—Dos semanas.
Afirmó la profesora Jessica. El abucheo de varios estudiantes no se hizo esperar.
—¿Solo dos semanas? En verdad es muy poco, demás tenemos una fiesta pasado mañana —Alexander protestó.
—Es un trabajo sencillo, además ustedes no tienen de qué quejarse, los reprobados no tienen derecho a hablar, solo deben hacer el trabajo bien —comentó la profesora Jessica.
—Al menos no soy el único aquí. Mark me acompaña, ¿verdad?
—Muy gracioso Alexander. De no ser porque me convenciste de irnos de fiesta y de borrachera, hubiéramos entregado el trabajo en tiempo y forma.
—¿En forma de bola? —interrumpió Alexander con su antiguo sentido de humor.
—Claro que sí —argumentó Mark, casi perdiendo la paciencia y agarrándose la cabeza, lo estaban sacando de quicio.
—Bueno, vayan a la biblioteca, chicos, a buscar información y acuérdense de que ya se van a graduar, no pueden deber materias.
Ciertamente, la universidad no era lo de Alexander, no le gustaba el programa, las materias ni nada, únicamente las chicas. Solo lo estudiaba por sus padres que les urge que termine y trabaje. Es una vida que no le desea a nadie. Que tus padres deseen que te vayas para que ellos se queden solos y juntos, no hay nada peor.
—Únicamente buscaré información en la biblioteca y después me iré —Alexander declaró.
—No debes tomarte tan a la ligera esta oportunidad que nos está dando la profesora, de no ser por mis ruegos, no nos hubiera dado un trabajo tan fácil, mira que escribir un manual de procedimientos es pan comido —Mark regañó.
—Bueno, está bien. —Alexander rodó los ojos.
El jovencito pasaba por el baño de la biblioteca y se encontró a dos tipos besándose. Se percató de que se besaban de una manera en la cual pareciera que se estaba acabando el mundo. Ellos se dieron cuenta de que los estaban viendo y hacen una señal de que se vaya al diablo. El jovencito se quedó atónito.
—¿Qué diablos les pasa? ¿Quieren una golpiza? Par de homosexuales.
—¿No te nos unes? —invitó el joven que estaba pegado a la pared.
—Qué enfermo —respondió Alexander asqueado—. Suficiente me largo.
Regresó a la mesa en la biblioteca, su querido amigo lo miraba.
—¿Qué te paso? Te ves sonrojado.
—De ninguna manera —burló—. ¿Cómo podría?
—¿Qué paso en el baño? Dime.
—Ya te dije que nada —replicó exasperado.
—Bueno, vale, empecemos a leer estos libros y saquemos las partes que nos sirvan para la bibliografía. Mañana yo traigo la información de la empresa de mi papá, él nos facilitará este trabajo.
Alexander asintió, como queriendo pasar a otros temas. Mark lo miraba, era claro que algo vio en el baño y le sacaría la verdad esta noche después de un par de copas… Y quizás le confesaría algo que había estado guardando por mucho tiempo, solo esperaba que Alexander se lo tomara bien o moriría.
Después de la borrachera, Alexander y Mark se fueron a casa. Aprovecharon de que los padres de Mark no estaban para ir a dormir y seguir bebiendo.
—¿Estás bien Alex?
—Estoy bien. Esos chicos en serio estaban locos, tomando y tomando como borrachos —exclamó en carcajadas.
—Nosotros también estamos borrachos.
—Sí, ¿verdad?, qué gracioso.
—Alexander, pareces un desquiciado riéndote, así —criticó mientras se sentaba a su lado—. Para ya.
—Yo no estoy borracho ni soy un desquiciado, ¿Entendido? Deja me quito la ropa para dormir.
—Oye, oye. ¿Qué estás haciendo?, ¿no vas a ir a tu casa?
—Me quedaré hoy en tu casa, mis papás salieron de viaje y no me gusta estar solo. Déjame quedarme en tu casa hoy, Mark, de este modo terminaremos el trabajo mañana temprano, ya que estoy aquí.
—De acuerdo. Déjame busco una muda de ropa para que puedas ducharte. Espérame aquí.
—Ok. En serio que tengo más ganas de beber… ¡Oye! ¡Vamos por más cerveza y algo de ya sabes!
—¿Estás loco? Donde podemos conseguir eso.
—Yo traigo, pareces nuevo. Mira es para pasar el rato.
Mark contempló a su ebrio amigo, cuando sacaba una bolsa pequeña, repleta de la sustancia “animadora”.
—¡¿De dónde conseguiste eso?! Sabes que pueden llevarnos a la cárcel si alguien nos descubre drogándonos.
—Pero aquí nadie se dará cuenta, estamos solos.
—Está bien, voy por más cerveza, solo porque estamos a tiempo de entregar el trabajo, nos quedan bastantes días.
Más tarde. Eran las 2:00 de la mañana y los chicos seguían bebiendo.
—Me estoy durmiendo, pero me siento extraño, ¿qué tipo de droga consiguió este hombre?
Alex no da para más, se quedó totalmente dormido. Mark sonrió, estaba atraído por la belleza natural de Alexander, con sumo cuidado le quitó la ropa, tomando su pantalón delicadamente y acomodando su bóxer solo para mirar. Su cara dormida se parece al de un ángel, sería un pecado no verla por mucho tiempo. Acarició su cara con las yemas de sus dedos, pasándola en toda su cara hasta llegar a su parte baja del cuerpo.
—Ah… Qué rico… —Alexander murmuró semidormido—. ¿Qué haces?
—Nada, solo te toco tu hermoso cuerpo. ¿Quieres que haga más?
Mark pasaba su mano en su pecho, abdomen y finalmente en su entrepierna. Disfrutaba mirar cada centímetro de su piel. Antes no se atrevía a tocarlo así, pero después de lo que le contaron sobre Alexander…
—Detente. Por favor, esto… No deberíamos estar haciendo esto.
—Solo piensa que es un sueño, que se siente real. ¿Si? Te voy a besar.
—…
Mark procedió a acercarse al chico ebrio, como vio que él no se apartó, juntó sus labios con el contrario y masajeó. Se aprovechó de su disponibilidad para ir bajando sus besos a su mejilla, quijada y finalmente su cuello, donde dejo un par de moretones.
—Ash… Ya basta, detente, me dejarás un moretón —suplicaba sin querer—. Pero realmente esto se siente muy bien.
Mark decidió ir más lejos, se inclinó más abajo, dejando besos en todo su cuerpo y cuando llegó a su parte más sensible, comenzó a darle placer.
—¿Cómo sabes…?
Alexander se estremecía a cada movimiento que hacia la lengua de Mark. El macho dominante paso su mano en todo el cuerpo de Alexander, asegurándose de no dejar ningún espacio sin tocar. Subió hasta quedar frente a frente con Alex, lo besó muy apasionadamente sin dejar de tocar a su amigo. Alex aún estaba muy mareado y drogado como para resistirse a sus besos. Al separarse, miró a su amigo, cada expresión que hacía mientras lo tocaba, le encantaba verlo de esa manera.
—¿Ya estás listo, verdad? —dijo en un jadeo. Mark no sabía cómo detenerse.
—Listo, ¿para qué? ¿No me digas que…?
—No creo que deba decírtelo.
A estas alturas, Mark ya no quería saber que diría Alexander sobre esto, iba a continuar hasta el final y a hacer que a su amigo le gustara. Pero no pensó que Alexander reaccionaría mal.
Al término del acto, Mark se acostó al lado de su amigo, quien estaba terriblemente dolido y cansado. Estaba acostado boca abajo debido al dolor de su trasero, pensó que jamás podría volver a sentarse de nuevo.
—Eso fue impresionante. Eres bueno en esto, Ali, deberíamos hacerlo más seguido para que te acostumbres.
Mark solía decirle “Ali” a Alexander en señal de burla, pero era más de cariño. El chico le acariciaba las nalgas a su amigo y le daba palmadas de vez en cuando. Alexander gimió.
—Pásame el cuchillo de la cocina —ordenó el rubio.
—¿Para qué?
—Voy a matarte —respondió Alex con cara de demonio—. Ahora…
—No lo harás, hasta que se pase el efecto de la droga, ¿estás bien?, ¿te duele? Vamos a bañarnos.
—¡Me duele, desgraciado animal, no puedo levantarme! ¿Qué me hiciste? Maldito… —exclamó Alexander tratando de levantarse sin tener éxito—. ¿Qué brujería es esta?
—Nada, solo bebiste demasiado, te drogaste y te hice mío —dijo con una sonrisa ladina.
—Me las vas a pagar un día de estos.
—Cállate, vamos a ducharnos.
En la ducha, Mark preparó la tina para Alexander, le puso agua caliente. Supo que su amigo no podría estar parado por mucho tiempo, por lo que la tina era la mejor opción. Ayudó a su amigo a entrar en ella, pero Alex no le dirigió más la palabra, aun con Mark ayudándolo a bañarse y a vestirse. Regresaron a la cama juntos y se durmieron sin hablar sobre nada en especial, únicamente para decirse las buenas noches.
Al día siguiente, Mark preparó el desayuno, pensó que quizás si lo mimaba como sabía que a Alexander le gustaba, podría perdonarlo y olvidar que ayer cometió una locura. No era homosexual, pero estaba enamorado de su mejor amigo… Solo que no supo manejar la situación. No era experto en sexo con otro hombre. Alexander no quería comer, pero al ver como su amigo desayunaba huevos con tostadas y café, se le antojó y se acercó a la mesa con vergüenza, Mark sonrió un poco, le movió la silla para que se sentara a su lado y Alexander se sentó con cuidado.
Quizá y solo quizás… si Alexander lo amara…
Continuaron con el trabajo como si nada, olvidando lo que pasó aquella noche. Alexander no podía dejar de estar incómodo al lado de Mark. Debían hablar de lo que pasó o jamás saldrían de esa situación, pero sería hasta que terminaran el trabajo. Lástima que el tema rondaba en sus mentes sin descanso.
Fue hasta que Alexander exhaló con frustración.
—Si entiendes que no puede haber nada más entre nosotros, ¿verdad?
Mark lo miró fijamente, se acercó escasamente al rostro de Alexander causando que se pusiera rojo.
—¿Por qué dices eso? Tú y yo nos queremos, ¿no?
—Realmente te aprecio como amigo. Pero sabes que esto es raro… y no podemos volver a repetirlo. Un hombre no puede hacerlo con otro hombre —expresó Alexander con calma.
—¿Y eso qué? El amor existe, seas o no del sexo puesto…
—Mark, tú y yo no nos amamos. Eso fue repentino y por el momento que estábamos perjudicados… borrachos y drogados. Te pido que no volvamos a hablar de esto, por favor. Hazlo por mí.
Mark no estaba de acuerdo con lo que Alexander decía, pero prefirió guardar silencio.
Los chicos ya no hablaron del tema y se limitaron a terminar el proyecto de regularización, aun con la incómoda sensación del placer de la noche anterior.
Pasada la semana, Alexander fue al centro comercial, encontrándose con la maestra Jessica. Se acercó para charlar, pero no contó con que ella mencionara a su mejor amigo haciendo que se acordara de lo que pasó aquella noche. Se sentía solo por haberse distanciado de Mark, ya que desde que terminaron el trabajo, no volvieron a verse. Alexander se sintió peor cuando se enteró de que su amigo se fue de viaje sin avisarle, creyó que no le dolería tanto, porque él mismo fue quien le pidió un tiempo… solamente no pensó que se sentiría así, como si se hubiera ido una parte de él. Entendía que su mejor amigo tenía problemas familiares debido a su fortuna y siempre creyó que estaría a su lado para enfrentar los problemas.
La maestra continuó hablando de Mark y Alexander comprendió que el tema era inevitable, así que decidió tomar al toro por los cuernos y cambiar la situación invitándole al cine.
—¿No viniste con Mark? Siempre están juntos ustedes dos, parecen uña y carne.
—Bueno, si así es, maestra, pero últimamente él está ocupado y tiene asuntos con sus familiares, viajó a su ciudad natal para ver sus asuntos.
—Siendo así, no puedo rechazar tal oferta, yo también estoy sola, vine a distraerme un poco porque mi esposo también está ocupado.
—Trabaja mucho su esposo, verdad, jamás lo he podido saludar.
—Sí, él es presidente de una gran compañía y ahorita está viajando —respondió con cara perpleja—. Él es un hombre muy ocupado.
Alexander no pasó desapercibido el cambio de humor de la maestra. Seguro tenía problemas también. Decidió acelerar la diversión llevándola al cine y evitando que pensara en el problema que tuviera. La plaza comercial era un complejo de muchos locales, las tiendas venden de todo, ropa, calzado, antigüedades, centros de juego, entre otros. Había mucho que ver y comprar, uno no se sentía triste en un lugar como ese.
—Oh, la película es muy linda, siempre me han gustado las películas de amor. —La profesora Jessica suspiró emocionada mientras pasaban la película.
—A mí me gusta cuando hay acción también. —Alexander comió un puñado de palomitas, haciendo que la maestra escuchara sus dientes masticar.
—Silencio, están pasando el momento. Es el más importante.
En ese momento, la pareja de la película se encuentra en un puente, el chico le declara su amor a su amada, ella le corresponde y él le pide que se quede a su lado para siempre. La maestra no pudo evitar llorar, Alexander se quedó perplejo sin saber qué hacer, optó por hablar con ella y tratar de tranquilizarla.
—Maestra… No llores por favor, así son estas películas, de esto se trata, esta tendrá un final feliz.
—Sí, lo sé, pero así somos las mujeres, somos muy sentimentales.
Alexander se quedó mirando a la maestra que está mirando la película con lágrimas en los ojos, él tomó una servilleta y le secó las lágrimas.
—Gracias, Alexander, eres un chico muy comprensivo. Por eso jamás estás solo…
La maestra se acuerda de que siempre está sola, y su esposo casi nunca está en casa. Y empieza a llorar más. Ella logra llamar la atención, no solo de Alex, sino del señor que está sentado al lado de ellos.
—Oye chico, ¿Está bien la señora?
—Sí, está llorando por la película.
Alexander se disculpa con nerviosismo y deciden salir de la sala. Se sentaron en el pasillo del cine a hablar con tranquilidad.
—Maestra. ¿Qué pasó? Yo sé que esas lágrimas no son por la película. Me dirán mujeriego, pero no solo anduve con las chicas por andar, también aprendí de ellas. Por favor… Puede contarme lo que sea.
El chico le dio tiempo a la maestra para pensar, ella no se veía con ánimos de contar sus problemas. Alexander regresó con un par de cafés aligerando el ambiente. Logró hacerla sonreír y entonces comenzó con su historia.
—Mi esposo, bueno… Cuando éramos jóvenes y estábamos en la universidad, nos hicimos novios, casi de la misma forma que los chicos de la película. Nos encontrábamos en un puente y fue ahí en donde Víctor se me declaró, meses después, ahí mismo, sin decirme nada o algún indicio, me pidió matrimonio. Yo jamás me imaginé que me pediría matrimonio en el mismo lugar en donde nos hicimos novios. Le dije que sí y le dimos la noticia a nuestros padres. Semanas después nos casamos, todo hasta la fecha fue perfecto. Hasta que a él lo ascendieron y lo empezaron a mandar de viaje al extranjero.
—Entonces cuál es el problema, al menos sabe usted que él la ama.
—Me enteré por medio de uno de los trabajadores… Que él me es infiel con una secretaria con la que va de viaje. Así que no creo que esos viajes de negocios en el extranjero, sean precisamente de negocios.
—Maldito… Ahora verá.
Alexander, en su furia, quiso irse del lugar e ir a encontrarse con el marido de la maestra y golpearlo.
—¡No! Detente, Alexander, eso no te llevará nada bueno.
—Pero eso es de canallas, yo jamás, escúcheme bien, jamás engañé a ninguna de mis novias. Si estaba con una, a ella le daba toda la atención del mundo. Nunca practiqué salir con varias. Esto se tiene que resolver ahora mismo. ¿En dónde está ahora su marido? Se arrepentirá de hacerle esto.
—Alexander, cálmate primero, te agradezco que hagas esto por mí, pero esto lo tengo que resolver yo. Cuando él llegue del viaje, hablaré con él para aclarar las cosas. Si es verdad lo que me dijeron… Me divorciaré.
—Por cualquier cosa, yo estoy ahí para apoyarla. ¿Está bien? Si pasa algo, aquí tiene mi número. No me imagino una clase sin usted.
Alexander tomó la mano de la maestra y la besó. La maestra tuvo una serie de sentimientos encontrados, Alex era precisamente como lo fue su marido.
—Gracias, Alex… Me tengo que ir, nos vemos el lunes.
—Si… Que tenga un bonito fin de semana —susurró para él mismo—. Ah… tan bella y sufriendo por amor.
Alexander entendió que existían cosas en este mundo que no podía manipular. Era preciso que la maestra, por más amiga suya que fuera, debiera enfrentar sus propios problemas. De lo que sí estaba seguro, es que se mantendría a su lado en caso de necesitarlo, porque si de algo estaba seguro, es que la maestra es la mujer más bella que había visto.
Cuando Alexander llegó a casa, lo primero que hizo fue enviarle un mensaje a Mark… Solo para saber cómo estaba o si necesitaba algo, pero lo que le dijo le partió el alma.
“Gracias por preocuparte por mí… Ali, mis padres fallecieron en un accidente de carretera mientras resolvían un asunto. Tendré que quedarme a terminar sus negocios porque no se pueden quedar así, hay problemas aquí y no iré en unos días, excúsame con los profesores y con la maestra Jessica. Te dejo el proyecto en tus manos.”
Como su mejor amigo, sentía feo estar aquí y él resolviendo problemas adultos siendo un joven. Tenía que estar ahí para apoyarlo. Pero si iba, no terminaría los trabajos pendientes y además, estaba el asunto de la maestra Jessica, ella no asistió a trabajar, no dejó razón y el director solo le dijo a los alumnos que leyeran en la biblioteca en sus siguientes clases con ella. Todo era muy misterioso, algo le había pasado.
Su vida era un caos ahora, su amigo y su maestra estaban fuera de su vida y por acabar de amolar, su propia familia le estaba dando un ultimátum para que se fuera a vivir solo. A veces se preguntaba si de verdad lo querían o solo era considerado un estorbo, porque si era esto último, quería saber qué fue lo que hizo mal para que se mereciera ese trato.
—Todo el mundo me abandona, le marcaré de nuevo a Mark para saber qué hace.
Inconscientemente, lo necesitaba, era su amigo desde hace mucho tiempo y no veía la vida igual si él no estaba aquí. Estaba por llamar cuando sonó el celular de Alexander.
—Una llamada entrante de un número que no conozco…
Se aventuró a contestar, no lo hacía, ya que solían ser extorsionadores, pero lo que escuchó lo dejó impresionado… Se trataba de la maestra Jessica.
—¿Si? Diga, habla Alexander.
—Alexander… —contestó en un sollozo—. Yo…
—Maestra, ¿qué pasó?, ¿está bien?
—Si… Pasó algo…
—Cálmese, maestra, ¿en dónde está ahorita?, ¿en su casa?, deme la dirección, voy para allá.
La profesora le dio la dirección de su casa, Alexander no perdió tiempo en llegar y cuando lo hizo, se quedó boquiabierto.
—Es una enorme casa…
La mansión era tres veces el tamaño de la casa de Alexander, con perfectos acabados. Cada pieza en esa casa valía mucho dinero. Alex quiso tocar una pintura muy bella, pero la maestra apareció en el vestíbulo, sonriendo fingidamente.
—Tan travieso como siempre, Alex.
—Maestra…
Se rascó la nuca. Ambos se acercaron en silencio en medio del vestíbulo y Alex se dio cuenta de que la maestra estuvo llorando, quizás por demasiado tiempo, se veía su maquillaje corrido y sus ojos rojos.
—¿Qué fue lo que pasó? —le dijo con un tono calmado—. ¿Le dijo algo su marido?
—Si, efectivamente… Me engaña… Me mandaron estas fotos de él besándose con la mujer. Cuando le enseñé la foto lo negó, luego me llegó otro mensaje, de la mujer…
La maestra suelta el llanto, sin poder terminar de explicar, Alexander la abrazó sin decir nada. Después, la llevó a la sala, pronto llegó la servidumbre a servir té caliente para ambos. Alexander pudo decir cualquier cosa para distraer a la maestra, como por ejemplo burlarse de lo rápido que aparecieron los sirvientes y de lo veloz que se fueron. Sobre todo de esa pintura donde aparece ese hombre obeso.
—Esta foto, me la mando la misma mujer, se tomó la foto a propósito en la cama.
Ella le enseñó su celular y en cuanto Alexander contempló la foto, sintió deseos de romper el aparato. Debía controlarse o haría una locura.
Su reacción no era nada sorpresiva, hace un par de años le hicieron lo mismo, su novia del cual se enamoró cuando recién conocía el amor… Lo hirió de gravedad, por poco se encierra en casa y se mata de tristeza, pero Mark siempre estuvo ahí para darle felicidad. Es por eso que Alex se sentía responsable de su amigo y ahora que conocía la historia de la maestra con su esposo, él será el que distraiga a la maestra de su dolor. No podía permitir que ella sufriera como él.
—Maldito… Esa se las cobraré a los dos. La mujer sabe que está casado. Odio a ese tipo de persona. Bueno… ¿Qué hará, maestra? Sabiendo esto, no creo que deban estar juntos.
—No sé… Llevamos casados 7 años. No creo que debamos separarnos, sino… Ir a una terapia de pareja.
—¡Claro que no! —Alexander gritó enojado —. Estas cosas no se pueden perdonar, con todo el descaro del mundo le manda la foto y encima, su marido no tiene el valor de decirle la verdad a usted, quiere que viva en la mentira de que él le es fiel, cuando no es así…
Las palabras duras de Alexander la hicieron recapacitar. Tenía razón, su esposo no era fiel y menos sincero. ¿Cómo podía perdonar algo así? Gracias al cielo estaba su alumno más querido aquí, abriéndole los ojos.
—¿La casa, de quién es? —preguntó.
—Suya, nos casamos por bienes mancomunados, y como él tiene más dinero que yo, no dije nada. No es posible que yo tenga tanto, así que no lo pensé mucho.
—Eso es un problema, usted debería tener sus ahorros, para cualquier cosa. Déjeme hablar con mis padres, para darle alojamiento a usted por un tiempo, cuando su esposo llegue y no la vea, se dará cuenta de lo que se perdió.
—Alex, ¿por qué haces tantas cosas por mí?
—Yo… Realmente… No lo sé. Solo sé que esto que le está pasando, no está bien y debe ser castigado como el culpable que es.
Él le mintió, si sabía por qué lo hacía, pero no iba a ponerse a hablar de sus problemas cuando ella la estaba pasando muy mal. Le secó las lágrimas a la maestra y juntos fueron a hablar con la madre y el padre de Alexander, ellos podían ayudar. Los padres de Alexander dudaron un poco, viendo que no había mucho espacio, le dieron una casa que tenían ellos en renta, pero que estaba vacía y entonces ahí se instaló la maestra de Alex. No le cobran la renta a la maestra, por ser buena con su hijo.
Quizá le vino como anillo al dedo, así no correrían a Alexander de la casa porque la maestra estaba ocupando ese departamento. Acordaron traer las pertenencias de la profesora hacia el nuevo hogar. Alexander nunca se sintió más útil en su vida, organizando e ideando lo mejor.
—Muchas gracias, se los agradezco.
—De nada maestra Jessica, nosotros le agradecemos que apoye a Alexander con sus malas calificaciones —Alex puso cara de enojado y le lanzó una mirada furibunda a su mamá, pero ella no le hizo caso—. Ya que estamos aquí, cuéntenos de su desempeño en la universidad.
—¡Mamá! Por favor, no es momento —musitó—. “Voy a morir”
Alexander pensó que se le acabaría el mundo. Pero la maestra fue amable y habló bien de él.
—Su hijo es una persona estupenda, me está ayudando cuando nadie más lo está haciendo. Me ofreció su ayuda por si algo se presentaba. Y por lo de los estudios, mi diagnóstico es lo siguiente: siempre se ha dormido en clase, pero a la hora de hacer un proyecto, se esfuerza muchísimo, es digno de admirar. Ustedes deben estar orgullosos de él —subrayó con orgullo—. Es un buen alumno.
Alexander sintió una calidez en su pecho, jamás escuchó a nadie hablar de él así. Sintió ganas de llorar. Vio a su progenitora muy embelesada por las palabras de la maestra y finalmente pensó que no lo mandaría a vivir solo… Creo que debería agradecerle al esposo de la maestra por ser un imbécil.
—Lo estamos, tenemos la esperanza que saque un 10.
—Mamá no tienes que ser tan directa. Eso jamás pasará —contestó Alexander—. Pides milagros…
—Si puede pasar, si te esfuerzas —intervino la maestra.
—Lo haré, solo para que mi mamá esté orgullosa.
—Y también tienes que ganar el torneo de baloncesto hijo —interrumpió su papá y Alexander voltea a ver a su padre como con ganas de matarlo.
—¿Quieren matarme ustedes dos?, ¿verdad? Debieron tener otro hijo.
Hizo un puchero y cruzó sus brazos.
—Tu familia es muy cálida, Alexander, te envidio, ellos te quieren mucho y esperan mucho de ti, no les vayas a fallar.
—Maestra, es usted un ángel que apareció ante nosotros, ¿cómo puede ser tan amable? —comentó la madre de Alexander. La maestra no pudo más que sonreír.
—¡Ma! No presiones a la maestra, ella está cansada.
—Sí, es verdad, hijo, acompaña a la maestra hasta la casa, puedes llevarte el auto y ayúdala con la mudanza. La casa está limpia, una señora va cada 3 días a hacerle la limpieza. Solo es cuestión de que acaben de acomodar sus pertenencias y te regreses a la casa. ¿Está bien? Ten mucho cuidado.
La madre de Alexander agarró su cabeza y la besó, Alexander rápidamente se alejó y se talló su cabeza como queriendo quitar el beso de ahí. La maestra comenzó a reír.
—¡Mamá! No enfrente de la maestra —chilló muy sonrojado y avergonzado.
Cuando salieron de la casa de Alexander hacia el auto, Jessica no dejo de sonreír.
—Maestra no se ría de mí.
—No me río de ti, me río porque estoy feliz, después de estar llorando tanto, al fin me río de algo muy hermoso, el amor de hogar.
Alexander miró a la maestra con una sonrisa y decidió no responder para no arruinar su humor. Llegaron a la casa de la maestra y de inmediato se dedicaron a empacar su ropa y guardar sus pertenencias, como libros, antigüedades, entre otros.
—Maestra, a usted le gusta leer mucho, ¿verdad? —dijo mientras batallaba con una caja que estaba repleta de libros—. Tiene muchos libros, con trabajo puedo llevarlos todos.
—Así es, la lectura es una de las cosas que más disfruto.
—Vaya…
Asentó la caja en la entrada de la mansión y cuando regresó por otra caja, no pudo evitar mirar un retrato de un hombre.
—Oh… ¿Aquel es su esposo?
Al sentir la pausa incómoda, Alexander se dio cuenta de que hizo una pregunta inadecuada. Prefirió guardar silencio en toda la mudanza y ayudar en todo lo que pudiera. Cuando al fin terminaron, Alexander estaba cubierto de sudor. Había notado que tenía un gato enorme y gordo, esperaba que la maestra le dijera que lo llevaría, pero aún no mencionó nada. Alex estaba en contra del abandono animal.
—Listo, es todo —resopló la maestra—. Ya podemos irnos.
—¿También nos llevamos al gato?, ven gatito, gatito.
—Claro que sí, solamente, espero que no te hagas daño.
Alexander se acerca al gato sigilosamente y lo abrazó… No se dio cuenta de que el gato lo miraba de forma enojada.
—Sí, se llama princesa, es mi adoración.
Pero de pronto, la gata comenzó a arañarlo tratando de bajarse de sus brazos, pero Alex no la soltaba.
—¡No deja de arañarme la cara!, ¡déjame!
—Creo que no le caíste bien, sueltas un aura de maldad y ella lo ve.
—Pero, yo… ¡No, mi cara! ¡Gato del demonio!
Esa noche fue muy feliz para la maestra, la mudanza se había realizado y la gata no dejó de morder y arañar a Alex mientras la tenía sujetada. Llegó la hora de la despedida y Alexander tenía que irse a su casa a reportarle todo a su madre. Eran más de las 11 pm
—Maestra nos vemos mañana, ¿si irá a clase verdad? Por favor, no quiero estar solo. Mark se fue a su tierra por asuntos familiares y terminaré el trabajo yo solo.
—Sí, Alex, te lo prometo, nos vemos mañana.
De pronto, no pudieron dejar de sonreír cuando se despedían, la maestra era una mujer de estatura media, más baja que Alexander por supuesto. El joven no apartó la mirada de la maestra, el maquillaje que se quitó la hacía ver muy natural, es un aspecto que él jamás había mirado en ella. Se acercó poco a poco a ella, a sus labios y a sus hermosos ojos. Su corazón estaba latiendo con demasiada fuerza, tanto que. Tanto que… No pudo evitarlo. Y de pronto, le había robado un tierno y casto beso, él se alejó para hablarle.
—Maestra lo siento, usted me gusta mucho.
Alexander se fue corriendo, no permitió que ella le regañara, porque estaba muy seguro que eso haría.
Mientras tanto, en el hotel donde el esposo de la maestra Jessica se hospedaba, recibió una llamada.
—¿Amor, no vas a contestar?
—Que sea mañana, no quiero que me molesten hoy.
—¿Y si es tu esposa? —preguntó la amante al esposo de Jessica—. No quisiera que nos descubriera.
—Ella sabe que estoy de negocios, así que no contestaré.
—Pero puede ser importante.
—Ok. Solo porque tú me lo pides —susurró y besó a su amante e inmediatamente contestó el teléfono—. ¿Sí, diga? ¿Cómo dice? ¿Hoy…? Si lo dice para armar pleito me las pagará.
Víctor colgó y su rabia no se hizo esperar.
—¿Quién era? ¿Qué te dijo?
—Era el vecino chismoso de la cuadra, me dijo que mi esposa se estaba llevando cosas de la casa y que estaba con un muchacho joven —respondió pensativo—. Ese tipo nunca miente.
—No me digas que nos descubrió —preguntó la amante preocupada, ella sabe que le envió la foto al celular de Jessica.
—No creo… Le he mentido bien. Mañana mismo regreso a mi casa para averiguar qué pasó.
—¿Por qué te vas? ¿Acaso te importa lo que ella esté haciendo?
Víctor se le quedó mirando y no le contestó, la amante se quedó esperando respuesta. Apretó sus puños y en silencio se tragó su rabia.
Selene fue muy perseverante cuando de Víctor se trataba, los jueguitos de seducción, resultaron en una exitosa relación de un año. No le importaba que fuera casado, todo hombre que estaba en una relación larga, tendía a aburrirse de su pareja y es ahí cuando comenzaban a buscar comida callejera. Si bien, Jessica era una mujer muy bella y esbelta, no poseía los dones que Selene si poseía, pero había algo con lo que ella no contaba y era que Víctor nunca dejó de amar a Jessica. Porque ese hombre era el típico casado que no dejaba a la amante ni a la esposa, necesitaba a ambas para sentirse poderoso.
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