Todos conocemos los que es un zombi, ¿no? Un personaje de ficción de aspecto desagradable que se alimenta de cerebros humanos, básicamente un muerto viviente, sin conciencia que vaga errante por la eternidad, condenado a la soledad. Estaremos todos de acuerdo a que es FICCION.
Hoy vengo a patear los cimientos de los que todos creemos que es la "vida real"
Siempre me vi como una chica normal, ordinaria, que vivía una vida normal. Igual a todos los demás. Creo que nadie se levanta una mañana con 14 años y se dice a si mismo "presiento que hoy va a cambiar mi vida para siempre"
A esa edad, por lo general, nos enfocamos en los estudios, los amigos, algún primer amor.
Recuerdo muy bien a todos los amigos que tenia en esa época, de esos que cuando te tenes que ir del colegio de repente no te conocen más. Éramos muchísimos (mas de 50) así que en el grupo había mucha variedad de estilos, de gustos, pero todos nos llevábamos muy bien.
Hoy, un poco mas de 7 años después, me entero que no eran todos tan ordinarios como yo creía.
En segundo año del secundario mi colegio junto dos cursos en unos solo. Así que a mis compañeros de siempre se le sumaron algunos que no conocíamos, pero no iba a perder la oportunidad de conocerlos.
Desde muy pequeña siempre fui una persona extremadamente sociable, incluso hasta hoy día. Me gusta muchísimo hablar y hablar, de cualquier tema. Tengo la habilidad de conseguir que las personas se suelten conmigo y me hablen de sus vidas también.
Mayormente intentaba tener buena relación con todos, o casi todos, mis compañeros. Hablaba un poco con cada uno, así todos me conocían y sabían quien era yo, aunque yo no los recordara exactamente uno por uno.
Ese año se sumaron a mi curso un grupito de 3 que no se veían muy interesados en integrarse al resto de la manada. Se sentaban en un rincón al fondo, no hablaban con los demás ni tampoco es que tuvieran muy buenas notas que se diga. Los típicos "marginados"
Nunca entenderé que fue lo que tanto me llamo la atención. Supongo que el hecho de que parecían herméticos significaba un reto para mí. Nadie se podía resistir a una conversación conmigo, ellos no iban a ser la excepción.
Mas allá de mis responsabilidades escolares, ese año me había empezado a fijar en los chicos de una manera más... atenta.
Había dos que me tenían volando por las nubes. Uno era bastante mayor que yo, a dos años de terminar, y el otro iba a mi clase.
En este punto todos los que pensaron que esta era una historia de acción-ficción estarán queriendo cerrar el libro, tirarlo por la ventana y lamentarse de la compra. Solo voy a decir que no se apresuren a sacar conclusiones.
En retrospectiva me doy cuenta de lo infantil que fue todo el asunto, pero ese romanticismo fue lo que sentó las bases para mi idea de lo que era el amor.
Mientras me mandaba cartitas, al mejor estilo Romeo y Julieta, con el chico mayor que yo, intentaba atravesar las barreras con el que iba a mi clase. Si, joven y ambiciosa.
La tarea estaba particularmente difícil. Me sentaba junto a el a hablarle, nada. Me sentaba en su misma silla, detrás de él, nada. Lo llenaba de preguntas de lo que hacía, dibujaba mucho y excelentemente, nada. Como ultima estrategia lo abrace, nada. Era como si no existiera, si me respondía era lo justo y necesario, luego era todo silencio.
Me sentí herida, nadie jamás me había tratado de esa forma, nadie me había ignorado de ese modo, como si fuera... ¡aburrida!
Me ofendí, lo que no me costaba demasiado en esos tiempos, y decidí que no merecía mi esfuerzo.
Además, me alentaba que el chico mayor si se mostraba interesado en mi compañía. Para cuando el año escolar termino estábamos saliendo y al otro no lo volví a ver.
Mi vida continuo, como la de todos, pasaron algunos años y termine esta relación. Enseguida me puse a buscar a ese chico, quizás ahora si estaría interesado en hablar conmigo, ya que estábamos un poco mas grandes. Quizás en ese momento solo me ponía excusas a mi misma, la verdad era que me había cautivado desde el inicio y el sentimiento aún estaba ahí, latente.
Di con el en las redes sociales. Entablamos una corta conversación, más que nada para recordarle quien era yo jaja, y acordamos que nos encontraríamos a tomar algo y charlar. Ya era un gran avance.
Pero aun el destino no nos encontraba en igual de condiciones. Durante los 3 años que estuve en relación con el demonio mayor sufrí de muchas penas. Pasé una relación abusiva y agresiva a una corta edad, no sabia muy bien como manejarlo y poco a poco me sumí en una profunda depresión.
Cuando sentí que estaba llegando a mi limite, que esa vida ya no tenía sentido para mí, fue que conocí a mi ángel caído, también en el colegio, que me ayudo a terminar esa relación.
Volviendo a la historia.
El día del encuentro estaba extremadamente nerviosa. Cuando lo vi llegar ya no era el mismo niño que yo había conocido. El rostro infantil que recordaba había dado lugar a unas facciones mas afiladas y estilizadas, tenia la mirada mas dura e inexpresiva y me di cuenta de que él también había vivido cosas que yo desconocía.
Charlamos algunas horas, pero yo tenia un compromiso y debía irme. Nos despedimos con la promesa de volvernos a ver pronto. No sabíamos que pasarían 4 años para que eso suceda.
En ese tiempo mi ángel caído hiso lo mejor que pudo. Me sano todas las heridas que el maldito demonio me había dejado, tanto físicas como psicológicas. El me ayudo a juntar mis pedazos, reconstruirme y conocerme para poder ser yo misma otra vez.
Lo que sucede con estas relaciones de "salvación" es que cuando ya sanaste, ya estas bien y te sentís lista, el trabajo del ángel termina y le toca salir de tu vida. Ellos vienen para que vos puedas llevar una vida normal y encontrar el amor, pero no con ellos.
Terminamos nuestra relación en buenos términos, ya que ambos habíamos entendido que era para este momento por lo que habíamos trabajado tanto, para cuando yo supiera que debía continuar mi camino.
Aunque ya no fuéramos pareja, éramos los mejores amigos y nos esforzamos por conservar esa amistad. Nos conocíamos mutuamente mejor que a nosotros mismos.
Hay momentos en la vida en la que te paras, miras hacia todos lados y no tenes idea de donde *#@! estas, ahí caes en la cuenta de que realmente estas solo. Se pueden tomar dos caminos: se puede continuar solo, hay gente que le gusta la soledad, estar en su propia compañía; o empiezas a rebuscar en contactos viejos de gente que hace demasiado que no hablas como para no sentir tanto la soledad. Yo nunca fui buena para estar sola.
Busque y busque, hasta que encontré ese nombre. Hacia años que no hablábamos, otra vez me habían pasado muchas cosas, esta vez la mayoría buenas, y me imaginaba que en su vida también.
Como jamás tuvimos lo que normalmente se llama "una amistad", luego de tanto tiempo, éramos como desconocidos.
Entre en su perfil, solo para ver algunas fotos actuales, no para investigarlo. Tenia el rostro de un adulto ya, era indudable que la vida no había sido tan benevolente con él.
No había rastros de novia, aunque me quede mas tranquila me sonó un poco extraño. Era un hombre con un atractivo un tanto exótico.
No me di cuenta de que me había quedado observando una de las fotos, la miré con mucho detenimiento, siguiendo las líneas de su rostro. El cabello castaño, no había mucho rastro de los rulitos de la niñes, las cejas finas y estilizadas, los ojos marrones y almendrados, los pómulos altos, la mandíbula afilada, los labios...
En ese instante lo supe.
En ese momento miro su nombre de usuario y había un puntito verde junto a él.
Ay mi dios, ¿Qué hago? ¿Le escribo? Quizás después de tanto tiempo ya no quiera hablarme. Bueno ¿Qué puedo hacer? La dignidad ¬¬...
Le escribo igual.
-Hola
Pasaron unos segundos y el puntito verde desapareció. Sip, mi dignidad salió corriendo y se tiró ella sola a la basura. Era la nosecuanta vez que me ignoraba -.-
No tenia razón, pero me sentía herida. Hoy si se la razón de ese sentimiento, siempre le había guardado un lugarcito especial en mi corazón, escondido para no perderlo. Siempre espere que algún día se quitara la armadura y me dejara entrar, obvio yo no sabia que esa armadura tenia una muy buena razón de ser.
Sonó una campanita. Mensaje nuevo.
De repente mi corazón decidió que era buen momento para bailar malambo dentro de mi pecho. Yo no entendía nada.
Mensaje de Zombi.
Lo abrí con las manos temblando. ¿Por qué cada vez que tiene que ver con el mi cuerpo se comporta como si tuviera vida propia? Que ciega estaba.
-Hola
No me creía ni yo que me había contestado.
-Tanto tiempo, que es de tu vida?
En ese preciso momento había muchas cosas que desconocía, pero esa conversación iba a cambiar por completo el rumbo de mi vida. El destino por fin nos había encontrado.
Charlamos algunos días. Nos contamos mas o menos como estábamos. Yo me entere que el trabajaba con el tío la mayor parte del día, pero conseguimos coordinar para poder encantarnos.
Ese día no eran mariposas lo que sentía en mi estómago, era más como una catástrofe natural. Me vestí y me arreglé como si fuera a algún evento con gente importante. Llegue al lugar como 20 minutos antes, la ansiedad, así que me toco esperarlo.
Cuando lo vi, después de tanto tiempo, fue como si me hubiera caído un balde de agua helada en la cabeza. ¿En qué había estado perdiendo mi tiempo? Si tenia todo lo que había buscado justo ahí en frente. Me sentí una estúpida, conformándome con migajas de felicidad cuando lo tenia a el ahí, al alcance de mi mano.
Para el la vida también había sido dura, pero es para todos así. Quizás para algunos mas dura que para otros.
Pasamos una tarde hermosa. Hablamos y paseamos, poniéndonos al día. Se sentía como si jamás hubiéramos dejado de hablar. Esa noche nos dimos nuestro primer beso. Mágico. No quería soltarlo nunca más, ni que me soltara a mí. Me sentía completamente a gusto a su lado, era tan cálido, tan simpático, tan entretenido. Dios lo había hecho a mi medida.
¿En que estaba? Ah, sí.
Era condenadamente perfecto.
Aunque yo sabia muy bien que era perfecto a mis ojos, porque estaba enamorada pero no
ciega. En rasgos generales tenia una altura muy cercana a la mía y un tono de
piel que se puede considerar oscuro. En esos momentos yo tenia 21 años y el 23.
Ya estábamos adultos.
Luego de esa primera vez que nos vimos ya no pudimos dejar de hacerlo. Cuando no nos veíamos
hablábamos durante horas. Todos los días. El se quedaba hasta la madrugada
hablando conmigo, aunque llegara cansado del trabajo, y cuando se despertaba en
la mañana tenia mis “buenos días” esperándolo.
Había mucha tensión acumulada, se notaba en todas las conversaciones. Llevábamos esperando
7 años. La situación escalo muy rápido, aunque no lo notamos en ese momento.
Cuando acordamos para vernos por segunda vez, la sita era en su casa. Si, ya sabíamos
que iba a pasar.
La casa estaba sola. Estábamos tan tranquilos, tan a gusto, como si jamás hubiéramos
dejado de hablarnos y no hubiera pasado el tiempo.
Mas pronto que tarde empezó a hacer calor. Los besos y las caricias iban y venían. En
algún momento cerré mis ojos y solo me concentré en sentir, sentir esas
extraordinariamente masculinas manos que paseaban por todo mi cuerpo sin dejar
ningún huequito libre.
Cuando quise darme cuenta ya no había ninguna tela que se interpusiera en el contacto de
nuestra piel. Me deje llevar por el calor de nuestros cuerpos.
Si, todo muy poético.
En cuanto se hiso tarde y llego la hora de volver a casa me sentí vacía, atrasaba el momento
lo mas que podía. Pero inevitablemente me tuve que ir.
En cuanto entre a mi casa y me metí al baño para ducharme me di cuenta de todo, me asusté.
Yo no buscaba enamorarme, aún no había pasado el tiempo suficiente desde que
había terminado mi relación con mi ángel. Mi nueva soltería me sentaba muy bien
y quería conservarla.
Pero a la vez su compañía era tan cómoda, el entendía todo, no tenia que explicar nada,
sin mediar palabras el sabia que decir y que hacer.
Me daba la sensación de que él se sentía igual que yo, pero no estaba segura.
Una de las veces que hablamos nos dimos cuenta de que debíamos establecer días para
vernos, organizarnos. Él tenía su vida y sus amigos, yo no tenia nada y solo lo
quería a él. No podía pretender que de repente dejara todo por mí, aunque así
lo quisiera.
Acordamos que nos veríamos algunos fines de semana como para pasar un lindo rato juntos.
Nunca lo pusimos en práctica.
Yo venia haciendo un muy buen uso de mi soltería, aunque solo era para saciar las
necesidades básicas porque no sacaba nada mas de esos encuentros.
Luego de nuestro segundo encuentro no volví a ver a ningún otro chico, el me daba todo
lo que yo necesitaba.
Lo mejor de todo fue que me conto que el tampoco veía a otras chicas, porque no sabia como
entablar conversaciones con otras mujeres. Aunque hasta ese momento yo no había
tenido ningún problema para conversar con él, incluso por horas. Pero si tenía
amigos, hombres.
A veces me ponía a pensar en todo el tiempo que pasaba solo, los años de soledad, aunque él
me decía que ya se había acostumbrado, que le gustaba estar solo. Yo sabia que
no siempre debía ser así, mas que seguro muchas veces debió estar terriblemente
triste y también terriblemente solo.
Pero yo no me sentía lista para confesarle que nunca más se volvería a sentir así, porque
yo estaría a su lado acompañándolo por el resto de los días.
Había algunos fines de semana que por alguna razón no podíamos vernos, generalmente
porque él tenía algún compromiso. Yo me sentía desolada, abandonada, deprimida,
todo junto.
El se encargaba de recordarme nuestro acuerdo de solo algunos fines de semana para
despejarnos y pasar un buen rato. Yo creo que solo me lo decía para autoconvencerse.
O me quería autoconvencer yo, para no sentirme tan sola y tontamente enamorada.
Luego de algunos fines de semana de vernos algo llamo mi atención. Siempre que íbamos a
su casa estaba sola, no había nadie más. Al principio pensaba que quizás
acordaba con su familia que no hubiera nadie, por esto del “buen rato”, seria
muy vergonzoso que alguien nos escuchara.
Luego de algunas veces comenzó a llamarme la atención. Aunque el tampoco es que dedicara
a sacarme de las dudas.
Solo sabía que vivía con su hermana menor y su papá. Su mamá viajaba mucho así que no
vivía ahí de manera permanente. Pero jamás los había visto.
En paralelo con mi posible futura relación emergente yo seguía manteniendo mi amistad con
mi ángel, tal como habíamos prometido.
En ese momento fue que ese punto se empezó a complicar. Yo sabía en mi corazón que mi
ángel aun sentía un cariño especial por mí, pero yo estaba enfocada en el nuevo
cariño que estaba forjado con mi pequeño zombi (ese era su apodo, Zombi. Un
poco peculiar, pero no lo suficiente para preguntar al respecto).
Se me estaba formando una suerte de triangulo amoroso en el que solo yo podía ver las tres
puntas, ya que los otros dos no sabían uno del otro. Un tanto extraño y
bastante estresante, a decir verdad.
Un día sentí que había llegado el momento en que debía presentarle mi Zombi a mi familia, así
que arreglamos para que fuera a mi casa. Todos habrán notado ya que me guio
demasiado por mis sentimientos y pocas veces razono realmente las cosas, esa
fue una de esas veces.
Creo que no fue la mejor decisión en ese momento. No, definitivamente no lo fue.
Mi madre le tuvo un amor muy especial a mi ángel, siempre dijo que era el hijo varón que
ella no pudo tener. Cuando nuestra relación termino ella sufrió mucho mas que
yo incluso.
Por esas y otras razones ella estaba un poco reticente a la idea de que yo en realidad
había superado esa relación antes de terminarla y que ya estaba lista para
seguir adelante con mi vida.
Ella me repetía que nadie iba a ocupar el lugar de mi ángel, sin querer entender que obviamente
nadie lo iba a reemplazar, mi Zombi iba a forjar su propio lugar.
A raíz de todo eso tuve algunos momentos un poco tensos y algunas charlas bastante
desagradables donde tenía que escucharla diciendo que este chico no me
convenia, que si me “enganchaba” con el iba a terminar herida.
Pobre, si supiera.
A medida que el tiempo fue pasando nos fuimos conociendo más. Aunque ya nos teníamos vistas
las caras desde hacia años en realidad éramos dos desconocidos. Nos entregamos
a la tarea de saber lo más posible uno del otro.
Su color favorito es el azul, su comida favorita el estofado de pollo que hace su mamá,
es amante de los perros grande y le encantan los gatos. Le gusta demasiado la
tranquilidad y odia por sobre todo los problemas y conflictos innecesarios.
Cuanto mas lo conocía mas me gustaba. Un chico con buenas intenciones, aunque un poco desinteresado
de todo aquel ajeno a su familia, proyectos a futuro, intenciones de progresar.
Pero por sobre todo tiene valores y códigos que respeta más que a nada.
Pero a la vez yo sabía que tenía muchos secretos, había muchas situaciones que no me
quería explicar y detalles que evitaba contarme. Yo pensé que seria así hasta
que sintiera la confianza suficiente para decirme. Iba a trabajar en eso.
Luego de algunos meses ya era demasiado evidente lo totalmente enamorada que me sentía,
no tenia caso seguir ocultándolo. Pero no sentía que el estuviera listo para
dar el paso. Era como que estaba todo muy bien, maravillosamente bien, hasta
que se daba cuenta de algo o pensaba en algo y daba dos pasos para atrás. Así
veníamos hacia más de un mes.
Lo primero que pensé fue que estaría nervioso o inseguro y yo no iba a presionarlo. Cuando
el se sintiera listo me lo haría saber y yo iba a esperar lo que fuera
necesario.
Me entregue a la tarea de demostrarle constantemente cuanto me importaba, que me preocupaba
por su bienestar y que realmente quería estar a su lado.
Las cosas no sucedieron como yo había pensado.
Un día vino y me dijo muy seriamente que su madre vendría de uno de sus viajes y quería
aprovechar para que conozca a toda su familia. Termino casi susurrando que iba
a presentarme oficialmente como su novia.
Me quede helada, tenía muchas preguntas en la cabeza y demasiada emoción como para poder
reaccionar de una manera satisfactoria. ¿Por qué me lo decía como si fuera algo
malo? ¿Por qué lo ultimo lo dijo en un tono tan bajito? ¿Cómo hacia para verse
tan lindo incluso preocupado?
Entonces me bajo de mi nube con lo siguiente que dijo. Teníamos que hablar seriamente
antes, de esa charla iba a depender lo que sucediera después. Si yo, luego de
que el me diga lo que me tenía que decir, aun quería seguir con él, entonces me
presentaría a su familia.
Entonces entendí porque estaba tan preocupado, aunque obviamente no del todo.
Ahí me toco preocuparme a mí. Millones de cosas me pasaron por la cabeza en un segundo.
¿Qué pensaba que podía decirme que me hicieran cambiar de opinión o dudar si
quería estar con él?
¿Sera un delincuente?
¿Sera que estuvo en la cárcel?
¿Venderá drogas?
O peor, ¿Sera que mato a alguien?
En ese momento decidí que dejaría de pensar porque en realidad no estaba llegando a
ningún lado y cada vez se ponía peor.
Acordamos tener la charla en donde nos vimos la primera vez. Ese día llegue temprano,
como de costumbre, con el tiempo suficiente para que se me revuelva el estomago
por completo. No sabía que me podía decir y la incertidumbre me estaba
volviendo loca.
El también llego temprano, unos minutos después que yo. Lo vi venir, estaba especialmente
serio ese día, y su normal ya era bastante serio. El no sabia que con ese gesto
se me hacia agua la boca. Hice un esfuerzo sobrehumano para concentrarme en lo
que me estaba diciendo.
-Yo voy a hablar y no me vas a interrumpir. - con eso fue suficiente para que ya quiera
llenarlo de preguntas, pero solo asentí con la cabeza. - Bien, cuando termine
me puedes hacer todas las preguntas que quieras.
Asentí nuevamente. Se sentó a mi lado y comenzó a contarme una historia que
tranquilamente podía haber salido de una película de terror.
Mi Zombi había nacido en Italia, vivió allí hasta que nació su hermanita. De un momento
a otro el negocio de sus padres fracaso y su economía familia se fue en picada,
en pocos meses se quedarían sin hogar. Ambos padres, en medio de la
desesperación, la única solución que lograron encontrar como ultima esperanza
para que sus hijos pudieran tener un futuro, llegaron a tomar la decisión de
emigrar ilegalmente.
Se enteraron de unos barcos cargueros que salían del puerto cerca de donde
vivían y cruzaban el Atlántico. Había gente que designaba algunos conteiner para
transportar personas.
Sus padres pensaron que la solución esta del otro lado del globo, y esa era la única
manera en que podían llegar. Lo que no sabían era que en ese viaje no llegarían
al destino deseado.
A mitad del océano fueron abordados por “piratas” que tenían estudiados esos barcos, sabían
que transportaban personas. Los encontraron y se llevaron a todas las familias
que tenían niños pequeños.
Se dedico a explicarme hasta el ultimo detalle de ese viaje del horror, pero yo no me voy a
explayar aquí. En pocas palabras experimentaron con esas familias.
Si señores, hace casi 20 años atrás aun experimentan con personas de forma clandestina. Sin
mencionar que aún hay piratas.
Entre los detalles que me conto me explico como los separaban, los ataban en mesas
metálicas y les inyectaban cosas, esperaban a los dolores insoportables que
siempre llegaban unos segundos después. Cuando el efecto pasaba, los soltaban y
los devolvían a las celdas. Todos los días igual.
Él era muy pequeño y, gracias al cielo, había muchas cosas que no se acordaba. Pero cuando
creció y pregunto a sus padres ellos le contaron todo lo sucedido.
Estuvieron cerca de 3 años en cautiverio, aunque tampoco estaban seguros de eso. En ese
tiempo habían notado que había días en que solo estaban los científicos y
algunos guardias. Entre claves y códigos, pudieron acordar entre las otras
familias e hicieron un motín, tomando prisioneros a los científicos y lograron
tocar tierra y huir al fin de ese infierno.
Resulta que llegaron a un puerto ruso. Se hicieron documentación nueva y sus padres
consiguieron trabajos temporales. En poco tiempo lograron conseguir el dinero
necesario para viajar de la manera correcta hasta este lado del mundo. Rusia ofrecía
muchas oportunidades para los emigrantes en ese momento.
Todo el tiempo me decía que habían quedado secuelas de los efectos colaterales, pero no
me aclaraba cuales eran.
Cuando el relato de horror termino yo no sabia si salir corriendo, gritar, abrazarlo,
vomitar o que. Lo único que se me ocurrió fue hacerle la primera pregunta que
se me vino a la cabeza.
- ¿Qué secuela te quedo a vos?
El suspiro sonoramente y agacho la cabeza. Supongo que se preparó para que le haga muchas
preguntas, pero tendría la ilusión de que esa fuera la última.
-Soy un zombi… real.
…
¿¿¿¿¡¡¡QUEEEEEEEEE!!!????
-Jajajajaja… ¿Es una broma, verdad?
Obviamente, era una broma, tenía que ser una broma. Estaba muy serio, me hizo pensar dos
veces si realmente era una broma.
Pero ¿qué Iba a ser si no era una broma? ¿Me estaba queriendo tratar de tonta? Todos sabemos
lo que es un zombi, como también sabemos que son criaturas de ficción, no
existen… ¿No?
Luego de todo lo que me contó que me diga algo así era un poco contradictorio, o todo
era una mentira (no sé con qué intención) o todo era verdad, pero eso no podía
ser.
-No… No es ninguna broma. – Lo mire de refilón y regrese la mirada para verlo mejor.
Estaba sentado con los codos apoyados en las rodillas, mirándose los pies. Me pareció
ver el brillo de una lágrima a través de sus lentes. -Entiendo que no me creas,
es bastante increíble. Pero realmente necesito que me creas y confíes en mí.
-Estaba muy preocupado y lo dejaba ver.
Bueno, el asunto viene muy en serio, parece ser. ¿Cómo es que todo esto sea en serio?
¿Cómo se supone que tengo que asimilar toda esta información? Además… tampoco
es que se vea como un zombi… ¿Cómo se vería un zombi real?
-Emmm… no entiendo muy bien que implica todo lo que me acabas de decir. Tengo la cabeza
llena de preguntas que en estos momentos me parecen muy incongruentes. Aseguras
ser un zombi, pero yo te veo como una persona completamente normal, aunque
tampoco sabría como se ve un zombi real. No sé qué pensar de todo esto. -Fui
sincera, él se lo merecía. La verdad estaba bastante confundida al respecto.
-Es completamente razonable que no lo comprendas. -Suspiro sonoramente otra vez y
se acercó más a mi lado. -Nunca te conté de que trabajo. Bueno, trabajo en un
laboratorio forense con mi tío. Mi cuerpo necesita ingerir cerebros humanos
cada cierto tiempo, tienen los componentes químicos que mantienen a raya la
rápida degradación de mi cuerpo, además de que tengo un nivel de “adicción” por
ellos, por así decirlo.
Las náuseas me invadieron. Sentí como se me volvía lo que había merendado antes de ir, lo
que había almorzado ese día y creo que el desayuno también.
Aunque hice todo lo posible por mantener mi gesto impasible, supongo que fracase enormemente.
Me miro con un gesto lleno de pena y culpa y agacho la cabeza.
Pude sentir como se me partió el corazón.
-Te parezco repulsivo. -Su expresión era de completa desolación. -Te entiendo, yo también
me doy asco a mi mismo. Entiendo por completo si no quieres volver a verme
nunca más después de esto.
No me dio ni tiempo a terminar de entender que acababa de decir que ya se estaba poniendo en
pie para irse.
Me levanté lo más rápido que la maraña que anteriormente solía llamar estómago me
permitió. Acensé a tomarlo de la mano y retenerlo. Lo tironeé levemente para
que se volteara y me mirara a los ojos. Pero seguía cabizbajo y no quería
mirarme.
Recordé rápidamente, la primera vez que había visto ese rostro, recuerdo pensar que era
el rostro de alguien a quien la vida lo había golpeado duro. Vaya que lo había
hecho.
En ese momento lo supe, supe que no había nada que pensar. Él me da paz, yo nací para
él.
Tome su rostro entre mis manos. Cerro sus ojos y respiro profundo. Apoyo sus manos
sobre las mías.
-Me encanta el calor de tus manos. -Fue casi un susurro, como un suspiro de su alma.
Mi cabeza funcionaba a la velocidad de la luz.
Lo amo, estoy completamente segura de que lo amo.
Además, al parecer ya tiene todo calculado y muy controlado. Y sí, vive así desde que
tiene memoria.
Dios mío, siento que si me alejo de él podría morirme.
Dijo que si consumía los cerebros (puajjj) su cuerpo “funcionaba con normalidad”. Hasta él
día de hoy yo jamás había notado nada extraño, así que debe ser cierto.
¡El amor es el motor de la vida! Y yo no tengo ninguna duda de que lo amo, y luego de esta
confesión tampoco hay duda de que él me ama a mí.
-No me importa tu “condición” y lo que debas hacer para llevar una vida normal. Te amo
por como eres conmigo y, más que nada, por como soy cuando estoy con vos. Juntos
podremos sobrellevar los momentos difíciles, siempre juntos. No hay nada en
este mundo que desee más que pasar mis días a tu lado.
Levantó la vista, completamente sorprendido. Me miro a los ojos y fue cuando lo note, su
color. Siempre creí que tenía los ojos marrón claro, pero con esa luz me di
cuenta de que tiene pequeñas vetas doradas. Los ojos más precisos que había
visto en mi vida.
- ¿Estás segura de lo que estás diciendo? No creo que comprendas por completo lo que
todo esto implica. Aunque me harías el hombre más feliz del mundo si decides
recorrer este camino de mi mano.
-No, no estoy segura. Tampoco creo comprender lo que implica. Pero te amo más que a
nada y confío en que de tu mano me guíes para poder compartir nuestras vidas.
¡Por Dios! Me doy asco sola de lo empalagosa que soy, pero sí. Y parece dar resultado. Su
mirada se relajó y me dio el abrazo más fuerte y cargado de sentimiento que me
hallan dado jamás.
Demonios.
-Emmm… No puedo respirar…
Enseguida me soltó, con una disculpa por lo bajo, y pude respirar nuevamente. Aunque feliz
me hubiera muerto ahogada en ese abrazo. Sus brazos es la parte más adictiva de
su cuerpo.
Bueno, la segunda, luego de otra que es +18.
Al levantar la vista supe que estaba perdida, ya no tenía escapatoria.
Me sonreía, me sonreía con la sonrisa más radiante que le haya visto, era tan amplia que le
achinaba los ojos. Parecía de 15 años otra vez.
Amo esa sonrisa, quiero que sonría de esa manera toda su vida.
-Bueno, ahora te toca la explicación. ¿Cómo es tu rutina para mantener a raya tu “condición”?
Volvimos a sentarnos y hablamos alrededor de 3 horas más. Me explico todo lo que hacía
para poder “funcionar con normalidad” (así decía él)
Lo principal era la regularidad. Cada 3 semanas sin falta debía consumir al menos 1 cerebro
humano. De esta manera su cuerpo seguía funcionando como el de cualquier
persona normal.
Lo que si tenía que estar siempre pendiente de su fuerza, ya que tenía más de lo normal
en una persona. Principalmente en los brazos y las manos.
Los problemas empezaban cuando no cubría su cuota de cerebros. Poco a poco su piel
comenzaba a empalidecer y tornarse grisácea (teniendo en cuenta que normalmente
su tono de piel asemeja el café con leche), si seguía pasando el tiempo
comenzaba a desprenderse a trozos, como quien sufre de lepra.
Ya en esa etapa comenzaba a aparecer su estado de adicción, pero resulta que no es una
abstinencia como a una droga. Él comienza con perdidas del control sobre su
cuerpo, se vuelve un animal salvaje capaz de comerse lo primero que se le cruza
en el camino. Luego no recuerda nada.
Si llega a ese extremo y sigue pasando tiempo sin consumir cerebro, puede llegar a perder
completamente su humanidad. Desde ese punto ya no hay retorno.
Mientras él me cuenta todas esas cosas yo me imagino mi vida con él. Trato de pensar de
donde puedo conseguir cerebros extra, ¿Si se congelan los cerebros funcionan igual? Se me viene una imagen abriendo el frízer de nuestra casa y tener frascos con cerebros de resguardo.
Siempre que él consiga los cerebros que necesita todo estará bien. Para mí es suficiente.
Si pudo vivir así 25 años ¿Por qué no podría unos 70 más?
De repente mi mente volvió a mi cuerpo, le presté atención. Rayos, la luz le da en él
ángulo correcto. Su madre debe ser artesana, lo hizo con cincel. Es perfecto.
Debo tragar saliva, casi se me chorrea por el costado de la boca.
-Entonces, ¿Qué te parece la idea?
Mierda, no escuche.
-Emmm si… Me parece bien…- Siento como se me sube el color a la cara. No sirvo para mentirle
a él.
Me miro con los ojos llenos de ternura y acaricio suavemente mis mejillas. Creo que me
descubrió.
-Perdón. ¿Me repetís que habías dicho?
-No importa, solo necesito que sepas que estoy dispuesto a pasar mi vida con vos. La parte
más difícil de todo esto ya está hecha, ahora solamente falta la otra mitad.
Otra vez está preocupado. Un cambio muy sutil en la posición de las cejas, baja un poco
el brillo de los ojos. Me volví experta en descifrar su rostro inexpresivo.
- ¿Tu familia? - Pregunte con cautela\, aunque ya sabía de antemano que sí\, era eso lo
que lo preocupaba.
Me imaginé que su madre debía sobre protegerlo mucho por su condición. Quizás tenía miedo
de que no me aceptase, y ahora yo temía lo mismo.
-Bueno, los experimentos que me hicieron, no me los hicieron únicamente a mí.
De nuevo bajo la cabeza y se retorcía las manos. Esto no me gusta.
-Son toda una familia de zombis.
Fue casi un suspiro, estaba tan asombrada que casi no podía respirar. El panorama era
distinto ahora. Ellos son 4, si no comían cerebro a tiempo podían comerse toda
una ciudad….
-No, no, ellos no son como yo. Yo soy el único con esta condición. -Agitaba las manos en
frente de mí, como para llamar mi atención. Se dio cuenta de que me estaba
yendo por las nubes en mi mente.
Eso me tranquilizo, aunque solo unos segundos, lo que tarde en darme cuenta de lo que
realmente había dicho.
-Entonces, ¿Qué efectos colaterales tienen ellos?
Se paralizó unos segundos. Si lo miraba con atención podía ver los engranajes girando en su
cabeza. Estaría evaluando como decirme la respuesta. O incluso si debía
responder o no.
Realmente no sabía que podía ser peor de lo que él sufría.
-Mi padre y mi hermana son lo que se llamaría vampiros.
Lo escupió. Rápido, sin mirarme a la cara.
…
Ok, si podía ser peor.
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