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Decisión... |Trilogía Encrucijada #2

Prólogo.

Han pasado 2 semanas de las cuales me he recuperado casi del todo de mi herida de bala, Lucía sigue en la incubadora pero según los doctores si todo sale bien, podrá salir este fin de semana.

Todos los días la voy a ver, literalmente me he ido a vivir al hospital.

—¿Ya te vas Amanda? —la voz de Sonia me detiene mientras bajo las escaleras.

—Buenos días... Si, ya me voy.

—¿No vas a desayunar nada?

—Buscaré que comer ahí. —le sonrió con afecto y me dirijo a la puerta.

—Desayuna, no quiero darle a los doctores un paciente más para cuidar.

Cierro los ojos y respiro profundamente antes de mandar al diablo a MackGregori. Me giro hacia él al mismo tiempo que abro los ojos. —Pu...

MackGregori lleva un pantalón de vestir color gris y una camisa blanca de manga larga pero ésta la tiene enrollada hasta el antebrazo, tiene en su mano derecha un libro negro mientras que la izquierda la tiene dentro de su bolsillo delantero. —Hoy iré contigo.

Genial, cuando dice eso en resumen es: "Iremos en el momento que yo quiera" cuanto odio eso. Resignada le sigo hasta la cocina donde Sonia nos sirve el desayuno.

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Cuando desperté en el hospital hace dos semanas atrás MackGregori me dejó claro que mis 6 meses empezaron a correr desde ese momento. Así que para las vacaciones tendría que irme, después de eso nuestra relación se hizo más cortante y seca. Sólo nos hablábamos para lo necesario.

—¡Buenos días! —Anastasia entra a la cocina. 

—Buenos días... —le respondemos los dos al unísono en un susurro mientras comemos.

—Ahj' ¿Qué les pasa? Están últimamente de mal humor.

Miro de reojo a MackGregori pero él sigue con la mirada en su desayuno, ojalá y el omelette se lo trague a él, me haría un gran favor.

—He terminado. —me levantó de la silla —Te espero. —le digo con sequedad y salgo de la cocina no sin antes sonreirle a Anastasia.

Estoy por llegar a la sala cuando la voz de Anastasia me detiene.

—Amanda... —me alcanza con premura —Dime, Jenny quiere venir, ¿Te parece bien?

—¿Por qué me pregunta? —le miro extrañada —Al final no soy la dueña de la casa y Jenny es hermana de Lían, no le puedo prohibir a ninguno de los dos verse.

—Se que en parte tienes razón, pero vendrá el lunes y Lucía sale mañana.

—No se preocupe. Por mi bien... —le sonrío y me alejo de ella

—Amanda. —me detiene de nuevo.

Le miro por encima de mi hombro —¿Si?

—Gracias. —me sonríe y se aleja de mí dejándome realmente confundida

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Cuando MackGregori decide irse son las 5:00 p.m. nos toma 20 minutos llegar al hospital.

Bajo y sin agradecerle entró al edificio.

Al entrar me dirijo al área se cunas, las enfermeras ya me conocen y me saludan. Un doctor sale de las incubadoras.

—Buenas tardes doctor.

—Señora Amanda... —me sonríe —Creí que la vería desde la mañana.

Bien, ya luego aclararé lo de "Señora"

—Tuve un pendiente pero logré llegar, ¿Cómo está mi hija?

—Muy bien, podemos darle de alta mañana en la mañana. Puede salir a las 10:00 a.m. pero debe venir antes para ver los papeles.

—Gracias doctor.

—De nada, me retiro.

Cuando el doctor se fue entre con una enfermera a una habitación donde me colocó una bata especial y luego de desinfectarme me dejó pasar a la incubadora de Lucía.

Ahí estaba ella, durmiendo.

Luche contra mis lágrimas para evitar llorar de felicidad. Esa niña es mi más grande felicidad. —Hola... —balbucee con un susurro.

Lucía MackGregori Rivera, extraño nombre. Mi niña tenía el cabello de Lían castaño oscuro, y mi color de ojos cafés claros, su piel es clara como la leche ya por parte de Lían. Tenía ganas de sacarla de ahí e irme lejos de todos y todo.

La hora de visita era de 10:00 a.m. a 2:00 p.m. y de 5:00 p.m. a 7:00 p.m. sin perderme ninguna visita aquí estaba, cuidando de Lucía. Ahora mi motor de vida era ésta niña en la incubadora. Disfrutaría cada día con ella, porque si moría en el intento de meter a MackGregori a la cárcel no me arrepentiría de nada... Lamentablemente las horas aquí pasan rápido y en segundos (para mí) ya son las 7:00 p.m. así que tengo que irme.

Cuando salgo de la habitación mi celular vibra, por suerte no tiene sonido.

—¿Si?

—Amanda. —Dylan suspira fuertemente

—¿Qué pasa?

—Hace una semana que no sabemos nada de ti.

—Lo siento, he estado ocupada.

—Sherry quiere ir a verte.

Mirando a los lados susurro en español —No, sabes que no puedes traerla.

—Lo sé, ¿pero qué más quieres que haga?

—Inventale algo.

—Quiere ver a su sobrina y a su cuñada.

Suspirando me muerdo el labio —Veré que puedo hacer, mañana te aviso... ¿Vale?

—Bien, confió en ti.

—Hablamos después. —cuelgo

Genial, tenía que hablar con Lían y eso no iba a terminar bien para ninguno de los dos.

Cuando salgo del hospital Lenin venía entrando.

—Lenin... —suelto el aire que venía guardando

—Señora... Justo la iba a buscar, el señor Lían ya está en el auto.

—Gracias.

Lenin me acompaña al auto.

—¿Cómo está Edik?

—Ya mucho mejor, él insiste en regresar al trabajo pero el señor Lían le ha pedido que descanse.

—Y concuerdo con él...

¿En serio?

Si, en eso si. Aunque sólo sea en eso. Cuando llegamos al auto Lenin me abre la puerta.

—Gracias. —subo y Lían escribe algo en su celular.

—Vámonos. —dice cortante

Bien, esto no será fácil...

Dicen que no hay peor lucha que la que no se intenta.

Genial, mi conciencia dándome consejos.

Capítulo 1

—Tenemos que hablar. —le informó a Lían al entrar a su despacho.

—¿De?

—Mañana sale Lucía del hospital, Dylan y Sherry no se han ido de luna de miel por estar al pendiente de nosotras. Mañana cuando salga la llevaré...

—No.

—No te estoy preguntando, te estoy informando.

Lían alza la mirada de su laptop para enforcarla en mí y entre cerrar los ojos. —Bien te dije que no fueras a su boda.

—¿Qué tiene la boda con el ser secuestrada por un loco drogadicto? Ellos no tenían nada que ver y por lo tanto tienen el mismo derecho que Jenny de ver a mi hija.

Lían se recuesta en su silla —Pues buen intento con hacer que Lenin te llevé.

Sonrió con superioridad —Lenin no me llevará.

—Pues buena suerte sacando a Lucía del hospital.

—Pues buena suerte con hacer que los doctores me detengan... Porque dudo que Lían MackGregori se presente en un hospital público con guardias para sacar a Lucía.

—Amanda, no te dejaré ir con Dylan y Sherry.

—Y no te estoy pidiendo permiso.

Enojado Lían se levanta de la silla y se aleja de la mesa para acercarse a mi.

No tiembles, no tengas miedo... Los MackGregori huelen el miedo.

Evitó poner los ojos en blanco y me mantengo firme cuando él llega a mi se me planta.

—No te dejaré

—¿Y? ¿Alguna vez te han dicho que embarazaste a la mujer equivocada?

Un rastro de diversión cruza como un rayo por su rostro antes de mostrarse serio. —No.

—Nada mejor que una suegra consentidora. ¿No lo crees?

Lían cierra los ojos con fuerza. —¿Le has dicho a mi madre?

—No, pero puedo hacerlo si quieres... —comentó al mismo tiempo que hago el ademán de salir de su despacho.

Lían me sostiene de la muñeca y alejándome de la puerta me acorrala contra el estante de licores de su despacho. Su mirada me penetra y analiza. Yo por otro lado creo que me dará un ataque de pánico.

—Una hora...

—Todo el día. —atacó

—Dos horas.

—Medio día. —contraataco

—Bien. —concuerda conmigo —Medio día, se van a su luna de miel y eso es todo.

—Bien. —y eso es lo unico que logró decir, le sostengo la mirada lo mejor que puedo así como él conmigo. Cuando las cosas se ponen incómodas apartó la mirada —¿Ya me puedo ir? —Lían me suelta poco a poco pero no se aleja de mi. Así que yo me hago espacio entre su cuerpo y el estante para alejarme de él. —Que descanses...

...[...]...

Al día siguiente me levantó mucho antes de la hora que el doctor me pidió vernos en el hospital. Bajo a la cocina donde Sonia me sonríe al verme entrar.

—Buenos días Amanda.

—Buenos días Sonia, ¿Qué vas a preparar?  

—Empanadas...

—¡Perfecto! —le sonrió —¿En qué te ayudo?

—¿Podrías picar la col repollo?

Sonrió ante el nombre completo de lo que un mexicano conoce simplemente como repollo. —Claro.

Sonia prepara la masa y la carne molida (yo le dije como) y fríe las primeras tres empanadas, por mi parte hago la salsa de tomate y al repollo le pongo limón y un toque de sal. Desayuno y licuó melón con leche para beber.

—Me tengo que ir... —me despido de Sonia con un beso en la mejilla y salgo de la cocina para lavarme los dientes y vestirme.

No me quedó de otra que usar algunas prendas del armario, digo algunas porque la mayoría eran de maternidad y la ropa que traje de México no me dan abasto. Me pongo un pantalón de mezclilla azul cielo, una blusa de manga tres cuartos con hombros descubiertos de color blanco, me hago una media cola y me maquilló con sutileza (porque en general no me gusta el maquillaje) me pongo unas sandalias a juego con mi blusa y salgo de la habitación que no es mi habitación.

Tomó mi pañalera de color rosa (aunque le pedí a Anastasia que comprara una vainilla) y bajo a la primera planta.

—Señora... —Lenin me sorprende al estar parado al pie de las escaleras.

—Lenin, buenos días.

—El señor Lían me pidió que la acompañe.

Alzo la mirada hacía el segundo piso y miro la puerta de su habitación. —Ok, entonces vámonos...

Lenin y yo salimos de la mansión, subo adelante en el asiento del copiloto.

Lenin me mira extrañado.

—Sólo de camino al hospital. —le sonrió.

Entonces nos dirigimos al hospital.

.

.

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Al llegar me voy a ver al doctor a su consultorio.

—Buenos días...  —toco al mismo tiempo que abro la puerta.

—Buenos días Amanda, pasa. —me sonríe —Llegas justo a tiempo estoy por terminar el papeleo y necesito tu firma.

—Claro, no se preocupe.

Luego de ver que todo estuviera en orden el doctor me permitió ir por mi hija. Revisando mi celular eran las 8:00 a.m. ¡si! Tenía tiempo de ir a ver a Dylan. Ya le había llamado así que debían estar esperándome.

Las enfermeras me dejaron tomar a mi bebé. Ya la había cargado varías veces, pero como antes, ahora también creo que es frágil, con cuidado la abrazo y Lenin sostiene la canasta de ropa y algunos detalles que en el hospital me dan.

Salgo del hospital con mi hija en manos, no hay otro momento de mayor felicidad que este. Ella duerme tranquilamente y sin preocupaciones. Lenin me abre la puerta trasera del auto y me deja entrar.

Le doy un beso a mi niña y no puedo evitar sonreír como boba.

—¿A la mansión? —me pregunta Lenin en cuanto entra al auto también

—No, llevame a casa de Dylan.

Lenin antes ya me había llevado con él cuando Lucía estaba en el hospital, así que asintiendo enciende el auto y nos ponemos en marcha.

No tardamos mucho en llegar a su casa desde el hospital. —¿Podrías pasar por mi a las 12:00 p.m.?

—Claro Señora.

—Con Amanda basta. —creo que es la décima vez que le digo esto —Nos vemos entonces... —abro la puerta del auto y bajo con cuidado, tomo la pañalera y me acerco a la casa de Dylan.

Toco y no pasan ni siquiera 20 segundos en los que Sherry y Dylan abren la puerta.

Ambos me miran con asombro al verme cargando a su sobrina.

—¡Amanda! —chilla Sherry en un susurro para no gritar.

—Pasa. —Dylan me abre más la puerta.

Observo que Lenin se aleja en el auto así que un poco más tranquila entró a la casa.

Capítulo 2

Me siento en el sofá con Lucía en brazos.

—¿Todo bien en el hospital? —Sherry se sienta a mi lado con emoción. —Es hermosa Amanda... —sus ojos se iluminan y contiene las ganas de llorar.

—Gracias... —miro a mi niña, de cabello castaño oscuro.

Dylan sonríe y bromea —Se parece a mi. —juega con su propio cabello café claro.

Sherry sólo sonríe sin despegar la mirada de Lucía. —¿Cómo se va a llamar?

—Lucía...

—¡Es lindo! —sonríe —La pequeña Lucy.

Asiento —Si, así es.

—¿Puedo? —Sherry realmente está impaciente por abrazarla.

—Claro que si, adelante. —con cuidado se la paso mientras aún duerme.

—Es tan pequeña... —la admira

Dylan se sienta a su lado para verla mejor y puedo decir que con Lucy en brazos son una familia hermosa.

Sherry se levanta —No puedo estar quieta de la emoción. —sonríe y empieza a caminar.

—A las 9:00 a.m. debe despertar por leche, tomó fórmula a las 6:00 a.m.

—Bien, me la voy a secuestrar unos segundos. —Sherry desaparece por la cocina.

—¿Cómo te sientes? —Dylan me habla en español.

Suspirando coloco mi brazo en el respaldo del sofá. —Bien, no sabes cuanto me costo convencer a Lían de dejarme venir, quería estar todo el día pero sólo me permitió medio. —le contestó igualmente en español

—No te preocupes, para Sherry será más que suficiente.

—Deben irse de luna de miel, yo estaré bien en la mansión de Lían.

—Lo sé, debes seguir con el plan de ganarte su confianza.

Bufando me recuesto de espaldas al posa brazos del sofá. —Lo creo difícil, en cuanto se fueron de la habitación hace dos semanas atrás él me fue a ver, sin embargo me dejó claro que terminando los 6 meses me tenía que largar sin volver jamás.

—Estaba molesto eso es todo...

—Independientemente de eso Dylan, se volvió frío y distante, que en lo personal me va bien, pero si queremos meterlo a la cárcel entonces será difícil ganarme su confianza, es más creo que jamás he tenido su confianza.

—Pues debes conseguirla, ya que así puedes averiguar los lugares que frecuenta mucho para una posible emboscada.

Me cruzó de brazos —Esto no me gusta, pero veré que puedo hacer.

—6 meses Amanda, luego nuestros padres habrán sido vengados.

—Sobre eso... —habia olvidado que deseaba preguntarle algo

—¿Qué pasa?

—Creo que la madre de Lían sabe de nosotros.

—¿Crees?

Me muerdo el labio —Ok, no, ella sabe de nosotros.

—¿Qué te hace creerlo?

—Ella mencionó a mamá, y en lo mucho que me parezco a ella. —evito llorar —No la recuerdo mucho, salvo por las fotos, pero ella sabe de mi. Al menos... Aunque luego de aclararle que mis padres eran otras personas dejó el tema.

Dylan analiza mis palabras —¿Crees que le pueda decir algo a Lían?

—No tengo la más remota idea hermano... —suspiro y dejó caer mi cabeza hacia atrás. —Pero si le hubiera dicho algo ya no seguiría viva.

—Debemos mantener el perfil bajo.

—Por eso deben irse de luna de miel, así no nos veremos mucho y sólo hablaremos lo necesario.

—Concuerdo contigo hermanita...

Sherry regresa con Lucy en brazos —Una princesa ha despertado.

Sonrió al ver sus ojos cafés claros bien abiertos. —Debe tener hambre. —hablo de nuevo en ruso

—Damela unos segundos —Dylan extiende los brazos y Sherry se lo entrega. —Hola Lucy... Soy tu tío.

—Es muy tranquila...

—Si, sólo come, duerme y va al baño.

—Como tú —se burla mi mellizo.

—Callate. —me quejó —Todos los bebés en sus primeros dos o tres meses son así, tranquilos.

—Se me olvidaba que eras psicóloca... —ataca Dylan

—Te odio.

Sherry le golpea el hombro —Ya Dylan, la princesa debe comer.

—¿Cierto? —él ríe y me la entrega —Ya está...

Saco una tela de la pañalera y me cubro para poder darle de comer a Lucía. —¿A dónde han pensado ir de luna de miel?

—Yo quiero ir a México. —suspira Sherry —Queria conocer dónde vivías y la cultura, pero Dylan quiere ir a París.

—Me parece interesante París. —concuerdo con mi hermano

—Yo le comentaba que podíamos ir contigo cuando regresarás a México.

Joder, se me había olvidado que Sherry cree que voy a regresar a México. —Bueno, tengo que adaptarme a la nueva vida que tendré, así que en cuanto este más estable con gusto les recibiré.

Paso el resto de la mañana con ellos y a las 12:00 p.m. como lo pedí, Lenin pasa por mi. Me despido de los dos y les deseo un feliz viaje de luna de miel.

—Cuidate enana, y no hagas mucho coraje. —Dylan me deja un beso en la frente. —¿Entiendes?

—Claro que si... —le saco la lengua

—Adiós princesa... —le deja un beso en la frente también

—¡Amanda! —Sherry me rodea el cuello y me da un beso en la mejilla —Cuidate... Y tú hermosa... —se dirige a Lucía —No hagas enojar a tu mamá. —le pide mientras ella está durmiendo agena al ajetreo. —Adiós Amanda. —me suelta y se separará de mi

De nuevo tengo que luchar para que las lágrimas no me salgan como fuentes. —Los quiero... —eso era verdad —Voy a estar bien. —eso aún no lo sé.

Me duele el pecho al tener que alejarme de ellos, son mi familia. ¡Literalmente! Aunque aún tengo que averiguar como decirles a mis padres que estuve embarazada y como diablos mi bebé nació antes. Genial.

Lenin me ayuda a subir al auto y despidiendome de ellos con la mano desde mi ventana me regreso a la mansión en vez de irme lejos del país.

Había una sencilla razón para no hacerlo, ¡Lían estaba libre! Un movimiento extraño por mi parte y él lo sabría. Así que tendría que esperar a que Dylan lo meta a la cárcel para poder moverme.

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Cuando llegamos a la mansión Anastasia y Sonia ya nos esperaban en la entrada de la casa.

—Hola... —les sonrió al bajar del auto.

Ambas no tardan mucho en llegar a mi lado. Anastasia es la primera que jadea y rompe en llanto.

—¡Es hermosa!

—Amanda es una niña linda... —sonríe Sonia

—¿Puedo? —Anastasia me extiende las manos.

—Claro. —no voy a negarle a su nieta.

Anastasia la abraza y sonríe con emoción mientras subimos las escaleras para entrar.

—Ya comió... —le indicó

—¿Y tú? —me pregunta Sonia

—Me muero de hambre.

—Vamos a comer... Nosotros ya hemos almorzado

Anastasia me mira —La llevaré a su habitación, dame la pañalera —se la entregó mientras sube las escaleras. —Provecho.

—Gracias. —sigo a Sonia hasta la cocina (donde evidentemente hay más comida) —¿Lían?

—En su despacho. Está ahí desde la mañana...

—¿Ya comió?

Ella niega —No, ¿podrías convencerle de comer?

La miro asombrada —¿Yo?

—Si, tú.

Tenías que preguntar...

—A-a mi nunca me hace caso.

Sonia sonríe con guasa. —Creeme a una mexicana siempre hay que hacerle caso.

Ok, te halago y al mismo tiempo dijo que estás loca.

Pero aún así la quiero mucho.

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