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Piloto De La Mafia

Callar al deseo

Leyla había viajado con su tia piloteando su avión privado para buscar a Diego que había desaparecido sin motivos, pronto descubrieron porque y con quien estaba, su tía tenía el corazón partido, el amor de su vida y mejor amigo la había traicionado. Los sobrinos políticos de ella le habían ofrecido ayuda, Renzo y Lucas eran los dueños del negocio del narcotrafico en Colombia desde que Luz había decidido retirarse, de alguna manera le debían eso. Pasaron días muy cerca de ambos y sobretodo de Renzo, aunque Leyla ni siquiera volteaba a mirarlo, no podía, despues de lo que había vivido en su pueblo natal de Argentina donde diez bestias destrozaron su vida y marcaron su cuerpo para siempre, en su cabeza no había lugar para pensar en un hombre, ni siquiera en su ex novio Nacho que además era cómplice de Diego. Leyla había pasado de ser una muchacha dulce y cariñosa a ser fría como el hielo, su mirada parecía vacía de cualquier muestra de emoción, solo hablaba con su tia y su pequeña prima Catalina. Una vez descubierto el motivo del abandono de Diego, Luz decidió emprender el regreso a Chile, Leyla se encargo de hacer los preparativos para la vuelta.

- Prométeme que me traerás nuevamente a esta dulzura para que juegue con su tío. - Dijo Cristobal, el ex cuñado de Luz y padre de Renzo y Lucas.

- Claro. Aunque ustedes también pueden visitarnos, es probable que me mude a Italia. Les avisaré. - Respondió Luz, haciendo la invitación a el tío y los primos de su hija.

- Claro tia. Nos encantaría visitarte. - Respondió Renzo sonriendo y mirando a Leyla.

Se despidieron de todos allí y partieron con rumbo al aeropuerto, Leyla había adquirido mucha experiencia de vuelo trabajando con su tia desde que se recibió de piloto comercial en Argentina. Su pasión por los motores venía desde niña, en lugar de jugar con muñecas ella prefería autitos, aviones a control remoto y helicópteros, su tía Luz le prestaba más atención a sus muñecas haciéndole vestidos. Cuando tuvo la posibilidad de estudiar hizo lo que realmente le apasionaba, le contaba a sus amigas de secundaria sus sueños de pilotear aviones llenos de pasajeros, recorrer el mundo desde los cielos, la imaginación de las adolescentes la llevaba a lugares inimaginables.

Su tía había insistido en que tomara terapia para sobrellevar el mal momento que tuvo que pasar con esos hombres, le hizo caso pero donde realmente se olvidaba de todo y salía a relucir su esencia era en la cabina de un avión. Una vez que el avión tomó altura puso el piloto automático y fue a ver a su tía y a la niña, ambas se encontraban en la habitación del jet, su tía era un mar de lágrimas aunque quisiera disimular.

- ¿Todo esta bien? - Pregunto Luz al verla.

- Si. Todo en orden. ¿Y vos? - Dijo Leyla sentándose en el borde de la cama.

- No voy a mentir, sinceramente siento que esta vez no voy a poder sobrellevar esto, ha sido un golpe muy duro el que me dio Diego. - Luz hablaba y lloraba.

- Pasará tía. Vos me enseñaste que somos mujeres fuertes y que renacemos día a día hasta que logramos armarnos de nuevo. - Leyla abrazo a su tía.

En ese momento el avión comenzó a moverse de una manera que las preocupó.

- Tranquila, solo es una tormenta. Bajaré un poco, volaremos fuera del radar hasta que pase. - Dijo Leyla tranquilizando a su tía.

Luego de la tormenta volvieron a tomar altura, finalmente tres horas después estuvieron en casa nuevamente. La familia esperaba con ansiedad y tristeza la llegada de las tres mujeres, el encuentro fue muy duro especialmente para su tío Cristian.

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Renzo miraba a Leyla y pensaba como haría para hablarle, sabía que había estado desaparecida, Luz les había solicitado ayuda, sin embargo no encontraba palabras ni momento para hablar. La búsqueda de Diego los tenía a todos ocupados, además su hermano estaba haciendo un gran negocio con un italiano y no podían perderlo.

Aquella jovencita aproximadamente de su misma edad, de mirada fría y vacía, de actitudes que parecían automáticas se le estaba metiendo por los ojos, no dejaba de pensar en ella. Su novia dormía a su lado abrazándolo y él cerraba los ojos para ver a Leyla vestida con su camisa blanca, un pantalón azul y zapatos de tacón, con su arma en la cintura; la veía caminar con pasos firmes y rápidos. Se imaginaba abrazándola, besándola. El día de la despedida fue triste para él, aquella morocha que le robaba sus pensamientos se iría lejos y no sabía cuando volvería a verla, quiso ser directo con ella y decirle lo que sentía pero su hermano lo detuvo.

- Renzo, esta chica fue muy herida por unos tipos en Argentina. Parece que por eso se peleo con el novio. Saldrás herido si te acercas más de la cuenta. - Le advirtió Lucas.

Renzo pensó en Virginia, ella lo amaba siempre se lo decía, el también la quería mucho, pero no provocaba en él lo que Leyla si. Decidió hacerle caso a su hermano y dejar las cosas como estaban.

Dos semanas después, el negocio con el italiano se había concretado, enviarían a Europa el cargamento más grande de su vida, el negocio del Mariachi en México crecía como la espuma sobretodo después de que su principal contrincante ya había pasado a mejor vida. Renzo se hallaba en su habitación pensando en Leyla, envío un mail pero no obtuvo respuesta. Virginia llego con helado y planes de mirar una película pero se dio cuenta de la excitacion que tenia su novio.

- Mmmm. ¿Estabas pensando en mi picaron? - Dijo ella pasando su mano por su miembro erecto. - Bebé, te deseo.

- Te amo bebé. Pero veamos la película, el helado se derrite pronto. - Dijo Renzo apartando su mano.

-¿Que pasa? ¿Rechazaras divertirte conmigo? - Dijo Virginia subiendo sobre sus piernas y besandolo en los labios.

- No es eso. Estoy cansado. Miremos la película. - Renzo la aparto tomándola de la cintura,

- Mira como estas. Déjame mimarte y aprovechar eso. - Ella insistió.

- ¡No, no!¡Ya! Virginia no quiero. Miremos la película o te vas. - Dijo Renzo sacandola de encima suyo.

Disgustada por la forma en que la trató la chica decidió retirarse, él tomó el helado y el control remoto y busco algo para ver en la televisión, dejo puesta una serie mexicana donde una mujer muy hermosa era piloto comercial, pero se halló nuevamente pensando en Leyla y decidió buscar programas de viajes.

Al otro día su hermano lo despertó temprano para ir a las cocinas en el valle, la producción debía duplicarse, sus socios eran muy exigentes y pedían drogas a montones.

- ¿Acaso la gente no puede dejar de meterse esto? - Refunfuño Renzo, viendo que necesitaría más gente para trabajar día y noche.

- Espero que nunca lo hagan, se nos acaba el negocio cabeza hueca. - Lucas lo palmeó y hablo con los trabajadores.

Duplicarian las horas de trabajo, vendría más gente a trabajar por lo tanto debían arreglarse para que todos pudieran descansar, comer y trabajar sin detener la producción, algunos empleados se quejaron, les traían poca comida y encima debían compartirla.

- El señor Cristian y el señor Bernal nunca nos hicieron pasar hambre. - Dijo uno de los empleados.

- ¡A ver, a ver! SEÑORES. Se les va a dar más comida para los nuevos que lleguen, no hagan lío y trabajen. - Dijo Renzo molesto.

Hablo con su hermano y decidieron lo que sería mejor para aumentar la productividad y meter más gente al trabajo. Tenían mucho de que ocuparse, esa semana no hubo tiempo de pensar en nada más, Renzo se arreglo con su novia y cuando necesitaba descargar sus tensiones del día a día iba con ella por sexo.

La vida sigue

Leyla

El momento de que todos en su familia decidieran tomar un destino distinto habia llegado. Su tía Luz aunque continuaba triste siempre había sido una mujer fuerte, había tomado la decisión de irse a vivir a Italia con su hija, Cristian y Betina se decidieron por instalarse finalmente en Argentina eligieron una hermosa cabaña al pie de la cordillera de los Andes cerca de Bariloche, "allí los niños crecerán tranquilos y seguros" decía Betina. Los abuelos de Leyla decidieron volver al pueblo, podían ocupar la casa de Samuel en lo que este continuaba haciendo tramites para inscribir a Matias en un colegio y apoyando a Baltazar en su rehabilitación, sus padres habían decidido vivir en la ciudad y apoyar a sus hermanos menores en sus estudios. Leyla opto por quedarse en Chile.

- Quiero quedarme aquí, este lugar me da paz, quiero conocer el país y porque no trabajar aquí, conseguiré mis papeles de residencia. - Dijo Leyla muy convencida.

- Esta bien. ¿Queres quedarte acá o preferis buscar algo más chico en un lugar más poblado? - Ofreció Luz, sin ánimos de intentar convencerla de vivir en otro lado como lo estaban haciendo todos.

- Pequeña pensalo bien. Aquí estarás sola. Todos queremos empezar de nuevo, pero que te quedes sola aquí no me parece. - Dijo Cristian.

- Tío. Voy a estar bien. No quiero volver a ese pueblo abuela, ni quiero ir con mis padres a Trelew abuelo, no estoy lista para verle la cara a Baltazar. - Dijo Leyla muy decidida y siendo muy convincente.

Resolvieron que cuando todos partieran ella se quedaría con Leo, era el guardaespaldas de más confianza que tenían.

La casa que eligió para vivir era cómoda, tenía una habitación un hermoso jardín con rosas y patio, además tenía otra construcción de iguales características en la parte de adelante en donde viviría Leo. Leyla estaba feliz instalada en una pequeña pero hermosa ciudad del sur de Chile, hizo muchas compras para las dos casas, decoro a su manera, la esposa de Leo vino a vivir con ellos. La mujer se hizo su amiga, salían a hacer compras y cocinaban juntas. La vida en Chile era buena, Leyla había conseguido trabajo piloteaba vuelos chárters de importantes políticos, empresarios y famosos. se mantenia en contacto con su familia siempre, sobretodo con su tia con quien hablaba todos los dias, en Italia Luz había continuado con sus negocios de diseño se había vuelto una de las más importantes diseñadoras sobretodo por sus innovadoras ideas para vestir a la mujer moderna de manera elegante para su día a día. Leyla viajo a la semana de la moda ese año con dos empresarios chilenos y algunas modelos, al llegar a Milán llamo a su tía.

- Leylaa! Mi chiquita que sorpresa. Voy a buscarte espera ahí. - Dijo Luz tomando las llaves de su camioneta.

Encargo a Catalina con Manuela y salió rumbo al aeropuerto. El abrazo con su sobrina fue interminable no querían soltarse había pasado mucho tiempo sin verse.

- Ay tía que bien te sienta Italia, ¡estas más linda que nunca! - Exclamo Leyla.

- ¡Gracias! Debe ser la pasta. - Se rió Luz.

Subieron a la camioneta se fueron a casa, Catalina corrió a los brazos de su prima y Manuela hizo lo mismo. Decidieron salir a cenar a un restaurante esa noche Luz quería mostrarle a su sobrina la noche italiana, aunque le resultaba un poco difícil pasar desapercibida. Leyla pasó los días que duró el evento acompañando a su tía, la moda le encantaba en cada desfile le comentaba a su tía la admiración por los diseñadores que con mucha imaginación plasmaban en tela lo que se le ocurria en el papel, "es arte" le comentaba Luz. El momento de volver a Chile llegó y se despidió con lágrimas de su familia.

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Renzo

Después de cerrar los negocios con Francesco y con el Mariachi, comenzó el trabajo para los hermanos Bayona. La producción debía aumentar a tal punto de duplicarla, abrieron otras cocinas, los trabajadores se multiplicaron y con ello el problema del consumo.

- ¡Escuchen todos! No vamos a soportar otro robo como este, donde se trabaja no se roba. - Dijo Lucas hablando a los empleados.

- Digan ahora mismo quienes son los que consumen y se les acabó su estadía. ¡Aquí se viene a trabajar! O quieren terminar todos como este. - Dijo Renzo señalando a un hombre que estaba atado a un árbol, untado con miel y siendo picado por todo tipo de insectos de la selva.

Uno a uno quienes consumían levantaron la mano. Lucas les pago y los subieron a un camión, nunca más se supo nada de ellos.

- De ahora en adelante no queremos más sorpresas como esta. Si trabajan bien, se les recompensa si no lo hacen bueno solo dios sabrá su destino. ¡Aquí no queremos viciosos! - Lucas hablo con voz amenazante.

- ¿QUEDO CLARO? - Gritó Renzo y todos los asistentes respondieron que si.

Les quitaron sus ropas y los hacían trabajar desnudos, al entrar y al salir se los revisaba. Todo marchaba sobre ruedas, Renzo abrió una cadena de clubes bailables en cada ciudad costeña de Colombia, también inviertio en condominios en Armenia y en Pereyra y en hoteles en Cartagena. Lucas por otro lado instalo varias droguerías en todo Colombia, invirtió en cruceros y barcos que tenían como principales clientes a los turistas del caribe colombiano y teniendo en cuenta su profesión de arquitecto se dedico a comprar y vender propiedades que primero remodelaba y luego vendía a precios que le permitirán lavar el dinero del narcotrafico.

En una ocasión Renzo en su plan de comprarse un auto deportivo de lujo fue a verlo a Diego, lo encontró en Bucaramanga e hicieron el negocio, lo vio un poco decaído y ojeroso, el empresario le dejó saber que criar a su hijo solo no era fácil, que la única persona a quien podía confiarle a su hijo era muy anciana y estaba enferma. Estaba enfocado en sacar sus negocios adelante, pensar en su pasado no ayudaba mucho pero aun así pregunto si tenía noticias de Luz.

- Esta viviendo en Italia. Tengo que viajar a ver a Cata. ¿Quieres que le lleve algún mensaje? - Dijo Renzo.

- No, solo si ella pregunta dile que estamos bien. - Dijo Diego, tenía la esperanza de que Luz volviera por él algún día.

El muchacho asintió, cerraron el negocio y partió de nuevo a Cali. Junto a su hermano debía encargarse de una entrega a Francesco Di Gregorio, su principal socio en Europa.

- Hermano te estábamos esperando. - Lo saludo Lucas a Renzo.

- Francesco come va? - Dijo Renzo tomando la mano de su socio.

- Molto bene e tu? - Respondió Francesco con una sonrisa. - ¿Estas aprendiendo italiano?

- Así es. Pienso acompañar a mi padre a ver a su sobrina a Italia y no quiero quedar mal con las chicas italianas. - Respondió Renzo riendo.

- ¿Iran a Italia? No sabía que tenían familia allí. - Dijo Francesco sorprendido.

- Si, mi ex cuñada Luz y mi sobrina están allá. La conociste hace un tiempo ¿recuerdas? Es una hermosa argentina. - Intercedio Cristobal.

Francesco asintió y sonrió al darse cuenta que conseguiría cumplir con la promesa que le había hecho a la argentina de enviarle regalos todos los días hasta conquistarla, siguiendo los pasos de sus socios. Los hermanos Bayona cerraron una entrega muy grande y acordaron otra igual, solo que había que hacer cambios en la ruta de entrega, hablaron sobre eso casi toda la tarde, finalmente decidieron ir a divertirse al club para relajarse, Virginia esperaba por ellos acompañada de dos amigas, la noche con las mujeres fue agradable, sin embargo se presentó un problema cuando una de las mozas choco con Virginia derramando todas bebidas que traía en la bandeja sobre ella.

- ¡Fíjate por donde caminas! ¿Sabes que soy la mujer del dueño y puedo hacer que despidan ahora mismo? ¡Estúpida! - Virginia le gritaba a la moza.

- Perdón señorita, el club esta lleno y no la vi. Disculpe. Por favor. - Respondió la muchacha.

- ¿Que pasa aquí? - Lucas se acercó ya que había visto toda la escena.

Virginia explico el incidente y siguió insultando a la muchacha, Lucas la mando a sentarse y siguió a la moza hasta la barra donde la chica se echo a llorar.

- Ya tranquila. Eres nueva ¿no? - Pregunto Lucas y ella asintió con la cabeza. - ¿Como te llamas?

- Katherine. - Respondió entre sollozos la moza.

- Alguien tan linda como tu no debería llorar asi por algo tan simple. - Lucas quería tranquilizarla. - Soy Lucas, el hermano del dueño de este chuzo.

Los ojos verdes de Katherine se clavaron en él, pensó que ese sería su primer y último día de trabajo.

El amor puede estar en la esquina de un club

Renzo

Renzo se estaba cansando del berrinche que estaba haciendo Virginia, se ofreció a llevarla a su casa para cambiarse pero ella se nego, comenzó a ignorarla. Una de sus amigas intentaba entablar una conversación con Francesco pero el no parecía interesado y como se había dado cuenta que la chica no sabia el idioma, le hablaba en italiano.

- Bailemos. Ven. - Dijo Renzo estirando la mano a la otra amiga de Virginia.

Esto desató la furia de la rubia y decidió ir directamente hacia la barra donde se encontraba Lucas acompañando a Katherine.

- Sírveme un trago. - Ordenó Virginia. - Tequila.

Katherine le sirvió y acercó el vaso, Virginia lo tomó de un solo trago, pidió otro e hizo lo mismo hasta casi acabar la botella.

- Vir. Suficiente. - Dijo Lucas queriendo sacarle la botella.

La mujer, que ya estaba muy ebria, lo agarro del cuello y lo besó en la boca. Renzo vio lo que sucedía y sus amigas vinieron de inmediato a sacarla, pero ella seguía vociferando insultos y frases en contra de su novio y la moza quien veía todo desde atrás de la barra, rojo de la vergüenza Renzo cargo a Virginia en su hombro, la subió a su auto y la llevó a su casa, la acostó en la cama y salió, ya no tenía ánimo de volver al club, decidió ir a su departamento y descansar.

Mientras tanto en el bar, las amigas de Virginia se marcharon, Francesco y Lucas se acomodaron en la barra y Katherine los atendió toda la noche, ya casi al finalizar la velada una morocha, de cabello largo, ondulado, un cuerpo contorneado y curvas prominentes, con un vestido rojo que combinaba perfectamente con su piel trigueña llamó la atención de Francesco, invito a la muchacha con un trago y ambos decidieron terminar la noche en un lugar más íntimo. Lucas sin embargo no quería salir del club, espero que la noche termine, cuando los empleados terminaron con su labor, se acercó a la moza.

- Déjame llevarte a tu casa. - Dijo Lucas casi al oído de Katherine con voz suave.

- No señor, le agradezco pero tengo en que irme. - Respondió ella mostrandole las llaves de su auto.

- Entonces llevame tú a mi casa, ya ves que me dejaron solo. - Insistió Lucas.

- Su chófer esta en la puerta, creo que tan solo no se quedó. - Respondió Katherine señalando al hombre de seguridad que lo acompañaba.

- Señorita no deje que ese hombre me lleve. - Bromeo Lucas suplicando. - Llévame usted que es más linda.

- Ya señor. Tenemos que cerrar. Mire yo le agradezco mucho por haber interferido hoy y por hacerme sentir mejor en mi primer día de trabajo. Debo irme. - Katherine le dio un beso en la mejilla y salió del bar junto a otra de las mozas.

Lucas vio como se iba la mujer que lo volvió loco aquella noche, caminaba meneando su cuerpo, su cabello lacio y negro recogido en una cola de caballo le daba un toque de gracia a su caminar, su top negro con escote corazón hacia resaltar sus grandes pechos y su short de jeans ajustado no dejaba nada a la imaginación mostrando su gran trasero, los tacones definían sus piernas torneadas y bronceadas. Lucas pidió que lo lleven al departamento de su hermano, quería asegurarse de que todo estuviera bien, lo encontró dormido y solo en su habitación. Se acostó en el sillón, su cabeza no paraba de pensar en esa mujer.

Al día siguiente Renzo despertó cerca del mediodía, Francesco los esperaba para cerrar el próximo envío y despedirse. Los hermanos llegaron puntuales, el italiano logró con sutileza obtener la información de Luz antes de partir.

- ¿Que vas a hacer con Virginia? Esa mujer trae problemas por donde pasa hermano. - Dijo Lucas.

- He pensado en dejarla, pero sabes como se pone. No quiero ser el responsable de que algo malo le pase. - Respondió Renzo no muy convencido.

- Tu no la quieres, habla con ella. Que entienda y te deje en paz. - Lucas palmeo la espalda de su pensativo hermano.

Las veces que intento separarse de Virginia ella amenazaba con matarse y luego buscaba la forma de manipular a Renzo para seguir en pareja.

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Leyla

La vida de Leyla en Chile se había tornado rutinaria, se la pasaba en su casa pintado, continuaba con sus ejercicios y rutinas de entrenamiento de lucha, iba a la terapia, gracias a eso pudo aceptar tener un copiloto hombre en sus viajes sin sentir pánico, y cuando le tocaba volar y quedarse unos días en alguna ciudad visitaba galerías de arte, museos y shoppings.

Un día desde la compañía en que trabajaba la llamaron para realizar un vuelo a Colombia, precisamente a Cartagena, se realizaba un concurso de reina de belleza, mujeres de la moda y periodistas de espectáculos chilenas iban a estar allí y ella sería la encargada de pilotear el avión que las transportaba.

La tripulación eran dos azafatas y el copiloto con los que se habían hecho muy amigos, estaba encantada viajaría y podría disfrutar de la playa y el calor unos días. Preparó sus maletas y salió decidida a disfrutar, aunque había ido muchas veces a ese tipo de certámenes y le gustaban, este año había decidido que no aparecería por allí, sin la presencia de su tía eso no sería lo mismo. Escuchaba a sus compañeras muy emocionadas, para cerrar el evento habría un cantante de regueton muy popular y que estaba de moda. Al llegar se fueron al hotel en el cual tenían sus reservasiones, como era temprano y el sol estaba en su máximo esplendor las tres mujeres y el copiloto tomaron sus trajes de baño y se fueron a la playa, los cuatro pasaron la tarde tomando tragos tropicales, metiéndose al agua y jugando al voley. En la noche luego de cenar todos estaban tan cansados que al subir a sus habitaciones se quedaron profundamente dormidos.

Al día siguiente luego del desayuno Leyla y sus dos amigas se fueron de shopping, la ciudad era un caos. Las dos mujeres eligieron vestidos preciosos para la velada de esa noche.

- Leyla ¿por qué no vienes? Va a ser divertido. - Dijo Cristina una de las azafatas.

- Si dale, anímate. Mira abra muchos chicos guapos, quien dice y no nos encontremos un costeño que nos tenga viviendo en el paraíso que es esta ciudad. - Dijo Marcela con mucho ímpetu.

- ¡Son de terror! No chicas, de verdad me da pánico estar en lugares donde hay mucha gente. ¡Me volvería loca! - Dijo Leyla riéndose.

- Pero no estarás sola. ¿Además no me digas que prefieres quedarte con Lautaro escuchando sus conversaciones de máquinas y computadoras? - Dijo Marcela.

- Si eso si me interesa. - Leyla se reia de su amiga. - Vayan y diviértanse mucho.

- Bueno amiga esta bien. Te extrañaremos. Te filmaremos todo. - Dijo Cristina.

Las tres se fueron al spa del hotel para prepararse y aunque Leyla no iría, unos mimos no venían mal.

Una vez que las chicas se habían ido, busco a Lautaro y se fueron juntos a cenar en el restaurante del hotel, no era como las chicas decían él sabía divertirse, tenía muchas historias graciosas, su llegada desde el campo a Santiago había sido toda una odisea y tenía muchas anécdotas sobre eso, la panza les dolía de tanto reír. Después de cenar la noche estaba tan linda y las calles un poco vacías, decidieron ir por helado y venir al hotel a mirar el evento por tv en la habitación de Leyla, se acomodaron y hacían sus apuestas sobre quien ganaría y reían cuando en alguna ocasión la cámara captaba a sus amigas. Una vez terminada la transmisión ninguno de los dos tenía sueño por lo que decidieron ir hasta el casino, no había casi gente solo algunas personas mayores, se tomaron algunos tragos y cuando ya estaban bajo los efectos del alcohol llegaron sus amigas.

- ¡Oigan! Vayamos a un club, nos bailamos unas cumbias, unas salsas y nos olvidamos de todo. - Invito Marcela. Entre los tres convencieron a Leyla.

- Esta bien, vamos. Pero si me siento mal los abandono. - Dijo la piloto, mientras subía a cambiarse.

Llegaron al club, estaba situado a orillas de la playa , tenía un patio afuera con mesas y la música era agradable, decidieron quedarse allí, Leyla se sentía más cómoda. Bailaban, tomaban y se reían de todo. De pronto a Leyla le pareció reconocer a un muchacho que venía del brazo de una mujer rubia muy linda y bien vestida, pero no prestó mucha atención, después de mucho tiempo estaba disfrutando una salida con sus amigos, sin miedos.

- Buenas noches. - Saludo Renzo. - ¿Como estas? Que linda sorpresa. - Dijo dirigiéndose a Leyla.

- Hola Renzo. Yo estoy muy bien ¿y vos? - Respondió Leyla con una sonrisa.

- Bien, mejor ahora que te veo. - Respondió Renzo devolviendo la sonrisa.

Los tres amigos de Leyla se separaron de ellos y los dejaron hablando a solas. Pensaban que Renzo era un muchacho muy guapo que se había fijado en su amiga, no sabian que se conocían.

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