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El Omega Del Sultán

Una huella para el imperio

El Sol se alzaba en el imperio, dando luz a un seco verano. Una calurosa estación, que convertiría la vida de Malih en un infierno. Siendo dado como concubino al sultán. Debido a la ejecución de su padre, y al no haber más alphas entre sus familiares fue dado al harén, a cambio de la protección del resto de su familia.

Malih era diferente a los prisioneros de guerra, que venían contra viento y marea como premio para el sultán, él había sido educado desde su nacimiento, se destacaba por su intelecto y su gran talento para las artes. Por supuesto, la idea de ser un regalo para el harén sonará absurda teniendo en cuenta lo anterior, pero aquel lugar te daba grandes ventajas, y al mismo tiempo aguarda grandes peligros.

Llegó bien vestido al palacio, como las princesas y príncipes que habían llegado junto a él. Esperando a la madre del Sultán que los seleccionaria por su belleza. Les revisaba rápidamente el rostro diferenciando entre los mejores rasgos. Los que fueran escogidos tendrían la suerte de obtener unos mejores aposentos.

—¿Eres eslavo?— Preguntó al ver los cabellos y ojos claros de Malih.

—No lo soy, sultana, mi madre lo era—Respondió, mirando fríamente a la sultana. Y es que él odiaba la idea de ir a ese lugar, en primer lugar ni siquiera había querido casarce cuando obtuvo la oportunidad, y ser elegido por el sultán era un pensamiento detestable. Esperaba pasar desapercibido en el harén y después de 9 años ser liberado de algún modo.

La sultana lo hizo a un lado, junto a los otros tres que había escogido. Los cuatro fueron llevados a los baños para ser examinados de pies a cabezas, buscando alguna anomalía. Comprobaban su virginidad (Solo los vírgenes podían ser parte del harén). Y una vez arreglados los dirigían a sus habitaciones.

Malih compartiría habitación con Samir, uno de los omegas más privilegiados, debido a que fue traído por alguien de alto rango al harén. El moreno no había tenido que compartir recámara hasta ahora, por lo que se vió curioso por su nuevo compañero.

—¿Eres un príncipe extranjero?—

—No lo soy— No estaba de ánimos de ser sociable, por lo que no habló más y simplemente se acostó para ir a dormir.

Se despertaban temprano para ir a comer, y eran instruidos sabiamente, también se les implementaban materiales para bordar, además de practicar las artes musicales.

Aquel día el sultán se hayaba trabajando en sus estrategias de guerra, como era usual en aquel frío hombre. En su cabeza solo existía el cruel derramiento de sangre. Apenas y tenía interés en su harén, o en las recomendaciones de su madre. Sin embargo, su servidor Khalil hacia de las suyas para buscarle a alguien que compartiera la cama del sultán.

—Buenos días, sultán— Saludó Khalil.

—Khalil, justo a tiempo. ¿Revisaste...?—

—Disculpe, su majestad, temo interrumpir su trabajo, pero en mi opinión necesita tomar un descanso. Hace tiempo que no llama a alguien del harén...—

—¿Llamar? ¿En qué momento yo he llamado a alguien? Si no me equivoco, tú eres quien organiza mis noches, tú eliges a mi acompañante, Khalil— Resumió con molestia.

—Como sultán es necesario un heredero, un hijo es una de las grandes fortunas de Alá, un buen augurio. Usted ama las batallas... ¿No le gustaría obtener la gran bendición de Alá?— El sultán soltó el lápiz de carbón pensando.

—¿Y bien? ¿A quién me ofrecerás esta vez?— Se levantó de su asiento esperando respuesta.

—Puedo ver que no ha estado satisfecho con mis elecciones. ¿Por qué no hacer un baile?—

—Preparenlo, por primera vez pensaré seriamente sobre este asunto... No me decepciones— Su sirviente sonrió y se retiró.

Los concubinos venían de su última clase cuando le dieron la noticia de que bailarían más tarde para el sultán.

—¿Bailar para el sultán?— Preguntó Malih.

—¡Sí! Tal vez escoga a alguien para está noche— Dijo una de las omegas.

—¡Ja! Imposible... El sultán nunca elige. Solo si le caes bien a Khalil podrás obtener una noche con el sultán— Intervino Samir alejando a las omegas.

—Disculpa, anoche no estaba de ánimos para hablar, y no tuve la oportunidad de presentarme— Le habló Malih.

—No te preocupes, mi nombre es Samir ¿Y el tuyo?—

—Me llamo Malih— Hizo una inclinación con la cabeza.

—Malih, de bello rostro... Apuesto que incluso cuando naciste tenías una hermosa cara— Hizo sonreír al rubio.

—Mi padre solía decir que era el más hermoso del imperio— Susurró riéndose.

—Que no te escuche la sultana— Murmuró evocando una risita.

—¡Basta de charla! ¡Coloquense en fila!— Ordenó el Agha. —A ver... Mírenme bien— Observó el beta a cada uno de los omegas. —Amira— Nombró. —Inhad... Tú y tú— Apuntó corriendolos a un lado. —Mhm, tú también y tú— Terminó de dividir. —A los que nombré vayan a los baños ahora mismo, participarán en el espectáculo del sultán— Algunos chillaron y alegraron. —¿Qué esperan? ¡Ya, ya!—

Entre los participantes estaba Malih, quien llevó sus cosas a los baños tranquilamente. A él no le interesaba ser un favorito del sultán, en verdad prefería no ser parte de lo que significaba los herederos y las peleas entre concubinos.

Y sin darse cuenta ya estaba vestido y yendo en camino para bailar enfrente del gran sultán.

Al igual que el sultán estaba de camino para apreciar el acto. —Disfrútelo, su majestad— Hizo una reverencia. —Recuerde, si alguno le interesa tan solo tiré su pañuelo violeta— Animó Khalil.

—No quiero hacerlo— El gran sultán se veía intimidado por el harén, por supuesto ya había compartido cama con algunos concubinos, pero solo lo hacía por la tradición. —¿Por qué tengo que darme el lujo de escoger a alguno?—

—Sultán, no se preocupe, es un gran honor ser escogido por usted, no importa a quién le tire su pañuelo, todos querrán matarse para tomarlo— El más poderoso suspiró desganado. —Tiene a un montón de hermosos omegas a su merced, son todos suyos—

—La belleza no lo es todo... ¿Recuerdas a ese chiquillo que me presentaste? ¡Tan solo unas cuantas noches y ya se creía sultana! Amira por lo menos se quedaba callada y no ocasionaba problemas, pero es solo eso, una obediente concubina— Difamó.

—Hay muchos más omegas, con diferentes personalidades, su señoría, tal vez alguien llame su atención... No puede continuar sin obtener un heredero y una sultana, tiene que pensar en las siguientes generaciones—

—Tienes razón— Entró despidiéndose de su acompañante.

El sultán se sentó en su lugar, junto a los sirvientes que lo abanicaban. La música empezó a sonar y los omegas entraron coordinados a realizar el baile. A primera vista vió algunos que ya conocía, pero se fijó en las caras nuevas. Y a pesar de que Malih estaba atrás sus ojos se posaron en él. Acababa de decir que la belleza no lo era todo hace unos instantes, pero aquel joven le hizo sentir un ardiente deseo que no le había despertado nadie.

Notita:

Esta historia la llevo planeando mucho tiempo, pero se ha tardado en llegar debido a que tuve que investigar mucho sobre el contexto histórico. El cual resultó bastante interesante, y al mismo tiempo cruel.

Pensaba que subiría en noviembre, pero ya que una de mis grandes sagas está llegando a su fin, les estaré trayendo 2 grandes historias de época. Disfruten mucho de "El villano que se enamoró del héroe" y esta historia ^^.

Un paso hacia la revolución

El sultán no comprendía, por qué su mirada aún apuntaba a aquel chico. Ni siquiera, bebió o comió los aperitivos, por prestar atención a los movimientos de quien parecía un eslavo.

El baile acabó, el sultán se movilizó hasta los omegas de la posición más lejana. Los que estaban más cerca de él, se indignaron observando cuidadosamente hacia dónde iba. Entonces, el alpha lanzó el pañuelo sobre el suelo, a unos centímetros de la mano de Malih. Y el omega se asombró, buscó en su cabeza las palabras para rechazarlo. Sin embargo, le infundía miedo. Aún así, abrió los labios, en un aliento de valentía.

—Gran sultán, yo no puedo aceptar su invitación— Dijo, atreviendose a mirarle a los ojos para mostrarle sinceridad.

Su majestad no entendía por qué el omega lo despreciaba, cuando todos se morían por él, como muy bien había dicho Khalil. Los demás se notaban en su cara que envidiaban al rubio, pero aún así tuvo el descaro de humillarle diciéndole «No».

—¿Acaso yo te pregunté?— Habló colérico.

En verdad, si alguien se le hubiese negado, lo dejaría estar. Pero, el sultán hizo su aparición, aún cuando no tenía el ánimo de ir hasta allí. Y a pesar de que fue, alguien que le pertenecía le negaba compartir una noche. Se había dado tal valor por primera vez, ya que aunque él lo niegue, si ha deseado compartir todas las fantasías que le dictan su madre y Khalil.

—No, su majestad. Pero, yo no creo ser merecedor de compartir la cama con usted— Mintió apretando su puño sin verle. Malih no quería entregar su virginidad a nadie, y mucho menos al sultán, al cual le guardaba resentimiento.

"¿Una oportunidad de conseguir al sultán?" Malih no pensaba igual, no quería que el hombre que aceptó ejecutar a su padre lo tocara. Por su culpa, su familia estaría sola, sin la protección de un alpha. Por su culpa, llegó al harén.

—Vendrás esta noche a mis aposentos— Aclaró firmemente antes de irse rápidamente a reprocharle todo a Khalil. —¡Khalil!—

—Sultán...— Su sonrisa arrogante desapareció al ver a su amo furioso. —¿Qué ocurre? ¿Ninguno fue de su agrado?—

—¡Hubo alguien que me gustó, Khalil! ¿¡Pero, sabes!? ¡Me rechazó! Ese omega se atrevió a rechazarme.—

—Dígame quién es y en seguida le implementaremos un castigo por insolente— Le propuso.

—¡Khalil!— Llamó enojado. —No vas a castigarlo... Tú dijiste que todos me aman—

—Y así es, su alteza— Confirmó.

—¿¡Entonces, por qué me rechazó!? ¡Escúchame, Khalil, ese omega será mió! ¿¡Oíste!? ¡Así que haz algo! ¡Lo quiero aquí, esta noche!— Khalil asintió nervioso y partió corriendo para resolver el problema.

Mandó a llamar a la Kalfa para preguntar directamente lo ocurrido, y le contestó cada una de las preguntas, dejando atónito al cuidador del pabellón real. —¿Entonces, él no se cree merecedor? ¿Eso es todo? ¿Quién es aquel muchacho?—

—Su nombre es Malih, llegó hace unos días al harén, era el hijo del oficial traidor, que fue dado como recompensa al sultán— Khalil se tocaba la barbilla comprendiendo la situación.

—Dalila, ese omega tiene que estar listo al finalizar el día, no lo arruinen, díselo a Erdogan también, el sultán ha elegido personalmente a Malih ¿Lo entiendes?— La mujer asintió.

Mientras tanto Malih se encontraba triste, toda su furia se había transformado en pena. No tenía las fuerzas para volver a sonreír. Desde niño él era la alegría de su familia, siempre sonriendo con gracia. Pero, la muerte de su padre lo aturdió completamente, no ansiaba nada en su vida.

—¿Es cierto que te escogió el sultán?— El rubio le mostró el pañuelo. —¿No estás feliz?— Él negó a la pregunta de Samir.

—¿Samir, ya lo has hecho con el sultán?—

—Sí, una vez Khalil me escogió... No fue satisfactorio, pero no temas, el sultán puede tener una expresión rígida en todo momento, pero al menos no es una bestia salvaje. En realidad te deja todo el trabajo en la cama a tí— Hizo una mueca desdeñosa.

—Fue realmente aburrido, deberías preguntarle a Amira y a Ihan. Son los favoritos— Apuntó al par que se divertía en una mesa. —Ambos me caen mal, sobre todo Ihan se la pasa presumiendo— Le vió con desagrado.

Malih los observó, ambos eran omegas exóticos, sobre todo Amira, tenía el pelo blanco de tan rubia que era y unos raros ojos rojos. Mientras que Ihan tenía un cabello color ceniza y una cara adorable. «Al sultán parecía interesarle los de apariencia inusual», pensó Malih.

—No quiero prepararme para ver al sultán, no me gusta—

—¿Y qué harás? ¿Escapar?— Levantó la ceja el moreno, por lo que Malih le sonrió ampliamente. —¡Ah, no! Malih, no se puede escapar del harén—

—¿Ya lo intentaste?—

—Por su puesto que no— Le dijo. —Malih... Seguramente ya lo hiciste enfadar suficiente. Nadie se nega al sultán, ni siquiera yo me atreví a negarme ¡Por Alá, Malih, piensa un poco!— Trató de convencerlo.

—Estoy pensando, Samir, estoy pensando en un plan de huida— Se levantó yendo a su habitación. Y su más reciente amigo salió tras él. —Desde aquí está el jardín, por lo que veo no es custodiado en ciertas áreas— Contempló pensante el laberinto de arbustos.

—Malih, van a venir por tí, deja de jugar, y ve a prepararte— No obstante el omega ya estaba que se arrojaba por la ventana. —¡Malih!— Tocó la superficie que estaba bajo la ventana. —¡Vuelve aquí! ¿Quieres que te corten la cabeza?—

—¡Prefiero que lo hagan!— Dijo corriendo por el relieve del techo. Samir vió aterrorizado a Malih por la audaz manera de correr.

Al principio la portada sería esta 👆

Pero, por votación salió la ya vista ^^ Sin embargo, esta me sigue pareciendo bonita.

Dos capítulos seguidos, ya que está historia es nueva :D Por si acaso suelo subir 2 días a la semana en horarios fijos. Probablemente se suba jueves y domingos o miércoles y sábados.

El rastro de sus pisadas

El joven trataba de huir inútilmente, porque los guardias ya comenzaban a buscarle. Mientras, que el sultán se hayaba en su habitación esperando pacientemente, imaginando al rubio sobre sus sábanas ¿Cómo sería? ¿Qué expresión pondría? Ensimismado en sus pensamientos, fue interrumpido por Khalil.

—¡Sultán!— Hizo una reverencia. —Malih, el omega que escogió para esta noche, escapó—

—¿Qué?— No podía creerle. —¿¡A qué esperas!? ¡Búscalo!— Al verlo salir por la puerta, dió vueltas por la habitación ansioso, agarrando su cabello sin entender por qué su omega había huido de él.

El rubio sabía escabullirse muy bien de los guardias, se metía entre los arbustos y caminaba sigilosamente. Pero, en el momento que iba a saltar uno de los matorrales, Khalil lo botó al suelo.

—¿Tienes el descaro de huir del sultán?— Lo tomó del brazo, llevándolo dentro. —¡Preparenlo! ¡Y ni se te ocurra oponerte, niñito insolente!— Khalil era uno de los mejores guerreros del imperio, así que atrapar al omega era un reto fácil para él, sobre todo porque tenía un buen olfato. Por esa razón, y debido a su enorme lealtad, lo consideraban el perro del imperio.

Rápidamente arreglaron a Malih. Sus esperanzas se habían desvanecido, no quería encontrarse con el sultán, mucho menos sacar a la luz el enojo que se guardaba.

Lo llevaron a los aposentos del gran alpha y entró con la cabeza agachada como es costumbre.

—¿Huiste?— Se acercó al rubio con omnipotencia.

—Perdóneme, su majestad— El sultán lo tomó del rostro y con ferocidad le habló.

—¿Cómo te atreviste...?—

—¿Cómo me atreví?— Interrumpió, ya era el colmo de su paciencia. —¿Por qué de todos tuvo que elegirme a mí?— Una lágrima se deslizó por su mejilla, pero la rabia aún se reflejaba en su cara. —Es una injusticia, sultán... ¿Se supone que debo ser suyo? ¿Obedecerlo cuando fue usted quién mató a mi padre?— El sultán se sorprendió, ante la potencia que mostró a pesar de su posición.

—¿Tu padre?—

—Mi padre, Azzad Pasha, fue ejecutado... Es por eso que me encuentro aquí, por el sustento de mi familia— El sultán lo soltó, aún así Malih seguía siendo de su propiedad y no tenía derecho a faltarle el respeto, mucho menos con un padre traidor.

—Azzad Pasha fue ejecutado por traición, cometió un terrible error que lo llevó a la muerte— Comentó frívolo.

—¡Estoy seguro que le tendieron una trampa! Mi padre era un buen hombre, inteligente que pensaba en los demás antes que él mismo, que miraba a todos por igual. Incluso a mí, un omega, le enseñó estrategias de guerras—

—¡No alces tu voz contra mí!— ¿Quién se creía? «¿Tan desesperado estaba por morir?» Se preguntaba Nadir. —Deja de ser insolente, ahora mismo deberías estar arrodillado ante mí y pedir perdón por tener de padre a un traidor—

—No lo haré, yo conocía bien a mi padre... Siempre habló de usted, como un alpha brillante, muy sabio, pero ya veo lo que es...— El sultán lo agarró del cabello sin consideración. —¡Auch!—

—¿Entonces, qué es lo que soy a tus ojos?—

—Una persona malvada, no sé como Alá permitió que un hombre sin corazón como usted gobernara...— Lo tironeó hasta la cama.

—Lamento que hayas perdido a tu tan preciado padre, pero no había alternativa, todas las evidencias apuntaban hacia él. Se tomó la decisión en conjunto, así que no trates de culparme por un hombre muerto— Malih le observó con ojos vacíos, antes solía rezar por el sultán, pero actualmente solo lo maldecía. —Ahora, desvistete— El omega se agarró las ropas con temor.

—No quiero darle mi pureza a alguien tan inhumano como usted—

—No tienes alternativa, desgarraré todas tus ropas si no obedeces y te obligaré a regresar con lo que te sobre de esa tela— Malih deseaba llorar en aquella situación, se oponía a la idea de dar su cuerpo de esa manera. Había cuidado su virginidad por 18 largos años, y que se la arrebatara el alpha que aceptó matar a su padre y dejar a su familia sin protección, no lo merecía.

—Sultán... A pesar de todo, yo no le he faltado el respeto como usted piensa, en estos momentos ni siquiera debería estar diciéndole algo, debería estar dirigiendolo a la penuria— Habló con voz tenue. —Usted robó la vida de una persona preciada para mí. Me quitó mi libertad, y me alejó de mi familia... Y aunque debería odiarlo, no sirve de nada sentir sentimiento alguno por usted— Se desabrochó el vestido. —Está bien, puede quitarme todo, incluso mi virginidad, pero jamás me robará el corazón— Afirmó.

El sultán Nadir no entendió lo que quiso decir, él simplemente lo eligió, porque le pareció el más fuerte de todos los omegas de la sala, alguien que creía conveniente para embarazar. Todo este tiempo, ponía un ojo sobre los omegas con lo que se acostaba, les daba agua con hierbas anticonceptivas y se preocupaba de no fecundar a un omega en celo. Esta vez él no se preocuparía de aquello ¿Sin embargo, si lo embaraza que pasaría con su hijo? Malih le tenía resentimiento, sería de lo peor que rechazara a su hijo.

Pero, el alpha volvió a planear nuevamente, si Malih da a luz un alpha, sería su sultana, la esposa principal. No podía mantener a alguien con tales sentimientos.

Nadir se veía a si mismo como excepcional, nunca le habían repudiado, a parte de los hermanos que murieron por querer el título de sultán, y sus enemigos. Los que viven en su palacio deberían adorarlo. —Malih... ¿Ese es tu nombre?— Le preguntó.

—Sí, su alteza— Respondió.

—Tu nombre es perfecto para tí, tienes un rostro hermoso— Se acercó a sus labios y Malih abrió sus ojos derramando lágrimas. Un nombre que le dió su amado padre, el sultán acababa de reconocerlo como un nombre magnífico ¿Lo había hecho a propósito? Era injusto que el sultán lo hubiera mencionado. Le quebraba el corazón. Además, le besaba con dulzura, sin signos de malicia, y sus ojos no eran fríos para Malih. Para él los ojos del sultán eran venenosos, como un dulce nocivo.

Notita:

Por la época pensaba hacer a Malih más joven (15 - 17 años) Sin embargo, sería delicado de poner, ya que el sultán tiene alrededor de 26 años.

Pero, las chicas que entraban al harén (Contexto imperio otomano) tenían 13 años en adelante y el sultán la mayoría de las veces tenía más de 30 años ¡Qué horror!

Un dato histórico que les quería decir, ya que Malih estará representando a las mujeres de esos tiempos (Año 1550) y las que hoy aún no tienen la libertad que merecen.

Les dejé una fotito del sultán Nadir para sentirnos mejor :D

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