–Amar sin ser amado...que amargo destino – Isabella masticó esas palabras en su boca amarga, sin duda su corazón temblaba, como una hoja expuesta al viento frío.
Isabella, decidió dejar ese doloroso sentimiento y subió la cortinilla de la ventana, frente a ella apareció la luna brillante y resplandeciente, estaba tan cerca que sentía que si estiraba la mano podría tocarla, la luz lunar entraba por la pequeña ventanilla del avión. Era una vista magnífica que contrastaba con lo desolado de su corazón.
Su avión estaba a 10 mil metros de altitud, tomó un vuelo nocturno, al llegar a su destino volaría a otro lugar en un vuelo privado, después haría algunas estratagemas para que su ubicación fuera desconocida para todos, por si Massimiliano se le ocurría buscarla, era una idea tonta pero aún así pensó en eso, ella no quería volver a verlo por el resto de su vida.
Era una sensación de perdida, en menos de una semana no solo se divorcio, también dejó la casa que compartio con su esposo por años, solo estuvo unos días en la residencia de su padre donde vivió su feliz infancia para preparar su viaje y después abandonarlo todo sin mirar atrás.
Pero esa rápida huida no solo le causo dolor, también le dió paz, no podía estar ni un minuto más en Ciudad Capital, donde todo le recordaría al exesposo que tanto amaba y al que amo por tantos años, habían sido demasiados, tantos que nisiquiera recordaba cuando lo comenzó a amarlo.
Pero también le recordaba el desamor que vivió por 6 años de matrimonio.
Tonta e incredula pensó que con su amor bastaba para poder llevar un matrimonio perfecto, cuando llegaran los hijos Massimiliano se acercaría más a ella, sin embargo, eso no sucedió.
También estaba la cruel y dolorosa escena de su amado Massimiliano al lado de su primer amor, aquella chica que desapareció y regreso a tomarlo todo, sin miramientos.
A la que su esposo no pudo seguir; ella que de la nada regreso con un niño con el color de ojos y de cabello como el de Massimiliano.
Todo paso tan rápido, el anuncio de que Eloísa había regresado, los sentimientos confusos que pasaron por su mente, siempre segura de que a pesar del regreso de esa mujer que Massimiliano tanto amo en el pasado ahora solo eran bonitos recuerdos para ambos.
Sin embargo el destino es cruel y le jugó una mala pasada a Isabella.
...**********...
— Señora – le llama la sirvienta en voz baja creyendo que Isabella estaba durmiendo.
— Dime Luz – respondió Isabella en tono aburrido, mientras descansaba en el sillón del recibidor.
— Señora, hay rumores de que la Señorita Eloísa está por regresar al país – la criada tenía las manos unidas, su nerviosismo era evidente.
En todo el país era conocido el fatídico y apasionado romance entre Eloísa D'Angelo y Massimiliano Rinaldi, la pareja más hermosa según los medios de comunicación, la pareja de hierro, según las revistas de economía.
Sin embargo Eloísa tuvo que irse, dejando atrás el corazón roto de Massimiliano, al que Isabella ya amaba desde entonces y al cuál consoló cada día, hasta que su sonrisa volvió a parecer.
Después del anuncio de la criada, el corazón de Isabella se aceleró, sus músculos se tensaron ligeramente, pero tenía que controlar sus emociones como lo hacía todos los días, dio un par de inhalaciones y poco a poco abrió los ojos.
— ¿Dónde escuchaste eso? – preguntó con voz fría y distante, disimulando su incomodidad.
— Un poco más temprano cuando me envió a la oficina del Señor, lo escuché hablar sobre una gran fiesta de la familia D'Angelo, después escuché a algunos miembros del personal decir que la fiesta era una reunión de bienvenida para la Señorita Eloísa.
— Supongo que ha llegado una invitación a la reunión... – dijo para si misma; la sirvienta pensó que era una pregunta para ella y sin dudarlo respondió.
— No lo sé, pero por la charla entre el Señor Massimiliano y el Señor Lorenzo parece ser que ya saben al respecto por un aviso personal.
— Ya veo. Por favor envía la orden de preparar la mesa para la cena, yo misma llamaré al Señor.
— Si señora.
La criada huyo del lugar, Isabella es una mujer amable y cariñosa, con los empleados tiene una línea de respeto, por lo que todos en la casa le han tomado afecto, pero cuando ella sufre es doloroso verlo, así que por ese afecto que le tienen, la dejan sola en sus momentos difíciles para que ella no se sienta avergonzada de alguna forma.
Isabella salió de la habitación de descanso, ya había escuchado los rumores de que su vieja conocida y el primer amor de su esposo estaría de nuevo en la Ciudad, lo que le provocó un fuerte dolor de cabeza.
Los paso de Isabella se escucharon por el enorme y largo pasillo de mármol negro recién pulido, tan limpio y pulcro que parecía un espejo.
Mientras más cerca estaba de la oficina de su querido esposo una oleada de nervios la inundó, a medida que estaba más cerca de la enorme puerta de caoba lo que antes fueron grandes zancadas de pasos firmes poco a poco se convirtieron en pasos que se hicieron lentos y cortos, reacios a llegar a su destino.
Se preguntaba sobre los sentimientos de Massimiliano en el momento en que supo que Eloísa estaría de regreso.
Se preguntaba si podría descifrar sus sentimientos con solo ver su rostro.
Sin embargo cuando estuvo frente a la puerta su corazón tembló al escuchar la plática entre Lorenzo y Massimiliano.
— Ahora que ella regresó ¿qué piensas hacer?
— Nada.
— Pero la sigues amando.
— Pero el amor no puede ser unilateral, no puedo obligarla si es que ya se olvidó de mí.
— Escuché que ella sigue soltera, deberías preguntarle ¿por qué se fue?
— Ahora estoy casado con Isabella, no creo adecuado cortejar a Eloísa...aún así, debo de ir a dar la bienvenida a la hija de nuestro socio comercial, debes preparar un enorme y precioso regaló.
— ¿Llevarás a Isabella contigo?
— Me gustaría que mi primer encuentro con Eloísa fuera discreto y a solas, pero siendo el presidente tengo que hacerlo de forma pública y en compañía de mi esposa.
— Entonces, ¡debería informar a Bella!
— Que seas mi amigo no te da derecho a llamar a mi esposa de forma tan casual.
Cuando Massimiliano masticó la palabra "esposa" tuvo un sentimiento amargo.
Él sabía del enorme amor de Isabella por él, sin mencionar sus antecedentes, ahora era el presidente de la empresa.
Una lucha de socios donde no todos sobrevivieron se llevó acabo para llegar a ese lugar. Dónde enfrento a su propio padre y su medio hermano, la lucha que terminó con la vida de ambos y dejó solo a su madrastra con vida.
El padre de Isabella fue la pieza se ajedrez que le dio fuerza para obtener la alta posición que ostenta.
Sin Isabella, Massimiliano se hubiera hundido en el dolor y desesperación muchos años atrás, sin embargo con el paso del tiempo los sentimientos debieron fortalecerse, pero después del nacimiento prematuro de su primer hijo y su posterior muerte, Massimiliano no podía estar cerca de Isabella.
Recuerda el día en que ella lloraba y destrozaba todo, el dolor en su rostro era demasiado grande, Massimiliano no sabía que hacer, así que su mejor opción fue llenarse de trabajo y dejar atrás a Isabella con su dolor.
Isabella se quedó de pie frente a la puerta, el mayordomo llegó a su encuentro, la quiso saludar pero ella negó con la cabeza para que él hombre no pronunciará palabra alguna.
Dio pasos en su dirección, al pasar a su lado le dijo en voz baja.
— Avisa al Señor que la cena está lista...no le digas que estuve aquí– una voz tan delgada, casi audible salió de sus labios en un – por favor.
— Si, señora...¿se encuentra bien? – preguntó el mayordomo preocupado, el rostro de Isabella era pálido.
— Estoy bien, solo un poco de dolor de cabeza– Bella intentó parecer tranquila, le dio una sonrisa al mayordomo para tranquilizar su ánimo.
Lo único que vio el mayordomo fue una triste sonrisa de dolor simulado.
— ¿Le envío algún medicamento? – se apresuró a responder el mayordomo.
— No, este dolor no se quita con ningún medicamento, solo haz lo que te pedí, por favor.
Bella comenzó a caminar sobre sus pasos, fue al comedor donde espero algunos minutos el arribo de Massimilano, mientras esperaba, quiso tomar una copa de vino, pero en cuanto el olor añejo llegó a su nariz sintió náuseas y se apresuro a ir al baño más cercano.
Sintió que sus intestinos querían salir por su boca, después de unos minutos su estómago se tranquilizó y pudo lavarse la cara y la boca con agua fría.
Se secó y nuevamente se dirigió al comedor, donde ya estaba Massimiliano esperando por ella.
En cuanto escuchó sus tacones entrar por la enorme puerta él levantó la vista.
— Estás pálida, ¿ te sientes mal? – le dijo Massimilano de forma casual
— No, solo hace un poco de calor aquí – respondió Bella en tono aburrido.
El mayordomo abrió la silla y Bella tomo asiento.
— Revisen el termostato, bajen la temperatura – dio órdenes Massimiliano al mayordomo.
— Si, señor, de inmediato.
Las sirvientas rápidamente colocaron varios platos sobre la mesa, Massimiliano comenzó a comer sin volver a dirigir ni una mirada a Bella que estaba frente a él y que no había tocado los alimentos sobre la mesa.
Después de varios minutos de contemplar la comida y que nada le apetecía, Bella llamó a una de las sirvientas.
— Recoge todo esto, solo quiero una ensalada verde y un poco de té, por favor.
Massimiliano vio el semblante de Bella, los platos sin tocar, aún así no le pregunto nuevamente si algo le sucedía.
Solo continúo con su cena como si nada a su alrededor pudiera arruinar su apetito.
Después de un largo silencio y después de que Bella solo picoteo la ensalada, por fin ella levantó la vista y se dirigió a Massimiliano.
— Escuché que Eloísa está de regreso ¿ no hay una invitación a su recepción?
— La hay...– respondió cortante.
— ¿Cuándo pensabas decírmelo?
— Estoy pensando en que no es buena idea asistir.
— Sabes que su padre es un accionista de la empresa, tenemos que ir.
— Lo sé muy bien, no tienes que recordármelo.
— Max...– lo llamó Bella.
Hasta ese momento Massimiliano seguía con la vista clavada en la porción de carne a medio cocer que tenía frente a él, en ningún momento de la charla Massimiliano miró a Isabella, no quería ver su rostro lleno de dolor o incertidumbre.
— Necesito que me digas si el regreso de Eloísa afecta en algo nuestra relación.
Massimiliano estaba intentando escapar de una situación incómoda, él más que nadie sabía que aún recordaba con afecto a Eloísa, en especial después de que ella se le entregó días antes de su partida.
— Te lo dije cuando nos casamos, ¿no lo recuerdas?
A la mente de Bella llegó el recuerdo de hace seis años, cuando ella era la mujer más feliz del mundo, su hermoso vestido blanco con algunos hilos de oro que hacían que brillará, lo atractivo que se veía Massimiliano en su traje de cola.
Cuando su padre la entrego en el altar, el rostro de Massimiliano era frío, se acercó a ella y le susurro al oído.
"No esperes amor, pero serás mi única mujer"
Esas palabras acabaron con la felicidad del momento, su corazón tembló y su estómago se contrajo, hizo uso de toda su inteligencia emocional y dibujo una sonrisa en sus labios temblorosos.
Después de eso, la ceremonia continúo, pero su felicidad se arruinó, fue un momento fugaz en su memoria, algo que deseaba olvidar, pero que por la actitud de Massimilano no podía hacerlo.
— Entonces, tenemos que presentarnos en la reunión.
— Si, es pasado mañana.
— Bien, entonces me retiro – Bella dejó la servilleta sobre la mesa y se levantó de su asiento sin volver a mirar a Massimiliano.
Él se hundió en sus sentimientos mientras miraba el asiento vacío de Isabella.
— Eloísa, Eloísa...– susurro mientras miraba el techo del amplio comedor.
Al día siguiente Isabella no sintió apetito, tenía el estómago revuelto, pensó que probablemente era por la situación que estaba viviendo, aún le dolía al corazón al ver que no había ninguna respuesta concisa de Massimiliano, pues si él no le pedía el divorcio para casarse con Eloísa tampoco estaba segura de que él no la tomará como amante.
Isabella trabajo todo el día, ella llevaba el departamento de contabilidad de la empresa, por lo que casi todo el día estaba en su oficina y solo por las noches llegaba a su casa y veía a Massimiliano.
El único momento en que ambos se veían era por la noche, la hora de la cena, era casi un ritual, después de eso pocas veces compartían habitación, su matrimonio era tan frío qu comenzaba a cuestionarse si esa ilusión de adolescente de casarse y vivir por siempre con Massimiliano seguía tan nítida como en ese entonces.
Mientras Isabella estaba hundida en sus pensamientos alguien tocó a la puerta.
— Bella, tienes tiempo para una charla.
La voz de su padre despertó a Bella de sus pensamientos.
— Si, si, adelante, pasa papá.
— Mi querida Bella, estás muy pálida, ese infame de Massimiliano te hace trabajar demasiado.
— No, no, para nada, trabajar me ayuda mucho.
— Dime querida ¿cómo están las cosas en casa?
— Como siempre papá, como siempre...
— Mi querida hija, yo solo quiero que seas feliz y si ese desgraciado no te hace feliz, simplemente déjalo.
— Papá, no digas eso, el divorcio no es tan sencillo.
— Mi bebé – el hombre de mediana edad abrazo a Bella–yo solo quiero que seas feliz.
— Lo soy papá, lo soy...— un pequeño sentimiento ácido paso por el corazón de Isabella, las mentiras eran corrosivas y ella mentía siempre sobre su feliz matrimonio.
— Tu rostro dice lo contrario, hija, eres una mujer hermosa, demasiado inteligente, astuta y carismática, deja a ese bastardo y busca quien te ame de verdad, no te acabes la vida al lado de alguien que no te valora.
— Creo que tienes razón – la voz de Bella se quebro y su cuerpo comenzó a estremecerse.
Geronimo Castelli abrazo a su hija, sabía del enorme sufrimiento que le había dado ese matrimonio sin amor.
— Lo único que quiere este estúpido padre es que mi única hija sea feliz, así que cualquier decisión que tomes yo te respaldare, lo sabes ¿cierto?
Las palabras que Bella quería decir no salieron de su garganta, solo podía llorar, vivir en desamor ya se había convertido en una carga, aún así se negaba a separarse de Massimiliano.
Bella lloró tanto como sus ojos se lo permitieron.
Su padre solo pudo contener su tristeza en un abrazo, que duró todo el tiempo que ella lloraba como cuando era una pequeña niña.
Era lo único que podía hacer para intentar contener el dolor de su hija.
— Vámonos de aquí, estar entre papeles y facturas solo te enfermara, además necesitas tomar aire.
Bella ya había acado con su trabajo, por lo regular terminaba temprano, pero no se iba a casa porque no quería estar sola en su enorme residencia. Los sirvientes eran como cucarachas, siempre estaban escondidos en las sombras, solo aparecían cuando se les convocaba.
— Si papá, vámonos – dijo Bella mientras se limpiaba la cara con un pañuelo de papel.
— Vamos a casa, tu mamá va a estar feliz de verte.
Bella que ya había tomado su bolso y estaba sacando unas gafas oscuras para ponerse de quedó quieta y dudo en cuál sería su respuesta.
— Ya sé que te resulta doloroso ver a tu madre, pero ella te ama y te estraña, sin duda estará feliz de verte – continúo su padre.
— Papá, ahora más que nunca siento que le falle a ella y a ti, quise casarme con Massimiliano a pesar de que ustedes me advirtieron que él no sería buen esposo, pero la última discusión que tuve con madre...
Isabella recordó con tristeza las fuertes palabras que le dijo a su madre, para defender su amor por Massimiliano, su madre, Caroline sabía muy bien las noches tristes que vivía su hija, mucho antes de casarse.
La frase "Tan cerca y a la vez tan lejos" se aplicaba a la relación de su querida hija.
— Tu mamá ya lo olvidó, de seguro estará feliz por verte de nuevo, así que deja de pensarlo y vamos.
— Está bien.
Padre e hija salieron de la oficina, era un poco más de medió día. Se dirigieron al estacionamiento subterráneo.
Bella subió al asiento del copiloto y espero a que su padre subiera al asiento del piloto para irse, de repelente algo le llamo la atención, solo fue una sombra que vio con el rabillo del ojo pero fue una sensación extraña.
Su vista no lograba ver bien la distancia hasta la figura se había movido.
Isabella salió del auto y fue en dirección de la sombra, tenía un mal presentimiento.
Se quitó las gafas de sol, sus ojos que apenas se estaban adaptando a la luz insípida del estacionamiento nuevamente se nublaron con la escena ante ella.
De pie estaba el primer y único amor de su esposo y frente a ella Massimiliano.
— Massimiliano, sé que aún me amas, lo puedo sentir – decía la mujer con voz llorosa y triste.
— Tu te fuiste sin decir nada, solo un insípido adiós, sin un motivo o no explicación ¿ahora qué esperas de mí?
— No es muy tarde, podemos retomar nuestra relación, yo te amo, nunca dejé de amarte.
— Ahora es complicado, si tan solo me hubieras dicho que volverías te hubiera esperado, no me hubiera casado pero ahora...
— Existe el divorcio, eso puedes hacer, aún podemos estar juntos – decía Eloísa con voz suplicante y dolorosa.
La mujer con lágrimas en los ojos se abalanzó a los brazos de Massimiliano, ella temblaba y lloraba, realmente lucía desfavorecida, cualquiera que la viera sentiría pena y empatía por ella, tan frágil como un pequeño animal herido.
Eloísa no había cambiado, seguía siendo hermosa como el último día que la vio, hace 7 años atrás, su cuerpo delgado y curvilíneo, su rostro hermoso y de aspecto puro e inocente.
Isabella sintió una punzada en el corazón cuando Massimiliano tomo a la mujer entre sus brazos para consolarla.
— Eloísa, entiende, no es tan sencillo un divorcio, después de las pugnas internas de tiempo atrás la empresa está tomando fuerza y está creciendo, si ahora anuncio un divorcio, todo mi trabajo se irá de picada, ni que mencionar de los accionistas, dame tiempo para pensar una solución.
Isabella que estaba escondida detrás de una columna del estacionamiento, escuchó la plática, su corazón tembló, creyó que aún cuando regresará Eloísa, Massimiliano no la abandonaría como algo inservible, pero las palabras que tan tiernamente le dirigía a la mujer entre sus brazos le hacía entender que no había esperanzas para ella.
Isabella no escucho los pasos que se acercaban a ella, a pesar de ser muy sonoros en el frío el estacionamiento.
Alguien la abrazo y coloco su mano sobre su boca para que no dijera nada, ella abrió muy grande los ojos ante la sorpresa, sintió el aliento tibio sobre su hombro y después un susurro.
— No te espantes soy Philen, no es bueno que estés aquí, vamos a escapar en silencio, así que solo sígueme.
Philen Black, era un socio extranjero, su cabello rubio y ojos color miel, muchas chicas soñaban con tener siquiera una mirada suya, sin embargo su corazón ya pertenecía a Isabella, sin que ella lo supiera él estaba enamorado de ella desde años atrás, cuando se conocieron en la universidad.
Philen un joven de buena cuna era la oveja negra de su familia, para no estar cerca de ellos se fue al extranjero después de terminar la universidad, ahí fue cuando conoció a Isabella, la chica más hermosa ante sus ojos, su rojo cabello risado, sus ojos verdes esmeralda y su piel blanca como la porcelada era lo único ante sus ojos.
Sin mencionar lo divertida que solía ser.
Isabella asintió sin hacer ningún sonido, quería estallar en llanto, pararse frente a Massimiliano, darle una bofetada a Eloísa, pero su cuerpo perdió toda la fuerza y solamente pudo ser arrastrada hasta el auto de Philen.
Por un momento se olvidó de su padre hasta que escucho una fuerte discusión.
— ¿Qué es esto? estás casado y te atreves a hacer trampa .
La voz molesta del padre de Isabella se escuchaba por todo el estacionamiento, esa voz hizo que la mujer despertara de su ensimismamiento.
Se apresuró a abrir la portezuela para salir del auto, pero Philen no se lo permitió.
— Déjame arreglar esto, si vas ahora solo se complicará todo.
Isabella pensó las situación, si ella aparecía sin duda el drama del momento se haría público y afectaría a la empresa y su propia persona.
— Debes de pensar en ti, debes protegerte de la opinión pública.
Isabella asintió y dejó la manija de la portezuela, se reclinó en el asiento y estuvo atenta de las palabras del exterior del auto.
— Señor, no es lo que usted piensa – se apresuró a decir Eloísa.
— Señorita no estoy hablando con usted, estoy hablando con esta basura – dijo furioso
— Señor Castelli, no es lo que piensa.– Dijo apresurado Massimiliano.
— Tu esposa es mi hija, y tú le faltas al respeto de está forma, encuentros secretos con una mujer que recién arribo al país, eso es demasiado deshonesto – dijo el señor Castelli con furia.
— Yo solo estaba hablando con Eloísa, no hay ninguna mala intensión.
— Hay lugares para hablar no me escondidos en las sombras de un estacionamiento, piensa en tus acciones, ¿te agradaría que Isabella tuviera encuentros secretos en las sombras de un estacionamiento desierto?
Cuando Massimiliano pensó en una cita misteriosa entre su esposa y otro hombre su cara cambio de semblante, obviamente no deseaba pensar en ese escenario, claramente se sentía furioso con solo imaginarlo.
— Entiendo lo que dice señor, me disculpo por el mal entendido – dijo Massimiliano dirigiéndose a Gerónimo.
— Lo siento señorita D'Angelo, no debe de buscarme de está forma nunca más, como dice el señor Castelli esto se presta a malos entendidos.
La voz de Massimiliano se volvió fría al igual que su mirada, por un momento perdió la cabeza con los recuerdos de años atrás, fue una suerte que el padre de Isabella estuviera ahí y no ella, la situación hubiera sido difícil.
Massimiliano sabía del enorme amor que Isabella sentía por él, en ningún momento lo abandonó, cuando era presa del acoso de su medio hermano ahora muerto ella siempre lo acompaño, cuando tenía heridas por las furiosas golpizas que le proporcionaba su padre Isabella era la que corría con un botiquín a curar su piel lastimada.
Aún si no le daba amor, ella merecía fidelidad, cuando volvió a ver a Eloísa su cuerpo recordó el afecto y calor de la primer persona que le atrajo, pero las cosas cambiaron y eso terminó.
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