Son las 6:45 de la tarde, faltan quince minutos para unir mi vida con el hombre de mis sueños o de mis pesadillas ya no lo sé, quien ya debe estar esperándome, nunca imaginé que alguien como él se fijaría en mi, pero así es la vida y el destino, recuerdo con nostalgia como lo conocí y todo lo que pasamos para llegar hasta este hermoso día.
Dos años atrás....
Soy Valentina Salazar tengo 26 años vivo a las afueras de la ciudad, trabajo en un restaurante llamado "sabor de hogar" este hermoso lugar lo heredé de mis padres que murieron hace tres años en un accidente de tránsito, fue un momento muy difiicl para mi.
Mi tía Ángela es mi única compañía y mi apoyo, ella me ayuda en la cocina, es la mejor chef del mundo, también es mi mejor amiga y confidente.
Ella ha estado conmigo desde niña y me cuidaba mientras mis padres trabajaban y ahora que ellos no están es mi única familia.
Yo me encargo de la contabilidad del restaurante y atiendo a los clientes, y hoy como todos los días empiezo a preparar las mesas para la llegada de los comensales.
Soy una chica gorda, de niña me molestaban en el colegio por mi peso, pero la verdad ya no importa, me quiero así tal como soy tez blanca, ojos cafés mi rostro es muy lindo y mi pelo es color negro, no he conocido el amor aún ya que siempre he sido rechazada y no quiero sufrir.
-Valen- llama mi tía sacándome de mis pensamientos
-Recuerda que hay que ir al mercado a comprar los vegetales que hacen falta-
-Si tía yo me encargo, no te preocupes - le respondo
-¿Estás bien mi niña?- pregunta confundida.
-Si tía muy bien- le respondo con una sonrisa
Salgo del restaurante al mercado por lo que hace falta, voy tan distraída que no me doy cuenta de que el semáforo ha cambiado y casi me atropella un auto muy lujoso, de este se baja un hombre alto, muy guapo, con un traje que le marca todo su escultural cuerpo ( no pienses esas cosas casi te atropella).
Cuando vuelvo de mis pensamientos él se acerca a mi y me grita:
-Señorita la próxima vez ponga más cuidado, no se da cuenta que el semáforo ha cambiado, aparte de gorda ciega-
Yo no hablo solo lo miro esos ojos azules tan hermosos (concéntrate te está insultando).
-Lo siento señor tampoco es necesario que me insulte solo estaba distraída- le respondo.
Me levanto como puedo y el muy tarado me hace mala cara y se va.
Lastima tan guapo pero tiene un carácter horrible, -pensé-, seguí mi camino a las tiendas y compré lo que necesitaba.
Cuando llegue al restaurante estaba muy lleno, creo que me tarde mucho y mi tía ya estaba molesta, pero me puse mi delantal y empecé a atender los clientes con mi hermosa sonrisa.
A la hora del almuerzo tuvimos mucho trabajo y yo tuve muchos accidentes, platillos equivocados, bebidas derramadas, todo un desastre.
Que mal día esos ojos azules desconcentraron ( que tonta eres si te trato mal) pero tengo que aterrizar igual nunca lo volveré a ver o por lo menos eso creo.
Quien lo iba a pensar yo Sebastián Santibáñez estoy en un altar esperando al amor de mi vida, ella que desde el momento que la ví cambió mi mundo y la perspectiva que tenía de el, aún recuerdo ese día que la ví por primera vez.
Dos años atrás...
-Hijo, no te puedes marchar así, tenemos que hablar, Sebastián por favor-gritaba mi padre desde la oficina
-No papá, yo no me pienso casar, ni lo intentes porque me voy y no me vuelves a ver- salí de la oficina tirando la puerta, es increíble que en esta época piensen que el matrimonio es un contrato de negocios.
Soy Sebastián Santibáñez, hijo único de el famoso arquitecto Vicente Santibáñez, tengo 29 años, soy soltero y así me pienso quedar (no estoy tan segura guapo), las mujeres solo sirven para pasar el rato.
Soy arquitecto como mi padre se supone que soy el heredero de la firma pero en estos momentos estamos en la quiebra por eso quieren que me case pero ni loco, y menos con esa mujer.
La candidata a esposa es Marcela Salvatierra hija del mejor amigo de mi padre, gran abogado y candidato a la gobernación, ella es muy superficial, bonita, no lo niego pero solo piensa en ella, definitivamente no es lo que quiero para mí.
En realidad del amor no quiero nada, la última vez que ame fui traicionado y en ese momento prometí que solo jugaría con las mujeres, que serían para tener sexo y ya.
Voy conduciendo mi auto, me he alejado mucho de la ciudad, creo que estoy a las afueras, en un pueblo que no conozco, es perfecto, por ahora solo quiero pensar, necesito encontrar una solución a los problemas de la firma, buscar nuevos proyectos y nuevos clientes, pero necesito alejarme un poco de los gritos de mi padre.
El pueblo es algo pequeño pero se siente acogedor, voy mirando mi móvil y el semáforo está en rojo, de pronto cambia, una mujer distraída pasa y casi la atropello, (lo que me faltaba).
Me bajo del auto muy enojado
- Señorita ponga más cuidado\, no ve que casi la atropello aparte de gorda ciega- le dije sin pensarlo.
Ella solo me observaba y como puede se levanta, en ese momento la mire bien era hermosa, sus ojos, sus labios, ese cabello ondulado negro, (por Dios en que estás pensando está muy gorda), no alcance a escuchar lo que decía y la dejé ahí, me subí al auto le di un portón y me fui (te portaste muy mal guapo).
Conduje por horas sin sentido alguno, pensando en todos los problemas que tenía, y en ella, en esa mujer gorda, pero con una mirada angelical, fue tanto lo distraído que estaba que no me di cuenta que se acabó el combustible, me tocó caminar hasta lo que parecía una posada y allí pedí una habitación.
Al entrar me puse cómodo en la cama, encendí el televisor pero me quedé dormido inmediatamente, y en mi sueño estaba ella, la chica gorda que casi atropello, de inmediato me desperté y pensé que te pasa Sebastián es una mujer muy diferente a lo que estás acostumbrado, además, nunca la volverás a ver.
Con ese pensamiento me volví a dormir.
Sebastian...
En toda la noche no deje de pensar en ella, esos ojos tienen algo que nunca había visto en ninguna mujer, es un brillo especial que te atrae como un imán, pero es hora de levantarse y buscar un lugar donde echarle combustible al auto y un restaurante para desayunar, lastimosamente tengo que regresar a mi realidad.
Valentina...
Ayer tuve una noche muy larga, esos ojos azules no se salen de mi mente, pero bueno, es alguien que nunca mas volveré a ver, tengo que concentrarme en mi trabajo, que es lo realmente importante en este momento.
Hoy es sábado y recibimos muchos visitantes, normalmente el restaurante se llena para el desayuno y ya voy tarde para limpiar las mesas.
La gente empieza a llegar y a hacer los pedidos, los waffles con miel son los favoritos para los niños, me hace tan feliz ver como disfrutan de la comida que preparamos veo que el esfuerzo de mis padres por abrir este lugar ha valido la pena.
Poco a poco el lugar se ha ido desocupando, ya la hora del desayuno ha terminado y es momento de limpiar nuevamente las mesas para prepararnos para la hora del almuerzo, de un momento a otro siento que alguien abre la puerta y no puedo creer lo que ven mis ojos.
Es el chico que casi me atropella, esos ojos azules que no me dejaron dormir, hoy se ve más guapo, no está vestido tan formal, simplemente tiene unos vaqueros y una camisa blanca que le marca todos sus pectorales, es un dios griego (disimula que te está mirando).
-Buenos días señor en que le puedo colaborar - le digo con mucha amabilidad.
-Buenos días señorita sería tan amable de servirme un café y un plato de frutas - responde el guapo con esa voz tan gruesa y varonil que se me puso la piel de gallina.
-En un momento se lo traigo-le dije nerviosa.
Salí rápido hacia la cocina, no se porque este hombre me pone tan nerviosa, hasta estoy sonrojada y el estómago se mueve como un loco.
Sebastián...
Quién lo iba imaginar, ella otra vez ella, el nombre del restaurante me hizo entrar y al hacerlo la ví limpiando una mesa, con una sonrisa en su rostro, sus ojos, esos que no me dejan dormir, iluminados y con un brillo especial, no podía dejar de mirarla.
Ella se acercó a mí y sonrió y les juro que es la sonrisa más bella que he visto en mi vida, perdido en esos ojos pido un desayuno rápido, café y frutas, y la veo irse moviendo esas caderas de un lado al otro, creo que estoy por enloquecer.
No sé que me pasa con esta mujer...(te lo dije)
Valentina...
Tan pronto como pude le lleve su pedido, la verdad no sé cómo lo hice, ese hombre me tenía hipnotizada.
-Acá está su desayuno, espero que lo disfrute -le dije-
-Gracias - respondió él.
Antes de continuar limpiando las mesas el dios griego me habla y me dice:
-Oye estás bien, recuerdo que eres la chica a la que casi atropello ayer- me dice un poco avergonzado.
-Si estoy bien- le respondo sonrojada.
-¿Cuál es tu nombre?- me pregunta con una pequeña sonrisa.
-Soy Valentina y usted- le respondo timidamente
-Soy Sebastián Santibáñez- un placer conocerte- me responde.
Intento huir del acalorado momento pero él no me lo permite.
-Me gustaría volver a verte, me das tu número de teléfono- me dice sonriendo.
Como puedo saco papel de mi delantal y escribo mi número en el, se lo entrego y salgo de ahí a toda prisa.
Minutos después veo como sale el dios griego del restaurante, y yo aún no puedo creer que el piense volver a verme, esto debe ser una broma.
Sebastián
Salí del restaurante, el desayuno estaba delicioso, pero no pude dejar de mirarla, (que te pasa Sebastián no es tu tipo), aleje mis pensamientos y entré a mi auto.
Camino a casa recordé el papel doblado y lo abrí, ahí estaba su número de teléfono, Y si lo hice le pedí su número, ¿para qué? no sé, quizás pueda divertirme un poco con está mujer, no sería la primera ni la última, además que puede pasar si yo nunca me volveré a enamorar y de una mujer como ella menos (no juegues con fuego guapo).
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