“No te quiero, nunca te quise” Esas palabras
no dejaban de resonar en mi cabeza, todo lo
que habíamos vivido, todo había sido una farsa. No quería llorar, pero me era imposible, por más que endurecía mi rostro, no podía evitar que mis lagrimas se derramarán, sostuve muy fuerte el volante, mis nudillos se hicieron blancos, mordí mis labios hasta que estos sangraron, me sentía tan humillado, al fin solo fui una broma, una burla, yo no significaba nada para la otra persona, simplemente todo había acabado."
Abel se encontraba ansioso, en este
momento estaba en una situación bastante
incómoda, él tenía una novia menor que él por dos años, linda, tierna y justamente hoy habían acordado tener una cita que daría el siguiente paso, ambos se sentían muy nerviosos pues eran unos inexpertos, sería su primera vez, pero todo resulto mal, cuando Abel tenía frente a él, un cuerpo desnudo y
bien definido, él simplemente no pudo
reaccionar, ahora tanto como Abel y Estella se sentían incómodos.
-Estella, tal vez sea el estrés.- aunque dijo eso en realidad no se sentía atraído por ella en absoluto.
-¿De qué hablas? Me queda claro que yo no te gusto.
-No digas eso, tal vez en otra ocasión...-“Eres una bruja”
-¡Vete al diablo!- Estella salió echa un
desastre.
-¡Espera! - en realidad no quería que se
detuviera.
-¡Terminamos! - aunque Estella había dicho esto, ella esperaba que Abel la detuviera rápidamente, si él no lo hacía, no sabría que haría después.
Abel al escuchar esa simple palabra, en vez
de sentirse triste, se sintió liberado, como si le hubieran quitado un peso de encima, pero lo que le cruzó por la mente segundos después fue el detonante.”¿Seré gay?” Y eso
se lo preguntó una otra vez completamente angustiado y no por que fuera homofóbico, de hecho una vez se sintió atraído a otro
hombre y tenía amigos gay, el caso era que él tendría que tener un hijo sin ninguna otra alternativa, si él no lo hacía, él y su familia tendrían un resultado trágico.
Como cada generación la familia Aguirre y la familia Villalobo tendrían una competencia; la competencia consistía en que él primer descendiente varón de la generación actual tenía que procrear a uno hijo varón, quien tuviera a su primer hijo varón decidía que fin tenía la otra familia. En la generación anterior como en la mayoría, los Villalobo habían ganado, el fin que tuvo la familia Aguirre fue dar a la preciosa hija menor de 15 años a un hermano del jefe que tenía 37, con todo el odio en su corazón el jefe Aguirre no tuvo otra opción, comenzó a odiar a su hijo por no cumplir, pero se reprendió así mismo ya que él también había perdido cuando tuvo su oportunidad, estaba completamente
arrepentido de como había tratado a su hijo en ese entonces, ahora era turno de su nieto, todas sus esperanzas estaban puestas en él y esperaba que no cometiera los mismos errores que los habían perseguido.
Era bien sabido que los Aguirre odiaban con todo su ser a la familia Villalobo, ya que ellos mismos conocían cuales eran sus métodos para ganar, haciendo trampa, todo gracias a la ayuda de los Casablanca, o podría decirse a las artimañas, aunque eran conocidos
por ser mediadores, en realidad ayudaban o mal aconsejaban a los Villalobo hacer trampa, pero nadie podía decir nada, ni siquiera los Aguirre a quienes le hacían tal injusticia, ya que los Casablanca eran una familia poderosa a nivel mundial.
Esta familia era conocida por hacer obras que ayudaran a la gente, pero si te metías con alguno de ellos o quienes le importaran,
la vida de quien tuviera tal atrevimiento no descansaría en paz, pero la familia Aguirre y la familia Villalobo eran diferentes en
algún punto, en realidad las tres familias tenían algo en común.
La cabeza de Abel estaba en las nubes, hasta que el sonido de su teléfono celular sonó -¿Qué sucede mamá?
-¿¡Qué demonios estas haciendo!?
-¿De qué hablas?- de inmediato pensó que Estella ya le había ido con el chisme.
Su madre fue quien le había llevado a esa chica, tal vez por eso la despreciaba un poco, pero no, ese no era el caso.
-¡Ven de inmediato!
-¿Qué? ¿A dónde madre?
-¿¡Eres estúpido!? A la residencia Villalobo ¿Dónde más?
-¿Cómo, por qué?
-¡Dios! ¡Si tengo un hijo estúpido! Hoy es la presentación de los últimos descendientes.
-¿Era hoy?- Abel ni si quiera se alarmó ni un poco.
Mientras tanto la madre respiró profundamente y dijo más calmada. -Tú solo ven- y cortó sin esperar respuesta.
Abel como siempre no le dio importancia.
Dio un leve suspiro. - Allá vamos.
Todo a su alrededor le resultaba tan irritante lo único que quería Damien era que llegará su oponente e irse lo antes posible.
Y hablando de Roma...
-¿Jefe? Parece que que el chico acaba de llegar.
Damien no contestó, esperó a que él chico misterioso entrará, podría decirse que con un poco de emoción, pero en cuanto vio entrar a un chico completamente insípido su emoción se evaporó y surgió desdén, un chico bajo,
con el rostro cubierto con su cabello largo, las gafas enormes, su encorvadura al caminar lo hacían ver jorobado, como si fuera un chico sin carácter, además su ropa parecía muy grande para él. -Tráelo aquí.- ordenó al mismo de antes, no dejó de observarlo, era obvio quien sería el ganador.
Aquel muchacho no tardó en llegar a su mesa, saludó amablemente a Damien, contrario a él que ni siquiera le devolvió el saludo.
-¿Cuál es tu nombre?
-Abel.
-Dime Abel ¿Sabes quién soy?
-No, justo eso quería preguntar.
-Soy Damien Villalobo.
-Oh, ¿Por eso me llamaste? ¿Tienes algo que decirme?- ¿Quién no sabría su nombre?
Por supuesto que Abel sabía quien era, pero por algún motivo ocultó su conocimiento.
-No, solo quería conocerte, es un gusto para mi.
-Si, igual para mi.- mientras ambos chicos charlaban, Abel no pudo evitar que su rostro se sonrojara.
-¿Te encuentras bien?
-¡Si! ¿Por qué lo preguntas?
-Tu rostro está completamente rojo.
-¡Ah! Es que hace un poco de calor, seguro es eso.
Damien no dijo nada más y se marchó, hace mucho que quería hacerlo y estar con ese chico le irritaba aún más.
Toda la gente que había asistido al evento de presentación miró esto y supo de inmediato quien sería el ganador dentro de sus corazones, algunos tuvieron pensamientos muy desagradables, algunos solo miraron Abel con lástima. La madre de Abel no se encontraba muy lejos y solo pudo sentirse más decepcionada de ese hijo suyo que no había visto en años.
El abuelo Aguirre había mandado Abel a estudiar al extranjero desde que cumplió los seis años, desde entonces Sara no sabía mucho de su hijo, de vez en cuando lo llamaba por que sabía que este hijo suyo sería su boleto de la suerte para seguir dentro del mismo circulo social, fue por eso que había mandado a esa chiquilla desesperada por el dinero, quería saber sobre todos los movimientos de su hijo.
-¡Abel! ¿Cómo has estado?
-Hola mamá.- dijo Abel sin emoción.
Sara fingió no notarlo. -Han pasado más de 10 años sin vernos.
-Lo sé, ¿A sido duro para ti?
-Para nada.- se escuchó calmada.
-¿No estás ansiosa por poder? - Abel seguía escuchándose sin emoción, pero su mirada estaba llena de odio.
-¿De qué hablas? - Sara estaba un poco nerviosa, pero seguía actuando como una buena madre, que extrañaba a su hijo.
-Señora Sara sé sobre el acuerdo que hizo con mi abuelo, usted obtuvo mucho dinero por mi nacimiento, eso significa que yo no le debo nada a usted, lo mejor será que deje de buscarme.
Que más podría decir Sara, ahora había perdido la cara ante tanta gente, como aquella vez y aquella vez la había dejado más marcada de lo que había creído, hasta que volvió a vivir algo similar, lo único que pudo hacer fue salir huyendo.
Al llegar a casa, Abel estaba un poco decaído, cuando estaba frente a su puerta, (¡pam!) alguien lo jalo del brazo y arrojo hacía la puerta dando un fuerte golpe.
-¡Auch!
-¿¡Qué diablos le hiciste a mi hermana!?
-¿De qué hablas?
-¡Estella llegó llorando a casa diciendo que esta embarazada!
-¿¡Qué!? - “¿Acaso no lo sabes?”
-¡No te hagas el que no sabe!- Mauricio estaba tan enojado que su cara parecía a la de un perro ladrando.
-¡De hecho no lo sabía!- “Bueno si, por eso le seguí el juego”
-¿¡Quieres morir!?
-¡Te digo la verdad!- “¡Perdóname diosito por mentir!”
-¡Tienes que casarte con mi hermana!
-¡Ese hijo no es mio! - “Eso si es verdad”
-¿¡Tratas de decir que mi hermana es una zorra!?
Aunque Abel quisiera decir que si. -¡No!- “Aunque tu mismo lo dijiste”
-Bien, será mejor que se casen cuanto antes.
-¡Ese hijo no es mio!
-¡Pruébalo!
-¡Soy virgen!
-¿¡Qué!?- Mauricio no podía creer lo que estaba escuchando, ¿Entonces su hermana es una zorra? -¡Mientes!
-¡Te digo la verdad!- “¡Esa es mi triste de realidad!”
-¡No trates de escapar de tu responsabilidad!.
Abel comenzaba a irritarse cada vez más y en un impulso, tomo del cuello a Mauricio y lo besó -¡La razón por la que me acerque a tu hermana fue por ti!- “Esa también es una mentira”
-¿¡Qué!?- Mauricio estaba completamente perdido.
-Hoy, tu hermana y yo tendríamos nuestra primera noche juntos, pero yo... Yo no... No reaccione ahí abajo- Abel estaba muerto de vergüenza.
-¿Estás diciendo que eres un marica?
-Supongo que si.- “¡Idiota!”
Mauricio no supo que más decir y se marcho, Abel suspiro con pesadez y entró a su departamento, sin antes ver de reojo sobre su hombro, y no era precisamente el lugar por donde se había ido Mau.
No muy lejos de ahí alguien ya había presenciado todo.
Damien no podía creer lo que le acababan de informar, esto sería tan fácil que ya estaba dispuesto a festejar su futura victoria.
Tomo su celular para llamar a “corderito”
Abel disfrutaba de un enorme tarro de helado, una vez Estela le dijo que un tarro de helado y una buena peli provoca calmar un poco la depresión y eso era justo lo que necesitaba, pero fue interrumpido por el sonido de su teléfono.
-¿Diga?
-¿Abel?
-Si, soy yo.
-Hola soy Damien, ¿Me recuerdas?
-¡Si!- “¿Cómo olvidar a alguien tan guapo?”
-Quería invitarte a comer ¿Estás dispuesto?
-¡Si! Quiero decir me gustaría, pero no puedo.- “¡Tienes que insistir!”
-¿Qué te tiene tan ocupado?
-La escuela, ya sabes... Estoy a finales y pues es un poco difícil salir de esa escuela. -no pudo evitar escucharse decepcionado.
-Entonces te propongo algo mucho mejor, te invito algo en la cafetería de tu escuela y listo, yo me voy a mi escuela y tú te regresas a tus clases, ¿Te parece?
-No quisiera incomodarte.- “¡Pero claro que si!”
-¡Por su puesto que no!
-Entonces acepto. - sonó bastante animado.
Al otro lado de la línea Damien se sentía asqueado, solo él sabía cuanto despreciaba a los gays, su infancia había sido muy difícil,
no tenía una madre quien le diera amor, en su casa era conocido por ser solo un objeto vendido, su madre se fue muy lejos después de haber recibido el dinero, su padre no amaba a ninguna mujer, por que amaba profundamente a un hombre que ya había muerto, solo por eso alejó a su madre de él.
Antes de que se llegará la hora del almuerzo Abel no podía evitar morder sus uñas con nerviosismo, miraba la hora a cada minuto, el tiempo pasaba más lento que otros días, estaba sufriendo.
Ni si quiera ponía atención a las clases, esto era algo nuevo para él, lo hizo que su profesor se sorprendiera y quisiera preguntar si tenía algún problema, así que esperó a la hora del almuerzo para acercare a él y preguntar, si tenía alguna oportunidad consolarlo, así que cuando llegó la hora, lo miró queriendo hacer que esperará,
pero para su sorpresa, él chico tomo sus cosas demasiado rápido y salió corriendo, sin darle oportunidad alguna de emitir su voz en un gemido.
Abel salió casi disparado a la cafetería donde creía encontraría a Damien, pero no fue así, dio un suspiro con pesar y se fue directo a ordenar.
-Creí que me esperarías a comer.
Abel volteó su cara bruscamente, ¿¡En que momento llegó!?. -¡Damien!- la cara de Abel estaba como un tomate.
Damien se enorgulleció por eso.
Tomaron su comida y se fueron directo a una mesa sola, comenzaron a charlar y se reían de vez en cuando, Abel permaneció sonrojado casi todo el tiempo, esto le dio un toque encantador, parecía tan adorable que Mauricio que los ha estado observando todo el tiempo, rechinará los dientes de ira, “¡Apenas anoche te me confiesas y ahora coqueteas con otro!” Mauricio estaba maniático de rabia.
-¿Estás bien Mau?
-¡No me toque!
-¿¡Qué diablos te pasa!?
-¡No es nada!- Mauricio completamente irritado tomó sus cosas con brusquedad y se fue.
Abel se despidió de Damien muy contento, vio el coche a la distancia, sentía que su corazón latía tan fuerte, pero él no debe sentirse así, Damien es el enemigo de la familia, es incorrecto, y sobre todo es imposible, giró sobre su propio eje y al mismo tiempo chocó con una pared humana.
-¡Auch!
-¿Quién es él?
-¿Qué?
Mauricio sujetó muy fuerte la muñeca de Abel, dejando al pobre un poco asustado. -¡Olvidas muy fácil! ¿No es cierto?
-.....
-¿Estás tan desesperado para que te lo hagan?
-¡Mau suéltame!
Mauricio estaba aun mas irritado, jaló de la muñeca de Abel y lo llevó hasta su coche, Abel intento salir, pero le fue imposible, el coche tenía seguro para niños, Abel le suplicó en varias ocasiones que lo dejara ir, pero Mauricio lo ignoró, no estaba dispuesto a dejarlo ir, tenía que castigar a ese que parecía un lindo corderito por burlarse en su cara. Poco después llegaron al apartamento de Mau, él llevó a su corderito directo a la habitación y lo tiró en la cama.
-¡Si estás tan desesperado por que te lo hagan! ¿Por qué no conmigo? Justo ahora.
-¡Mau! ¡Por favor!
Pero él no lo escucho, quito la ropa de Abel y se encendió un fuego dentro de él, su piel tan hermosa, suave, mejor que la de una mujer al tacto, tenía curvas que le haca ver un poco femenino, la vista que tenía en frente era tan erótica que ya no aguantaba más, quería comérselo ya. Lo besó bruscamente, lo tocó desesperadamente, Abel intentó reprimir su boca para que no emitiera ningún sonido vergonzoso, pero Mauricio lo acariciaba y se sentía tan bien que le fue imposible, ambos tenía respiraciones agitadas.
-¡Mau! ¡no lo hagas!
-Sé que lo deseas tanto como yo- Mauricio se quito su cinturón y ató las muñecas de Abel a la cama colocándole de rodillas.
-¡No necesitas atarme! haré lo que quieras.
-Tú solo relájate.
Abel decidió no resistirse, por que si lo hacía podría asegurar que sería aún más doloroso.
Poco después alguien llamó a la puerta, pero Mauricio decidió que era mejor ignorar y aparentar que no había nadie, pero la persona del exterior era muy insistente, provocó que Mauricio rechinará los dientes y se levantará bruscamente. Al mismo tiempo que abrió la puerta fue derribado por alguien mucho mas alto y fuerte que él.
Damien entró sin pedir permiso y fue directo a encontrar al pequeño corderito, justo lo tuvo frente a él, no pudo evitar recorrer su cuerpo desnudo con la mirada, se paso la lengua sobre sus labios.
-¿Damien?
Damien volvió a sus sentidos y ayudo a el pequeño corderito a desatarse. -¿Cómo dejas que ese tipo te atrape?
-Soy un poco débil. - dijo lleno de lastima.
Damien no pudo evitar sentirse irritado, por poco se comen a su presa.
Damien ofreció amablemente llevar a su pequeña presa a casa, Abel aceptó avergonzado. La trayectoria a casa fue muy tranquila, nadie dijo nada, apenas y se escuchaban las respiraciones, pero todo el tiempo Abel no podía apartar sus ojos de Damien, en sus ojos había un poco de amabilidad y devoción, en algunos momentos podría decirse que incluso había un toque de amor y claro todo esto fue muy fácilmente percibido por Damien, que lo hacía sentir cada vez más victorioso.
No mucho después llegaron al departamento de Abel, tímidamente Abel invitó a Damien entrar, pero fue rechazado de inmediato, Abel
se avergonzó, pero aún así lo despidió amablemente.
En cuanto Damien entró al coche su mascara de amabilidad desapareció, sus ojos se volvieron fríos, había un poco de asco en
su cara. -Jeff dame un poco de tus pañuelos y gel antibacterial.
El chófer obedeció de inmediato.
Desesperadamente Damien restregó el lugar donde estaba sentado Abel, mientras lo hacía su cara no dejó de mostrar asco, era como si limpiara una pila de de estiércol, Jeff no se perdió detalle y sus ojos se oscurecieron fríamente.
En cuanto Abel entró a su departamento, estaba radiante de felicidad, tomó un baño caliente, cantaba y bailaba, se puso ropa bonita, se peinó hacía atrás, dejando ver un rostro hermoso y perfecto, se quito sus gafas falsas, quedando satisfecho con su apariencia, que era poco común en él. Invitó a su mejor amigo a unos de los mejores bares de la zona, en cuanto Rou recibió su llamada aceptó de inmediato.
Abel y Rou estaban en medio de la pista, bailaban juntos, pegaban sus cuerpos, era como si estuvieran seduciendo a los
transeúntes, nadie veía mal que dos hombres pegaran sus cuerpos así, ya que estaban en un bar gay.
En la zona VIP se encontraba un hombre de tal vez unos cuarenta, tenía una aura dominante, tenía guardaespaldas a su izquierda y a su derecha, podría verse a simple vista que era un hombre poderoso, los ojos del hombre veían a una sola dirección
y era justo donde se encontraban Abel y Rou, volteó a su derecha y miró a uno de sus guardaespaldas. -Invítalo aquí.
-Si señor.- el guardaespaldas sabía perfectamente a que se refería su jefe con invítalo, si había una respuesta negativa, solo llévatelo a la fuerza, y en cuanto a quien, eso era muy fácil saberlo ya que su jefe era muy obvio cuando veía a alguien que le gustaba.
Abel y Rou se tomaron un descanso, estaban sudados y cansados, tomaron algunos refrescos.
-Un chico guapo se acerca a nosotros- dijo Rou emocionado.
Abel lo miró pero no dijo nada, él conocía como era su amigo, si llegaba un chico guapo que quisiera intentar algo con él, Rou no lo rechazaría.
El chico guapo que había mencionado Rou, se acerco a ellos sin dudarlo, Rou estaba extasiado, mientras que Abel estaba incomodo.
-Mi jefe los invita a tomar algo en la parte de arriba.
-Lo siento ya nos íbamos- dijo Abel con cautela.
-¡No seas amargado! Te acabas de declarar gay- Rou dijo sin el menor toque de vergüenza.
Por otro lado Abel ya estaba rojo como un tomate. -Solo será un momento.- dijo Abel totalmente derrotado.
Cuando los tres entraron, el hombre dominante miro fijamente Abel como si fuera un lindo gatito, su mirada rápidamente cambio y se dirigió a su guardaespaldas que estaba al lado de Rou. - ¿Por qué no entretienes a este joven apuesto? Puedes ir a la habitación de a lado yo pago.
-Si señor.- el guardaespaldas sabía a que se refería su jefe, no quería hacerlo, pero no podía oponerse, él definitivamente no era gay,
pero ¿Quién lo mando a trabajar para un gay? Él mismo, así que no podría reclamarle a nadie. Invito a Rou, todo lo contrario a él, Rou
estaba emocionado.
Ahora el pequeño gatito estaba asustado hasta la muerte.
-Siéntate aquí.- el señor Daniel era alguien que sabía seducir y tratar a sus amantes muy bien.
Abel obedeció y se sentó en el lugar que se le indicaba. -¿Señor qué quiere de mi?
-Me recuerdas a alguien, ese alguien era muy importante para mi, pero por culpa de mi familia, por nuestros apellidos, no pudimos estar juntos.
-¿Me esta diciendo qué me esta tomando por un suplente?
-Claro que me recuerdas a él, pero tu eres diferente, me gustas más.- Daniel al ver como el pequeño gatito se sonrojaba, no dejaba de deleitarse.
-Tengo que irme.
-¿Tan pronto?
-Es un poco tarde.
Daniel podría ver que se sentía incomodo. -Salgan.- ordenó a los guardaespaldas, que obedecieron enseguida.
-¿Qué sucede?- preguntó asustado.
-No quiero que te sientas incómodo.- Daniel no podía resistirse más, lo tomó de la cintura y lo besó, su mano se metió debajo de la ropa y tocó su espalda, suave, tan buena de tocar.
Abel lo aparto bruscamente.-Esto no esta bien.
-Eres tan lindo, haces que te deseé más.- su voz era ronca.
Esto hizo que Abel se asustara más. -Ya me voy.
-¿Qué pasa con tu amigo?
-Él sabe como llegar a su casa.
Daniel no se molestó, al contrario lo veía divertido. - Esta bien puedes irte, después iré a buscarte.
Abel salió de inmediato de ahí con los pelos de punta, intentó llamar a Rou, pero el desgraciado no le contestaba, lo que significa
que está muy ocupado. Justo cuando Abel se marchó, Daniel llamó a uno de sus hombres. -Investiga todo sobre él.
Por la mañana Abel se despertó con dolor de cabeza, anoche no había tomado alcohol, solo que anoche no había podido dormir a
causa de lo que había sucedido, miró su reloj despertador y casi se cae de la cama del susto.
-¡Es tan tarde!
Salió rápidamente de la cama y sin bañarse, ni peinarse y apenas cambiarse de ropa, se fue directo a su escuela.
Corrió como un loco por toda la escuela, nunca en su vida había llegado tarde a la escuela, hoy sería su primera vez y esperaba que fuera la última, jadeando llego a su salón de clases, empujó la puerta con más fuerza de lo que esperaba, lo que hizo que toda la atención fuera puesta en él enseguida.
-¿Qué sucede con usted?
-¡Perdón por llegar tarde, ¿Me permite entrar?- Abel no se atrevió a mirar a su profesor a los ojos, en cambio solo miro las manos y los pies del profesor.
-Solo por que nunca antes has llegado tarde, pero que no se repita.
-Si.
El profesor lo miró de arriba abajo, el chico estaba despeinado, su ropa estaba arrugada, pero emitía una leve fragancia deliciosa.
Durante las clases el profesor César, sentía una ardiente mirada sobre él, giró sus rostro donde creía que vendría, era justo donde se encontraba Abel, pero el chico solo leía, giró su rostro a la dirección opuesta, ahí había tres chicas que no dejaban de mirarlo, “¿Era de ahí entonces?” él mismo no sabía por que se sentía tan decepcionado.
Al finalizar las clases Abel salió disparado del salón, no por que tuviera algo que hacer, en realidad estaba muerto de vergüenza para
mirar a su profesor,
Era tan obvio que no paso desapercibido para César, que vio como su estudiante evitaba mirarlo con el rostro sonrojado, César quería detenerlo para tener una conversación seria, pero al final no pudo hacerlo, ya que si lo hacía corría el riesgo de reírse de él en su propia cara.
Cuando Abel estaba lejos de la escuela, dejo salir un gran suspiro de alivio.
Mientras trataba de controlar sus respiraciones, su teléfono celular sonó, hizo una mueca de disgusto, pero aún así contestó. -¿Ya te desocupaste?
Al otro lado de la línea se escuchaba una risita. -¿Estás enojado?
-¡No me contestaste el teléfono!
-¡ Ya perdón, estaba un poco ocupado!
Bien Abel no podría enojarse simplemente por eso ¿No? -¿Cómo estuvo?
-No estuvo mal, me gustan los vírgenes. - habló como si fuera algo muy casual.
-Pero no llenó tus expectativas ¿No?
-No lo hizo. - dijo con pesar.
Rou tenía una cara de ángel, parecía esbelto y delicado, todas estas características atraían a hombres, altos, fornidos
y muy apuestos, todos ellos parecían del tipo que le gustaba a Rou, así que cuando se le acercaban ese tipo de hombres aceptaba acompañarlos sin pensarlo mucho, pero justo cuando aquellos hombres pensaban hacerle cosas indecorosas, todo había resultado al revés, en realidad Rou sin ropa era de echo musculoso, era alto, él era quien quien les destruía su pequeña flor, así que cuando vio a ese guardaespaldas que era justo su tipo, estaba un poco emocionado, lo que más
le emocionó fue el hecho que el era un heterosexual, le había dicho de manera brusca:
-¡No tengo nada en contra de ti, pero no me gustas!
Rou le había dedicado una sonrisa amable.- No te preocupes no pasará nada que tu no quieras, ¿Por qué no bebemos algo? - le ofrecía una botella de agua sellada.
El guardaespaldas que era un desconfiado debido a su trabajo, tomó la botella sin problema debido al hecho de que le ofrecían una botella sellada.
Rou trataba de entablar una conversación, pero el guardaespaldas era un poco frío e indiferente. Creía que con su mal comportamiento haría que ese niño bonito se fuera, lo que él no sabía que era que ese fue el peor error de su vida, ese era lo que más le daba estimulo a Rou.
No había pasado mucho, cuando el guardaespaldas comenzó agitarse, miró con brusquedad a Rou.
-¿Qué me diste?
Rou lo miró inocentemente. -¿De qué hablas?
Lo que paso segundos después era clasificación para mayores de edad.
Abel estaba muerto de risa. -¡Eres un pervertido!
-¡No te burles, aun sigo en busca del amor!
-Si lo que digas.
Daniel estaba tan enojado que rechinaba los dientes dolorosamente. -¿Cómo qué no sabes nada de él?
-¡Señor, es como si se lo hubiera tragado la tierra!
-¡Lárgate! - no podía aceptarlo, ese chico era tan parecido a él, no podía aceptar tal perdida, así que de inmediato mandó llamar a ese guardaespaldas que había estado con el otro chico.
-¿Me mandó llamar, señor?
-¿Qué sabes del chico con el que estuviste?
La cara del hombre se puso pálida de inmediato. -No sé nada, señor.
-¿Qué te sucede?
-No es nada, señor.
Daniel estaba más enojado ahora. -Manda llamar a mi hijo.
-Si señor.
-¿Para qué me buscas?
-Invita a tu amigo Casablanca a cenar.
-¿Para eso me buscaste? - esto lo hizo poner de mal humor.
Daniel lo miro con severidad. -Si haz lo que te pido.
Su hijo no contestó y salió dando un fuerte portazo.
Damien estaba de mal humor, hablar o estar en presencia de su padre, le provocaba malos sentimientos, no tenía más opción que llamar a su amigo.
-¿Qué sucede lobito?
-¿Puedes venir a cenar a la casa?
-¿Qué quiere tu padre ahora?
-No sé. - Damien sentía que su cara ardía de vergüenza.
-¡No te preocupes ahí estaré! - Casablanca trataba de animarlo con su voz melodiosa.
-Gracias.
Justo cuando colgó, se sorprendió al ver a Daniel que estaba parado detrás de él.
-¡Eso es, buen muchacho!
-¿Qué es lo que quieres ahora?
-¡Voy a conseguirte a una linda mami, solo qué no sé donde está!
-¡Eres un enfermo! - Damien cada día que pasaba se cansaba de convivir con un padre como ese, promiscuo y sin sentido de la responsabilidad paternal.
-Él será el último, te lo aseguro.
-¡No me importa lo que hagas con tu vida!
- Sé que me odias, pero esa mujer no era buena, debes creerme.
-¡Solo son pretextos para alejarme de mi madre, y todo por un hombre! ¡Eres tan repugnante!
-Él era la persona más buena del universo, solo que él universo lo trató mal una y otra vez, incluso yo que le dije que lo amaba, lo trate mal, todo fue mi culpa.- su garganta se sentía pesada, adolorida, siempre que
recordaba el pasado sufría el mismo tormento.
-¡Eso no te dio derecho de alejarme de mi madre!
-Algún día lo comprenderás.
Damien y Daniel no sabían cuanto tiempo habían discutido hasta que sonó el timbre de la casa, habían pasado dos o tal vez tres horas, miraron a su invitado de manera cortes, él invitado les dedicó una amable
sonrisa, era tan apuesto a cualquiera cegaría con tal perfección, era alto, fornido, tenía unos preciosos ojos azules con unas gafas de montura dorada, su cabello dorado y rizado, él era hermoso, incluso Damien podía
admitirlo fácilmente.
-¿Peleando de nuevo?
-¡No para nada! - Daniel contestó como si no ocurriese nada.
-¡Eso es bueno entonces!- por supuesto que no le creyó en absoluto, le bastaba con ver la
cara de Damien para saber que algo no andaba bien.
-¡Pasemos a cenar!- a veces Daniel sacaba su lado lambe botas.
Damien miraba a su padre con evidente disgusto, Casablanca trató de darle una sonrisa reconfortante, aunque sabía que eso no era suficiente. Casablanca deseaba apoyar completamente a Damien, abrazarlo, besarlo y decirle dulces palabras, pero solo tenía que tomar su distancia amargamente, sabía perfectamente cuanto repudiaba eso.
-¿Para qué soy bueno?
Daniel con la guardia baja casi escupe su comida. -¡Muchacho! Eres bastante directo.
-Usted también debería, señor.
-La verdad es que buscó a alguien.
-No hay ningún problema, ¿Cómo es él?
Daniel lo miró avergonzado. -Él es muy hermoso.
-¡Padre! - Damien estaba avergonzado y enojado, no esperaba que su padre realmente tuviera tal atrevimiento.
-Cariño, no te enojes, ¿No te lo dije? Él será el último.
-¡Me siento tan avergonzado de ti padre!
Casablanca sostuvo su hombro. -Damien relájate, para mi no es problema.
Damien sentía tanta vergüenza mirarlo a los ojos y solo contestó un vago si.
-¿Cómo es él? - Casablanca trataba de animar el ambiente, aunque lo preferible hubiera sido cambiar de tema.
-¡Si, si! Él es hermoso, delgado, bajo, tal vez 1.65 cm, ojos negros, cabello negro, igual a él.
-¿Igual a quién?
-Albert
-¡Papá! ¡Te estás pasando de la raya! - todo menos eso, Damien podía aceptar que su padre por fin se formalizara con otro hombre, pero no uno que sea igual a él, ese hombre Albert le había arruinado su vida indirectamente.
-Damien, ¡No me niegues eso!
-¡Estás loco!
-¡No peleen! - Casablanca sentía que su corazón dolía, no le gustaba ver así a su amado.
-¡No puedo aceptarlo! - toda la cara fría e indiferente de Damien se evaporó, ahora su cara estaba llena de agravio, dolor. Miró
a Casablanca a los ojos, sus ojos estaban llenos de lagrimas.
Casablanca no pudo detenerse más y lo abrazo. -¡Todo esta bien! Señor Villalobo otro día seguimos discutiendo esto.- sin ningún tipo de cortesía acompañó a Damien a su recámara.
-¡César, tú eres él único que me entiende! ¡Él único que esta ahí para mi!
-Eres muy importante para mi, nunca te voy abandonar, todo lo que tu me pidas que haga yo lo haré, todo para ti.
-¡Eres tan buen amigo!
Al oír el “amigo” todas sus esperanzas en confesarse se fueron, que tonto por casi comete una verdadera estupidez, otra vez. - Si tu amigo.
-Bueno, quería decirte, - volvió a escucharse animado.- Ya sé como voy a ganar.
-¿Qué harás?
-¡Voy a seducirlo!
Por un momento César olvidó como respirar. -¿Qué dijiste?
-Pues eso, descubrí que ese chico es gay.
-¿Cómo lo supiste? - se sintió raro en su corazón.
-Lo mande seguir, desde el primer día me informaron que se estaba besando con otro hombre.
-¿Enserio? Parece un muchacho anticuado y sin gracia para hacer nada. - De nuevo se sintió extraño.
-¿Ya sabes quién es?
-Tengo algo de tiempo dando clases en su escuela.
-¿Él sabe quién eres?
-No
-¡Eso es bueno!
-¿Cómo intentas seducirlo?
-La verdad no es tan difícil, hace unos días lo invité a almorzar, se sonrojaba, era evidente su vergüenza, cuando me fui de ahí, un chico llamado Mauricio lo secuestro y estuvo por violarlo, entonces yo lo rescate, ahora soy como su héroe.
-¿Te pusiste en peligro?
-Ese chico no estaba a mi altura, fue muy fácil vencerlo.
-Esta bien no te vuelvas a ponerte en peligro. - dijo angustiado, aunque no lo que sabía era pata quién iba esa angustia dirigida.
Ambos charlaron hasta que Damien quedó completamente dormido, al ver cuan inofensivo se veía, César quería besarló, esta era una oportunidad muy buena, sería muy tonto si la desperdiciaba, pero aun así no lo
hizo, amaba tanto a Damien que lo único que podía hacer por él era respetarlo en todos los sentidos.
Bajo las escaleras decaído, tal vez si regresaba aun podía hacerlo, aunque sea un beso pequeño.
-¡Muchacho! - Daniel salió de la nada, como si estuviera esperándolo.
- Señor.
-¿Podemos seguir con nuestra discusión?
-Por supuesto.
- Vayamos a mi estudio.
-Adelante.
-Solo tengo esta fotografía. - era la imagen del chico que estaba buscando, solo que no podía dar con él.
César tomó la foto sin importancia, la miró detalladamente, podía ver a un chico en una pose, como si estuviera bailando, junto a él había otro hombre, ambos pegaban sus cuerpos, por más que veía las fotos no podía alejar la atención del otro chico, le parecía bastante familiar, pero su rostro estaba un poco borroso. -¿Una seña en particular?
-Tiene un hermoso lunar debajo de sus labios.
-Con que un lunar, bueno esta bien.
-Gracias por tu ayuda, si necesitas algo, por favor no dudes en llamarme.
Rápidamente llamó a sus contactos más capaces y les cedió la tarea.
Por la mañana se preparó para irse a la preparatoria, ya llevaba dos meses dando clases, comenzaba a hartarse, dar clases no era lo suyo, las maestras lo acosaban, algunas alumnas sin vergüenzas le mandaban cartitas, odiaba todo eso, por supuesto que ya había vivido todo eso, pero era algo muy diferente, esto era una escuela, donde había menores de edad, lo que parecía a las maestras no importarles, llevaban vestidos ajustados y cortos, las alumnas buscaban de alguna manera crecer muy rápido, ellas eran las que se confesaban, ellas eran las que buscaban a los hombres, toda esta experiencia le dejó con muy mal sabor de boca, incluso cuando él estaba en preparatoria todo esto no era tan repulsivo como ahora lo es. Por lo menos el cortejo era diferente y las mujeres no eran tan ofrecidas.
Entró al salón de clases, las niñas rápidamente centraron su atención en él, le mandaban sonrisas avergonzadas y entusiastas, César miro a todos, los estudió con la mirada, todos lo miraban, incluso los
hombres, nunca se había percatado de ello hasta hoy, solo por que uno de ellos no lo hacía y solo se concentraba en su lectura, tal vez por enojo o por impulso fue directamente a él y lo sostuvo de la barbilla para mirarlo a los ojos, para que él lo mirara, sus ojos se encontraron, César se perdió en esos ojos que le resultaron hermosos, miró sus labios y se dio cuenta que eran rosados y hermosos, pero lo que más le sorprendió fue el lunar debajo de sus labios, y viendo su aspecto de arriba abajo se dio cuenta que encajaba perfectamente con la descripción que Daniel le había dado.
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