Con una amable sonrisa, agradezco a un pasajero por ayudarme a salir de lío que hay en la puerta del avión, un estrecho espacio del cuál todos parecen querer huir como si se estuviera incendiando. Por fin, después de un largo viaje, estoy en Mónaco. Son las nueve de la mañana de un Lunes muy bonito e inmediatamente como bajo del avión, pienso en llamar a mis padres para avisarles que ya he aterrizado, pero al mirar la hora, calculo que allí en California es muy tarde. Entonces pienso en que podría llamarlos luego, un mensaje de texto por ahora bastará.
Mi padre siempre me ha dicho que la mejor manera de aprender el trabajo que deseas realizar por el resto de tu vida, es pasando cada segundo de tu tiempo viendo a alguien experto en ello realizarlo. Por ese motivo estoy aquí en Mónaco. Los mejores amigos de mis padres me han acogido en su casa debido a que voy a trabajar por un año en la empresa de la familia. Ellos poseen una gran cadena de hoteles y también una empresa de Diseño de Interiores de gran renombre. Se han expandido bastante; tanto así que tienen hoteles en New York, California, Toronto, Las Vegas, Múnich, París y otras aquí en Mónaco. He visitado varios de sus hoteles en Estados Unidos y me han gustado mucho, en especial la de New York, uno especialmente diseñado por Melina, la hija de los Schneider. Tengo entendido que el hotel era uno de los tantos hoteles que posee uno de sus hermanos. Se habrá esforzado bastante porque era realmente increíble, tanto que creo que voy a aprender de los mejores y no puedo estar más emocionada por ello. He esperado tanto tiempo por este día, siempre he querido trabajar con ellos y visitar Mónaco a la vez. Pensar en que dejé California; mi casa, mis padres y amigos hace que el corazón me dé un vuelco, los voy a extrañar mucho, pero a pesar de eso estoy feliz de estar aquí y espero poder adaptarme a esta nueva vida en un país completamente desconocido.
El chofer de la familia viene a recogerme del aeropuerto, aunque dije que podría llegar sola sin ningún inconveniente, pero han insistido mucho en mandar a alguien a recogerme para que no tuviese problemas en llegar a la casa.
Llego frente a un hombre caucásico de mediana edad probablemente que se encuentra sosteniendo un cartel con mi nombre.
—¡Buen día! Creo que soy la persona que está esperando, Soy Dakota Moon.
El hombre expone una alegre sonrisa en su rostro y me tiende una mano.
—Oh, Buen día y bienvenida señorita Moon. Me presento, soy Adam, el chófer de la familia Schneider y estoy aquí para llevarla a la mansión.
Soltando una de mis maletas, estrecho mi mano con la del señor Adam.
—Un gusto, señor Adam.
El chofer se comporta de una manera muy cálida y amable conmigo. A medida que vamos avanzando en medio de la pequeña ciudad, él me va contando detalles e historias sobre cada lugar importante que atravesamos, ya cuando estamos entrando a la casa; me sorprendo de que sea una gran mansión, creí que sería algo más pequeño y acogedor ya que ellos originalmente no viven aquí en Mónaco y de repente siento muchos nervios. Todo lo que he estado esperando por mucho tiempo, se hace realidad en ese mismo instante, ya no es sólo un sueño lejano, ahora es una realidad y espero hacer un buen trabajo durante el tiempo que esté aquí con la familia Schneider.
—Dakota! —escucho que gritan mí nombre cuando bajo del auto, volteo y veo a la señora Ava viniendo en dirección a mí, al llegar, me rodea con sus brazos tiernamente.
—¡Bienvenida cariño, estás guapísima!
—Gracias! Tú también, como siempre. —digo emocionada.
La señora Ava sigue hermosa como la recordaba, con esos ojos azules intensos, blanca pálida, alta y el cabello rubio platino natural. Su olor tan familiar me hace sentir cómoda, pese a lo nuevo que es todo.
—Por dónde empezamos? ¿Quieres contarme cómo te ha ido en el viaje mientras te muestro cuál será tu nueva habitación?
—Me parece perfecto, solo guíame.
—Bien, déjame ayudarte con uno de estos. —dice tomando uno de mis bolsos de manos. Hago amague de tomar también mis maletas pero el chofer se apresura a tomarlas antes que yo.
—No te preocupes nena, uno de los empleados subirá tus maletas enseguida, tu solo sígueme.
Doy un asentimiento de cabeza y la sigo a la entrada principal.
—Y bien? cómo te fue en tu viaje?
—Todo bien, fue un viaje agotador pero nada más.
—Bien, me alegro que hayas llegado sin inconvenientes. Es realmente agotador venir desde tan lejos.
Oh, sí que lo es.
Llegamos a la última planta de la casa donde se encontraban varias puertas, supongo que han de ser habitaciones vacías? No creo que puedan llegar a ocuparlas todas en semejante mansión. La habitación de la señora Ava y el señor Kevin se encontraban en la planta baja por alguna extraña razón, así que supongo que me encontraré sola aquí arriba.
—En esta misma planta se encuentran las otras 3 habitaciones de mis hijos, así no te sentirás sola en una casa tan grande como esta. —dice la señora Ava como si hubiese leído mis pensamientos.
Estoy ciertamente acostumbrada a estar sola casi todo el día debido a que soy hija única y mis padres trabajan todo el día, pero al menos nuestra casa se sentía más acogedora al ser 3 veces más pequeña que está mansión.
—Pues aquí estamos —dice la señora Ava cuando llegamos frente a una habitación de doble puerta color blanco. —Esta es tu nueva habitación, como verás todo es nuevo aquí y lo dejamos pintado todo de blanco para que puedas decorarlo a tu gusto, si quieres claro.
Me adentro al lugar para echarle un vistazo. Mi habitación es bastante grande para mí sola y con baño incluído. Tiene una cama grande con sábanas blancas que hacen juego con las cortinas, la pared y todos los muebles que son de un mismo color blanco inmaculado; un armario grande de doble puerta, mesas de noche a los dos lados de la cama, un sofá con una mesita de cristal en el centro de la habitación, un gran ventanal y un escritorio pequeño cerca de los ventanales que dan al balcón con una hermosa vista a la alberca del patio trasero.... Perfecto.
—Wow, Esto es impresionante, muchas gracias. Me parece un lugar encantador —digo volviéndome a la señora Ava que se ha quedado viéndome expectante a mi respuesta.
—Realmente no sabía si te gustaría, pero me alegro de que sí lo haya hecho. También.. sabes, al final del pasillo que está a la derecha de tu habitación, se encuentran dos despachos, uno es de mí hijo Theo y el otro despacho no lo utiliza nadie. Pensé en que podrías tomarlo tal vez; si quieres, sé que te tomas el tiempo para diseñar, fotografiar y pintar cuadros de vez en cuando. Tu madre me lo ha dicho, así qué úsalo con confianza como tu espacio personal.
—Oh, muchas gracias por tenerlo en cuenta y ofrecermelo, es muy amable de su parte.
—No es nada en verdad. Quisiera presentarte a mis hijos porque sé que aún no los conoces en persona pero me temo que ninguno se encuentra ahora mismo en la casa. Ellos son encantadores, a veces tal vez sean un poco difíciles pero no te darán problemas aquí, te van a agradar, ya lo verás cuando los conozcas. —dice con una sonrisa de oreja a oreja.
Yo solo doy un tímido asentimiento de cabeza.
Son 3 hermanos, dos hombres y una mujer. Yo solo conocí al hijo mayor cuando éramos pequeños. Sebas, prácticamente ya no lo recuerdo, pero mí madre me ha hablado mucho sobre ellos debido a que ella si los conoce bastante bien. Ella suele venir todas las vacaciones a pasarlas con ellos aquí en Mónaco.
Sebas ahora es todo un hombre, guapo, amable y muy amistoso. Aunque no suele quedarse mucho tiempo en Mónaco, le gusta más la vida en New York dirigiendo los hoteles de sus padres, luego está Melina... según mí madre es un poco caprichosa y malcriada por ser justamente la única mujer entre dos hermanos, todos la miman mucho, no es fácil de tratar pero con el tiempo aprendes a soportarla. Es la mejor diseñadora de interiores en la empresa de la familia. Después está Theo, el hijo menor. Tengo entendido que es tres años mayor que yo, por lo que ha de tener 25 años. Es una persona distante y de carácter fuerte, habla muy poco y se la pasa encerrado en su despacho trabajando, incluso en vacaciones. También trabaja en la empresa de sus padres a pesar de tener sus propios hoteles. Al parecer todos están en el negocio familiar.
—Bueno, te dejo para que puedas desempacar y ducharte si quieres. En el baño ya tienes todo lo necesario. Si necesitas algo estaré en mí oficina en la planta de abajo, no dudes en buscarme. —dice sacándome de mis pensamientos y procede a retirarse de la habitación antes de que pueda decir nada más.
Desempaco mis cosas mientras sigo mirando impresionada mí habitación. Es muy bonita, a pesar de ser diseñadora de interiores, me encanta la idea de una habitación completamente blanca, me trae paz. Entro al cuarto de baño para darme una ducha, planeo ir a la playa a recorrer un poco este hermoso lugar. Aunque tengo mucho tiempo para recorrer estos lugares porque empiezo a trabajar recién en una semana, siento mucha curiosidad por la playa desde que llegué y lo ví a lo lejos por la ventana del auto.
El baño es muy espacioso con una bañera en la esquina con cortinas. Hay un estante y un espejo bastante grande de cuerpo entero al costado y otra vez, todo es totalmente blanco como el resto de mí habitación y creo que es perfecto.
Al salir del cuarto de baño me pongo un vestido veraniego color blanco que me llega por arriba de las rodillas, tiene algunas rosas rojas y un lazo rojo en la cintura. Me coloco unas sandalias blancas a juego y me observo frente al espejo. Jadeo al ver mi imagen reflejada en el espejo. ¿Esa soy yo? Mi piel blanquecina casi se camufla con este vestido blanco y me hace ver incluso más delgada de lo que soy. Suspiro al mirarme una y otra vez. No me queda mal ni nada pero me encuentro muy pálida como un muerto... Oh Dios ¡No me reconozco! mi cabello castaño ondulado con destellos rubios y mis ojos azules son lo único que le dan un poco de color a mi ser, entonces pienso en ponerme un poco de labial rojo claro para darme más color.
Cuando he terminado de arreglarme para ir a la playa, pienso en echarle primero un vistazo al despacho. Me dirijo al final del pasillo y me encuentro con dos puertas igual de blancas. No se cuál se supone que sea el despacho que puedo utilizar, por las dudas, llamo a las 2 puertas con suavidad. No se oye nada, entonces tras un par de intentos más, al ver que nadie responde, decido abrir la primera puerta y entrar a inspeccionar. Al hacerlo, me encuentro con una habitación sombría en la que apenas se ve nada, sólo oscuridad. No tiene grandes ventanales, como el resto de la casa y todos los muebles son de color negro «Qué raro», pienso cuando de pronto escucho un ruido en la oscuridad en medio de la habitación.
—¿Hola? —digo, cerrando la puerta tras de mí.
Nada, no hay respuesta. Busco el interruptor de la luz y al hallarlo, la enciendo. Menudo susto el que me llevo al ver a un hombre joven sentado tras su escritorio, tal vez sólo algunos años mayor que yo. Es tremendamente apuesto con facciones afiladas y bien definidas, labios carnosos, rubio y con unos ojos que me dejan impresionada de lo profundamente azules que son... puedo distinguirlo aun desde aquí.
Tiene que ser Theo, la señora Ava me había dicho que uno de los despachos era suyo. Sentado, desde su escritorio, me observa atentamente y al parecer está
molesto. Quizás sea por mi intromisión?
—¿Quién eres y por qué entras a mí despacho sin mi
permiso? —me pregunta arqueando una ceja.
«Oh, Dios, en qué lío me metí ahora...»
—He llamado a la puerta y como nadie me ha respondido, he decidido entrar. Su madre me ha dicho que podía tomar uno de los despachos entonces decidí echar un...
No pude terminar la frase porque sin dejar de mirarme, rodea el escritorio despacio y camina hasta llegar frente a mí. No pude evitar observar su cuerpo mientras caminaba hacia mí, está trajeado y aún así pude notar que es bastante musculoso a parte bastante alto. Es un hombre imponente. Impresionante, pienso. A medida que se acerca, siento que se me sube un calor extraño por el cuerpo, me pone un poco nerviosa.
—¿Has terminado de inspeccionarme? —pregunta.
Avergonzada, levanto la vista hacia él y WOW, de cerca es aún más guapo.
—¿Señorita...?
—Moon, Dakota Moon, soy la hija del amigo de tu padre y voy a pasar el año aquí en esta casa, supongo que te lo han comentado...
Arquea una ceja.
O no, pienso entonces.
—Y bien, señorita... Moon, ¿qué le ha hecho creer que podía entrar a mi despacho sin permiso? —me pregunta
en tono engañosamente paciente, pero sin duda enfadado.
—Perdón. No era mi intención irrumpir en su despacho, como intentaba decirle, su madre me dijo que podía tomar uno de los despachos, solo quería observarlo pero no sabía cuál de los dos le pertenecía a usted.
Me examina de pies a cabeza por unos segundos y por un momento creo que va a gritarme enfadado o va a seguir haciendo más preguntas, pero no.
—Que no se vuelva a repetir. —es todo lo que dice.
Su tono fue cortante y autoritario, con la mandíbula apretada. Niega con la cabeza y vuelve a su asiento. Me disculpo una vez más y salgo como una gacela asustada, con las piernas temblorosas, echo a correr por la casa sin rumbo. Es tan grande que me pierdo. Pero entonces oigo unas voces al fondo del pasillo. Trato de reducir el paso y caminar con normalidad, aunque mi respiración aún sigue muy alterada.
—¿Dakota?
Sobresaltada, me vuelvo rápidamente al oír la voz de un hombre. Pero suspiro aliviada al ver que es el señor Kevin Schneider.
—Dakota! niña. Bienvenida, me dan mucho gusto que ya estés aquí —dice él mientras se acerca y me da un cálido abrazo.
—A mí también. Gracias por recibirme en su casa —contesto, mientras le devuelvo el abrazo.
Él y su esposa siempre han sido tan buenos conmigo cada vez que han ido a visitarnos a California. Les tengo mucho cariño.
—Es un placer, que tal ha ido el viaje?
—Muy bien, ha sido un viaje tranquilo, por suerte.
—Me alegro, y ¿cómo están tus padres? ¿Te has comunicado ya con ellos?
De repente recuerdo que desde que subí al avión no he hablado con mis padres y no les avisé que he llegado bien.
—Oh no! Me he olvidado por completo de hablar con ellos. Si me excusa, iré a llamarlos ahora para decirles que he llegado bien
—Por supuesto, adelante y salúdalos de mí parte, por favor.
—Claro que sí, lo haré, si me disculpa... —digo y me dirijo a mí habitación algo apresurada.
...****************...
Intenté varias veces llamar a mis padres, creí que para esta hora ya estarían despiertos ya que son muy madrugadores, pero veo que no. Tal vez siguen durmiendo. Entonces decido ir a la playa para explorar el lugar.
Después de unas cuantas horas de haber estado paseando en la playa, ahora me vuelvo a la casa. Necesito descansar un poco.
Cuando estoy a punto de llegar a mí habitación, me cruzo en el pasillo con Theo Schneider.
—Buenas Tardes. —saludo por educación, pero al parecer alguien carece de ello.
Theo solo me mira de pies a cabeza y pasa de largo sin decir nada. Wow, tan mal le cayó que haya irrumpido en su oficina? No fué para tanto, creo.
...********2********...
A la mañana siguiente, bajo al comedor con mucha hambre. Ayer por la tarde luego de volver de la playa, caí muerta en mi cama y no desperté hasta hace media hora. No he comido nada desde el pobre desayuno en el avión.
—Dakota!! Buenos días, hija. —dice la señora Ava cuando entro al comedor.
Me encuentro con una amable sonrisa del señor Kevin y la señora Ava. Son solo ellos dos y... Theo Schneider.
Él ni siquiera se digna a levantar la mirada de su celular. Qué mal educado.
—Buen día a todos, provecho.
—Dakota, ven y siéntate a desayunar con nosotros. —dice el señor Kevin levantándose y retirando una silla para mí a lado de Theo.
¿Porqué a mí? Siento como si por alguna razón él simplemente ya me odiara sin siquiera conocerme.
—Hijo, no seas mal educado, saluda a nuestra invitada. ¿Ya la conociste?
Theo levanta la mirada hacia mí y sus mirada se clava en la mía. El color casi celestes de sus ojos no dejan de impresionarme, de verdad.
—Hmmm, sí, ya tuve la oportunidad de conocerla y darle mi bienvenida.
¡Mentira!! No lo hizo.
—Oh, bien. Desayunemos entonces.
Me siento a la mesa junto a él e intento ser parte de la conversación del Señor y la Señora Schneider pera intentar no concentrarme en el hecho de que tengo a Theo Schneider a mi lado. La autoridad e imponencia que emana de él es aterradora por alguna razón.
Después del desayuno y un recorrido por el jardín de la casa, decido subir al despacho para por fin conocer el lugar. Cuando me encuentro frente a las 2 puertas, Theo sale de su despacho. Una vez más, solo me mira fijamente y me pasa de largo sin decir nada. ¿En serio le caigo tan mal?
—Oye... tienes algún problema conmigo? porque si es así... puedes decírmelo. Es incómodo tener que verte siempre y sentir que no te agrado —digo sin pensarlo.
En serio no pensaba hacerlo, pero la pregunta solo se me escapó antes de que pudiera pensarlo dos veces.
Theo se para en seco y voltea a verme totalmente desconcertado por la repentina pregunta. Se acerca a mí a pasos lentos y cuando estamos cara a cara, curva un poco sus labios hacia arriba en lo que parece ser una media sonrisa.
—¿Te acuestas o sales con alguien? —pregunta de la nada.
Casi me caigo de culo. Hace la pregunta con tanta naturalidad, que me toma más de unos segundos procesarla. No entiendo realmente a cuenta de qué viene la pregunta. Hace un minuto ni me hablaba y ahora...
—¿Qué? A qué viene eso? por qué quieres saberlo?
Se queda mirándome y yo percibo lo mismo que percibí cuando se me acercó en su despacho, una fuerza arrolladora y dominante, atributos que me hicieron poner nerviosa.
—Porque quiero pasar la noche contigo, Dakota, y necesito saber si hay alguien de por medio que me impida hacerlo.
Siento un repentino calor subir por todo mi cuerpo otra vez, debo verme roja como un tomate en estos momentos. No sé qué responder a eso por un momento.
—No, no hay "alguien" de por medio, pero tal vez yo no esté interesada en acostarme contigo —consigo decir. Rápidamente, me introduzco en el despacho y cierro la puerta detrás mío de un portazo.
Qué demonios fue eso? me pregunto. En serio acaba de decir que quiere acostarse conmigo? así sin más?
¡Ay Dios mío!
El tono de llamada de mi celular me saca de mis pensamientos. Saco mi celular del bolsillo y miro la pantalla, un número desconocido. Tiene el prefijo de California, así que contesto, podría ser algo importante.
—Hola?
—Dakota? Soy Dean.
Oh por dios. Dean, es mi mejor amigo. No hablamos desde hace un mes cuando el aceptó un trabajo en Francia y se instaló allí, días después, le perdí el rastro. No volví a saber de él hasta ahora.
—Dean Taylor. ¿Dónde estuviste todo este tiempo? ¿Cómo te atreviste a abandonarme así? ¿Dónde estás ahora? Te secuestraron o algo así?
—Oh Dios, eres tan dramática. ¿Quieres calmarte?
—Que yo me calme? Desapareciste un mes sin decir nada ¿estás bien?
—Sí, nena, estoy bien. Adivina quién está trabajando en Mónaco ahora.
—¿Ya te enteraste? Fué por las publicaciones de mi madre en Facebook?
—Bueno, aunque sí las ví, no hablaba de tí, si no de mí. Acepté un trabajo como gerente de un hotel aquí en Mónaco.
—¿Qué? No, no me lo creo. De verdad estás aquí? Haz de encontrarte muy cerca mío.
—Si, de verdad. En cuanto me enteré de que también te encontrabas aquí, supe que debía contactarte de inmediato.
—Pues debiste hacerlo desde hace tiempo, fue muy feo de tu parte desaparecer así.
—Si sí, lo sé nena, hablaremos de eso luego, sí? Ahora no tengo mucho tiempo para hablar porque debo volver al trabajo, pero qué te parece ir por unos tragos este viernes por la noche? te apetece?
—Claro que sí!!! Me encantaría volver a verte. Estoy muy feliz de saber que te encuentras por aquí.
—Y yo, nena. Bien, te mando la ubicación por mensaje y seguimos hablando por allí, te parece?
—Sí, por supuesto. Voy a estar esperando tu mensaje.
—Okay nena, hablamos luego, besosss.
Dean cuelga la llamada antes que yo me despida.
Oh por dios, no me lo creo. Mi mejor amigo de repente se encuentra trabajando en el mismo país que yo. Ya no me voy a sentir completamente sola aquí.
De repente recuerdo que estoy en el despacho que convertiré en mi nuevo estudio. Es bastante espacioso y solo cuenta con 2 muebles muy refinados, un gran escritorio de mesa y un estante adornado con esculturas de cerámica. Es perfecto para mí debido a que lo único que voy a necesitar aquí son precisamente esos dos muebles y el gran espacio que contiene.
...****************...
Todos los días entre semana los paso igual. Me levanto temprano para ir a correr a la playa; vuelvo para darme un baño y bajar a desayunar, vuelvo a la playa y estoy allí casi todo el día, leo libros, vuelvo, voy al despacho y pinto un cuadro, hablo por teléfono con mis padres, escribo con Dean. Si no paso tiempo en la playa, paso tiempo en el despacho pintando. Es un lugar muy espacioso y agradable para estar y la verdad, a pesar de no hacer nada más a parte de eso, no me aburro. Una vez que me concentro en una pintura, puedo pasar todo el día allí encerrada y no pensaría en nada más que en eso. Es por eso que no me molesta el hecho de no ver a casi nadie en la casa. En esta casa todos trabajan, y cuando no están trabajando, aún así se encuentran fuera de la casa. Ni siquiera los del servicio hacen charla conmigo. Todos los días son iguales para mí mientras espero a que llegue el viernes. He visto a Theo solo un par de veces llegar a la casa en toda la semana, pero siempre que me ve, me da una mirada con una expresión bastante seria y luego pasa de largo, ya se me hizo costumbre.
...****************...
Al fin es viernes de noche. He esperado toda la semana por este día. Hoy voy a volver a ver a Dean después de un tiempo y me encontraba tan ansiosa que empecé a alistarme desde las nueve.
Me puse un simple vestido azul marino al cuerpo con tirantes, escote cuadrado y abertura cuadrada en la espalda, junto con unos tacones de aguja negro. Me dejé el pelo suelto y de maquillaje solo utilicé una máscara de pestañas y rubor.
Una hora después, ya estaba fuera del bar en el que había quedado con Dean. A veces me molesta lo puntual que soy sabiendo que los demás no son así. Lo he estado esperando desde hace ya media hora y nada que aparece.
—¡Daikiri! —escucho de pronto a mis espaldas.
¿Me llaman a mí? Busco de dónde viene la voz que ha gritado ese nombre. Solo existe una persona que me llama de esa forma. Entonces me volteo y lo encuentro.
—¡Dean!
Dean se acerca a mí a pasos agrandados hasta que me alcanza y me estrecha con con fuerza.
—¡Daikiri! Te he extrañado mucho.
Me da miles de besos en la mejilla, mientras me aprieta tan fuerte que casi me deja sin respiración.
Sí, definitivamente este es mi mejor amigo.
—Yo también te he echado de menos ingrato, no has vuelto a llamarme. Te daba por muerto.
—Ah no, nena. Estoy más vivo que nunca. Solo perdí mi celular y tú contacto en el, y como no usas casi tus redes sociales... jamás me contestaste allí.
—Me dejaste un mensaje en redes?
—Oh, miles, pero ya hablaremos de eso. Vamos, hay que entrar y celebrar este encuentro.
Entramos al bar y una encargada preciosa nos lleva al piso de arriba, hasta una mesa VIP donde todo es más tranquilo. Desde aquí se ve perfectamente todo el escenario y la pista de baile de abajo. La encargada nos señala una zona de asientos junto a la terraza. Ocupamos una mesa rodeada por dos sofás curvos color blanco. Ella se va por un momento y luego vuelve con dos mimosas.
—Sé que no eres una buena bebedores, así que encargué solo estas bebidas por ahora.
—WOW, en una mesa VIP y todo?
—Por supuesto, lo mejor para mí persona favorita. Ahora cuéntame, cómo terminaste aquí en Mónaco? sé que siempre ha sido tu sueño, pero creí que venías recién hasta el año siguiente —pregunta
Charlo con Dean poniéndonos al día sobre nuestras vidas. Siempre que no veo a Dean en un lapso de al menos una semana, a este chico ya le ha pasado de todo, nunca te aburres con él y extrañaba eso. Dean y yo simplemente congeniamos tan bien. Seguimos hablando sobre nuestras vidas hasta que por alguna razón, termino contándole el momento incómodo que he pasado con Theo Schneider y lo atractivo que se me hacía.
—Creo que es su mirada lo que me atrae, la forma en que me ve, o tal vez es su físico. Nunca he visto a un hombre tan guapo y perfecto. Es espectacular, pero no podría aceptar una propuesta como esa de un tipo que cree que puede someterme tán fácilmente solo por ser atractivo y adinerado.
Pero Dean parece no oírme. Se ha quedado embobado con la mirada perdida detrás mío. Vuelve a mirarme a los ojos.
—Oh, sí, claro que lo entiendo. Oye, voltea y mira disimuladamente al hombre que está detrás tuyo en la otra sección, recostado por la pared —dice mirando otra vez con curiosidad— Creo que te ha estado observando toda la noche y es muy apuesto.
Estoy a punto de voltear a ver de quién se trata, pero dos jóvenes se acercan a nuestra mesa interrumpiendo.
—¿Podemos invitarlos a bailar? —pregunta uno de ellos.
Parecen muy seguros de sí mismos, y como no, son ambos muy atractivos. Tienen una actitud relajada y natural. Vuelvo mi mirada a Dean, y veo que no está incómodo, al contrario, se divierte mucho con la situación. Voy a decir que sí, pero de repente siento como se posa una mano firme en mi hombro.
—Ella no está libre —dice una voz detrás mío, y creo que la reconozco. En frente mío, Dean mira boquiabierto al hombre. No tengo que voltear para saber de quién se trata. Theo Schneider rodea el sofá y le tiende la mano a Dean.
—Me llamo Theo Schneider, un gusto.
Dean pasa su mirada de Theo a mí y abre aún más sus ojos.
—Dean Taylor —dice y le estrecha la mano con una amplia sonrisa— Encantado de conocerte. Adelante, siéntate con nosotros!
En este momento lo mataría con gusto, por traidor.
Theo toma asiento a mi lado y coloca un brazo detrás mío sobre el respaldero.
—¿Qué haces?
—Sentándome junto a ustedes, no ves?
Miro a Dean intentando que me salve de la situación, pero no lo hace.
—Yo... me voy a bailar. —dice Dean haciendo caso omiso a la mirada de súplica que le dirijo. Me tira un beso, se levanta y se va con los dos chicos apuestos que al parecer seguían ahí parados esperando por una respuesta.
Me volteo nuevamente hacia Theo y le echo un vistazo general. Ya no lleva puesto el traje a medida de esta mañana, tiene en cambio un pantalón de vestir negro y un jersey blanco con el cuello de pico. Me encanta esta apariencia suya, es muy sofisticado/informal.
Solo me mira sin decir nada pero por alguna razón su sola presencia me pone nerviosa y siento como algo me recorre por todo el cuerpo.
—¡Bienvenido! —digo sarcásticamente mientras juego con el borde de mi copa— ¿Qué te trae por aquí?
—Tú
—Muy gracioso.
—Lo decía en serio.
—No estoy de humor para esto.
—Yo puedo hacer que lo estés. —responde con una mirada traviesa.
¿Por qué de repente es tan atrevido? Cuando llegué era tan serio que creí por un momento que no le agradaba para nada.
—No estoy interesada, Schneider.
—Llámame Theo. Siento que le hablan a mi padre cuando me llaman por mi apellido. Y no me mientas, puedo ver cómo reaccionas a mí cada vez que me acerco a ti. Lo he notado desde el día que te conocí, en mi oficina.
—No es ninguna mentira. Pero aunque me sintiera físicamente atraída hacia tí, no importaría para nada porque no tengo el menor interés en hacer algo al respecto. Theo.
—¿Por qué no quieres hacer nada conmigo? Puedo hacer que te corras de mil maneras, sabes?
¡¡AY DIOS!!!
—No puedes venir de la nada y proponerme echar un polvo como si fuera una cualquiera. Eres muy grosero, lo sabes?
—Entonces ¿qué es lo que quieres exactamente? ¿Seducción? ¿Quieres que te seduzca primero?
—No, pero tal vez podrías ser más gentil; tratar de conocerme, invitarme a salir, preguntarme cosas sobre mí, como cualquier persona normal lo haría.
—No tengo tiempo ni ganas de hacer tanto detalle solo para acostarme con alguien.
—Pues que pena.
—Solo dime qué hace falta para tenerte debajo mío.
—Un milagro. —replico divertida.
—Por qué te resistes si sabes que también lo quieres.
—Tu manera de acercarte a mí me pareció grosera y ofensiva.
Me mira con los ojos entrecerrados.
—Pues a mí me parece que es una manera directa y sincera, sin engaños. Estarás aquí por poco tiempo, no creo que quieras romance y un felices para siempre de mí parte, y yo tampoco soy del tipo que ofrece eso de todos modos.
—No, pero lo que no quiero es que me trates como si fuera una muñeca inflable. Si voy a hacerlo con alguien quisiera que al menos fuéramos amigos, no tiene que ser todo como si fuera una transacción comercial y ya.
Theo arquea una ceja y me observa pensativo. Por un momento creo que se rinde al darse cuenta que tengo razón, pero luego empieza a acercarse más y más a mí hasta que me tiene atrapada arqueándome contra la esquina del sofá. Él está encorvado sobre mí, con sus brazos rodeando mí cintura. Yo apenas tengo espacio para respirar. Me mira fijamente, con esa mirada intensa y penetrante.
—Bésame —dice con voz ronca— Concédeme eso al menos.
—¿Por qué lo haría?
—Solo hazlo, por favor.
Jadeando suavemente, me acerco. El inclina la cabeza y sella su boca con la mía. Me sorprende lo suaves que son sus labios y la delicadeza de la presión que ejerce al besarme. Me introduce la lengua saboreándome sin prisas. Su beso es seguro y con el punto justo de agresividad para excitarme salvajemente. Noto el desbocado latido de su corazón contra mi pecho.
Por un segundo pienso en qué diablos estoy haciendo, pero no puedo parar, y no lo voy a hacer. En cambio, tengo las manos en su pelo. Tiro de sus sedosos mechones para empujarlo más contra mí.
...****************...
El sábado por la mañana tenía una resaca horrible.
No podía lidiar ni con mí ser y tenía menos ganas de hacerlo cuando empezaron a llegarme a la mente recuerdos de la noche anterior. ¿Qué diablos creí que estaba haciendo? Tal vez me dejé llevar por el alcohol. Después de ese beso, por suerte recapacité un segundo y me aparté de él dejándolo solo en el sofá del club.
Busqué a Dean y salimos del lugar. Terminamos cenando en un Mc Donald 24hrs. Me regresé a la mansión en un taxi, y eso fué todo. Vaya noche.
Me pongo a pensar sobre la propuesta de Schneider y por mucho que me ofendiera la insistencia de Theo en negociar las relaciones sexuales de la misma forma en la que negocias una transacción comercial, debo admitir que tiene sentido. Es totalmente entendible que pregunte directamente si deseo tener relaciones sexuales con él. Es solo que prácticamente nadie está acostumbrado a eso, todas esperamos algo más romántico o alguna mierda cursi.
Al final ya no me molestaba tanto porque al menos fue sincero. No me van las relaciones, pero necesito al menos conocer a la persona con la que me voy a acostar.
Estoy tumbada en mí cama tratando de lidiar con la resaca cuando de pronto veo como una nota es introducida por debajo de mí puerta. ¿Quién podría ser? ¿Porqué no han llamado a mi puerta? Me asomo hasta la puerta y recojo la nota blanca « LLÁMAME» es todo lo que dice la nota con un número de teléfono y debajo el nombre de... sí, claro que sí, Theo Schneider.
¿Qué se supone que va a intentar ahora conmigo? ¿Tener una linda conversación? ¿Una cita? Solo río para mis adentros.
Decido quedarme en mi habitación toda la mañana.
No me siento bien cómo para comer algo ahora mismo.
...****************...
Por la tarde voy nuevamente a la playa cuando empieza a atardecer. Me encantaría tomarle unas fotos a la puesta de sol. Cuando llego a la playa, me quedo asombrada otra vez por lo hermosa que es. Siempre me ha gustado mucho el mar, creo que es mí cosa favorita en el mundo y esta playa en especial es un auténtico paraíso. Hace calor y el sol me da fuerte en todo el cuerpo. El agua cristalina y su temperatura fresca me tienta. No había pensado en venir a meterme al agua, solo quería venir a fotografiar el mar junto al atardecer, pero meterme al agua me llama bastante la atención. Por suerte he venido preparada por si cambiaba de opinión. Me lo pienso durante un minuto, y al final, decido quitarme el vestido, descalzarme, y sumergirme en el agua.
Me quedo en la playa durante dos horas y después de disfrutar bastante de ella, vuelvo otra vez a la casa.
Cuando llego a la casa subo directo a mí habitación y cuando entro me llevo un gran susto. Theo está sentado en el sofá que está en medio de mí habitación junto a la mesita de cristal. ¿Por qué ha entrado sin permiso? y para qué?
—¿Qué haces aquí? —pregunto.
—He venido porque te has tardado mucho en llamarme. ¿Porqué no lo has hecho?
—No sabía que tuviera un plazo para llamarte, aunque para ser sincera, no tenía planeado hacerlo.
—¿Por qué no?
—No sabía si ibas en serio con lo de llamarte.
—Pues iba muy en serio. Ahora tengo que preguntarte algo que requiere una respuesta inmediata. —dice mientras camina hacia mí y me recorre con la mirada de arriba abajo— Has ido a la playa?
—¿Qué es tan urgente? —pregunto omitiendo lo último que preguntó. Es un tanto obvio que sí he ido a la playa.
—Acompáñame a una cena benéfica.
¿Que lo acompañe a una cena benéfica? Eso no es lo que esperaba que me pidiera en absoluto.
—¿Por qué estás pidiéndome de repente que te acompañe a una cena benéfica?
—Por qué no? dijiste que podíamos ser amigos, por eso te estoy pidiendo que me acompañes a esa cena, como amigos.
Lo miro extrañada.
—Yo no he dicho eso y la verdad, no me apetece asistir a dicho evento.
—¿Por qué no? ya tienes planes para esta noche?
—No, ninguno.
—Entonces ¿qué problema hay con que me acompañes a un evento?
Es una muy buena pregunta y no se me ocurre ninguna excusa para no ir. Entonces cedo un poco.
—Bien, te acompaño ¿cuando será?
—Hoy, en unas horas.
Abro grande los ojos.
—¿Hoy?? ¿Por qué me avisas con tan poco tiempo? Supongo que hay que ir vestidos de gala, no sé si tengo un vestido para la ocasión.
Theo sonríe y se acerca a mi cama.
—Oye, te lo hubiese antes si me hubieses llamado, pero no lo hiciste, aún así, me tomado el atrevimiento de obsequiarte un vestido en caso de que aceptaras.
Miro sobre mi cama y veo una caja blanca envuelta con una cinta negra. Me acerco a la cama y desató la cinta negra, saco el vestido de la caja y me quedo asombrada. No hay manera de que acepte esto, se nota que es un vestido que ha de valer miles de dólares. no puedo aceptar algo así.
Abro la boca para protestar pero él levanta un dedo.
—Úsalo, por favor. Lo escogí pensando en tí.
—¿Estabas tan seguro de que iba a aceptar?
Se encoje de hombros.
—Pensaba insistir hasta que dijeras que sí.
No digo nada más, entonces el solo cruza frente mío y abre la puerta de la habitación.
—Te espero abajo a las ocho en punto. —dice, y se retira.
Corro a prepararme para salir esta noche con Theo.
Hago una video llamada rápida con Dean para pedirle su opinión sobre cómo me veo y a cerca de que accesorios utilizar.
—No me lo creo aún que vayas a ir. Anoche te veías muy decidida a rechazarlo.
—Shhh, mejor ayúdame. ¿Me pongo collar o no?
—A ver... —ladea la cabeza para examinarme— levántalo otra vez.
Me acerco al cuello la gargantilla de oro.
—Olvídate del collar —me dice— Yo estaba pensando en que unos pendientes de oro estarían bien, pero ahora me parecen mejor unos aros con diamantes.
—¿Sí? ¿En serio? —Frunciendo un poco el ceño me dirijo a mi joyero y escojo los aros de diamante en forma de lluvia que mí mamá me obsequió cuando cumplí dieciocho años.
—Esos. Confía en mí Daikiri, y póntelos.
Me los pongo y compruebo que tenía razón. Me proporcionan un look muy distinto al de la gargantilla de oro, menos glamur pero más sensualidad.El vestido que Theo me ha obsequiado es un hermoso vestido llamado "Lluvia de oro" hecho de tela italiana y adornada completamente con pequeñas pedrerías en forma de flores desde el pecho hasta la cintura y con una abertura desde lo alto del muslo hasta los pies. No tiene espalda, solo una fina tela de tul. El escote de atrás llega justo hasta arriba de la hendidura de los glúteos en un atrevido corte. El vestido es de lo más precioso. Con el pelo retirado de la cara, cayendo en una cascada ondulada, la sombra de ojos y el labial color nude todo se complementa perfectamente.
—¿Qué haría yo sin ti, Dean Taylor?
—Nena, nunca lo sabrás. Estás impresionante, si yo no fuese gay te follaría hasta los cesos y luego te propondría matrimonio.
—¡Oh por Dios! No seas vulgar.
—Callate. Bueno, ya es hora. —me dice con un suave tono de picardía —Ve a enamorar a todos con ese atuendo, nena.
—¿Ya es hora? Está bien. Te hablo luego, gracias por todo, adiós. —digo y cuelgo la llamada.
Salgo de mí habitación, bajo y recorro el pasillo en dirección a la sala de estar. Me detengo en el umbral con los ojos fijos en la espalda de Theo, que observa la calle por la ventana. El corazón se me pone a mil, el reflejo en el cristal me deja adivinar su ánimo. Pensativo, por la mirada perdida. Los brazos cruzados delatan una inquietud inherente. Se lo ve lejano y apartado. Un hombre solitario. Cuando advierte mi presencia, se da la vuelta y se queda inmóvil. Yo aprovecho la oportunidad para admirarlo. Es magnífico de arriba abajo con un atractivo tan sensual y el modo en que me observa él a mí... se me aceleran las pulsaciones.
—Dakota —Se aproxima con pasos enérgicos, coge una de mis manos y se lo lleva a la boca. Su mirada no podría ser más intensa.
La sensación de sus labios en mi piel me pone la carne de gallina. Me excita inmediatamente.
—Hola.
La satisfacción parece llenar todo su rostro.
—Hola. Te ves verdaderamente increíble.
—Gracias, tú igual te ves increíble.
—¿Nos vamos? —dice ofreciéndome el brazo para que apoye mí mano en el.
—Por supuesto —digo y salimos de la mansión.
Fuera, nos espera una limusina. El chófer abre la puerta en cuanto Theo y yo salimos. Entro a la limusina y me deslizo hasta un extremo del asiento. Cuando Theo se sienta junto a mí, me doy cuenta de lo bien que huele.
—Para qué causa es esta cena benéfica?
—Niños con cáncer. Mi familia y yo aportamos mucho dinero todos los años a la causa.
—Wow, eso es admirable.
El teléfono de Theo suena antes de que pueda volver a responderme. Lo saca de su bolsillo y coje la llamada.
Empieza a hablar en alemán, por lo que supongo que ha de ser alguna llamada de negocios. Todo el camino, Theo habla por teléfono con alguien hasta que llegamos a nuestro destino El lugar del evento no queda muy lejos.
La limusina justo se detiene. Theo sale de él y la rodea inmediatamente para abrirme la puerta. Me tiende una mano y me ayuda a salir y se lo agradezco. Cuando entramos, muchas ráfagas de luz provienen de los flashes de las cámaras mientras caminamos por el pasillo de la prensa.
A penas presté atención y sonreía de forma mecánica.
En cuanto entramos a la sala del evento, alguien lo llama por su nombre y él se da la vuelta. Yo aprovecho para escabullirme hacia la barra, moviéndome rápidamente entre los demás invitados que se aglomeran en la entrada.
No quiero quedar atascada en una incómoda conversación de negocios donde yo no pinto nada.
Cuando llego a la barra del bar, pido una copa de champán.
—Dakota. —Theo me pone una mano en la piel desnuda de la parte inferior de mi espalda, y un estremecimiento me recorre el cuerpo entero cuando me rozan sus dedos, me pregunto si él también lo sintió— Has salido corriendo.
Voy a responder cuando de pronto se acercan dos hombres bien trajeados a saludar a Theo.
Theo se inclina y me susurra con voz áspera:
—No olvides que estás aquí conmigo. No te alejes demasiado.
—Por supuesto, como ordenes.
Theo suspira y se aleja con los dos hombres trajeados.
Mientras tomaba mí champán a sorbos se me acerca un hombre joven. Su rebelde pelo castaño y sus ojos de un tono verde grisáceo, dulces y cordiales, me llaman la atención.
—Hola —dice y me sonríe como si fuésemos conocidos de algún modo.
—Hola?
El chico se ríe y me tiende la mano
—Soy James Häuser, amigo de Theo. Te he visto llegar con él.
—Oh si, un gusto, James. Soy Dakota Moon. —digo tendiendole también la mano.
—Dakota Moon ¿Quieres bailar? —pregunta aún sosteniéndome la mano.
Lancé una mirada hacia donde se encontraba Theo. Estaba al pie de las escaleras que conducían al estrado. Se encontraba hablando con una esbelta mujer rubia y a su al rededor habían más de ellas. Casi parecía un maldito club de fans
—Como puedes ver, tardará un poco —dice James, en tono risueño.
—Sí, claro. Vamos.
Agarrados del brazo nos dirigimos a la sala de baile y salimos a la pista. La orquesta empieza a tocar un vals y nos dejamos llevar con naturalidad por la música. El joven es un buen bailarín, ágil y seguro tomando la iniciativa.
—¿Y de qué conoces a Theo?
—Ehh.. pues... no lo conozco muy bien a él, pero nuestros padres son mejores amigos y yo he venido a trabajar a la empresa de los Schneider por un año por eso estamos viviendo en la misma casa.
—Así que se conocerán bastante en ese tiempo de todos modos ¿Trabajarás en el departamento de diseño o en el de arquitectura?
—Diseño
—Oh, genial. Una amante del diseño —sonríe— Debes de caerle muy bien a Theo, tanto como para traerte a un evento como éste. Él es una persona un poco... complicada digamos?
—No lo sé. Supongo que solo fue amable y quería que saliera a conocer gente.
—¿Eso quiere decir que no sales con él y estás soltera sin compromisos?
Inspiro profundamente, sintiéndome incómoda pese a la fluidez con la que nos movemos.
—Sí, eso es correcto.
James esboza su atractiva sonrisa.
—Tal vez tenga suerte esta noche.
El resto del baile se lo dedica a contar divertidas anécdotas sobre él y Theo de cuando eran niños que me hacen reír bastante haciéndome perder la tensión. Por suerte he estado ocupada toda la noche con este chico bastante agradable. No sé que iba a hacer toda la noche si no. No conozco a nadie aquí.
Theo aparece a nuestro lado en un segundo.
—Ahora me toca a mí.
Por el tono, deduzco que no era una petición.
James se detiene y me mira. Yo hago un gesto afirmativo con la cabeza y el se retira con una reverencia.
—Baila conmigo, Dakota.
Theo me acerca a él y toma el control del baile como lo hace con todo: con una súper seguridad de sí mismo.
—No haces nada más que desaparecer y dejarme solo todo el tiempo —masculla.
—Fuiste tú el que me ha traído aquí y me ha dejado botada por estar rodeado de un par de barbies.
Arquea las cejas y me atrae aún más hacia él.
—¿Celosa?
—Ya quisieras —desvío la mirada de él.
Emite un sonido de disgusto.
—Dakota. No te acerques a James.
—¿Por qué no?
—No es la buena persona que aparenta ser.
—¿Por qué lo dices?
—Solo no te acerques a él, si?
La música disminuye y a la par también sus pasos.
El resto de la noche la pasamos tranquila. Theo me presenta a algunos de sus socios y veo como el tiene una amena conversación con ellos. Todo es negocios, no hablan de otra cosa que no sea eso. En la mesa en la que estamos se encuentra una sola mujer a parte de mí. Una mujer rubia y esbelta que se pasó toda la noche tirándole miradas lascivas a Theo, claramente estaba coqueteandole, y el no parecía molestarse por ello.
Me excuso por un momento para ir a los lavabos, no soporto más ver esa escena absurda. Cuando entro a los servicios me encierro en uno de los cubículos y tomo aire, pienso en que no puedo estar celosa de alguien con el que no he tenido nada. Pero lo hago.
Salgo de los cubículos, me lavo las manos y me vuelvo para regresar a la sala de eventos, pero al salir me encuentro con la mujer rubia de nuestra mesa con los brazos cruzados. Es evidente que estaba esperándome a mí. Aunque estoy un poco molesta y celosa por como coqueteó con Theo toda la noche, no puedo negar que tiene sus encantos. Tiene un vestido pudorosamente sexy, recto, de raso color rojo que combinaban con su labial. Es hermosa y exótica con esa mirada y con esos ojos verdes. Parece una maldita Barbie.
—¡Vaya! Ya has follado con él —murmura como si estuviese segura de lo que dice.
—¿Disculpa? Me hablas a mí?
—Deja de hacerte de la tonta, somos las únicas aquí. Claro que te hablo a tí. Solo quería decirte que después de esta noche, él te va a desechar. Eso es lo que hace una vez que consigue tener sexo contigo.
¿Por qué supone que me he acostado con él? Es solo porque me ha traído de acompañante? Eso es estúpido.
—Me lo dices por experiencia propia? —pregunto riendo divertida.
—No seas estúpida —dice levantando una mano como si fuese a darme una cachetada pero luego la baja— Él no respeta a las mujeres a las que se tira. En el momento en el que te mete la polla, se acabó todo. Es así con todas las mujeres. Pero yo sigo aquí, porque me quiere a largo plazo.
—Pues puedes quedártelo por todo el tiempo que quieras. —digo y me voy de ahí dejándola sola en el pasillo.
No voy a pelear por un hombre como gata en celo. Tengo dignidad. Aunque ciertamente me han molestado sus palabras, no pienso rebajarme a tener una discusión con una completa desconocida. Camino apresurada y no paro hasta llegar a la calle, y sin despedirme de Theo o avisarle que me retiro, tomo un taxi y me vuelvo a la mansión.
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