Los rayos del sol atraviesan los cristales del vivero, Alma se sentó en la banca blanca rodeada de las rosas
amarillas que decoraban aquel lugar, mientras leía una de sus novelas de amor favoritas, "Romeo y Julieta".
Actualmente era una joven universitaria, amaba leer libros en su tiempo libre, aunque no disponía tanto
de el por el trabajo de medio tiempo en una cafetería, su tiempo se dividía entre la universidad de letras y su trabajo que hace más de tres años tuvo que tomar gracias a las deudas de juego de su padre.
Recostó su espalda cómodamente, llevando su larga cabellera color chocolate a uno de sus hombros,
ambas piernas cruzadas eran utilizadas como escritorio para apoyar el hermoso libro de tapa azul, ojeaba las hojas como si fuera la primera vez que las tocara aun cuando había leído esa historia una infinidad de veces.
Su imagen casi celestial, una hermosa mujer rodeada de rosas, un espectáculo que presenció nuevamente el
mayordomo de la casa.
El sonido de alguien golpeando el cristal, detuvieron la lectura casi instantáneamente, para que los ojos
color miel se dirijan a la figura de pie en la entrada de aquel lugar, este llevaba puesto el uniforme negro y guantes blancos característicos del personal de la casa.
-Señorita el Señor ha regresado.
Alma asintió, bajo sus piernas y camino en dirección a la casa, sus pies descalzos pisaban el suave
césped mientras que el vestido blanco se arrastraba delicadamente sobre la superficie del enorme jardín que rodeaba el vivero.
Atravesó la sala y camino hasta el ala oeste de la casa, los pasillos decorados obras de artes y cuadros
de artistas reconocidos adornaban elegantemente el lugar, una vez parada frente a la enorme puerta de madera se dispone a golpear.
El sonido del toque de sus nudillos es casi imperceptible como si no quisiera que quien la espera del otro
lado la escuchara,
-Adelante
Sus intentos fueron en vano, una grabe y masculina voz la invita o quizás la obliga pasar
Atraviesa la puerta con cierto grado de desconfianza, sus ojos solo miran al suelo y sus pies dejan de
moverse una vez que la puerta es cerrada detrás de ella por el mayordomo.
Lion la observo de pies a cabeza sin decir una palabra, camina hasta Alama con las manos en sus bolsillos para detenerse justo frente a ella.
-Sigue siendo tan bella- pensó
Alma levanto la cabeza mostrando sutilmente su disgusto, para encontrase con el hombre siete años
mayor que ella, este llevaba un traje gris, su cara sin ningún tipo de expresión la miraba fijamente, era guapo muy guapo, pero a los ojos de Alma solo era su carcelero.
Como él mismo se hacía llamar su esposo por derecho legal.
El silencio se tornó incomodo, al punto que Alma corrió la mirada. Una sonrisa arrogante apareció en
los labios de Lion que rompió el silencio.
-Creí haberte dicho que deseo que tú me recibas cuando vuelvo a casa-
La otra persona presiono sus labios y tenso su cuerpo al escuchar las palabras que atravesaron sus
oídos.
-Lo siento, no estaba al tanto que hoy volverías temprano, un suspiro acompaño el final de su palabras-
Volviendo su vista al suelo.
Lion busco sus ojos levantando su barbilla, para encontrarse con los brillante ojos color miel que
lo miraban con temor.
-Debes tener poca memoria, fue lo primero que te informe antes de salir esta mañana, su mirada y su tono
arrogante parecían cortar el aire.
-Tan solo lo olvide, respondió intentado alejar su rostro de la mano fría de Lion, pero fue en vano.
-¿O tan solo preferías que no volviera?.
Con la fuerza de su corazón quería afirmar que esto era cierto, pero su razón de supervivencia
prevaleció y ella respondió.
-No, tan solo lo olvide. Formando una mueca.
Alma levanto su mano y tomando de la muñeca de Lion la alejo de su rostro.
-Iré a ver que preparan para la cena, volteo para caminar hacia la puerta, pero la enorme mano tomo uno
de sus brazos forzándola a volteares.
-No hace falta, tan solo ve a lavarte, ponte unos calzados, no sea que enfermes y te vuelvas una
molestia.
Alma solo asintió y salió de la oficina caminando apresuradamente a su habitación. Lion observaba desde
la puerta con una sonrisa en el rostro.
-Indomable como me gusta.
La puerta de la habitación se cerró, Alma camino hasta la cama y se arrojó en las suaves sabanas rosas,
miro el techo, sus ojos se llenaron de lágrimas tan solo tres semanas habían pasado desde que su pesadilla comenzó.
Hasta sus diez años de vida, Alma recuerda tener una vida feliz llena de lujos, rodeada de los dos
grandes amores de su vida su madre y su padre. Pero un trágico accidente se cobró
la vida de su madre y lo destruyo todo.
Su padre Edward Jones comenzó a beber, recorrer bares lo reunió con personas de moral dudosa, tanto así
que su vida se sumergió en apuestas y alcohol.
La vida de ensueños y comodidades de Alma lentamente desapareció, al igual que amigos y familiares
que se alejaron, había perdido todo y tan solo les quedaba una pequeña casa que mantenían con los distintos trabajos de su padre. Este fue despedido de la empresa en la que trabajo por casi 15 años, porque un día fue a trabajar complemente ebrio.
Aun así, Alma era feliz con su padre trataba de ayudarlo, pensaba que la tristeza acumulada en el corazón
de este hombre se debía a la ausencia de su madre y a la culpa que sentía por ser él quien conducía esa trágica noche.
Ella se convenció de que cuando él superara la perdida volvería a ser el hombre que era antes, los años así
transcurriendo, con gran dificultad termino sus estudios secundarios, busco trabajo para cubrir las interminables deudas de juego de su padre, a quien innumerables veces tuvo que buscar de hospitales por estar severamente golpeado o pagar fianzas en las delegaciones policiales, ya que era arrestado por generar
disturbios en los bares a los que concurría.
Siendo una adolescente asumió la responsabilidad de hacerse cargo de un padre alcohólico y las innumerables
deudas de juegos, pero gracias a su dulce personalidad y la caridad de un compañero de estudio consiguió un trabajo como mesera en el turno noche de la cafetería ubicada a pocas cuadras de su hogar, para continuar con sus estudios universitarios.
Alma lejos de ser una joven ambiciosa solo soñaba con una vida tranquila, graduarse, encontrar un
trabajo estable y formar una hermosa familia.
Pero todos sus planes fueron arrojados a la basura exactamente hace tres semanas, cuando volvió a su
casa a alta horas de la noche y vio a su padre en la sala del comedor sentado junto a un hombre elegante que vestía un traje azul marino y zapatos negros que brillaban aún con la tenue luz del lugar, Alma camino hasta ellos y se encontró con los ojos llorosos de su padre, en la mesa una serie de documentos
desparramados y una sonrisa arrogante que le heló la sangre.
- ¿Qué sucede?
Los grandes ojos de la joven se posaron en su padre, no tuvo tiempo de ser cortés y saludar pues entendía
por la fisonomía de estas personas que la situación era compleja.
-Mi bebé, puedo explicarte, entre sollozos Edward quería decir una que otra palabra, pero fue
interrumpido por el extraño junto a él.
-Vengo a cobrar el dinero que me debe, tiene un atraso de seis meses.
- ¡¿Qué?!
Alma tomo los papeles que se encontraban sobre la mesa, los leía sin creer lo que sus ojos veían, innumerables
solicitudes de préstamos, de los cuales ella nunca había visto un centavo.
- ¿Qué hiciste\, papá? Las lágrimas se dieron paso en el rostro aterciopelado de la joven.
-Lo lamento, lo lamento hija, pensé que lo iba a poder pagar, si tan solo me hubiera tocado un golpe de
suerte, pero…
Alma golpeo la mesa. - ¡Una racha con suerte!
El sonido continuo de las palmas del Lion, hizo que estos dos voltearan a mirarlo.
-Mi tiempo vale, quiero mi dinero.
- ¿De cuánto es la deuda?
La voz temblorosa de Alma surgió entre las lágrimas.
-Medio millón-
- ¿Qué pasa si no contamos con ese dinero? La joven interrogaba con temor\, y Edward sostenía su cabeza con
ambas manos sin poder mirar a su hija.
Lion llevo su cuerpo hacia delante apoyo sus codos sobre la mesa y entrelazo sus manos antes de hablar.
-Inicio un procedimiento legal, tu padre es encarcelado… se detuvo observo la casa con una mueca de
satisfacción… y todo esto es mío.
-No por favor, no … Deme más tiempo por favor. Edward se arrojó de la silla y sus rodillas tocaron el suelo
implorando piedad.
- Suficiente\, Lion tomo su teléfono\, pero antes de marcar Alma toco sus manos\, este levanto su mirada para
encontrarse con el bello rostro de la joven que aún dejaba caer lágrimas por
sus mejillas.
- Debe existir otra manera, déjeme arreglarlo, tiene mi palabra, esta no sería la primera vez que la joven de tan solo 22 años se hace cargo de las deudas de su padre.
Sus palabras fueron la declaración más dulce a los oídos del acreedor que la miraba con los ojos
entrecerrados.
-Mm… entonces tú serás mi garantía. Lion observo a la joven de pies a cabeza, levantando una de sus
cejas.
-¡¡No, nunca, mi hija jamás!!- grito Edward que se levantó del suelo enfurecido.
-Bien si así lo quieren, los dedos de Lion marcaban lentamente cada dígito hasta que nuevamente es
detenido por la voz temblorosa de Alma.
- ¿Qué debo hacer?
-¿Qué debo hacer?
-No, Alma, nunca voy a permitir que utilicen a mi hija, el hombre mayor camino hasta la joven y el sujeto de los hombros, pero los ojos de esta estaban fijamente puestos en los ojos verdes de Lion que brillaban como una bestia disfrutando de ver a su presa.
-Casarte. Lion sonrió arrogante .
Alma palideció
-¿Qué? El cuerpo de Edward frente Alma, irrumpe la visión Lion que aún seguía sentado con sus piernas cruzadas.
-
Soy un hombre de negocios, no me aprovecharía de tu joven hija, estoy en edad de casarme, ella no está nada mal, ambos nos beneficiaríamos, pero para ser justo haremos un contrato por cinco años creo que con eso basta. Su voz sonaba tranquila, pero era más aterradora, Lion se levantó camino hasta Alma, los ojos llorosos
de esta se posaron en él sin decir una palabra.
-Sino estás de acuerdo con el plan B podemos volver al plan A. una sonrisa se dejó ver en los labios carnosos de Lion.
-¡Por supuesto que no!!, grito Edward.
Lion volteo a ver al enfurecido padre
-Está bien, acepto. El miedo se apoderó de cada fibra de la joven mujer.
Esas fueron las tres palabras que iniciaron la cadena perpetua de Alma, veinticuatro horas después de firmar papeles frente a un abogado y un juez amigo de Lion la joven mujer se encontraba con sus pocas pertenencias en una enorme casa en las afueras de la ciudad.
Padre e hija solo tuvieron un corto tiempo para despedirse con la promesa de volver a encontrarse con una deuda completamente saldada.
Las reglas eran simples, Alma continuaría con sus estudios, pero no trabajaría en la cafetería, debía cenar con Lion, esperarlo cada vez que él regrese a casa, podría salir, pero previamente avisar al personal donde estaría y tendría un chofer a su completa disposición; para el mundo ellos son una pareja feliz.
El primer día en la mansión Lion la acompaño a una habitación, noto el temor que Alma trataba de ocultar, sin expresión en su rostro se dirigió fríamente- soy tu esposo, pero no voy a obligarte hacer nada que no desees, esta es tu habitación la mía esta al final del pasillo -,al escuchar esas palabras Alma solo pudo asentir e ingresar con sus maletas, cerrando la puerta tras la mirada atenta de Lion.
Los días transcurrieron lentamente por la mañana la Joven era escoltada hasta la universidad y luego un coche elegante la esperaba para su regreso a casa, sus amigos se preguntaban cuando la vida de la joven dio un golpe de suerte tan extremo. Ella solo sonreía, aún no tenía el coraje para explicar su situación, lo que llevo a suposiciones casi fantasiosas, de un hermoso príncipe azul que se enamoró perdidamente de la plebeya que atendía en una cafetería, Alma pensó que esa historia era similar a las que ella leía y dejo que la imaginación de
sus amigos creciera sin poner restricción.
Por la noche Alma se arreglaba con las ropas finas que Lion había elegido y lo esperaba en la sala, la puerta principal se abría y este hombre guapo, pero sin una pizca de emoción caminaba hasta ella y dejaba un beso en su mejilla para más tarde cenar en completo silencio.
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