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Mi Amigo El Mafioso.

pesadilla

  — Dime Julieta ¿Por qué tienes esto?— pregunta el detective mostrando la agenda y atento a mi respuesta.

—león me los dio — respondo con seguridad.

—¿León? — el detective frunce el ceño mientras mira las fotografías. —¿Quién es león? — cuestiona ¿cómo explicar que león es un delincuente, es mi captor y que estoy perdidamente enamorada de él?

 de locos

 ¿cierto?

– para entrar en contexto iniciaré desde el principio— Primavera del 2010 , 15 de abril mi cumpleaños número 15.  El día comenzó con normalidad desperté y mire por un segundo mi techo rosado con estrellas fosforescentes que iluminaban mis noches oscuras  -demasiado infantil - debo hacer una remodelación en mi habitación, tal vez lo pinté de un color blanco con detalles en azul, compraré posters de Selena y probablemente me permitan cambiar los muebles.

— feliz cumpleaños Juliet, que los cumplas feliz... — mamá y papá entraron a mi habitación con un pastel de chocolate, mi favorito, lucian alegres, después del alboroto me di una ducha y fui al colegio, mi madre me dió permiso para celebrar mi cumpleaños en la casa, así que ahí estaba yo rodeada por todas las niñas del salón,  no soy muy popular ese puesto lo ocupa Jenny la niña de ojos claros y piel blanca que resalta entre todas nosotras, yo más bien soy la amigable y social, amiga de todas.

   A la hora de la salida cómo de costumbre mis amigas y yo pasamos por el campo de fútbol, con el único pretexto de poder ver a Alexis un chico de tercer grado y capitán del equipo, guapo muy guapo, delgado, alto, tiene a todas las chicas detrás de él y adivinen que, él es el hermano mayor de Jenny, con cautela nos sentamos en las gradas y admiramos al hermoso chico sudado.

— Él se acerca — chillo Melissa.

— por Dios viene para acá —  interrumpe  María.

   Era la primera vez que él nos dirigió una mirada, estúpidamente me sentía ansiosa, mi corazón latía a mil por hora ni siquiera sabía si venía conmigo o con una de mis amigas, lo más seguro es iba hacía Melissa pues de las tres ella es la que mejor atributo tiene.

  La fiesta con todas mis amigas ya había comenzado,  habían muchos regalos y moría de curiosidad por ver qué había en las bolsas pero me tuve que contener, mis padres me obsequiaron un collar de oro blanco con un dije con las iniciales de mi nombre, JC... Julieta Carrillo.

  Por cada minuto que pasaba faltaba menos para las 5:00 p.m y los nervios me estaban matando,  mis amigas y yo habíamos ideado un plan, tenían que distraer a mi madre por lo menos 20 minutos,  mientras llegaba la hora comenzaba a morder las uñas de mis dedos, yo y mi maldita manía.

La hora llego, antes de cerrar la puerta de mi casa, eché un último vistazo y una nostalgia apareció en mi corazón, sin duda amaba mi hogar, mi lugar seguro, respire profundo y cerré la puerta, quería correr hasta el viejo parque pero probablemente iba a sudar y lo último que quería era llegar sudada a mi primera cita,  crucé la gran avenida y después gire a la derecha, ahí estaba el viejo parque, abandonado, solo, con juegos descompuestos y mucha basura al rededor, camine con cuidado para no caer hasta que llegue a las gradas.

  — Alexis ya llegó — gritó uno de sus amigos mientras que mis pupilas se movieron rápidamente hasta que lo encontraron, el venía hacia mi con una sonrisa.

— Hola — titubeo sin dejar de mover mis dedos.

— Estás muy bonita — aludó y pude sentir el calor en mis mejillas, mi sonrisa no podía ser más estúpida.

— Este es mi regalo — dice y antes de hablar èl impacto sus fríos labios contra los míos, mi corazón aumento sus latidos, en la boca de mi estómago se comenzaba a formar un huracán categoría un millón.

— Cielos— balbuceo tocando mis labios, mi primer beso.

— Alexis ya regresa — gritó uno de sus amigos, él me miró con una sonrisa.

— Te veo mañana — luego de hablar el regreso corriendo al campo, yo seguía estupefacta, tanta emoción no cabía en mi pequeño corazón, aún que me había quedado con la duda ¿Seré su novia? Tenía que volver y discutirlo con mis amigas.

   Caminaba con una sonrisa en mi rostro iba tan distraída que no me percate del peligro a mi alrededor, el amor te atonta... definitivamente.

  Seguí caminando sin darme cuenta que me había pasado, al percatarme me agarre el rostro con frustración y tuve que darme la vuelta, aún que no importaba si tuviera que caminar 1000 kilómetros, nadie perturbarìa mi felicidad o al menos eso pensé hasta que una furgoneta negra se detuvo junto a mí, era el momento de correr, de reaccionar e ir lo más rápido posible hacía esa tienda de ropa que estaba a unos pasos de mi, pero no, estúpidamente iba pensando en el estúpido beso de un niño inconsciente que me hizo salir de casa, de mi refugio y mi lugar seguro, lo repito una vez más; el amor te atonta y convinado con una adolescente, sin duda es el peor de los cao

Zafiros

  JULIETA.

  — Mamá si es niña quiero que se llame Guadalupe.

— Si cariño si eso a ti te parece me agrada — mamá  sonreía con alegría, sus blancos y perfectos dientes siempre me parecieron de lo más sorprendente, tenía un vestido azul, su vestido favorito, lucía hermosa... Mi madre es muy bonita.

    El frío se sentía como un ardor en mi piel, mis labios ardían y los miembros de mi cuerpo dolían al moverse, poco a poco abrí los ojos, para encontrarme en un lugar en movimiento con muy poca luz, quise moverme pero mis pies y manos  estaban atados con un lazo que me estaba lastimando,  fue entonces que me di cuenta que todo había Sido real, con lágrimas en los ojos comencé a gritar.

— Ayuda,  ayuda.. por favor — estaba aterrada, tenía mucho miedo lo único que deseaba era volver a casa con mis padres, deseaba aparecer en mi cama.

— cállate — gritaron a unìsono, todas las voces sonaban delgadas, ladeé mi cabeza y pude ver a 4 chicas en la misma situación que yo, confundida suplicaba con la mirada una explicación.

— Luces muy joven ¿Cuántos años tienes? — pregunto una de ellas.

— quince — balbuceo sin dejar de llorar.

—  No llores..

— ¿Dónde estamos? Tengo que volver a casa mi madre a de estar muy preocupado — sollozo mientras el nudo en mi garganta se hace más grande al pensar en mi madre.

— No sé dónde estamos, no te preocupes lo más seguro es que van a pedir rescate por nuestra libertad — sus palabras me dieron consuelo y, aún que mi familia no es millonaria estoy segura que harán todo lo posible para rescatarme, había pasado la noche más larga y fría de mi vida, nunca había estado fuera de casa tanto tiempo.

   La camioneta se detuvo y me hizo pensar que por fin llegamos a nuestro destino, pegue mi oído en el frío aluminio y pude escuchar la voz del conductor.

— my friend you already know the procedure.

—  Yes, yes ... have half, a million dollars and when I deliver the merchandise I will give you the rest.

— Perfect, go ahead my friend.

No era perfecta en el inglés pero de algo estoy segura y es que hablaban de una mercancía y de dólares, después de un rato la camioneta volvió a moverse, el silencio era ensordecedor, mi mente solo podía viajar a casa con mis padres, sin duda están muy preocupados, pero estoy segura que en muy poco tiempo podremos estar juntos de nuevo, esto es solo un secuestro.

  La noche de nuevo comenzaba a llegar, la luz del sol cada vez era menos, mi cuerpo ya no soportaba el encierro y el dolor, en un intento desesperado perdí el control y el pánico se apoderó de mi.

— Quiero salir, mi cuerpo duele, dejenme salir, ayuda, quiero salir — mi garganta dolía de lo fuertes que fueron mis gritos pero ni eso me lograba detener,  entre gritos comencé a arrastrarme, las otras chicas me exigían callar, sus gritos y llantos hicieron un gran revuelo dentro de aquel frío lugar, después de un rato el auto comenzó a detenerse,  todas guardamos silencio y podíamos escuchar los pasos fuertes de aquellos que se acercaban, mis ojos estaban abiertos lo más que podía, mi corazón aumentaba sus latidos mientras esperaba atenta a lo que iba a suceder, tenía miedo, todo mi cuerpo estaba temblando. 

  El sonido de las puertas comenzaron hacer ruido, primero se abrió una y después la otra,  la noche estaba comenzando a caer, estábamos en una autopista y a los alrededores solo habían árboles y arbustos, mis ojos se perdieron en el panorama hasta que una voz ronca me despertó.

— stupid be quiet —  moví mis ojos hasta el hombre alto de ojos azul muy claro casi gris y cabellos amarillos.

— Idiota, ellas no hablan inglés — gruño entre dientes con acento español, un joven que estaba a su lado, la voz de este era más suave, moví mi pupila hasta él, no era mayor a 18 años, su voz aún sonaba cómo el de un adolecente,  era de piel blanca un tanto pálido, su cabello es castaño y largo con un mechón cubriendo parte de su rostro, alto y demasiado delgado, tiene pinta de delincuente vestido de negro y con un piercing en la ceja izquierda.

En un segundo hicimos contacto visual, sus mirada intensa cómo si estuviera lleno de odio, su iris de un color zafiro, azul noche cómo los pendientes de mamá.

— ¿Qué demonios quieren? — balbuceó el hombre rubio, su español apenas era entendible.

  Rápido moví la vista, mi corazón palpitaba tan rápido que en cualquiera momento me podía dar un infarto.

— Necesito ir al baño — titubeo con mi voz apenas audible y con la mirada en el suelo.

— stupid — gruñó, de la parte de atrás de su pantalón saco una arma corta y se lo dió al joven de ojos azules — ¿Alguien más? — preguntó y las otras chicas asintieron con la cabeza.

El joven se acercó y nos soltó de los pies, fui la primera en saltar de la camioneta al suelo, mis pies se doblaron al momento de tocar el piso, caí de rodillas.

— idiota — gruñó el chico con voz torpe y luego me sujeto de los hombros para ponerme de pie, torpemente me levanté y mire por todas partes buscando una salida para volver a casa.

  — Ni lo pienses — musitó entre dientes.

Las demás chicas comenzaron a bajar y juntas caminamos hacía los arbustos, detrás de nosotras iba el chico con el arma entre sus manos.

Mis pies caminaron torpemente y el aún venía detrás de nosotras.

— Tienes que darte la vuelta —  advertí, el chico rodó los ojos y resopló sobre su cabello permitiendo ver su rostro completo.

   Él se dió la vuelta y aprovechamos para   hacer nuestras necesidades, con la manos atadas era imposible moverse con libertad, en un par de minutos Miles de pensamientos de posibles fugas bombardearon mi mente, la primera opción era escapar entre los matorrales pero en cuestión de minutos me encontrarían, la segunda fue hacerme la muerta y que dejarán mi cuerpo abandonado... Lo sé todas las opciones eran estúpidas, lo único que podía hacer era esperar a que mis padres pagarán el rescate, no quiero imaginar la golpiza que me espera por haber salido de casa, todo por amor.

  Al volver a la camioneta de carga el hombre de ojos azul claro ordeno al chico a soltarnos las manos, el sujeto se puso en una de las esquinas y agarró su arma está era un poco más grande que la que traía el chico, después el joven nos dió un sándwich y una botella de agua a cada una, hasta ese momento no había pensado en la comida, mi estómago gruñía de hambre, agarre el sándwich y lo comí con desespero era obvio que quería más pero no me atreví a pedirlo, mientras masticaba con rapidez mire hacia mi lado izquierdo dónde una de las chicas estaba sollozando, ella vestía una blusa con demasiado escote y al agacharse dejaba ver gran parte de sus proporcionados senos, el maldito enfermo de ojos azules claro tenía la punta de su arma levantando el mentón de la chica para que pudiera tener una mejor vista, ella estaba indefensa y vulnerable ante las garras de él,  por un segundo todo mi cuerpo se puso en alerta, me abracé de mis piernas y comencé a sudar frío, tenía miedo pero muchas veces ese miedo te impulsa hacer más valiente o ¿estúpida? trague el resto del sandwich que aún tenía en la boca y sin darle demasiadas vueltas, me impulse con mis rodillas y jale a la chica hacia mi.

— Déjala en paz — grite mirándolo fijamente a los ojos, según yo no dejaría que viera mis miedos  — sus padres pagarán su rescate — asegure con voz firme, el sujeto me quería fulminar con la mirada, frunció el ceño tratando de adivinar que fue lo que dije, confundido se acercó hasta tomarme del brazo y lanzarme al suelo, fue muy doloroso pero no quite mis ojos de los suyos y, apuesto a que eso lo hizo enfadar pues levantó su mano con la intención de abofetearme, mi cuerpo se tenso y mi corazón se llenó de miedo, cuando estaba apunto de hacerlo el chico de los ojos de zafiros intervino

— Suficiente, no maltratos la mercancía — habló y miró hacía mi, sus ojos recorrieron mi escurrido cuerpo y se detuvieron en mi pecho, estúpidamente sentí mis mejillas arder y, más aún cuando la comisura de su labio se movió levemente en un intento de sonrisa, poco a poco baje la mirada hasta ver las medias negras salirse de mi sostén, el bochorno en mi cuerpo quería hacerme salir corriendo y hundir mi cabeza en mi almohada favorita.

— vuelve a atarlas de nuevo — ordenó el hombre y así lo hizo el chico, comenzó a atarnos de pies y manos una vez más,

  De nuevo el carro se puso en movimiento, llevaba más de 24 horas sin ver a mi familia, me sentía triste, mi corazón dolía al imaginar lo preocupados que ellos están,  cerraba mis ojos con fuerza mientras deseaba aparecer en mi cama abrazada de mi oso de peluche favorito, muchas veces le impedì a mi madre un beso o un abrazo cuando me llevaba al colegio por vergüenza a qué me vieran mis amigas, quería que me tratara cómo a una persona mayor, y ahora que estoy lejos de ella realmente deseo estar envuelta en sus brazos. NUNCA VALORE LO QUE TENÍA.

El yate

   JULIETA

— Juliet si no te das prisa no llegarás al colegio.

— cinco minutos más por favor —  la voz de mamá era dulce y agradable, escuchar su voz era como la luz al final del túnel, me llenaba de tranquilidad.

— De prisa — una voz aterradora resonó en mis tímpanos, mi subconsciente se negaba a reaccionar estaba en una especie de ficción y realidad. — muévete idiota —  gritó una vez más y ahora sentí un dolor en la pierna derecha, poco a poco abrí los ojos y de nuevo volví a mi pesadilla, el hombre rudo de ojos azules estaba frente a mi, lucía rabioso como la bruja de una película de terror que había visto.

Trague saliva en seco y después me puse de pie con un poco de dificultad, al salir de la camioneta observé el lugar, estábamos en un puerto, el océano enorme y azul estaba frente a mi,  mire a mi al rededor en busca de alguna buena alma que nos pudiera ayudar pero no había señal de algún humano, unas cuantas aves de playa volaban por el lugar, las otras chicas ya estaban formadas en una fila recta, todas con la mirada hacia el suelo.

— camina — ordenó enfadado el hombre mientras me empujó con brusquedad a la fila,  el chico amargado de ojos azul obscuro camino hacía un barco o más bien un yate enorme de color blanco, todas las chicas fuimos detrás de él,  entramos y nos dirigió hasta el fondo del yate dónde bajamos por unas escaleras de madera, llegamos al que parece ser la bodega,  adentro hay cajas de maderas y barriles.

A cada paso me ponía más impaciente, esto era demasiado para un secuestro, durante mi corta vida he visto novelas, películas de secuestros dónde tus secuestradores te llevan a un lugar oscuro y te encierran por un par de días hasta que tú familia pague el rescate y durante ese tiempo puedes hablar con ellos para comprobar que aún estás viva, estaba casi convencida que esto era algo más que un simple secuestro, lo más seguro es que nos iban a matar para robar nuestros órganos internos. Mientras pensaba mi corazón se rompía en mil pedazos, aún deseo ver a mis padres y conocer a mi hermanito, mis  lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas y mi llanto comenzaba hacer más ruidoso,  adentro del lugar con olor a alcohol y  ha madera podrida habían más chicas sentadas en el suelo,  todas jóvenes unas más altas que otras, de cabello corto, largo, morenas,  blancas, en total éramos cómo 30 chicas.

   Mi respiración comenzó a agitarse, sentía la mirada de todos sobre mi, estaba apunto de sufrir una crisis nerviosa, hace mucho que no lo experimentaba, mi mente solo pensaba en una cosa: muerte, mis lágrimas aumentaron y cuando estaba apunto de comenzar a gritar el chico de ojos azul profundo se acercó a mi.

— ¿Qué sucede? — gruño.

— Necesito ir al baño — respondí alterada incapaz de mirarlo a los ojos.

— Está es la que nos dará problemas —  habló un hombre moreno y fornido. — León llévala — ordenó y el chico rodó los ojos, después sujeto mi hombro derecho y halo con brusquedad, salimos del cuarto oscuro y caminamos por un pasillo hasta que llegamos a otro cuarto, él abrió la puerta y movió su mentón para que entrara, indesisa entre y observé a mi alrededor.

— Tienes un minuto — gritó desde afuera,  el olor era nauseabundo, el retrete estaba salpicado de suciedad humana, sentí náuseas al ver lo asqueroso que esto lucía, agarre mucho papel y limpie al rededor, cerré los ojos fuerte y me senté tratando de contener mi respiración.

— 10 segundos — gritó una vez más, al escuchar su voz abrí rápidamente los ojos, después de terminar camine hasta el lavabo dónde lave mis manos y me eche agua en el cuello, llevaba ya mucho tiempo sin darme una ducha, mi piel se comenzaba a pegar por si sola.

— Gracias — susurré cuando abrí la puerta, el joven mi ignoró por completo y de nuevo me empujó para volver.

Antes de cerrar la puerta de la bodega me dieron un pan duro y una botella de agua, el lugar estaba oscuro y húmedo.

  Me senté sobre el suelo y comencé a morder mi pan o eso intenté cuando escuché el llanto de una de la chicas, mi corazón se rompió, de seguro ella extrañará tanto a su familia cómo yo, arrastrando las rodilla me acerque hasta ella,  y me senté a su lado, ella estaba temblando, era una suerte que ya no estábamos atadas pues jale su mejilla y lo acomode sobre mi hombro.

— ¿Qué nos van hacer? — sollozó sobre mi hombro, quería darle esperanzas pero sería mejor que fuera asimilando nuestro futuro.

— yo creo que ellos quieren nuestros órganos — respondí con un nudo en la garganta, su llanto aumento, después de que se controló me dijo su nombre, Lili, es de Colombia y venía del colegio cuando la raptaron.

  Habíamos navegado por muchas horas, por ratos me sentaba y cuando me cansaba me ponía de pie, dormí unas horas y despertaba llorando al no tener a mi familia a mi lado, había perdido la noción del tiempo, no sabía cuántos días y noches había pasado.  Con un profundo respiro me senté en el frío piso y abrace mis rodillas, cerré mis ojos e imaginé que era lo que me esperaba, lo más seguro es que llegaremos a un lugar lleno de sangre, me arrastrarán hasta un cama de fierro y ahí comenzará la tortura, apuesto que lo primero que sacarán será mi corazón.

La puerta se abrió y las luces se encendieron, con dificultad abrí los ojos y frente a nosotros aparecieron 5 hombres, todos malencarados y fornidos, uno de ellos se acercó y comenzó a ponernos en una fila cuando todo estába listo llegó otro hombre, este lucía diferente, alto, fuerte, ojos azules oscuros, labios delgados, piel blanca y cabellos castaños, vestía de traje color negro, impecable sin arrugas, zapatos brillosos y una loción que me hacía viajar a otro mundo, él lucía imponente, elegante y educado, caminaba con pasos firmes y seguros,  se detuvo frente a la primera chica y con mucha delicadeza la tomo del mentón y la miró de un lado y luego del otro,  sonrió de medio lado y se alejo.

— Hola pequeñas — saludó y aún que no parecía  latino su español era perfecto, sus voz era ronca y profunda, ni una de nosotras se atrevió a responder   — Lamento mucho conocernos de esta manera — sonríe — la libertad depende de ustedes, ahora necesito a las chicas que son vírgenes de lado derecho y a las que no lo son las quiero de lado izquierdo — Todas las chicas quedaron confundidas pero comenzaron a moverse, yo me quedé estática sin mover un solo músculo, tal vez si digo que soy virgen me dejen ir o probablemente sea todo lo contrario, en mi mente había una discusión y no me percate que el hombre elegante camino hacia mi hasta que su voz me hizo reaccionar.

— ¿Cuántos años tienes mi niña? — preguntó enarcando la ceja.

— quince — titubeo sin hacer contacto visual, él tomo mi mentón y ladeó mi cabeza con delicadeza de un lado y luego del otro.

— Veamos ¿Alguna vez has tenido novio?

— No.

—  Eres muy bonita y delicada — susurro entre sus labios —¿Alguna vez haz estado a solas con un chico?

— No.

— Muy bien entonces tú vas a la derecha — me sonrió y luego tomo mi mano, su piel era cálida y muy suave.  — Ustedes vayan con León y Sócrates — ordenó y fue entonces que el dichoso león asomo de nuevo por la puerta, en total éramos 22 chicas y las otras 8 se quedaron con el hombre elegante.

León iba enfrente, salimos del yate y frente a nosotros teníamos un lugar lleno de árboles y rodeado por el invencible mar, estábamos en una isla,  dos furgonetas esperaban por nosotras..

— Necesito volver a casa, necesito ir a casa — comenzó a gritar Lili sumergida en un llanto desgarrador, su mirada estaba ausente y solo gritaba que quería volver a casa, león abrió los ojos sin saber que hacer, parecía que dejó de pensar o tal vez estaba pensando más de lo normal, Lili comenzó a correr sobre la arena.

— Despierta idiota — gritó el hombre que era Sócrates mientras empujó a León pero seguía en shock,  entre gritos Sócrates salió corriendo por Lili pero está ya le llevaba ventaja, sin poder alcanzarla optó por sacar su arma y disparar, Lili cayó al piso y todas gritamos aterradas, león seguía sin reaccionar así que todas comenzamos a correr por diferentes partes,  yo opte por ir al norte, corrí hasta que mis piernas no dieron para más, hasta que se estaban enredando entre ellas mismas, me detuve atrás de una palmera, apoyé mis manos en mis rodillas y trate de recuperar el aliento,  mi pecho subía y bajaba con una rapidez impresionante, nunca antes había corrido tanto, mis pulmones ardían y mi garganta dolía de la resequedad, por un segundo me sentí a salvó, volvería con mamá, deje de pensar tanto hasta que de nuevo esa voz profunda me sorprendió estremeciendo todo mi interior.

— Bu —  mis ojos se abrieron de sorpresa mientras que mis lágrimas las inundaron,  mi corazón estaba aterrado, el señor elegante con una sonrisa tétrica me tenía en sus manos.

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