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Un Naufragio Que Termina, Un Encuentro Para Toda La Vida.

Capítulo 1: "Todo está bien"

Emilia es una mujer de 25 años que ha tenido una vida muy dura, y en medio de su peor temporada, logró salir adelante de la mano de Fermín, su compañero de trabajo, novio y futuro esposo. Él apareció en su vida en forma de amor para mostrarle que no todo estaba perdido, su encuentro les cambió y salvó la vida.

Pero nada les fue fácil y su viaje estuvo lleno de dificultades. Para Emilia, llegar hasta éste presente lleno de vida, le demoró diez años, a Fermín quince y el amor entre ellos, tuvo que resistir durante tres largos años.

10 años atrás.

Últimamente nada está bien, pero estoy cansada de dar explicaciones así que la respuesta siempre es la misma: "Todo está bien.". ¿Alguna vez se sintieron tan solos, tanto que ese vacío los ahoga? Yo sí, siempre. Bueno, no siempre fue así. El vacío apareció cómo un huracán que no fue pronosticado y arrasó con todo ese día, ese maldito día en el que murió mi hermana. No quiero recodar, pero no puedo sacar esa imagen de mi cabeza. Tres años después, sigo preguntándome "¿por qué?".

- ¡Ey! Bajá de la Luna Emi, ¿Qué te pasa?

- ¿Eh? perdón, nada, todo está bien. Dale, vamos a clases que llegamos tarde.

Rubí es mi mejor amiga, mi compañera de toda la vida y mi sostén, ella es quién más me entiende y sostiene en medio de la locura que es mi vida.

Tenemos que ingresar a clases de música con el profe Franco y aunque no tengo ganas, tengo que admitir que es la única clase que me gusta. No sé cómo explicarlo, probablemente la música, escribir música se suma como otro sostén de mi vida, junto con Rubí, claro.

- ¡Buenos días chicos! ¿Cómo están?- el profe Franco siempre ingresa con una alegría a dar sus clases, se nota que ama lo que hace, nos lo trasmite.

- Cómo se puede profe.- Le dije.

- Y siempre se puede estar mejor, sólo hay que encontrar el camino.- Me dijo guiñándome un ojo con complicidad. Él siempre está tratando de animarme, es de esos profesores que traspasan la barrera de enseñar teoría y práctica en su asignatura, y entran en tu corazón para dejarte una huella imborrable.- Hoy les traje una propuesta, que conociendo el potencial que tienen, les va a encantar.

- ¿Qué profe? ¡cuente!.- Martín es uno de mis compañeros y el más ansioso de la clase.

- Escuchen, estamos llegando a la última etapa del año y los quiero desafiar a que pongan en práctica todo lo que aprendieron durante el año. Peeeeero, ustedes saben que me gusta que las actividades que les dé, sean significativas para ustedes, así que pensé en que escribieran tres canciones como trabajo final en mi materia.

- Es muy buena idea profe, pero ¿Sobre qué?- preguntó Rubí.

- Buena pregunta, Rubí. La idea es la siguiente: les voy a dar tres palabras diferentes a cada uno de ustedes y en base a esas palabras tienen que escribir una canción por cada una, el desafío es que esa palabra deberá ser el título de sus canciones y no se pueden repetir durante la letra, tienen que hacer un arduo trabajo de interpretación y escritura, quiero canciones que se note que han trabajado duro, no espero menos de ninguno de ustedes. Lo demás: es a libre elección. Quieren usar una pista, lo hacen, quieren tocar un instrumento, también, lo que quieran. ¿Se animan?.

- ¡Obvio!.- dijimos todos al unísono.

El profe sacó de su mochila una caja con varios papelitos adentro y nos dijo que él no iba a elegir las palabras de manera específica para cada uno, sino que escribió varias y las metió dentro de su caja, y cada uno de nosotros deberá sacar tres. Eso nos entusiasmó más.

Cada uno comenzó a sacar sus respectivos papelitos con una cara de ansiosos y al llegar mi turno, lo único que esperaba, es que no sean palabras complicadas.

- Bueno, abran los papeles, lean que les tocó y yo voy a ir nombrando por lista, para que me digan así anoto.- el profe agarra la lista y comienza por mí.- Emilia Abner, decime Emi ¿qué te tocó?.

- Emmm...- No lo puedo creer ¿enserio van a tocarme éstas palabras justo a mí?.- Profe ¿no se puede cambiar?.

- Emi, no, perdón pero la consigna es así, lo que toca, toca.

- Bueno, le digo: dolor, Dios y amor.

- Perfecto, sigamos..- el profe siguió pasando lista y yo dejé de escuchar, no puedo dejar de pensar en las palabras que me tocaron: dolor es lo que siento siempre, Dios, quién sabe si existe, y sí es así ni me registra, por último: amor, no sé si conozco lo que es eso.

Sonó el timbre de salida y yo no me bajé de mi nube ¿cómo voy a escribir esas canciones?.

- Emi ¿comemos juntas?.- me preguntó Rubí.

- ¿Me perdonás si te digo que no?.- le dije apenada, pero necesito estar sola.

- No negra, pero ¿segura? ¿estás bien? no me dijiste que palabras te tocaron..- me dijo algo preocupada.

- Todo está bien, pero necesito pensar, a la noche pasá por casa y comemos algo. Mis papás no van a estar así que vamos a estar tranquilas.

- Bueno, dale. Nos vemos después.

Estando a sólo unos metros de mi casa, ya se siente esa música horrible y a mi mamá cantando una canción como si fuese un trabalenguas. De seguro mi papá tampoco está.

- Hola mamá.- no puedo ni mirarla a los ojos. No me responde nada, sigue cantando.

Desde que falleció mi hermana, mi mamá se empezó a destruir la vida con el alcohol y de paso destruye la nuestra. Mi papá intentó salir adelante, ir a terapia, pero nada funcionó, su matrimonio se empezó a esfumar y eso empeoró todo. Mi mamá se ahogó en el alcohol y mi papá se escapa, no sé a dónde pero nunca está en casa. Un dato extra, es como si yo ni existiera.

¡UNA GRAN FAMILIA!

Continuará...

Todos los días, un nuevo capítulo.

Continuación del capítulo 1: "Todo está bien".

Emilia ¿dónde estás?- escuché la voz de mi papá llamándome.

- Acá, ¿qué pasa?

- ¿Podés venir a limpiar? Tu madre está tirada en el sillón y dejó un desastre.- me dijo con desprecio. Lo que más me duele, aunque ya estoy bastante acostumbrada, es que ninguno me mira a los ojos.

- Ahí voy.

- Te dejo algo de plata para que te compres para comer, tengo que salir.

- Bueno.- contesté, sin agregar más. Ya conozco la historia, es siempre la misma.

Terminé de limpiar todo y subí a mi cuarto, llamé a Rubí para decirle que no se iba a poder comer en mi casa, el horno no estaba para bollos. Le propuse que salgamos a algún carribar y aprovechemos la noche, algo hermoso en medio de todo esto. No dudó en aceptar.

Dos horas después.

- ¡Ruuuuuuu!.- dije suplicándole que nos fuésemos, es que se volvió loca. Su mamá se llega a enterar que vinimos a una fiesta sin su permiso y nos mata.

- ¡Caminá! Dale, no va a pasar nada, es un rato. Recién son la una de la madrugada, nos quedamos hasta las tres ¿te parece?- me dijo con cara de perrito mojado.

- Si nos matan, queda en tu consciencia.- le dije.

- Si nos matan, vamos a quedar muertas ¡duhhhh!.- dijo en tono burlista.

- ¡BUENAS, BUENAAAAAS! ¿Cómo están las chicas más linda de cuarto “B”?.- Luciano es el amo de cada fiesta, pareciera que vive solo pero no, vive con sus padres, que se la pasan viajando durante todo el año y él se queda con la casa completamente sola. El problema mayor no es él, es un chico bueno y un gran amigo, el problema es que después de cierto horario sus fiestas se descontrolan por completo. Espero que para ese momento, ya nos hayamos ido.

- ¡Lucho queridooo! Te dije que íbamos a venir.- dijo Rubí.

- Y cómo me alegra verlas, vengan, está por empezar el torneo.- dijo entusiasmado.

- ¿Qué torneo?.- dije clavando mis ojos en Rubí y muy preocupada.

- Vení.- me contestó Rubí y me llevó a un sector para que hablemos a solas.

- ¡Tenés que divertirte un poco, tenés 15 años y no parece! Yo sé por todo lo que pasaste y estás pasando, por eso necesitas divertirte, desconectarte de todo. Tomar algo de alcohol no te va a dañar, jugar, sonreír, bailar, menos. ¡Por favoooooor! Sólo por esta noche, seamos dos jóvenes que se divierten. ¿Sí?.- me dijo rogando.

- Puede que algo de razón tengas.- le dije entre suspiros.- Vamos a jugar ese torneo, pero no me dejes sola ¿escuchaste?

- ¡Cómo usted diga mi capitán!.- Me dijo imitando la pose de un soldado y no pude evitar sonreír.

Seis horas después.

- ¿Emilia? ¿Estás bien?

- ¿Eh? ¿qué? ¿de qué? ¿dónde estoy?

- Durmiendo en la vereda del súper mercado que queda a unas diez cuadras de tu casa.- Dijo sonriendo mi profesor Franco.- me parece que tuviste una noche bastante alterada.

- ¡Ay profe! Perdón, ¿Qué hora es? ¡Qué desastre!.- dije preocupada pero sin poder levantarme del suelo.

- Te ayudo Emi, dame la mano.- me dijo y me ayudó a levantarme.- Son las 7 de la mañana, tus papás te van a matar.

- Ojalá.- le contesté.

- ¿Cómo es eso?.- dijo y me miró preocupado.

- No, o sea, quiero decir que no son de preocuparse tanto, y a veces me gustaría que así fuese.- respondí tratando de calmarlo.

- Vení, vamos que tengo el auto a una cuadra, te llevo a tu casa.- respondió sin borrar la preocupación que se dibujó en su cara.- ¿Vos estás bien?.- preguntó.

- Sí profe, todo está bien.- sonreí esperando que no se note la mentira.

Durante el viaje hasta mi casa, el silencio fue ensordecedor.

- Bueno, profe, gracias.- me despedí y ni lo miré.

- Cuidate Emi.

Mi mamá ya despertó y está tomando su dosis diaria de café, no tengo idea de como le aguanta el cuerpo.

- Hola ma.

- Hola.- ni me miró, se levantó del sillón y se fue a su cuarto.

Es una mezcla entre dolor y resignación lo que siento, estoy cansada pero es lo que hay.

Estoy en mi cuarto y desde hace dos horas que estoy viendo un sobre que está sobre la almohada en mi cama. No sé qué esperar.

“Emilia, no soy bueno para estas cosas, no sé despedirme, no sé ni siquiera cómo ser tu padre desde que perdimos a Wendy. Ya no soporto más nada, no puedo ni verte a la cara porque siento que les fallé. Vos no tenés la culpa de nada, pero tus ojos me recuerdan todos los días a tu hermana. No puedo soportarlo, no puedo perdonarme.

Con tu madre la situación ya no da para más, perdón por hacer esto, pero me voy. No puedo más. Espero que algún día me puedas perdonar.”

Esas fueron las últimas palabras y encima escritas, de mi papá. De repente, dejé de escuchar, de pensar, de sentir. Me abandonó. ¿Nadie pensó que yo también sufrí y aún sufro la perdida de mi hermana? Nadie, es evidente.

Una semana después.

- Emilia, ¿todo bien? ¿cómo estás?

- Profe Franco, gracias por preocuparse, todo está bien.- dije pero esta vez no me molesté en fingir una sonrisa.

Ya pasó una semana desde que mi papá se fue sin dar la cara y la situación con mi mamá va de mal en peor. Tengo que ver cómo se emborracha todos los días y aguantar sus gritos, sus reproches, porque de la nada, ahora la culpa de todo es mía. Eso es algo nuevo y no me gusta. Al menos antes ni me registraban pero estaba tranquila.

- Emi.- me dijo el profesor Franco pasando su mano frente a mis ojos, haciendo un movimiento para bajarme de mi nube.- Escuchá, no tenés que contarme nada si no querés, pero si quiero que sepas que podés contar conmigo siempre, te conozco desde muy chiquita, sos como una hermanita menor. Sé que con quién más tenía relación, fue con Wendy pero de todos modos, siempre fuimos familia. No estás sola.

Solamente lo miré y se me hizo un nudo en la garganta al escuchar su nombre: “Wendy”.

- Todo está bien profe, tranquilo.- dije sin mirarlo y me fui a clases de Geografía.

Diez horas después.

- Rubí por favor vení a casa, por favor vení.- le dije llorando y corté la llamada.

Nunca quise esto para mí, jamás quise que mi vida terminará de ésta manera ¿Pero qué se supone que hiciera? Me podría haber matado, me puso un cuchillo en la garganta y me defendí. Llevo una semana aguantado de todo y tres años acumulando un dolor inaguantable, ya no pude más. ¿¡Qué hice?!.

- ¡Emiliaaaa! Abrí por favor, soy Ru.- sentí el grito del otro lado de la puerta del living y corrí a abrir.- Emi, ¿qué pasó? ¡por Dios!- dijo y me abrazó.

- ¡La maté Ru! ¡La maté! Perdón.- le contesté sin poder dejar de llorar.

- ¿Qué? ¿Qué pasó?

- Mi mamá, desde hace una semana mi papá se fue de la casa y las cosas empeoraron demasiado. Mi mamá empezó a tomar el doble de lo normal y se puso cada vez más violenta, hoy se cegó y me asusté. Me puso un cuchillo en la garganta y tuve miedo, me defendí y no sé cómo hice pero la empujé y se dio la cabeza contra un mueble. Cuando la vi caer, me vine corriendo para el living. Está en mi pieza..- le dije con un terror que me ahogaba.

- Vamos a ver Emi.- me dijo asustada y subimos las escaleras dirigiéndonos hacia donde quedó tirada mi mamá.

- Esperá, quédate acá.- me dijo en la entrada de mi habitación. Ella ingresó y verificó si tiene pulso.- quédate tranquila, tiene pulso, no la mataste Emi. Y no hay sangre, no la movamos porque por supuesto puede tener algún golpe. Emi hay que llamar a la policía ¿lo entendés no?.- me dijo y me abrazó. Yo no pude soltar ni una sola palabra.

Una semana después.

- Emilia ¿cómo estás?

- Profesor ¿para qué pregunta? Todo el mundo sabe lo que pasó.

- Pregunto porque tu vida me importa, te dije que somos familia, no te voy a dejar sola.- frené y me tapé la cara porque no pude aguantar el llanto.

- ¿Sabe una cosa Franco? Desde hace tres años que no sé lo que es que todo esté bien en mi vida. ¡No puedo más!

Franco me miró y me dio un abrazo. No le importó estar en el medio de la calle, no le importó más que acompañarme. Es cierto eso que me dijo: somos familia y hoy lo agradezco tanto porque hace mucho que a quienes son de mi propia sangre, los perdí.

 

 

Continuará…

 

 

 

 

Capítulo 2: “Mi casa, es tu casa”

Emilia tuvo que atravesar dos meses bastantes complicados: Geraldine, su mamá, fue internada en un centro de rehabilitación para alcohólicos, los primeros quince días desde esa internación fue derivada a un hogar de menores, su padre no apareció nunca más y ella se hundió en una tristeza agobiante. Una carga muy pesada para una muchacha de apenas quince años de edad.

Una de las cosas buenas es que ni su mejor amiga, Rubí, ni su profe Franco la dejaron sola, nunca dejaron de visitarla y pasar tiempo junto a ella. A demás podía seguir yendo al colegio de siempre, eso la ayudó mucho.

Profe Franco, gracias por no dejarme, no tiene por qué hacer tanto por mí.- le dijo Emilia apenada pero agradecida.

Emi, somos familia ya te lo dije, no te voy a dejar sola.- le respondió con una sonrisa cálida.- tengo que contarte algo.

Diga, ¿qué pasó?

Pensé, sólo si estás de acuerdo, en qué podés venir a vivir a casa, conmigo y con Nucha, mi abuela. Sí te parece, me gustaría convertirme en tu tutor legal.

A Emilia se le iluminó la cara por completo, no podía creer lo que sus oídos estaban escuchando. Desde hace dos meses lo único que quería era salir del lugar en el que estaba, ya no aguantaba más la soledad.

Sí profe, claro que sí.- fue inevitable detener el mar de lágrimas que necesitaban salir de su alma y esta vez de felicidad.

¡Qué alegría Emilita! Nucha va a estar feliz, sabés que siempre te quiso mucho. Vení, dame un abrazo tata.- Emilia no caía en lo que acababa de escuchar.- ¿y cuándo puedo mudarme?

¡YA!.- respondió Franco con una sonrisa de oreja a oreja.

¡Ay! Me voy a buscar mis cosas, ya vengo.

Emilia empacó todas sus cosas y enseguida firmaron todos los papeles necesarios para salir del Hogar de menores.

Al llegar a la casa de Franco lo primero que recibe a Emilia es el abrazo caluroso de la abuela Nucha y muchos besos en los cachetes. Ya se había olvidado como se sentía sentirse tan amada. “Sí esto es un sueño, no quiero despertar” pensó.

Dejaron que la muchacha se acomode y comience a adaptarse a su nuevo hogar. La alegría de darle un hogar a Emi les hacía mucha ilusión, es que la conocen desde muy chiquita porque Franco y Wendy fueron novios hasta que un golpe duro terminó con la vida de la joven. Eso los marcó a todos y nada volvió a ser igual.

Durante la noche, luego de la cena que por supuesto preparó la abuela, entre Franco y Emilia sucedió una conversación muy sincera pero necesaria.

Profe…- dijo Emilia y Franco la interrumpió.

Creo, creo yo, que ya es momento de empezar a tutearme, somos legalmente familia. Sacando cuando estemos en la escuela, sólo por una cuestión de respeto y formalidad, ahí sí, pero acá en casa y en la vida cotidiana, soy Fran, tato, como quieras, pero somos familia ¿escuchaste?.- Le dijo Franco haciendo hincapié en su pregunta.

Bueno Fran, somos familia.- respondió Emilia sonriendo.

¡Muy bien! Ahora sí, decime.

¿La extrañas?.- esa pregunta fue como balde de agua fría y un abrazo que te cubre del frío, tan contradictorio como eso.

Mu…mucho.- respondió Franco con un nudo en la garganta.- La amé tanto y cambió tanto mi vida, que es imposible poder arrancarla de mí. Es…- hizo un silencio para tragarse las lágrimas.- doloroso y hermoso, es contradictorio porque duele mucho recordarla y saber que no la voy a volver a ver, pero al mismo tiempo es hermoso recordarla, Dios me permitió, me regaló seis años de vida a su lado, no fue poco y fueron los mejores de mi vida. Es lindo saber que compartí vida con ella, que la amé, que me amó.

Sé que así fue.- dijo Emilia susurrando.

¿Vos?

Demasiado, pero no me sale verlo cómo vos, me refiero a eso de que Dios permitió que compartiéramos tiempo, vida junto a ella. Sí es así ¿por qué permitió que muera de esa manera? ¿por qué permitió que yo lo viera? Fue cruel.- respondió Emilia entre lágrimas y con reproche.

Sé que es muy difícil de entender, algún día podemos hablar mejor de todo esto, si te parece.- le dijo Franco y la respuesta que recibió fue asertiva.- Cambiemos de tema, bueno, depende de vos. ¿Quéres que trabajemos en las canciones? Te quedan tres semanas solamente, no te dejes estar.

¿No es trampa si el profe de música me ayuda?.- contestó Emilia tratando de salir del momento tenso de antes.

Mmmm… si queda entre nosotros, no.- dijo Franco en tono de complicidad.

Emmmm…bueno, me gusta la idea.- respondió Emi.

Franco fue en busca de su guitarra y unas partituras, Emilia fue en busca de su cuaderno de escritura. Ambos se sentaron en el balcón, las noches de verano siempre fueron ideales para los momentos de inspiración y creación.

Bien, elegí con cuál querés arrancar.- le indicó Franco.

Emmm… con “amor”.- respondió.

Vamos, decime todo lo que se te viene a la cabeza al pensar en esa palabra y vamos a ir anotando ¿te va?.

Sí, vamos.- responde Emilia entiendo que es un desafío que le va a doler.- Pienso en que el amor se seca si uno no lo riega.

Bien ¿qué más?

Es una fogata que hay que vigilar y poner leña para mantenerla encendida, es una decisión que hay tomar día a día con valor. Hubo un tiempo, sobre todo cuando pasó lo de Wendy en que pensé que el amor era un pozo vacío y oscuro, un cubo de hielo tan frío que se pega a tu alma y después quiere escapar arrancándote todo.- dijo y no pudo evitar que salgan lágrimas de sus ojos.

¡Wou! Emilita, es, es fuerte, profundo, duro pero hermoso todo lo que estás diciendo.

Estoy inspirada.- dijo con lágrimas en los ojos y una sonrisa en el rostro.- ¿Puedo preparar algo para que tomemos?

Emi, mi casa es tu casa, por supuesto que podés, te levantas y usas lo que tengas que usar, nada de pedir permiso, somos familia.- respondió Franco con una sonrisa compasiva.

Perdón, gracias por tanto.- le dijo Emi y le dio un abrazo.- ahí vengo.

Trabajar en esas canciones no sería fácil para Emilia pero sí necesario y cada una de ellas se convirtieron en una representación de su naufragio.

10 años después, en el presente.

¡Fer! Dale, por faaaaa, apuráte.- le dije, estamos llegando tarde y nos vamos a perder el turno para probar el catering para la boda.

Acá estoy, acá estoy…perdón mi amor, dale vamos.- me responde con una sonrisa en la cara.- Antes una cosita.

¿Qué?.- pregunté insistente.

¡Estás hermosa!.- me dijo con una sonrisa y provocó que las mariposas en mi estómago comiencen una guerra para escaparse de allí.

Al llegar al lugar hay muchas cosas que me parecieron muy raras, por ejemplo: nadie nos recibió, con Fermín ingresamos al restaurante solos y con una llave que sacó del bolsillo de su pantalón, adentro está todo con luces muy tenues y en penumbras. De la nada, me deja sola. ¿Qué locura es ésta?.

¡Feeeer! ¿A dónde vas?.- le dije muy extrañada.

Seguí el camino de flechas que están en las paredes, ¡te amo!.- me gritó mientras se alejaba.

¡Okey, vamos a ver de qué se trata esto!.- dije muy curiosa.

Comencé por la flecha amarilla que está en la pared a la par mío, en ella tiene un escrito que dice: “subamos las escaleras y esta vez tratemos de no chocarnos.” Las lágrimas no tardaron en escapar y el recuerdo del día en que nos conocimos me invadió la mente, el alma, el corazón.

Tres años atrás.

¿Te podés fijar por dónde caminás piba?

A mí no me grites flaco, fíjate vos.

Ese día chocamos en las escaleras del colegio dónde ambos estábamos trabajando, él como Psicólogo de la Institución y yo cómo Profesora de Música. Desde ese día, nos empezamos a llevar pésimo, no duró mucho a decir verdad, fueron unos meses hasta que empezamos a trabajar a la par.

Bien, ahora estoy frente a la escalera que me indicó la flecha y no veo a Fermín por ningún lado. Ahí está.

¿Qué hago amor?

Subí.- me dijo sonriendo.

Le hice caso y comencé a subir, él, al estar arriba, empezó a descender poco a poco, escalón por escalón. En el medio quedamos frente a frente y comenzó a hablar.

Choqué con bloques fríos que quemaron mi alma

me arrancaron las ganas de sentir, de reír, de mirar

choqué con un muro gigante y perdí el valor

no salté y del otro lado estaba la verdad.

choqué con tantas piedras que me hundieron

en pozos fríos, en pozos hondos, en pozos vacíos

hasta que choqué con una mariposa

y la suavidad de sus alas me calmó las ansias,

después choqué con su beso

que le dio calor a mi alma

 y choqué con vos…- comenzó a llorar y no pudo terminar, pero yo sé cómo sigue, es el poema que me escribió el día que me confesó lo que sentía por mí. Él jamás en la vida escribió nada, pero ese día intentó hacer algo, un poema, el más hermoso del mundo.

Te amo tanto Fer.- le dije entre lágrimas, lo abracé y lo besé.

10 años atrás.

¡Volví!.- dijo Emilia.- ¿seguimos?

¡Seguimos!

Continuará…

 

 

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