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Destino Causal

Vuelo a Seúl

— ¿Cariño estás segura de hacer esto?, pudimos aceptar la telenovela que te estaban ofreciendo, es un papel protagónico, en esa serie solo serás una actriz secundaria, una detective extranjera que solo aparecerá en algunos episodios— Informó Luis, el mejor amigo de Ana María.

Ana María Cruz era una joven actriz de 25 años de edad, la chica desde muy joven se interesó en la actuación y estudió teatro, de hecho, siempre la halagaban por ser muy buena. Cuando se metía en un personaje, nadie podía diferenciar si era Ana María o el personaje en sí, sus movimientos, emociones, expresiones y hasta su voz, eran totalmente diferente a la Ana Real.

Una vez le había tocado interpretar el personaje de una mujer con bipolaridad, y lo había hecho tan perfectamente, que había logrado que su personaje resaltara más que el personaje principal.

Ella amaba su carrera y lo hacía con pasión, pero se caracterizaba por ser una mujer que rompía sus barreras; por lo tanto, vivía en un constante cambio para lograr superarse.

En el momento en que le ofrecieron dos papeles al mismo tiempo, ella dudó, pues el papel que le ofrecían en México como protagonista era muy tentador, pero luego pensó que al terminar esa telenovela, ¿qué vendría después?, ella quería más y sentía que quedándose allí no podría lograrlo.

— Lo sé, lo sé, pero hay que tener ambiciones mi Luis, si me quedo aquí, solo seré una actriz de telenovela, quiero algún día llegar a la gran pantalla, y eso solo puedo hacerlo si me doy a conocer, si conocemos otras personas, otro ambiente, otras culturas, ¿no crees?, además, ¿qué nos puede pasar?— Contestó Ana María sin saber el torbellino de emociones al que se vería expuesta luego.

— Bien— Contestó Luis resignado.

Luis era su mánager y mejor amigo desde la universidad, la conocía muy bien y sabía que esa mujer era más terca que una mula y que cuando algo se le metía entre ceja y ceja no había nadie que se lo sacara de la cabeza.

Cuando estudiaban juntos, muchos de sus compañeros llegaron a pensar en que ambos eran pareja, ya que se la pasaban la mayor parte del tiempo juntos; sin embargo, luego se dieron cuenta de que los gustos de Luis eran más parecidos a los de Ana María de lo que deberían ser, incluido los gustos por el sexo opuesto.

El chico era guapo, medía 1.75, piel clara y ojos cafés grandes y redondos, su cabello perfectamente cortado era liso y de color castaño haciéndolo lucir muy elegante. Las personas que no los conocían realmente, que no los escuchaban hablar y solamente los observaban, también pensarían que era la pareja de Ana María, ya que la abrazaba con regularidad y uno al lado del otro hacían un exquisito contraste.

Ana María media 1.70, su piel era trigueña clara y poseía unos hermosos ojos verdes y grandes como los de su padre, su cabello era ondulado de color castaño y su cuerpo era despampanante. Como era actriz, Ana se enfocaba en cuidar mucho su apariencia, siempre iba al gimnasio y se alimentaba muy bien, lo que causó un gran logro en la figura de su cuerpo. La mujer era delgada pero con unas grandes caderas y glúteos, sus piernas estaban muy bien tonificadas, y su cintura era tan perfecta que la mujer parecía un reloj de arena bien tallado.

Los labios de la chica eran gruesos y rosados, con tan solo sonreír podía volver loca a cualquier persona, no solo los hombres la admiraban, sino también las mujeres, y de hecho, en México la mujer era bastante conocida y hasta tenía un club de fans.

A Luis le encantaba la personalidad de su amiga, pero él padecía de resistencia al cambio y odiaba tener que viajar a un país tan diferente.

— Pero ninguno de los dos hablamos coreano— Indicó Luis.

— La mayoría del elenco habla Inglés y habrá un traductor por si acaso— Contestó Ana María con confianza.

— ¿Y qué pasa con el proyecto que tenías acerca de tus diseños de moda? el proyecto de Corea tardará mínimo un año ¿estás dispuesta a atrasar el otro?— Volvió preguntar el hombre.

— No, usaré este año como inspiración, tal vez me inspire aún más con la moda asiática— Contestó la mujer con una sonrisa.

Luis la miró y suspiró de impotencia, por más que intentaba convencerla no la hacía cambiar de opinión y ya faltaba poco para abordar el avión.

— Ay cariño ya deja de hacerme cambiar de opinión, además, ¿qué sabes si consigues a un coreano guapo?— Sonrió Ana con picardía.

Luis colocó los ojos en blanco, era verdad que era homosexual, pero solo las personas que lo conocían realmente, podían darse cuenta de eso.

— Ana no quiero que nadie allá sepa de mí, es un país extremadamente machista y cerrado, no quiero que me vean mal, no me sentiré cómodo si lo hacen ¿prometelo?—. Pidió Luis con su rostro serio.

— Lo sé, lo sé, confía en mi—. Consoló la chica.

La voz computarizada de la operadora se escuchó en todo el aeropuerto.

" Pasajeros de ciudad de México con destino a Seúl, por favor abordar por la puerta siete".

— Bien, vamos— Dijo Ana emocionada mientras tomaba su maleta.

— Ana, cariño, es nuestra última oportunidad, aún puedes escoger el protagónico aquí— Murmuró Luis mientras la tomaba de las manos.

La gente que pasaba y los veía, pensaban que el chico estaba triste porque su novia se iba de viaje.

— Vamos mi Luis, no seas pesado, debemos irnos, te estás comportando como un chavito— Habló la mujer.

La voz de la operadora volvió a sonar nuevamente. "" Pasajeros de ciudad de México con destino a Seúl, por favor abordar por la puerta siete".

— Ándale Luis dejate de juegos— Volvió a hablar Ana María pero esta vez con autoridad en su voz.

Luis no dijo nada y solo la siguió con cara de decepción, cualquier otra persona estaría feliz, pero él no quería irse de México, seguía pensando que el protagónico que le habían ofrecido a Ana, era la mejor opción para su carrera, pero como siempre ella había decidido cambiar los planes.

Propuesta

— Me acabo de enterar por tu asistente, de que por fin volviste a poner en funcionamiento el Sultán suite— Habló, Hayan Han, al mismo tiempo que abría la puerta y se acercaba al escritorio del CEO del grupo Eom.

— Que chismoso es mi asistente— Contestó Bae Eom, CEO del grupo Eom, compañía número uno en Seúl, encargada de bienes raíces, hotelería, moda, cosméticos y joyería, el grupo se había encargado de abarcar varios comercios importantes del país y se enfocaban en ser los mejores en todo.

Los padres de Bae eran extremadamente exigentes, siempre le pedían la perfección en todo; por ende, desde pequeño debía ser el mejor en lo que hiciera.

Bae Eom tenía 30 años y era un hombre muy apuesto, media 1.85 metros y su piel era blanca como la leche, sus ojos eran grandes, con una ligera rasgadura en los bordes, el color de éstos eran café oscuros, tan oscuros, que parecían la profundidad de la noche.

El hombre era de contextura delgada; sin embargo, sus brazos y abdomen estaban bien tonificados, su cabello era lacio y de color negro azabache, su nariz perfilada, compaginaba perfectamente con sus labios delgados y dientes blancos como la nieve.

El hombre era muy apuesto, de hecho, en todo Seúl se hablaba de él, ya que era uno de los solteros, más cotizados en el mercado.

Pero eso no siempre fue así, de hecho, él mantuvo una relación de ocho años con su ex novia, Jiyu Pak, la chica era muy hermosa, piel blanca y suave como las nubes, delgada, con un hermoso cabello negro y lacio hasta la cintura, sus ojos ligeramente rasgados eran como dos perlas color café, brillaban con tan solo sonreír, era una mujer muy adorable; sin embargo, el día en que Bae decidió pedirle matrimonio hace dos meses atrás, la chica lo dejó.

Bae estaba súper emocionado por el día de su compromiso, pues para él, no había una mujer más perfecta que ella, la chica era tierna y considerada, hija de una de las familias más poderosas del país y sabía como complacerlo en todo.

Pero lamentablemente, Jiyu no pensaba lo mismo, de hecho, cuando comenzaron a salir, ella estaba muy feliz ya que Bae era todo un príncipe azul, hermoso, rico y la trataba bien; sin embargo, era demasiado celoso y posesivo, tanto que la asfixiaba.

El día en que Bae decidió pedirle matrimonio en el Sultán suite, mandó a cerrar el hotel un mes antes de la propuesta, para que no hubiera huéspedes, y así poder decorar el lugar solo para ella.

El hombre había decorado cada piso del hotel con hermosas rosas color champán, había contratado un grupo musical y la estructura estaba cubierta de luces blancas por fuera, para que en el momento en que la mujer diera el sí acepto, el edificio completo se iluminaría en señal de alegría.

Pero para mala suerte de Bae, lo que él tenía en su mente, nunca sucedió, Jiyu, nunca apareció, y solo le envió un mensaje de texto diciéndole que no podía casarse con él, que no veía su vida al lado de un hombre tan celoso y posesivo como él.

El día en que Bae vio ese mensaje de texto, su corazón se destrozó, la mayoría de las personas lo veían como un hombre frío, pues él nunca mostraba sus emociones, y solo lo habían visto derramar lágrimas en el funeral de su padre y en el de su hermano mayor. De resto, nunca lo habían visto soltar una sola lágrima.

Ni siquiera una sonrisa, su rostro siempre era serio y solo lo veían sonreir con Jiyu y su mejor amigo y vicepresidente Hayan.

No obstante; cuando recibió el mensaje de Jiyu esa noche, su rostro se ensombreció y comenzó a llamarla, pero la chica ya tenía el teléfono apagado.

El hombre comenzó a destrozar todos los arreglos florales de la rabia, cuando se enojaba sobremanera no podía evitar tirar las cosas por el enojo. Los cristales se rompían, uno detrás de otro y las pocas personas que estaban en el lugar esperando el bello momento, estaban muy asustados y sin entender nada.

— No habrá compromiso esta noche, ya no hay novia, estoy oficialmente soltero— Gritó Bae con sarcasmo y pateó una de las mesas que estaba cerca de la puerta.

Los presentes solo respiraron y contuvieron la respiración hasta que la puerta se cerró detrás de él. Para Bi Choe, el asistente de Bae, no era muy difícil saber lo que tenía que hacer a continuación. Él había trabajo con el hermano de Bae y luego de su muerte, comenzó a trabajar con él; por lo tanto, sabía como se manejaban esos asuntos.

Luego de que Bi hizo firmar a todos un acuerdo de confidencialidad, los invitados pudieron salir del lugar.

— Bueno hermano, me alegro de que por fin hayas podido superar lo de Jiyu y tomaras la decisión de reabrir el Sultán suite, es uno de los mejores hoteles de Seúl y hemos perdido mucho dinero estos dos meses por tener las puertas cerradas— Habló Hayan.

— No era por ella, el hotel estaba en remodelación, no estoy mal, ella va a volver a mi, tarde o temprano va a volver a mi, eso te lo aseguro— Contestó Bae con determinación.

— Si tú lo dices, así será. La vida es irónica, tú quieres casarte y yo le estoy huyendo al matrimonio— Comentó Hayan, pues su familia lo estaba presionando para que se casara con la hija del CEO del grupo Kim.

El CEO no tenía hijos hombres; por lo tanto, andaba buscando un esposo para su hija que fuera lo suficientemente competente como para dirigir su compañía, y Hayan era el más indicado para hacerlo ya que trabajaba como vicepresidente en la compañía más productiva del país.

— Deberías casarte con Hana Kim, es linda, tiene buenos antecedentes familiares y es muy conservadora por lo que he escuchado de ella, creo que Suho Kim nunca le ha permitido tener novio, así que si quiere casarla contigo, supongo que eres afortunado, además, ¿no estás trabajando para tener tu propia compañía?, casarte con ella te ahorraría mucho tiempo y dinero— Dijo Bae como si nada, era normal en Corea los matrimonios por conveniencia más que por amor; además, él sabía que su amigo estaba enfocado en ganar dinero y no en enamorarse, ¿que más daba si se casaba o no?, si lo hacía estaría logrando su propósito de tener una compañía que dirigir por si solo.

Sultán suite

Ana María llegó al aeropuerto de Seúl y se sintió emocionado, caso contrario a Luis, que en ese instante Lucía abatido.

A unos pasos vieron a un hombre delgado, cabello rojizo y lacio de aproximadamente 23 años con un cartel que tenía el nombre escrito de Ana María.

— ¿Y ese que onda?— Contestó Luis al verlo.

— Luis, bájale a tu mala onda wey— Reprendió Ana María en español, ella sabía que el chico que tenía frente a ella, era el asistente del director.

Aquel joven se iba a encargar de brindarle a los extranjeros todo lo que necesitaran dentro del país, alimentos, hospedaje, transporte, y todo lo que necesitaran.

— Buenos días señorita Ana, mi nombre es Dom Jo, soy el asistente del director Frank Dean, él me ha enviado a recogerla y llevarla directo a su hotel para que puedan descansar—. Habló el joven con un perfecto inglés, tan perfecto, que Luis quedó muy impresionado ya que ni él, llegaba a pronunciarlo tan correctamente.

— Buenos días Dom, mi nombre es Ana María cruz, él es mi asistente y mánager Luis Miguel Vargas y ambos estamos muy feliz de estar aquí— Contestó la mujer con una hermosa sonrisa mientras le daba un codazo a su amigo disimuladamente.

— Mucho gusto— Contestó Luis mientras estrechaba la mano.

Dom que estaba acostumbrado a tratar con extranjeros, se la estrechó amablemente; sin embargo, en cuanto subieron al coche, habló con ellos para que su estadía en el país fuera más cómoda.

— Entiendo que los occidentales son un poco más cálidos al momento de dar afecto o presentarse, con esto me refiero a dar la mano, abrazos y hasta besos en la mejilla, acá eso no es correcto, puedo decir que es hasta algo incomodo, algunas personas no le prestan atención debido a que ustedes no conocen bien de nuestra cultura, pero para ahorrarles malos ratos, lo mejor será que al saludar, solo se inclinen un poco hacia adelante, como si estuvieran haciendo una pequeña reverencia, de igual manera al estar en el set de grabación, se darán cuenta como se maneja todo— Informó Dom.

— Está bien Dom, gracias— Contestó Ana María con una sonrisa.

Pero Luis no estaba tan contento, se inclinó un poco hacia Ana y le susurró en español — Estás viendo, ahora vamos a tener que andar haciendo reverencia a todo el mundo, no mames Ana, en México estábamos mucho mejor, esta gente se cree de la realeza a que chingado, no me voy a estar inclinando ante nadie—

— Por Dios Luis, pareces un niño, déjate de mamadas, tu sabes muy bien que la mayoría de los asiáticos se saludan y se despiden así, eso no es un secreto para nadie, no nos iremos y punto— Sentenció la mujer con firmeza.

— Y es por eso que no quería venir, porque ya lo sabía, esta gente me da miedo— Murmuró Luis nuevamente.

Dom comenzó a reír mientras conducía, y tanto Ana como Luis quedaron sorprendidos, ¿será que Dom los entendía?, si era así, ¿habrá escuchado lo que hablaban?, ¿qué pensaría de ellos ahora?.

Ana le lanzó una mirada enojada a Luis y este entendió lo que ella pensaba, le estaba diciendo que se callara y no hablara más, pero antes de que alguno de los dos pudiera decir una palabra más, Dom habló.

— Lo siento por la risa de hace un momento, es que he visto algo gracioso en el coche de enfrente, no quiero que se lleven una mala impresión de mí, lo siento— Habló Dom.

Tanto Ana como Luis se miraron con alivio; sin embargo, Luis no estaba tan convencido. Así que decidió preguntarle — Dom, ¿hablas español?—

— No— Contestó Dom.

Luis lo miró con sospecha pero no dijo nada, no le quedaba más opción que creerle por el momento.

— Llegamos— Comentó Dom, mientras se detenía frente a un gigantesco edificio, el lugar se veía demasiado deslumbrante y costoso.

En la entrada del hotel, había un nombre escrito que decía "Sultán suite".

La fachada del hotel, no era nada comparado con el aspecto que tenía por dentro, sus pisos brillaban como un diamante, sus paredes parecían de oro y todo se veía extremadamente pulcro y fino.

La recepción era amplía y lucía unos enormes sofás blancos que formaban un semicírculo, los empleados vestían con un uniforme dorado con unas líneas negras y se veían muy profesionales y sonrientes.

— Tenemos una reservación a nombre de Frank Dean— Dijo Dom acercándose a la recepción y mostrando la reservación desde su teléfono celular.

— Lo estábamos esperando señor, sigame por favor— Indicó la recepcionista mientras los dirigía al ascensor.

Los ojos de los huéspedes y trabajadores se posaron en Ana María, la mujer era muy atractiva y con un cuerpo escultural. Cosa que no estaban acostumbrados a ver con regularidad, a pesar de que ese hotel recibía muchos extranjeros.

— Este hotel es muy hermoso— Le comentó Ana a Dom.

— Sí, de hecho, es uno de los hoteles más costosos de Seúl, tienen suerte de hospedarse aquí, ya que estuvo fuera de servicio por dos meses y volvió a abrir sus puertas hace pocos días, haciendo que muchas personas vinieran como locos, sobre todo, luego de que se corriera un chisme acerca del lugar— Informó Dom.

— ¿Chisme? ¿qué tipo de chisme?— Preguntó la mujer intrigada.

— Se dice que el CEO del grupo Eom, iba a mandar a demoler este hotel, para convertirlo en una enorme Villa para su esposa, pero sin saber la razón, éste decidió dejarla y remodelar el hotel, se dice que el CEO se arrepintió de casarse y que su ex novia estaba tan triste, que se fue de la ciudad para evitar la vergüenza—

Bae Eom, sabía el rumor que se había corrido con respecto al hotel, y aunque era falso, decidió dejarlo correr, ya que prefería que la gente comentara sobre eso, a que supiera realmente lo que había pasado y tuviera que perder la cara delante de toda la ciudad.

— ¡Que maldito!— Expresó Ana María sorprendida. Luego volvió a rugir — ¿Por qué huyó? ella no tiene la culpa, el que debería tener vergüenza es él, no ella—. Agregó la chica.

— Aunque él sea el culpable, la gente es cruel, y más si se trata de personas de alta sociedad, para una mujer es más difícil que pueda salir del escudriño social, ya que siempre son juzgadas por cosas insignificantes, sean ciertas o no—. Habló Dom.

Ana María lo miró y asintió, para tener 23 años, era muy inteligente, él tenía mucha razón, pues ella misma lo había vivido, era actriz, y todo lo que hacía estaba bajo el ojo público.

Fuera bueno o malo, siempre habían personas que criticaban, y más en la actualidad, que las redes sociales daban espacio a las críticas.

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