Kanna siempre fue una joven desafortunada. Su madre murió cuando ella era apenas una niña, y su padre, sumido en el dolor, se refugió en el alcohol y las apuestas, hundiéndolos en un mar de deudas. Para sobrevivir y pagar lo que debían, Kanna no tuvo más opción que conseguir varios trabajos, dejando de lado sus estudios y sus sueños.
La única chispa de esperanza en su triste y monótona vida era Jeremy, el segundo protagonista masculino de “Atrapada por el CEO dominante”, una novela romántica que encontró por casualidad.
Él era su personaje favorito y se convirtió en su escape de la realidad. Pero al ver cómo Jeremy sufría por la protagonista y que, al final, terminaba marchándose a un lugar lejano para olvidarla, Kanna deseó con todas sus fuerzas que, si existía la más mínima posibilidad, su amor se hiciera realidad… y esa oportunidad llegó de forma inesperada.
Al abrir los ojos y descubrir que ya no estaba en su mundo, creyó que se había convertido en la protagonista de la novela, lista para vivir una historia de amor junto a Jeremy. Sin embargo, al mirarse en el espejo, comprendió la cruel verdad: no era la protagonista, sino Hanna, la mejor amiga de ésta. Alguien que existía únicamente para envidiar a la heroína en secreto.
Y lo peor de todo… es que ni siquiera era un personaje secundario, sino un extra utilizado por los verdaderos villanos de la novela para separar a la pareja principal.
Sí, Kanna siempre fue una joven desafortunada… o al menos eso creía.
Observó con detenimiento la puerta de aquella oficina, esperando que por ningún motivo se abriera pues deseaba mantenerse con vida todo el tiempo que pudiera, aunque sabía muy bien que eso no sucedería. Llevaba ya dos meses trabajando en esa empresa, y a pesar de que hasta ese momento había logrado, con mucho esfuerzo, no encontrarse con él, cada día que pasaba dentro de aquel lugar aumentaba la posibilidad de hacerlo; y si esa persona se daba cuenta de su presencia… su vida terminaría en ese instante.
—Hanna —la voz de Erin, su compañera de trabajo, llegó a sus oídos y la sacó de su ensimismamiento—, ¿cuántas copias te faltan?
«¿Copias?», se preguntó antes de notar las hojas que salían de la máquina que estaba frente a ella, después miró a Erin y, por último, su vista viajó nuevamente hacia aquella puerta que la atemorizaba.
—La señorita Moore quiere que te apresures, organices las copias en cada carpeta y las lleves a la sala de juntas para acomodarlas en su sitio.
—Oh, solo falta un juego de copias —explicó nerviosa—. En un momento termino y hago lo demás —se apresuró a colocar los documentos dentro de cada carpeta y luego las apiló. Tenía que tranquilizarse y concentrarse en su labor para no perder ese trabajo que era lo único que le proporcionaba el dinero suficiente para mantenerse y pagar las deudas de la verdadera Hanna.
Porque sí, en realidad ella no era Hanna Doe. Su verdadero nombre era Kanna, y ahora se encontraba dentro de “Atrapada por el CEO dominante”, una novela romántica que leía todas las noches antes de irse a dormir. La trama era sencilla y cliché: “Elizabeth Brown, la protagonista, era una joven que a corta edad había perdido a su madre en un accidente automovilístico; mientras su padre, tras aquel horrible acontecimiento, desposó a su amante y la llevó a vivir, junto a su hija ilegítima, a su mansión. Debido a esto, ella creció bajo los constantes maltratos de su madrastra y media hermana.
Lo único que la mantenía fuerte era su amistad con Hanna Doe y el gran amor de Jeremy Jones. Pero el día en el que ambos se casarían, fue drogada y arrojada a la habitación de un hombre desconocido; y Jeremy, al creer que ella lo había traicionado, canceló la boda y dejó el país. Pocos días después descubrió que había quedado embarazada de aquel misterioso hombre, y meses más tarde dio a luz a dos hermosos bebés que no logró conocer ya que desaparecieron sin dejar rastro.
Tras ese suceso, fue repudiada por todos sus conocidos, la familia de Jeremy e incluso su propia familia.
Cansada de su situación, decidió marcharse lejos… hasta que años después, regresa a la ciudad para descubrir qué sucedió aquel día, dónde están sus bebés y, también, recuperar lo que su padre, madrastra y media hermana le quitaron. En este proceso conoce a Derek Wright, el atractivo y multimillonario CEO de una gran empresa que resultó ser el hombre misterioso y quien, durante todo ese tiempo, crio a sus hijos.
Derek, al descubrir que ella era la mujer con la que se acostó años atrás, le propone un matrimonio por conveniencia; así Elizabeth recuperaría todo lo que perdió aquel fatídico día, mientras él podría estar con la madre de sus hijos, a quien no había podido olvidar a pesar de no conocer su rostro.
Poco a poco, ambos se dan cuenta de sus sentimientos, vencen a los antagonistas, tienen una gran boda y son felices por siempre.”
Sí, era una historia muy sencilla y cliché. Aun así, ella disfrutaba leerla debido al segundo protagonista masculino, Jeremy Jones, quien después de reencontrarse con Elizabeth no dejó de ayudarla y apoyarla en secreto para que ella pudiera encontrar la felicidad, aunque no fuera a su lado.
Por eso, cuando descubrió que se encontraba dentro de la novela, creyó que su deseo se había hecho realidad: Jeremy podría ser feliz. Y entonces pensó que ella podría ayudarlo a lograr tal objetivo; sin embargo, se dio cuenta de que estaba en el cuerpo de Hanna, la mejor amiga de la protagonista, un personaje extra que en realidad la envidiaba y deseaba quitarle todo lo que tenía, incluyendo a Jeremy.
—Ugh… —puso los ojos en blanco después de recordar lo tonta que había sido al creer todo eso.
—¿Todo bien? —preguntó Erin mientras se encargaba de grapar el último juego de copias—, ¿salió algo mal con los documentos?
—No —se apresuró en tomarlos de la mano de su compañera para meterlos en una carpeta—, sólo recordé algo desagradable.
—Bien, entonces te dejo, quiero terminar mi informe —dijo Erin antes de darle la espalda.
Kanna la vio alejarse, con su brillante y rubia cabellera meneándose de un lado a otro, y por un momento se preguntó cómo podía ser una mujer tan bella a pesar de ser otro personaje extra, ya que la autora de la novela sólo se había concentrado en la descripción de Elizabeth, su media hermana y de Sylvie Moore, mientras los otros personajes femeninos -incluyéndose-, a comparación de ellas, eran como calamares.
Rodó los ojos al recordar todos los detalles que le molestaban de la historia original, pero trató de no pensar más en ello. Sujetó entonces las carpetas y caminó hacia la sala de juntas, concentrándose en lo que tenía que hacer. Al llegar a la puerta se detuvo, respiró profundamente antes de imaginarse un cronómetro en su mente, tenía que contar el tiempo desde que entraba a la sala, acomodaba las carpetas y salía de ahí; todas esas acciones no debían durar más de cinco minutos. Eso siempre le ayudaba cuando debía entrar a lugares que tenían una alta posibilidad de un encuentro con él, y así poder evitarlo.
Después de visualizar su cronómetro mental en cero, tomó valor y empujó la puerta; pero al ver al hombre que se encontraba sentado en la silla principal, casi provocó que las carpetas se le resbalaran de los brazos. El tiempo se detuvo y su cuerpo comenzó a temblar.
—CE-CEO… —murmuró.
El hombre, que estaba a metros de distancia, pareció escucharla y alzó la vista. Ambos se miraron fijamente. Y en aquel momento, Kanna quiso salir huyendo de ahí; después de todo, aquella persona de cabellera negra y ojos color ónix, era el protagonista principal: el CEO dominante que, por Elizabeth, asesinaba a Hanna Doe.
Y por desgracia ahora ella era Hanna… y sabía que nada ni nadie podría salvarla.
^^^C o n t i n u a r á . . .^^^
Para Kanna, Derek Wright era un pésimo personaje principal… porque a pesar de que la autora de la novela lo describía como un hombre atractivo, inteligente y competente, su actitud era realmente horrible. Para él, todas las personas a su alrededor tenían que hacer lo que ordenara, sin interesarle la opinión que pudieran tener; e incluso, cuando descubrió que Elizabeth era la mujer con la que se había acostado años atrás y también la madre de sus hijos, se propuso poseerla sin tomar en consideración los sentimientos de ésta.
La obligó, prácticamente, a casarse con él y, además, a aceptar cada uno de los movimientos que hacía con ella; por lo que, si él deseaba besarla o tocarla, la protagonista tenía que someterse para obtener el poder de este hombre y vengarse de su familia, sobre todo, recuperar a sus hijos. Debido a esto, Kanna siempre se preguntaba cómo Elizabeth pudo enamorarse de esa clase de hombre y dejar a un lado a Jeremy. Claro que este último no había creído en ella y la abandonó sin esperar una explicación. Sin embargo, al reencontrarse, se redimió y la ayudó en todo lo posible.
Por eso, a comparación de Derek Wright, Jeremy Jones era una mejor persona.
Ahora bien, cuando él se deshizo de la verdadera Hanna Doe tenía un buen motivo. Ésta había conspirado para que Elizabeth fuese atacada por un grupo de hombres que abusarían de ella y, muy probablemente, la asesinarían; pero no contemplaba que el protagonista masculino la tendría bajo su protección, y cuando descubrió que esa “amiga” había sido la culpable de dicho complot, no dudó ni por un segundo en deshacerse de ella.
Y aunque esa escena no había sido narrada a detalle en la novela, con la línea «sus gritos se escucharon en la oscuridad», supo que la muerte de Hanna había sido horrible…
—Ese es el informe para la junta de hoy.
Por un momento, Kanna no supo si aquello había sido una pregunta o afirmación. Entonces contempló las carpetas que sostenía entre sus brazos, apretándolas con fuerza, y trató de pensar en cómo huir de aquella sala de juntas; sin embargo, borró de inmediato aquel pensamiento cuando sus ojos se encontraron con los del CEO.
—Sí, así es —intentó que su voz sonara lo más tranquila posible—. Me pidieron que organizara todo para la reunión… lamento haber entrado así, señor Wright.
—Bien, prosiga.
Y, por un instante, a Kanna le pareció ver una sonrisa burlona en el rostro de su jefe. Entonces quiso retorcerle el cuello, porque estaba segura de que se burlaba de ella al verla temerosa de su presencia, y eso era una especie de hobby para aquel hombre; así como le encantaba caminar por la empresa para disipar toda la alegría del lugar. Todavía podía recordar a sus compañeros, aterrados y en completo silencio, trabajando bajo su mirada de halcón, mientras ella había permanecido oculta en uno de los últimos cubículos, rezando para que no notara su presencia.
—Permiso —se apresuró en acomodar todas las carpetas en cada sitio.
Lo hizo lo más rápido que pudo, hasta que se dio cuenta de que tenía que dejar la última en el sitio donde él se encontraba sentado; sin embargo, la sola idea de aproximársele hacía que su sangre se helara, aunque tampoco le gustaba la idea de quedarse más tiempo en ese lugar. Así que tomó valor y se acercó para dejar aquel objeto…
—¿Cuál es su nombre? —preguntó Derek, mirándola con esos ojos tan negros como una noche sin luna y sin estrellas que podía devorar todo a su paso—. Jamás la había visto aquí.
Al escuchar esto, Kanna se alejó un poco, por si él intentaba sujetar su brazo para someterla y hacer que le dijera la verdad. Aunque sabía que era imposible que ese hombre tuviera algo en su contra, después de todo, Elizabeth todavía no aparecía dentro de la trama, por lo que, ahora, ambos eran unos simples desconocidos o, mejor dicho, un jefe y su empleada.
—Ka… —quiso morderse la lengua al darse cuenta de su error—. Hanna. Mi nombre es Hanna.
—Ka-hanna —pronunció él con un tono de burla en su voz—, ¿hace cuánto tiempo trabaja para mí?
—Dos… meses —no entendía por qué ese hombre hacía ese tipo de preguntas.
De pronto se dio cuenta de que, tal vez, él había descubierto que su contratación había sido demasiado sospechosa. Y no podía culparlo. En realidad, un excompañero le había ofrecido un puesto de trabajo dentro de aquella empresa. Claro que ese sujeto esperaba que, en agradecimiento, aceptara sus insinuaciones; sin embargo, ella no era la verdadera Hanna, quien en la trama original terminaba acostándose con ese excompañero, pero tampoco era de la clase de persona que no aprovecharía la situación para obtener un trabajo cuya paga le ayudaría a alimentarse y pagar las deudas de la Hanna original.
—Qué extraño, no recuerdo haber solicitado un nuevo empleado.
—Yo no…
—Jefe —la voz de un hombre la interrumpió. Giró la cabeza y se encontró con un joven de cabellera castaña, traje gris y con gafas; lo identificó como Joe Davies, el asistente personal de Derek. Y entonces la sensación de alivio la invadió—, ¿interrumpo?
—No —respondió Derek, y después la miró—. Señorita Ka-hanna, puede retirarse.
—Gra-gracias —se apresuró en decir, e inmediatamente caminó hacia la puerta.
Y sin mayor contemplación salió de ahí.
...* * *...
—¿Es la señorita espía? —preguntó su asistente al mismo tiempo que caminaba hacia él.
Y ante la palabra “espía” soltó una risa, después observó la puerta por la cual la joven había salido.
—¿Una espía? —dijo—. Si fuera una espía habrían enviado a alguien más inteligente y hermosa, más de mi tipo, no a alguien tan común. No, ella no es una espía… pero tampoco comprendo qué hace aquí ni quién la contrató —dibujó una sonrisa en su rostro mientras paseaba su dedo índice por el borde de la carpeta que había dejado la nombrada—. Averigua qué hace aquí Ka-hanna.
—Entiendo. Pero el nombre de la señorita es…
—Sé cómo se llama —explicó, viendo fijamente a su asistente—. Es Hanna Doe.
Y en aquel momento, Joe Davies no supo por qué su jefe, quien se había referido a ella como alguien común, sabía su nombre; pero de lo que sí podía estar seguro, es que aquella mujer ahora se encontraba bajo su vista, y nada ni nadie podría salvarla.
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