En medio de una arboleda, un árbol creció abruptamente y su tronco se abrió, escupiendo a algunas personas hacia el exterior.
Shindra: ¡¡¡AAAHHH!!!
La protagonista de esta historia es la primera en salir, una chica de ojos azul zafiro, piel morena, cabello castaño oscuro y en forma de cascada, quien cayó de cara con los brazos estirados sobre el pasto, detrás de ella fueron arrojados su grupo de amigos adolescentes, seis estudiantes que acompañaban a la morena en ese momento. Shin se incorporó escupiendo un poco de pasto que se había adentrado en su boca y volteó para ver cómo la enorme corteza de árbol se hacía estrecho y pequeño hasta llegar a ser un arbusto de un metro de altura, la morena chistó molesta al ver el cambio y vio a los demás levantarse con leves golpes, - esto... no es bueno – pensó la ojiazul. Un chico llamado Mako, de cabello negro y corto, ojos café claros y piel blanca volteó alrededor sobando uno de sus brazos tras haber aterrizado sobre él.
Mako: ¿E-en donde estamos?
Una joven llamada Amei, de larga cabellera negra, ojos negros cenizos y piel clara se quitó algunas hojas de su cabeza y lo cepilló hacia atrás con las manos.
Amei: Ni idea…
Otra mujer llamada Karimen, de ojos miel oscuros, cabello largo, café y con mechones claros revisó primeramente su bolso y entró en pánico.
Karimen: ¡¿Qué haremos ahora?! ¡No tengo mi celular para pedir ayuda!
Su hermana Tafy, de ojos café, cabello largo y ondulado del mismo color de sus ojos también había revisado su bolso sin encontrar su teléfono, se entristeció al pensar que no iban a ser buenas noticias y abrazó el brazo de Mako para sentirse segura en ese lugar. Kenta, un joven de cabello café claro y corto, ojos color paja y piel aperlada se agachó tallándose uno de sus ojos, tomó sus lentes que estaban casi junto a él y se los puso para ver el paisaje, pero vio completamente borroso, - ¡¿ah?! Pero, ¡¿qué…?! – pensó con desagrado, se quitó sus anteojos y, tras parpadear un par de segundos, se dio cuenta de que podía ver claramente sin ellos.
Kenta: No puede ser, ¡puedo ver sin lentes!
Otra chica llamada Fumiko, de largo cabello marrón y ojos negros se sorprendió enormemente.
Fumiko: ¡¿En serio?! ¿Cómo es posible?
Kenta: No lo sé, ¡pero me alegra de ya no utilizarlos!
El joven aventó sus lentes y sonrió satisfecho. Shindra no puso atención a esto, ella estaba perdida en sus pensamientos mientras fijaba su mirada en un camino que estaba frente a ellos.
Shindra: ¿Y si caminamos para conocer el lugar?
Señaló con su dedo el sendero.
Fumiko: ¿A-a dónde iremos? Este lugar es tan extraño…
Shindra: No lo sé … pero es mejor que quedarnos aquí sin hacer nada.
El chico de ojos paja asintió al estar de acuerdo.
Kenta: Bueno, pues andando, ¿no?
Sin más por discutir, todos los jóvenes caminaron hacia un rumbo desconocido. En el trayecto, Mako iba adelante del grupo junto con las hermanas, con las cuales conversaba para matar el tiempo; atrás Shin y Kenta los seguían sin hablar mucho, ya que el ojos paja estaba un poco nervioso al estar junto a ella; al final iban Amei y Fumiko, quienes se conocieron desde el inicio de la escuela media y tenían como amiga en común a la ojiazul, así que platicaban amistosamente sobre experiencias de la vida. Tras andar un buen rato, el lugar comenzó a hacerse extraño para el grupo, notando un silencio incómodo en los alrededores.
Fumiko: Se han dado cuenta que, a pesar de que caminamos bajo el sol, ¿éste no quema?
Amei: ¡Claro! Ya llevamos mucho rato caminando…
Tafy: Eso y el milagro que le sucedió a Kenta, es muy raro.
Mako: Oye, Karimen, tú que has viajado tanto, ¿no te parece familiar el lugar?
La chica de mechones negó con la cabeza.
Karimen: Nunca había visto un lugar como este, ni en mis viajes en bicicleta.
Mientras los demás discutían las rarezas del lugar, Shin volteó hacia un costado, notando una sombra por el rabillo del ojo que se movía rápidamente entre las plantas y los seguía con la vista, - ¿por cuánto tiempo estará siguiéndonos? - pensó. Kenta se dio cuenta de la reacción de la castaña, pero no pudo ver qué era lo que miraba entre los árboles, así que mejor guardó silencio. El tiempo transcurrió hasta que se hizo tarde y aún no encontraban quién los ayudara en ese sitio tan extraño, lo que generó desesperación en el grupo y muchas dudas.
Mako: Ya se está haciendo de noche, hay que buscar un lugar para dormir.
Tafy: Y algo para comer, me muero de hambre…
El ojos café claros asintió y acarició la cabeza de Tafy con una sonrisa, la ojiazul vio ese gesto y se entristeció un poco, recordando que, cuando era novia de Mako, él le hacía esa misma caricia cuando trataba de calmarla.
Karimen: ¿Dónde encontraremos un lugar para pasar la noche? No veo ninguna posada por aquí, o alguna persona, o un carro…
El grupo asintió muy preocupado por no saber qué hacer.
Shindra: ¡Miren!
La ojiazul señaló un arbusto con fruta redonda color rojizo con amarillo.
Shindra: Ahí hay fruta, podemos comerla.
Nadie protestó y comenzaron a tomar lo que podían cargar mientras buscaban refugio. En el camino, Shin vio la corteza de un árbol que tenía una abertura lo suficientemente ancha como para que una persona se adentrara, se asomó y notó que el tronco no tenía copa, lo que dejaba la parte de arriba libre para la luz de la luna, asintió y volteó hacia el grupo.
Shindra: Podemos dormir aquí, se ve menos peor de lo que hay alrededor
Karimen: ¿Ahí? Debes estar bromeando, me ensuciaré mis zapatos.
Shindra: ¿Tienes una mejor idea?
A la chica de mechones no le agradó ese tono de voz y le frunció el ceño a la morena, quien la miró retadoramente.
Shindra: Puedes dormir afuera si así lo prefieres…
Karimen miró el suelo con raíces sobresaliendo del pasto e hizo una mueca de asco.
Karimen: De acuerdo, dormiremos en el árbol cortado…
La noche había caído completamente con una gran luna llena y todos se adentraron a la corteza. El refugio no estaba mal, la base del tronco era amplio con algunas hojas secas, la punta del tronco era estrecho y hueco, lo que dejaba entrar la luz nocturna para alumbrar el interior. El grupo comió un poco de la fruta que habían recolectado para llenar sus estómagos y después de una hora se dispusieron a dormir. Después de un rato, Kenta se despertó, miró hacia todos y los contó, pero se dio cuenta que faltaba alguien del grupo, de seis bultos solo había cinco, alguien había salido. Salió a pies puntillas y encontró a Shin sentada a unos metros del refugio, mirando el cielo, el joven de cabello café se acercó y se sentó a un lado.
Kenta: ¿No puedes dormir?
Shindra: No…
La morena miraba el cielo y las copas de los árboles cercanos, sentía una sensación de familiaridad con la zona sin entender por qué, eso la confundía, la incomodaba y la hacía sentir una loca, Kenta pus sus manos hacia atrás y se recargó un poco.
Kenta: Este lugar es hermoso a simple vista, pero nos da miedo porque no lo conocemos…
Shindra: Sí… la pregunta es ¿cómo fue que llegamos hasta acá? Ni siquiera recuerdo cómo pasamos de un lugar a otro… ¡todo es confuso!
Kenta: Ya veremos qué hacer, tranquila.
La chica asintió ante la única cosa que podían hacer, tener esperanza.
Kenta: Esto te sonará extraño, pero…
La ojiazul lo miró para prestarle atención.
Kenta: Tú sabes dónde estamos, ¿verdad?
Shin se quedó sin habla ante la pregunta de su compañero. Kenta la miró con serenidad esperando una respuesta, Shin no se sentía con la confianza de decirle lo que sentía por el lugar, no quería sonar como una loca para su mejor amigo, así que apretó los labios un poco y sonrió.
Shindra: Eres muy observador, Kenta…
Kenta: Si no me quieres decir está bien, pero recuerda que tarde o temprano los demás también tendrán dudas sobre ti, sobre todo por tu comportamiento.
Shindra: Les diré que fui “scouts” hace tiempo.
El chico soltó una risa leve.
Shindra: ¡Y una muy profesional!
Ambos rieron ante la idea absurda.
Kenta: De acuerdo, será como tu digas.
La ojiazul asintió agradecida y ambos observaron esa noche tranquila y templada, Al día siguiente, el grupo se reunió en círculo dentro del refugio para platicar sobre su situación.
Tafy: ¡Les juro que desee que fuera un mal sueño lo que nos está pasando!
Mako: Mientras estemos juntos no creo que se vuelva más problemático este asunto.
Fumiko: Debemos seguir explorando hasta encontrar a alguien que nos ayude.
Shindra: Si, pero yo creo que si nos quedamos aquí por unos días nos acostumbraremos al lugar y después podremos buscar ayuda.
Karimen: ¡¿Estas loca?! Mientras más rápido encontremos ayuda, mejor, ¿por qué quieres que nos quedemos aquí?
Shindra: Lo sugiero por si nos encontramos con algo peligroso, un animal, un camino engañoso, o si ya no encontramos un refugio antes de que oscurezca.
Kenta: Viéndolo así se me hace lo más lógico.
Amei: A mí también se me hace más seguro el plan de Shin.
Tafy: Yo estoy de acuerdo con Karimen, salir y seguir buscando a alguien o la salida, no me gusta dormir en el suelo.
Tres contra tres, todos miraron a Mako para la decisión definitiva, el ojos café claros se tomó unos momentos para pensarlo, - encontrar a alguien era una idea ambigua, ¿qué tal si no hay nadie y estamos solos en un lugar salvaje? – se preguntó, - el plan de Shin no ayudaría a encontrar una solución más certera, pero no sería nada fácil acoplarse a un estilo de vida de recolección y supervivencia… - dudó. Antes de hablar, el chico sintió la mano de Tafy sobre su brazo y sus ojos mostraban desesperación por parte de ella, él se dejó influenciar por esa mirada y aclaró su garganta.
Mako: Vámonos de aquí.
Shindra: Pero Mako, si lo piensas....
Mako no escuchó y se levantó tomado de la mano de Tafy, sin más por discutir, siguieron buscando como su única prioridad. Afuera el clima era agradable, la brisa delicada y el olor a humedad se podía apreciar. Caminaron por un par de horas y se detuvieron en medio del camino, indecisos por donde ir al notar que nadie estaba cerca ni había rastro de civilización.
Karimen: Bien, nos moveremos hacia allá.
La chica señaló un camino bastante amplio, como una gran calzada.
Karimen: Así alguien nos verá, notará que estamos perdidos y nos ayudará.
Shindra: No creo que sea seguro, estamos muy expuestos…
La morena vio por todas partes y luego señaló un estrecho camino que se perdía entre los árboles.
Shindra: Es mejor por allí, ahí es más fácil encontrar comida y un refugio en caso de que no encontremos auxilio.
Tafy: Nos perderemos y nadie nos va a ver.
Kenta: Nosotros seguimos su plan de seguir buscando ayuda, al menos déjenos elegir hacia dónde ir.
Karimen: ¡No! Ayer seguimos las indicaciones de Shin y sólo obtuvimos un refugio mal oliente y unas frutas, así que vamos hacia este camino y sigamos el plan.
-Agh… se ve que viajó a todo lujo por el mundo… - pensó la ojiazul haciendo una mueca. Resignados, los jóvenes caminaron por la calzada, Shin se puso hasta atrás del grupo mientras miraba sospechosamente entre los árboles, con la sensación de que alguien los estaba espiando y no para ayudarlos, sino para estudiarlos. Después de un largo rato caminando, el sexto sentido de la ojiazul aún no había desaparecido, su mirada hacia la verde arboleda lo confirmaba, - sólo nos observa, pero no puedo ver de quién se trata… - pensó.
Fumiko: Es extraño, no hay ninguna nube en el cielo…
Amei: Tienes razón, ni ayer hubo una…
Shin frunció un poco el ceño al notar que una sombra se movía de árbol a árbol, - ¿qué está esperando? Somos presa fácil, ¿por qué no se acerca? – pensó, luego sintió una casi imperceptible vibración en el suelo, se detuvo y bajó su cabeza para observar unas pequeñas rocas para ver si se movían o no.
Fumiko: ¡Shin! No te quedes atrás, ¡vamos!
Karimen: Si no quiere caminar, dejemos que se divierta sola.
Kenta: No debemos separarnos, ¡oye, Shin, andando!
La morena siguió observando las rocas, dio un paso hacia adelante y pudo notar cómo estas saltaban nuevamente, pero con más intensidad.
Karimen: ¡Ay, al diablo con ella!
Mientras ella, su hermana y Mako continuaron caminando de manera normal, los otros tres redujeron el paso para que Shin pudiera alcanzarlos. La ojiazul notó que las rocas volvieron a moverse y esto la alarmó, - oh-oh… - pensó y corrió hacia el grupo.
Shindra: ¡Esperen!
Los caminantes pararon y todos la vieron con extrañeza.
Amei: ¿Qué pasa, Shin?
Shindra: A-algo se acerca...
Kenta miró alrededor pero no vio nada, ni una rama moverse, ni un sonido fuera de lugar.
Karimen: ¡No digas tonterías! No hay nadie, si no quieres venir, no pongas tus locuras como pretexto y vete.
Shindra la ignoró concentrándose en la vibración leve que ella podía sentir en sus pies, Tafy arqueó una ceja y se acercó a la morena.
Tafy: ¡Oye! ¡Hay que seguir caminando!
De pronto, un olor a metal oxidado y huevo podrido penetró la nariz de la ojiazul, quien tapó su nariz de inmediato.
Shindra: ¿Huelen eso?
Karimen: No olemos nada, ¿qué pasa contigo?
La cabellos con mechones sacó un frasco de perfume para mostrárselo.
Karimen: Tengo perfume, de seguro eres tú la que apestas…
De repente se escuchó el estruendo de unas pisadas que cada vez se hacían más fuertes, las rocas del sendero comenzaron a temblar con más intensidad y, a lo lejos, se vio como algo chocaba contra un árbol y lo tiraba con facilidad.
Mako: ¿Qué fue eso?
Shindra: D-debemos irnos…
Nadie se movió en un principio, observando hacia la dirección donde cayó el árbol, hasta que, a unos cincuenta metros de distancia, vieron una especie de animal enorme de color negro con una gran nariz y patas en forma de manos humanas con garras, el olor a óxido con putrefacción les llegó a todos de repente y la criatura lanzó un aullido intenso mientras babea y saca su lengua larga y cilíndrica.
Mako: ¿Q-qué es eso?
Karimen: ¡Huele horrible!
La bestia volvió a chillar más fuerte e hizo que los humanos se taparan los oídos.
Kenta: ¡Rayos! Mis oídos…
Shindra: ¡Hay que largarnos!
Fumiko: ¡A correr!
Todos huyeron despavoridos y la criatura se lanzó tras ellos.
Con el movimiento de carrera que hicieron los jóvenes, el animal volvió a chillar como si fuera un cerdo en matadero, gemía y se movía rápidamente, su cabeza siempre estaba baja con su nariz muy pegado al suelo, rastreando a la presa.
Kenta: ¡¿Qué hacemos?! ¡Nos va a alcanzar!
Tafy: ¿Y-y si nos separamos…?
Shindra: ¡No! ¡Vayamos todos hacia el bosque para perderlo!
Karimen: ¡¿Qué?! ¡No podremos correr en la selva!
Shindra: ¡Cállate y sigue el plan!
Todos asintieron y giraron hacia la izquierda, tratando de camuflajearse entre la arboleda, continuaron corriendo lo más rápido que pudieron, pero nomas la criatura dio la vuelta y empezó a tumbar árboles en su camino.
Shindra: ¡Mierda! Parece búfalo.
Tafy: ¡Nos va a matar!
Shindra: ¡Sigan corriendo y no miren atrás!
-¡Cielos! – pensó Amei, - no quiero morir aplastada… - rogó casi al punto del llanto.
Kenta: ¿A-alguien… tiene una idea…?
Shindra: Déjenme pensar...
Karimen: ¡Piensa rápido, me estoy cansando!
-¡¿Y te dices ser fitnes?! – se quejó la ojiazul, Shin repasó en su mente las características físicas de la bestia, volteó para ver cómo se movía la bestia al correr y volvió a mirar a sus amigos, quienes lucían asustados y cansados, - debo apartarlos del camino… - pensó, Fumiko se tropezó, pero continuó corriendo con una gran capa de tierra en su tenis - ¡lo tengo! – sonrió y rogó por qué sirviera su idea.
Shindra: Cuando les diga cambiaremos el rumbo hacia la derecha y sigan corriendo sin importar nada, ¡no se desvíen para estar todos juntos!
Kenta observó sorprendido a Shin mientras daba la indicación y asintió.
Shindra: ¿De acuerdo? ¡¿Todos listos?!
Todos: ¡Si!
Shindra alcanzó a Karimen y le codeó el brazo.
Shindra: ¡Dame tu perfume!
Karimen: ¡No! ¡Es mi perfume y es carísimo!
Shindra: ¡¡Que me lo entregues, con un demonio!!
La ojiazul le arrebató el objeto de las manos y bajó la velocidad para quedar nuevamente atrás del grupo.
Shindra: ¡¿Listos?! ... A la derecha, ¡ahora!
Como caballitos todos fueron hacia la derecha menos Shin, Kenta se dio cuenta, pero siguió con las instrucciones - ¿qué va a hacer? - pensó preocupado. Ella sólo corrió unos metros más para tomar con vuelo una liana que colgaba de un inmenso árbol y se abalanzó cual columpio para luego regresar y poder aterrizar en el lomo de la criatura quien estaba por girar torpemente a la derecha. Los demás seguían corriendo hasta que Tafy cayó en un agujero escondido entre hojas caídas.
Karimen: ¡Tafy!
Mako: ¡Oh, no!
Segundos después Karimen también cayó a otro hoyo, los demás se asustaron y, antes de desviarse, los cuatro restantes cayeron al mismo tiempo, deslizándose por un túnel subterráneo que los hizo aterrizar hasta el tronco de un árbol; éste, a diferencia del refugio anterior, tenía flores rosas que soltaban una especie de miel rojiza desde su estigma roja que olía a cereza. Los chicos se levantaron pesadamente con ligeros golpes en brazos y piernas.
Mako: ¿Están todos bien?
Amei: S-sí…
Fumiko: ¡¿Dónde está Shin?! ¡Hay que volver por ella...!
Kenta: ¡No! Ella nos dio tiempo para escapar, debemos confiar…
Por otra parte, Shin cabalgaba encima de la criatura, quien pronto se dio cuenta que había un intruso en su lomo, frenó de golpe y, con su lengua, trató de alcanzar a la joven, - usa su lengua para captar a los demás… - pensó la chica, - seguramente es ciego y se guía por el olfato… - después vio venir un lengüetazo y lo esquivó por los pelos, la bestia atacó de nuevo y logró lastimar una de las piernas a la ojiazul - ¡eso es! – una idea se le ocurrió, entonces comenzó a brincar y a correr sobre la columna viscosa del animal y, casi llegando a la cola, el monstruo logró atraparla de su pierna lastimada y la elevó, mientras la ojiazul se quitó su suéter delgado color gris, destapó el perfume con los dientes y mojó su prenda con ello, la hizo bolita y esperó. La criatura la alzó más y la arrojó en dirección a su boca, la castaña lanzó con todas sus fuerzas la ropa perfumada y logró encestar en uno de los orificios de la nariz del monstruo.
La criatura, al oler el perfume tan intenso dentro de su cuerpo, chilló con fuerza y sacudió su cabeza, evitando comerse a la humana. Shin se incorporó y se sostuvo del animal, pero al tener esa capa húmeda en su oscuro cuerpo, ella resbaló y cayó a tierra, se levantó como pudo y corrió, al dar varias zancadas cayó en un hoyo que la deslizó por un túnel y terminó siendo lanzada en el refugio donde estaban sus camaradas, dio varias volteretas hasta estrellarse en el fondo del árbol. De inmediato aparecieron las garras de la bestia tratando de alcanzar a la joven, pero sólo llegó a desgarrar un poco su blusa, se escuchó un chillido de dolor y la criatura se desvaneció, convirtiéndose en arena negra. Todos estaban asustados, sobre todo la castaña, quien estuvo a punto de ser devorada.
Amei: ¿L-lo mataste…?
Shin asintió aún agitada por el susto.
Tafy: ¡¿Cómo se te ocurrió?!
Shindra mostró el frasco vacío de perfume y lo arrojó hacia los pies de Karimen.
Shindra: Era un rastreador… para eso quería el perfume…
Karimen: ¡¿No pudiste sólo rociarle un poco?! ¡Te lo acabaste!
Amei, Shin y Fumiko la vieron con desagrado, - ¡¿es en serio?! – pensaron las tres.
Kenta: Gracias por salvarnos…
La ojiazul asintió, alzó el pulgar y se dejó caer en la tierra; Kenta observó a Shin, quien se veía herida arriba del tobillo, su falda negra de doble forro estaba llena de residuos de hojas secas, su blusa blanca de tirantes estaba un poco sucia, su cabello enmarañado y su respiración incontrolada, todo dejaba ver que había sido una lucha por sobrevivir, - se ve que casi no la cuenta… - pensó el ojos paja.
Mako: ¿Le rociaste perfume para matarlo?
Shindra: Descargué todo el contenido en mi suéter y luego se lo aventé a la nariz.
Karimen tomó el frasco del piso y lo guardó en su bolso. Tafy se recargó en el hombro de Mako para descansar, Amei y Fumiko estiraron las piernas y alzaron la cabeza para lanzar un suspiro, Karimen se recargó sobre una gran raíz y cruzó los brazos, Kenta se acercó a Shin y le sonrió, dándole una palmada en el hombro. Después de un largo día, el grupo prefiere quedarse en ese refugio para pasar la noche. A la mañana siguiente todos se vuelven a reunir para ponerse de acuerdo sobre lo siguiente que harán
Kenta: Bueno, ya vimos que, si hay animales salvajes afuera y que, si no tenemos cuidado, no creo que la libremos la próxima vez.
Amei: ¡Por suerte Shin nos salvó a todos!
La pelinegra abrazó a su amiga del cuello.
Fumiko: Lo siento chicos, el salir fue una mala idea.
Karimen: Por lo pronto este lugar me gusta más que el anterior, huele a cerezas.
Mako: Tomaremos el plan de Shin, nos quedaremos unos días aquí y recolectaremos comida.
Shindra: De acuerdo, todos cooperaremos para que no sea tan pesado el trabajo.
Karimen: ¿Es necesario recolectar?
Fumiko: Pues, si no te quieres morir de hambre, ¡sí!
Shindra: Entonces, hoy empieza nuestra vida recolectora, así que, ¡andando!
Kenta: No se alejen mucho, nos veremos aquí en una hora.
Todos salieron y se dividieron para encontrar comida. Las hermanas y Mako fueron juntos en busca de frutas similares a las que habían comido antes. Amei y Fumiko se encargaron de encontrar agua. Kenta y Shindra fueron a explorar para ver si había otra cosa para comer. Tras unos minutos de caminar y haberse alejado de los demás, el cabellos café puso sus manos en la espalda y miró a la ojiazul.
Kenta: Y dime, ¿cómo supiste que el perfume mataría a esa cosa de ayer?
Shindra: Por su enorme nariz, y porque carecía de ojos. El olfato era su fuerte, pero sólo quería atarantarlo para que nos dejara en paz, no creí que eso lo mataría.
Kenta: Nos salvaste a todos, sin ti no la hubiéramos contado…
Shindra le sonrió, luego vio a lo lejos un árbol grande que tenía unos frutos negros con flores amarillas. Ambos chicos se acercaron al árbol, notando que estaba repleto de esa fruta ovalada.
Shindra: ¡Mira! Podemos comer de esos.
Kenta: ¿Son comestibles? Su color tan brillante me hace dudarlo.
Shindra: Eso déjalo para los animales.
Kenta: De acuerdo…
Shindra: Las frutas de tono mate son las que no deberíamos comer, nos enfermarían.
Kenta: Allá hay más árboles como éste.
El chico señaló hacia la derecha, esa parte de la selva se veía negruzco por los frutos, también colgaban enredaderas de los mismos y las flores amarillas olían a vainilla dulce. Ambos se separaron para escalar y bajar la comida; Shindra subió sin problema, pero Kenta no podía, así que se alejó un poco más y trepó a uno que estaba más pequeño.
Shindra: Uno, dos, tres...
La chica tomaba varias frutas y las dejaba caer para después ir por ellas, cuando tiró la quinta bola negra, pudo ver la silueta de una persona que estaba en el árbol vecino, observándola, ella se acercó como pudo, pasándose de una rama a otra con un salto, pero la silueta ya no estaba, - ¡¿ah?! - se preocupó, no por perder al individuo, sino que estaba segura de que alguien la vigilaba a ella, sólo a ella, - ¡¿quién rayos es…?! -.
Kenta: ¡Shin! ¡Mira, pude agarrar un montón!
El grito de su amigo la sacó de sus pensamientos y miró abajo.
Shindra: ¡Ahora bajo!
- ¿Qué carajos querrá? – pensó volviendo a ver el árbol vecino. Con cuidado bajó y recogió la fruta que había tirado.
Kenta: Hay que volver, los demás ya nos estarán esperando.
Caminaron hacia el refugio y Shin volteó para ver si lograba vislumbrar al sujeto, pero no. Al llegar, sus compañeros habían traído más frutas y agua, suficiente para pasar la noche. Al oscurecer, la luz de la luna les volvió a permitir iluminar un poco donde iban a dormir, esa corteza tenía pequeños agujeros en la parte de arriba, lo que permitía ser alumbrado y no depender de una fogata. Muy entrada la noche, la ojiazul no podía dormir por pensar demasiado, su preocupación era grande, los nervios de no saber qué hacer para proteger a sus compañeros le comían el sueño; para despejarse decidió salir a tomar el aire. Esta vez caminó un poco, se adentró a la selva hasta llegar al río donde Amei y Fumiko consiguieron agua, metió sus manos y se mojó la cara, uso su blusa para secarse y, arrodillada, contempló la luna, - bueno, al menos esta luna es grande y hermosa… - se consoló la morena, al bajar la mirada hacia el agua pudo ver que se formaba un reflejo extra, cerró sus ojos y suspiró con una ligera risa.
Shindra: ¿Tampoco puedes dormir, Kenta?
Al no tener respuesta, la chica volvió a abrir los ojos y se fijó bien, pensó que era su amigo, quien tenía la costumbre de seguirla, pero cuando el agua dejó de moverse se dio cuenta que era otra persona.
…: Hola, Shin...
Ella se sorprendió, - ¡oh, mierda! – sin voltear se levantó deprisa y corrió, el intruso la siguió y, con un rápido movimiento, la tomó del brazo, la tiró de espaldas hacia el suelo y con su brazo sobre su cuello la inmovilizó.
…: ¡Que gusto volver a verte!
Shindra lo miró con extrañeza, no podía creer que él supiera su nombre, jamás lo había visto antes.
Shindra: ¿Quién eres tú y qué es lo que quieres?
El tipo se asombró ante tal pregunta, ella no lo recordaba, eso le molestó un poco, pero después de pensarlo decidió que podría sacar ventaja de su amnesia.
Natku: Me presento; mi nombre es Natku y te he estado vigilando desde que llegaste aquí junto a tu grupo.
Shindra: Ajá… ¿Qué quieres?
Natku: Aún no puedo decirte, pero te adelanto…
El chico verde se puso encima de ella tomando sus muñecas y las inmovilizó a la altura de su cabeza.
Natku: Cuando llegaron aquí yo estaba muy cerca, mi tarea es vigilar este inmenso lugar y cualquier cosa que pase, tengo el deber de recopilar información. Al verlos me sorprendí, pues los humanos no son permitidos aquí, son como un virus amenazante; iba a matarlos hasta que te vi a ti, analizando y llevándote a tu grupo por el camino más seguro. Me resultó sospechoso que un simple mortal haya sabido por donde caminar, que comer y, sobre todo, como encontrar un perfecto refugio.
Shindra lo miraba fijamente mientras él hablaba, los ojos color zafiro de ella se posaban en los ojos color verde del joven, su cabello color hoja hacia juego con su mirada y, con los rayos lunares de la noche, hacia que su mirada brillara, como pasto con brillantes rocíos de agua, - es guapo… - pensó la chica.
Natku: Además, esa forma de deshacerte de un Jalenko negro me impresionó
Shindra: Un ¿qué?
Natku: Un Jalenko, criatura de sombras y subterráneo.
- ¿Se refiere a la bestia que nos persiguió? - pensó ella. El peso de Natku lastimaba sus muñecas, así que trato de zafarse, pero él los tomó con más fuerza y los movió hacia los costados para tomarlos con más firmeza.
Natku: No eres una mortal común, tienes algo especial que te hace única, que te separa del resto...
Shindra: No sé a qué te refieres.
Él le sonrió de oreja a oreja, mostrándole unos dientes blancos y unos pequeños colmillos afilados, acercó su mirada a escasos centímetros de ella, poniéndola muy nerviosa y asustada, esos ojos verdes penetrantes le decían que hablaba muy enserio.
Natku: ¿No se te hace extraño que sepas cómo sobrevivir a un lugar desconocido para humanos?
Shindra: ¿Humanos? Q-quieres decir que… ¿tú no eres humano?
El verde se rio levemente.
Natku: No.
La morena se incomodó y, al mismo tiempo, se asustó.
Shindra: Tú sabes qué es este lugar, ¿verdad? ¡Dime todo lo que sepas!
El chico sonrió, miró hacia varios lados para asegurarse de que ningún compañero de la morena estuviera cerca.
Natku: Es una larga historia, no tengo tiempo para contarte a detalle qué lugar es este…
-Ah, genial… - pensó la mujer, - no tiene tiempo para contarme, pero sí para venir y lastimarme… -.
Natku: Pero algún día te contaré todo con detalle.
El ojos verdes apretó un poco las muñecas de la chica y sonrió divertido.
Natku: Tarde o temprano vendré por ti.
Eso la asustó muchísimo y, de un parpadeo, él desapareció, - ¿qué fue eso? – se enderezó y empezó a tranquilizarse, sobó sus muñecas y se dio cuenta que su falda estaba levantada hasta la mitad de su muslo, - pero ¡¿qué...?! - se alteró, no supo en qué momento Natku lo había hecho, pero le dio un horrible escalofrío recorriendo su espalda. Por unos minutos Shin se quedó pensando en lo que le había dicho ese loco, también lo analizó físicamente y notó que era alto, con ropa extraña y guapo, - Natku, ¿eh? – se dijo, se levantó y caminó de regreso al refugio.
En el camino, Shin concluyó que ese chico se convertiría en una amenaza para el grupo, no sabía cómo empezar a platicarles a sus compañeros la visita que tuvo con el hombre verde, así que optó por guardar silencio para tener tiempo de pensar en la manera de decírselos. Pasaron varios días, el trabajo de los jóvenes era monótono: recolectar, acumular agua, dar paseos cortos para saber dónde ubicar la comida; el refugio lo acondicionaron según sus necesidades, como un gran tronco para sentarse, hojas anchas y grandes para dormir, cáscaras duras de frutos para beber agua y tejidos de ramas con enredaderas para poder acomodar la comida. Con el tiempo, los chicos se acostumbraron a ese estilo de vida, pero les faltaba una cosa…
Tafy: ¡¡¡Necesito una ducha!!!
Kenta: Todos lo necesitamos, no apestamos como debería ser, pero nadie nos puede quitar la costumbre de la higiene.
Tafy: ¡Mira mi cabello! Está seboso, sin brillo...
Karimen: Y nuestra ropa está muy sucia, y mis pobres zapatos...
Tafy estaba histérica y su hermana se hundía en la depresión por unos zapatos negros de gamuza que se habían rasgado por no tener la costumbre de caminar en terreno inestable.
Mako: Tranquilas, hoy buscaremos donde poder bañarnos.
Amei: Fumiko y yo caminamos por la orilla del río ayer para ver hasta donde llegaba y encontramos una cascada.
Tafy y Karimen: ¡¿Una cascada?!
Fumiko: Sí, y detrás de la cascada había unas aguas termales, que raro, ¿no?
Shindra: Todo este lugar es raro…
Tafy: ¿Podemos ir a ver? ¡Por favor!
Mako: Sí, claro. Solo espero que no nos salga otro monstruo horrible que quiera comernos…
Más tarde, el grupo caminó hasta el río y siguieron contra marea para ir a la cascada. En el camino, las hermanas platicaban emocionadas de cómo se harían un "spa" improvisado, - ¿y cómo le harán si ni jabón tenemos? - pensó Amei quién escuchaba la conversación desde atrás, Fumiko la alcanzó dándole una palmada en su hombro y comenzaron a platicar. Kenta y Mako llevaban algo de provisiones para pasar la tarde en las aguas termales, mientras la morena iba perdida en sus pensamientos por la visita del chico verde días atrás.
Kenta: Hay que lavar nuestra ropa, no tenemos un cambio provisional para usar.
Mako: ¿Hay algún muro para bañarnos separados o tomaremos turnos?
Fumiko: Una gran roca divide el manantial, así que, ¡sí!, por un lado, ustedes y en el otro estaremos nosotras.
Tafy: ¡Ya quiero llegar!
Karimen: ¡Y quedarnos un buen rato!!
Por otra parte, Shindra miraba constantemente atrás de ellos, sabía que ese extraño, Natku, los seguía desde cierta distancia, al mismo tiempo sentía que este paseo le daría una mala noticia, como si algo malo le fuera a pasar a ella, sacudió su cabeza y decidió olvidarlo, hacía días que no se relajaba y pensamientos equívocos no le arruinaría el día.
Amei: ¡Ahí es!
Anunció Amei sacando de sus pensamientos a la castaña, la cascada era enorme y el ruido de las aguas cayendo era resonante, Fumiko hizo las señas para seguirla y caminaron detrás del agua que caía, con mucho cuidado porque el suelo era rocoso y resbaloso. En fila india y recargados sobre la pared, pudieron entrar en ese agujero grande donde estaban las aguas termales.
Tafy: ¡Miren que maravilla de lugar!
Karimen: ¡Qué delicia! ¡Al fin podremos asearnos!
El acceso era de forma semicircular, piso, muro y techo eran de roca verdosa con algunas hierbas creciendo entre ellas, al final del pasillo se habría un gran espacio donde estaba el gran estanque de aguas termales y en el centro una gran roca de piedra mármol negra con vetas blancas y brillantes. Se acercaron hacia allá y Shin metió su mano en las aguas para hacer un gesto de gusto, el agua estaba perfecta.
Shindra: Encontraron un lugar de ensueño, chicas.
Fumiko: Bueno, ¡a bañarnos!
Los chicos se instalaron a la derecha y las chicas a la izquierda. Ellas amarraron su cabello en coletas, se desnudaron y entraron al agua, sus ropas las dejaron bien dobladas y apartadas de las orillas. Los chicos solo aventaron sus prendas y dieron un salto hacia el agua.
Amei: Ah... Esto es la gloria.
Karimen: Vendremos aquí seguido, nuestras pieles necesitan estar bien hidratadas y limpias, libres de poros obstruidos.
Tafy: ¿Creen que por aquí haya alguna planta medicinal para hacer mascarillas?
Fumiko: Pues yo vi barro en toda la selva…
Amei soltó una ligera risa, luego volteó y vio a la ojiazul sentada en la orilla.
Amei: Shin, entra al agua, está deliciosa.
A la morena le daba un poco de vergüenza entrar y estar tan cercas de las demás, era la primera vez que estaba en unas aguas termales y no sabía cómo actuar.
Shindra: ¿El agua es profunda? No sé nadar muy bien.
Fumiko: No, puedes pararte sin que el agua llegue a tu cuello. ¡Anda, sin pena!
Shin entró con su cabello suelto que le cubría parte de su espalda, caminó hasta la roca y se recargó en ella. Pasó el rato y las chicas platicaban de consejos de belleza, tema en que no se metía Shin, solo escuchaba. Los hombres chapoteaban y jugaban entre ellos, incluso se les ocurrió algo travieso por hacer, Amei miró a la castaña y la vio bastante sonrojada, con los ojos casi cerrándose.
Amei: Shin, ¿te sientes bien?
Shindra: Estoy acalorada, no acostumbro a bañarme con agua caliente, así que voy a salir y los espero afuera.
Caminó y salió del agua, tomó su cabello y lo llevó adelante para quitar el exceso de agua.
Karimen: ¡Oh, por Dios! Jamás creí que te atrevieras a tatuarte, Shin, siempre pensé que eras muy cobarde para eso.
Shindra: ¿Qué?
Volteó a verlas con asombro, ella jamás se tatuaría en ninguna parte de su cuerpo, eso lo decidió cuando vio un video en cámara lenta de cómo era el proceso del tatuaje.
Shindra: ¿De qué hablas? Yo no tengo un tatuaje.
Tafy: ¡Claro que sí! Lo estamos viendo, ¿verdad chicas?
Fumiko: Es en serio, tienes un tatuaje en el centro de tu espalda, parece una flor que está perdiendo sus pétalos.
Kenta: ¡¿De verdad?! ¡Queremos ver!
Ellas subieron la mirada y se dieron cuenta que los chicos se han subido a la roca sólo para espiarlas y ellas se molestaron muchísimo, los bajaron como pudieron y entre las cuatro empezaron a golpearlos hasta dejarlos casi inconscientes en el piso.
Shindra: ¿No se les pasó un poco la mano? Se ven algo… muertos…
Fumiko: ¡Eso se ganan por idiotas! Todos los hombres son iguales.
De camino hacia el refugio, Tafy y Karimen llevaban de los cabellos a Mako y a Kenta, respectivamente. Nadie habló durante el trayecto, estaban muy molestas con los chicos y Shin se notaba angustiada sobre lo que había descubierto, un tatuaje en su espalda que jamás se había hecho. Al llegar al refugio, las hermanas lanzaron al par de pervertidos hacia el suelo, les aventaron sus ropas y los dejaron dormir en un rincón como castigo. En la noche, mientras todos dormían, la ojiazul salió a dar un paseo para despejarse, recordó que Amei le dibujó sobre la tierra el dibujo que llevaba impreso sobre su piel, era hermoso y que era de color negro, incluso se quitó la blusa para verificarlo ante ella, pero Amei le dijo que no se notaba mucho, ahora se veía gris claro, - de seguro ya no está… - pensó la joven tocándose la espalda, aliviada.
Se sentó en las raíces de un árbol y miró el panorama, el lugar era diferente a los parques de su cuidad o a los lugares exóticos que había visto por televisión, el estar ahí la hacía sentir inquieta y preocupada, - ¿alguien ya se habrá dado cuenta de que no estamos con el grupo de la escuela? – pensó la morena, se estiró, se le escapó un suspiro y dejó caer su cuerpo en el árbol. Al cabo de unos minutos, sus ojos se volvieron débiles hasta que los cerró por completo, dejando escapar una lagrima que rodó en su mejilla, una mano detuvo la gota tomando su mentón y ella abrió un poco los ojos.
Natku: Hola, Shin...
Nuevamente apareció el extraño, quien le dijo lo anterior en voz baja y con tono seductor. Ella se alarmó y vio unos ojos verdes brillantes y una sonrisa maliciosa, trató de aventarlo, pero unas lianas tomaron sus brazos y la aferraron al tronco, él posó su mano en la cintura de la joven y la besó.
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