Malej.
—Despiertaaaa... despiertaaaaa... Malej Despierta, vamos levántate. —Abrí los ojos lentamente mientras mi pequeña hermana Zahira saltaba en mi cama.
—Zahira, ¡por favor pará, pará ya! —me arrope hasta la cabeza, que flojera tener que levantarme temprano, siempre lo he odiado.
—Malej, recuerda que hoy iremos por tu vestido de novia, anda levántate ya.
— Díez minutos más te lo pido siiiiii... Por favor, anda por lo que más quieras. —Ella no entendía lo que me molestaba organizar mi propia boda.
—¿Estas segura de que te quieres casar? Porque déjame decirte que no parece, yo que tú ya estaría más que arreglada, ¿no te hace ilusión tener tu vestido?
¡Affs! Enterré la cara en la almohada, mi pequeña hermana estaba tan lejos de la realidad. Como me gustaría seguir siendo una niña pequeña y no tener problemas, si tan solo supiera que acepte casarme para no quedarnos en la calle. Nuestros padres murieron hace cinco meses, en un accidente automovilístico, y nunca pensé que estábamos tan mal económicamente.
—Si no fuera porque eres mi hermanita, hace rato que te hubiera regalado. — Pellizque sus mejillas y su carita se puso roja.
—Malej, no me hizo gracia tú comentario.
—Observe como bajaba el rostro y hacia pucheros, en eso solté una carcajada, era una manipuladora.
—Solo bromeó, sabes que eres lo que más amo en este mundo y aunque seas una fastidiosa eres mi hermanita favorita.
—¡Ja! Soy la única que tienes.
—Que bueno porque dos como tú si sería un paquete. — Se hizo la ofendida y me lanzo un Almohadazo. —Viste que si eres un paquete. —Me fulminó con la mirada y me dio otro Almohadazo. —¡Auchs! te pasas este sí me dolió.
—Te lo mereces por mala, bien que le haces honor a tu apodo "Mal" eres de lo peor, enserio que sí.
— Pues yo te amo, enana fea.
—Y yo a ti no, Mal.
—La atraje hacia mí y la abrace fuerte, ella me sonrió y me devolvió el abrazo. —Venga ya, anda arreglarte para ir por el dichoso vestido, ¿Te parece?
—Esta bien, pero quiero algo rico por hacerme sentir triste.
Le sonreí y me levante. Hice el desayuno y adelante algunos pendientes del día, mientras Zahira terminaba de arreglarse. Una vez que ella estuvo lista, me dispuse arreglarme.
Me duche y comencé a seleccionar que colocarme, mis gustos eran sencillos y mi madre siempre decía que hasta con un saco de papas me vería bien. Debía agradecerle a ella mi genética, pues cualquier ropa me quedaba bonita al igual que a ella. Físicamente era igual a mi madre: alta, cabello negro largo, piel blanca, ojos grises, una sonrisa bonita o eso era lo que me gustaba creer, era lo que más me encantaba de mí. En cuanto a mi carácter digamos que era como el de mi padre, una combinación de protector y bromista que funcionaban muy bien. Recordaba a mis padres con mucho amor y los echaba de menos. Cuando termine de arreglarme fui a la habitación de Zahira que estaba entretenida con sus muñecas, mi pequeña angel era la que me motiva a seguir con esa locura de la boda.
—Mal, estás preciosa. —Subio las cejas de arriba abajo mientras sonreía maliciosamente, a veces olvidaba que solo tenía siete años, era tan ocurrente. —cualquier hombre estaría derretido por tí, aunque seas una comediante de mala calidad.
—Ya sabía que ese piropo era mucho pedir, además enana qué mal concepto tienes de mí. —Hice pucheros y ella soltó una risita.
—No eres mala... eres malísima.
—Y tú eres tan amargada. —Abrió sus ojos grises intensos ofendida y me recordó a nuestra madre, ella solía hacer ese gesto cuando papá la molestaba.
—Malej Sahin no me agrada lo que dices, yo no soy amargada. —El tono que utilizo fue tan serio que no lo pude evitar y solté una carcajada.
—Disculpe sultana Zahira, no fue mi intención hacerla enfadar.
—Mal entiendo el Sarcasmo, recuerda que ya tengo siete años.
—Disculpe señora prehistórica hermana de los dinosaurios, no recordaba su edad. —Reí fuerte y ella me fulminó con la mirada.
Una hora después llegamos al centro comercial y nos dirigimos al piso tres. Saludamos y tuvimos que esperar que lo buscaran para hacerme una última prueba. Mi teléfono sonó y vi la barra de notificaciones.
~Hola hermosa, ¿Estás en el centro comercial?
Mire el mensaje sin ganas de responder. Kaleb Yilmaz, era el típico niño mimado que todo lo que quería se lo tenían que dar. Se encapricho conmigo después de que volvió de Francia, duro allá cinco años estudiando, trabajando, o que se yo. Ojala se fuera quedado allá, sentía que desde que había vuelto mi vida se había arruinado. Y ahora estaba apunto de casarme con él que pesadilla, a pesar de ser un hombre atractivo, porque sí, Kaleb era el sueño de cualquier mujer. Ojos azules, cabello rubio, labios normales, un porte varonil y muy adinerado. El sueño de cualquiera, menos el mío, su actitud de superioridad me parecía repulsiva. Dicen que no se puede juzgar un libro por su portada, si eso es muy cierto, pero él no era un libro, era llamativo por fuera con un contenido nada atractivo por dentro.
Me vi al espejo y si que era un hermoso vestido de novia. Zahira me miraba con asombro y emoción en otras circunstancias sería el vestido perfecto, pero no era esta la circunstancia. Cada vez faltaba menos para ser la señora Yilmaz y mi vida cambiaría para siempre. Sentí tanta tristeza, quería salir corriendo y no mirar atrás, pero que otra opción tenía.
La mayoría pensará que tome el camino fácil, pues no era así. Cuando mis padres murieron conseguí un trabajo de medio tiempo y simplemente no era suficiente, la colegiatura de Zahira, mi universidad, la hipoteca de la casa, más las deudas que mi padre tenía hacia la familia Yilmaz, era demasiado. Por eso había aceptado, por eso estaba en esta absurda tienda con este absurdo vestido y este dolor en el pecho que no me dejaba respirar.
Me quité el vestido de prisa y salí de la tienda necesitaba tomar aire y relajarme, estaba molesta, triste, desilusionada, me sentía derrotada y humillada. Zahira me seguía en silencio, quería respuestas, pero no sé atrevió a molestarme. No me fijé que estaba caminando a un ritmo apresurado hasta que fue tarde. El suelo estaba húmedo por lo que resbalé y caí. Trate de levantarme cuando alguien me tendió la mano. Subí la mirada y choque con unos hermosos ojos de color café. Agarre la mano del chico que me miraba preocupado y el contacto de nuestras piel fue electrizante. Me puse enbpie con mucho cuidado y mi corazón comenzó a bombear sangre más rápido de lo normal.
Malej.
Me levanté sin apartar la mirada, aquellos ojos me mantenían cautiva, eran tan llamativos que me atraían como un imán.
-Gra-Gracias. -En serio acababa de tartamudear. Él no dejaba de mirarme y eso me hizo sentir un poco incómoda, claro no incómoda mal, solo algo avergonzada. Aún me mantenía agarrada de la mano, trate de soltarme y no tuve éxito, su agarre se hizo más fuerte, pero sin llegar a lastimarme.
-Dicono che gli angeli sono le creature più belle del mondo, allora debo essere fortunato perché ho trovato uno. (Dicen que los ángeles son las criaturas más hermosas del mundo, entonces debo tener suerte porque encontré uno).
Al escuchar aquello no entendí ni una sola palabra, él debió notarlo, porqué hizo una sonrisa de lado (valla que maravillosa sonrisa).
-¿Te encuentras bien?
-Sí, Gracias por tu ayuda. -Que hombre tan guapo y que voz tan sexy. Pero que cosas estaba pensando, además deja de mirarlo así va a creer que eres estúpida o que estás loca. La vocecita en mi cabeza no paraba de hablar y tampoco podía apartara mirada. Y fue entonces cuando Zahira me abrazó y rompí el contacto visual.
-¿Malej te encuentras bien?
-Le sonreí, pobre tenía los ojos llorosos. -Sí enana, sabes que soy algo distraída, lo siento.
-Eres una descuidada Mal. -Zahira miro al extraño y dejo su vista fija en el agarre del sujeto y esté enseguida me soltó.
-Gracias por ayudar a mí hermana.
- Eh, fue todo un gusto poder ayudarla. -Él la miro, y le dicó una sonrisa, me miro y volvió a tender la mano. -Dante Bataglia, un placer conocerte.
-Malej Sahin. -Volví a sentir la corriente eléctrica cuando estrechamos nuestras manos.
-Zahira lo miró y me miro. -¿Nos podemos ir? Ya tengo un poco de hambre. -Apenas y le presté atención a lo que decía mi hermana, mi concentración seguía puesta en aquel imponente hombre, si que era guapo y varonil. Mi corazón latía a cien horas por segundos, no entendía lo que me sucedía, jamás había experimentado este magnetismo.
-Mal estás segura que estás bien. -Zahira subió un poco el tono de su voz, voltee a verla y le sonreí. -¿nos vamos?
-Si vamos.
Nos despedimos de Dante y comenzamos a caminar y escuché nuevamente su voz, las mariposas en mi estómago revolotearon con solo escucharlo.
-Malej, puedo invitarlas a comer, si desean claro.
-No, No es necesario, gracias.
-Insisto, así terminas de pasar el susto todavía estás un poco palida, no lo tomes a mal.
-No te preocupes ya estoy bien, así que muchas gracias, pero no. - Le sonreí y me despedí de él.
Salimos del centro comercial, pero seguía con la sensación de que dejaba parte de mi corazón en él y no precisamente por el vestido. ¿El vestido? ¡El maldito vestido! Salí tan de prisa que lo olvidé por completo, pero ya en otro momento pasaría por la tienda para retirarlo.
El camino a casa se me hizo un poco más largo de lo usual, no dejaba de pensar en aquel hombre. ¿Que rayos me pasaba y por qué esos ojos no salían de mis pensamientos?
-Mal, ¿Por qué saliste así de la tienda? -Mire a Zahira por el espejo retrovisor y todavía su carita denotaba confusión.
- Lo siento enana, recordé a madre. -Mentí, bueno no del todo porque ella siempre estaba presente en mis pensamientos y se cuanto anhelaba ayudarnos cuando llegara nuestro día especial, pero esa no era la razón por la que había salido de la tienda.
-Mal ¿Los extrañas?
-Sí, demasiado enana.
-Yo he tenido miedo, ya casi no recuerdo sus rostros y me asusta olvidar los.
-Yo también sentía ese miedo, pero no quería asustarla de más. -Cuando te suceda eso, habla conmigo y así juntas los recordamos, ¿Te parece?
-Esta bien Mal, gracias. -Me dedico una mirada tan llena de amor que me hizo recordar que mi sacrificio era por ella.
-Te amo enana tú eres mi rayito de sol, pero no cualquier sol, ese el de las tardes, el que desespera y vuelve loco a las personas.
-Solto una risita. -Ya volviste a ser tu.
- Claro, ya con una amargada tenemos.
-Eres la mejor hermana del mundo.
-No, no soy la mejor, pero trataré de estar siempre para ti eso nunca dudes nunca Zahira.
En la noche cuando ya estaba acostada solo un pensamiento me venía a la mente, aquel curioso hombre de ojos llamativos, Dante Bataglia. Una risita se me escapó, sí, estaba loca y fue entonces que surgió una gran pregunta.
¿Lo volvería a ver?
Últimamente no podía conciliar el sueño, entre los preparativos de la boda y la idea de ser la esposa de Kaleb, me mantenían inquieta. En qué momento mi vida había cambiado tanto, hace algunos meses solo soñaba con graduarme, ser independiente, que mis padres se sintieran orgullosos de mí, viajar por el mundo, encontrar el amor así como mis padres lo encontraron el uno en el otro. De tanto pensar el sueño me venció y caí profundo en ese mundo donde nadie podía lastimar me.
Al despertarme, vi mi teléfono y eran más de las las ocho de la mañana, también vi varios mensajes de Kaleb. Abrí la barra de notificaciones y entre al chat.
~Buenas noches mi pequeña saltamontes.
~Buen día, mi pequeña saltamontes. Que manía de decirme así, me hacía sentir como un bicho al que tiene en sus manos. Y sé que es así me tiene justo donde siempre quiso.
~Estuve esperando tus respuestas, espero podamos vernos y almorzar hoy.
-Me dispuse a responderle. ~Hola, buen día Kaleb y disculpa, ayer mi día fue algo estresante, no creo que pueda hoy Zahira tiene una presentación en su colegio y debo ir.
~Mi pequeña saltamontes por fin aparece, esta bien, ¿Quieres que te acompañe?
~No, debes estar ocupado y no quiero quitarte tu valioso tiempo. -Lo dije con sarcasmo, espero lo haya notado.
~Mi tempo es tuyo mi pequeña saltamontes. -Su ego era tan grande que no lo dejaba ver más allá de sus narices.
~Oh, gracias por concederme su tiempo Sr Yilmaz, nos vemos luego.
~No tienes porque agradecer, no olvides que el viernes es la fiesta de cumpleaños de mi padre.
~Sí, no lo e olvidado.
Luego de esa conversación mis días transcurrieron sin alguna novedad. No volví a ver al hombre de ojos llamativos, pronto sería la fiesta de cumpleaños del padre de Kaleb y cada vez faltaba menos para nuestra boda.
Dante.
—¡Aló! ¿sigues dormido Yusuf? Llevo una hora esperándote en el centro comercial.
—No, no estoy dormido Dante voy en camino. —un bostezo tras otro lo delato, puse los ojos en blanco. —Ya voy a llegar espérame ahí.
— Mejor nos vemos otro día Yusuf, comeré algo y me iré al departamento.
—Dante ya voy, solo dame cinco minutos en serio.
—Lo mismo dijiste hace una hora y soy manso, pero no menso.
—Ya voy saliendo.
Genial de paso me colgaba, aparte de mentiroso, descarado. Que más me quedaba, recorrería un poco el centro comercial y así me distraía la mente. Ya había estado otras veces en Estambul, mi abuelo materno era nacido y criado aquí y vine muchas veces con él cuando era niño. Mi abuela materna era italiana y una excelente bailarina de ballet. Conoció a mi abuelo en una de sus presentaciones en Turquía, fue amor a primera vista según lo que me contó mi madre, se casaron, y tomaron la decisión de vivir en Verona. Mi madre era la menor de sus tres hijos y la única que seguía con vida, mis tíos lo gemelos decidieron entrar a la mafia italiana y lo último que se supo de ellos eran que habían muerto a mano de un cartel enemigo.
Seguí caminando sumergido en mis pensamientos, todo me traía recuerdos de la niñez y mis visitas a Estambul. Repose mi cuerpo en una de las barandillas y me entretuve viendo las vitrinas de las tiendas. De repente mi vista se vio atraída por una preciosa pelinegra que caminaba muy de prisa, tan de prisa que no vio el cartel de "suelo mojado", resbaló y calló. Me apresure ayudarla, le tendí la mano y ella la tomo suavemente. Sentí una corriente eléctrica recorrer todo mi cuerpo, que extraña sensación. Alzó la vista y le dió un ligero repaso a mi rostro. ¡Mamma mía! Era la mujer más hermosa que mis ojos habían visto, sin exageración alguna.
—Gra-Gracias. —La escuché decir, mientras intento recuperar su suave mano, pero no la dejé.
—Dicono che gli angeli sono le creature più belle del mondo, allora debo essere fortunato perché ho trovato uno.(Dicen que los ángeles son las criaturas más hermosas del mundo, entonces debo tener suerte porque encontré uno).
Hizo una mueca, comprendí que no había entendido y sonreí.
—¿Te encuentras bien?
— Sí, Gracias. —Seguía sin apartar su mirada, esa mirada que estaba causando un revoloteo en mi ser, dicen que los ojos son el espejo del alma y cuánta verdad tenía el que inventó esa frase.
— Malej ¿Te encuentras bien. —Pregunto una pequeña niña muy parecida a ella con la diferencia del tono de sus ojos, los de la pequeña eran de un gris mucho más oscuro.
—Ella voltio y le dedicó una sonrisa. —-Sí enana, sabes que soy algo distraída, lo siento.
— Eres una descuidada Mal. — La pequeña miro a a la hermana y dejo su vista fija en el agarre que aún mantenía, está era la señal para liberar su delicada mano.
—Gracias por ayudar a mí hermana.
—Eh, fue todo un gusto poder ayudarla. —La mire y le dedique una sonrisa roba corazones, pero no me la devolvió y solo miro de nuevo a su hermana. —Dante Bataglia, un placer conocerte. —Volví a sentir la corriente eléctrica con el contacto de nuestras manos, que extraño.
— Malej Sahin. —La pequeña la miro y me miro. —Mal, nos podemos ir tengo un poco de hambre.
— Mal, ¿Estás segura que estás bien. —Repitió nuevamente la niña, con un todo de voz un poco más alto. - ¿Nos vamos?
—Si vamos. —Al escuchar eso entre un poco en pánico no quería que se fuera, sentí miedo, un miedo irracional ¿Miedo de que? Si apenas y la había visto
Se despidieron y comenzaron alejarse, la iba a perder y no quería por alguna extraña razón, no quería que se alejara. En eso mi mente trabajo a mi favor y me arriesgue a decir.
Malej, puedo invitarlas a comer, si desean claro.
—No, No es necesario, gracias. —Por favor que dijera que sí, era todo lo que pedía en ese momento.
—Insisto, así terminas de pasar el susto todavía estás un poco palida, no lo tomes a mal. —Escusas, ella se veía perfectamente bien.
—No te preocupes ya estoy bien, así que muchas gracias, pero no. —Me sonrió y mi mundo dió una vuelta de noventa grados, que hermosa era.
Las ví irse y quedé con un amargo sabor en la boca, mi alma gemela se alejaba y no sabía cómo retenerla, solo su nombre tenía y una sensación de derrota que embargaba mi pecho. Mi amigo Yusuf llego poco después, almorzamos en silencio y esté comenzó hablar, pero no escuché nada de lo que decía mi mente estaba en aquella pelinegra de ojos grises y sonrisa bonita.
—Lo entiendes verdad, ¿Dante me estás escuchando? Tierra llamando a Dante.
—Si Yusuf. ¿Que decias?
—Se puede saber en qué estás pensando, tengo rato hablándote.
—Nada, en específico en realidad.¿Que me decías?
—Que el viernes será la fiesta de cumpleaños del dueño de las empresas Yilmaz y fuimos invitados, creo que será la oportunidad perfecta para que hables con ellos.
—Perfecto mi querido amigo ahí estaremos sin falta. —Le sonreí y terminé mi plato.
—¿Nos tomamos unos tragos? Debemos celebrar nuestro encuentro después de tanto tiempo, hablar por mensajería no es igual.
—Lo siento amigo, pero no será hoy me siento un poco indispuesto, estamos en contacto. —Estrechamos nuestras manos y salí del centro comercial.
Ya en mi departamento me duche y me recosté en el sofá, una y otra vez me venían a la mente aquellos bellos ojos, su dulce sonrisa y esa voz angelical.
¿Que me estaba pasando, por qué sentía esa sensación de vacío?
Luego de mi encuentro con la hermosa Malej, pase los siguientes días por el centro comercial con la esperanza de encontrala allí, pero no la volví a ver y me hice a la idea que no la vería más.
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