Edimburgo una región muy conocida, en los años que Sewt había gobernado se convirtió en una de las colonias británicas más prósperas, pese a la rebelión de los escoceses, la mayoría de sus habitantes tenían grandes extensiones de tierras y mucho dinero con el que se pagaban gustos exuberantes. Las doncellas usaban vestidos y accesorios que llegaban a costar una fortuna, competían por quien usaba lo más costoso, la descripción perfecta de una sociedad femenina algo superficial.
Adara era la hija de Sewt y Marlen, nobles muy respetados. El rey Azriel I había nombrado a Sewt Wade duque de Edimburgo, para mantener el orden en aquella región. Poco tiempo después de obtener el título se casó con Marlen hija del duque de Chester, una mujer elegante y muy inteligente de origen materno indio. Sus nombres eran reconocidos entre los nobles y plebeyos de Reino Unido por su benevolencia.
Marlen después de un par de años de matrimonio quedó embarazada, llegó entonces a su vida Adara, sus padres ansiaban tener un niño, sin embargo, cuando su hija nació sus corazones se llenaron de alegría. Los duques criaron a la niña con los mejores modales y valores. Desde pequeña Adara fue elogiada por su belleza, tenía la piel clara y delicada, el cabello negro como su madre, y los ojos azules brillantes como su padre, sus rasgos faciales eran algo peculiares, y su personalidad era tema de conversación, ya que siempre se mostraba renuente a aceptar que por ser mujer no podía hacer ciertas actividades ‘impropias de una dama’, pero dado que era una mujer privilegiada podía darse el lujo de realizar aquellas actividades.
Ella había crecido muy cercana a su padre, este era reconocido por su nobleza, sin embargo, también era temido por los criminales pues solía ser sanguinario con los enemigos. Adara admiraba mucho a Sewt ya que se había ganado no solo el respeto del pueblo, también el del rey Azriel que le tenía completa confianza.
Ella le pidió a su padre mirar los entrenamientos que impartía a los soldados, sin embargo, poco a poco también formó parte de ellos. Marlen se preocupaba por el futuro de su hija, nunca descuidó su educación, hizo de Adara una dama educada y con gustos refinados, así no daba de que hablar a la gente malintencionada y chismosa que como se sabe en todo lugar existe, una doncella que dominara la espada en esa época no era considerada femenina, y era poco probable que consiguiese una propuesta de matrimonio.
En aquellos tiempos todo giraba en torno a los deseos de los hombres, claro y ellos preferían a alguien que sepa cuidar de los niños, de la casa, y no a alguien que les rete a duelo con un arma. Adara cumplió quince años, y ya muchas propuestas de matrimonio habían llegado a la mansión de los duques, sin embargo, sus padres no estaban interesados en un matrimonio arreglado. De hecho los duques no llevaban a Adara a eventos sociales para evitar situaciones incómodas.
Una visita de Adara al palacio cambiará su destinó abruptamente, el príncipe heredero de Inglaterra pondría su mundo de cabeza, haciendo que experimente sentimientos y sensaciones desconocidas. Amor, odio, muertes, traiciones y lujuria, elementos claves en la siguiente historia que te llevará a conocer lo mejor y peor de la humanidad en los comienzos de la edad moderna.
Adara y Basil víctimas de los juegos del destino, presos de la casualidad y liberados por amor.
PERSONAJES
Adara
Basil
Clare
Carlos
Trista
Abel
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Esta novela es original, por lo que su reproducción en otras plataformas sin consentimiento de la autora será penalizado. La obra está basada en ideas ficticias, los personajes y lugares fueron escogidos conforme a la inspiración de la autora por lo que no se relacionan con la historia real de los sitios mencionados. Se debe advertir además, que el libro contiene escenas sexuales, por lo que se recomienda discreción. Edad recomendada de lectores: +18
^^^-Norte de Inglaterra, años 1600-^^^
En un poblado, en las costas de Bristol, un misterioso hombre de gran poder convenció a varios asesinos a sueldo a unirse a él y causar temor en los comerciantes del puerto y sus alrededores, estos criminales les cobraban por supuesta protección, además, repartían volantes con acusaciones falsas del rey. El propósito de aquel hombre era desconocido, pero lo más seguro era un venidero golpe de estado.
El rey Azriel mandó a llamar a Sewt, llegó a sus oídos la noticia de que en una aldea que limitaba con la nación vecina del sur, un grupo de criminales había surgido y causaban temor en la población, se sospechaba que su objetivo era apoderarse de la zona por su importancia comercial, también se difundieron rumores falsos sobre el rey que lo implicaban en la muerte de su primera prometida, una jovencita que falleció en condiciones extrañas antes de casarse con él.
El duque Sewt acudió de manera inmediata al llamado del rey; su hija Adara ansiaba conocer el palacio, le pidió a su padre acompañarlo, y dado que su madre también lo permitió, el duque aceptó llevarla con él.
- Por supuesto que llevaré a mi hija, nadie podrá impedir que conozca el palacio cuando su padre se llama Sewt Wade.
- Cariño ten cuidado, no la dejes sola demasiado tiempo.
- Mamá ya no soy una niña, además papá me ha enseñado muy bien a defenderme.
- El palacio es un lugar seguro, te aseguro cariño. Y ahora vamos porque al rey no le gusta esperar demasiado tiempo.
Subieron al carruaje, Adara estaba emocionada, nunca imaginó que iría al palacio de repente, su rostro irradiaba inocencia y felicidad. Después de que las grandes puertas se abrieron, el carruaje siguió hasta la entrada principal y se detuvo, Sewt bajó rápidamente, ayudó a su hija a bajar, luego fue directo a la sala real, Adara no tenía razón para ir con su padre, así que se quedó en el jardín.
La jovencita caminaba maravillada por la belleza de las flores, a lo lejos el príncipe heredero, cuyo nombre era Basil, la miraba con cierta curiosidad, ya que no era frecuente tener doncellas en el palacio, las mujeres nobles generalmente no suelen presentarse en el palacio principal, solo en ocasiones especiales.
Adara se acercó al lago para observar, sintió curiosidad por los cisnes que nadaban, de repente tropezó bruscamente y golpeó su frente con un tronco que estaba cruzado cerca del agua, cayendo desorientada al agua. Basil que la observaba curioso, la vio caer, se sacó el chaleco y corrió sin pensar dos veces hacia ella para ayudarle. Ya en el agua la tomó en sus brazos y le ayudó a salir, Adara estaba consciente aunque un poco aturdida por el golpe, Basil la sentó en la orilla e inspeccionó rápidamente que se encuentre bien, miró sin querer su cuerpo empapado por un segundo, enseguida desvío su mirada para no incomodarla, y se fijó en la sangre que salía de su cabeza, eso lo alarmó, llamó con una seña a dos sirvientas para que ayudaran a la doncella.
La hija del duque levantó la cabeza para ver claramente quien le había ayudado y pudo observar dos bellos ojos color miel mirándole fijamente.
_ Perdón por el atrevimiento, ¿se encuentra usted bien? - Dijo Basil con una voz grave pero con tono dulce.
Adara que todavía sentía que su cabeza daba vueltas tomó su brazo fuertemente y asintió, llevó su mano a la cara y se limpió la herida con la manga del vestido, percatándose que se había lastimado, bajó su cabeza, y se sintió torpe por haber caído de esa manera en frente de un desconocido. El príncipe le ayudó a sentarse en uno de los banquillos del jardín.
Una de las sirvientas se acercó casi corriendo - Su excelencia, he traído esta manta para cubrirla y té caliente para la doncella, esto la ayudará a calmarse.
- ¿Su excelencia? - Miró Adara con una expresión de confusión, escuchar la palabra 'excelencia' le hizo sentir aun más torpe. En ese momento llegó un sirviente con agua y paños para limpiar la herida de Adara.
- Perdón por ser descortés señorita, permítame presentarme, soy el príncipe Basil. - Se inclinó y con sus manos tomó los paños húmedos para limpiar la sangre del rostro. - Tal vez suene entrometido pero me gustaría saber ¿Cómo ha entrado al palacio? - Le cuestionó Basil sin dejar de mirarle, quedó tranquilo después de cerciorarse de que solo era un raspón, nada grave. Adara quería hundir su cabeza bajo tierra, pero no dejó que su vergüenza le haga perder los modales, y se presentó de la manera más educada.
- Soy Adara Wade, la hija del duque Sewt, su excelencia. Mi padre me ha traído a conocer el palacio mientras él acude a una reunión con el rey, pido disculpas por merodear sin cuidado. - Dijo Adara inclinando su cabeza levemente, pues la mirada de Basil le intimidaba un poco, le pareció sumamente atractivo, no quería ver de más y parecer una tonta, después de todo tenía en frente al príncipe heredero, el hombre más importante después del rey.
A Basil el gesto le pareció algo tierno, asintió y se puso de pie, brindando una media sonrisa mientras se lavaba las manos. - Bien... Señorita Adara, solo es un raspón no será necesario llamar a un doctor, y al ver que pudo presentarse supongo que no hay ningún daño interno alarmante.
- No, no es necesario, estoy bien. - Adara imaginó lo mucho que su padre se preocuparía si el médico la revisaba.
- Bien, me retiro señorita. - El príncipe se retiró sin decir mucho, en el pasillo de la salida dio la orden a la señora Bowen de brindar vestidos nuevos para la doncella, ya iba tarde a su entrenamiento, el general Albert seguro le retaría por el retraso.
Mientras las sirvientas le ayudaban, Adara solo fijó sus ojos en la espalda, y hombros anchos del príncipe, aunque a penas tenía quince años aquel hombre desestabilizaba su sentido, incluso viendo torsos desnudos todo el tiempo en los entrenamientos que comandaba su padre, nunca vio atractivo a otro joven.
Sewt terminó la reunión y fue en busca de su hija, un sirviente le encontró en el pasillo y le comentó que su hija se había accidentado y se encontraba en una de las salas descansando, Sewt no escuchó más y corrió en busca de su preciada hija.
Ella estaba muy tranquila, sentada bebiendo el té que le brindó la sirvienta, la puerta se abrió de golpe, y al ver a su padre tan preocupado, se levantó y lo abrazó.
- Hija mía ¿Qué ha sucedido? Me dijeron que caíste ¿Te duele algo cariño? - Sewt se mostraba inquieto, revisó con la mirada rápidamente y sintió algo de arrepentimiento por haber llevado a su hija y dejarla sola en aquel lugar.
- Estoy bien, tu hija es fuerte… como su padre, solo caí al lago, el príncipe Basil me ha ayudado - A Sewt escuchar eso le alivió, agradeció a la servidumbre del palacio, tomó a su hija y enseguida se pusieron en marcha.
^^^-En la casa del duque de Edimburgo-^^^
Durante el trayecto a casa Sewt se mostró ansioso, el rey le encomendó un encargo importante que no ponía en riesgo solo la vida de él, también la de su familia. Adara se quedó dormida en el carruaje, al llegar a casa, su madre los recibió y los duques subieron a su hija a su habitación.
Sewt llamó a su esposa Marlen y le habló de la misión que le fue encomendada. Había alguien muy peligroso que quería apoderarse del reino. Para el duque el conflicto en la frontera sur era solo una distracción, detrás del suceso habían intenciones mucho más oscuras. Su instinto le decía que la persona que había causado los disturbios, iba por el rey y el príncipe heredero.
El duque partiría en la madrugada junto a otros soldados de confianza del rey Azriel, la misión era un secreto de estado por lo que no era posible que le de mayores detalles a su familia.
Marlen al escucharlo, solo asintió con tristeza, y aunque su corazón dolía por la idea de que algo le sucediese a su amado esposo, no quería preocuparlo así que solo le abrazó fuerte.
Sewt tenía fuertes sospechas sobre quienes podían ser los responsables de los ataques, el primero era el marqués Sigmound que gobernaba ese territorio y el segundo sospechoso era el hermano del rey, el Duque Silvio. Este último en especial levantó sospechas en Sewt que ante los oídos de alguien más podían sonar descabelladas, pues Silvio era un hombre que siempre se mostró leal al rey, solía alabarlo y estar detrás de Azriel como un perro leal, sin embargo, Sewt le había visto tener ciertas actitudes suspicaces. Claro unas sospechas no comprobaban nada, cualquiera de estos dos hombres obtendría grandes beneficios políticos y económicos, por eso Sewt debía ir e investigar al culpable sin cometer errores.
Sewt escribió una carta narrando todas sus cavilaciones, luego la escondió en un baúl en donde su esposa guardaba recuerdos y joyas costosas que usaba de vez en cuando.
- Amada mía, si algo llegase a suceder conmigo, quiero que busques al rey Azriel, él te dará instrucciones para poneros a salvo, a ti y a nuestra hija - Dijo Sewt mientras abrazaba tiernamente a su esposa. Esa noche durmieron abrazados, Marlen podía parecer un poco fría a la hora de expresarse, pero siempre le demostró mucho cariño a Sewt, sobre todo esa noche que sintió que era una despedida sin fecha para un reencuentro.
Al siguiente día, muy temprano Sewt buscó a su hija para despedirse, ella estaba un poco confundida, estaba acostumbrada a que su padre se ausente para cumplir con los mandatos reales, sin embargo, ese día se sentía diferente, como si de un mal presagio se tratase.
- Padre, os vas así de repente, pensé que acompañarías a tu hija a cabalgar. - Abrazó a su padre medio dormida.
- Adara, niña de mis ojos, tengo que cumplir una orden real muy importante, cuida a tu madre mientras esté ausente. Prometo que os acompañaré a cabalgar después de mi regreso. Te amo mi pequeña, eres mi gran tesoro - Dijo Sewt mientras abrazaba a su hija, a Adara el gesto le causó una sensación muy fuerte, sintió su corazón pararse al escuchar a su padre, el duque no solía expresarse abiertamente de esa manera.
Marlen se acercó y su esposo las abrazó a ambas. Así Sewt dejó la ciudad emprendiendo un largo camino hacia el sur con sus soldados de confianza.
Basil estaba sentado en un banco cerca del jardín, miraba hacia el lago, había quedado maravillado con la belleza de la doncella a quién ayudó aquel día, recordaba particularidades de su rostro, su voz delicada y su mirada fuerte, aquellos ojos azules que habían penetrado en sus pensamientos, no se olvidaba de la silueta curvilínea que quedó marcada bajo el vestido mojado, todo en ella le había parecido atractivo.
Meses atrás en su cumpleaños número veintitrés, acudieron cientos de bellas aristócratas al palacio esperando llamar su atención, claro, ninguna de ellas lo cautivó, así que rebuscó en sus recuerdos, pero nunca vio a la hija del duque Sewt; cuando se encontraba sumido en esos profundos pensamientos se dio cuenta que no preguntó el nombre de la bella dama, se lamentó internamente por el descuido, y decidió ir en busca de su padre para obtener más información. Se levantó y caminó apresurado por los largos pasillos del palacio, llegó al despacho de su padre y tocó la puerta.
_ Su excelencia - dijo mientras entraba en la habitación y hacía una reverencia.
Basil, te he dicho que me llames padre - El rey Azriel dejó de leer los documentos que tenía en sus manos y prestó atención a lo que tenía que decir su hijo. Cada vez que me llamas así siento que no existe confianza hacia tu padre. - Le guiñó el ojo.
_ ¡Oh no padre! nada de eso. - Exclamó mientras se sentaba en un sillón. - He venido a preguntar por tu salud, pero al mirarte he notado que gozas de bienestar, pues te veo fuerte como un roble - Basil sonreía travieso, con un tono sarcástico, era normal que haga bromas de vez en cuando, había esa confianza entre ambos.
_ Ja, ja, ja, no es necesario que inventes una situación, para pedirme un favor hijo mío, me he dado cuenta al instante de tu causticidad al hablar, además, no sueles venir a mi despacho simplemente para preguntar por mi salud ¿Desde cuando te sientes intranquilo por la salud de tu viejo padre?
_ Por favor, padre si alguien te escucha creerán que tu hijo no se preocupa por ti - Dijo sintiéndose avergonzado. - Sin embargo, no puedo negar que he venido con otra intención aquí... Me gustaría saber sobre el duque Sewt, bueno en realidad, sé que tiene una hija, la he visto hace unos días en el palacio y…
_ Hijo, hijo. Ja, ja,ja. - Lo interrumpió, dándose cuenta enseguida la razón de la visita de su hijo. - Ya sé a que viene todo esto, y si no supiera te contaría sobre las hazañas del duque de Edimburgo, sin embargo estoy seguro que tu interés es más bien por su hija. Sé que su nombre es Adara, hace poco cumplió quince años, no sé mucho en realidad, ella no suele acudir a las fiestas del palacio con sus padres, es muy joven aún y si piensas pedir su mano, tendrías que hacerlo después del viaje del duque, he encomendado una misión importante para él - El rey Azriel disfrutaba mucho ver como su hijo se avergonzaba al escucharlo. Basil que escuchaba todo con seriedad para no levantar mayor sospecha, al oír las bromas de su padre no puso evitar soltar una sonrisa que no hizo más que afirmar lo dicho por el rey.
_ Claro que no padre, solo tenía curiosidad ya que no la he visto antes en ninguna fiesta del palacio, debes saber que por ahora no tengo interés en comprometerme con ninguna mujer - Basil negó su interés por miedo a la lluvia de preguntas que surgirían en consecuencia, además quedó sorprendido al escuchar la edad de Adara, la doncella que había encantado sus ojos era muy joven aún.
Las mujeres solían comprometerse y casarse muy jóvenes, pero Basil no quería que una jovencita caprichosa ponga de cabeza el palacio, por una 'simple' ilusión. Claro eso pensaba porque no conocía bien a Adara, seguramente opinaría diferente si llegase a conocerla mejor. Además, por los protocolos reales el compromiso del príncipe heredero no era algo de simplemente decir y hacerlo, la futura reina debía tener muchas cualidades para ser aceptada, a menos que el rey lo permitiese así si más, algo que era probable, pues la doncella en cuestión era hija de su gran amigo.
[Un interés que crece]
Los siguientes tres meses pasaron muy rápido, en casa del duque de Edimburgo se vivía una constante angustia pues no había noticias de Sewt, Marlen se había mostrado serena para no preocupar a su hija, sin embargo llevaba varios días sintiéndose mal, el no saber nada de su amado le estaba volviendo loca, constantemente tenía pesadillas en las que veía a su esposo morir en manos de los enemigos.
Adara salió una tarde al mercado, usaba un vestido bello pero sencillo, a una joven bella como la hija del duque de Edimburgo cualquier cosa que se pusiese le quedaba muy bien. Cuando salía de casa siempre iba acompañada de Alíer, el mayordomo y de su esposa Lucilda, ese día buscaba tela pues pronto el invierno llegaría y quería mandar a confeccionar un abrigo para su madre, ella había notado que su semblante había decaído en los últimos días y quería darle una pequeña sorpresa. Mientras caminaba por el mercado escuchó cerca un disturbio, se acercó a la pileta de donde provenía el bullicio para mirar lo que sucedía, y vio a una niña mal vestida que estaba siendo golpeada por una mujer, por su vestimenta pudo deducir que era noble. La escena la consternó, enseguida mandó al mayordomo a averiguar que sucedía, una mujer que también observaba le contó que la muchacha iba corriendo y tropezó con la mujer, esta alegaba que intentó robarle y comenzó a golpearle ahí delante de todos, al escuchar Adara el hecho, quedó sorprendida, y sintió enojo al ver que nadie hacia nada ante tal situación, se acercó más y le habló a la mujer.
_ ¿No cree que está exagerando un poco con la niña? - Dijo Adara conteniendo el coraje que sentía en sus adentros.
_ ¿Quién eres tú para decirme que debo hacer? Esta ladrona ha intentado robarme, sino hubiera caído seguramente se llevaba mi cartera, esto no es más que justicia. Métete en tus asuntos niña. - Lo dijo con un tono de desprecio, mientras la pequeña que no pasaba de los doce años no levantaba su cabeza, aguantaba los golpes y lloraba silenciosamente, sintiéndose avergonzada y vulnerable.
_ ¡Como te atreves a hablarle así a la hija del duque Sewt! - Lucilda la esposa del mayordomo enseguida salió en su defensa ante el descaro de la mujer. Adara rápidamente le tomó del brazo y con un gesto le ordenó que se tranquilizara, ella resolvería ese asunto.
__ ¿Del du…duque? - Hizo una pausa, y enseguida el tono de su voz cambió. -Perdone su gracia, no era mi intención ofenderle, creo que exageré con la situación pido me disculpe - La mujer bajó su mirada, no podía creer que le había gritado descaradamente a la hija del duque de Edimburgo, sin duda, si él estuviera allí lo más seguro era que le hubiera cortado la cabeza, la gente que estaba alrededor se sorprendió al escuchar que era la hija de Sewt, y la mujer aprovechó los murmullos para escabullirse entre el gentío y huir del lugar rápidamente, antes de que la situación empeore.
Luego de aquello la gente comenzó a alejarse del lugar. Adara se acercó a la niña que permanecía en silencio sollozando en el piso, y le extendió la mano.
_ ¿Cuál es tu nombre pequeña? - La miró con una sonrisa, llena de pesar.
_ Ss...soy Trista mi lady, y…yo le prometo que no intenté robar nada. - No levantó su mirada, y tartamudeaba al hablar, Adara se inclinó hacia ella y con su mano le levantó el rostro.
_ ¿Por qué estás sola? No tengas miedo, quiero ayudarte, dime ¿Dónde están tus padres?
_ Señorita, yo soy huérfana, mis padres murieron hace años, vivo en el convento, me mandaron a entregar un recado y he caído, accidentalmente he manchado el vestido de la mujer, y ella comenzó a gritar que intenté robarle, soy inocente, lo juro. - La niña hablaba despacio, apenas se le escuchaba y no paraba de llorar. Adara se quedó cerca de ella y le consoló, mientras le daba palmaditas en la espalda.
El príncipe Basil observó todo, y quedó sumamente sorprendido con lo que había sucedido, él pasaba por ahí junto a sus dos hombres de confianza, e inevitablemente le causó curiosidad el disturbio, y se llevó una grata sorpresa. Se preguntó como una dama que no cumplía ni la mayoría de edad podía actuar con aquella madurez en una situación así, cualquier mujer de su edad hubiese huido, o mínimo ignorado la situación, sintió deseo de acercarse y saludar a la hija del duque, pero se contuvo pues su visita a ese lugar solo provocaría otro disturbio, además estaba ahí con otro objetivo. Cuando terminó de hacer sus tareas en la ciudad, regresó al lugar, pero Adara ya se había ido, se lamentó el no entablar una conversación con ella.
_ Adara, no solo tu nombre es bello, también tu alma. - Dijo en apenas un murmullo. - Cada día siento más deseos de conocerte un poco más. General Albert ¿Qué opina de lo que vimos hace un momento?
_ Su excelencia creo que la dama es una mujer valiente, no me diga que ella la razón por la que en estos meses su mente se encuentra vagando en un lugar remoto mientras entrena. Ja, ja, ja. - Le dijo en un tono burlesco.
_ Claro que no, siempre doy todo de mí en cada entrenamiento, o.. ¿Cree que una doncella es más importante que mi reino? - Refutó mientras sonreía nervioso. Albert lo sorprendió, ese viejo sabía lo que decía.
_ Si la dama le parece bella, debería acercarse y hablarle antes que alguien más lo haga su majestad, una mujer valiente y de corazón noble no se encuentra dos veces.
_ Tal vez tiene razón Albert, debería invitar al duque y a su familia a un baile cuando regrese de la misión, es una buena idea ¿No crees? - Preguntó mientras le guiñaba un ojo, luego tomó su caballo y lo montó para regresar al palacio.
Albert solo río fuerte y se dio una palmada en el pecho, haciendo un gesto gracioso. Luego él también subió a su caballo, y ambos se dirigieron al castillo.
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