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Enzo Greco: Dulce Tentación.

1= La nueva niñera.

...ENZO...

Ladeo mi cabeza como aviso de que todos se ubiquen en sus puestos sin ser vistos. Tomo la radio de mi pantalón dando el aviso definitivo.

— Ahora.

En el lugar tan solo se escuchan los disparos que acabo de provocar.

Tanto esperé por este operativo y no me iré sin antes conseguir que el cabron de Damián pague por los dolores de cabeza que me a dado. Con la mano cerca de mi costado derecho aprovecho la distracción de mis hombres y el de nuestros rivales para entrar a la rústica casa de Damián. Jalo el gatillo disparándole directamente en la frente a uno de sus perros que por casi me dispara.

— ¡Señor!

— ¿Encontraste algo, Andy?— Bajo el arma regresandola su puesto cuando los disparos se dejan de escuchar.

— Al parecer Damián estuvo aquí y sabía de lo que sucedería.

— Aquí un traidor. ¡Nos vamos ahora, pero revisen toda la zona!

— Pero tiene que ver esto, patrón.

Me revienta de coraje saber que estoy rodeado de traidores, y lo peor, que Damián vuelve a salirse con la suya. Por un largo pasillo freno esperando a ver qué hará Andy. Abre la puerta de una de las habitaciones.

— Señor, ellas son las hijas de Damián.

Una niña está en un rincón, parece asustada pero no deja de sostener a la pequeña que tiene en sus brazos.

— ¿Qué hacemos con ellas?

— Me las llevaré.

°°°

— ¿Donde están las niñas?— Meneo el vaso frío de tequila esperando una respuesta de la sirvienta.

— En su nueva habitación.

Con las manos en los bolsillos paso al cuarto que mandé a arreglar especialmente para las niñas. Aún no entiendo como el imbécil de Damián pudo irse sin sus hijas, que hijo de puta en todo el sentido de la palabra. Con Andy y las niñas dentro cierro la puerta.

Con la pierna derecha en el suelo y la otra inclinada miro a los ojos a la pequeña.

— Hola, mi nombre es Enzo, ¿cuál es el tuyo?

— Jaky— Sonrío.

— Un bonito nombre. ¿Cómo se llama tu hermanita?

— Sophie.

— ¿Cuántos años tiene Jaky?

— Seis.

— Supongo que tu hermana tiene meses de nacida. ¿Estás asustada?— Niega— ¿No?

Quién no va a estar asustada después de la balacera de hace unas horas.

— ¿Me regresará con mi papá?

— ¿Quisieras?— Su mirada queda en el suelo. Con un par de dedos levanto su mentón, de esos bellos y destellosos ojos grises baja una lágrima.

— Papá no me quiere.

— ¿Andy qué está pasando?

— La niña tiene un trauma, señor. Parece ser introvertida, no le gusta hablar. Supongo que Damián tiene algo que ver con esto también— Gira a la niña alzando un poco su blusa, su espalda está llena de marcas de latigazos.

¿Cómo le pueden hacer esto a una niña?

— ¿Ya se decidió en qué hacer con ellas?

— Las cuidaré y no permitiré que Damián vuelva a tocarlas. Encárgate de buscar una niñera para ellas; quiero a una mujer capaz de cuidar a unas niñas, inteligente, responsable y que esté las 24 horas al pendiente de ellas. Quiero a la mejor, y si no cumplen con las expectativas se quedarán fuera.

...AMELIA...

Mis pies duelen de buscar trabajo, ¿por qué nadie me acepta en ningún puesto?

«Porque no sabes hacer nada»

Suspiro tomando un descanso en la banca del parque.

— ¡Amelia ahí estás, te estaba buscando!— No sé desde cuándo me llevo bien con la prepago del barrio pero me está abrazando.

— Hola Domenica. Estoy tan ocupada que ahora no puedo atenderte.

— ¿Ya conseguiste trabajo?

— ¿Te me estás burlando?

— Estoy aquí en son de paz. Verás, hay un trabajo que podría interesarte. ¿Me permites ayudarte?

Las malas lenguas dicen que ésta solo se junta con gente de la mafia pero y si en verdad Domenica me saca de la pobreza al conseguirme un buen trabajo?

— ¿De qué se trata el dichoso trabajo?

— De cuidar de unas niñas— Arqueo la ceja.

Y yo pensando tan mal de ella.

— ¿De niñera?

— Exacto. Yo podría llevarte a ese lugar para ver si pasas la prueba.

— ¿Qué prueba?

°°°

— ¿Es necesario que me pongas ésta venda para llevarme donde tu jefe?

— Claro, él es un hombre muy precavido. Andy vámonos.

Ya no sé si confíar en ella o no, ¿para qué me pondría una venda en los ojos si es un prestigioso lugar como dice? Creo que ya me arrepentí de hacer la dichosa prueba para ser...¿niñera?

°°°

Por fin doy un respiro al bajar del auto y sacarme la venda. Abro los ojos bien grandes al estar parada delante de una gran mansión. Ahora veo porque Domenica tiene más dinero que yo.

— Entremos— Toma mi mano y junto con el chico que nos trajo entramos.

— Tu jefe es muy rico, no?

— Millonario, multimillonario. Andy te dará a tí y a las demás las indicaciones para la prueba.

Por lo que veo no soy la única a la que le interesa el trabajo, a otras cuatro mujeres también.

— Este es un importante trabajo en el que se tendrá que cuidar de una niña de 6 y de una de 7 meses. Se realizarán tres pruebas y la que sea la mejor quedará contratada. Se empieza ahora. La primera prueba se trata de saber cocinar.

Mierda, me jodí.

...• SABER COCINAR. ❌...

Dios, si hay algo que no sé hacer en esta vida es cocinar, soy una inútil ya que no pude ni preparar una tostada y terminé dejándola calentar de más, quedando totalmente negra. Un error lo comete cualquiera, no?

...• PLANCHAR LA ROPA. ❌...

¡La suerte está en mi contra! ¿Por qué la prueba es tan difícil? Por idiota y distraída dejé la plancha por mucho tiempo en la blusa y como se supone, dejé un gran agujero como decoración.

...• AYUDAR A LAS TAREAS ESCOLARES A LOS NIÑOS. ❌...

¡Ja! Ni siquiera terminé la primaria por la culpa de mis padres que a una temprana edad me dejaron sola. Soy una inútil.

— Lo siento amiga, pero este trabajo no es para tí.

— Gracias Domenica por decirme lo que ya sé, I Love You.

Inútil nací, inútil moriré, pero sobre todo pobre.

— Lo siento Amelia pero no pasaste la prueba— Andy me dice algo que se suponía desde un principio.

...ENZO...

Con la mirada en el celular camino a la puerta de la mansión sin mirar adelante. Un brazo que roza en el mío provoca que el celular caiga de mis manos. Lo que más odio son las personas distraídas. Miro al idiota que daño mi iPhone.

— Disculpa, que diga perdóneme señor— Una mujer que no he visto nunca en mi vida toma mi celular del suelo, al alzar su cabeza ésta vez golpea mi barbilla— ¡Oh por Dios, lo siento!

Cruzamos miradas. Aunque sea una distraída hay que admitirlo, es hermosa.

— Patrón, ya hice lo que me pidió, contraté a la niñera para las niñas.

La mujer voltea sus ojos con una expresión desilusionada. Domenica sujeta su brazo y juntas van hacia la salida principal.

— ¿Quién es ella?

— Amelia Mendoza, vino para la prueba pero no cumple con los requisitos, la verdad no sabe hacer nada. Pero como le iba diciendo, elegí a la correcta...

— Despide a todas, y contrata a la Srta. Mendoza.

— Pero si usted mismo dijo que tenía que cumplir con las expectativas: Responsable, inteligente y atenta.

— Quiero que contrates a la Srta. Mendoza y es mi última palabra. Ella será la nueva niñera de las niñas.

2= Sumisa pero no tonta.

...AMELIA...

°°°

— ¡Ahhh!— Grito agradeciéndole a los cielos lo bien que me está yendo después de mucho.

— ¿Podrías callarte y dejarme terminar de hablar?

— Osea...¿estoy contratada para el trabajo de niñera?

— ¿De qué maneras quieres que te lo diga sin que grites?— Abrazo a Domenica.

— Nunca me has agradado pero a partir de hoy serás mi amiga.

— Entonces seré la primera— Aunque lo haya dicho en un murmuro la escuché. Con la llave abre la puerta que está al final del pasillo— Ellas son Jaky y Sophie, cuidarás de las niñas a partir de hoy. Por cierto, también tendrás que vivir aquí. Es algo bueno supongo, ya no tendrás que pagar un departamento. Yo te dejo, tengo algo que hacer. Cualquier cosa no dudes en llamarme.

Cierra la puerta.

Miro a la niña que pinta como si nadie más estuviera en la habitación que su hermana que duerme plácidamente en la cuna.

— Hola pequeña, soy Amelia tu niñera— Extiendo mi mano pero no se digna en tomarla. Ni me mira.

I-G-N-O-R-A-D-A.

— Nos llevaremos bien si pones de tu parte, que lindo dibujo ¿me lo dejas ver?

— No— Pero qué niña, jamás me habían hablado en un tono tan seco y cortante.

— ¿Bien...?

Alza un poco sus ojos— No me agradas.

— ¿Y por qué si recién nos conocemos?

— Porque sé que no tienes idea de lo que es cuidar de unas niñas— Me deja con la boca abierta— Será mejor que te vayas de aquí, no le conviene cuidar de mí, estará en graves problemas.

No tiene tanto cuerpo pero si mucha lengua. En pocas palabras me dijo que me largue.

— Si piensas que me iré te equivocas. Claro que sé cuidar de unas niñas y te lo demostraré.

°°°

Entro a la habitación de Jaky que desde que pisé esta mansión me a ignorado, lo único que he hecho es tratarla bien.

— ¿Jaky donde estás?— Miro a mi alrededor— Jaky déjate de bromas y sale de donde estés encondida.

He recorrido toda la casa y no la eh visto.

Me ubico en la cuna de Sophie, la mocosa está ahí parada mirándome fijamente.

— ¡Rayos niña, por casi me matas del susto! Que sea lo última vez que te escondes.

— De hecho, estaba ahí desde hace rato...

— Ya deja de hablar y baja, el desayuno está servido.

— Amelia— Domenica se detiene en la puerta— Tu jefe te espera en su despacho.

¿Mi...jefe? Diablos, desde que vine a esta mansión no he visto a mi jefe ya que según Domenica ah pasado todo el rato trabajando y ahora que lo veré las piernas me tiemblan como ahora que estoy abriendo la puerta.

— Buenos días señor, ¿me mandó a llamar?

Sonríe ladeado, y cruzado de piernas me indica la silla. Tomo asiento.

— Espero y se sienta agusta en mi mansión Srta. Mendoza. ¿Cómo le está yendo con las niñas?

— Bueno...su hija no me soporta.

— No, no es mi hija, no tengo hijos. Pero si tiene un problema con ella me encargaré de arreglarlo. Pero quiero que me hable de usted.

— Soy una mujer común y corriente, mi vida no es tan interesante. Soy Amelia Mendoza, colombiana, tengo 25 años. Lamentablemente no estudié en un colegio, no tengo amigos. Le agradezco demasiado que me haya aceptado aunque no tengo muy en claro porque si no pasé la prueba.

— Claro que lo hizo, la prueba de mi confianza.

— Pero si es la primera vez que hablamos.

— La segunda— Señala su barbilla, recuerdo el golpe que dejé en ella.

— De verdad le pido disculpas, no fué mi intención golpearlo...

— No se preocupe. De verdad deseo que pase lo que pase no se vaya de aquí. Nos veremos muy seguido y sería mejor que nos llevemos como amigos, ¿no creés? ¿Y si empezamos por hablarnos de tú? Soy Enzo Greco, un placer conocerte Amelia— Besa mi mano.

Paso saliva por mi garganta. Tan guapo, caballeroso, elegante, varonil...pero algo trama, lo sé.

...ENZO...

°°°

Preparo mi pistola, poniendo tres armas en ella, la cantidad de los hombres que ahora están arrodillados ante mi.

— Última oportunidad, ¿donde está Damián?

Los cobardes se miran. Agito con lentitud mi cabeza. Con el arma en sus frentes les disparo a cada uno explotando su cabeza al instante.

— ¡Llevense a éstas porquerías de mí presencia y limpien este desastre en el suelo!

Regreso el arma a mi pantalón decidiendome en ir al despacho para tomarme una copa de vino que tanto me hace falta para este estrés, la presencia femenina de Amelia lo impide. Sus ojos están más que abiertos mirando con detalle los cuerpos ensangrentados en el piso. Ahora tengo otro problema.

— Amelia— Susurro, corre por las escaleras, sus intentos de cerrarme la puerta son en vano, ya estoy en su habitación.

— ¿Qué clase de persona es usted? ¡¿No tuvo ni una pizca de piedad para dispararle a esos hombres?!

Con mis dedos en su mentón lo levanto siguiendo la huella que acaba de escaparse de sus húmedos ojos.

— Si te lo explicara no entendieras. Olvide decírtelo, hago esto casi siempre, pero— Sonrío— Me mantendras este secreto guardado, ¿verdad Amelia? Para que entiendas mejor, soy Enzo Greco, un narcotraficante, un mafioso. Me gusta hacer las cosas a mi manera, obtengo todo lo que se me plazca, y ahora se me place que mantengas callada esa boquita— Con una sonrisa, las manos en mis bolsillo retrocedo a la puerta— No intentes salir de aquí, al meterte en la cueva del lobo no hay salida, Caperucita— Un guiño y culmino cerrando la puerta.

Ahora más que nunca tendré que vigilarla y tenerla en esta mansión.

°°°

La veo darse vueltas en la silla que tengo delante.

— ¿Podrías quedarte quieta, Domenica?

— No pensé que serías tan imbécil, debiste ser más precavido para que no te descubriera Amelia.

— Tarde o temprano pasaría esto. Con la casi amenaza que le dí supongo que no abrirá la boca.

— ¿Si intenta escapar...la matarás?

— Obvio que no, no pienso tocarla hasta que me dé lo que quiero de ella, y tú sabes a qué me refiero— Tocan la puerta— Pase.

Amelia— ¿Qué se le ofrece, señor?

— Pedirte una disculpa por la forma en la que hablé ayer— Miro de reojo a una sonriente Domenica— Pero me gusta prevenir y que nadie me traiga problemas. Espero entiendas que no saldrás de aquí. Pero cambiando de tema, quiero que sepas que no soy tan malo y que me agradas— Domenica me pasa la caja que le encargué, la abro y le muestro un collar de piedras preciosas a Amelia— Es un collar único en el mundo, especialmente hecho para tí. Tómalo, es un regalo. Me caes tan bien que si sigues portandote bien yo lo haré mejor.

Lo mira por unos segundos, sus manos quedan en el escritorio, se inclina por primera vez mirándome fijamente, sin apartar su mirada ni un segundo.

— Sumisa pero no tonta— Mira el collar— Yo no valgo millones de dólares.

— ¿Puedes ser más clara?

— Quiere comprar mi cuerpo— Arquea la ceja— ¿O miento? Por más mafioso y malote que sea no me acostaré con usted.

— Amelia creo que estás entendiendo mal...

— Y yo creo que me quiere ver la cara de imbécil, que le quede algo en claro Sr. Greco, se los tipos de hombres que hay en esta vida, y también sé que usted pertenece al de los mujeriegos que si le place tiene a las mujeres a sus pies a punta de billete. Conmigo se equivocó si piensa que yo soy una zorra que coge con cualquiera. Vine a trabajar no a follar. Y si se le da la gana, ponga su pistola en mi cabeza como lo hizo con esos hombres y dispare, pero no me arrepentiré de lo que acabo de decir. No le tengo miedo, ¿sabe por qué? Porque es un hombre común y corriente, con la diferencia de que carga una pistola en su pantalón. Ahora le pregunto, ¿piensa matarme o puedo seguir haciendo mi trabajo?

Me quedo ahí tieso, sonríe satisfecha.

— Con permiso— A un centímetro de cruzar la puerta vuelve a girar— No acepto regalos de nadie porque me gusta trabajar todo lo que tengo. ¿Porque recuerda el motivo por el que estoy aquí, no? No es por sus amenazas, sino porque de verdad necesito este trabajo. Que tenga buen día.

Alzo mi mano antes de que Domenica hable.

— Si dices algo te mando a coser la boca.

— Joder hombre, ¿te dolieron esas palabras? Conozco a Amelia desde que tenemos 10 años, ella no es una puta como yo, nunca a tenido novio y aunque aparente ser buena siempre ha tenido los ovarios en su lugar. Yo que tú me quitaría ese capricho de tenerla en tu cama...

— Será mía. ¿Quieres apostar?

— Perderás mi amor.

— Aunque sea un ángel me encargaré de enviarla a mi infierno, le daré lo que se merece; placer. Dame dos meses, en ese tiempo lograré tenerla sumisa y rendida a mis pies.

— ¿Oh sí? Cuidado y sea otro el caiga a los pies de alguien.

Bufo— ¿Piensas que me enamorare de ella?— Río— El amor murió para mí, sabes porqué. Ni Amelia ni nadie conquistará este corazón, soy Enzo Greco y yo no me enamoro.

3= No te irás de aquí.

...AMELIA...

Casi una hora esperando a que se duerma Sophie pero no consigo nada, tal vez Jaky tenga razón, soy una inútil que no puede cuidar de dos niñas.

— Tiene hambre— Jaky acaba de despertarse— Tienes que darle el biberón si no no podrá dormirse.

¿Ves Amelia? Hasta una niña sabe más que tú. Mi salvadora llamada Domenica ni bien entra al cuarto y ya le entrego a la bebé.

— ¿Pero qué...?

— Cuídala, yo iré a preparar su leche.

Bajo las escaleras casi cayendome, es que todo esto de cuidar niñas me tiene loca sabiendo que no sé cuidar ni de mí misma. Le preparo la fórmula colocándola en el biberón.

— Dámela— Domenica me la devuelve— ¿Me buscabas para algo?

— Tu jefe quiere hablar contigo.

— No, ni muerta vuelvo a ver a ese pervertido— Me hace señas raras que no entiendo— ¿Osea, por ser guapo y tener cuerpo de actriz nopor significa que yo me acostaré con él? Es un completo imbécil, un idiota que se aprovecha de tener un arma a su lado y de tener billetes por todas partes, si piensa que le entregaré mi virginidad está muy equivocado, si quieres ve y dile a la cara todo esto.

— ¿Y por qué mejor no me lo dices tú?— Está atrás de mí. Cierro mis ojos— Domenica llévate a la niña, quiero estar a solas con Amelia.

— Señor...¿qué se le ofrece?

— Que hablemos.

— Por si no se a dado cuenta— Nos señalo— Ya lo estamos haciendo.

— Soy un hombre con principios, un caballero y no me gusta discutir con una mujer. Verás Amelia, no quería que te molestaras ayer por haberte querido regalar un collar.

— Me quería comprar.

— No, te juro que no es así. No tengo unas malas intenciones contigo. Seamos amigos.

Lo miro de pies a cabeza y río— Osea, ¿me habla a mí? ¿Yo su amiga? ¿O su puta?

— Amelia por favor...

— Lo siento pero vine de un barrio y he aprendido muchas cosas en el, como también defenderme. Aparte, no creo que quiera algo más que amistad conmigo porque tan solo tengo 25 años y usted más de 40, es mucha la diferencia de edad.

— Conozco a unos amigos que no vieron tanto la edad para casarse— Arqueo una ceja— Lo que quiero decirte es que empecemos de cero, como amigos, que seamos algo más que niñera y jefe. Y claro, no me quejaré si quieres algo más— Abro los ojos de par en par— Ay lo siento, digo muchas estupideces. Como te decía— Me da su mano— ¿Amigos?

— No confío en los hombres pero será interesante conocerlo— La tomo— Amigos— Confirmo.

...ENZO...

Arreglando mi traje regreso a mi despacho dando un brinco al ver a una mujer de espaldas en mi silla.

— ¿Jade?

— Ya llevaba diez minutos esperándote, Domenica me dijo que estabas ocupado conversando con la niñera— Deja la silla y me sonríe— Acá entre nos, ¿quién es la afortunada?

Río— ¿De qué hablas? ¿Domenica ya te metió cosas en la cabeza?

— Puede ser. ¿Te gusta?

— ¿Viniste para verme o para hacer preguntas de lo que sucede con la niñera?— La abrazo.

— Marcel y yo nos quedaremos unas semanas aquí en Colombia y luego iremos a Francia a vivir un par de años.

Marcel...mierda, me muero de celos al saber que se casó con Marcel. Juré cerrar mi corazón pero la amo, sigo amando a Jade aún sabiendo que es esposa de uno de mejores amigos.

— Supe que estás ayudando a las hijas de Damián, que hijo de puta para haber dejado a sus hijas.

La sirvo un trago.

— Lo más seguro es que quiera regresar por ellas, pero me encargaré de proteger a las niñas. Sé que correrán esas criaturas el riesgo de morir en manos de ese desgraciado. Fuiste a México, no? ¿Cómo está mi sobrina?

— ¿A poco no sabes?

— ¿Qué?

— Su padre está muerto.

Cierro mis ojos muy fuerte.

— ¿Cuándo sucedió?

— Hace unos meses.

— Mierda, con tantos problemas encima no he querido recibir información de México, debí estar con ella en un momento tan difícil como ese— Ahora la miro— ¿A tí también te sucedió algo?

Respira profundo.

— Perdí a mi bebé. Pero no quiero hablar de eso. Cuéntame de tí, ¿como te a ido en todos estos meses que hemos estado separados?

°°°

Por distraído no noté cuando Amelia entró al despacho haciéndome asustar al repentinamente poner un papel sobre mi escritorio.

— Renuncio.

— ¿Por qué?

— Mire señor, su hija no me soporta, no me obedece y para serle sincera jamás había cuidado de unas niñas, me dice que no sé hacer nada y aunque tenga razón no me gusta que me lo repita cada que hago algo mal y...

— Ey, si hablas así de rápido no te entenderé. En primer lugar, Jaky no es mi hija. En segundo, no te irás de aquí— Rompo los papeles.

— Tengo mis derechos y exijo que...

Tocan las puerta, Amelia se encarga de abrir y ni bien lo hace siento las manos de Jane abrazándome.

— ¿Jane qué haces aquí?— No viene sola.

— ¿Que tal Enzo?

— ¿Edmon? ¿Jane? ¿Por qué no me dijeron que vendrían?

— ¿Acaso no te gusta verme, tío?

— No es eso pero...me encanta verte princesa.

Esto no es para nada bueno, nada bueno.

Vuelvo a mirar a Amelia, está cruzada de brazos mirando a las visitas.

— Vaya— Ríe Jane ahora cortando la distancia entre Amelia y ella— Sabía que tarde o temprano te harías de mujer, tío. Es muy bonita.

— No ella...

— Mucho gusto, soy Jane Leonardi sobrina de este insoportable hombre— ¿Disculpa?— Él es mi mejor amigo, Edmon. Tiene una cara de demonio pero es a todo dar.

— Respétame salvaje o llamo a tu marido.

— Cierra la maldita boca, Edmon. Como iba deciendo, ¿desde cuándo se conocen?

— Desde hace unos meses y no, no somos novios. Ella es la niñera.

— ¿Oh, ya tienes quién te cuide?— Ríe Edmon.

— Como sea, me tomaré unas vacaciones aquí en Colombia para estar contigo tío, y para conocer a tu niñera.

— Le apuesto señorita que mi vida no es tan interesante que digamos.

— Soy Jane, llámame así, después de todo tenemos la misma edad, ¿verdad?— Toma su mano— No soy mucho de amistades ya que casi nadie me cae bien, pero seremos amigas.

—...claro. Como le decía señor, renuncio.

— Y como te iba diciendo, no lo acepto y seguirás quedándote aquí.

— Tal vez su sobrina tenga razón, es un hombre tan insoportable— Corre hasta la salida cerrando de golpe la puerta.

— Es difícil lidiar con esa mujer. Muy difícil.

Edmon y Jane se miran, se dicen algo con la mirada, lo sé.

— ¿Y ustedes por qué me miran como idiotas?

— ¡Te gusta!— Ríen al unísono.

— Yo soy Enzo Greco...

— Y nunca te enamoras, tu corazón está cerrado desde hace mucho tiempo y nadie podrá conquistar ese corazón de acero— Jade termina de hablar por mí— Todos sabemos ese discurso— Masajea mis hombros— Los primeros en decir eso son los que más rápidos caen, míra a mi hermano, se casó con Jane.

— De todos modos, Amelia no me gusta.

— Ajá— Los tres al unísono.

— ¿Tú también Edmon? Oye, soy tu amigo desde hace 15 años cabron, eso se llama traición al no ponerte de mi lado.

— Ahora estoy de lado de la salvaje. Mírame a mí, dije lo mismo y ya soy padre.

— Puta madre— Susurro— ¿Te casaste?

— Con mi prima— Mira Jade sus uñas.

¿Cómo pude perderme tantas cosas en estos meses?

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