—Entiende Maxwell no haré esa entrevista, no puedes obligarme, odio a los periodistas —le grita muy enojada a su entrenador.
Amy Williams es la nueva promesa del patinaje sobre hielo. Increíblemente bella, delgada, dueña de un cabello largo rubio y unos ojos celestes preciosos. Pero dueña de una actitud bastante arrogante y obstinada.
Ella pertenece a una familia de clase social muy alta, de mucho dinero, lo que la hace ser como es, además es dueña de su propia pista de Patinaje. Tiene todo lo que desea en la vida, menos el talento, ama lo que hace, ha ganado decenas de premios, pero a cambio de sudor, lágrimas y golpes, Amy siempre ha entrenado mucho para llegar a donde llego, aunque los periodistas la traten de farsante y piensen que todos sus premios los gano por el dinero de su padre.
—Tienes que hacerlo, necesitamos de los periodistas ahora que estás lesiónada —hace una semana atrás Amy, realizando un triple salto, cayó al hielo y se lesionó el tobillo, por lo que debe estar fuera de las pistas por 3 meses, perdiéndose las naciónales, algo que la tiene muy frustrada y con el peor humor, que solo Max soporta.
—¿Para que los necesitamos? si lo unico que han dicho sobre mi es que soy una fracasada, que nunca tuve talento—Amy recuerda cuando comenzó su carrera profesional. Los periodistas la amaban, no dejaban de hablar maravillas sobre ella, para ellos llegaría a ser la sucesora de Linda West, la mejor patinadora del país. Pero después de su lesión y quedar fuera de las nacionales, sin poder competir a nivel internacional comenzaron a decir que era una fracasada sin talento, algo que le duele muchísimo, ya que patina desde que tiene uso de razón y es lo que más ama hacer.
—Sabes que eso es mentira Amy , eres increíble arriba del hielo, solo fue un mal truco, pero ellos te necesitan y nosotros los necesitamos a ellos — insiste Maxwell.
—Olvídalo, no veré a los periodistas, además, hoy mismo empiezo a entrenar—exclama decidida, haciendo enojar a su entrenador.
—¿Estas loca? ¡no puedes hacerlo, sabes muy bien lo que dijo el medico, tres meses sin entrenamiento, podrías empeorar la lesión! —manifiesta Max, esta mujer lo saca de las casillas, es tan arrogante.
—Mira Maxwell, entrenaré, con o sin ti, y encargate de conseguir un nuevo empleado de pista, el ultimo se fue—le ordena.
—Tengo entendido que tu lo despediste, el pobre salió huyendo de aquí.
—Exacto y si no quieres ser el próximo en irte , te sugiero que encuentres un nuevo encargado, mejor que el anterior, y te espero esta tarde en la pista.
—Esta bien Amy, lo que tu quieras, al menos dime que pensaras lo de los periodistas—insiste.
—No lo haré, Max.
Del otro lado de la ciudad de Chicago nos encontramos con Alex Rodriguez, periodista deportivo, columnista del periódico más importante de deportes de la ciudad "El gran jugador".
Alex, descendiente de latinos, es morocho de unos ojos verdes increíblemente hermosos, dueño de una magnífica sonrisa y una actitud amable, dulce y muy positiva.
—Alex por favor necesito verte en mi oficina —ordena Will, su jefe.
Es un nuevo día de trabajo y se siente tan dichoso de poder hacer lo que más le gusta en la vida que es escribir sobre deportes. Alex se levanta de su pequeño cubículo, que tiene de oficina y se dirige a la de su jefe, en el camino siente que las mujeres suspiran por él, sabe muy bien lo que genera en ellas, algo que lo hace sentir muy orgulloso.
—Hola jefe, aquí estoy, dígame que necesita —saluda Alex ingresando a la oficina de su jefe. Una oficina lujosa, digna de alguien poderoso , con un gran ventanal que da a la avenida principal de la ciudad, un hermoso juego de sillones de cuero negro traídos de Europa exclusivamente para él y un increíble escritorio negro que hace juego con todo lo que hay en el lugar. Nunca había visto una oficina tan lujosa como esa, piensa Alex.
—Por favor toma asiento, necesito hablar contigo— le ordena.
—Dígame señor ¿en que puedo ayudarlo? —pregunta con mucho respeto, sentándose frente a su jefe.
—Necesito pedirte algo, Alex y se que eres el único capaz de hacerlo.
—Soy todo oidos, señor Will.
—Alex necesito una entrevista exclusiva con Amy willians—el joven escucha ese nombre y no lo puede creer, todo el mundo sabe que la patinadora odia a los periodistas, ¿por que justo a él tienen que pedirle ese favor?
—Señor ¿acaba de decir Amy willians...? —pregunta esperanzado, quizás escucho mal.
—Si Alex, necesito que te acerques a ella, que pases unos días a su lado, que intestes hacerte su amigo, sin que sepa que eres periodista, por supuesto, debemos demostrarle a todo el mundo que Amy Willians es una fracasada sin talento, y que sus premios los ha ganando por el dinero de su padre.
—Pero señor, no puede pedirme algo así, meterme en su vida, de esa manera.
—Escucha, Alex, sabes que te aprecio mucho, y que tu trabajo es de los mejores en este periódico, pero sabes muy bien que detrás tuyo hay muchos periodistas que desearían trabajar con "el gran jugador" no pierdas la oportunidad de tener la exclusiva de Amy Willians.
—Señor... no se que decir —Alex jamás pensó que podria caer tan bajo. Aceptar algo así. Siempre le gusto escribir de deportes, pero meterse en la vida de alguien, no, aunque sabe que no tiene otra alternativa.
—Solo necesitas pasar una semana con ella, Alex.
—Está bien, señor Will, haré lo que me pida —acepta resignado.
—Sabía que lo harías Alex, nos llego la información de que Amy despidió a su encargado de pista la semana pasada, antes de su lesión y esta en la búsqueda de uno nuevo, puedes presentarte y si tienes suerte, salir elegido, seria una buena forma de estar cerca de ella en la pista. Necesito saber todo Alex, todo.
—Entiendo, señor Will, hare un buen trabajo.
—Se que lo harás Alex, nunca me has decepcionado.
Después de la reunión regresa a su departamento, toma una ducha, abre una cerveza y se sienta frente a la televisión a ver un programa de deportes. En ese momento están repitiendo la lesión de Amy Willians por culpa de un truco que salió mal y como paso de ser la gran sucesora de Linda West a ser una fracasada sin talento, farsante, que pagó todos sus premios, ¿como no va a odiar a los periodistas? piensa Alex si no dejan de hablar mal de ella y ahora él será uno de ellos, pero sabe que no tiene otra alternativa.
Amy esta preparadandose para comenzar, otra vez, con el entrenamiento. Se viste con su ropa termica habitual y se dirige a la pista de patinaje.
Su pista de patinaje, el regalo que le hizo su padre cuando cumplió los 10 años y decidió que quería convertirse en patinadora profesional. Su lugar mágico en el mundo, donde todo stress, dolor y amargura no existen.
Al llegar se encuentra con Max, quien la está esperando, impaciente en la pista, acompañado de una persona desconocida, seguramente es el nuevo empleado.
Amy se acerca patinando hasta el centro de la pista.
—Hola Max—saluda. Sin inmutarse por la persona que esta a su lado.
—Hola Amy, te presento a Alex Rodriguez, es el nuevo encargado de la pista — el joven hace un movimiento con los patines y cae al suelo, nunca en su vida había estado en una pista de patinaje, esto va a ser más difícil de lo que pensaba.
—Un encargado de pista que no sabe mantenerse en el hielo—exclama burlándose, a Alex no le cae bien.
—Aprenderá, no te preocupes—lo defiende Max. Sabe que nadie quiere trabajar con ella por su humor y por su forma de tratar a la gente, debe aprovechar a este chico, que se presentó solo a trabajar.
—Señorita Amy es un gusto trabajar con usted —se presenta, intentando fingir su incomodidad, sabia que ella era una persona arrogante y de muy mal humor, pero no se imagino que tanto.
—Muy bien Alex, ¿sabes lo que tienes que hacer? — le pregunta.
—Si señorita lo se, no se preocupe aprenderé enseguida.
—Espero que así sea—contesta con desagrado.
Amy se olvida de él y se pone a entrenar. Pero rápidamente el dolor en su tobillo es insoportable, sin embargo, decide continuar, no puede darse por vencida, debe recuperarse antes de las nacionales.
Mientras tanto Alex limpia con la maquina pulidora de hielo la pista sin molestarla, no puede creer lo persistente que es, a pesar de que se nota en su cara el dolor que siente, no deja de entrenar, podrá no tener talento como dicen los periodistas, pero tiene mucha perseverancia.
Ella sigue patinando, durante varios minutos más, hasta que en un momento intenta hacer un triple salto, el mismo truco en el cual se lesionó, y a lo lejos, Max la observa sorprendido por su exigencia, no quiere que empeore más su situación.
—¡Amy no lo hagas, puedes hacerte daño! —grita Max, pero es demasiado tarde, porque Amy lo intenta y cae al suelo golpeandose muy fuerte —¡Amy! ¿estas bien? —pregunta Max, preocupado, acercándose al medio de la pista donde está Amy lesionada, sin poder levantarse—¡Alex ayúdame! —el joven también se acerca al lugar.
—Estoy bien, estoy bien —exclama Amy intentando levantarse.
—Eres muy arriesgada, no puedes hacer un triple salto, ¿estas loca? ¿en que estabas pensando?
—Se lo que hago Max, eres mi entrenador, no mi dueño.
—Como soy tu entrenador tienes que hacer lo que yo te digo y te prohíbo que hagas un triple salto hasta que no te recuperes, ya demasiado estoy permitiendo que estés entrenando–la regaña con dureza, pero ella lo desafía.
—Yo hago lo que quiero —le responde Amy que intenta levantarse y vuelve a caer al suelo, su tobillo se volvió a inflamar y no puede seguir patinando.
—¡No seas tan testaruda mira como estas! Alex ayúdame a llevarla.
—¡Si! —ambos toman a Amy de un brazo y del otro y la llevan a tierra firme, allí se quita los patines y ve su tobillo inflamado.
—Mira lo que has hecho, Amy, no voy a permitir que sigas entrenando esto puede ser el final de tu carrera y lo sabes.
—Mañana vendré bien temprano a entrenar y tu no vas a impedirlo—vuelve a desafiarlo.
—¿Sabes que? haz lo que quieras, ¡renunció! no voy a seguir viendo como te haces daño tu sola—exclama muy enojado yéndose del lugar, dejandola sola con Alex.
—Señorita ¿se encuentra bien? ¿quiere que la ayude? — pregunta Alex preocupado, el dolor se refleja en su mirada—usted necesita un doctor.
—Por favor dime Amy, me aburres llamándome señorita, solo necesito un calmante, iré a urgencias.
—Yo la llevo, usted no puede manejar en ese estado—Alex insiste y ella acepta.
Amy con la ayuda del joven llega hasta el auto y allí se acomoda en el asiento del acompañante, mientras Alex toma el asiento del conductor, llevándola a la sala de urgencias de la clínica donde ella se atiende
En el lugar, es atendida por su médico, que le realiza una infiltración en el tobillo y le exige reposo absoluto, pero ella no acepta.
—Mira Amy si no haces reposo no podrás seguir patinando necesitas descansar tu tobillo —el doctor Robert intenta hacerla entrar en razón, sin éxito.
—Escúchame Robert, todo el mundo me dice lo que tengo que hacer, pero me conoces y sabes muy bien que no lo haré, no dejaré de entrenar y menos en este momento, necesito llegar a las nacionales, aunque de eso dependa mi carrera.
—Se muy bien lo testaruda que eres Amy. Así que tomate esto y no te exijas tanto, comienza poco a poco—le aconseja el doctor entregandole un analgésico y antiinflamatorio muy fuerte para aliviar sus dolores.
—Gracias Robert, sabia que tu me entenderías.
Amy se despide del doctor y Alex vuelve a subirla al auto, para llevarla hasta su casa.
En el camino Alex no resiste más y le pregunta
—Amy, ¿por que eres tan testaruda? ¿Por que pones en riesgo tu salud? —Sabe que no es de su incumbencia, aun así, le da mucha pena, además es información que necesita para el informe.
—No me entenderías, nadie lo hace, ni siquiera Max,.
—Inténtalo, quizás logre hacerlo.
—Nadie entiende el amor que yo siento por el patinaje, e ir a las nacionales es lo que siempre soñe, y no voy a permitir que una lesión me arruine la carrera.
—Eres muy perseverante, pero puedes hacerte daño.
—Además... quiero demostrarle a los que hablan de mi que no es verdad lo que dicen.
—¿A que te refieres? — pregunta Alex.
—A los periodistas, ¿no escuchas lo que dicen sobre mi? Que no tengo talento, que todos mis premios los compro mi padre con su dinero.
—No creo que sea así —exclama Alex sintiéndose culpable por ser un periodista— tienes mucho talento, por lo poco que vi en el entrenamiento tienes talento y perseverancia, serás la mejor patinadora del país, una vez que te recuperes—lo dice con toda sinceridad.
—¿Tu que puedes saber sobre el patinaje? ni siquiera sabes mantenerte en el hielo.
—Aunque no lo creas, amo los deportes, miro mucho los canales deportivos y puedo darme cuenta cuando estoy frente a alguien que tiene talento.
—Alex llévame a mi casa y guarda silencio ¿si? Me duele mucho la cabeza —Alex le hace caso, no habla en todo el camino y finalmente la deja en su casa, sin recibir ni siquiera un gracias, no puede creer que sea tan arrogante, sin embargo, puede ver, por lo poco que la conoce, que ella es como el hielo, fría y dura, pero también muy frágil, a punto de romperse.
Es un nuevo día, Amy se levanta, se toma una ducha, desayuna y se pone su ropa termica para ir a la pista de patinaje. No pudo dormir en toda la noche de solo pensar en Max, lo llamó por teléfono varias veces pero no quiso contestarle, no puede dejar las cosas así, lo necesita, es uno de los mejores entrenadores del país, además de ser su único amigo.
Llega a la pista y se encuentra con Alex, quien está puliendola para dejarla perfecta y que ella pueda patinar sin problemas, pero la pista sigue siendo un desastre, el chico no ha aprendido nada y ella no es una persona que tenga el don de la paciencia.
Amy se acerca a Alex y este, con una tierna sonrisa, la saluda, dejándola un poco confundida, no puede negar que es muy lindo, mucho más que Max, dueño de unos ojos verdes increíbles y ahora puede distinguí, de una hermosa sonrisa.
—Buenos días Amy ¿como esta tu tobillo? —pregunta amablemente.
—Hola Alex, mucho mejor, ¿desde que hora estas aquí?
—Me alegro mucho Amy, desde las Max me dijo que viniera a esa hora todos los días.
—¿Has hablado con él? —pregunta ansiosa.
—No, ese fue el horario que me dio cuando empecé a trabajar —Alex tiene que dejar su oficina por varios días hasta que esto termine. Pero esta feliz de venir, nota que hoy esta de mejor humor, y hasta mucho más bonita que ayer, ¿puede ser eso posible? Se pregunta Alex. O quizás ayer con todo lo sucedido no se había dado cuenta de lo hermosa que es Amy Williams , una mujer que podría enloquecer a cualquier hombre, y él debería tener mucho cuidado, ya que las mujeres son su débilidad —¿tu has sabido algo de Max? Se fue de aquí muy enojado.
—Si lo se, tendré que insistir, no es la primera vez, se que volverá, me necesita y lo necesito.
—Muy bien, seguiré con mi trabajo si no te molesta.
—Oye Alex, se que estas poniendo tu esfuerzo pero no lo estas haciendo bien.
—¿No? — pregunta Alex decepcionado.
—No, lo siento, la pista deberia estar más limpia, si no podría caerme.
— Lo siento, volveré a limpiar y me dices si esta bien —Alex hace un movimiento con sus zapatos para nieve y cae al sueño.
—Y lo principal, necesitas aprender a mantenerte en el hielo, no puedes trabajar aquí si no lo haces—exclama Amy ofreciéndole la mano para levantarse y él la acepta muy amablemente. En ese momento, que sus manos se tocan siente un escalofrío muy fuerte, pero lo deja pasar.
—Podrías enseñarme, ¿no te parece? —manifiesta Alex dedicándole una hermosa sonrisa que la derrite por completo.
—Yo... —titubea, no sabe que decir, esta perdida en esa sonrisa —no puedo Alex —dice segundos, cuando recupera la calma—debo entrenar, nada puede distraerme, queda muy poco tiempo para las nacionales.
—Por favor Amy, aprendo muy rápido ya veras —exclama Alex, haciendo puchero, muy tierno, lo que hace que Amy sonría —¡oh Dios mio! ¿que he hecho? Logré hacer reír a Amy Willians.
—¿Que dices? —pregunta Amy poniéndose sería de nuevo. Incomoda.
—Tienes una hermosa sonrisa. Deberías sonreír más a menudo, tengo una idea tu me enseñas a patinar y yo te enseño a sonreír ¿que dices?
—Se reírme Alex...
—Si pero no lo haces. Te verías más bonita haciéndolo.
—Olvídalo Alex debo que entrenar. Además no tengo motivos para hacerlo.
—Por favor Amy hazlo por el bien de los dos, si yo puedo manejarme en el hielo puedo trabajar mejor y te beneficiaria a ti. Y te aseguro que puedo darte muchos motivos para sonreír, se contar muy buenos chistes.
—Viéndolo desde ese lado tienes razón. Esta bien te enseñaré Alex. Pero no necesito tus chistes, guárdatelos para quienes quieran escucharlos—exclama sería.
—Gracias Amy, sabía que lo harías y lo te preocupes yo te enseñaré a sonreír, mis chistes son adictivos, escuchas uno y querrás que te cuente más —manifiesta Alex que se acerca a ella sin caerse. Quiere abrazarla como agradecimiento, pero ahora si cae y arrastra a Amy con el, cayendo al suelo, sobre ella.
—Oh no Amy ¿estas bien? —pregunta preocupado —Lo siento mucho —Alex no puede mover un solo musculo, se queda prendido en los ojos celestes de Amy, que ojos más bonitos, piensa él, y Amy tampoco puede hacerlo porque también está cautivada por los ojos de Alex, no pueden dejar de mirarse y él esta a punto de besarla, cuando sienten una voz a sus espaldas.
—Hola Amy, Alex —saluda Max regresando a la pista de patinaje. Alex rápidamente se levanta de arriba de Amy algo incómodo — lamento interrumpir —acota, burlándose de la incomodidad de ambos.
—Solo estaba tratando de ayudar a Alex con el hielo y me arrastro con él, o aprendes rápido o te vas de aquí —manifiesta muy enojada, mas fría que el mismo hielo, ¿como pudo cambiar tanto su humor de un momento para el otro? piensa Alex, sabiendo que si Max no aparecía, seguramente la habría besado.
—Lo siento Amy, pero recuerda que prometiste enseñarme —le recuerda.
—Lo haré, cumplo con mi palabra, no ahora, debo hablar con Max, puedes seguir haciendo tu trabajo.
—Esta bien, cualquier cosa me avisan, estaré por allí.
—¿Que sucede entre Alex y tu? — pregunta sorprendido, una vez que el joven se alejo de ellos.
—Absolutamente nada, sabes que no tengo tiempo para estar con alguien, solo pienso en las nacionales.
—Quizás deberías tener tiempo para estar con alguien, creo que te haría más humana Amy.
—¿A que has venido?— pregunta enojada.
—Me llamaste unas doscientas veces, pensé que querías que vuelva, se lo obstinada que eres, que no te darás por vencida, así que quiero estar aquí para ayudarte.
—Gracias Max, estoy mejor, ya no tengo dolor, Robert me infiltro y me recetó unos analgésicos muy fuertes, empezaré poco a poco, se que fue un grave error lo que hice ayer
—Me alegro que hayas recapacitado Amy, nunca vi a una persona que amara tanto el patinaje como tu, sabía que entenderías que solo quiero ayudarte.
—Lo sé, Max y te lo agradezco, sabía que no me dejarías, eres el unico que me soporta
—Lo hago porque te quiero, piensa lo de Alex, Amy, no estaría mal que salgas con alguien y te diviertas un poco, necesitas descansar y no estar tan pendiente del patinaje—le aconseja.
—No saldré con él, no es de mi tipo.
—No mientas, vi como se miraban. Estaban a punto de besarse.
—¿Estas loco? , no tengo tiempo para tonterías hay que entrenar —exclama yendo a la mitad de la pista.
Alex no puede sacar sus ojos de Amy, es tan bonita, y por más que intenta esconderla tiene una sonrisa muy dulce, no puede creer lo obstinada y perseverante que es, y tampoco puede creer que él este haciendo lo que su jefe le pidió, involucrarse en la vida de Amy, aunque viéndolo bien, no tiene una vida, solo dedica su tiempo a patinar, como le gustaría invitarla a tomar un trago, a disfrutar de la noche, a bailar, para sacarle un poco la amargura que tiene en su rostro y hacerle olvidar un poco del patinaje, pero Alex sabe que aunque le va a costar lo va a hacer, si ella es obstinada el también lo es.
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