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Hannah CEO: Frígida Venganza

Capítulo 1 Hannah Stevens

Me llamo Hannah Stevens y estoy a meses de cumplir los treinta años. Soy única hija de Mery Blossom y Richard Stevens dueños de una de las empresas más grandes del país.

Albert Brenam era el contador de nuestra empresa y lamentablemente falleció en un accidente de tráfico. Esto ocurrió hace cinco años en los cuales nadie había podido ocupar correctamente su lugar, hasta que llegó el... David Palmer.

Odio a David con cada fibra de mí ser. Arruinó mí vida y todo por una estúpida apuesta adolescente que aunque hayan pasado años sigue atormentándome. Doce años más tarde él vuelve a mí vida como empleado de la compañía de la que tomaré posesión en poco tiempo...

Ahora soy súper diferente a como era antes. Mí autoestima sigue baja por diferentes razones que les contaré más adelante pero mí manera de ser cambió radicalmente, dicen que me he vuelto fría en todos los sentidos, mis ex agregan un nuevo apodo a mí lista, frígida. Tienen razón pero no me importa.

Nunca más nadie se meterá en mí vida, jamás volverán a jugar conmigo.

En este momento estoy en trámites de divorcio y es un proceso demasiado complicado. Mis padres me decían "Joel no te conviene, déjalo antes de que sea demasiado tarde..." pero como siempre decidí seguir a mí modo y aquí estoy. Maldito sinvergüenza, tiene su amante embarazada y sigue intentando joderme la vida.

Comenzaré a contar mí historia desde un principio, por lo cual debo retroceder varios años en el tiempo.

Mis padres me tuvieron siendo ya adultos, mí madre tuvo varios embarazos pero antes del segundo trimestre sufría abortos espontáneos. Yo fui un milagro en sus vidas. Quizás haberme tenido luego de varios años de independencia absoluta afectó negativamente su matrimonio.

Mis primeros años de vida los dos estaban conmigo siempre pero luego discutían frecuentemente cuando yo tenía algún evento sea personal o escolar porque ninguno deseaba quedarse. Al ser empresarios siempre el trabajo estaba primero y yo al final de la lista.

Yo cambié, me refugie en la comida, ellos peleaban y yo comía para aliviar mí ansiedad y acabé comiendo por cada cosa mala que pasaba, era mí modo de escapar. Lamentablemente en mí adolescencia debido a eso tenía sobrepeso.

Los que eran mis amigos se alejaron. Iba a una secundaria privada, la mejor del país pero nadie se me acercaba por ser "la gorda" y bueno, mejor sola que mal acompañada.

Me gané demasiados apodos, llamaba la atención ya que todas eran delgadas mientras que yo no. Tenía alrededor de quince kilos de más mientras que mis compañeras de clase unos cinco o diez kilos menos de su peso normal.

Mí cabello era castaño ondulado, piel blanca, ojos grises. No me veía fea, no lo era pero amaba los dulces y odiaba el ejercicio. Si los demás no me querían, era su problema. No estaba dispuesta a cambiar para complacer a nadie, menos para tener amigos.

David Palmer era el capitán del equipo de fútbol americano por el que todas suspiraban, un imbecil que se creía el mejor del mundo, pero a mí me gustaba. Era demasiado atractivo y tenía una personalidad que llamaba la atención. Siempre estaba riendo, bromeando con los demás.

Cuando él no estaba con sus amigos, estaba con Bethany Myers, quién era una idiota que por ser atractiva y capitana de las porristas se creía mejor que los demás. Particularmente yo la odiaba, la conocía desde el jardín de niños y me había hecho la vida imposible desde ese momento sin motivos. En resumidas palabras, fue odio a primera vista.

En nuestro último año pasaron muchos acontecimientos importantes que no pasaron desapercibidos para nadie, uno de ellos fue la ruptura de Bethany y David, nadie supo los motivos pero varias versiones circulaban.

Capítulo 2 La apuesta

Los rumores seguían circulando. Decidí ignorar todo aquello ya que la relación de los dos era así, intermitente. Se peleaban y reconciliaban siempre por estupideces. Amor y odio, yo solo creía que eran dos idiotas buscando llamar la atención.

Un mes después de la ruptura seguían sin verse y todos lo tomamos en serio. Sus separaciones duraban máximo una semana pero jamás tanto tiempo.

David chocó conmigo cuando iba distraída repasando mis apuntes antes de un examen. Todo un caballero, se disculpo conmigo, me ayudó a levantar y a recoger mis cosas y fuimos juntos a nuestro salón. Yo quería estar a su lado pero sabía que si me veían con el llamaría la atención y sería aún más el blanco de burlas y venganzas.

David no miraba mí sobrepeso, simplemente me decía que lucía bonita, que lo que importaba era como me sentía y cuando se burlaban de mí, el me defendía.

Nadie volvió a meterse conmigo por un corto periodo de tiempo.

Comenzó a frecuentar mí hogar, a invitarme al suyo, salir a pasear, nos volvimos amigos. Bethany nos miraba con odio pero no me importaba, disfrutaba todo eso. Era amiga del chico más atractivo, impresionante.

Poco después se acercó más a mí y un día me besó, mí primer beso fue. Me sentía la protagonista de un sueño, un cliché dónde el chico atractivo se enamora perdidamente de la chica gorda y viven felices por siempre. Claro que no sabía lo que en realidad ocurría.

Los besos eran a puertas cerradas la mayoría del tiempo, o al menos los más apasionados. Los demás robados pero en lo posible sin público. Él decía que para protegerme y yo estaba bien con eso, confiaba ciegamente.

Era muy ingenua en aquel momento y me odiaré por eso siempre.

Poco tiempo después en una de sus visitas a casa el pidió ir a mí habitación y todo subió de nivel. No estaba realmente segura de dar ese paso con él, o no en aquel momento. No me sentía preparada pero aún así lo amaba y le entregué mí virginidad.

Él no fue gentil, me quito la ropa rápidamente, se desnudó aún más rápido, no me besó ni me tocó, tampoco hubo caricias ni palabras bonitas, absolutamente nada. Abrió mis piernas y de una sola estocada me penetró. No pude evitar llorar porque ni siquiera estaba lubricada, a él no le interesó. Siguió embistiendo hasta que se corrió en mí interior, se levantó, fue al baño a limpiarse, se vistió y me dijo que debía irse.

Me quedé en la cama esa tarde pensando que diablos había sido aquello. No tenía experiencias sexuales previas pero imaginaba al menos algo de cariño o cuidado.

Días después fuimos al baile de fin de curso, el evento más esperado por todos. Último día donde podríamos compartir juntos antes de cada uno iniciar la universidad. Algunos estudiarían lejos, otros se irían del país, lo normal.

Fui al salón de belleza para verme bonita para David quien pasó a recogerme puntual en una limusina. Todo el camino fuimos callados y él se veía más nervioso que yo. Llegamos, me ayudó a bajar, me ofreció su brazo para entrar al baile, todo absolutamente perfecto.

En el momento de la coronación el junto a Bethany fueron elegidos rey y reina, me lo esperaba pero al subir al escenario se besaron apasionadamente, mis ojos se llenaron de lágrimas. Yo estaba presente y no les importó pero lo que hicieron a continuación fue peor aún.

Bethany tomó el micrófono

"Muchas gracias a todos por coronarnos rey y reina, sabíamos que elegirían bien- risas de todos- no vamos a dar un gran discurso sino que haremos algo mejor, ¿No es así amor?- David asintió riendo- la mayoría sabe esto pero nos gustaría que vieran algo, Kim por favor"

Kim era una de las amigas de Bethany y dio play a un vídeo en el que se veía a David con algunos de sus amigos del equipo de fútbol, su novia y otras porristas apostando mucho dinero. Yo era esa apuesta y en ese momento lo comprendí todo

"Tienes que llevarte a la cama a la gorda, apuesto que hasta sigue siendo virgen, quien la querría"

"Jamás pierdo"

Todos los presentes rieron, una luz blanca me iluminó entre la gente. Yo solo lloraba de rabia y vergüenza.

David me vio y creí ver una pizca de arrepentimiento y con mis labios pregunté por qué, algo que el leyó y tomó el micrófono para contestarme delante de todos

¿Por qué? ¿Por qué no? No necesito el dinero Hannah pero los retos son divertidos, ¿Acaso creíste que alguien como yo podría acostarse con alguien como tu y enamorarse? ¿Es que no te has visto a un espejo? Deberías agradecer que al menos te hice el favor y te quité eso, ¿O te guardabas para el matrimonio?

Todos rieron. Salí de ese estúpido baile llorando y con el corazón roto en mil pedazos. Yo jamás les hice nada, no hablaba con nadie, solo me dedicaba a mis estudios, no merecía algo tan cruel.

Capítulo 3 La pérdida

Llegué a casa, me encerré en mí cuarto y lloré por días. Mis padres estaban muy ocupados con la empresa, habían abierto una sucursal y estaban con ese tema.

Caí en una profunda depresión, las mucamas traían comida a mí cuarto pero me negaba a probar bocado. Lloraba y recordaba cada palabra de aquel estúpido baile al que no debí asistir, se reproducían sin parar en mí mente una y otra vez.

Me sentía débil luego de varios días y cuando lograba comer algo corría a vomitarlo. Perdí mucho peso, mí ropa me quedaba demasiado grande.

Mis padres acabaron preocupándose por mí luego de que las mucamas los llamaran para informarles que algo estaba ocurriendome. Ellos acabaron sus pendientes y regresaron a casa en pocos días pero mí salud seguía igual.

No podía moverme de mí cama, más que para ir a vomitar. Si caminaba mínimamente me mareaba a causa de la debilidad.

Comencé a sentir dolor abdominal, primero creí que era un simple cólico avisando que mis días del mes no tardaban en llegar pero éste dolor se hizo más y más intenso. Le pedí a Gabriela, una de las mucamas cuando fue a verme que llamara urgente a mí madre. Ésta al entrar en mí habitación me vio retorciéndome de dolor y pregunto que me pasaba, que sentía. No pude responder porque sentí que algo salió de mí, me toque y había sangre.

Mí madre me destapó y pidió urgente que llamaran una ambulancia, mí padre entró corriendo y palidecio de inmediato.

Me desmayé y desperté un día después en una clínica privada con una vía puesta. Mis padres que estaban a mí lado se notaba que habían llorado y llamaron al médico que estaba atendiendome.

-*Señorita que bueno que haya despertado, lamento informarle que usted perdió a su bebé

-¿Qué bebé?

-¿No lo sabía? Tenía ocho semanas de embarazo pero lamentablemente sufrió un embarazo ectópico, eso significa que el embrión se desarrolla fuera del útero, en este caso en la trompa de Falopio. Usted llego inconsciente con una gran hemorragia a causa de la rotura de esto y el aborto. Hicimos lo que pudimos pero no solo perdió el bebé sino que también la trompa

-¿Podrá tener hijos*? preguntó mí madre

-*Con un tratamiento puede ser probable pero será difícil

-Dejenme sola por favor*

Todos salieron y me derrumbe. Esa estúpida apuesta casi acaba con mí vida. Una sola vez había tenido relaciones y ahora sería difícil ser madre algún día. Todo por ese maldito infeliz.

Me prometí no llorar más. Nadie nunca volvería a dañarme. Cuando fui buena me destrozaron, cuando amé se burlaron de mí. Continuaría mí vida, me concentraria en mí futuro y si algún día David regresaría me encargaría de que pagara por todo lo que me hizo sufrir

Mis padres debido a mí desgracia arreglaron sus diferencias, ambos me veían con pena. Esperaban nietos a futuro pero quizás nunca los tuvieran, desventajas de ser única hija. Me preguntaron varias veces quién era el padre de ese bebé que no fue, pero jamás mencioné su nombre.

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