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ABRE LAS ALAS

Cuenta regresiva

Nuestras vidas podrían quedarse ahí, estáticas sin que se muevan hacia ningún lado. pero los hilos del destino, las señales van tirando un poco más. Hasta que te llevan a lugares que no te imaginas. Y cuando eres consciente de todo ese cambio empieza la cuenta regresiva. El conteo empieza en el momento menos indicado, entre la oscuridad, el dolor, el odio, van llenándose de la luz y empieza a brillar.

Guitarracadelafuente – Desde las alturas

El aroma del café inunda la casa señal de que él ya despertó como godas las mañanas lo hace antes, prepara café, un par de tostadas y luego a la ducha.  Entreabro los ojos con pesadez por que me cuesta despertar lo veo pasar por nuestra cama, de un lado a otro en busca de algo seguro. Si lo podría describir es un poco desordenado corbatas por aquí, calcetines por allá, por mucho que le explique donde es su lugar nunca me oye o si lo hace pero creo que es su forma de estar ordenado a su ritmo.

–Estas despierta. – me dice.

–No, es cierto

–Lo es, – asegura me pasa alguna prendas. –  hora de ir a la ducha.

–No quiero salir de aquí. Es más creo que me tomare el día libre.

Se acerca, se sienta en la cama, sus labios se acercan a mi frente, luego a mis mejillas, mi nariz, mis ojos, y luego a mi boca es lento, demasiado lento como si tuviese la necesidad de guardar cada rose, cada caricia. Se detiene me mira con sus ojos marrones y una sonrisa se dibuja en su rostro pero no es la que es paz si no, en una traviesa. Me alza de la cama con sabana y todo y yo grito que me baje pero es inútil prende la ducha con los dos dentro, abre la llave primero el agua cae fría. Sus labios vuelven a acercarse hacia mí, la sabana con la que estaba tapada cae mojada bajo nuestros pies. Sus manos se cuelan bajo mi ropa acaricia cada vértice, cada parte, haciendo que quiera más, gimo cuando sus dedos se cuelan bajo mi ropa interior, introduce un dedo, luego dos, yo gimo. Poco a poco nuestra ropa desaparece, me alza haciendo que rodee mis piernas a sus cadera y de una embestida entra en mi, primero lento, luego es frenético, me besa, por todas partes, el entra en mi una y otra ves. Veo que se muerde el labio por que esta apunto de correrse, meto la mano entre los dos para alcanzarlo, el grita, yo gimo. Siento un liquido que resbala de mis muslos. Me baja, me besa, te amo dice entre beso y beso. Coge mi champú y empieza a colocarlo en mi cabello, masajea, me enjuaga, pasa el jabón liquido por mi cuerpo, acariciándolo cada roce tiene algo erótico que me encanta de él. Quisiera poder decir que cuando me acaricia como está haciendo hoy fuese como otras veces… por que hoy no es así, es como si quisiera recordar, cada vértice, cada curva, Te amo vuelve a decir. Me mira a los ojos, me muestra una sonrisa reconfortante. Pero esa sensación no se queda aquí incrustada en mi pecho.

– Ves lo que te hubieras perdido  por no ducharte.

–A lo mejor si me hubiese dicho que esto ve la con la ducha, hubiese despertado antes.

– Listilla.

–Listillo tú, ven aquí y pásame el shampoo para lavarte el cabello.

Sonríe, me lo pasa y hago lo mismo que el ha hecho, lavo su cabello, luego su cuerpo, mientras voy expandiendo el jabón por su cuerpo me abraza.

–Quédate así por favor.

–¿Rai que pasa? – pregunto.

–Nada, ¿sabes que te amo, verdad? Y que nunca haría nada para lastimarte. Que eres tú, por sobre todas las cosas.

Yo solo asiento, un nudo en la garganta se me forma. Nos quedamos así por varios minutos, como si cada segundo que pasase fuesen eternos, son ese tipo de silencios cómodos, que te acoge cuando más frío sientes. Rai apaga la ducha, salimos de la ducha envuelve mi cuerpo con una toalla. Me besa la coronilla.

–Voy saliendo te espero fuera.

La sensación de querer ir tras él,  se van colando en cada rincón, haciéndose espacio entre las grietas, la sensación de querer pegarme a su espalda, decirle que todo esta bien, que todo va ir bien. Se quedan congeladas en cuanto la puerta se cierra.

Lungs – Endles Forms

Cuando desperté parecía de día pero también de noche, había mucha alboroto alrededor mío unos decían: ¡necesita oxigeno!, ¡sangre, vayan al banco de sangre necesitamos una este paciente está perdiendo mucha!, ¡Enfermera vaya y llame a sus familiares!, ¡Ya revisaron sus documentos!, no me di cuenta que estaba con una mascarilla de oxigeno en mi rostro. Todo el jaleo alrededor mío ¿era por mí?. ¿Y Jack, donde esta Jack?... De repente todo se oscurece.

–¡No, enfermera vaya al banco de sangre y pregunte por este tipo A negativo?, lo necesitamos este paciente está perdiendo mucha sangre es posible que no llegue a tiempo a una operación.

El cuerpo no me responde, quiero levantarme salir de aquí y buscar a Jack, Jack…

–¡Jack! – grito pero nadie parece escucharme. Por que a oídos de los médicos. ¿médicos, enfermeras, hospital? Que hago aquí. Y es entonces como si de repente volviese a donde empezó todo. Yo en mi cuarto tocando mi guitarra con los cascos puestos, aislado de todo, de mi vida, del desorden a mi alrededor.

Jack entra en el, es difícil ignorar su presencia. Siempre ha sido ese tipo de persona que cada vacío, su sola presencia, su esencia en sí, lo llenase de forma involuntaria, como si necesitase llenar cada abertura que hay a su alrededor.

–¿Qué haces? – preguntó. Quitándome los cascos que llevaba puesto

–Nada solo tocaba. – Me encogí de hombres, quitándole importancia.

–No te comas la cabeza Gael, deja que las cosas caigan por su peso, lo que es sucederá y lo que no pues ya se vera.

– ¿No los odias? – pregunte.

–No – La respuesta fue tajante. – No podría hacerlo. Tampoco tengo el valor de hacerlo. Me cuesta Gael.

A menudo hablamos de esto de nuestros padres. Me jodía que ellos no hubiesen sido como los demás, cariñosos, atentos, algo… pero de tanto buscar estaba rodeado de vacío. Ese vacío espeso, que te pesa como una carga que llevaras al hombro día sí, y día también. No podía entender como él podía seguir ahí intacto. Sin odiarlos, sin tener las ganas de reprocharles que fueron malos, que lo hicieron mal.

–Gael… – se quedo en silencio. Pensativo.

–Jack…– lo imite.

Me miro negó con la cabeza. Una sonrisa apareció en su rostro. Pasa su brazo por mis hombros. Con unas palmadas.

–Cualquier cosa que pase nosotros siempre seremos familia, ¿lo sabes verdad?. Aunque no seamos hermanos de sangre, eres mi hermano, mi guía. Y no puedo odiarlos a ellos por qué entonces no te hubiera conocido. Ni siquiera estaríamos aquí y ahora.

Medite sus palabras, las mastique y luego las trague a un punto que se hiciera un nudo en la garganta. Era cierto éramos hermanos desde los siete años. Pero el odio, el rencor, iban esparciendo todo a su alrededor.

–Venga vamos a esa fiesta y pasarnosla de puta madre y que todo el mundo se entere quienes somos nosotros.

No se si lo dijo para sí mismo o para ambos. Lo único que recuerdo es que debí decirle que hoy estaba cansado de fiestas, cansado de la vida, cansado de no poder sacar este odio que  hay dentro de mi. Por qué lo único que dije.

–Venga vámonos y que se enteren todos quienes somos.

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