones que la llevarían a una de las vías de trenes principales. Al entrar en ese callejón pudo ver a una anciana de una edad avanzada que hacía un esfuerzo enorme para poder entrar en su casa, las bolsas con las que cargaba parecían pesadas y estaban llenas de compras que ella intuía que eran de comida. Caminó hasta estar cerca de ella, sus pasos resonaban entre el callejón oscuro y no podía negar sus principios, la habían educado como a pocas personas en la tierra y su

nivel de ética estaba a la altura de los reyes y reinas, incluso ella podía decir que era más el nivel que tenía, pero en esos callejones era inservible, pero, su corazón sentía y este pudo con ella.

––¿Necesita ayuda? ––No pensó siquiera en aquellas palabras.

La anciana se volteó y vio a la joven, esta le estaba tendiendo la mano.

––Si–– Su alma se alivió, aquellas compras eran bastante pesadas para sus brazos ya mallugados por el paso implacable del tiempo.

Ella tomó las dos bolsas que no eran pesadas y más bien para su fuerza eran ligeras y compactas. Entró en la casa de la anciana y le dejó las bolsas en la sala principal.

––Hija espera un momento, voy a recompensarte.

––Señora, no es necesa…

––No, no, no, no, yo insisto.

La joven tomó asiento, no podía desobedecer, menos viniendo de un adulto mayor y esperó pacientemente a que la amable señora llegara. La anciana llegó poco después con unas galletas que estaban en un frasco de cristal, sacó unas cinco y se las sirvió en un plato con un poco de leche.

––Mañana es el festival de los espíritus amorosos. ¿Vas a ir jovencita?

––Desde luego que voy a ir, ni muerta me lo puedo perder.

––Yo ya no creo poder. Estoy muy vieja cómo para.

La joven tomó una galleta y la degustó con un trago de leche.

––Yo voy porque tengo un asunto pendiente.

––¿Ese asunto tiene que ver con alguien o algo?

––Digamos que sí, creo que se alegrará de verme.

La chica caminó ligeramente y observó que la señora tenía miles de libros que hablaban de las hadas. Eso le llamó apasionadamente la atención y se volvió hacia la anciana que sorbía plácidamente la leche de su taza. Luego se sentó y preguntó con deliberada educación.

––Veo que gustas de las hadas.

La anciana se levantó luego de hacer una mueca y fue a por el libro.

––Siempre quise ver a una, pero lamentablemente ellas ya no están en estas tierras, desaparecieron hace mucho. Dicen que antes había entradas, pero fueron selladas.

––A mí también me hubiera gustado conocerlas.

La joven miró su reloj y tuvo que despedirse, debía continuar su camino para llegar al festival, ella más que nadie sabía que ese festival sería inolvidable y su importancia para las tierras superiores. Se despidió de la señora quien le agradeció una vez más por ayudarla y siguió su ruta.

… …

Calai estaba feliz y daba brincos, había llegado de observar a las muñecas de cristal danzar y estaba complacida por el vestido que luciría el día de fiestas. Esa noche nevada no pudo conciliar el sueño hasta las doce y poco le duró la alegría de soñar pues esa noche solo llegó a dormir cinco horas de las ocho o nueve que estaba acostumbrada, pero la emoción pudo con ella y no le dejo visitar de manera correcta el mundo de los sueños. Sabía que era malo para la salud el no dormir de manera plácida las horas que eran recomendadas, pero a ella poco le importaba, no solía ir a esas fiestas lejos del continente y le costó convencer a sus tutores para que la dejaran ir acompañada de algunos conocidos.

Al estar entre las cálidas mantas frotaba sus pies y así, generando fricción hacía más calor para ella misma, un calor agradable. Trataba de cerrar y conciliar el sueño, algo que era un poco difícil, pero, al final lo logró.

Al día siguiente, Calai se levantó con sus cabellos desordenados pero esta vez con gran júbilo y gracia. Corrió y se dio un buen baño, se perfumó y comió de la mejor manera, se puso ropa interior linda y su nuevo vestido que era color azul relucía y danzaban las telas entre su cuerpo, sus pequeñas zapatillas de lana

le eran muy cómodas y por ello se las puso. Se acomodó el cabello y se hizo un bello lazo que tenía como joya principal una esbelta flor azul marino.

Los copos danzaban aquel día, pintando las calles de blanco y la mañana era perfecta, ella salió velozmente a la estación de la capital. Había muchas personas en la estación, a la espera del tranvía ya que en todo el país se celebraba ese día, incluso en las otras tres naciones. El tranvía hizo su aparición y las personas en una fila organizada subieron por este mismo. Calai logró hacerse con uno de los asientos y unas paradas más

adelante las personas que la iban a acompañar se montaron en los asientos traseros a ella. El tranvía los llevó por los pueblos de Gael y Jelister, todos ellos estaban sumergidos bajo los grandes bosques que rodeaban todo el país. Observó la flora y fauna que se asomaba por los paisajes. Los colibríes bebían de las flores, los conejos jugaban entre los árboles mientras que observaba a algunas ardillas invernar, cuando pasaron por un claro las mariposas cristal eran visibles y todo eso se podía ver por los increíbles paisajes que dejaba ver el tranvía que iba a reventar ya que muchas personas se iban a quedar en el país más importante para el festival más grande cual nunca antes se había visto antes. Las flores cubrían a algunos árboles y dejaban impregnado el aroma, el viento arrancaba pétalos y jugaba con los capullos que se mecían junto con los  pinos.

Al llegar a la capital de la ciudad, Naorist, se apresuró rápidamente a la estación central, no sin antes devolver la mirada a la tienda en la que había comprado su vestido. Calai era la única que no llevaba pelaje como todos los demás, era la última humana de raza pura. Mientras corría de la mano de sus acompañantes observaba las estructuras ya que siempre le gustaba ver los edificios de concreto que mantenían muy bien el calor.

Toda la ciudad tenía un aire de fiestas y las pantallas en los edificios daban anuncios festivos ya que todos los canales de televisión pasaban transmitiendo las noticias por todas las tierras superiores. Las personas de mullidas colas amedrentaban las calles mientras que los trenes pasaban por las calles y los tranvías hacían lo mismo

Pese a que no le gustaba el bullicio siguió caminando entre el mar de gente y llegó a la estación central a esperar con ansias y brincos al tren. La estructura era enorme y un gran reloj en la entrada daba la bienvenida a todos los que llegaban. La impaciencia le generaba estragos y pensaba que el tiempo jugaba en su contra pues cada vez observaba que aquella manecilla avanzaba peor que un caracol. El tiquete era lo de menos y no le molestó esperar en la fila para poder comprarlo.

Luego de una espera que le fue casi eterna, el tren arribó y ella se subió muy emocionada junto con sus cuidadores, el maquinista de gran mostacho le selló su boleto y luego que el tren se llenara partió con rumbo a Edén. Salió presuroso y el paisaje era magnífico, pero lo que más le gustaba a Calai era cuando aquel tren se sumergía bajo los túneles acuáticos que atravesaban los cuatro y únicos países de las tierras superiores. Las enormes ballenas de doble cola nadaban alrededor del túnel de vidrio y la locomotora sonó su silbato que gritó eufóricamente. Miles de trenes partían con rumbo a Edén, ya que era el epicentro de lo que sería la mayor fiesta de todas cual nunca antes se había visto.

La joven de la joroba estaba en Edén, había por fin llegado al país, la estación del bus estaba poblada como lo está una playa de arena y desde lejos podía ver que eran miles de personas las que iban con rumbo a la capital. Antes de entrar hizo un hueco en la tierra con su dedo y creó una llama con magia de invocación, metiéndola en aquel agujero y tapándolo suavemente con sus manos. Observó que los demás agujeros que había tapado eran imperceptibles y regaló una sonrisa para sí misma antes de continuar con su camino.

––El último, ya está todo hecho. Espero estar preparada y que todo salga bien.

Estaba cada vez más cerca de la gran capital que alguna vez les había pertenecido a los colosos mucho antes de que las hadas siquiera hubieran concebido la idea de la guerra. Ahora ellas moraban en las tierras inferiores.

Caminaba de manera suave mientras tarareaba una canción en Feérico que había aprendido de niña, cuando las sirvientas le enseñaban retórica de vez en cuando cantaban aquella melodía que llevaba por título “Los ojos de la luna”. A ella siempre se le hizo interesante el funcionamiento de las emociones en el cuerpo humano, o bueno, cuando por lo menos existía la raza pura de humanos.  Caminó elegantemente, observando todo el paisaje que se ceñía ante sus ojos, era en parte comprensible. Las estructuras eran humildes, dignas de un poblado rural, pero no estaban en condiciones tan deplorables como las de las tierras más bajas de Faernes, aunque a los seres que moraban en esos lugares, no daban importancia a la situación. Después de todo ¿de qué se va a preocupar un espíritu? Ellos… solo les importa llevar el día a día con la tranquilidad que siempre los acompañaba desde el día de su muerte, aunque según palabras de Venus, los espíritus son seres incomprensibles ya que sus memorias estaban un poco distorsionadas pues deforman a su gusto la realidad, o por lo menos eso hacen en su subconsciente. Quizá ellos solo busquen la comprensión que en vida no llegaron a tener.

Tomó un autobús que la llevaría a una de las ciudades centrales para luego, ir a la capital y presenciar el festival.

Mientras se adentraba a las puertas del poblado rural desvió su mirada hacia uno de los prostíbulos en donde trabajó hace cinco años, no era muy lasciva, pero había logrado avanzar en su estratagema.

––Espero ansiosa ver tu cara princesa, ya que esta vez… las cosas marcharán con un rumbo opuesto al que marcharon aquella vez.

.

El Festival de los Espíritus Amorosos

—Esta vida es injusta en muchos aspectos.

Esemismo día, Diligitis se levantó muy de mañana, aun cuando el sol no habíaasomado sus rayos sobre la suave tierra que esperaba hambrienta su salida, laslunas imponían su suave luz y las estrellas bailaban entre la oscuridad delcosmos. Subió elegantemente vestido a la sala en donde dormía la princesa Alma

y se topó en el largo pasillo a Vanitas que también estaba bien vestido.

––Buen día Diligitis.

Diligitis se inclinó y se quitó el sombrero negro que llevaba en señal de respeto.

––Buenos los días sean para vos, Vanitas.

––Espero que este festival no sea olvidado por nadie.

––De cierta manera me molestan estas festividades.

––¿A qué se debe?

––Bueno, siempre puede haber peligros y el usar magia no me agrada en absoluto.

––Creo que te entiendo, pero en este mundo no se puede vivir sin ella.

––Supongo que es otra de las desventajas de poder usarla.

––Por cierto, no dejo de agradecerte por la sangre, me ha funcionado para mi defensa. Te debo una, viejo amigo.

––No me debes nada Vanitas, solo sigue usando lo que te di con sabiduría.

Diligitis caminó lentamente por el pasillo meditando en sus palabras de manera perdida mientras que Vanitas bajaba hasta la planta central del palacio. No entraba casi luz por aquel pasillo y esperó hasta que los primeros rayos alumbraran el suelo sediento de su primaveral. Una vez el primer rayo hubo tocado la tierra, se encaminó al cuarto de la princesa, llamó cortésmente y procedió a entrar. La luminosidad de aquél cuarto apenas lograba penetrar, ya que las ventanas estaban entreabiertas y el sol podía con insuficiencia imponer su fulgor por sobre las livianas luces de las lunas. Él se paró al frente a la cama y la observó por unos segundos. El cuarto olía a flores y frutos dulces.

––Mi señora, es hora de levantarse, hoy será un día bastante agitado.

Ella estaba muy dormida y no le llegaba escuchar, por lo que luego de repetidas llamadas, Diligitis le tomó el hombro y la sacudió levemente.

––Despierte, es hora de levantarse.

––Pero aún es muy temprano.

––Razón tiene, pero recuerde que debemos revisar que todo marche en el orden correcto, de lo contrario este festival resultará diferente a lo que deseamos.

––No creo que ningún hada llegue a colarse, además ¿para qué querrán subir? Su reino, es más bello que los cuatro juntos.

––Ellas tendrían más de una razón, pero no tiene razón en que no vayan a querer subir, aun así, pueden ocurrir robos u otras cosas a las cuales debemos estar atentos.

Ella se levantó y tenía un aspecto nada parecido al de una princesa. Podría decirse que era muy similar a un espantapájaros e hizo que Diligitis retrocediera, aun así, contuvo sus pensamientos y le ordenó que se diera un baño para que estuviera lista. Tres sirvientas entraron a la habitación y la llevaron al baño, en donde le llenaron la tina de leche mezclada con miel, le colocaron perfumes en su cuerpo, eran aromas suaves, a rosas frescas. Vanitas le acomodó sus cabellos y la vistió de gala, colocándole su corona y su collar verde que era su alma gemela, ya que nunca se desprendía de este en todo el día.

Diligitis la esperó pacientemente en las afueras de su habitación, luego de aquella espera, como de costumbre, la acompañó para tener su caminata matutina.

Salieron juntos, caminaron por el jardín y cruzaron el pequeño puente por el cual pasaban minúsculos caudales del lago en el que solía alimentar a los peces. Llegaron al pie de las gradas y ella observó las enormes estatuas de piedra que las sostenían ya que el castillo se hallaba en una isla que se levantó de los

suelos. Observó toda la ciudad, los enormes edificios estaban apagados, pero aun reproducían anuncios por las pantallas gigantes que alumbraban la ciudad, los autos concurrían las calles y los autobuses pasaban en sus paradas. Contempló a su derecha el gran Templo de Artemisa que se elevaba en una de las colinas.

––Pobre de ella, tardó tantos años en edificar ese templo, no llegó a verlo terminado.

––Pero el templo es hermoso, su blanco mármol reluce hasta nuestra distancia y se le ve a la perfección, además que es muy tranquilo el ir a orar a los Dioses y las Diosas del cielo, tierra, vida, muerte, sol y luna.

––Si, pero no puedo evitar sentir nostalgia por aquella chica que no pudo ver sus sueños terminados.

Las hierbas estaban mojadas y el aire estaba frío, pero, aun así, ellos se quedaron esperando a que el sol iluminara por completo sus tierras. Las aves de dos colas cantaban por los aires y en general, en toda la ciudad se sentía un aire de bastante calma y alegría, la princesa no podía aguardar a que llegaran las demás princesas, quería mostrarles lo increíble que había quedado la ciudad.

—Sabes, esta vida es injusta.

—¿En qué sentido?

—Sabes a lo que me refiero.

—Es mejor dejar pasar eso. Las personas son complejas por naturaleza, nacemos y morimos sin tener un propósito claro de existir y es por eso que muchos se dedican a hacer cosas ya sean buenas o malas. Todo eso acarrea consecuencias. Si el agricultor no da de beber a sus plantas estas mueren, así es la vida, toda acción tiene una consecuencia.

—Nunca quise este talismán.

—No era una opción, usted sabe que su padre se lo confió para poder proteger este lugar.

—Diligitis… no ha existido una guerra desde hace mil años, no han pasado problemas o conflictos con armamento, los ejércitos no han entrado en acción desde hace siglos.

—Si, pero… es mejor prevenir a tener que lamentar las cosas cuando ya no son posibles. La guerra es cruel y por una guerra casi desaparecemos como especie, fuimos salvados milagrosamente dos veces y se lo debemos a los espíritus.

—La magia la odio.

—Todos odian la magia, pero… es necesaria para poder subsistir en un mundo como este, a pesar de que sea una asesina silenciosa.

La tomó de la mano con elegancia y la observó con una calma que contagiaba fácilmente su semblante.

—Vamos a esperar la carta de las princesas.

Pasaron las horas y personas de los otros tres continentes empezaban a llenar la ciudad central, hasta que, adentradas las diez de la mañana, un mensaje llegó hasta Vanitas, unas cartas escritas de manera digital por las princesas, en esta decía que venían en camino, por lo que él se lo comentó a la princesa que había acabado de desayunar y estaba en el trono revisando un listado de las cosas que ya estaban listas para llevarse a cabo a las doce en punto.

––Señora, las princesas y los duques ya casi están por llegar, le pido que me siga hasta el jardín para darles una cordial bienvenida, ya que llegan desde muy lejos.

Ella se levantó y salió con unos guardias a esperar el arribo de las princesas y los duques que dirigían las más grandes empresas de las tierras superiores. El

cielo azul despejado mostró poco a poco una sombra que, se asemejaba a un carruaje tirado por caballos Pegaso. Luego, detrás del mismo aparecieron tres carruajes más y fue entonces que los soldados se pararon en dos filas paralelas y esperaron a que los carruajes llegaran al seno de la tierra. La princesa estaba al final, para darles la mano y conducirlos al castillo.

Llegaron los carruajes al jardín trasero y del primero se bajó la princesa de las tierras de Cus, Saraikhi, tenía el emblema de su familia real que era un ave fénix. Sus orejas de zorro sobresalían al igual que su cola. Llevaba un kimono azul con flores moradas por vestidura y una corona con pequeños colgantes jaspeados esmeralda y rocas azules. Del carruaje se bajaron tres duques vestidos con kimonos de tres colores: blanco, negro y verde. A los colores se le atribuían una creencia, el balance del mundo y la madre de esta energía. Pasaron por el medio de los soldados que tejieron un pequeño túnel con sus espadas y llegaron hasta donde estaba la princesa Alma. Los soldados llevaban armaduras de oro resplandecientes, en el peto el emblema de la familia real, en el yelmo un ángel con calavera por rostro como forma y con una pluma roja al final del mismo. Tenían pistolas ceremoniales en su cinturón de cuero adornado, eran unas Dragon semiautomáticas con 12,7 mm de calibre, con alcance de cincuenta metros y una munición trecientos cincuenta y siete Magmils.  Diligitis y Vanitas besaron la mejilla de Sara y los duques procedieron a besarle la mano a la princesa. El segundo carruaje llegó y la princesa de las tierras de Havila, Brillo bajó elegantemente. Su elegante cola de gato se sacudía lasciva y armoniosamente mientras sus orejas escuchaban atentas.

Llevaba vestiduras blancas de lino fino amarradas por un cinturón de oro con el sello de su familia real, un lobo. Tenía una corona de hojas cortada a la mitad y llevaba en sus brazos brazaletes de oro puro, ya que su nación era la productora de ese metal, además de llevar una túnica púrpura. Se bajaron dos duques que llevaban trajes de tela morada atadas a cinturones blancos de piedra lisa, ellos hicieron lo mismo que los primeros y esperaron al último carruaje. Del último se bajó la princesa de las tierras de Helster, Cristal. Sus pequeñas orejas se camuflaban por sus cabellos y su boca apenas sobresalía. Llevaba una corona nevada, vestiduras de tela con lazos que ataban su cintura, y en sus cabellos lucía flores Celestes de invierno y una túnica de pelaje de oso. Los duques lucían ropas gruesas de pieles de animales y uno de ellos empuñaba una vara de abedul para apoyarse.

Los recibieron con cortesía y tanto Diligitis como Vanitas besaron la mano de las princesas. Alma, las condujo hasta la sala central de la segunda planta, en donde había un gran balcón en el cual todo el pueblo podía verlos.

En ese momento, Calai ya había arribado a la estación central de la ciudad de Edén. Estaba llena de personas y le costó caminar entre la marea de gente proveniente de Helster, sus acompañantes la mantenían en constante observación, aunque, aun así, se movilizó deslizándose entre las personas y para su suerte logró salir con vida sin que nadie le arruinara su vestido. Caminó entre las personas y llegó a la plaza central, en donde estaba la gigantesca fuente que, haciéndole honor al nombre del lugar, había un gran árbol falso, del cual salían los chorros de agua que se movilizaban por toda la fuente. Carros andaban y los auto buses transportaban a personas que llegaban en demasía a la capital. La enorme ciudad se veía magnífica, adornada hasta el más pequeño detalle y reluciente con su música. Eran valses y habían enamorados que danzaban por las calles y plazas, además que a ella le gustaba la combinación que se podía disfrutar, tantas culturas distintas reunídas en su mayoría, ya que también muchos se quedaron en sus naciones correspondientes a disfrutar de las actividades que se realizarían en sus respectivos países. Las horas volaron entre la diversión y se diluyó la espera, todas las cámaras de las distintas cadenas televisivas se posaban en la ciudad central y en el castillo, ya que esperaban a que las princesas salieran acompañadas por los duques.

La princesa Alma ordenó abrir las puertas y llevaron a la sala en la que se hallaban una máquina que funcionaría como una pantalla holográfica, la cual, por medio de un holograma dirigiría sus caras a todos y podrían dar la bienvenida. La cúpula se abrió y las cámaras se posaron en el castillo. De la estructura salieron dos dragones de papel que escupieron confeti, luego, todos se acercaron para contemplar el inicio del festival. Calai estaba muy emocionada y alegre, ya que le encantaban los dragones de papel y amaba la creatividad de todos los creadores y organizadores del festival. De la cúpula salieron luego, los hologramas, cada uno de un color distinto que atribuía el elemento de cada continente. De los hologramas empezó a divisarse algo que poco a poco tomaba la forma de los rostros de las princesas, era una imagen bastante definida y tenía la máxima calidad posible, además que el sonido estaba creado para percibirse de manera audible.

La princesa Alma, dio un paso al frente y se expresó con una voz firme y cautivadora, utilizando toda su experiencia en el estudio de la retórica.

––Este año, se cumplen mil años desde la elevación de las tierras que se separaron por mitades a las originales. Cada año se celebró este festival, con excepción de los festivales cancelados hace más de trecientos años. Pero el pasado quedó en el pasado y hoy, nos complace anunciar a todas las tierras superiores, que este festival será el mayor nunca antes realizado, pues, en esta ocasión, la fiesta durará toda una semana, donde vamos a festejar de la gran felicidad y alegría que hemos gozado y es para mí todo un honor, tener a las princesas de las tierras de Cus, Havila y Helster con nosotros este año.

Ella, junto con las demás princesas levantaron sus manos hacia el cielo y los talismanes que cada una llevaba para realizar su magia brillaron. De sus manos emergieron energías de cuatro colores, que eran las magias que cada una manejaba: creación, elemental de viento e invocación tipo naer. Salieron disparadas las energías por los cielos y juntas formaron un sello que era un gran árbol de tronco dorado que tenía por frutos copos de hielo y un dragón envolviéndolo. Luego este sello explotó con gran fuerza irradiando resplandores del arcoíris. Aurora estaba observándolas con bastante alegría, dio un bostezo y se recostó sobre su nube para seguir contemplando el festival de la manera más tranquila posible. Calai y sus acompañantes estaban alegres y, al igual que las demás personas aplaudían con gran gozo y júbilo.

––Sí, fue una gran idea venir Calai––. Pensó.

Se tocó el hombro como dándose la razón a ella misma.

La joven de la joroba estaba en medio de la multitud, algunos se alejaban de ella, aunque otros la observaban con cautela, sus pasos eran lentos, pero logró llegar hasta la fuente. Algunos la observaban con algo de intriga, pero, no le prestaron la suficiente atención, dirigiendo su mirada luego al castillo y los hologramas en donde se divisaban a las princesas embriagadas con la felicidad. Esbozó una suave sonrisa y levantó su mano izquierda, concentró magia negra de invocación tipo naer y en ese momento, algunos espectadores miraron asustados, otros, solo se dieron cuenta hasta que ella disparó hacia los azulados cielos aquella energía que explotó con un sonido violento que provocó que Aurora regresara de su ensoñación y observara aquel ser. El sonido fue ensordecedor y los soldados bajo su control iniciaron el plan, detonaron los explosivos al unísono y las puertas quedaron bloqueadas, de modo que ninguno de la ciudadela podía salir a menos que ella lo quisiera.

Calai se asustó, el sonido la dejó helada mientras que observaba desde el suelo a la mujer, las personas al igual que ella solo podían ver aquello y el miedo comenzaba a caminar, arrastrando sus garras y penetrando con la misma facilidad con la que un carnicero cortaba la carne, haciendo pedazos la mente de todos los presentes.

La joven empezó a aplaudir y pasó cerca de Calai, que estaba paralizada de miedo y tardó un poco en moverse lentamente, sin dejar de observarla. Las manos le sudaban.

––Espero que todo salga bien––Pensó la joven.

Con sus finas manos retiró la parte superior de su vestimenta y dejó su rostro al descubierto, con delicadeza tomó aquello que cubría sus ojos y dejó que su cabello callera por su rostro. Tenía unos ojos hermosos, unas pestañas blancas delicadas y elegantes, labios dulces rojizos al igual que sus mejillas, un mentón delicado y femenino, un cabello que era lacio con un color púrpura y blanco que le llegaba hasta su cintura. Sus hebras estaban atadas por un lazo de color celeste y este brillaba ante el sol, desprendiendo de su cabello un olor hermoso, uno a rosas negras. Pero tenía algo que la diferenciaba del resto, en su ojo izquierdo, en vez de tener una pupila redonda, esta tenía uno en forma de un cuarto de luna color blanco y todo el resto del ojo era morado claro, el otro era color noche.

––Como puedo ver… montaron un gran festival, superaron mis expectativas, los últimos cuatro no se parecen en nada y los felicito por eso.

Su voz era envolvente, parecía como si sus palabras estuvieran bañadas por la magia de las sirenas y quisiera hipnotizar a todos con su habla. Empezó a aplaudir con una cara cínica mezclada con una mueca que mostraba sus blancos dientes, el silencio de toda la ciudad le era gratificante, además que todas las cámaras se posaron en ella.

Las princesas y duques quedaron paralizados.

––Pero, creí que le faltaba algo, un elemento sorpresa y bueno, me envolví como obsequio y llegué. Espero que acepten el regalo y que me reciban con los brazos abiertos.

––¿Quién eres?

––Diligitis… ¿no me reconoces?

Ella caminó hasta la fuente y se sentó de una manera erótica mostrando un poco de encantos femeninos.

––Quizá con esto me recuerden.

Se retiró la capucha que la envolvía y mostró su cuerpo. Era fino, delgado y erótico, sus pechos eran hermosos y firmes, sus piernas largas y de buen parecer,  su piel parecía de porcelana, sus curvas eran domadas por las ropas delgadas y viejas que llevaba, su cuero al igual que todo su cuerpo era erógeno y sus feromonas se dispersaban por el aire, sus pies eran perfectos, hermosos y su figura era deslumbrante, pero no tenía joroba alguna… de su espalda se alzaron cuatro alas que eran imponentes y hermosas, brillaban con intenso morado claro por la luz del sol. Sus alas tenían forma de alas de ángel, pero no eran iguales, ya que no llevaba plumaje

alguno recibiéndolas y estaban hechas de tejido semitransparente muy sutil.

Aurora la observaba con risa llevándose la mano al mentón.

––Conque aquí estabas pequeña.

Alma sudaba frio y la cara de Diligitis reflejaba miedo y emoción.

––N… no puede ser… que… ¿c… cómo demonios un hada está presente?

Verum mantuvo su sonrisa y las observó más que extasiada, puso sus delicados pies descalzos sobre la roca lisa del suelo y caminó un poco, apoyando de manera sutil su mano sobre su mentón y sacando su pecho.

––¿Quieres saber cómo escapé? Bueno… si logras ponerme de rodillas te lo diré, pero lo que ahora más quiero es que estén bajo mis pies.

––¡Deja de hablar falsedades! Nunca va a ocurrir algo como eso––Se llevó la mano al rostro––. Así que fue ella a la que mis antepasados exiliaron, supongo que debo confiar plenamente en la sangre de Ciclea y estar seguro en que mi entrenamiento fue efectivo.

––Pero qué malos modales, supongo que nunca cambiarán.

––Alma ¿cómo es que un hada está en las tierras superiores?

––Sara tiene razón ¿quién es ella? y ¿cómo logró llegar?

Brillo le tomó el hombro a Alma y la hizo volver en ella. Dirigió su mirada a la princesa y Brillo vio el terror en su rostro. Por el radio le avisaron a Diligitis que la salida B había sido bloqueada, las poleas las habían hecho

añicos con una explosión.

––Alma ¿qué está pasando? ¿Es ella quien creo que es?

––Yo se los explicaré luego, creo saber bien las razones––Volvió su mirada a Diligitis el cual estaba listo para enfrentarse a ella.

––Mi señora, mantenga la calma, mis antepasados la vencieron, yo puedo hacerlo también.

Verum adoptó una mirada más desafiante y observó a Diligitis.

––Aquella vez me lograste derrotar porque era muy ingenua y no estaba lista, pero ahora tengo más armas y creo que no vas a estar a mi altura. Esta vez me encargaré de esparcir su sangre por toda esta tierra.

––Por lo menos me hubieras avisado de que llegarías, así me evito el tener que doblegarte en público–– Se le cruzó un pensamiento un poco chocante que lo dejó pensando por varios segundos–– ¿Por qué me confunde con el que la venció?

Ella levantó su mano izquierda y la abrió un poco, de ella salió una llama morada y la pupila de su ojo izquierdo se hizo más delgada y empezaba a deformarse igual que el fuego. Era como si danzara por sí misma.

––Entonces creo que hay que ajustar cuentas para ver quién es el mejor.

En ese momento aparecieron los soldados de élite conocidos los ángeles de la muerte entre la multitud. Todas las personas empezaron a huir, escondiéndose en las casas y edificios, otros simplemente lograron embarcarse para huir de allí. Los soldados la rodearon y llevaban armas de fuego con ellos. Verum los observó e intentó contarlos, más no pudo ya que eran miles y también empezó a pensar cuanto les tomaría a los civiles salir del país. El capitán contactó con todos los demás soldados que estaban fuera de la ciudadela.

––¡A todos los soldados, trabaron la salida B, más la salida A sigue abierta, necesito que abran la otra salida y que todos lleguen a la ciudadela!

Uno de los soldados tomó el radio ensangrentado de su compañero, lo había asesinado al igual que a muchos de sus hombres. Más de la mitad del ejército fuera de la ciudadela había sido asesinado a traición.

––Todo está saliendo de acorde al plan de la señorita Verum––Pensó mientras le quitaba la radio––. Señor, el general de la división Delta reportándose, no debe preocuparse… nosotros ya vamos en camino.

Sus camaradas llegaron, sus espadas estaban ensangrentadas y algunos tenían sangre en las culatas de sus armas de fuego.

––Señor, hemos terminado nuestro deber, ni uno solo se ha mantenido en pie, todos fueron asesinados.

––Perfecto, ahora solo tenemos que vigilar la entrada A, nadie debe entrar hasta que Verum limpie el lugar, luego de eso hay que asegurarse de cerrar esa entrada y protegerla––Se dirigió a más soldados que llegaron con la sangre de sus amigos en sus rostros––. ¡Recuerden, nuestra prioridad no son los ciudadanos, es la entrada y listo!

Diligitis sabía que por más magia que tuviera, era mortal y una herida bien realizada podría matarla, pero temía también por que el ataque no funcionara, que era una de las opciones con más probabilidades. Se situaron guardias en los edificios cercanos con cañones, esperaban a que ella saliera volando para derrumbarla. Por otro lado, las princesas y los duques se preparaban para pelear, solo estaban esperando la señal de Diligitis que les dijo que esperaran, ya que no imaginaban lo que Verum tramaba.

Verum observó al capitán de aquel ejército de élite. Su duro semblante contrastaba con el dulce rostro de Verum, aunque las miradas de ambos eran igual de desafiantes.

––Si se retiran en este momento y no regresan, podrán vivir. Ustedes no son mi objetivo y no hay necesidad de derramar la sangre de tan buenos soldados.

––¡¿Que nos retiremos?!–– El capitán empezó a reír, luego chasqueó sus dedos––. Mátenla.

Empezaron a disparar con las dos manos las pistolas Dragon. Humo salía violentamente mientras las chispas danzaban hasta el suelo. Al ver que no salía volando, el general dio la orden y activaron los cañones que lanzaron bombas y rayos de energía eléctrica generando una explosión ensordecedora. Las ventanas de los edificios cercanos se rompieron y la tierra tembló por el impacto de los cañones.

Aurora observaba desde su nube, estaba cómoda y se sentía emocionada, la intriga quemaba cada parte de su fibra.

Luego de que los soldados lanzaran tantas armas en contra de Verum, esperaron a que se disipara el humo, que lo hizo de manera lenta. Cuando todo se aclaró, se paralizaron… Verum estaba intacta y todas las balas estaban en el suelo, además que parecía que ella había creado un escudo alrededor de su cuerpo como lo delataban los escombros que la rodeaban.

––Y ahora que llegaron hasta este punto les pregunto jauría de ratas… ¿Qué se supone que iban a hacer después de llenarme de plomo

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