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Esto Es Una Ilusión

No

Todavía no salía el sol, pero ya estaba en la bañera. A pesar de que el agua caliente me relajaba, no estaba del todo despierta. Suspiré y traté de analizar mi situación. Ahora soy un chico. Para ser sincera, ya me lo esperaba, pero me sorprende no ser más "varonil". Salí de la bañera al sentir que llevaba demasiado tiempo, me puse la bata de baño y miré el rostro del dueño original en el espejo: parecía un ángel.

"No puedo creer que luzca tan lindo, es como si fuera mi hermanito pequeño", murmuré para mí misma.

La gran pregunta era: ¿por qué no querías regresar? Supongo que tus motivos tendrás.

"Joven Ansel, voy a entrar", dijo una voz desde la puerta. Miré con desdén al intruso. Ya sabía que lo trataban mal, pero ni siquiera preguntar si puede pasar...

"¿Qué se te ofrece?", pregunté.

Ella se sorprendió, pero prosiguió. "La señorita Leonora llegará a la una de la tarde, por favor procura no estar aquí. Esas fueron las órdenes del joven amo."

Suspiré. Ser tratado como un intruso era humillante, pero no hice reclamos. Lo último que quería era darle más satisfacción a esa gente viendo mi humillación.

"Está bien, ya te puedes retirar", dije con frialdad.

Miré hacia la puerta y me dispuse a salir después de ella. "Creo que tarde o temprano tenía que salir. Nada mejor que unas compras para distraerme", pensé.

Más tarde, tendría que analizar sus recuerdos. Si no mal recuerdo, su nombre era Ansel Winston, profesor de música, con una gran herencia de su abuela, amado por su familia y amigos.

"Tenías todo, ¿por qué viviste peor que una cucaracha?", reflexioné.

Terminaba de arreglarme para salir cuando se me ocurrió una gran idea. Según sus recuerdos, su suegra lo adoraba y odiaba a Leonora. Tal vez tener aliados no estaría mal. Aunque nunca le dijo nada por miedo a su esposo, ese temor ya no existía, porque ahora yo controlaba la situación.

"Buenos días, señora Ross Western."

"Oh, querido, no me digas señora. Mejor dime Rosy o Madre."

"Como guste... Madre."

"Oh, eso está mejor querido. ¿Y dime, por qué me citaste tan temprano? ¿Cómo te trata mi hijo?" Su sonrisa desapareció cuando vio mi expresión pensativa y preocupada.

"Soy una persona madura e independiente. Sin embargo, cuando hablé con usted no mencionó en ningún momento que iba a ser tratada peor que una cucaracha... Madre."

Suspiré y continué. "Soy una persona de pensamientos maduros y abierta a diferentes ideas, pero pedirme que me vaya después de aprovecharse y traer a su amada como si fuera una persona de la vida galante... ¿Ese es el trato que yo me merezco?"

"¿Qué pasó esta mañana?"

Entonces recordé el momento más cómico de cómo le pidió graciosamente al dueño original que fuera su nuera.

Flashback: Ansel llevaba un atuendo suelto que solo descubría su hombro. En ese entonces tenía el pelo más largo que ahora. Estaba esperando pacientemente su cita a ciegas, que ya llevaba un retraso de más de 20 minutos, pero en su lugar llegó su madre.

"Disculpe, ¿acaso es Ansel Winston?" "Así es, ¿usted es Dick?" "Oh no, mi hijo tuvo un retraso en su viaje, pero me dijo que no te quería perder y que eres totalmente su tipo."

Ansel se sonrojó por tales palabras, pero solo sonrió.

"Igualmente, su hijo es muy apuesto.”

Ansel no tenía ningún interés en su hijo, pero sí le gustaba su primo. Sin embargo, el primo descubrió a Dick abusando de Ansel, se acobardó y lo abandonó a su suerte. Fruto de ese abuso, Ansel esperaba un niño y por eso necesitaba casarse con él.

"¿Te gusta la comida rápida?" "La como una vez al mes."

La señora Ross trajo una tableta y le hizo preguntas durante unos 30 minutos.

"Por último, ¿quieres tener hijos?" "Si mi pareja lo quiere, por supuesto le daré los hijos que quiera."

"¡Excelente! Tendremos la boda en un mes y te mudarás unos tres días antes.”

Ansel estaba asombrado, no esperaba tener éxito. "Oh bien, se lo comentaré a mis padres adoptivos." "No te preocupes, ya les informé a mis consuegros."

Capítulo 3: La Confrontación

to. Espero que estén preparados, porque los bajaré de su nube arrogante.

"No te sobresaltes, querido. Ya verás que esto es un malentendido y muy pronto tu suegra lo resolverá", dijo Lady Ross, tratando de tranquilizarme y dándome palabras de apoyo.

Llegando a este punto del drama, me di cuenta de algo... ¡Demonios! ¿Estoy embarazado? Definitivamente, un rotundo NO. Ni siquiera es mi tipo. Santo cielo, ni siquiera puedo cuidarme a mí mismo... Ya pensaré en algo.

"Buenas tardes, Lady Ross", saludaron muy hipócritamente, ignorando mi presencia. No me enfadaba por el simple hecho de que tarde o temprano, aquel que se atreviera a mirarme por debajo acabaría comiendo polvo.

La señora Ross hizo un gesto de disgusto. "¿No piensan saludar a su amo?" Ella realmente no estaba enojada, sino más bien furiosa.

"Madre, no te exaltes. Como ya lo había comentado, solo soy una basura que entra a una relación ajena", dije mirando a la mayoría de los criados.

"¿Qué dices? ¿Quién te dijo algo parecido?", preguntó ella, viendo a cada uno con desprecio.

"Escúchenme bien todos ustedes. Él es el único nuero que aceptaré, y no se le hará ninguna falta de respeto. Es el único que aceptaré en mi familia", proclamó Lady Ross, haciendo una mirada amenazadora que hizo temblar a algunos sirvientes.

Todos estaban en silencio, hasta que una de las empleadas se atrevió a hablar. "Madam, ¿puedo preguntarle algo en mi humilde opinión?", se acercó una sirvienta que casi no hablaba y obedecía cada orden de Leonora.

"Siempre y cuando respetes a tu amo... puedes tener la palabra", mencionó Lady Ross, advirtiéndole con la mirada que hablara con especial cuidado.

"Bueno... ¿qué pasaría si el señor nos despide por faltarle al respeto a su libertinaje?"

"Eso es algo muy obvio. Si respetas a tu amo legítimo, no les pasará nada. Yo soy la que les paga su salario, y recuerden, al más mínimo descuido, varias cabezas rodarán", respondió Lady Ross con confianza.

"Entonces… ¿podemos maltratar al amante?", preguntó, intentando ocultar su sonrisa.

"Por supuesto, ya que es indigna de estar aquí." En ese momento, sonó una campana, normalmente utilizada para atender a su amo en los cuartos de arriba. Después de un silencio, alguien habló.

"Es la amante", mencionó una criada menor.

"Déjenla que siga sonando su llamado... Escúchenme bien, nadie va a asistir al llamado", ordenó Lady Ross.

Esto apenas empezaba. Mientras tramaba algunas trampas para la persona que despreciaba a Ansel por su cuerpo "especial", pensé que era hora de hacerle frente.

"Madre, creo que es hora de echarla de mi vista." Lady Ross se alegró por mi iniciativa e instintivamente me dirigí a la terraza privada de mi cuarto. Realmente me emocionaba jugar el papel de víctima doble cara. Esto solo lo veía en las series, y sinceramente, no eran de mis villanos favoritos. Pero en este caso, me encanta meterme en este papel. ¿Quién iba a pensar que podría ser tan divertido?

"Espera, querido, yo subo contigo", dijo Lady Ross, agarrándome del hombro.

Traté de oponerme, pero Lady Ross estaba segura de que solo intervendría cuando fuera necesario.

A casi llegar a la puerta de mi habitación, escuchamos a alguien molesta, gritando porque la estaban ignorando. Decía que ella era la señora de la casa...

Ya podía imaginar la expresión de Lady Ross. Prácticamente no quería verla ni en pintura. Empezando a decir ese tipo de cosas en un lugar que es prácticamente la propiedad de otra persona, es como cavar su propia tumba. Hay personas que de verdad no aprecian su vida ni su integridad. Por supuesto, eso era algo bueno para mí, y no pude evitar sonreír deliberadamente antes de abrir la puerta.

"¿Qué descaro es ese?", alzó la voz Lady Ross.

"¿Quién anda ahí?", preguntó bajando la voz, como si tuviera precaución. Mmm, al parecer, sabe cómo reconocer el peligro.

Capítulo 4: El Sacrificio

tvyhh que te hizo jajaja jajaja y que tal tu HB de hoy en hora hermosa gh

J jiiijh yyyy. Yyyy yyyhh hijo

No puedo evitarlo, ella es la villana más linda que he visto en mi vida. Habiendo llegado a una conclusión, me decidí por uno de mis planes.

—Ah, ¿tienes miedo?

—Sí —dijo pensativamente—, no deberías estar aquí. Ni siquiera eres una niña bonita, y mucho menos una niña.

Pude ver su interpretación de si era porque realmente no sabía nada de mi condición física. Los hombres rara vez quedan embarazados.

—¿Qué harías si tuviera una mini personita creciendo dentro de mí ahora mismo? —dije, tocándome el estómago.

Ella me miró con incredulidad, enojada se acercó a mí y me tomó la mano.

—¿Estás loco?

—Me pregunto si él piensa lo mismo —dije con amargura.

Ella miró mi barriga, sus ojos buscando al bebé que había en mí, y yo salí a la terraza donde tenía un pequeño jacuzzi.

—¿Sabías que tu bebé hace muchas cosas estúpidas cuando está ebrio? —dije mientras me acercaba lentamente al lugar de mi plan. Mi cuerpo es el de un hombre, pero tengo un útero que puede dar a luz a niños. Oh, claro, son completamente humanos... solo lo digo para aclarar.

—Mientes... mientes... mentiroso —dijo, agarrando su mano y deteniendo su ira.

Maldita sea, esto va a doler, pero lo haré por su futuro... no hay vuelta atrás.

—Te garantizo que el bebé te llamará tía, ¿tal vez alguna segunda mamá?

—¿Me estás tomando el pelo? —dijo con expresión horrorizada—. Yo... soy la única en su corazón —dijo, tirando de mí—. Has estado en el camino... durante mucho tiempo...

En un último impulso de ira, me jaló el cabello y trató de empujarme hacia afuera de la habitación, pero moví levemente el pie y resbalé en el agua desbordada del jacuzzi y me caí de la barandilla de vidrio.

—Crash... —escuché un sonido como de hielo rompiéndose, y me vi caer a una altura considerable. No esperaba que mi plan fallara ni un poco porque no vi caer hacia el jardín. Me caí en la calle... creo que me va a doler.

—¿Qué? —fue todo lo que dije antes de ver que el rostro de Leonora estaba completamente triste.

—¡¿Qué está pasando aquí?! ¡Qué has hecho, maldita mujer!

Me escuché caer hacia mi bebé (auto), lo que me salvó de caer desde tal altura, pero no me salvó de una caída terrible y dolorosa. Sentí que mi sangre se escurría como agua. ¿Es este mi fin? No, mi plan no iba a fallar. Al mismo tiempo, vi que mis manos estaban cubiertas de sangre.

—D... duele mucho —dije entre lágrimas.

Se escucharon gritos arriba. Mientras aún estaba consciente, vi a mi suegra forcejeando con Leonora, pero no escuché nada. A los pocos minutos, la señora Ross estaba conmigo.

—Respira, cariño —dijo preocupada—. ¿Dónde está la ambulancia?

Me imaginé en una ambulancia antes de perder el conocimiento, con alguien tomándome la mano.

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