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Sumisos

Mellizos.

¡Oh Dios! Hacía tanto tiempo que no tenía ese maldito sueño. Me levanté rápidamente de la cama, asustada y atontada... Bajo hacía la cocina para servirme agua. Es una madrugada tan fría, y para que no me escuchen los señores de la casa, baje descalza. Apesar del frío, hay sudor recorriendo mí cuerpo, es lo que siempre me causa tener ese sueño, aunque más que un sueño es un recuerdo de unos años atrás...

Mientras tomo agua y mientras siento que alguien entra:

- ¿Pasa algo Isobell? Pregunta con voz baja Aiden, mí hermano.

- Emm... No, no. Ve a descansar, sabes que no podemos deambular por la casona por las noches. Le respondo preocupada.

El me mira fijamente, pone sobre mis hombros su tapado.

- Iso, no debes estar descalza... Te enfermaras. Además ¿Porqué me mientes? ... ¿Otra vez soñaste lo de... "ese día"? Pregunta Aiden.

- No puedo ni siquiera intentar mentirte ¿Verdad? Le contestó.

- No puedes, somos mellizos... Los mellizos no se tienen secretos Iso... Me responde el con un tono de picardía.

- Otra vez... Volví a soñar sobre... Suspiró, no quiero ni siquiera terminar de decirlo.

- Tienes que olvidar lo que vimos ese día... Fue algo difícil para los dos, pero no dejes que... "eso" arruine el recuerdo del nacimiento de nuestra pequeña hermanita Lyzz.

- Lo sé, lo sé. Voy a olvidarlo, lo prometo. Volvamos a dormir, mañana nos espera un día pesado... Le contestó tranquila.

Aunque seamos mellizos no nos parecemos en nada, Aiden es fuerte, apuesto y orgulloso... Yo en cambio soy débil, asustadiza y la sirvienta más sumisa de esta mansión...

Nuestros padres trabajan para los amos de la casona, son los empleados de confianza de ellos, por lo cual nuestra familia tiene algunos "beneficios" tales como permitir que accedamos a la educación y a vivir con mínimas comodidades, que para un sirviente, es demasiado. Mí padre, Félix Charsoon, es el sirviente más querido por el amo... Mí madre, Eloiza, es la ama de llaves de esta casa, nada pasa sin la supervisión de ella. En pocas palabras, mis padres son los que hacen todos los trabajitos sucios de los amos... Y nosotros, sus hijos, nacimos para complacer a los señores, nos criaron así... No conocemos otro destino que no sea este. Ellos lo llaman trabajo digno, yo lo veo como lo que es: Somos esclavos... Estamos al servicio de lo que ellos quieran, como lo quieran y a la hora que lo quieran...

Los amos, son ricos que lo tienen todo a sus pies, incluso a nosotros aunque mis padres piensen lo contrario. Ellos son dueños del burdel más grande del pueblo, la gente que viene aquí, sabe que lo que pueden obtener en este lugar, no lo van a tener en ningún otro lado... Aquí desatan sus deseos más oscuros, sus peores instintos, que luego disfrazan en lujos aparentando ser grandes señores de la alta sociedad.

Uno de los beneficios que mis padres se ganaron es el no tener que vernos atrapados en ese burdel. Los hijos, y sobretodo las hijas, de otras sirvientas, trabajan ahí desde muy jóvenes, sirviéndole no solo a los amos, sino a todos los clientes del lugar.

Aiden se ganó la confianza del señor, y por eso el tiene un cargo mayor que yo. Además la señora está hechizada por la belleza de mí hermano, por lo cual el es favorito y trae consigo siempre grandes beneficios.

Mamá dice que si yo fuera al menos un poco más agradable, podría tener una suerte parecida a la de Aiden. Pero no me interesa eso, sé a lo que se refiere mí madre, ella quiere que el amo ponga sus ojos sobre mí... Prefiero ser una insulsa sirvienta, antes que ser tocada por el amo...

La ama.

Isobell la ama quiere que le prepares su tina... Me dice mí madre.

- Está bien, ya voy mamá. Respondo y me apresuró, la ama no le gusta que la hagan esperar...

Tocó la puerta y paso a la habitación de la señora, empiezo a preparar su tina... A ella le gusta usar jabones importados... Imagino que su piel siempre debe oler muy bien...

- ¿Está todo listo niña? Pregunta la ama.

Mí piel al escuchar su voz se eriza, le tengo miedo... Intento hablar fluidamente, ya que a ella no le gustan los errores.

- Si señora. Le prepare todo. Respondo.

- Desvisteme. Me ordena mientras me mira fijamente.

La ayudo a sacar su vestido, es una mujer mayor pero su figura es imponente... Comienzo a ayudarla a bañarse y ella comienza a decirme:

- No te pareces en nada a tu hermano...

- Es cierto señora... No nos parecemos. Afirmó.

- ¿Te das cuenta que si no le tuviéramos aprecio a tus padres, tu estarías trabajando en el burdel? Pregunta.

- Lo sé, les agradezco el aprecio que nos dan. Espero realmente estar haciendo bien mí trabajo y complacer a mí señora. Digo con seguridad.

Ella no responde... Sale de la tina y yo le acerco las toallas. Intento no mirar su cuerpo al desnudo, pero ella se muestra sin pena alguna. Mientras bajo la mirada, la señora se ríe y pregunta:

- ¿Eres virgen?

Casi no puedo ni responder, mi rostro se tiñe de rojo... Pero no puedo faltarle el respeto a la ama y no responder a su pregunta, sería una grave falta.

- Si... si lo soy ama. Respondo nerviosa.

- Mmm ya veo... ¿Cuántos años tienes?

- Tengo diecisiete.

- Eres joven, pero no tan agraciada... Estás muy delgada. ¿No te alimentas bien?

- Si lo hago ama... Las mujeres de la lavandería dicen que aún falta que me desarrolle.

- A tu edad ya deberías estar desarrollada... Mira a tu hermano, nacieron el mismo día ¿Verdad?

- Si, somos mellizos.

- El está completamente desarrollado. Dice mientras su rostro muestra el deseo que tiene por el.

- Es cierto, el parece un hombre ya. Le contestó intentando terminar el tema que me está poniendo nerviosa. Ver a la ama envuelta de deseos por Aidan me causa incomodidad...

- Vete ya... Yo termino de cambiarme sola. Dice la señora.

- Me retiro ama.

La señora Helena es peligrosa... Aún más que el señor. Es la mente maestra detrás de todas las barbaries que pasan en ese burdel, su afán por tener a sus pies a los grandes hombres ricos del pueblo, la ha llevado a ser quien es. No le teme a nada, ella es quién domina y enseña a todos los que la rodean a ser los perfectos sumisos que necesita. Desde pequeña la he visto torturar a las sirvientas de la mansión y castigar a quienes alguna vez han querido huir de aquí. Además tiene debilidad por los hombres fuertes y sobretodo por los de mí familia... De solo imaginarla teniendo entre sus garras a Aidan, la piel se me eriza... Aunque entiendo que desde que ella fijo si ojos en el, nuestra familia está siendo beneficiada cada vez más por la ama. Y es por este motivo nuestros padres nos enseñaron a ser serviciales y completamente sumisos ante los amos.

Lyzz

El día laboral fue agotador, como siempre y cada vez que me toca tratar desde temprano con la ama, quedó debilitada... Me esfuerzo tanto por no equivocarme delante de ella, le temo tanto a la ama como a mí madre. Mis errores son pagados con grandes palizas, de las cuales Aiden me rescata.

Mamá tiene una notable debilidad con mí hermano y mí hermana pequeña... Conmigo, sin embargo, es algo brusca. Papá en cambio, no tiene debilidades por ninguno de nosotros tres, el simplemente nos ve como piezas de su tablero. Es un hombre codicioso, no puedo juzgarlo por eso, pero si lo juzgo por su maldita obsesión de llegar a ser un socio del amo, año tras año el amo le promete ascenderlo y presentarlo en sociedad, pero nunca dejaremos de ser vistos como sus sirvientes...

- ¿Cómo te trato la ama? Pregunta fríamente mí madre.

- Bien mamá, quédate tranquila. Respondo.

- Debes sacarle el lugar a Roselda. Me ordena mirándome de forma despectiva.

- ¿A Roselda? ¿Porqué haría algo así? Preguntó sin entender.

- Roselda no puede seguir siendo la favorita, todos en esta familia somos favoritos menos tú. Empieza a levantar su tono de voz.

- Pe... pero no puedo intentar sacarle el favoritismo por Roselda, ella se lo ganó. Le contestó, nerviosa, a mamá.

- ¿Y sabes cómo lo hizo? Pregunta.

Me quedo en silencio, por supuesto que sé cómo Roselda llego a ser la favorita de la ama y es la razón por la que quiero seguir alejada de los amos.

- Mamá... ¿Otra vez martirizando a Iso? Pregunta Aiden.

- Quiero lo mejor para ustedes... Debemos ser los favoritos siempre, de eso depende que no termines bailando en ese maldito burdel. Responde agresiva, mamá.

- Lo voy a intentar madre. Le respondo bajando la mirada ante ella.

- ¿No es suficiente con que yo sea ahora el nuevo juguete de esa mujer? Pregunta enojado Aiden.

- ¡No hables así hijo! Deberías estar feliz sabiendo que ella está interesada por ti.

- No solo por mí... ¿No madre? Retruca Aiden, con un tono sarcástico.

Mí madre lo mira y baja su cabeza... Solo Aiden puede hacerla callar. Ni siquiera papá lo hace.

- ¿Comió ya Lyzz? Le preguntó a mamá, intentando sacar del aire tanta tensión.

- Llévale a su recámara las medicinas y agua. Responde ella.

Lyzz, mí pequeña hermanita, nació distinta... Ningún médico sabe con exactitud el motivo. Ella tiene discapacidades, nunca logro poder caminar por si misma. Los amos estaban espantados al saber que la sirvienta más querida por ellos, acababa de parir una niña enferma, pues claro... Era una niña que no les serviría.

Para mí, Lyzz es el ser más bello que vi, la amo completamente, no podría sobrellevar mí vacía vida sin ella. A pesar de sus discapacidades, Lyzz nos sonríe y lo ilumina todo. Sus medicinas cuestan demasiado dinero y nadie sabe si realmente son efectivas...

- Buenas noches mí princesa. La saludo mientras llevo en una bandeja sus pastillas y un vaso con agua.

- ¡I.. Isobell! Me saluda y me regala su preciosa sonrisa.

- Hola mí amor, ¿Cómo estás? Te traigo tus medicinas y si me dejas, me recostaré un ratito contigo.

- Por su... por supuesto. Responde ella feliz.

Le termino de dar sus remedios y me acuesto a su lado, comienzo a contarle los chismes de la casona, le hago chistes y le inventó un poco de historias también. Haría lo que sea por escuchar todo el día su risa, estos momentos al lado de ella, son los únicos que me hacen feliz. Lyzz y Aiden son las únicas personas que amo. Me duermo abrazada a ella.

De pronto me despierto, al sentir movimientos. Miro apresuradamente y estoy entre los fuertes brazos de Aiden.

- ¿Hermano? Pregunto confundida, mientras refrego mis ojos.

- Shhh... Duerme Iso, te estoy llevando a nuestra alcoba. Mamá no quiere que duermas con Lyzz, ya que duermen apretadas...

- Oh si, me dormí muy fuerte y olvidé ir a nuestra recámara... Le respondo, un poco avergonzada.

El me lleva hasta mí cama. No me dejó ni siquiera caminar porque estaba descalza.

- Buenas noches Iso, descansa.

- Buenas noches Aiden. Gracias por cuidarme.

- Lo haré siempre. Me responde mientras se dirije hacía la puerta.

- ¿No dormirás aquí? Preguntó rápidamente.

- Debo... servirle a la ama, está noche. Dice el, bajando su cabeza.

- Oh... Está bien, espero que te deje volver temprano para que descanses hermano. Le respondo, triste.

- Descansa Iso.

Se va. Me deja una sensación de dolor... Intento no pensar siquiera... Mí dulce Aiden, a los pies de esa mujer, imaginarme eso, me nubla la vista. ¿Sería posible otro destino para nosotros?

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