Hace siete años, cuando mis padres murieron, mi hermana y yo quedamos solas, nadie, ni un familiar quiso hacerse cargo de nosotras. En ese momento vivíamos en Francia, mi hermana con 15 y yo con 12 años, tuvimos que arreglárnoslas como podíamos, ella trabajaba ayudando a una señora en una cafetería y yo por ser la más pequeña seguía asistiendo al colegio, todo esto solo duró unos meses hasta que apareció nuestra supuesta abuela, no la conocía, pero era una señora realmente adorable, al parecer alguien la contactó, porque en el funeral no estaba. Con ella nos fuimos a Estado Unidos, estado de Pensilvania.
Desde el momento en que mis padres murieron, cada vez que iba a dormir, unos seis pares de ojos aparecen, no es siempre, pero si la mayoría, al principio me daba un poco de miedo, pero con el pasar de los días me fui acostumbrando. Y sinceramente no sé porque es que aparecen.
Todo cambio el día que llegué a la casa de mi abuela, todas las noches sentía que me veían y al momento de dormir nuevamente aparecían aquellos ojos. En especial dos pares de ellos, unos verdes y unos celestes, con un brillo realmente especial. No sé de quienes se trataban, pero ya me estaba asustando.
Cuando cumplí 19, fue el peor susto, en medio de mi sueño, solo el par de ojos verdes apareció y no solo eso, aquello dijo mi nombre y al momento de querer responder, desperté y ahí en medio de mi habitación a los pies de mi cama, un chico estaba parado, no lo pude ver bien gracias a la oscuridad que había, pero lo que, si pude notar bien, fueron esos ojos verdes brillando como la luna llena.
...
Si la vida fuera tan sencilla, como nacer, aprender a caminar y hablar, estudiar e ir a la universidad, casarse y tener una familia, sí, todo sería horriblemente sencillo, nada de aventuras de las que poder contar algún día a esas personas especiales que tienes en tu vida.
Mi vida no es así y de alguna forma agradezco haberlos conocido, que me hayan contado lo que sabían de mí, que me abrieran los ojos a la verdad, y así ver lo que realmente oculta este mundo. Haberme topado con ese chico de ojos verde brillantes ha sido una de las experiencias más aterradoras que había vivido, pero de eso mismo pude darme cuenta que yo era igual, de alguna manera claro y enamorarme, quererle como solo él y yo sabíamos nos trajo a donde estamos, quizás no lo vuelva a ver, quizás esa fue la última vez que nos vimos, pero ambos sabemos que era lo correcto, necesitábamos tener la verdad con nosotros, las mentiras y secretos que nos llevaron a un horrible enfrentamiento con el bien y el mal pero pudimos con ello, de alguna manera.
..."Ojos en mis sueños"...
Siete años antes...
Todo estaba bien, estaba hablando con mis compañeras en clases, cuando se abre la puerta y entra la señorita Leticia, secretaria del colegio pidiendo mi presencia en la dirección. Al principio no sabía lo que pasaba, rara vez me llamaban a dirección y además ella me dio una mirada un tanto extraña. Me estaba asustando.
-Hola, señorita Fave -dijo la directora cuando llegué, ahí estaba mi hermana Alessia con la misma cara de no entender nada – toma asiento por favor.
-¿Pasa algo directora? -preguntó mi hermana con un tono preocupado.
-Si chicas, quiero que estén tranquilas, ¿sí? -ambas asentimos – buenos, hace unos momentos nos llamaron del hospital, sus padres... - mi corazón se detuvo por unos segundos- chicas sus padres han tenido un accidente, lo siento mucho pequeñas, ellos... -no pudo proseguir, Alessia gritó.
-¡No! No diga eso por favor, dígame que no es verdad - lagrimas brotaban de sus ojos sin parar.
-Lo siento mucho pequeñas, Leticia ya fue a buscar sus cosas, ella las llevará al hospital, ahí me dijeron que estaría su tía -dijo ella con mirada apenada hacia mi hermana.
Desde ese momento no he podido hablar, lagrimas caían de mis ojos, pero nada más, tenía el pecho oprimido, la voz no me salía, podía ver a mi alrededor como Alessia lloraba y gritaba desesperada abrazando a nuestra tía Emilia, estaba en estado de Shock, me dolía todo el cuerpo, pero nada podía hacer.
Así estuve hasta el día del funeral, ahí fue el momento en que grité, lloré, maldecí a todo el mundo en especial al maldito que los chocó, que además también murió, pero en ese momento me importaba la nada misma. Solo pensaba en mis padres, en todos aquellos momentos en los que estuvimos juntos, nuestras vacaciones, navidades, cumpleaños, todo, mi madre era la mujer más tierna que podría existir, mi padre igual, eran los mejores padres del mundo, los amaba con mi vida, los amo con mi vida y me los quitaron, de un momento a otro sin siquiera poder despedirme, sin decirle el ultimo "te amo", nada.
-Chicas -dice mi tío Manuel mirándonos a ambas, con cierto disgusto, lo sé, a ninguno les caigo bien por ser "diferente" – Saben que nosotros no podemos tenerlas en nuestra casa, saben que tenemos una casa pequeña, hijos, y no sabríamos donde dejarlas... -no pudo terminar porque Alessia lo interrumpió.
-Sabemos que no te caemos bien, a ninguno de ustedes, así que dilo de una vez que no nos quieres en tu casa, así de simple -hablo ella enojada – pero tranquilos, nosotras podremos arreglárnoslas solas, vamos Lía. -tomó mi mano y nos fuimos caminando a casa.
-Sia que vamos a hacer, no creo que podamos solas – dije mirándola, aún tenía el rostro y ojos hinchados por llorar tanto.
-Tranquila pequeña, mañana mismo iré a hablar con la mamá de una amiga que me puede dar trabajo por un tiempo, tú no te preocupes ¿vale? -dijo tratando de animarme.
-Si necesitas ayuda, me dices, puedo hacer muchas cosas y lo sabes – dije con media sonrisa.
-Si Lía, lo sé, pero por ahora tranquila – pasó su brazo por mis hombros y caminamos en silencio.
Cuando llegamos a casa, nuevamente la idea de llorar surgió, llegar y no ver a tus padres es la peor sensación que existe. Alessia lo notó, ella lloraba de igual manera o peor que yo, me abrazo susurrándome al oído que todo estaría bien, y que me quiere mucho, yo simplemente asentí.
-¿Pequeña, quieres comer algo antes de dormir? -eran las diez de la noche, tenía hambre, pero simplemente me negué y me fui a mi habitación.
Me puse mi pijama rosa, arreglé un poco mi cabello blanco, sí, tengo el cabello blanco, desde que nací lo tengo así, es por esto creo yo que mis tíos ni primos me querían, no lo sé, es un tanto extraño, yo tengo el cabello blanco y Alessia lo tiene negro, en la escuela siempre nos dicen "bien y mal", yo creo que ambas tenemos algo de bien y mal en el cuerpo. Pero bueno, así somos, no sé porque tengo el cabello así, pero me gusta, es largo y con ondas que lo hacen ver bastante bonito. En fin, terminé de vestirme, me lavé los dientes, la cara y me acosté.
En mi mente paso, todo estaba bien hace una semana atrás, cuando mis padres me venían a desear las buenas noches con un pequeño beso en la frente, diciéndome que sueñe con los angelitos. Realmente los extraño mucho, solo me queda Alessia, y aquellos lindos recuerdos con mi familia que siempre recordaré.
Cuando apago la pequeña lampara que tengo al lado de mi cama y cierro los ojos trato de pensar en ellos, en mis padres, abrazándolos y diciéndole lo mucho que los amo, y así me quedo dormida.
...
No sé qué hora serán, pero no puedo abrir mis ojos, no sé si estoy despierta o durmiendo, es una sensación extraña. Con los ojos cerrados miró hacia un lado y algo aparece y luego van apareciendo más, tengo miedo. Seis pares de ojos me miran, no sé qué son, me asustan, es como si me quisieran decir algo, no lo sé. Son bonitos, pero no le quitan lo terrorífico. Así pasaron unos minutos, mi corazón empezó a acerarse cuando pude abrir los ojos, ya era de día, no sé qué pasó, pero tengo mucho miedo.
-Pequeña Lía, al fin despiertas -dijo Alessia entrando a mi habitación- ¿cómo estás?, vengo llegando de hablar con la señora Lina, ayudaré en la cafetería y me pagará nada mal, así podremos estar tranquilas un tiempo ¿sí?, mañana iras al colegio, y no se hable más.
-¿Y tú? ¿No irás a la escuela? -pregunto mirándola extraño.
-Claro que si pequeña, no te preocupes, trabajaré en la tarde. Ahora levántate, que el desayuno está listo -dijo mostrando una pequeña sonrisa.
-Sia, sabes... soñé algo realmente extraño... -dije mirando mis manos nerviosa.
-¿Qué soñaste Lía? – dijo volviendo a sentarse en la cama.
-Yo... es que vi... olvídalo, creo que lo olvidé -dije soltando una pequeña risita.
-Lía que me asustas tontita, ya levántate, vamos -dijo saliendo de la habitación.
No sé qué me pasó, que no pude decir nada, simplemente las palabras no salían de mi boca. Todo esto es extraño.
...
Han pasado 3 meses y desde ese día todo ha cambiado, mi hermana trabaja y no la veo mucho, sigo asistiendo al colegio como de costumbre, pero he estado muy callada, no sé qué es, pero me siento realmente nerviosa por todo, tampoco es que sea una chica que habla mucho, pero ahora si es raro. Desde ese día también no he parado de sentirme extraña, la mayoría de las veces que me duermo, la misma sensación de la primera vez me consume, no sé si estoy despierta o dormida, miró hacia otro lado, y nuevamente están aquellos seis pares de ojos y luego de unos minutos despierto. Ya se me hizo costumbre verlos en mis sueños, son realmente lindos, aquellos verdes, azules, celestes y grises. Aún trato de decirle a Alessia sobre ellos, pero nada, no puedo.
En este momento estoy en el sillón viendo televisión con Sia a mi lado, es domingo, así que ella está aquí. Cuando suena el timbre de la casa, ella se levanta a ver quién es.
-Hola, ¿tú eres Alessia? – preguntó una señora de unos 50, 55 años.
-¿Sí? ¿la conozco? Se me hace realmente conocida señora -dijo Ale medio sonriendo con vergüenza.
-Si me conoces pequeña, soy la abuela Elena, ¿me recuerdas? -dijo con una pequeña sonrisa, estaba a punto de llorar.
-Oh por dios! -dijo Alessia mientras llevaba las manos a su cara y soltaba pequeños sollozos, yo aún estaba sentada en el sillón sin entender mucho.
-Ven aquí pequeña – dijo la señora abrazándola – te extrañé tanto, cuando supe lo de tus padres, traté de venir lo antes posible, lo siento por tardar.
-Tranquila, ¿qué haces aquí? -dijo Ale- ven pasa, te presento a Lía.
-¿Lía? -preguntó la señora.
-Si abuela, Lía, mi hermana -dijo sonriendo.
-No puede ser! -llegó ella a mi lado y me abrazó – pequeña lo siento, no te conocía, eres preciosa, Lía, soy Elena, tu abuela paterna. -dijo sonriendo.
-Hola -dije un tanto incomoda.
-¿Qué haces aquí abuela? -preguntó Sia.
-Vengo aquí primero que todo a explicarles porque me fui -dijo tomando asiento frente a nosotras- hace trece años que me fui de Francia porque tuvimos un problema con su padre, no les diré que, porque no es importante, el punto es que, nos peleamos mucho, me fui de la casa y me fui a vivir a Estados Unidos. Hace unos meses atrás me enteré del accidente, realmente fue un momento muy doloroso, saber que mi hijo había fallecido y sin verlo fue un golpe muy duro para mí, quise viajar pero al bajar las escaleras de mi casa, caí y me quebré la rodilla, estuve estos tres meses en cama, hasta el día que pude venir, sabía que había una pequeña que me iba a necesitar, ahora sé que dos pequeñas me necesitaban, así que estoy aquí para que vengan conmigo, a mi casa en Estado Unidos, verán que estarán mucho mejor, yo podré cuidarlas, tendrán nueva escuela, nuevos amigos, nueva casa, podrán rehacer su vida en otro lugar.
Miré a mi hermana que estaba analizando la situación, a mi realmente me daba lo mismo, quizás sería bueno cambiar aires y conocer a mi abuela.
-Por mi está bien -dijo Alessia con una sonrisa y mirándome.
-Por mí también Ale.
-Bien chicas, compraré los boletos hoy mismo, mañana partimos a Pensilvania – dijo mi abuela realmente feliz abrazándonos.
-Bien, arreglaré las cosas y llamaré a señora Lina para avisarle y que por favor llamé al colegio para avisar -mi hermana se paró feliz para subir a su habitación, la seguí dejando a mi abuela que estaba en el celular en busca de los boletos.
...
A las 4am ya estábamos en instaladas en el avión, tenía sueño y hambre. Cuando el avión despegó me puse audífonos y traté de dormir un poco, unos minutos después nuevamente estaba despierta, tenía mucha hambre.
-¿Ale, tienes algo de comer? -le dije a mi hermana tratando de dormir.
-¿Enserio Lía? -dijo sonriendo, tomando su bolsa de donde saco un pequeño sándwich de jamón y queso -toma y trata de dormir.
-Gracias hermanita -dije dándole un mordisco a esta delicia.
Minutos después ya estaba soñando, no se aparecieron esos lindos ojos, pero si mis padres, no hacían nada, solo caminaban de la mano sonriendo. Fue muy lindo la verdad.
Ya cuando estábamos llegando a la casa, grande y muy linda, por cierto, un señor llamado Edgar nos recibió, al parecer era la pareja de mi abuela, un señor canoso y alto, bien simpático. Nos mostraron nuestras habitaciones, arreglamos nuestras cosas y nos dormimos o al menos yo, estaba muy cansada. Cuando cerré los ojos, una sensación extraña me surgió, sentía que alguien me miraba, pero al momento de abrir mis ojos, nadie estaba ahí, raro. Cuando me dormí esos lindos ojos aparecieron, aquellos seis pares de ojos me miraban desde mis sueños, moví mis ojos cerrados hacía la derecha y ahí estaban dos pares de ojos, esos ojos celestes y verdes, siempre que los veía estaban ellos juntos en la esquina derecha de aquel fondo negro, pero siempre el que más brillaba eran esos verdes, me tenían hipnotizada, eran realmente bellos.
Así pasó, desde ese día que llegué a Pensilvania, todos los siguientes aparecieron solo dos pares de los seis, los verdes y celestes. Y la sensación que alguien me miraba no desaparecía. Entré a un nuevo colegio, nuevo instituto, hice nuevos amigos, bueno en realidad solo a una chica bastante tierna y bajita, su nombre es Clara, que le encanta jugar con mi cabello, dice que es muy bonito. Tuve mi primer novio, y también mi primer rompimiento, no me dolió nada, quizás ni me gustaba el chico, perdí mi virginidad, porque yo quería, grave error, no me gustó nada, porque al chico ni lo conocía. Todo esto hasta que cumplí 19 años.
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Estaba por ir a dormir, me dolía el labio, hoy a Clara se le ocurrió la genial idea de hacerle un pircing en el labio, pero bueno, me gusta. Nuevamente, me estaba poniendo mi pijama y la sensación de que alguien me miraba me estaba matando, todos los días desde que llegué aquí me ha pasado, nunca logro averiguar que es, cierro cortinas y ventanas, pero sigue igual. En fin, ya vestida, me metí a la cama, con cuidado de no rozar mi labio con la almohada y me dormí.
Todo estaba bien, veía a chicos y chicas jugando a la pelota en la cancha del instituto, recuerdo cuando eso pasaba. De pronto todo se volvió negro, sabía lo que se venía, y ahí estaban los dos pares de ojos, los celestes y los verde brillante, hace tiempo que no se aparecen los seis. Todo estaba en silencio, pero en unos minutos, los ojos celestes se cerraron lentamente, empecé a sentirme extraña, no sabía qué hacer, después de unos cuantos segundos, algo me hizo asustarme mucho.
-Lía – dijo aquel chico de ojos verdes.
Empecé a sudar de los nervios, mi pecho se apretó, aquello me habló, era un chico, su voz era realmente hermosa, pero ¿cómo sabía mi nombre? Cuando iba a responder, me desperté.
Miré hacía los lados, nada, cuando miré a los pies de mi cama, iba a gritar, hasta que vi sus ojos, aquellos ojos brillantes. Aquellos ojos verdes que tanto me han gustado no aparecieron solo en mi sueño, si no que ahora tengo al chico dueño de ellos frente a mí, no lo podía ver bien debido a la oscuridad de mi habitación, pero sus ojos, sus ojos brillaban cual luna llena.
-¿Quién eres? – pregunté
Nada, silencio, y en un solo pestañar, el chico ya no estaba.
...
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